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LA HISTORIA DE LA BRUJERÍA EN ARAGÓN

Ángel Gari Lacruz INSTITUTO DE ESTUDIOS ALTOARAGONESES

En este trabajo pretendo aportar una síntesis de los principales acontecimientos his-
tóricos relacionados con la brujería en Aragón, advirtiendo que las investigaciones
basadas en la tradición oral requerirían otro estudio. Desde el primer trabajo de sín-
tesis sobre la historia de la brujería en Aragón, presentado en 1972 al Congreso de
Brujología de San Sebastián1, se han realizado algunos estudios específicos sobre el
tema y se han publicado referencias documentales y dos tesis de doctorado en la
Universidad de Zaragoza de las cuales han derivado algunos trabajos cuyas referen-
cias se incluyen en la bibliografía. La primera fue mi tesis doctoral presentada en
1976 con el título: Brujería e Inquisición en el Alto Aragón, en la primera mitad del
siglo XVII2. María Tausiet se doctora con la tesis Brujería y superstición en Aragón en
el siglo XVI, en 1997 (Tausiet 2000).
Las fuentes documentales sobre acusaciones por delitos de magia y brujería superan
las 500 desde el siglo XIV hasta el XIX. Por otra parte los Desaforamientos localizados
hasta la fecha contra los delitos de brujería en los siglos XVI y XVII en Aragón, son 38.
La Edad Media y los siglos XVIII y XIX son los periodos menos investigados hasta hoy.

Edad Media
Algunos hechos relacionados con la brujería de la Edad Moderna tienen sus raíces
en la Edad Media. Ya entonces la Justicia Real, la Inquisitorial y la Episcopal promul-
garon normativas contra los delitos de magia y brujería. En este sentido, el primer tes-
timonio escrito que se refiere al tema es una carta del Obispo Oliva de Vich al Rey
Sancho el Mayor fechada en 1023 y de gran importancia por proceder de uno de los
hombres más cultos de su época y mejor conocedor de las gentes y sus problemas.
En ella le indica que debe tomar medidas para hacer frente a los problemas de su
Reino, destacando entre ellos el gran número de extranjeros, los amores incestuosos,
la embriaguez y los augurios3. Creo que la palabra augurio está tomada en un sen-
tido genérico, y no solamente en el de adivinación. Por la importancia que le da el
Obispo Oliva, el fenómeno debía ser ya antiguo y debía haber alcanzado gran in-
tensidad. En cuanto al gran número de extranjeros, se referiría a los habitantes del
otro lado de los Pirineos venidos a repoblar las tierras recién conquistadas, como se
detalla en otros estudios. Sus costumbres y tradiciones supusieron un aporte del pen-
samiento mágico europeo que posteriormente se continúa por los peregrinos a San-
tiago de Compostela y, más tarde, por el continuo entrecruzamiento entre uno y otro
lado de los Pirineos por motivos familiares, laborales, comerciales o guerreros. Su
importancia se verá al tratar de las características socioculturales de los acusados.

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Otro documento muy significativo es uno al que hace alusión Francisco Diego de
Aínsa en su libro “Fundación, excelencias y antigüedades de la ciudad de Huesca”
(1619: 141-2). En este libro recoge un texto de una tabla de finales del siglo XI, ha-
llada en San Martín de la Val de Onsera (Huesca), donde se relataba como una don-
cella de Chibluco, poseída por el diablo, había dicho que la llevasen a la Capilla de
San Bartolomé en la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca. Así lo hicieron, y al
amanecer, después del exorcismo, arrojó un hechizo como casi medio queso. Este
hecho implica que en ese tiempo ya se habían afianzado entre el clero las siguientes
relaciones causales: que la posesión se debía al diablo, que en ello influía la actua-
ción de un hechicero o hechicera, que en la diócesis oscense existían lugares presti-
giados donde se buscaba remedio y que el exorcismo era eficaz para liberar a la
posesa del diablo.
La primera medida legal en torno a la brujería aparece registrada en El Fuero de Te-
ruel promulgado en el año 1177, en el cual se establece que “la mujer que echase mal
de ojo o maleficios ya a los hombres a los animales o a otras cosas sea quemada
viva”. También eran condenadas a la hoguera las mujeres dedicadas a prácticas ocul-
tas con hierbas. Más liviano se muestra el legislador cuando se trata de hechiceros
para los que concreta que “deberá serle cortado el pelo, azotado y expulsado de
Teruel”4. En 1247, en la Compilación de Vidal Mayor de Canellas5, se condenan otras
actividades relacionadas con la magia y la brujería como la práctica de la adivinación
y el envenenamiento.
En 1349, ya existiendo la Inquisición, Pedro IV promulga una Ley con carácter de
Fuero General en la que se condena a adivinos, sortilegos y fetilleros y a cuantos re-
curriesen a ellos a gravísimas penas. Lo cual no fue obstáculo para que, años más
tarde, las familias reales de Juan I y Pedro el Ceremonioso y la Corte recurriesen, con
alguna frecuencia, a procedimientos mágicos y brujeriles, según Cardoner. En el siglo
XIV surgen también los primeros manuales para la persecución de herejías y bruje-
rías en ambos lados de los Pirineos. En Cataluña aparece el de Nicolás Eymerichs y
en Midi Pirénées el de Bernardo Gui.6
En la normativa de Pedro IV se utilizan las palabras de augurios, adivinos, sortílegos
y fetilleros y envenenadores para designar delitos analizados, pero debe destacarse
que la palabra brujo (o bruxa) aparece, por primera vez en Aragón y segunda vez en
España, en las Ordinaciones y Paramentos de Barbastro de 1396.7 Este texto tiene es-
pecial importancia porque el léxico legal es extremadamente conservador y el hecho
de que aparezca esta palabra podría significar que era utilizada mucho tiempo antes
que la fecha del documento.
En contraste con la importancia y la variedad de la normativa citada son muy pocos
los documentos que se refieren a los acusados por estos delitos y con frecuencia son
noticias breves pero reveladoras de las persecuciones y de la incidencia de la actua-
ción de los diferentes tribunales. La primera referencia es de 1321. Diego Pérez de
Rivhuelos (Teruel) fue acusado de haber echado unos polvos venenosos en las fuen-
tes y por ello fue condenado a muerte por la Justicia Ordinaria. Este acusado implica
a un bretón que le había proporcionado esos productos y da también los nombres
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culturas mágicas
de dos judíos (Ginzburg 58), información que pone de manifiesto la presencia de ex-
tranjeros incluso en el sur de Aragón. Pocos años más tarde en la ciudad de Huesca
hay constancia de dos acusados en los que surgen problemas de jurisdicción inter-
viniendo la Reina: “El 10 de mayo de 1333 la reina Leonor de Aragón ordena al jus-
ticia y jurados de Huesca entregar al obispo un clérigo acusado de sortilegios y
nigromancia; y el 11de mayo manda al justicia y jurados de Huesca que procedan
contra unos sarracenos acusados de sortilegios y nigromancia sin que los fueros y
privilegios sean obstáculo para ello” (Laliena Corbera 196-7). En el siglo XV, las cinco
primeras acusaciones a la Justicia Ordinaria se localizan en el valle de Tena (Huesca)
contra Johanicot de lo Pueyo y Arnaut el Ferrero de Pueyo de Jaca en 1432 y otras
tres en Sallent de Gállego en 1433.8
Los dos primeros procesos por el delito de brujería en Aragón, juzgados por la In-
quisición moderna, se localizan en Teruel. El primero es contra Fray Miguel Maestro,
canónigo hechicero relaxado en 1482, y hay otro contra Juana Torrellas, alias “la pa-
ridera valenciana”, hechicera y relaxada en 1484 y 1485, siendo ambos juzgados por
el Tribunal Inquisitorial de Valencia (García Cárcel 273-300). El Tribunal de la Inquisi-
ción de Zaragoza inicia sus actuaciones con Diego Sánchez, clérigo de Calamocha,
acusado de nigromante en 1497.9 En ese mismo año fue acusado de adivino Juan
Garcés, notario y vecino de Torre los Negros10.
En 1495 Alonso de Aragón, Virrey de Aragón y Arzobispo de Zaragoza envía una
carta dirigida a los justicias de varias localidades cercanas a Jaca, ordenándoles que
hicieran procesos contra “muchos hombres e mugeres bruxos que viven como malos
christianos e que matan muchas personas e ganados con hechizos e muchas malas
artes” (Tausiet 162-245) Este texto adquiere excepcional importancia porque mues-
tra la intensidad de las manifestaciones de la brujería, los problemas derivados de ella
y pone de manifiesto la variedad de competencias existente, ya que la carta es en-
viada como Virrey de Aragón y no como Arzobispo. Con esta actuación, Alonso de
Aragón confiere más autoridad a la Justicia Ordinaria que a la Episcopal, ya que no
cursó órdenes semejantes a los párrocos del norte de su diócesis como Justicia Epis-
copal, ni tampoco se dirigió al Tribunal de la Inquisición de Zaragoza que también
tenía competencias, como se ha visto.
Notable y digno de consideración fue el contagio de “posesión demoniaca” en mu-
chas mujeres de los Valles de Hecho, Villanúa y otras zonas próximas, que se mani-
festó con una extraña exteriorización: las mujeres afectadas, “latrantes”, ladraban
como perros. No sabían o habían olvidado hablar. Sucedía esto en 1499, dando fe de
ello el Visitador Episcopal Guillermo Serra11. Todas estas manifestaciones fueron co-
etáneas de una intensa persecución por la Justicia Ordinaria entre 1495 y 1499 en
esos valles, quedando referencias documentales de algunas acusaciones tanto a la
Justicia Ordinaria como a la Inquisición.
