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¿Por qué Debe Tener Usted Conocimientos Científicos?

Por Robert M. Hazen


Un artículo original de ActionBioscience.org (12/2002)

puntos principales del artículo


¿Por qué le debería importar tener conocimientos científicos? Porque le ayudará a:
comprender los temas críticos que encuentra a diario en las noticias y en los debates del
gobierno
apreciar como las leyes naturales de la ciencia afectan a su vida
ganar perspectiva sobre el clima intelectual de nuestro tiempo
artículo

Titulares de las noticias el día 21 de Noviembre de 2002:


Llevando al código genómico en una cajita (Sydney Morning Herald, Australia)
Científicos intentarán creación de célula viva (New York Times, EEUU)
Posible colisión de dos agujeros negros (Times de la India)
Ottawa da a conocer plan Kyoto actualizado (Toronto Star, Canadá)
Descubierto “gen de la muerte” (Daily Telegraph, Reino Unido)
Vivimos en una era de constantes descubrimientos científicos, en un mundo moldeado
por nuevas tecnologías revolucionarias. Tome, por ejemplo, su periódico favorito. Es muy
probable que en los próximos días usted vaya a ver un titular sobre el calentamiento
global, clonación, fósiles en meteoritos o sobre alimentos creados por la ingeniería
genética. Estos y otros artículos que tratan sobre materiales exóticos, avances médicos,
evidencia del ADN y nuevas drogas, se refieren a temas que nos afectan directamente.
Como consumidor, como profesional de negocios y como ciudadano, usted deberá forjar
sus propias opiniones sobre éstos y sobre otros temas científicos críticos si usted espera
participar de lleno en la sociedad moderna.

Los temas científicos y tecnológicos dominan cada vez más el diálogo nacional, desde
los debates ambientales sobre la desaparición del ozono y sobre la lluvia ácida hasta las
amenazas económicas del cambio climático y de las especies invasivas. El poder
comprender estos debates se ha hecho tan básico como el poder leer. Todos los
ciudadanos deben tener conocimiento científico para poder:
Apreciar al mundo que nos rodea
Tomar decisiones personales informadas
Los científicos y los educadores tienen la responsabilidad de darnos a todos los
conocimientos de fondo que nos permitan lidiar con los cambios rápidos de hoy y del
futuro. ¿Qué es el conocimiento científico? ¿Por qué es importante? ¿Y cómo podemos
lograr un nivel adecuado de conocimiento científico en todos los ciudadanos?

¿Qué es el conocimiento científico?

El conocimiento científico es, simplemente, una mezcla de conceptos, historia y filosofía


que le permite a uno entender los temas críticos científicos de nuestro tiempo.
El conocimiento científico no es el lenguaje especializado, esotérico y lleno de palabras
técnicas usado por los expertos. Uno no necesita poder sintetizar nuevas drogas para
poder apreciar el valor de los avances médicos. Tampoco uno no necesita poder calcular
la órbita de la estación espacial para poder entender su papel en la exploración del
espacio.
El conocimiento científico está enraizado en los principios científicos generales y en los
conocimientos básicos sobre la ciencia. El ciudadano con conocimiento científico posee
suficientes datos y vocabulario como para poder comprender el contexto de las noticias o
de los sucesos diarios.
Si usted puede entender temas científicos publicados en revistas y periódicos (es decir,
si usted puede comprender artículos sobre la ingeniería genética o el agujero en la capa
de ozono con la misma facilidad con que usted comprende los temas de deporte, la
política o las artes) entonces usted posee un nivel adecuado de conocimiento científico.

Hay que reconocer que esta definición de conocimiento científico no satisface a todo el
mundo. Algunos académicos argumentan que la educación científica debe exponer a los
estudiantes al rigor matemático o a un vocabulario complejo. Ellos quisieran que todos
experimentaran el sabor de la ciencia “verdadera.” Sin embargo, mis colegas y yo
creemos vehemente que aquellos que insisten en que todos debemos entender a la
ciencia a un nivel profundo están confundiendo dos aspectos importantes pero diferentes
del conocimiento científico. Tal y como lo es en otros campos, “hacer” ciencia es
obviamente diferente que “usar” ciencia; y el conocimiento científico trata solamente con
este segundo concepto.

