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DEBORA LA PROFETISA Y MADRE DE ISRAEL

Viendo el contexto anterior, ahora vemos en escena a Débora, la jueza de


Israel. Una mujer piadosa y agitadora elocuente que daba juicio y animaba
y profetizaba mejores momentos para el pueblo de Israel. Ella aparece en
tiempos sumamente difíciles para Israel que es oprimida y afligida con crueldad
por los cananeos por su desobediencia e idolatría (Israel volvió hacer lo malo
ante los ojos de Jehová). No se apartaban de sus obras malas ni de su
obstinado camino, apenas se habían establecido en aquella tierra se dejaron
dominar por su avaricia y su egoísmo y se olvidaron de aquel del cual
procedían todas las bendiciones y rechazaron sus palabras el propósito de
Dios era destruir la idolatría pero ellos se deleitaron de sus viñas y de la
variedad de esas culturas paganas y Dios los vende a Jabín rey de los
cananeos y su capitán de su ejército Sisara, que los oprimía por veinte
largos años( esclavizados, trabajos forzados, destrucción, pobreza extrema y
persecución/eliminación de cualquier tipo de liderazgo militar y político en
Israel).
El texto nos dice que ella, “… juzgaba a Israel en aquel tiempo; y se sentaba
bajo la palmera de Débora…” (Jue. 4b-5a). Es notable el estado tanto de
precariedad como de sencillez en que Débora efectuaba su ministerio.
No podemos perder de vista tampoco la tremenda debilidad de Barac, quien
cuando fue convocado por el Señor a través de Débora para una victoria
segura, no respondió en valentía y obediencia, sino que le puso condiciones
innecesarias a la mensajera sin considerar que le debía sola lealtad y
obediencia al Señor. Así le dijo a Débora, “… Si tú vas conmigo, yo iré; pero si
no vas conmigo, no iré” (Jue. 4:8).
Es lamentable que la debilidad de Barac haya hecho que Débora haya tenido
que arengar a Barac al momento de la batalla. Pero de nuevo ella no dice nada
nuevo, simplemente vuelve a llamar la atención de un hombre pusilánime que
requería un empujón en un momento decisivo. El momento es bien descrito,
“Entonces Débora dijo a Barac: ¡Levántate!, porque este es el día en que el
SEÑOR ha entregado a Sísara en tus manos; he aquí, el SEÑOR ha salido
delante de ti…” (Jue. 4:14). Ahora Barac y los diez mil hombres y obtuvo la
victoria que el Señor ya había pronosticado. Es notable que esta victoria no
quedó atribuida ni a Débora ni a Barac, sino al Señor: “Así sometió Dios en
aquel día a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel” (Jue. 4:23).
El largo canto final de Débora y Barac es un testimonio evidente de quien
recibe la gloria al final del día. Débora misma no se reconoce ni como jueza
ni como profetisa, tampoco como generala victoriosa, sino “… Débora…
madre en Israel” (Jue. 5:7b). ¡Qué precioso reconocimiento personal de esta
mujer! Ella extiende su afirmación de distancia con el poder al decir, “Mi
corazón está con los jefes de Israel, los voluntarios entre el pueblo” (Jue. 5:9).
Hoy la maternidad está venida a menos en medio de la sociedad secular. Con
tristeza vemos que se le ve como una amenaza a la realización de una mujer y
también hasta como un estorbo o algo que una puede erradicar cuando no le
conviene o simplemente no lo desea. Sin embargo, la maternidad es uno de
los mayores dones que adornan a una mujer.
No podemos negar que hoy en día vivimos una tremenda debilidad
masculina en todas las áreas. Al ver a Débora, pude pensar en muchas
mujeres que tiene que empujar a sus maridos a hacer las tareas que Dios les
ha encargado a ellos. Veo a mujeres doblemente cansadas porque deben
llevar su carga más la de sus esposos ausentes o infantiles. He visto a muchas
Déboras exhortando a sus maridos con respeto a salir a la batalla que el Señor
ya ha ganado para ellos, pero que por temor o displicencia no se dignan a
pelear. Al ver a Ana, pude encontrarme con tantas mujeres sabias y entradas
en edad que con su sabiduría y prudencia bendicen a las iglesias sin siquiera
tener o requerir un cargo para tener influencia sobre el pueblo de Dios. Son
mujeres que, con su ejemplo de piedad, nos inspiran a todos a vivir la fe de una
manera más comprometida y entregada. Al ver a Débora, puedo entender
como una mujer con solo un corazón de madre puede mover a la victoria a toda
una nación. No necesita ponerse pantalones ni ocupar posiciones o jerarquías,
basta que sienta como una madre que defiende a sus hijos. Débora y Ana,
Ellas quedan en el texto bíblico como un grandioso ejemplo de mujeres de Dios
que no se dejaron llevar por las circunstancias, sino por su temor al Señor.
1.-La mujer como esposa “construye” el hogar y sus hijos como responsabilidad
en el matrimonio, la esfera de mayor influencia de las mujeres se encuentra
todavía en el hogar.
2.-Devora fue una denuncia de lo débil y la falta de valor de los hombres de la
época. Observen que el varón está ausente en la educación de los hijos, las
mujeres han tomado la responsabilidad que el hombre ha abandonado, esto es
una grave falta como jefes de familia. El mandato ha sido dado a los varones.
Necesitamos retomar nuestro papel en este asunto. En los tiempos de los
jueces Débora fue levantada juez para avergonzar a los varones que habían
abandonado sus labores o deberes.
3.-Los cristianos tenemos las armas para ganar. Cualquier escusa es ahora
simplemente renuencia a entrar en batalla. Pero como en os días de Débora ay
muchos que deciden no luchar. Y algún día, alguna Débora futura cantara una
versión moderna de: Jueces 5; 17.

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