A finales del siglo XV o principios del XVI se edita un breve texto que aporta datos
sorprendentes para el estudio de la brujería y que probablemente puedan estar in-
terrelacionados con los acontecimientos citados. En él se dice que el obispo de
Huesca, Juan de Aragón, se libró de la muerte por ahogamiento que le intentaron
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provocar las brujas rezando dos oraciones cuyos textos están completos, una a Santa
Catalina y otra a Santa Quiteria. Las brujas agresoras son denominadas las glaudo-
netas y sus compañeras, como si no fuesen necesarias más explicaciones para el lec-
tor de ese tiempo. La palabra glaudonetas no reaparece en la documentación
consultada y tampoco en topónimos ni diccionarios. Por todo ello se plantea el reto
de intentar averiguar quienes eran estás brujas y de donde procedía su fama y cual
fue la causa de que agredieran al obispo y éste se sintiera atemorizado.12
Esta intensificación de la brujería a finales del siglo XV se sustancia en el proceso
abierto por el Tribunal de la Inquisición de Zaragoza contra Narbona Dacal de Ce-
narbe (Blázquez 1989, 44), pueblo próximo a Jaca. Se trata de la primera denuncia al
Santo Oficio de Aragón por supuesta participación en aquelarres. En este documento
se alude al abad de Pozán de Vero como conocedor de brujas y al procesamiento por
la Justicia Ordinaria de dos hermanos de esta rea. Otros documentos recogen las
acusaciones contra cinco mujeres de Villanúa y una de Biescas.
Siglo XVI
En el siglo XVI la información disponible es mucho más rica que en el periodo ante-
rior. María Tausiet aporta los siguientes datos cuantitativos desde finales del siglo XV
hasta principios del XVII. Se abrieron un total de 160 causas de acusaciones por de-
litos de magia, brujería y superstición. De ellas, 65 corresponden al Tribunal de la In-
quisición, 46 a la Justicia Episcopal y 49 fueron dirigidas a la Justicia Ordinaria.
(Tausiet 2000: 555-63). Mientras que la documentación Inquisitorial y la Episcopal se
ha conservado en gran parte, la correspondiente a la Justicia Ordinaria ha sufrido
una gran dispersión, y mucha de ella ha desaparecido. Este hecho dificulta grande-
mente la cuantificación y hay razones para pensar que hubo un número mayor de
acusados. La Justicia Ordinaria durante este siglo intensificó sus actuaciones pro-
mulgando “desaforamientos” contra el delito de brujería. Hasta la fecha se han lo-
calizado veintiséis pertenecientes al siglo XVI.13
Las informaciones disponibles sobre la actuaciones de las diferentes jurisdicciones y
el importante informe de Pérez de Artieda del que hablaré posteriormente, permi-
ten conocer los periodos de tiempo en los que se incrementaron las persecuciones.
La Inquisición elaboró un edicto especial para las brujas de Jaca y Ribagorza a la vista
de la importancia que este fenómeno tenía en esas comarcas14. En estos años fueron
condenadas varias brujas en el pueblo de Abay por el Prior de los Agustinos y se
promulgaron los primeros “desaforamientos” de la Edad Moderna por el delito de
brujería del Valle de Tena. Paralelamente, entre 1517 y 1525 se producen importan-
tes persecuciones de brujas en Cataluña y Navarra.
El visitador apostólico Pérez de Artieda en 1574 destaca que, en las altas montañas
oscenses, había gran número de hechiceras (Antonio Durán 1957). Esta información
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culturas mágicas
está contrastada por la intensificación de la persecución de brujas con la promulga-
ción de diez desaforamientos, lo que supone el mayor número de medidas conoci-
das contra estos delitos. En 1574 se conocen los de Abizanda, Borau15, Valle de
Benasque16 y Villanúa17. En el año 1575 están localizados los de Abay18, Bolea, Valle
de Aísa y Villanúa. En 1576, encontramos los de Almudévar19, y en una acusación a la
Justicia Ordinaria en este mismo año, se mencionan los desaforamientos de Loarre20.
Las zonas que acumulan mayor número de desaforamientos en este siglo son el valle
de Tena con cuatro y el Valle de Puértolas con tres. Hecho muy significativo si se tiene
en cuenta la baja demografía y el aislamiento de estos valles.
Según María Tausiet, a partir de 1570 se intensifica la acción de la Justicia Episcopal,
basándose en que entre 1570 y 1600 se producen 33 acusaciones (Tausiet 2000, 558-
60) a esta Justicia, de ellas 28 en la diócesis de Zaragoza. Pienso que esta mayor ac-
tividad de la Justicia Episcopal fue debida al influjo del Concilio de Trento y a la
modificación de criterios para nombrar obispos.
Paralelamente, la Justicia Ordinaria tiene destacadas actuaciones. En 1592 varios mu-
nicipios de la Alta Ribagorza acuerdan tomar importantes medidas contra el delito
de brujería que se concretan en desaforamientos por estos delitos correspondientes
a las 15 poblaciones21. La actuación de la Justicia Ordinaria en los delitos de brujería
es reforzada en las Cortes de Tarazona de 1593, en las que se acordó que éstos y
otros delitos quedaban fuera de la vía privilegiada, y, por tanto, se les podía hacer jui-
cio sumarísimo y sin apelación (Salvat y Penes 428). El juicio sumarísimo suponía que,
cuando la Inquisición quería reclamar brujos, brujas, hechiceros, etc., ya habían sido
sentenciados, y a veces ejecutados22. María Tausiet aporta informaciones concretas
de gran interés para valorar las actuaciones de las diferentes instituciones y las in-
terferencias en las jurisdicciones sobre la brujería que muestran otros posiciona-
mientos. El clérigo Joan Vicent, acusado por nigromancia a la Inquisición en 1511, fue
preso y sentenciado a muerte, consiguió huir de la cárcel y llegar a Roma donde
logró que le perdonasen la sentencia a muerte, y procedió contra los inquisidores de
Zaragoza que fueron condenados a pagarle 500 ducados23. Catalina Aznar fue pro-
cesada por la Inquisición en 1511 por hechicería, quien pasó su causa al arzobispo de
Zaragoza.24
Tausiet señala como en “1524 llegó a oídos de la Suprema “que en las montañas de
Jaca, especialmente en el lugar de Abay”, el prior del Monasterio de San Agustín
de Huesca procedía contra ciertas mujeres “inculpadas de bruxas” y que ya había
“quemado algunas”, debido a lo cual se pedía a los inquisidores de Aragón que re-
asumieran los procesos ya incoados y administrasen “justicia conforme a derecho”,
ya que el dicho prior no poseía “las calidades que se requieren para tal cargo”, es
decir, que no tenía competencia alguna para erigirse en juez25. Un poco más tarde
surge otro conflicto jurisdiccional entre la Inquisición y la Justicia Episcopal: “la carta
dirigida por el consejo de la Suprema en 1531 al obispo de Santo Angelo para que
paralizara ciertos procesos por brujería y los traspasase al tribunal inquisitorial de Za-
ragoza”26. En contraposición a muchas de las medidas en relación a la brujería adop-
tadas por las diferentes instituciones citadas anteriormente se encuentran
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testimonios críticos como es el aportado en una carta de 1576 escrita por el arzo-
bispo de Zaragoza: “El memorial para su Majestad esta muy acertado, aunque si
Vuestra Merced no la dado, podra quitar del lo de las bruxas, porque en este Arzo-
bispado no se entiende que las aya”27. Este posicionamiento contrasta con la inten-
sificación de los desaforamientos en el Alto Aragón entre 1574-1576, como se ha
visto.
Otras aportaciones de María Tausiet son de gran interés por la excepcionalidad de
los procedimientos aplicados por la Inquisición y la Justicia episcopal para conocer
a las brujas. En el proceso contra Pascuala Gracia se dice que: “Los inquisidores lle-
varon a Herrera de los Navarros a un bruxo para conocer bruxas, en 1572”28. Esta es
una actuación extremadamente rara en el Tribunal de la Inquisición de Zaragoza en
los siglos XVI –XVII. En Peñarroya de Tastavins (Teruel) el testigo Jerónimo Albiol de-
clara a la Justicia Episcopal que Catalina Burges tenía en las espaldas un pie de gallo,
como sellado a modo de marco, y que posteriormente no le fue localizada dicha
marca29. Debe tenerse en cuenta que la actividad de los conocedores de brujas era
perseguida por la Inquisición e incluso por la jurisdicción episcopal.
Siglo XVII
El siglo XVII, según la documentación disponible, acumula el mayor número de acu-
saciones por los delitos de magia, brujería y superstición, y es en este siglo cuando
se producen las tres posesiones demoniacas más importantes en Aragón, por ello mis
investigaciones se han centrado con mayor intensidad en los finales del siglo XVI y
en el siglo XVII, momento culminante de la brujería europea.
Para una valoración global de las actuaciones del Tribunal de la Inquisición de Zara-
goza en los diferentes delitos, son de gran interés los datos aportados por los in-
vestigadores Gustav Henningsen y Jaime Contreras, que se concretan en las
siguientes cifras: de las 5.967 causas abiertas por el Tribunal de Zaragoza entre los
años 1540-1700, el número de éstas incoado a supersticiosos es de 378, lo que su-
pone un 6'16% del total de causas de este Tribunal. Este delito es el quinto en nú-
mero después de Moriscos, Herejías diversas, proposiciones y actos contra el Santo
Oficio30. De las 378 causas abiertas, he verificado en mis investigaciones que 323 lo
fueron en el siglo XVII.
