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Los destructores
de máquinas
y
Hinkem ann
de ERNST TOLLER
Traducciónde RodolfoHalffter
Ediciónde JuanchoAsenjo
Personajes de la tragedia (1)
EUGENIO HINKEMANN.
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GRETE, mujer de Hinkemann.
LA MADRE DE HINKEMANN.
Quien no es capaz de soñar, tampoco es PABLO GROSSHAHN.
capaz de vivir.
MÁXIMO KNATSCH.
PEDRO IMMERGLEICH.
SEBALDUS SINGEGOTT.
MIGUEL UNBESCHWERT.
FRAENZE, amiga de Grete.
EL PROPIETARIO DE LA BARRACA.
OBREROS Y OBRERAS.
DIVERSOS TIPOS DE LA CALLE.
. IErnst Toller alude, con el nombre que da a sus personajes, a la condición moral
o al defecto físico que caracteriza a cada uno de ellos. Por ejemplo: Hinke-
mann significa, traducido literalmente, «Hombre cojo». Grosshahn,.~<gran
gallo.» -el autor simboliza en el gallo la condición de conqitistador de muje-
res-; {mf!U3rgleich, «siempre igual»; Singegott, «canta a Dios», y lJnbesch-
wert, «sin pena».- N. del T.
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sus pies... Y los diez marcos que me dió los he... ¡Grete! , ~
:fI" ¡Le he pegado a W madre! Como se pega al niño que ti'
martiriza a un animal... Luego, la' dejé... Me atormenta-
ba una idea... Una idea espantosa, horrible... En otra
ocasión, ¿hubiera yo pegado a tu madre?.. ¿Qué sig-
nificaban antes para mí los sufrimientos de un animal...? ;tli¡ii
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En la mano derecha, que coloca sobre la mesa, oculta GRETE.- ¿Qué has hecho? Dime. ¿Qué has hecho? Ya no nos I
como yo... Para él, la vida era 'alegre... ¡Tirili, tirilí!... Porque hay ocasiones en que uno no sabe qué ha- ¡I
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¿No le oías todas las mañanas? ¡Tirilí!... ¡Alegría que da cer... De igual modo, uno no se conoce a sí mismo...
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GRETE.- ¡Cristo bendito! ¡Cristo bendito!' que me persigue, que no me deja ni a sol ni a sombra...
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illNK.- ¿Por qué lloras, mujer...? ¡Contéstame...! ¿Por qué Oigo voces... Me miran caras extrañas... Tengo un 1
gimoteas? ¡Habla! ¡Habla! ¿Lloras porqué yo..., por- gramófono en la nuca... Un animal siniestro, cuya
que yo te he..., porque los hombres me señalarían con música zumba en mis oídos: «Eugenio, eres un ridícu-
el dedo, como a un payaso,' si supiesen..., porque el lo... ¡Un ridículo!». De pronto, te veo... Sola... En una
tiro heroico de aquella criatura maldita me convirtió en habitación... Asomada a la ventana... Yo paso por la
un mutilado, miserable,en un hazmerreír...?- ¡Dime...! calle... Tú te ocultas detrás de los visilios... Los pulmo-
¡Dime la verdad, sin rodeos...t¡La verdad..:!' Todo nes se te hinchan y las tripas te rugen de tanto reír...
vacila... ¡Todo vacila en torno mío! La verdad... Sí... ¡La (Después de una pausa.) Grete, querida Grete... Tú -li!
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verdad!... ¡Quiero saber la verdad! (Suplicando. Con no puedes reírte de mí... ¿Verdad? ¡Tú no eres capaz
acento cariñoso.) ¿Por qué ,lloras? de hacerme tanto daño! ;,1
GRETE.- Yo... yo te quiero... tl
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GRETE.- ¿Qué quieres que te diga, Eugenio? Tú ya no me
HINK.- ¿Me quieres...? ¿A mí...? ¿O sólo me compadeces...? crees... lit
GRETE.- Yo te quiero... - t
HINK.- Un perro... De niños, jugábamos con él... Era un illNK.- ¡Sí! ¡Sí! Yo te creo, Grete... ¡Me vuelvo loco de
animal fiel, cariñoso... No dejó ¡nuncaf,qúe nos hiciesen alegría...! ¡Yo te creo...! Buscaré trabajo... Trabajaré... II
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Aunque tuvieran que uncirme al yugo... ¡Como a un .
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el menor daño... A este perro, tan' querido, le ataca la
buey...! (Entra Pablo Grosshahn.) ~~..
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sarna... Su cuerpo se llena de pústulas... Sus ojos, su-
puran... Nadie se acerca a él... Repugna... Pero el PABLO.- ¡Buenas tardes, a los dos!
recuerdo de aquel perro' de antes~ lleno de vida; de GRETE e HINK.- ¡Buenas tardes!
aquella mirada suya tan expresiva, tan hondamente PAB.- ¡OS veo alegres! ¿Puede aprenderse la risa?
humana... Nadie es capaz de matarle... Se le tolera en illNK.- ¡Ciertamente! Pero tú no necesitas aprenderla... Pa- -.',
la habitación... Se le tolera mientras no se eche en blo, pronto serás regente del taller...
nuestra propia cama... (Gritándo.) ¡Grete! ¿Soy yo, PAB.- Sí, sí... El personal fue reducido... Y yo... ¡Pobres de A
quizá, un perro sarnoso? nosotros! Sufrimos peor trato que los cerdos. A éstos,
GRETE.- (Desesperada. Se tapa los oídos.) No lo soporto... al menos, se los ceba... Sólo cuando están gordos, gor- :~!
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Imposible... ¡Me ahorcaré...! ¡Abriré la espita del gas...! dos como una bola, se los degüella... 'jl"
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HINK.- (Abatido.) ¡Pobre Grete! ¿Qué te sucede? Yo no te iI~'
GRETE.- ¡Está usted ofendiendo a Dios!
hago nada. Soy un hombre perdido. Soy una enferme- PAB.- La gente pobre no puede ofender a Dios. Si existe
dad secreta. Soy un muñeco grotesco... Destrozado algo así como un más allá, nosotros gozaremos de la
de tanto jugar con él... El subsidio no nos deja lo bienaventuranza. En primer lugar, porque no tene-
suficiente para vivir, sí para morir... Grete, yo traicio- mos tiempo de pecar... Soportamos demasiadas vilia-
naría a mis camaradas... A mis propios camaradas... mas... Demasiadas ruindades... En segundo lugar,
Creo que me convertiría en un esquirol... Pero temo... porque merecemos una recompensa. ¿No proporcio-
Mira: aquí tengo un puñado de alfjleres, que me pin- namos a nuestros verdugos el bienestar en la Tierra?
chan... Que me pinchan: «Tú eres un perro sarnoso Por lo demás, yo soy ateo... Yo ya no creo en Dios...
para tu mujer». (En voz baja. Misterioso.) Grete, des- ¿En cuál de ellos tendría que creer? ¿En el de los
de hoy... Desde que me sucedió aquello con tu ma- judíos? ¿En el de los cristianos? ¿En el de los france-
dre... Desde que brotó en mí la idea... La idea maldita, ses? ¿En el de los alemanes?