Sorprendentemente, el estudio intenso de un campo particular de la ciencia no lo hace a


uno tener un conocimiento científico adecuado. De hecho, a menudo quedo sorprendido
del grado de poca información que algunos científicos profesionales activos tienen sobre
campos fuera de su campo específico de experiencia profesional. Una vez le pregunté a
un grupo de veinticuatro físicos y geólogos con doctorados que explicaran la diferencia
entre el ADN y el ARN, quizás una de los conceptos más básicos de la biología molecular
moderna. Me di cuenta de que solo tres colegas podían darme esa definición; sin
embargo, estos tres colegas hacían investigación en áreas donde este conocimiento era
de utilidad. Probablemente yo podría encontrarme con resultados igualmente
descorazonadores si le pido a un grupo de biólogos que me explique la diferencia entre
un semiconductor y un superconductor. La educación de científicos profesionales a
menudo está tan limitadamente enfocada como en cualquier otro grupo de profesionales,
de manera que los científicos tienen la misma probabilidad de ser ignorantes sobre
temas fuera de sus especialidades como cualquier otra persona.

Cuando consideramos lo que es el conocimiento científico adecuado, también es útil


reconocer lo que no es. A menudo, el conocimiento científico se confunde con el
conocimiento tecnológico, el cual se define como la habilidad de manejar instrumentos
de uso diario tales como computadoras (ordenadores) y grabadoras de video. El
conocimiento tecnológico es importante en muchas áreas del quehacer de la sociedad
moderna, pero es diferente de la definición que yo doy sobre el conocimiento científico.

El ámbito del problema

No importa como se mida, el ciudadano americano promedio, aún aquel con grado
universitario, no posee suficiente conocimiento científico:

Recientemente, en un acto de graduación en la Universidad de Harvard, una encuesta


informal reveló que menos del 10% de los estudiantes que se estaban graduando
pudieron explicar por qué hace más calor en el verano que en el invierno.1
Una encuesta llevada a cabo en nuestra propia universidad (la Universidad de George
Mason), donde uno podría argumentar que la enseñanza de estudiantes de pre-grado
posee un estatus más alto que en otras instituciones, mostró resultados que apenas
fueron un poco más alentadores. La mitad de los estudiantes de último año que llenaron
una encuesta sobre conocimiento científico no pudieron identificar correctamente la
diferencia entre un átomo y una molécula.2
Yo sospecho que estos resultados son la norma, no la excepción. La mayoría de las
universidades e institutos universitarios comparten el mismo secretillo: estamos todos
formando estudiantes científicamente analfabetos, los cuales son incapaces de entender
muchos de los temas importantes publicados en los periódicos el mismo día de su
graduación.

Por supuesto, el problema no está limitado a las universidades. Escuchamos una y otra
vez cuan bajo califican en exámenes estandarizados los estudiantes de los colegios o
liceos secundarios y medios (pre-universitarios) norteamericanos cuando son
comparados con estudiantes de otros países desarrollados. Los especialistas cuyo
trabajo es estudiar este tipo de cosas estiman que el número de estadounidenses con
conocimiento científico adecuado es:3
Menos del 7% de los adultos
El 22% de los graduados universitarios
El 26% de aquellos con títulos post-universitarios
El número de estadounidenses que poseen un conocimiento científico adecuado (de
acuerdo al estándar de estos estudios) es preocupantemente bajo. Entonces, los
números nos cuentan la misma historia que las anécdotas. Los estadounidenses de
todos los niveles académicos no han recibido la base de conocimientos que
probablemente necesitarán para poder hacer frente a la vida que ellos deberán llevar en
el siglo XXI.

¿Por qué es importante tener conocimiento científico?

¿Por qué nos debe importar que nuestros ciudadanos posean un conocimiento científico
adecuado? ¿Por qué nos debe importar nuestra propia comprensión de la ciencia? Los
siguientes razonamientos podrían convencerlo de la importancia del conocimiento
científico:
Provenientes del civismo
Provenientes de la estética
Provenientes de la coherencia intelectual
La cívica

El primer argumento, proveniente de la cívica, es el mismo que hemos estado utilizando


hasta ahora. Todos nos enfrentamos con temas de interés público en donde la discusión
requiere ciertos antecedentes científicos, por lo cual todos deberíamos tener cierto grado
de conocimiento científico. Nuestro gobierno democrático, el cual apoya a la educación
en ciencias, provee financiamiento a la investigación científica básica, maneja los
recursos naturales y protege al ambiente, puede verse frustrado por una ciudadanía
ignorante en materias de ciencia. Sin una base electoral informada (y sin una legislatura
informada científicamente) muchos de nuestros objetivos nacionales fundamentales no
podrían ser realizados.