Los estudios que he llevado a cabo sobre el Tribunal de la Inquisición de Zaragoza
entre 1600 y 1650 constatan que se abrieron un total de 121 relaciones de causa, de
ellas 83 son sobre hombres y 37 sobre mujeres31. En el Alto Aragón se abrieron 33
causas y, de éstas, 24 pertenecen a hombres y 9 a mujeres, lo que arroja un coefi-
ciente de 2,66 hombres brujos, por cada mujer bruja. Esta proporción es más alta
que en el resto de Aragón. Resulta muy significativa en sí y, todavía más, en el Alto
Aragón, donde el número de varones era escaso por circunstancias laborales. Esta ca-
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culturas mágicas
racterística contrasta fuertemente con los datos aportados por los otros Tribunales de
la Inquisición española, pues de ellos se desprende una mayoría de mujeres brujas.
Pero en Aragón la situación es distinta por la variedad de competencias jurídicas.
En nuestra región las brujas no sólo eran perseguidas por la Inquisición, sino también
por la Justicia Real (Justicia Ordinaria) y por la Episcopal, como ya se ha visto en el
siglo XVI. La Justicia Ordinaria juzgó muchas más brujas que la Inquisición. Frente a
33 denunciados al Santo Oficio en el Alto Aragón aparecen 66 a la Justicia Real y de
éstos sólo dos eran hombres. Estos datos reflejan unas diferencias institucionales con
sus correspondientes consecuencias sociales.
En esta labor de persecución de las brujas por la Justicia Ordinaria tuvieron especial
importancia los Desaforamientos Especiales por el delito de brujería, de los cuales
se han localizado 4 en el Alto Aragón en el siglo XVII. El primero se remonta al año
1601 y se sitúa en Castillazuelo. En 1628 se promulga otro en el Valle de Ansó. Es de
1680 el referente a Huesca, y de 1691 el del Valle de Tena. La Justicia Ordinaria, para
identificar a las brujas, recurrió con frecuencia a “especialistas” que mediante pro-
cedimientos adivinatorios o buscando puntos insensibles y marcas determinadas en
la piel de las sospechosas decían quiénes eran brujas. Se les denominaba conoce-
dores o cazadores de brujas. En el Pirineo Central español, entre 1498 y 1693, hay
constancia de 10 hombres que ejercieron este oficio, entre ellos dos clérigos. Su ac-
tuación fue más intensa durante los años 1600 a 1625, lo que puede indicar un in-
cremento notable en las persecuciones en ese tiempo.
Es de destacar que la Inquisición, salvo en una ocasión, no recurrió a los conocedo-
res de brujas, e incluso los juzgó por supersticiosos o pacto con el diablo32. Ejemplo
de ello son las causas abiertas por este Tribunal contra Andrés Mascarón y Francisco
Casabona por estar ejerciendo este oficio y el de saludador. Andrés Mascaron había
actuado ya en otras zonas del Alto Aragón en Valencia, Cataluña y también en Italia,
cuando en 1620 fue contratado por el Ayuntamiento de Bielsa para conocer las bru-
jas del Valle, por lo que cobró 100 reales. Para este fin, una tarde reunió en la plaza
mayor a los habitantes de Bielsa y sus aldeas, sometiéndolos a la prueba del soplo.
Aquellas personas a las que soplase con mayor intensidad serían culpables de bru-
jería. Así, por este procedimiento, señaló a trece: cuatro fueron ahorcadas y una con-
denada al destierro33. En 1623 fue juzgado por la Inquisición de Zaragoza Francisco
Casabona, quien había ejercido el oficio de saludador y conocedor de brujas. En el
valle de Tena reconoció 36 brujas facilitando sus nombres al Párroco y al Notario para
que se los pasasen al Justicia del Valle34. Anteriormente había actuado en el valle de
Broto, en Navarra35.
Otro que indirectamente también practicaba el oficio de conocedor fue Antonio La-
rrana, que ejercía como curandero en Barbastro e indicaba a sus clientes y enfermos
qué bruja o brujo les había ocasionado la enfermedad o daño. Esto suponía poten-
ciar una posible denuncia36. Entre los franceses y bearneses denunciados por prácti-
cas de magia y brujería al Tribunal de la Inquisición en Zaragoza, tres actuaron
ocasionalmente como conocedores de brujas y por solicitud de los vecinos. Se abrie-
ron causas a Guillén Florentín residente en Camporells en 1616, a Bernad Tolón que
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vivía en Belchite, en 1635, y a Jacinto de Bargas vecino de Zaragoza en el año 1636.37
A finales del siglo XVII, aparecen dos clérigos acusados entre otros delitos de actuar
como conocedores de brujas en los pueblos en que vivían. Mosén Patricio Bielsa38 en
1688 actuó en Fonz (Huesca), y en Bielsa, Mosén Pedro Antonio Bernad en el año
1693.39
Un caso de síntesis de la brujería aragonesa, en el que se evidencia la actuación de
las diferentes justicias, es el de la familia de Domingo Marín, de Ipiés (Huesca), en
1645. Compuesta por 6 miembros, todos ellos considerados brujos, 4 fueron de-
nunciados a la Justicia Ordinaria, 2 ajusticiados por el pueblo y en el caso del padre,
Domingo Marín, la causa fue pasada por la Justicia Ordinaria a la Inquisición40. En el
proceso de Juan Fontán, juzgado por el Obispo de Huesca, el fiscal pone de mani-
fiesto, reiteradamente, la autoridad y jurisdicción del Obispo de Huesca41. Y durante
el siglo XVII, María Tausiet registra doce denuncias a la Justicia Episcopal, siete de
ellas en la diócesis de Zaragoza. Diez de estás denuncias se realizaron entre 1600 y
1650, observándose una mayor intensidad de denuncias entre 1600 y 1615.
De los 121 brujos denunciados a la Inquisición aragonesa en la primera mitad del
siglo XVII, ni uno sólo fue condenado a muerte. Las penas impuestas oscilaban entre
6 meses y año y medio de reclusión en cárceles o conventos según los casos, des-
tierro, penas pecuniarias, azotes, abjuraciones y, en algunos casos, galeras, como su-
cedió con Pedro de Arruebo y Francisco Casabona, que fueron condenados a 5 años
de galeras, y con Gerónimo de Liébana, que lo fue a 8 y a destierro perpetuo de dis-
trito de la Inquisición Aragonesa. Son bastantes los reos que son simplemente ad-
vertidos y absueltos. El número de relaxados en Aragón por este delito fue de 14
según las informaciones disponibles, la última sentencia se produjo en 1537.42
Los procesos se fueron haciendo más suaves posteriormente, especialmente a par-
tir de la intervención de Salazar y Frías en el proceso de Logroño de 1611,43 que
adoptó una postura muy racional y crítica sobre estos delitos. Ello repercutiría des-
pués en todos los tribunales gracias a la influencia de la Suprema, órgano central de
la Inquisición, mucho más tolerante que los otros Tribunales del Santo Oficio. Como
se deduce de lo expuesto, los juicios de la Justicia Ordinaria eran más rápidos y las
penas mucho más graves.
Al analizar las circunstancias sociales, culturales, laborales y personales de los reos juz-
gados por el Tribunal de la Inquisición de Zaragoza en la primera mitad del siglo XVII,
se observa el alto porcentaje de incidencia en los acusados de determinados facto-
res marginantes, condicionantes de su valoración popular como brujos: extranjeros
y forasteros; grupos étnicos como judíos, moriscos, gitanos o personas dedicadas a
profesiones itinerantes o actividades circunstanciales. Ser extranjero o pertenecer a
minorías étnicas toleradas pero no aceptadas, constituía un motivo tanto para ser
considerado brujo como para inclinarse a serlo. Entre los reos había cuatro moriscos
o relacionados con ellos, diez franceses, tres portugueses, un italiano, un gitano y un
irlandés. Otros trece procesados procedían de nueve zonas diferentes de España:
Madrid, Cataluña, Mallorca, Soria, Valencia, Cuenca, Galicia, Salamanca y Burgos44.
No había en Aragón brujos vascos, según los documentos consultados, a pesar de
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culturas mágicas
la tendencia a relacionar la brujería altoaragonesa con la vasca. En contraste con las
brujas, cuya movilidad geográfica se muestra muy limitada, los brujos aragoneses
desarrollaban su actividad laboral en lugares diferentes de donde habían nacido.
En las 121 relaciones de causas del Tribunal de Zaragoza aparecen un total de 26
profesiones diferentes que se desglosan del siguiente modo: 17 clérigos, de ellos 1
es licenciado, otro estudiante y otro Catedrático de Arte; 9 labradores, 5 entre ellos
jornaleros; 7 sastres, de estos uno es cochero y saludador y otro gaitero; en 6 no
consta la profesión; 3 curanderos, de ellos uno es saludador y el otro herbolario y sa-
ludador; 3 licenciados, uno bachiller, otro estudiante de medicina y otro maestro; 3
médicos, uno cirujano; 3 soldados, uno abogado; 2 zapateros, uno es saludador; 2
mercaderes; 2 herreros; 2 ermitaños, vagos y vagabundos, 1 es esquizaro (hombre
pobre y desvalido); 1 carbonero; 1 pintor, 1 pescador; 1 notario; 1 pelaire; 1 serrador;
1 adulero; 1 peregrino vago; 1 corredor de oreja; 1 pastor; 1 músico; 1 cochero. En
cuanto a las mujeres 1 era criada y 37 se dedicaban a sus labores aunque algunas,
ocasionalmente, hacían tareas domésticas en otras casas.