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HINK.- Quizá todos los dioses, ¡juntos!,quedaron enreda-
una boca más! Por las mañanas va hambriento a la
dos, ¡presos!, en las alambradas;.. Ellos, que dirigen
todas las batallas... escuela... Se acuesta, y las tripas se le retuercen de
GRETE.- Siempre tuve fe en 'la justicia de Dios... ¡Nadie hambre... Después, vende su energía, su fuerza, para
¡Jbdrá quitármela! el trabajo, como si fuese un litro de petróleo... Perte-
PAB.- Si Dios fuese justo, sus accionesseríao también justas, nece a su patrono, a su principal... Por decido así, se
señora Hinkemann. Y... ¿Cómo son sus acciones? convierte en un martillo, en una silla, en una palanca,
¿Quiere usted que se lo diga? ¡El rey y.la patria nos en un tintero. ¿No es así? ¿Qué es, pues, lo único que
sacrifican en nombre de Dios! ¡Se asesina a los hom- nos queda? ¡El amor! Yo mando en mi amor... Soy su
bres en nombre de Dios! En nombre de Dios..asirpis- dueño... Puedo decir a los señores patronos, a los
señores de la Policía: esto es mío. Sólo mío... Fíjese: los
mo, los ricos nos humillan... Se diría que los poderosos,
cuando se avergüenzan de sus actos, hacena,J;>ios ricos tienen tantas cosas con que divertirse... Viajes a
responsable... Yo, por mi parte, cedo la fe a quien le los balnearios... Música... Libros... ¿Qué le queda a
beneficie... Nosotros no luchamos por el Cielo. Sí por uno de nosotros? Claro está: tam~ién leemos libros;
la Tierra, por los hombres... pero no todos los días... Aprendimos poco en la escue-
HINK.- Luchar por los hombres... Pero... ¿Y las máquinas que la... Además, Lohengrinl es magnífico... Pero yo pre-
nos trituran los huesos? Le temo a cada nuevo día de fiero las cupletistas... Las operetas... El conde de Lu-
trabajo. Cuando, por la mañana, comienzo .a.trabajar y xemburgd... El ensueño de un vals... ¿Conoce usted
pienso que tengo que resistir.4uran,te. t04° el día... La viuda alegre...? (Cantando.) «Dulce sueño, que
Cuando, por la tarde, pita ,la ~irena q~ 'la fábrica, me amoroso...» Para nosotros, proletarios, el amor... El
lanzo a la calle... Corro como un loco. amor es la esencia de la vida... La flor... ¡Pobres de
PAB.- A mí no me causa pavor la máquina... Junto a ella siento nosotros cuando se marchita! Entonces... Lo mejor es
una alegría diabólica... Le hago saber que soy el amo... agarrar \lna soga y ahorcarse... ¿No es así, Eugenio?
La pongo en marcha... Y gime... Aúlla... Gira hasta dar HINK.- Puede que tengas razón. .
su rendimiento máximo... Hasta que suda sangre... ¡Por PAB.- Señora Hinkemann, usted es una mujer casada... Puedo
decirlo así...! Yo estallo de risa, torturándola... Grito: hablar con toda claridad... ¿Qué sería la vida para uno
¡Animalejo, tienes que obedecerme...!Eugenio; de nosotros si no pudiese...? Si no pudiese... Todas las
pórtate como yo, ¡como un hombre!, y será~ un amo... noches... Con su mujer... (Hinkemann observa aGrete
HINK.- (En voz baja.) Hay ocasiones en que es más fácil ser emocionado.) ¿Qué dice usted a esto, señora Hinke-
un Dios que un hombre... mann?
GRETE.- (Mirando a Pablo fijamente.) Señor Grosshahn... GRETE.- ¿Qué quiere usted que diga? (Con timidez.) Todas
las mujeres no somos iguales...
. ¡Qué mirada la suya...! ¡Tan penetranté!
PAB.- jBah! HINK.- (Exaltado.) Yo buscaré trabajo... ¡Grete, confía en
mí...! ¡Yo quiero regalarte algo para Nochebuena!
HINK.- Esa manera de mirar no la aprendió junto a la máqui- PAB.- Puedes ahorrarte el paseo...
na.
HINK.- ¡Espera, Pablo! jGrete, hasta luego! (Sale. Pausa.)
GRETE.- ¿Dónde, pues?
HINK.- ¿Dónde? Las mujeres... 1 Opera romántica en tres actos de Richard Wagner.
PAB.- Señora Hinkemann... ¿Qué es 'la vida para un proleta- 2 Operetasde Franz Lehar. Hay versiónespañola de "ElConde de Luxembur-
rio? Cuando viene al Mundo, el viejo le. maldice... ¡Es go", letra de Juan José Cadenas y música de Vicente lleó y de "La viuda
alegre", libreto de Linares Rivas y Reparaz.
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PAB.- Un hombre fuerte como un roble... Y sin trabajo... ¡A Riñe con todo bicho viviente... Cuando me mira, sus
pesar de todo, siempre de buen humor! Señora Hin- ojos me traspasan... A veces, me da miedo... Entonces,
kemano, usted es muy feliz. ¿Verdad? no puedo soportarle... Y a veces me repugna... Me
GRETE.- (Mirándole fijamente. Sin pestañear.) ¡Sí! repugna... Yo quisiera sobreponerme... ¡Cristo bendi-
PAB.- Cuando los veo a ustedes tan unidos, envidio a to! Yo quisiera ser de otra manera.
Eugenio. (Grete Hinkemann solloza. Sujeta su cabeza PAB.- (Con ternura.) Llore usted, Grete. Llore usted... Las
con ambas manos.) ¿Qué le sucede, - señora Hinke- lágrimas que no se lloran son como piedras sobre el
mano? ¡No creo haber dicho nada ofensivo! Sin em- corazón... Esto solía decirme mi buena madre...
bargo, usted llora. ¿Qué le sucede? ¿Busco a Euge- GRETE.- Señor Grosshahn, no se lo dirá usted a nadie,
nio? Quizá lo alcance todavía. .