La estética

Los argumentos de la estética son menos concretos, pero están estrechamente


relacionados a los principios que se invocan frecuentemente en favor a la educación
liberal. Desde este punto de vista, nuestro mundo opera de acuerdo a unas cuantas
leyes naturales generales. Todo lo que uno hace, todo lo que une experimenta desde el
momento en que uno se despierta en la mañana hasta que uno se va a la cama en la
noche, se conforma a esas leyes de la naturaleza. Nuestra visión científica del universo
es extremadamente hermosa y elegante y representa un logro supremo de la civilización
humana. Uno puede compartir en la satisfacción intelectual y estética que se gana al
apreciar la unidad o relación entre un tarro de agua hirviendo en una hornilla y la marcha
lenta de los continentes; entre los colores iridiscentes del ala de una mariposa y el
comportamiento de los componentes fundamentales de la materia. Una persona sin
conocimiento científico está efectivamente aislada de una parte altamente enriquecedora
de la vida, tanto como lo está una persona que no puede leer.

Coherencia intelectual

Finalmente, llegamos al tercer argumento: la idea de la coherencia intelectual. Nuestra


sociedad está inextricablemente atada a los descubrimientos de la ciencia, tanto que a
menudo estos descubrimientos juegan un papel crucial en el clima intelectual de una era.
Por ejemplo, el concepto copernicano del universo heliocéntrico jugó un papel importante
en la desaparición del pensar anticuado de la Edad Media, abriendo el campo al Siglo de
las Luces o Ilustración. De la misma manera, el descubrimiento del mecanismo de la
selección natural por Charles Darwin de inmediato hizo más fácil entender a la
naturaleza. Y en este siglo, la labor de Freud y el desarrollo de la mecánica cuántica han
hecho que nuestro mundo natural parezca, aunque superficialmente, menos racional. En
todos estos casos, el tenor general intelectual de los tiempos (lo que los alemanes
llaman el Zeitgeist) fue influenciado por los desarrollos científicos. ¿Cómo esperamos
apreciar los profundos hilos subyacentes de la vida intelectual de nuestro tiempo sin
comprender la ciencia que va con ellos?

Entonces, ¿Qué hacemos?

El problema ha sido definido y la necesidad de una solución es real. ¿Cómo puede usted
y su familia educarse científicamente? Afortunadamente, los educadores en ciencias de
todo el mundo han pasado los últimos diez años intensamente atacando al problema y
han llegado a varias soluciones:

Educación K-12 (kindergarten a doceavo grado)

Al nivel de la educación de K-12, el Consejo Nacional de Investigaciones, conjuntamente


con la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia y otras organizaciones de
educadores a nivel nacional, produjeron el amplio Estándares Nacionales para la
Educación en Ciencias.4 Este documento con visión de futuro sirve como base para los
nuevos currículos de las escuelas primarias, medias y secundarias. Estos currículos
enfatizan un modelo investigativo bajo el contexto de conceptos y principios en vez de
vocabulario y memorización. Gradualmente, los sistemas educativos del país están
rediseñando sus cursos de ciencias; simultáneamente, muchos programas a nivel local y
estadal están tratando de re-entrenar a los educadores en esta poderosa dirección
educativa. Los educadores esperan que pronto nuestros estudiantes puedan mostrar una
apreciación más rica de la ciencia.

Educación Superior
Las reformas también han ocurrido a nivel universitario. En 1990, el físico James Trefil y
yo desarrollamos un curso integrado de ciencias llamado “Las Grandes Ideas de la
Ciencia.” El libro de texto acompañante, titulado Las Ciencias: un Acercamiento
Integrado, está siendo usado ahora en más de 200 universidades y colegios
universitarios.5 Cientos de otras instituciones de educación superior están envueltas en
sus propios experimentos para avanzar el conocimiento científico entre los graduados
universitarios.