Entre los 83 hombres hay 17 clérigos, lo que hace de esta profesión la más común
entre los brujos registrados, en una proporción que dista mucho de la que existía
entre los clérigos y la población de entonces. En general, puede decirse que estos
datos demuestran una desproporción entre las actividades desempeñadas por los
reos con las más generalizadas en Aragón, las de pastores y agricultores que consti-
tuían casi la totalidad del censo, más del 90% de los vecinos. De los 83 hombres, 61
tienen una doble profesión, lo que indica que la brujería, posiblemente, no era de-
masiado rentable, o bien que la otra profesión servía para encubrir y difundir la bru-
jería facilitando las actuaciones y desplazamientos sin levantar sospecha. De 6 no
consta la profesión, hay que suponer que vivían de la brujería. En cuanto a las muje-
res, algunas se dedicaban a practicar la hechicería atendiendo con mayor frecuencia
a su clientela en medios urbanos.
Otra condición que destaca en las relaciones de causa es la soltería entre los hom-
bres, 35 figuran como solteros y de 32 no consta su estado civil. Parece ser la situa-
ción más idónea para muchos de los brujos. En cuanto a las mujeres acusadas de
brujas solamente hay 6 solteras, proporción muy inferior a la de los hombres teniendo
en cuenta que fueron 37 las acusadas. La posición social de los hombres brujos sol-
teros presenta características marginales. Ninguno de ellos es heredero ni segun-
dón, por tanto no están vinculados al patrimonio familiar, ni al grupo humano que
constituye su ámbito rural. En cuanto a los clérigos acusados, 17 en total, todos ellos
parecen estar desligados de los medios familiares, ya que en los documentos no
consta que conviviesen con madre o hermanas. Por todos estos rasgos resultan in-
dividuos difícilmente controlables, lo que les dificulta la integración en su lugar de re-
sidencia.
A los rasgos diferenciales analizados hay que agregar la valoración social como bru-
jos que incrementaba su rechazo por los grupos sociales más arraigados y represen-
tativos. Los contactos y relaciones con ellos eran muy superficiales debido al rechazo
del vecindario de aquellos individuos que presentaban conductas muy diferencia-
129
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das y un acentuado desarraigo. También hay que considerar el “conflicto” que su-
ponía el trato con minorías étnicas o personas marginadas.
De lo dicho hasta aquí, se deduce que el nivel socioeconómico de los reos era bajo,
ya que tenían que ejercer dos profesiones para tener recursos45. Uno de los pocos
que tienen una situación económica social privilegiada, dentro de su medio, es Pedro
de Arruebo. Su nivel cultural era superior a la mayoría de los otros reos y el de sus
convecinos. Sabía leer, escribir y hablaba francés. En el resto de los reos, la cultura era
escasa. Son varios los que afirman no saber leer. De todos ellos, los más preparados
eran los astrólogos que tenían conocimientos de Geografía, Astronomía y Matemá-
ticas. La mayor parte de ellos fueron clérigos como Miguel de Huesca46, Gerónimo
Oller47 y Francisco de Andrada48.
Las circunstancias del “rol” y “estatus” expuestas permiten tipificar la personalidad
de los brujos en dos grupos:
El primero de estos grupos se presenta como masculino, joven y activo. Tiene como
características diferenciales, la variedad en el ejercicio de roles profesionales, la ac-
tividad itinerante y un amplio campo de acción. Estos factores generan una perso-
nalidad independiente, astuta, audaz y con gran capacidad de adaptación derivada
de la variedad de ambientes con los que se relacionan y su desvinculación de cual-
quiera de ellos. El resultado es una personalidad vigorosa, intuitiva, con dotes de
convicción, como se patentiza en las actuaciones de Andrés Mascarón, Francisco Ca-
sabona, Pedro de Arruebo, Miguel Guillén, Juan de Larrat, Sangorrin, etc.
El segundo grupo es en su mayoría sedentario y femenino, sin actividad laboral fuera
del hogar, quedando por tanto circunscrito a un ambiente social más limitado. Tie-
nen de diez a quince años más que los hombres, diferencia muy notable si se consi-
dera la edad media de la época. Una parte importante son viudas, trece. En
contraste, sólo diecisiete son casadas, tres solteras y de cuatro no consta el estado.
Estas circunstancias las condicionaban a mantener un estatus social más bajo que el
de los hombres. Estos factores diferenciales favorecían el desarrollo de una perso-
nalidad enrarecida que conllevaba un mayor grado de marginación y exclusión social
que facilitaba a su vez la posibilidad de ser tomadas como chivos emisarios o vícti-
mas propiciatorias del grupo. Así se evidencia en el mayor grado de las actuaciones
de la Justicia Ordinaria contra las brujas.
La distribución geográfica de los brujos nos proporciona los siguientes puntos de
concentración de las acusaciones por brujería: En la provincia de Huesca hay refe-
renciados 25 acusados a la Inquisición. La mayoría actuaban en la zona norte y tam-
bién en esta parte fue más intensa la actuación de la Justicia Ordinaria. En la provincia
de Zaragoza son abiertas 60 causas y, en contraste con Huesca, la mayor concentra-
ción de acusados, 37 en total, se localiza en la capital, que se constituyó en un lugar
importante de concentración y dispersión de brujos. Varios de los que actuaron en
el Alto Aragón habían estado en Zaragoza con alguna frecuencia, o habían residido
en la ciudad49. En la provincia de Teruel solamente se localizan 6 acusaciones entre
1600 y 1650, aunque otros reos procedentes de esta provincia actuaban en Zaragoza
130
culturas mágicas
como algunos miembros de la Secta de Isabal. El bajo número de reos de brujería se
debe fundamentalmente a que gran parte de este territorio pertenecía al distrito de
la Inquisición de Valencia. El límite sur del distrito de la Inquisición de Zaragoza coin-
cidía con el comienzo de la diócesis de Teruel.
Hechos atribuidos a brujos y hechiceros
En contraste con los apartados anteriores, en éste se ejemplifican en algunos casos
y se analizan en otros las actuaciones o los hechos más significativos atribuidos a los
brujos. De las actividades de los brujos en la ciudad de Zaragoza destacan mujeres
dedicadas en gran parte a la práctica de la magia amorosa. Muchas de ellas moris-
cas o relacionadas con moros. También astrólogos, buscadores de tesoros y la secta
de Pedro de Isabal, que se creía poseído por el Arcángel San Miguel y afirmaba tener
dotes proféticas y milagrosas. Relacionados indirectamente con esta secta están los
curiosos sucesos de la Torre Nueva, dónde según la voz popular, había un fantasma
que paraba el reloj o le hacía dar más horas de las esperadas, que provocaba in-
quietud incluso entre los Ministros del Rey por interpretarse como mal presagio.50
El aquelarre
El aquelarre era la expresión más genuina y representativa de un estereotipo de la
brujería. Esta manifestación de brujería colectiva y de latría diabólica no es tan fre-
cuente en Aragón como en el país vasco y solamente hallamos constancia de ellos
en 22 acusaciones testimoniadas a las diferentes jurisdicciones. Para una mejor com-
prensión de los aquelarres constatados en la documentación de Aragón debemos re-
montarnos a sus orígenes medievales. Diversos documentos aluden a reuniones en
l'Ariège (Francia) de númenes femeninos presididos por Diana, Herodiades o Ben-
socia51. En otras áreas del Pirineo se encuentran vestigios de estas divinidades que a
su vez están vinculadas a las almas errantes de los muertos. Estas reuniones se rela-
cionan con el origen del aquelarre al masculinizarse estas figuras que presiden las reu-
niones, a través del macho cabrío en una primera fase, y posteriormente por el diablo.
El primer topónimo que alude al macho cabrío relacionado con reuniones de brujas
es “la Landa del Buc”, en Lannemezan, en el pirineo francés, ya en el año 1232 (Jaur-
gain 220). Posteriormente, se encuentra otra referencia a este mismo lugar en el año
1388. Algunos documentos de acusaciones aragonesas adquieren excepcional im-
portancia por la cronología de los mismos y por aludir a lugares de reuniones de bru-
jas situados en Francia en el Pirineo central. Las landas du Boc, el bosque de Biterna,
y las Eras de Tolosa, cuyas primeras menciones surgen en la Edad Media, aparecen
131
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relacionados posteriormente entre sí, adquiriendo un gran prestigio que se difunde
en un amplio territorio y que perdura en la memoria colectiva durante siglos.
La primera acusación en España por participación en conventículos es la realizada
contra Valentina Guarner, que fue juzgada en Pont de Suert por la Justicia Ordinaria
en 1484. Sitúa la reunión en la parte alta del pueblo en Erill-Castell y declara que el
Boch de Biterna presidía la reunión52. En 1498, en el proceso abierto por la Inquisi-
ción contra Narbona Darcal de Cenarbe (Huesca) se menciona las Landas du Boc
como lugar al que se dirigían volando después de aplicarse el ungüento y decir la si-
guiente fórmula: “Sobre harto y sobre espina a lanna de boch siamos ayna”53. Esta
es la segunda denuncia localizada por participación en conventículos y debe desta-
carse que la misma fórmula era utilizada un siglo y medio más tarde, en 1657, por las
brujas de Fago (Huesca)54.