¿verdad? Me arrojaré al río... '
GRETE.- (Llorando fuerte, desesp~radamen'e.) Me estalla la PAB.- No diré nada a nadie, Grete. A él tampoco... Callaré
cabeza... Me vuelvo loca... . como un muerto... Ten confianza en mí... Ya estuve en
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.~ PAB.- (Preocupado.) ¿Se siente usted mal?~¿Puepoayudarla en la cárcel por una promesa de silencio... Ten confianza
algo? Está usted muy excitada... Muy nerviosa... en mí... Tú eres una mujer joven... Mírame... Si te
GRETE.- ¡Cristo bendito! ¡Cristo bendito! martirizas de ese modo,novivirás mucho tiempo. ¡Grete...!
PAB.- ¿No se porta bien Eugenio? ¿La pega a usted, quizá,? ¡Grete...! (La besa.)
GRETE.- Lo digo... Lo digo... Lo digo... Lo tengo qge d~cir... GRETE.- Ya soy una mala mujer...
Mi Eugenio... Mi Eugenio... Mi Eugenio no es~.:No es PAB.- ¿Mala?.. ¿Malo?.. ¿Cómo puede ser malo lo que nace
un hombre... de la Naturaleza?... Por decirlo así, de la sangre...
PAB.- Señora Hinkemann, usted delira. ¿Tiene usted fiebre? ¿Malo?.. ¿Mala?... ¡Palabras de curas y capitalistas!
GRETE.- ¡No...! ¡Mi Eugenio...! ¡Mi EugeI1io'volvió asídela Mala serías, para ti misma, si gmúdaras fidelidad a un
guerra! Y ahora... Yo me avergüenzo... ¡.Me comprende hombre que no es un hombre. ¿Fidelidad...? He aquí un
usted, señor Grosshahn? Mi Eugenio no es un hombre... concepto para la gente pobre... Entre los ricos, ya no se
No tiene... (Asustada de lo que acaba de decir, se tapa la usa más que en los cuentos infantiles de las niñeras... Un
boca. Pablo ríe.) ¡Cristo bendito! ¿Qué es lo que he amigo mío tiene de querida a la señora de un consejero
hecho? ¿Qué he dicho? ¡Cómo se ríe usted de mí! ¡Ay! de comercio...
¡Ay! ¡Nunca lo hubiera creído! ¡No deqí confiarme en GRETE.- Alguien sube por la escalera... ¡Si fuera Euge-
usted! . ,
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PAB.- Perdone, señora Hinkemann. Lo hice sin querer. Es PAB.- ¡Sí, prefiero irme! Grete... ¿Por qué no vienes tú a
verme? Ya sabes dónde vivo... No temas... Nadie te
que... Cuando un hombre escucha lo que usted acaba verá entrar... Yo no suelo recibir visitas... Y en mi casa
. de decir, le da risa. (Indignado.) Eugenio es un egoís-
podrás abrir tu corazón... Por decirlo así, gastar tus
ta. ¿Por qué la retiene junto a él? ¡Eugenio no la quiere lágrimas... ¿Irás a verme?
a usted! Si la quisiera, la dejaría libre... (Gtosshahn aca- GRETE.- No lo sé todavía.
ricia a Grete. Ella se apoya en él.) PAB.- ¿Recuerdas aún cuando, en el parque Municipal, ju-
GRETE.- Eso es más difícil de lo que parece, señor Gross- gábamos a hacer castillos de tierra? Entonces, yo ya
hahn... No me siento con fuerzas para abandonarlo... pensaba en ti... Grete... ¿Irás a verme? (Grete Hinke-
Surge un rayo de luz... Luego, otra vez la noche... mann, indecisa, mueve la cabeza negativamente. De
¡Qué hombre era Eugenio antes de la guerra...! Pero repente, con brutalidad.) ¡Déjate de coqueterías! ¡Tú
hoy... No hace otra cosa que cavilar... Ofende a Dios... irás.,
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quiera se lo toleraré a la Revolución! ¿Te enteras? Te equivocas de' pé a pá. Hay obreros que buscan su
(Los dos pagan y salen.) ideal en otro lugar muy distinto al vuestro. Olvidáis
TEJERO.- (Al salir.) ¡Pizarrero presumido! siempre este... pequeño detalle.
PIZARRERO.- (Al salir.) ¡Tejero andrajoso! "'UII',
HINK.- Hablas de la luz, de la felicidad, camarada Unbesch-
TEJERO.- ¡Señor pizarrero! wert. He meditado largamente sobre este tema, y he
PIZARRERO.- ¡No te deja engordar la envidia! llegado a este resultado:-no se puede hacer feliz a todo
KNATCH.- ¡Viva la unidad del proletariado! -¡Viva el frente f11
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el Mundo... Creo que' la felicidad; entendámonos: la
único! ¡Bah, bah! ¡Al demonio! (Repara en Hinkemann, verdadera felicidad, es algo que uno posee o no posee.
que acaba de entrar y que se sienta -solo- a una mesa.) Es algo innato.
Eugenio, ¿tú por aquí? UNBESCHWERT.- Ideología burguesa, camaradaHinkemann.
mNK.- Tengo seca la garganta. Y, en la boca, un sabor Tus palabras son realmente-extrañas. (Con el énfasis del
nauseabundo a sangre de animal, a veneno... Echaré un orador de mitin.) La nueva organización social saldrá
trago de aguardiente... (Con rudeza.) Peto... ¿Por qué te del seno de la evolución histórica de los acontecimien-
asombras? Yo no prediqué nunca la abstinencia. tos. Así como el Báltico y el Mar del Norte avanzan cada
KNATSCH.- ¿Asombrarme yo? ¡No, hombre! Ahora bien; día tierra adentro, sin que nos demos cuenta de ello, así
a mí no me empujan a la taberna los malos sabores oe cualquier día amaneceremos' en el Estado socialista,
boca. Me basta con contemplar la cocina de mi casa, también sin habernos apercibido de ello. Bastará que
que es salón, dormitorio y lavadero a la vez. Cuando se hayan dado las «circunstancias favorables». Esto h
pienso en los hijos, que carecen de lo más necesario, y está demostrado científicamente. Entonces, ¿cómo es '!I
en la compañera, que se pasa todo el día gruñe que te posible que no seamos todos felices? Entonces no pro- ",;
gruñe... Doy media vuelta en la escalera... Ya la taber- duciremos, antes que todas las demás, las camisas de ,,'
na de Enriqueta... Nosotros, los hombres, tenemos la seda, porque las necesiten un par de señoritingas ,,:~
culpa de que nuestras mujeres se nos insolenten. En cursis. Entonces produciremos las primeras las camisas
casa nos callamos como muertos. En cambio, en los de lana, baratas, para los que carecieron de ellas. En li
mítines soltamos, ante caras, desconocidas, toda esta dos palabras: constituiremos una Humanidad con sen- '~I
retahila de cosas: la verdadera vida nueva, la felici- tido común. El sentido común allanará todas las dificul-
dad...
tades. El sentido común proporcionará a todos el bie- ,ii!
