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APUNTES DE ETNOGRAFÍA E HISTORIA

LA FABRICACIÓN DE LA BREA O PEZ


EN
NUESTROS PINARES

MONTAÑA DE LOS HORNOS. LA ALDEA DE SAN NICOLÁS

Francisco Suárez Moreno

La montaña de Los Hornos es la más alta de nuestro


municipio. Es como las de Los Cedros, Adloba, Cueva Nueva,
Hogarzos… una montaña emblemática, parte de nuestro
paisaje y recuerdos colectivos aunque esos recuerdos se
vayan borrando con el tiempo.
De pequeño siempre me llamaba la atención su forma
en escalera de peldaños cargados de pinos. Dos de ellos, que
están juntitos, sobre la Degollada de Tasarte, forman la figura
de un camello. Sí, nuestras montañas con sus sombras,
arbustos, agujeros… parecen cobrar vida en formas diversas y
si a ello le damos un poquito de imaginación, aún más. De
pequeño mirábamos para las alturas del pinar con su amplia
toponimia: el Rabo de Ratón, el Caidero de Las Huesas, El
Viso… pero no sabíamos por qué se llamaban así.
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El topónimo de La Montaña de Los Hornos también nos era


desconocido cuando éramos niños ¡Debía haber hornos allá arriba!
Pero, ¿qué tipo de hornos? porque los hay de muchas clases: de pan, de
loza, de tejas, de ladrillos… Pues de ninguna de estas producciones lo ha
sido esta montaña. Hay que caminar casi dos siglos para atrás para
encontrar la solución. Años lejanos en que en nuestros pinares no sólo se
fabricaba carbón sino también un producto muy negro llamado pez o
brea, de alto precio en los mercados de la costa.
Había tantos hornos de brea o pez que a estas alturas del pinar
se le denominó La Montaña de Los Hornos; como en otros lugares donde
también se fabricaba tomó otros nombres; es el caso de Los Llanos de La
Pez o el barranco de Los Hornos.

MONTAÑA DE LOS HORNOS DESDE LA BANDA DEL MUNICIPIO DE MOGÁN (PINAR DE OJEDA)
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La brea es un producto de color oscuro, viscoso, sólido, fusible


y aglomerante como un alquitrán que se produce a consecuencia del
residuo por evaporación parcial o de la destilación fraccionada del
petróleo, alquitrán u otras materias orgánicas. La brea canaria o pez se
obtenía, antiguamente, en los pinares, por la cocción de la madera
resinosa del pino canario (la tea), en unos hornos especiales, compuestos
por dos estructuras tronco cilíndricas, situadas en diferente nivel, a una
distancia de unos dos metros y comunicadas a través de un canal. La
estructura superior, más voluminosa, era el horno propiamente dicho,
donde se quemaban los trozos de tea. La unidad inferior actuaba como
vaso receptor de la sustancia resultante de la combustión-destilación, la
pez, que se deslizaba desde el horno superior por efecto de la gravedad
a través de la canalización que unía las dos estructuras. Una vez enfriado
y solidificado en cajas, el producto era traslado a la costa sobre animales
de carga.
Los hornos de brea se construían en desniveles acusados del
pinar (30 al 50%), para que la brea destilada pudiera deslizarse con
facilidad desde la base del horno hacia el vaso receptor. Tuvieron gran
actividad en los siglos XVI-XVIII, coincidiendo con el desarrollo de la
construcción naval canaria, pues la brea de pino aparte de sustancia
medicinal se utilizaba, preferentemente, como betún impermeabilizante
en la fabricación de barcos de madera, operación conocida por calafateo,
para lo cual se mezclaba con estopa, sebo y aceite.

UNA DE LAS PRINCIPALES APLICACIONES DE LA BREA ERA EL CALAFATEO DE LOS BARCOS DE MADERA
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El gran valor de este producto determinó que también fuera


exportado al exterior (Portugal, Países Bajos, las Indias...). Esta
fabricación artesanal fue introducida en Canarias, en los primeros años
de la colonización europea, por artesanos portugueses, los pegueros,
maestros en la elaboración del producto y en la construcción de los
hornos, aunque hay indicios de que con anterioridad a la Conquista se
llegó a producir brea en la isla de Tenerife, durante las "paces" asentadas
por Diego de Herrera, en el siglo XV, seguramente de forma rudimentaria,
con la combustión de la tea del pino en hogueras a cielo abierto, sobre
hoyos.
La brea canaria se producía en las islas con pinares, La Palma,
El Hierro, Tenerife y Gran Canaria y generó ingresos significativos para
las haciendas concejiles en los primeros siglos de la colonización. La
mencionada toponimia de la isla de Gran Canaria, refleja esta importante
actividad, que, a finales del siglo XVIII, la autoridad real intentó regular
por el destrozo que causaba en la ya menguada masa forestal. De igual
forma, en Tenerife, las autoridades cabildicias se propusieron controlar,
desde un primer momento, el deterioro ambiental que producían los
hornos de brea en la masa forestal, relegando esta actividad hacia los
despoblados pinares del Sur y Oeste, ejemplo que siguió el cabildo de La
Palma. En la segunda mitad del siglo XIX, la producción de la brea
disminuyó progresivamente hasta desaparecer por completo, por el
control de la administración liberal a través de la Jefatura de Montes de la
Diputación Provincial de Canarias sobre las explotaciones de los pinares
públicos y por la presencia de brea importada.
Aún se conservan en Gran Canaria una decena de estos hornos,
diseminados, en el pinar público de Linagua-Ojeda-Pajonales, con mayor
densidad en la falda oriental de La Montaña de Los Hornos. También los
hay por la isla de La Palma, sobre los que recientemente se ha publicado
un ensayo. Lo que ya no queda o no sabemos, ni siquiera en el recuerdo
entre las personas de más edad, es el procedimiento o los pasos precisos
de la fabricación de la brea.

MONTAÑA
DE LOS
HORNOS.

EN EL
CAÑADÓN
DE TASARTE
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Bibliografia.:

AZNAR VALLEJO, E. : La Integración de las Islas Canarias en la Corona de Castilla (1478-1526).


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FRUTUOSO, G.: Las Islas Canarias (de Saudades da Terra"). Edic. y traducción por Serrá,
Régulo Pestana. La Laguna, 1964, p.129.
LOBO CABRERA,SANTANA PÉREZ Y TOLEDO BRAVO DE LAGUNA: Explotación y exportación
de la brea en La Palma (1600-1650). XII Coloquio de Historia Canario-Americana (1996). Madrid,
1988, Tomo II. pp. 77-97.
PAIS PAIS, F.J. y PELLITERO LORENZO, N. J..: Los hornos de brea de La Palma. Cuadernos
CICOP para la divulgación del Patrimonio Histórico. La Laguna, 2004.
SUÁREZ MORENO, F.: Ingenierías históricas de La Aldea. Madrid, 1994, pp. 281-282.
VIERA Y CLAVIJO, J: Extracto de las actas de la Real Sociedad Económica de Amigos del País
de Las Palmas (1777-1790). Madrid, 1981. pp. 84-85. Diccionario de Historia Natural de las Islas
Canarias, Madrid, 1982, p. 80.

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