En el proceso abierto por la Justicia Ordinaria a Granada Sánchez, de Ceresa
(Huesca), acusada de brujería en 1544, se relacionan entre sí por primera vez el Boc
de Biterna y las Eras de Tolosa: “ha renegado de Dios y prestado homenaje al Boc
de Biterna y haun a dado y hido allas heras llamadas de Tolosa y cantando, baylando
y dancando y se ha hechado con el dicho Boc de Biterna y ha fechos muytos otros
malefficios y fretillos y broxarias y ella se a conffessado una y muchas vezes de lo su-
sodicho y otras en presencia de mucho fidedignas personas”55. En la acusación del
clérigo Jimeno de Víu de 1548, denunciado a la Justicia Episcopal, aparecen algunas
pormenorizaciones de especial interés: “fallo un diablo en figura de hombre negro,
el qual le llevo y guio hasta el alna de boch, que es en Gascunya, donde fallo otros
muchos hombres y mugeres baylando al son de un rabiquete en derredor de hun
gran canto, encima del qual estava en pies el buch de Biterna, que tenia los pies de
cabra y era negro. Y el dicho capto, reo y criminoso, y todos los que alli stavan le ha-
zian reverencia”56. En este documento se describe al boch de Biterna como macho
cabrío, a Gascuña como lugar de conventículos unido al alna de boch y al boch de
Biterna, y aparece Jimeno de Víu, el primer clérigo acusado de acudir a reuniones de
brujas, destacándose que fue guiado por un diablo. Todos estos hechos adquieren
un interés especial al aparecer unidos en un mismo documento.
En el año 1550, Joana la Molinera y Margarida de la Plana inician en el arte de la bru-
jería a Antonia Balaguera con la que acuerdan ir al Prat de Mosquera, situado cerca
de Cornudella (Huesca) y allí aprendería. En el documento se dice: “Partieron una
noche y les salió un galán montado en un gran cabrón. Joana dibuja una cruz en el
suelo y le dice a Antonia que la pise y reniegue de Dios. El galán es llamado por la
Molinera ‘boch de Biterna’ y después de tener contacto carnal con las tres mujeres,
les hizo ir al Prat de Mosquera donde había unas hogueras con gentes cantando y
bailando al son de cornamusas y panderos y allí se sometían al desenfreno diabólico.
Después de está reunión el galán les dice ‘que pueden hacer mal’“ (Camps i Cle-
mente 246).
Por acudir a los conventículos de las Eras de Tolosa (Francia), fueron acusadas Do-
minga Ferrer La Coja57 de Pozán de Vero en el año 1534 y Martina Dueso58 de Albe-
ruela de la Liena en 1589. Agueda de Luna, natural de Hinojo (Guadalajara), se dirigía
132
culturas mágicas
a Laguna de Gallocanta en Zaragoza, 1557 (Cirac Estopañán 186). Otros testimonios
por participación en aquelarres en los que no consta el lugar de reunión son los ha-
llados en las acusaciones a: Gracia la Serrana de Gotor (Zaragoza) en 1585,59 Isabel
Alastruey de Sesa (Huesca) en el año 1592,60 Gracia Martínez de Jarque (Zaragoza) en
160861, Margálida Escuder,62 Juana Bardaxi63 y Juana Seneta,64 todas Tamarite de Li-
tera (Huesca) en el año 1626,65 María Luisa Noella de Epila (Zaragoza), 1631,66 Marta
Morera, Monroyo (Teruel), 1648.67
Los aquelarres en Aragón tenían características comunes a los de otras regiones. Se
trataba de una reunión nocturna de hombres y mujeres en un lugar concreto a quie-
nes se aparecía el Demonio en variadas formas: montado sobre un cabrón o en un
caballo negro, en figura de cabrón o de perro también negro y, más generalmente,
como hombre negro. En Fago se le denominaba San Pedro el Viello68. Los ritos utili-
zados fueron muy semejantes en todas las reuniones de esta naturaleza. Como acto
inicial se realizaba la promesa de acatamiento y obediencia al diablo al que recono-
cían como amo y señor mediante el “ósculo anal”, se proseguía con danzas rituales,
reverencia al nuevo señor, desenfreno sexual, ungüentos, bebedizos y, a veces, sa-
crificios de víctimas, incluso niños (en el Alto Aragón existen acusaciones y confe-
siones de matar niños, pero no se pudieron probar), pisoteos y profanación de
objetos y símbolos religiosos. Ocasionalmente se celebraban misas satánicas con el
fin de invocar la presencia y ayuda del demonio como consta en las acusaciones de:
Pascual Clemente, natural de Embún en 160969, en Nocito los hermanos Correas en
el año 160970 y Jerónimo de Liébana, en Cinco Villas, juzgado en 162171.
La fórmula utilizada por las brujas de Tamarite para entrar en la secta era: “Renegar
de Dios, del padre que los engendró y de la madre que los parió”72. Esta fórmula su-
pone el rechazo de todos los valores vigentes en la época y una agresión al orden so-
cial establecido. En Navarra se utilizaba una formula de reniego que reproduzco por
lo significativo de su contenido: debían renegar de las tetas de su madre y de los ge-
nollos de su padre (Idoate 70).
Posesión demoniaca
Pero el hecho más importante y de mayores consecuencias para la brujería aragonesa
se produce entre 1637 y 1643. En este tiempo surge una verdadera epidemia de po-
sesión demoníaca que puede ser valorada como una de las más importantes de Eu-
ropa, aunque resulta menos conocida que las francesas de Loudum y Aise o la de San
Plácido en Madrid. La epidemia surgió en Tramacastilla y Sandiniés (Huesca) y desde
allí se propagó a otros pueblos del valle de Tena como: Saqués, Piedrafita, Panti-
cosa, Pueyo de Jaca y Sallent, extendiéndose a pueblos fuera del valle como Villa-
núa y Jaca. Con alternativas de mayor o menor intensidad, la posesión duró cinco
años. El número de afectadas fue de más de 62 sólamente en Tramacastilla y Sandi-
niés, pero tuvo que haber muchas más puesto que José de Pellicer73, coetáneo de
133
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estos hechos, dice que Pedro de Arruebo endemonió a más de 1.600 personas, cifra
que parece exagerada. La mayor parte de las posesas eran jóvenes solteras con eda-
des comprendidas entre once y treinta años, calificadas por los párrocos como mu-
jeres de buenas costumbres y virtuosas. Las posesas más activas pertenecían a un
nivel socioeconómico alto en relación a su ambiente social.
En la primera fase, las manifestaciones externas consistieron en síntomas somáticos
o psicosomáticos tales como la privación temporal de la vista, el oído y la voz. Pa-
decían dolores agudos extraordinariamente móviles, violentas contracciones y con-
vulsiones físicas, caídas al suelo sin sentido e intensas alteraciones de ánimo: tan
pronto reían como lloraban74. Ante estas circunstancias, los párrocos sospecharon
que estaban espirituadas y pidieron la intervención de los exorcistas con la intención
de demostrar la realidad de la posesión demoníaca y de solucionar el problema. Los
exorcistas produjeron una sucesión de incitaciones y provocaciones para que el dia-
blo se manifestase abiertamente que conllevaron la aparición de nuevos síntomas y
exteriorizaciones parapsicológicas como epifenómenos de una histeria.
Poco tiempo después comenzaron a manifestarse los demonios por sus bocas con
diferentes voces diciendo quiénes eran, cuáles eran sus nombres y qué motivos ha-
bían tenido para entrar en sus cuerpos75. Dieron pruebas externas haciendo que en
la oreja de una de las posesas apareciese una imagen negra y extraordinariamente
fea que fue tomada como una representación del mismo diablo76. Doblaban cosas
que varios hombres no podían, caían de altos lugares sin sufrir daño77. A través de la
piel les salían objetos sin dejar huella (Blasco de Lanuza 859). Se mostraban violen-
tas y convulsas ante la presencia de los sacerdotes y objetos sagrados (Sacrofobia)78.
Cuando el Inquisidor se refería a ellas en latín le replicaban sus argumentos en ro-
mance (manifestación muy excepcional, dado que la mayoría eran analfabetas y sus
conocimientos de latín se limitaban a la misa y alguna oración79). Por otra parte, des-
cubrían cosas que los inquisidores mantenían en secreto, como sucedió con un en-
viado de incógnito de la Inquisición al que las posesas identificaron. Dijeron que
había ido para detener a su amo y señor Pedro de Arruebo. Anticipaban hechos fu-
turos y localizaban objetos ocultos. También se atribuyó a la posesión demoniaca el
que algunos objetos pasasen de un lugar a otro sin tener en cuenta los obstáculos y
distancias, como sucedió con una taza de plata y una escribanía (Blasco de Lanuza
849). Muchos de los hechos parapsicológicos descritos ofrecen cierta fiabilidad
puesto que se produjeron en momentos distintos y son varios los testigos que los
presenciaron. Todos estos fenómenos llevaron a las autoridades al convencimiento
de que la posesión era totalmente real ya que la mayoría de las pruebas exigidas por
los teólogos se daban en este caso.