El Público en General

¿Y que de aquellos de nosotros que ya pasamos la edad universitaria? Hoy en día


existen recursos increíbles para continuar nuestra educación. Cientos de libros escritos
por científicos y por periodistas científicos presentan todos los campos de la ciencia a los
lectores de la población general. Existen maravillosos programas de televisión y de radio
que exploran los avances más recientes de la investigación científica. El Internet abunda
con sitios Web que describen y estudian un sinnúmero de tópicos científicos, desde la
investigación pura en la exploración astronómica y la física de partículas hasta los
aspectos aplicados de las tecnologías médicas, los peligros ambientales, el desarrollo de
materiales, el diseño de drogas, y cientos de otros temas de importancia.

Gracias a estos esfuerzos la pelota esta en su cancha. Con muy poco esfuerzo usted
puede compartir el reto más transformador y extraordinario de la especie humana: la
aventura de la ciencia.

© 2002, American Institute of Biological Sciences. Los educadores tienen permiso de


reimprimir artículos para su uso en las clases; otros usuarios por favor comunicarse con
el editor para solicitar permisos de reimpresión. Por favor ver políticas de reimpresión.

Sobre el autor: El Dr. Robert M. Hazen es un investigador científico del Carnegie Institute
del Laboratorio Geofísico de Washington y Profesor Clarence Robinson de Ciencias de la
Tierra en la Universidad de George Mason, en el estado de Virginia, EEUU. Recibió su
grado universitario y su master en ciencias en geología del Instituto de Tecnología de
Massachussets (MIT) en 1971 y su doctorado de la Universidad de Harvard en ciencias
de la tierra en 1975. El Dr. Hazen ha escrito más de 230 artículos y 16 libros en ciencia,
historia y música, incluyendo ¿Por Qué los Agujeros Negros no son Negros?: Las
Preguntas sin Respuesta en las Fronteras de la Ciencia. También investiga los posibles
papeles que juegan los minerales en el origen de la vida.
http://www.geol.vt.edu/stuinfo/hazenbio.html
http://hazen.gl.ciw.edu/gmu/

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Referencias generales del artículo:
Estas referencias están en inglés. Las referencias no han sido traducidas al español
dado que la mayoría de los artículos citan fuentes en el idioma inglés.
1) Hazen, Robert and James Trefil. 1990. Science Matters: Achieving Scientific Literacy.
New York: Doubleday.
2) Hazen, Robert. 1992. "Scientific literacy: The enemy is us," in Board of Agriculture,
National Research Council: Agriculture and the Undergraduate. Washington, DC: National
Academy Press, pp. 95-103.
3) Miller, Jon. 1998. "The measurement of civic scientific literacy." Public Understanding
of Science 7:203-223.
4) National Research Council. 1997. National Science Education Standards. Washington,
DC: National Academy Press. Or see http://www.nap.edu/readingroom/books/nses/
5) Trefil, James and Robert Hazen. 2001. The Sciences: An Integrated Approach, 3rd
edition. New York: John Wiley & Sons.

Tierra América.
24 Junio 2004.

El imperialismo genético

Por Vandana Shiva*

Dos años después de iniciar el cultivo del algodón transgénico, los agricultores en
India sólo han cosechado pérdidas, escribe en esta columna exclusiva para
Tierramérica Vandana Shiva, reconocida activista internacional, galardonada con el
Nobel de Paz alternativo en 1993.

NUEVA DELHI.- El gobierno de India está poniendo en práctica políticas para


liberalizar el comercio agrícola, lo que está matando a nuestros campesinos y
destruyendo a nuestra agricultura. Más de 25 mil agricultores se han suicidado
después de verse asfixiados por las deudas debido al aumento de los costos de
producción y a la simultánea caída de los precios de sus productos.

Los organismos genéticamente modificados (OGM) son introducidos a pesar de sus


altos costos para los agricultores y sus altos riesgos para el ambiente. Tras dos años
de plantar su primer cultivo de OGM, el algodón Bt., los agricultores indios han
conseguido una cosecha inferior a las anteriores. No obstante, el gobierno repite la
afirmación vacía de que los OGM son necesarios para resolver el problema del
hambre.