(Mientras habla M. Knatsch, entra Miguel Unbesch- nestar. Y entonces, el tránsIto del reino de la necesi- .~
wert.) dad al reino de la libertad. (Encarándose .con Max
UNBESCHWERT.- (Comenzando a hablar desde la Knatsch.) Pero aquellos extremistas que creen que "1
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puerta.) Hoy por hoy, la felicidad sólo reina en los pueden saltarse a la torera las etapas de la evolución -i !
palacios, en las villas de los ricos. Disponen de veinte histórica, aquellos ilusos y soñadores de Rusia que
habitaciones. Y les parece aún poco. Pero la guerra ha pretenden sustituir la ciencia por la acción... .
conmovido los cimientos de la sociedad burguesa...
KNATSCH.- ¡Escupe tus maldiciones! Cuando hacéis unas
Los muros se agrietan... Se ven caras pálidas, se oye
un castañeteo de dientes. Y les tiemblan las piernas a frases, las colocáis a diestro y siniestro. Para ser cura
aquellos que les torturan los remordimientos, que no no te falta más que el bonete. Amigo mío, cuando se
pueden conciliar el sueño. Camaradas, ¡se hace la luz! carece de espíritu revolucionario, no sirven de nada
SINGEGOTT.- Tu luz no es la luz verdadera. ¿Piensas las circunstancias favorables. Pero, en cambio, si ese
que todos los obreros militamos en vuestro partido? espíritu alienta en uno, todas las circunstancias son
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buenas para comenzar una vida nueva. ¡Inmediata- ble..., una enfermedad que le destroza por dentro y
mente! ¡Hoy mismo! Sin esperar a que lleguen' esas por fuera... ¿Pueden hacerle dichoso a un hombre así
«circunstancias favorables». Para vosotros sólo existe las circunstancias favorables?
una palabra: obediencia. jy que no oS hablen' de res- UNBESCHWERT.- No te comprendo.
ponsabilidad! Por otra parte, siempre ,os habéis rajado HINK.- Es natural. Mira; desde que me hirieron en el frente,
cuando se os pedía actuar en vista de que 'había llega- no razono como es debido... Todos los días, al levan-
do el momento oportuno, de que ;,sehabían dado las tan tarme, tengo que hacer un esfuerzo extraordinario
cacareadas «circunstancias favorables»." para poder pronunciar dos palabras seguidas, para
SINGEGOTT.- Tampoco tu luz es, la luz verdadera, Max poder ordenar un poco mis ideas... ¡La vida es muy
Knatsch. ¡He despertado; camaradas! He visto brillar la rara! Nos torturan tantas cosas, que no acertamos a
verdadera luz. Hacia ella me'encamino en peregrina- comprender. Comprender la vida... He aquí algo im-
ción. Hacia la luz del cielo.,
posible... Tan imposible como secar el mar o como
IMMERGLEICH.- A mí me da ,todo igual. Pero que nadie me conocerse a sí mismo... Intentaré'explicarme con más
moleste, porque... ¡entonces...! ,
sible que yo sea muy torpe para, comprender las cosas, HINK.- ¿Y al que tenga el alma enferma?
para verlas con tanta claridad como tú... Por algo eres UNBESCHWERT.- (Sin sentimentalismo.) Ese irá a una
funcionario del partido... (Miguel Unbeschwert se casa de salud, donde será atendido con cariño. Mejor,
siente ofendido. Hace un gesto de desagrado.) Esto desde luego, que en las casas de salud actuales, donde
no significa que yo esté en contra del partido. Para un los enfermeros tratan a los desgraciados pacientes
peor que a fieras...
proletario, el partido es algo más que para un burgués. HINK.- No me has entendido. No me referí, como tú supo-
Para un burgués es eso: el partido simplemente. y nes, a los enfermos mentales... Hablo de aquellos que,
nada más. En cambio, pata un proletario 'el partido es aun estando sanos corporalmente, tiene el alma enfer-
su religión, a pesar de los favoritismos, a pesar de los ma...
chanchullos... Un proletario consciente de sus debe- UNBESCHWERT.- Esos enfermos no existen. El que tie-
res dedica al partido sus actividades mejores. Pero, ne el cuerpo sano tiene también el alma sana. Esto es
jdime!, si un hombre padece una enfermedad incura- de sentido común. Y si está loco, ya le encerrarán...
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HINK.- Otra pregunta: ¿Y al que en la guerra un tiro le de Infantería... No tenía hijos... El jornal, mezquino, no
haya... arrancado... de cuajo... los órganos' sexuales...? le pennitía ese lujo... Como es natural, amaba a su
(lmmergleich ríe.) mujer; pero en el frente se dió cuenta cabal de la
UNBESCHWERT.- (Enjugándose con un pañuelo el su- inmensidad de su amor... Pensaba en ella a todas ho-
dor de la frente.) ¡Qué pregunta más enrevesada! No ras... Y, de . pronto, tuvo un. deseo... Un deseo vehe-
mente... Q liSO tener un hiJO... ¿U n hiJO..? jN o , Dos,
sé qué contestarte... En buen lío me has metido...
Camarada tres, cuatro, cinco... Su mujer haría una buena madre...
así puede Irnmergleich,
suceder... ¿a qué viene esa_risa...? Algo
Olvidó las penalidades que afligen a una familia obre-
KNATSCH.- La cosa es para llorar y no para reír. ra numerosa... ¡Qué sabíamos allá, en el frente, de la
SINGEGOTT.- Dios se apiadará de él y le pr.emiará... . vida, de la Naturaleza, de la Tierra, de los bosques...!
UNBESCHWERT.- No sé... No sé qué contestarte, camarada Durante la semana, uncidos al yugo... En un cine infec-
Hinkemann... Según mis noticias, nadie ha planteado to matábamos las tardes de los domingos... Veíamos pe-
todavía ese problema a la ciencia materialista... Pero... lículas... Esas películas que falsean la verdad... Un rica-
¡Qué burro soy...! ¡Ja,ja,ja! La cosa no puede~tar ~ás chón, dueño de un castillo, que saca del arroyo a una
clara: en la sociedad futura, como es.natural, ,no JIabrá pobre infeliz y que la eleva hasta sí... Y otras sandeces
guerras. por el estilo... Vivíamos una vida de máquina... En una
HINK.- Cuando se constituya la sociedad futura pueden existir batalla, mi amigo fue herido... El corazón se le llenó de
ya tales mutilados. Además, nos puede pillar;la,máquina felicidad... Pensó que así volvería a su casa... No había
y dejamos sin órganos sexuales... ¿Cómo ~s posible disfrutado la más pequeña licencia... Despertó en el
entonces hacemos felices? . hospital... Se tentó el cuerpo... Un vendaje le sujetaba
UNBESCHWERT.-Otra preguntita... Otrapreguntita de aupa... el vientre... Oyó una voz: «Nuestro eunuco se acaba
KNATSCH.- ¡Sutilezas! El hombre es más feliz si no piensa en de despertar. ¿Qué cara pondrá cuando se ente-
esas cosas... Además, nosotros, proletarios; no pode- re...?». Hablan de mí, pensó mi amigo... Pero... ¿Por
mos perder el tiempo en buscar tres pies al gato. Nos qué me llaman eunuco?... Se quedó de una pieza...