Otros fenómenos extraños que sufrieron las espirituadas fueron violentos vómitos,
arrojando gran número de hechizos. Uno de ellos lo localicé entre dos folios de la do-
cumentación inquisitorial en el Archivo Histórico Nacional. Estaba formado por dos
clavos retorcidos en los que había enrollado pelo largo y rubio80. Los párrocos y el vi-
sitador del Santo Oficio hicieron pesquisas por las casas hallando numerosos hechi-
zos con diferentes formas, y al quemarlos, en el cementerio, las espirituadas se
134
culturas mágicas
arrojaban a las llamas intentaban rescatarlos. Igualmente, se relatan en la documen-
tación apariciones del diablo en forma de Rector o de hombre ataviado de francés
hablando lenguas extrañas (Blasco de Lanuza 854).
Existen otras informaciones que, desde todo punto de vista, deben ser puestas en
tela de juicio, como las procedentes del exorcista Fray Luis de la Concepción cuando
describe que a una orden suya se elevaron hasta la bóveda de la iglesia 200 mujeres
seguidas de sus respectivos bancos (1721: 133 y ss.). Cuenta también como unas mu-
jeres que se estaban confesando salían por los aires despedidas quedando colgadas
de los más altos riscos, cabeza abajo, sin que se les bajasen las faldas (143-4). En otro
punto relata como todo el granizo de una tormenta cayó en un espacio muy reducido
formando una torre más alta que la de la iglesia, evitando así los daños en los cam-
pos (150 y ss.). Este exorcista asume un protagonismo en unos hechos realmente fan-
tásticos para aumentar su prestigio y sus intereses. Ni en la correspondencia ni en los
procesos inquisitoriales hay constancia de estos datos.
Toda esta situación trascendió a la vida socioeconómica del Valle. Las gentes, unas
por estar posesas y otras por cuidar de ellas, invertían su tiempo y su actividad en la
problemática de la posesión. Buscaban ansiosamente remedios médicos y religiosos
sin ningún éxito. Unos exorcistas sucedían a otros, siempre pensando que los nue-
vos lograrían lo que no habían conseguido los anteriores. Se hicieron procesiones
penitenciales en las que participaron los once pueblos del Valle y en las que muchos
de los asistentes iban descalzos, y exorcismos de varias horas de duración que, a
veces, se sucedían mañana, tarde y noche sin ningún efecto positivo (Blasco de La-
nuza 836).
De todos estos hechos fueron considerados culpables Pedro de Arruebo, el princi-
pal acusado, y sus cómplices Miguel Guillén y Juan de Larrat. Pedro de Arruebo era
el mayor terrateniente del Valle, tenía gran éxito con las mujeres y era inteligente,
audaz y astuto. En su defensa declara que sólo pretendía gozar mujeres y ganar di-
nero. Además se citan otro brujos implicados, aunque no fueron juzgados, como el
clérigo Lucas Aznar y su hermana Simona Aznar, y Elena Abadía, madre de Miguel
Guillén81. Todo este complicado asunto se agravó cuando el Rey Felipe IV, ante las re-
percusiones de estos sucesos, ordenó subir al Valle de Tena para investigar lo ocu-
rrido al Inquisidor General de Aragón, Bartolomé Guijarro y Carrillo, acompañado
de su séquito. Tras dos meses de estancia murió el Inquisidor sin que, a juicio de los
médicos, hubiese una causa justificada. Por este motivo se pensó que su muerte se
debía a maleficio (Blasco de Lanuza 837).
Como factor desencadenante de todos estos sucesos hay que pensar en la gran in-
fluencia de los brujos, acción complementada y más tarde sustituida por el predo-
minio de los párrocos, exorcistas e inquisidores que modificaron los hechos y
agravaron la situación. El brujo principal, rectores y posesa líder pertenecían a un es-
tamento privilegiado social y culturalmente. Cuando los brujos fueron juzgados, los
párrocos desplazados a otras zonas, y los inquisidores terminaron su acción jurídica,
la epidemia de posesión desapareció en poco tiempo. Esta epidemia, a la vista de
135
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los síntomas, de los datos psico-sociales, y por la evolución de los hechos, puede ser
considerada como una histeria colectiva.82
En 1644, en la Villa de Luna (Zaragoza), se produce un contagio de posesión demo-
níaca que afecta a 30 mujeres, con síntomas similares a los ocurridos en Tena. Las
afectadas eran también solteras y algunas de ellas pertenecientes a destacadas fa-
milias, incluso hermanas de clérigos. Los demonios, hablando por boca de las pose-
sas, acusaban a Ana Pérez Duesca, como principal causante, y a otras como Mariana
Castillo, Simona, María de Useto, Catalina de Samacio, Catalina de Hecho, Catalina
Castillo, Jusupa Arias y Barros el Tejedor. Ana Pérez Duesca tenía unas circunstancias
personales muy adecuadas para ser considerada como culpable y víctima propicia-
toria de esos sucesos. Forastera, viuda con hijos pequeños, de condición humilde, re-
alizaba trabajos domésticos para diferentes familias de la localidad ejerciendo
esporádicamente como partera, curandera y encortadora de lobos. Fue testificada de
causar la posesión demoníaca y dar el mal, habiendo matado, según la acusación, por
esta causa, a dos niños y un hombre: el marido de su cuñada (por haberle dado hue-
vos cocidos).
El desarrollo de todos estos hechos provocó violentos sentimientos que llegaron a
la agresión personal, y, como en el caso de la familia de Domingo Marín, intervinie-
ron el ajusticiamiento popular, la Justicia Ordinaria y la Inquisición. Los clérigos ma-
nifestaron una fuerte agresividad contra Ana Pérez Duesca. La Inquisición intervino
en menor grado que en la epidemia del Valle de Tena, por lo que la información dis-
ponible es menor que la de Pedro de Arruebo. Fue acusada de bruja, hechicera,
maga y de tener pacto explícito con el demonio y condenada a destierro a 8 leguas
de Zaragoza. La sentencia inquisitorial fue leve en relación a la gravedad de las acu-
saciones y al gran número de testigos, 45.83
Posteriormente, en otros dos pueblos de la provincia de Zaragoza se produjeron epi-
demias de posesión demoniaca. En Gelsa en 1656 interviene el Santo Oficio por la
posesión demoniaca de 26 mujeres, acusando a Ana Pomadera y sus cómplices de
haberlas endemoniado. Esta rea ya había sido denunciada a la Justicia Ordinaria84. Y
la última posesión colectiva se localiza en Tosos en 1812 (Tausiet 2002). Quiero des-
tacar que las cinco grandes epidemias citadas en este trabajo no constan en las re-
laciones de posesión colectivas publicadas por Rossel y otros.
Siglos XVIII-XIX
La persecución de los delitos por magia y brujería por las tres jurisdicciones en Ara-
gón experimenta una reducción muy notable durante estos dos siglos según los
datos disponibles, aunque faltan investigaciones en profundidad equivalentes a las
realizadas sobre los siglos anteriores. Sin embargo existen importantes testimonios
que reflejan la intensidad de las creencias en las actividades de brujas y hechiceras.
136
culturas mágicas
La posesión demoníaca individual era frecuente en ambas vertientes del Pirineo y su
intensidad queda patente en la documentación aportada por Ancely sobre las pere-
grinaciones de Santa Orosia de Jaca: “Un número ingente de franceses participaba
en las peregrinaciones, pero en el siglo XVIII éstas se vieron obstaculizadas y por fin
prohibidas [...] con penas de galeras a perpetuidad para los hombres y castigos aflic-
tivos para las mujeres. [...] La prohibición se basa en los abusos, que dice se come-
tían en estas peregrinaciones. Solamente de los Valles de Aspe y de Baretous acudían
más de 500 peregrinos, entre ellos los que se suponían se hallaban endemoniados;
algunos hacían el viaje para conocer a quienes les habían endemoniado”.85
En 1812, en el pueblo de Tosos (Zaragoza), surge el último brote colectivo de pose-
sión demoniaca en Aragón (citado anteriormente) que afectó a treinta y dos mujeres
y duró hasta 1814. Las afectadas afirmaban que la culpable era Joaquina Martínez,
quien al final se fue a vivir a Fuendetodos, para evitar problemas con las espirituadas,
sus familias y muchos de los vecinos que creían que la posesión era real. María Tau-
siet aporta un testimonio muy revelador, y excepcional para estos años. “El párroco
de la localidad decidió escribir una carta al Obispo de Huesca solicitando consejo.
Sin embargo, la respuesta implacable del prelado iba a encrespar los ánimos aún
más”. Las señales manifestadas por las complicadas en el accidente –declaraba– eran
muy equívocas y podían deberse a simples causas naturales, de modo que se hacía
necesario
no continuar mas con los exorcismos, sino encargar a los padres de las doncellas
y maridos de las casadas que las apliquen mucho al trabajo sin permitirles un
momento de ociosidad. Que las lleben al rio o arroyo mas cercano y las vañen con
la mayor frequencia, dandoles un alimento moderado. Que si no obedeciesen o
alborotasen en casa, las encierren o castiguen. Si el alboroto fuese en la iglesia o
por las calles, que los encargados de la justicia las prendan y pongan en la car-
cel publica. (Tausiet 2002: 30)
Estas actitudes contrastan fuertemente con las mantenidas por los obispos de Jaca
en relación a los rituales que se realizaban con los endemoniados en esa ciudad y
también con la permisividad de los celebrados en Calatorao (documentados al
menos desde el siglo XVI), donde acudían las posesas de Tosos al Cristo de este
lugar (Tausiet 2002: 50).