Acabo de volver de una gira por áreas del estado de Uttaranchal para observar
técnicas de conservación de semillas y de agricultura orgánica. Las granjas con cero
insumos están produciendo por acre más de tres toneladas de arroz o más de 5
toneladas de arvejas o más de 15 toneladas de frutas, como guayabas, bananas,
naranjas, limas, pomelos y mangos. En agudo contraste, la prometida producción de
algodón Bt. era de 1,5 tonelada por acre, pero en realidad fue de sólo 200
kilogramos. Y en lugar de brindar el prometido incremento de ingresos de 220
dólares por acre, los agricultores sufrieron pérdidas de 130 dólares por acre.
Frente al creciente número de agricultores endeudados que se suicidan y al
incremento de fracasos en cosechas debido al uso de simientes inadecuadas e
innecesarias suministradas por las corporaciones multinacionales, cuyo objetivo es
el de atraparnos en la dependencia, cualquier gobierno responsable debería detener
la venta de semillas modificadas genéticamente.

Los OGM son un camino seguro hacia la destrucción de nuestra soberanía y nuestra
diversidad. En lugar de los miles de cultivos que comemos, nuestra agricultura se
verá reducida a los cuatro cultivos de OGM actualmente comercializados en una
escala significativa, o sea la soja, el maíz, el algodón y la canola.

En lugar de las características de resistencia a la sequía, a las inundaciones o a la


salinidad y en lugar de los rasgos de aroma y sabor o nutritivos y saludables de
miles de variedades de cultivos producidos por nuestros agricultores, los OGM
tienen sólo dos rasgos: resistencia a los herbicidas y la presencia de toxinas Bt.
Ambos rasgos incrementan el nivel de toxinas en nuestros alimentos y en la
agricultura. Ambos son no sostenibles dado que, en lugar de controlar hierbas malas
y pestes, crean superyerbas malas y superpestes.

En lugar de los 600 millones de mujeres indias que manejan las semillas con sus
manos, las conservan, las seleccionan y las distribuyen con cuidado e inteligencia,
una gran empresa, Monsanto, se convierte en el “propietario” de nuestras semillas, a
menudo por medio de la biopiratería. Tal es el caso de la patente EP 445929 de una
variedad india de trigo concedida por la Oficina Europea de Patentes, pero revocada
en octubre último.

Esta dictadura de las semillas y este imperialismo genético han sido rechazados por
la mayor parte de los países. Sólo cuatro países poseen 94 por ciento de todas las
semillas de OGM plantadas. La ingeniería genética es una tecnología que ha
perjudicado a los agricultores y al ambiente.
Tierra América.

Vuelve el glifosato a parques naturales

Por Yadira Ferrer *

Colombia reanudará el uso del herbicida para fumigar cultivos de droga en tres
reservas. Ambientalistas condenan la medida.

BOGOTA.- El gobierno de Colombia prevé reanudar la fumigación con el herbicida


glifosato de cultivos de droga en reservas ecológicas, suspendida en marzo de 2004
tras protestas de quienes sostienen que contraviene tratados internacionales,
normas nacionales y acuerdos con comunidades indígenas y campesinas.

La reanudación afectaría a los parques naturales (zonas protegidas) de Sierra


Nevada de Santa Marta (norte), declarada reserva de la biosfera en 1986 por la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura; La
Macarena (centroeste) y Catatumbo (noroeste).
Los defensores del uso del glifosato en la lucha antidrogas alegan que es tan inocuo
como la sal común, pero hay estudios y denuncias sobre su carácter perjudicial para
pasturas, cultivos, cursos de agua y la salud humana y del ganado.

Además, ambientalistas señalan que el amplio espectro de ese herbicida, producido


por la transnacional Monsanto, lo hace especialmente inadecuado en áreas donde
se busca preservar especies.

El Congreso de Estados Unidos aprobó en diciembre de 2003 el uso de fondos para


fumigar cultivos ilícitos en parques naturales colombianos, y a fines de febrero del
año pasado se informó que había comenzado la aspersión con glifosato en los de
Sierra Nevada y Chiribiquete (sudeste).

El viceministro del Interior, Mario Iguarán, dijo a Tierramérica que la reanudación,


que se hará efectiva en las próximas semanas, está amparada en la resolución
número 0013 de 2003 que autorizó al Consejo Nacional de Estupefacientes (CNE,
adscrito al Ministerio del Interior) a fumigar áreas de reservas naturales con
evidencias de cultivos ilícitos que no fuera posible erradicar manualmente.