debemos en cuerpo y alma a la Revolución. Los hom- Cerró los ojos rápidamente... Como el que quiere no
bres a los que les suceden esas desgracias son unos ver algo que le desagrada profundamente... Aquella
mártires. y el proletariado tienen también derecho a noche no dunnió... Supo la verdad al día siguiente... ¡Y
escribir su martirologio. gritó!... ¡Gritó con todas sus fuerzas!... Como un jabalí
HINK.- Yo soy de tu misma opinión; pero no veo inconve- herido... Notó, de pronto, que su voz se atiplaba... Se
niente en que hablemos estas cosas. Estas cosas, al fin calló... Quiso pensar en su mujer... Pero no pudo... Los
y al cabo, son pedazos de nuestra vida... A propósito: ojos se le nublaron... Se quedó rígido... Como cuando
os voy a referir una historia~ Viene ahora como anillo uno pierde el sentido... Quiso ahorcarse... Le faltó
al dedo... Es la historia de un amigo íntimo... No era un valor... Volvió a su casa... Vino a verme... No en vano
hombre de relieve... Ni siquiera funcionario del parti- éramos amigos íntimos... ¿Qué debía él hacer?~..
do... Uno de tantos obreros que luchan... Yo le quería ¿Cómo decírselo a su mujer? Me quedé desconcerta-
de veras... Se casó a los veinte años... Conoció a su do. Su situación era realmente ridícula... Sentí compa-
mujer en la fábrica... Una pareja ideal... Ella, delicada, sión y repugnancia... ¡No sé por qué!... No supe qué
tierna... El, un hombrón, orgulloso de su fuerza... Esta- aconsejarle... Lo observé... Observé a su mujer... Vi
lló la gran guerra... Fue incorporado a un regimiento cómo sufría... Pero... ¿Nos vemos los unos a los
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otros?.. Tú estás aquí... Yo estoy aquí... Yo te veo... PAB.- Oye... (Con indignación.) Lo del hombre más fuerte
¿Cómo te veo?.. Veo algunos de tus gestos; oigo de la Tierra., lo del héroe alemán, es una farsa... Si se
algunas de tus palabras... Yeso ,es todo... En realidad, entera la Policía... Además, voy a decirte ahora por
no vemos ni sabemos nada los unos de los otros... Mi qué te he podido dar mi palabra de honor de no hablar
amigo vivió, seguramente, torturado... Como en el in- a Grete de ésto... Grete ya te ha visto...
fierno... Debió sangrar... Sangrar... y un día vino a HINK.- ¿Qué ha dicho? ¿Ha llorado? ¡Dímelo!... ¡Dímelo!...
verme... Radiante de alegría... Más guapo que nunca... PAB.- ¿Llorar? ¡Al diablo!... ¡Se ha reído! Sí; ¡se ha reído!...
Ya sé que no suele decirse de un hombre que estaba Primero hizo un gesto de repugnancia...
más o menos guapo... Pero, en efecto, aquel día mi HINK.- ¿Se ha reído?.. ¿Y dices que primero hizo un gesto de
amigo parecía otro... Parecía un hombre rico, un hom- . ?
repugnancia....
bre feliz... Me explicó el motivo del cambio que había PAB.- Y es que hay para reírse... ¡la.,ja.,ja! Presumir de ser el
dado... Su mujer no le despreciaba... Su mujer no le hombre más fuerte de la Tierra... ¡Y no ser siquiera un
odiaba... Su mujer no se reía de él... Su mujer le amaba, hombre !... .
HINK .- ¿. Qu len
' .?
a pesar de todo... ¿Cómo' explicarme? ¿Cómo lo diría "? ¿. Quien te 1o h a d ICho a tl....
yo para que me comprendieseis?.. Su mujer... Su mu- PAB.- Grete.
jer... amaba... su alma... (Pausa.)
HINK.- ¿Cuándo?... ¿Dónde?..
, (Entra Pablo Grosshahn borracho.) PAB.- En la feria... Ante la barraca...
PAB.- ¡Salud! ¡Qué silencio! ¡Música! ¡Música! (Grosshahn HINK.- ¿Por qué estábais allí?
hace funcionar la pianola, que toca estrepitosamente PAB.- Pretendes que una mujer joven haga vida de monja... Te
una marcha militar. Sentándose a la mesa de Hinke- debías de avergonzar... 1
mann.) Buenas noches, Eugenio. I
HINK.- Hola... HINK.- ¿Avergonzarme yo?.. ¿De qué?..
PAB.- Entonces, ¿Soy yo el que debo avergonzarme?.. ¿O
PAB.- (Con la media lengua del borracho.) Es extraño que tu Grete?.. ¿Qué derecho tienes a exigir fidelidad a tu
Grete te dejase partir... ¡Héroe alemán!
HINK.- ¿Qué significa eso? mujer? Eso que te pasa a ti es un motivo legal de .j
divorcio... Hasta para la Iglesia Católica, que no
PAB.- Encarnación de la fuerza alemana... ¡la, ja, jaL.. Come ~dmite, en general, el divorcio...
ratas y ratones vivos... ¡la, ja, ja!...
HINK.-Mi patria me lleva al campo de batalla... Mi patria me
HINK.- ¿Cómo sabes tú eso, Pablo? Habla bajo... Es tremen- mutila... Y, en consecuencia: mi mujer posee un motivo
do... No puede expresarse con palabras... Es más terri- legal de divorcio... Había olvidado que el MunjÍo era
ble aún que abrirse las venas de, un mordisco... Hay así... Bueno... ¿Qué piensas hacer con Grete?...
cosas que uno no debiera hacer jamás... y yo las PAB.- ¿A ti qué te importa?..
hago... ¿Cómo podría yo explicártelo?.. Mi Grete está HINK.- Tienes razón... Realmente, no debe importarme...
malucha... El subsidio, tú ya lo sabes, no alcanza para Yo soy un mutilado, un motivo legal de divorcio...
nada. ¿Tengo yo acaso la culpa de no encontrar traba- Pero... supongamos que arete fuese una mujer extra-
jo?... Y las mujeres... Las mujeres nos odian cuando ña y que yo fuese-simplemente tu amigo... Dime... Con
carecen hasta de lo más preciso... No digas nada a franqueza... ¿Qué te propones hacer con Grete?...