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referencias bibliográficas
La presente selección complementa las referencias a los textos citados (*) en el cuerpo del trabajo con
otras obras de especial interés para el lector interesado en la historia de la brujería en Aragón.
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tiquísima ciudad de Huesca. 1619.
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culturas mágicas

anexo notas

Lugares citados Siglas: 1 Angel Gari Lacruz. “La Brujería en el alto Aragón en la 1ª mitad del siglo XVII”. I Congreso Nacional
de Aragón: de Brujología. Madrid: Seminario y Ediciones, 1975. 37-53.
2 La tesis fue publicada en 1991 por la Diputación General de Aragón.
Abay Rivhuelos (Teruel) AAZ: Archivo Audiencia de 3 Publicada en el volumen I del Cartulario de San Juan de la Peña. 1962. (Ubieto Arteta vol. 1: 115-116).
Abizanda Sallent de Gállego Zaragoza 4 Juan Dominguez Lasierra. Aragón Legendario II. Zaragoza: Librería General, 1986: 63.
Alberuela de la Liena San Martín de la Val de Onsera ACL: Archivo Canónico de
Almudévar (Huesca) 5 Vidal de Canellas, tomo II: 385 y 499. Remitimos al lector al capítulo II de la parte histórica, para los
Lérida
Ansó Sandiniés (Huesca) antecedentes del Derecho Aragonés. Solamente cumple decir aquí que la primera codificación en
ADB: Archivo Diocesano de
Barbastro Santiago de Compostela Barbastro forma hubo de realizarse, de orden de Jaime I y por acuerdo de las Cortes de Huesca del año 1247,
Belchite Saqués ADH: Archivo Diocesano de por el obispo de esta diócesis Vidal de Canellas, jurista educado en la escuela románica de Bolonia
Bielsa Sesa Huesca (del Arco, V: 192).
Biescas Tamarite de Litera (Huesca) AHN: Archivo Histórico Na- 6 Carmelo Lisón Tolosana. Las brujas en la Historia de España. Madrid: Temas de hoy. 1996. 32-33. En
Borau Torre los Negros cional la bibliografía pueden consultarse dos ediciones, en francés y en castellano, respectivamente, de los
Broto Tosos AHPH: Archivo Histórico manuales de Gui y Eymerichs.
Calatorao Tramacastilla Provincial de Huesca 7 Mariano de Plano 1904. La referencia se debe a, Joan Corominas. Breve diccionario etimológico de
Camporells Valencia AHPZ: Archivo Histórico Pro- la lengua castellana. Voz ‘bruja’. Madrid: Gredos, 1967.
Castillazuelo Valle de Aísa vincial de Zaragoza
8 Manuel Gómez de Valenzuela. Documentos del Valle de Tena (XIV y XV), pp. 65, 70, 71 y 72, 84.
Cenarbe Valle de Tena SI: Sección Inquisitorial
Chibluco Valles de Aspe y de Baretous 9 Motis Dolader y otros: 441-464 (AAZ SI Leg. 21, nº 8).
Cinco Villas Villanúa 10 Motis Dolader y otros: 465-642 (AAZ SI Leg. 22, n.º 4).
Cornudella
11 Antonio Durán 1962. El artículo se basa en el Libro de visita pastoral de Guillermo Serra, de 1499, de
Embún
149 folios encuadernados en piel conservados sin signatura en el Archivo Diocesano de Huesca.
Epila (Zaragoza)
Erill-Castell Lugares citados 12 Víctor Infantes, 158. Se trata de un documento sin datación precisa, pero al aludir a Juan de Aragón,
Fago que fue obispo de Huesca durante un largo periodo de tiempo, y aludir también a hechos pasados
de fuera de Aragón:
Fago de su mandato, debió ser editado al final de éste.
Fonz Burgos 13 María Tausiet recoge 17 (2000: 564) y el resto ha sido aportado posteriormente en las publicaciones
Fuendetodos Cataluña de Manuel Gómez de Valenzuela.
Gotor (Zaragoza) Cuenca 14 Consejo de suprema, Tribunal de Zaragoza, 12. 1521. AHN SI Lib. 317, fol 215v.
Hecho Galicia 15 Gómez de Valenzuela 2000: 538. “El Concello de Borau promulga unos estatutos de desaforamiento
Herrera de los Navarros Hinojo (Guadalajara) contra los culpables de delitos de brujería, salteadores de caminos, ladrones y otros.” Documento 104,
Huesca Lannemezan 1574, julio, 3. Jerónimo de Arguís, ff. 43-56. AHPH.
Ipiés Madrid
Jaca 16 Los Estatutos del valle se encuentran en ACL Protocolo nº 44, 04/01/1574, pp. 55 recto y Desafueros
Mallorca
Jarque (Zaragoza) contra la brujería del valle de Benasque, “contra brujas, fertilleras y hechiceros”; contiene cláusulas
Salamanca
Laguna de Gallocanta de desaforamiento y relación de poderes extraordinarios dados a los Justicias y procuradores del
Soria
Loarre Valle; Protocolo nº 44, 16/10/1574, pp. 417-433, recto. La confirmación de Castejón de Sos y San Feliu;
Valencia
Monroyo (Teruel) ACL, Protocolo nº 44, 27/10/1574, pp. 505-507, recto. Facilitado por Juan José Nieto.
Nocito 17 Gómez de Valenzuela 2000, Documento 105. “Los Concejos de Villanúa y Canfranc promulgan esta-
Panticosa tutos desaforados dando plenos poderes al Justicia de Jaca para castigar los delitos de brujería, he-
Peñarroya de Tastavins (Teruel) chicería y ponzoñería sin atenerse a los preceptos forales y legales”. 1574, agosto, 16, Juan de
Piedrahita Xavierre, ff. 30-39. HPH.
Pont de Suert
18 Gómez de Valenzuela 2000, Documento 106. “Estatutos de desaforamiento promulgados por el Con-
Pozán de Vero
cejo de Abay contra salteadores de caminos, ladrones, brujas, hechiceras, ponzoñeras y maléficas”.
Puértolas
1575, abril, 5. Juan de Vidós, ff. 54-64. AHPH.
Pueyo de Jaca
19 Broto Aparicio 2005. AHPH. Protocolo 965. Notario Miguel Piracés.

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culturas mágicas

20 Protocolo Notarial 1576 sobre la bruja Martina Xavierre, publicado por Virginia Cativiela (1999). 31 Sólamente se conservan de este periodo las relaciones de causa y correspondencia. Los procesos de
21 ADB- fol1-13 Documento estudiado por María Tausiet. Juan José Nieto me ha proporcionado las si- brujería que debieran de estar en el Archivo de la Audiencia de Zaragoza, Sección Inquisición, han
guientes referencias documentales: desaparecido.

Nº 1.- 32 María Tausiet 2000, 528. Proceso contra Pascula García. Herrera de los Navarros. 1572. ADZ. C. 42-12,
1592/12/20. Estatutos [Desafuero]. fol. 8.
Paginación actual nº 14 recto a 31 verso [NºAntigua: 1 recto a 16 verso]. 33 AHN SI Lib. 991, fol. 574r.
Estatutos de la villa de Benasque contra los brujos y hechiceros. 34 AHN SI Lib. 991, fol. 635r.
Nº 6.- 35 Gari 1991, 350-6. Transcripciones de las relaciones de causa de Andrés Mascarón AHN SI lib. 991 f. 574r
1592/01/03. Consentimiento. a 575r y Francisco Casabona AHN SI lib. 991, f. 633v-639v.
Paginación actual nº 49 verso [NºAntigua: 32 verso]. 36 AHN SI Lib. 992, fols. 121v, 122r-122v.
Nº 7.- 37 AHN SI Guillén Florentín, 1616, lib. 991 f. 285v., Bernad Tolón, 1635, lib. 992 f. 199v. y Jacinto de Bar-
1592/01/05. Estatutos [Desafuero] gas, 1636, lib. 992 f. 251.
Paginación actual nº 52 recto a 67 verso [NºAntigua: 35 recto a 51 verso].
38 AHN SI Lib. 998, fol. 241-242.
Estatutos de la Baronía de Spes contra los brujos y hechiceros.
39 AHN SI Lib. 998, fol. 396v.
Nº 8.-
1592/01/05. Nombramiento 40 AHN SI Lib. 993, fols. 96r-97v. Gari 1974, y la monografía sobre competencias titulada Variedad de
Paginación actual nº 69 recto a 70 recto [NºAntigua: 52 recto a 53 recto]. Competencias en el delito de brujería en Aragón (1600-1650), presentada al I Simposium internacio-
Nombramiento de procuradores síndicos de la Baronia Alta de Espés para que actúen contra las bru- nal sobre la Inquisición española, Cuenca, Septiembre 1978. La Inquisicón Española: nueva visión,
jas. nuevos horizontes, nº 17. Madrid, 1980. 319-327. Revista Argensola 85 (1978): 191-213.

Nº 9.- 41 ADH Sección Procesal. Expediente nº 1.069. Texto sin foliar.

1592/01/06. Permuta.
Paginación actual nº 70 verso a 72 recto [NºAntigua: 53 verso a 55 recto].
Permuta de un campo por un prado en Espés.
Nº 14.-
1592/02/25. Estatutos [Desafuero].
Paginación actual nº 114 verso a 129 recto [NºAntigua: 97 verso a 112 recto].
Estatutos de la villa y valle de Chia contra los brujos y hechiceros.