Grete... Dame tu palabra de honor... Dámela... PAB.- Gozar de sus encantos...
PAB.- Concedida.
HINK.- Grete no es una prostituta... Yo así lo creo... Debe-
HINK.- Grete es tan rara... Si supiera que trago sangre de mos creerlo así... Y ya que es así, yo, su marido, la dejo
ratas... No sé... Creo que la repugnaría... en libertad... Cásate tú con ella...
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.L
PAB.- Grete no me quiere... Busca sólo su placer... ¡Que te Ahora bien: palabras no os faltan... Palabras para pro-
conste!... Y cuando yo no la dé gusto, se,irá con otro,
con otros... meter la felicidad eterna... Pero esas palabras sólo
~,
HINK.- (Con ira.) ¡Canalla! sirven a los hombres sanos... No veis más allá de vues-
tras narices... No os dais cuenta que existen seres a los
KNATSCH.- ¿Qué os ocurre? ¿Por qué regañáis aquí en la que no puede hacer felices ningún Estado ni ningún
taberna? ¡Hacedlo en vuestras casas! Con las compa-
ñeras... régimen social... Allí donde terminan vuestros reme-
PAB.- No regañábamos... - dios comienzan nuestros sufrimientos... Allí está el
hombre solo... ¡Solo!... Allí se abre un abismo a sus pies:
KNA TSCH.- Quisiera veros entonces cuando regañáis.
PAB.- Estuvimos en la feria... Y... el desconsuelo... Allí le cubre un cielo de plomo: la
desgracia... Allí le aprisiona una selva: la burla, el
HINK.- (Cogiendo a Pablo Grosshahn del lJrazo.) Pablo...
Cállate... Por Grete... escarnio... Allí ruge un mar encrespado: el ridículo...
Allí nos envuelven las tinieblas del encono, del odio...
PAB.- ...Y allí vimos al hombre más fuerte del MU1)do.¡Un tío Allí estamos solos... ¡Solos!... Y nadie puede auxiliar-
como un oso! ¡Devora ratas y ratones vivos!...
nos...
KNA TSCH.- Esa clase de espectáculos sólo divierte a los
europeos... ,
(Pausa. Hinkemann sale tambaleándose.)
PAB.- Reparé en el individuo en cuesti6n... Lo conocí... Y KNATSCH.- ¿Adónde vas?
no pude por menos de reínne a carcajadas.:. El hom- IDNK.- Mi mujer se ha reído...
(La escena siguiente ha de llevarse con gran rapidez. El
bre más fuerte del Mundo es un ,conocido inío, que no escenario se oscurece. Sólo se distingue el contorno de los
tiene... En la guerra... ¡Pif, pafl... Lo dejaron sin... ¡Es personajes.)
un pobre eunuco!... Es... (Todos, inclusmSebaldus Sin- mi)
UNBESCHWERT.- (Asomándose a lapuerta.) ¡HinkemannL..
gegott y Miguel Unbeschwert, ríen a carcajadas. Esta
¡Hinkemann!... Ya no lo veo... Si lo hubiéramos sabi-
risa pone a Hinkemann los ojos desorbitados, llenos do... La culpa es de este Mundo de vergüenza...
de dolor profundo. Gritando.) Es... '
PRO.- ¿Qué dice usted? Por lo visto, lo de su murria va en HINK.- (Solo.) Hasta mañana. ¡Y cómo lo dice! Hasta maña-
serio. No, amiguito, no. La broma es la broma y la na. Como si estuviera seguro de que habrá un mañana.
seriedad es la seriedad. ¿Quién ha fmnado el contrato Yo soy un vidente. Yo veo... ¡oh!, la lu~... La luz... Mis
por toda la temporada? ¿Usted o yo? (Con brutalidad.) ojos... Mis ojos... '(Hinkemann cae al suelo desmayado.
La Policía le obligará a trabajar... Contrato..., he aquí el Desde este momento, hasta la escena segunda, todo ha
sostén de la sociedad burguesa. Pretende usted lesio- de suceder como si se tratara de una pesadilla de Hin-
nar lbs bienes sagrados de la nación. .La fuerza del ,..
kemann. Todos los personajes parecen' amenazar a
Estado me protege. No hay remedio. O acude usted Hinkemann, que yace en el suelo en primer término.
mañana a la barraca o le arrastrará a ella la Policía. Luego, todos ellos se desvanecen en la oscuridad del
(Cambiando de tono.) ¡Nada de bromitas, Hinkemann! fondo. De todas las laterales salen inválidos de la gue-
Yo le aprecio y quiero evitar que vaya usted a la rra. Unos, mancos; otros, cojos. Todos llevan ataúdes
cárcel. ;' sobre sus hombros. De pronto todoS'se paran. Uno a
HINK.- Señor director: acaba usted de hablar de la cárcel. uno van diciendo: «¡A la orden!» Permanecen quie-
Las ratas y los ratones, a los que yo tengo que morder tos. Como se encuentran unos frente a otros, no pue-
la garganta, están también, presos ,hasta queme encar- den avanzar. Repiten de nuevo: «¡A la orden!» Hay
go de su muerte. Y algunos hombres libres están, sin unos segundos de silencio. De pronto, como obede-
embargo, también encarcelados... Y no cometieron ciendo a una orden superior, se ponen todos en mar-
delito alguno. Lo mismo que las ratas y ratones de mi
número... Una ventana enrejada... Muros; junto a ellos cha; pero como ninguno cambia de dirección, chocan
los unos contra los otros. Igual que si pretendieran,
se marchita la vida... Grilletes que muerden la carne...
Señor director: nada de eso me asusta... (Gritando. Con inflamados de sentimiento revolucionario, asaltar una
odio.) ¡Usted es Satanás!... ¡Usted es Satanás!... ¡Usted barricada de la reacción, gritan: «¡Abajo los perros,
alimenta a los hombres con sangre!... ¡Los deshonra!... abajo los perros, abajo los perros de la reacción!»