22 AHN SI Lib. 973, fol. 57r.
23 Proceso contra Joan Vicente. Zaragoza, 1511. AHPZ. C. 28-7, Fols. 16v-17r. y documento inserto, s.f.
Tausiet 2000, 514.
24 Proceso de Catalina Aznar. Zaragoza. 1511. AHPZ. C. 28-6., fols. 49-50. Véase infra “El oficio de ter-
cería: hechiceras y alcahuetas”. Tausiet 2000, 159.
25 Cartas del Consejo de la Inquisición a las Inquisiciones de la Corona de Aragón y Navarra. AHN. Inq.
Lib. 319, fol. 126v. Tausiet 2000, 119.
26 Libro V del Consejo de la Santa General Inquisición a las Inquisiciones de la Corona de Aragón y Na-
varra desde 1527 s 1531. AHN. Inq. Lib. 320. fol. 388v. Tausiet 2000, 119-20.
27 Registrum epistolarium missarum et accptarum a capitulo sedis caesaraugustane insigni (Libro de
actas de 1567-1580). Sin foliar. Carta con fecha 23-X-1576. Tausiet 2000, 164.
28 Proceso contra Pascual Gracia. Herrera de los Navarros. 1572. ADZ.C. 42-12, fol. 8. Tausiet 2000, 328-
9.
29 Proceso contra Susana Dalmau. Peñarroya de Tastavins. 1591. ADZ.C. 74-30, Fol. 31 v-32 r y v. Tausiet
2000, 337.
30 Jaime Contreras y Gustav Henningsen, “Forty-four thousand cases of the Spanish Inquisition (1540-
1700). Analysis of a historical data bank”, en The Inquisition in Early Modern Europe, Northem Illinois
University Press Dekalb, Illinois, 1986.
42 Blázquez 1989, 53. Tomado del Libro Verde de Aragón.
43 Sobre Salazar y Frías y Pedro de Valencia, han tratado ampliamente: Julio Caro Baroja (1966:241), Flo-
rencio Idoate (1978) y Gustav Henningsen (1969).
44 Jacinto de Bargas de Navarra la Baja se contabiliza como francés porque esta zona se incorpora ofi-
cialmente a Francia en 1607, con Enrique IV. Desde la incorporación de Navarra a España, por Fer-
nando el Católico, la baja Navarra había pertenecido a los Condes de Bearn.
45 Las circunstancias de rol, estatus y personalidad de los brujos, así como otros aspectos complemen-
tarios son tratados más ampliamente en el capítulo “La Brujería en el ambiente social altoaragonés”
de mi Tesis Doctoral (Gari 1991).
46 AHN-SI lib. 991, fol. 472 r.
47 AHN-SI lib. 991, fol. 335 r.
48 AHN-SI lib. 991, fol. 451 r.
49 La distribución de los reos de brujería de la Inquisición y de la información obtenida en sus causas es
significativa, pero no totalmente representativa, puesto que, como se ha dicho anteriormente, había
que considerar la incidencia de la Justicia Ordinaria y Episcopal, todavía por investigar. Los fondos do-
cumentales de estas últimas justicias se hallan dispersos en diferentes archivos y en gran parte sin ca-
talogar e incluso sin clasificar. La suma de reos que actúan en las tres provincias aragonesas es superior
a los 121 acusados citados anteriormente, puesto que algunos son testimoniados en diferentes pue-
blos y provincias.
50 AHN SI Lib. 993, fol. 737r-802v.
51 Ginzburg (1991:85-251). En la nota 10 de este mismo texto dice: “Al presentar los estatutos de la dió-
cesis de Conserans (o Couserans), redactados por un antecesor, el obispo Auger (muerto en 1304),
Montfaucon reconoció de inmediato el parentesco entre las creencias basadas en Diana y el aquela-
rre.” Cf. B. de Montfaucon, Supplémente au livre de l'antiquité expliquée et presentée en figures...,
I, Paris, 1724. 111-116. Jean-Claude, Schmitt, Historia de la superstición. Barcelona: Crítica. 1992. 145,
146.

144 145
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52 Ferran Valls i Taberner, Privilegis i ordinacions de les valls pirinenques: vall d'Aneu, Vallferrera i Vall de 78 Memorial y censura de la visita al Valle de Tena de Fray Raimundo Saenz. AHN SI Lib. 976, fol. 168v-
Querol, Capítulo IX, “Ordinació d'Arnau Roger IV, comte de Pallars, pera la vall d'Aneu.” Barcelona: 169r.
Promociones Publicaciones Universitarias, 1988. 259. 79 Carta de Bartolomé Guijarro y Carrillo al Tribunal de Zaragoza. Copia recibida en Madrid con fecha
53 Tausiet 2000, 279-280. AHPZ (C. 23-1) fol. 7v, 1498. 17 julio 1640. AHN Lib. 976, fol. 345r. Memorial y censura de la visita al Valle de Tena de Fray Rai-
54 Las Landas del Boç reaparece como lugar de reunión de brujas en las causas de Orosia Aznárez y sus mundo Saenz. Zaragoza, 26 noviembre l638. AHN SI Lib. 976.
cuatro cómplices de Fago (Huesca), todas acusadas a la Inquisición en los años 1657 y 1658. AHN SI 80 Carta de Blasco Lanuza y Matias Ximenez al Tribunal de Zaragoza, 17 de diciembre de 1639. Copia
Lib 996 Orosia Aznárez fol. 170-176v, Catalina Fuertes fol. 307-312, Gracia Aznárez fol. 312-316, Anto- enviada a la Suprema. SHN-SI-Lib, 976, fol. 313r.
nia Aznárez fol. 316-318v, María López de Fuján fol. 318-321v y Catalina Aznárez fol. 321-321v. Sobre 81 AHN SI Lib. 992, fol. 499r-544r. Sobre su relación de causa y otros documentos complementarios hice
todas éstas reas constan informaciones en mi trabajo publicado en francés “Les sabbats en Aragon mi Memoria de Licenciatura titulada Pedro de Arruebo, brujo, mago y hechicero. Zaragoza, 1971.
d'après les documents et la tradition orale” (1993) y en español “Los aquelarres en Aragón según los
82 Aspectos analizados en el capítulo de mi Tesis Doctoral (1976/1991) titulado “Psicogénesis de la po-
documentos y la tradición oral” (1993: 258).
sesión demoniaca” (en Tena). Con este mismo título presenté un trabajo al Tercer Simposium Nacio-
55 AHPH, sección protocolos notariales. Notario Antonio Ciresuela, nº 11145 (1544). f. 3. Transcripción pu- nal de Psicoterapia y Técnica de grupo celebrado en Zaragoza, en mayo de 1975. Pp.185-202.
blicada por Manuel López Dueso (1998: 49). 83 AHN SI Lib. 993, fols. 129-156. Sobre esta rea estoy realizando un estudio monográfico.
56 Proceso contra Jimeno de Víu. Linás de Broto (Alto Aragón, próximo a la frontera francesa). 1548. 84 AHN SI Lib. 995, fol. 615 r-615 v.
ADH. Leg. 2, nº 1724, fol. 6r y v. Transcripción tomada de María Tausiet (2000: 281).
85 Documento, 18 de agosto de 1786. Orden prohibiendo que asistan a las peregrinaciones a Santa
57 AHPZ Fondos Inquisición, leg. 31, nº 2. Orosia -G. de Chambre- Registro B. 5439-Arrêt du 18 Août 1786.fol. 131v. M. de Lacaze. Publicado por
58 Proceso perteneciente a una colección privada. Ancely (1954). Angel Gari Lacruz (1991: 132).
59 AHN SI Lib. 989, fol. 388.
60 AHN SI Lib. 990, fol. 309.
61 AHN SI Lib. 991, fol. 146.
62 AHN SI Lib. 991, fol. 894 v-897r.
63 AHN SI Lib. 991, fol. 897r-899v.
64 AHN SI Lib. 991, fol. 901v.
65 AHN SI, Lib. 991 fol. 894, fol. 897 y fol. 901 v.
66 Información facilitada por Castillo Genzor, signatura antigua. Archivo Audiencia Territorial de Zara-
goza. Fondos del Condado de Aranda de Epila, Escribanía 14. Hoy extraviado en Archivo Histórico
Provincial de Zaragoza.
67 AHPZ, Inventario de la Inquisición II de Aragón, 1559-1665, nº 860.
68 AHN SI Lib. 996, fol. 316-318.
69 AHN SI Lib. 990, fol. 645
70 AHN SI Lib. 991, fols. 118v-119v.
71 AHN SI Lib. 991, fols. 522r- 25r.
72 AHN SI Lib. 991, fol. 896r.
73 José de Pellicer, Avisos históricos. Madrid: Temas de España, Taurus, 1965, (4 de junio de 1960) y que
se recoge posteriormente en el Semanario erudito de Valladares, tomo 31, p. 127.
74 Carta de Blasco de Lanuza y Matías Ximénez al Tribunal de Zaragoza, 17 1639. AHN lib. 976, fols.
305r-313v.
75 Memorial y censura de la visita al Valle de Tena de Gray Raimundo Saenz, AHN SI lib. 976. fols. 166r.
Fenómeno de desdoblamiento de personalidad que la parapsicología denomina como prosopope-
sis. Véase Sudre 103-4.
76 Memorial de Bartolomé Guijarro y Carrillo del Tribunal de Zaragoza, sobre su visita a Tena. AHN SI
Lib. 976, fol. 307v.
77 AHN SI Lib. 976, fol. 194v.

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