¡Yo!... ¡Yo!... ¡Oh!... ¡Yo!... Pero vendrán otros... Otros Golpean unos ataúdes contra los otros. Un instante,
hombres que... ¿Sabe usted ya que existe una mujer que como asustados por el ruido, se detienen; pero des-
se ha reído de Homunkulus? (Con amargura.) Esa pués vuelven a atacarse de nuevo en igual forma.
mujer es mi mujer. Se ha reído más que nadie... Ahora Entran unos cuantos policías, que gritan: «¡Orden,
llorará... Pero... Tengo un tapón en los oídos... Un orden! ¡Respetad a la autoridad! ¡Veteranos!» Cesa la
tapón de risas y de burlas. lucha. Se hace el silencio y todos dan una media vuelta
PRO.- ¿Quién lo diría? Siempre balbu~eando, como el que militar para salir a paso marcial y en formación por
no es capaz de decir tres sílabas seguidas, y ahora, de donde habían llegado. Cantan: «¡Aplastaremos a los
pronto, un' discursito insolente. ¿Qué hago yo? ¿Qué
franceses, aplastaremos a los franceses...!» Cuando
soy yo? Yo beneficio al Estado. Como todo hombre de
todos han desaparecido, entran varios vendedores de
negocios, como todo hombré de crédito sólido. (Cam-
biando de tono. Con jovialidad.) Hinkemarin: no pue- periódicos.)
do tomarle en serio. Usted está borracho. Mañana ha- VENDEDOR P.- ¡Número extraordinario! ¡Asunto sensa-
blaremos. ¡Qué lástima, Hinkemann! ¡Un hombre de su cional! ¿Apertura del Bar de la Victoria! ¡Bailarinas
talento! ¡Usted, el «clou» de la temporada! Hasta desnudas! ¡Jazz band! ¡Champán francés y cocktails
mañana. (lIl propietario de la barraca sale.) americanos!
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JUDIO 1!!.- ¡Qué quiere usted que le diga! ¡Nos han maltra-
VENDEDOR 2!!.- ¡Edición de la noche de El noticiero. tado, nos han despojado de nuestras camas. Nos han
Mantanzas de judíos en Galitzia3. La sinagoga es arra- arrebatado nuestras mujeres, nuestros hijos. Dios nos
sada por el fuego. ¡Mil personas quemadas vivas! ha obsequiado con todos estos sufrimientos.
UNA VOZ.- ¡Bravo, bravo! Todos los judíos, debían vivir en JUDIO 2!!.- ¡Qué importan los sufrimientos! Nosotros somos el
Galitzia. '
VENDEDOR 7!!.- ¡La baja del dólar! ¡El asuntp deJa natalidad, potencia. «¡El Tieso!»
según las últimas estadísticas oficiales! POLLO.- ¡Gracias, gracias! Yo sólo uso «El Bienhechor».
VENDEDOR 8!!.- ¡Inauguración del Banco popular! ¡Dividen- VENDEDOR.- Esa marca ya no se fabrica. No daba resulta-
dos elevadísimos! ¡Hasta el ciento por ciento! El pro- do. Era una porquería. «El Bienhechor» es ahora una
blema social resuelto! '
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(Hinkemann desenvuelve el paquete y saca la estatui- a ti a quien rezamos! Toda avemana va dirigida a ti.
lla de bronce del dios Prlapo., La coloca sobre el Todo padrenuestro es una corona de rosas para ador-
fogón. Enciende una vela junto al dios.) nar tu desnudez. Toda procesión es una danza en tu
KNATSCH.- Estás demacrado. ¿Te sientes enfermo? honor. Tú no llevas disfraz. Tú no necesitas escon-
illNK.- No, no. Me encuentro bien. derte detrás de palabras hipócritas. Tú eres el Alfa y
KNATSCH.- ¡Oye: me quedaré aquí contigo, hasta que llegue /' Omega. El principio y el fm. Tú eres la verdad... Tú
tu mujer! eres el dios de todos los pueblos... Tú me has abando-
HINK.- ¿Has visto tú ya hombres en la calle? " nado... Tú has abandonado' a tu siervo; pero tu siervo
KNATSCH.- ¡Quépreguntamás extraña! ¡ te erige un altar... ¿Me parece que te ríes? ¡Ríete, ríete
HINK.- Por la calle se suele ir ciego... Pero, de pronto, se ve, fuerte! Los hombres también se han reído de mí. Aho-
Knatsch... ¡Es terrible cuando se ve, cuando se ven las ra ríete tú... (Se oye ruido en la escalera.) ¿Será Gre-
almas de los hombres! ¿Sabes tú lo que son las almas? te? Mis ojos no ven... Se hace la noche...
Una es un pedazo de tocino. Otra, una, máquina. Otra, (Entra la madre de Hinkemann.)
un casco de acero... ¿Has cegado tú, alguna vez, algún MADRE.- Buenas noches.
jilguero? (Sin esperar la respuesta.) Los pecados de las HINK.- ¿Eres tú?.. Buenas noches, madre. ¿Qué deseas?
madres se pagan hasta la cuarta generación,.. ¿No se ¿Qué te trae por aquí a estas horas? ¿Desde cuándo
dice así? Buenas noches, Knatsch., No te guardo el sales a la calle por la noche? Te complace acaso tomar
menor rencor. Yo ya sé, yo ya sé... el motivo, la razón... el fresco en estas noches calurosas... Las golondrinas
las razones... volaron hoy bajas. Va a haber tormenta...
KNATSCH.- Será mejor que me quede aqúí, ¿no te parece? MADRE.- Ha vuelto...
HINK.- No, vete, vete. Grete llegará'de un momento a otro... HINK.- ¿Quién?
En la taberna... Fue el vino... MADRE.- El padre.
KNATSCH.- Entonces... Buenas noches, Eugenio. illNK.- ¿Qué padre, el padre de quién?
HINK.-Buenas noches, Knatsch... ¡Oye!Unapregunta: ¿Cuántos MADRE.- Tu padre.
años hace que estás casado? illNK.- Pero, madre, ¿qué dices? Mi padre murió cuando
KNATSCH.- Veintitrés. yo tenía medio año. ¿Cuántas veces no me lo has dicho
HINK.- Alguna vez me hablaste de separarte de tu mujer. tú misma...? .
KNATSCH.- En efecto, tuve ese pensamiento. Pero des- MADRE.- Te engañé. En efecto, tu padre murió. Murió
pués nos hemos ido acostumbrando el uno al otro. Los para mí. Tú tenías medio año. Aún te alimentaba yo con
hijos, sin duda, son un lazo de unión. ' este pecho, ahora seco y marchito. Una noche tu pa-
HINK.- ~os hijos... Un lazo de unión... El divorcio es la dre volvió a casa borracho. Del brazo de. una prostitu-
separación en la cama y en la mesa. ¿No es así? ta... «¡Mujer, me gritó, vete hoya casa detu~ pacires!
KNATSCH.- Así es. ¡DuerIÍle allí! Yo necesito sangre joven en la cama.
HINK.- ¿Tu mujer es religiosa? Siento frío a tu lado; desde que has parido ese crío.»
KNA TSCH.- No pierde una misa. ¿Qué quieres que haga? Yo le traspasé con la mirada. De pronto, tu padre se
¡Que vaya a la iglesia, si eso la divierte! (En la puerta.) transformó. Era una bestia... Una bestia, que quería
Adiós, Eugenio. (Knatsch sale.) hacerme daño. Quería arrebatarme a mi hijo. Yo cogí
HINK.- (Solo.) No hay más dios que tú... ¡Cómo nos engaña- el cuchillo grande de la cocina. Le amenacé. El se
mos cuando creemos que rezarPos al Crucificado! ¡Es echó a reir. Dió media vuelta y se fue con la prostitu-
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..,
ta... Aquella noche no volvió. Tampoco al día siguien- MADRE.- Hijo mío: eso fue lo más amargo.
te, ni a la noche siguiente... Me abandonó... Yo me HINK.- Madre, tienes razón. Yo tampoco quiero volver a
eché a la calle... Para ganar el pan para ti... En mi ver a mi padre. Tampoco marcharé detrás de su entie-
juventud era de buen ver... Hoy... rro.
HINK.- ¿Hoy? (Pausa.)
MADRE.- Hoy ha vuelto tu padre. Andrajoso. Enfermo. Yo MADRE.- Eugenio... Eugenio... Yo necesito... Yo necesito un
lo conocí por las pisadas. «¿Qué vienes a hacer aquí?, traje para tu padre...
le pregunté, después de veintinueve años...?» Tu HINK.- (Abre el armario y saca un traje. Se lo da a su madre.)
padie murmuró como tonto: «No 'me pegues; Quiero Toma. Es mi traje de los días de fiesta.
morir junto a ti.» . .'., " ; MADRE.- Le sentará bien. Tu padre ha sido siempre muy
HINK.- ¿Y tú qué le contestaste, madre? exigente con los trajes. ¿Está Grete en casa?
MADRE.- Yo le dije que se desnudase, que se metiese en la HINK.- Llegará de un momento a otro... Madre... Tú sopor-
cama... Que en la cómoda hallaría ropa limpia. Que en tas tu dolor y yo soporto el mío... Tú puedes decir a los
el fogón había agua caliente. Y que en el cajón encon- demás la causa de tu desgracia... Pero... Yo no puedo
traría jabón. .. , . hablar a nadie de mi desgracia... Temo las burlas...
HINK.- ¿Lo has perdonado? MADRE.- Cada cual tiene que llevar su cruz a cuestas. La
vida es más fuerte que nosotros... Eugenio, tengo que
MADRE.- (Con firmeza.) No. Y no le perdonaré nunca. Le volver a casa... Tu padre está hambriento... Adiós,
cuidaré, eso sí, hasta que llegue su fm. Ese:es mi deber buenas noches.
de humanidad. Cuando muera, le cerraré los ojos para HINK.- Buenas noches. (La madre de Hinkemann sale.)
que no se los cierre ningún extraño; pero, cuando se HINK.- (Solo.) Para mi madre, lo más amargo fue que mi
lo lleven al cementerio, cerraré las ventanas y las padre se riera de ella cuando su alma, al sentirse
puertas. No marcharé detrás de su cuerpo, y gentes herida, intentó defenderse. ¿Lo has oído? ¿Lo has
extrañas lo enterrarán. Esa será mi venganza por to- oído tú, gran dios? ¿Estás contento? Dos seres se te
dos los males que me ha hecho. han sacrificado. ¿Quieres que baile en tu honor? No
(Pausa.J. tienes más que ordenármelo. Yo soy capaz de hacerla
todo: de beber sangre de ratas por veinte céntimos la
HINK.- Madre: ¿Qué fue lo más amargo de todo cuanto tú entrada, de bailar sobre la vida rota de dos seres.
tuviste que soportar? ¿Fue acas,o;el hecho de que se (Ríe.) jJa, ja, ja! .
bebiese el jornal mientras tú pasabáshambre? (Entra Fraenze.)
MADRE.- No. r, FRAEN.- Te encuentro triste. El aire es dulce esta noche
HINK.- ¿Fue, acaso, el hecho de que te abandonara por una calurosa de verano. Yo voy al baile. ¿Quieres acom-
mujer de la calle? pañarme?
MADRE.- No.
HINK.- Tú, hombre... jAh, perdona! Estaba con mis pensa-
HINK.- ¿Fue el hecho de que no quisiera, acostarse conti- mientos.
. go? FRAEN.- Tú, Eugenio...
MADRE.- No. mNK.- Sí...
FRAEN.- Tú, Eugenio...
HINK.- ¿Fue, entonces, lo que más te dolió el hecho de que HINK.- Habla...
él se riera a carcajadas cuando tu alma s.edefendió en FRAEN.- Tú, Eugenio, eres todavía el más fuerte de todos.
aquel momento de desesperación suprema? . El más bello.
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FRAEN.- ¿Y...? HINK.- Lo agradezco, Grete. Eres muy amable. ¡Qué boni-
HINK.- Yo lo creo así. tas son las rosas! ¡Qué bonitos sus colores! Nuestro día
HINK.- ¿Y...? de boda también fue bonito... Y nuestra noche de
bodas...
FRAEN.- Cuando miro a Grete, cuando veo lo gruñona que
se ha vuelto... Grete es mi amiga. pero yo no te GRETE.- Entonces había paz en la Tierra...
envidio. (Acercándose a Hinkemann.) Eugenio... HlNK.'- Sí; después vino la guerra. Recuerdo que tú dijiste que
Eugenio... ven conmigo... Luego le puedes decir a estabas orgullosa de IIÚ,porque servía en el regimiento
Grete que estuviste en una reunión ael partido. de la Guardia. Cuando marché al frente, tú lloraste...
¿Comprendes lo que quiero decirte? ¿Lloraste de alegría? ¿Quizá porque servía en el regi-
HINK.- Tú quieres decir... Tú quieres decir... Tú quieres decir miento de la Guardia?
que pasemos la noche juntos. ¿Verdad? ¿No es eso lo GRETE.- ¡Cuántas ilusiones nos hicimos entonces!
que quieres? La noche... Está calurosa... Por los pasillos HINK.- nusiones de colores tan bellos como los de estas
rosas. Pero, en la guerra, los hombres arrojaban bom-
se tropieza con gato~ cachondos... En el parq\le munici-
- pal sopla una brisa dulce...
bas a los jardines, llenos de flores, y ,mataban toda la
FRAEN.- Hace tanto calor, que me gustaría dormir en los alegría, todo el color... A las plantas les sucede lo
bancos del parque... Eugenio... (De pronto abraza a mismo que a los animales... Y a los animales, lo mismo
Hinkemann y le besa. Hinkemann la e,,!puja, apartándola que a los hombres... No hay diferencia... Yo era enton-
de sí y comienza a reir.) ces un hombre fuerte y vivía alegre... Tú siempre me
tuviste envidia.
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