Organizaciones no gubernamentales (ONG) presentaron una demanda de nulidad


contra esa resolución ante el Consejo de Estado, máxima instancia jurídica para
decisiones administrativas, pero Iguarán arguyó que eso no tiene efecto suspensivo.

Según el funcionario, se tuvieron en cuenta "todos los parámetros dictados por


Naciones Unidas y el reciente estudio de la Comisión Interamericana para el Control
del Abuso de las Drogas (Cicad) que dice que el glifosato no tiene impactos
ambientales significativos".

El estudio de la Cicad, que es parte de la Organización de Estados Americanos, fue


realizado, a pedido de Colombia, por un equipo de científicos internacionales,
presidido por el canadiense Keith Solomon.

Dichos especialistas indicaron que el herbicida tiene "efectos moderados" sobre


organismos acuáticos y que sus riesgos para el ambiente y los animales terrestres
"son pocos o casi nulos".

El estudio de la Cicad señala que el riesgo "no es significativo", pero sus autores no
aclaran qué consideran "significativo", sostuvo Santiago Salazar Córdova,
coordinador de una comisión del Ministerio de Medio Ambiente de Ecuador que
asesora a la Cancillería de ese país sobre fumigaciones.

La fumigación con glifosato en áreas de Colombia cercanas a Ecuador fue fuente de


conflicto con Quito, y se frenó a su pedido. A fines del mes pasado, el gobierno
ecuatoriano reiteró que no permitirá que Colombia fumigue en zonas fronterizas
hasta que un estudio científico certifique la inocuidad del procedimiento para la
población local.

El estudio de la Cicad se realizó de septiembre a marzo, "demasiado poco tiempo


para hablar en términos de carcinogenicidad, por ejemplo, y si son genetistas, deben
saber eso", dijo Salazar a Tierramérica.
Iguarán admitió que lo ideal es la erradicación manual, que el gobierno espera
desarrollar en unas tres mil hectáreas de áreas protegidas. Añadió, sin embargo, que
es preciso fumigar en unas 75 mil hectáreas, que incluyen parte de los parques
nacionales y en las que el conflicto interno o la presencia de narcotraficantes no
permite el acceso por tierra.

Una fuente gubernamental dijo a Tierramérica, con reserva de su nombre, que el


CNE decidió fumigar áreas protegidas pese a que la Unidad de Parques Nacionales
del Ministerio del Medio Ambiente había recomendado no hacerlo.

Según el informe de esa Unidad, en el parque de la Sierra Nevada, de unas 230 mil
hectáreas, los cultivos ilícitos aumentaron el año pasado apenas 18 hectáreas, de
212 a 230. En Catatumbo, con un área de 178 mil hectáreas, disminuyeron de 129
hectáreas a 107, y en La Macarena, que tiene una extensión de 630 mil hectáreas,
aumentaron de mil 152 a dos mil 630.

Estos cultivos no comprometen áreas que justifiquen los costos ambientales y


sanitarios de la fumigación con glifosato, señala Ricardo Vargas, de la ONG Acción
Andina, que investiga el tema del narcotráfico en la subregión.

En 2004 se fumigaron 136 mil hectáreas de coca pero la superficie de cultivos


ilegales no disminuyó, y sólo seis mil hectáreas de esos cultivos están en áreas
protegidas, una proporción muy menor del problema, alegó.

Vargas recordó que el Tribunal Administrativo de Cundinamarca decidió a fines de


2003 la suspensión en todo el país de las fumigaciones aéreas con glifosato y otras
sustancias hasta que se cumpliera el Plan de Manejo Ambiental establecido en 2001
por el Ministerio del Medio Ambiente, y el Ministerio de Seguridad Social estudiara
los efectos de esos químicos en la salud humana. No se sabe que dichos estudios
hayan sido realizados, comentó.

De acuerdo con la Unidad de Parques Nacionales, la fumigación afectaría además


acuerdos vigentes con las comunidades indígenas de Sierra Nevada para la
erradicación manual. También iría a contramano de proyectos de cooperación como
el que se lleva a cabo con Holanda para la sustitución de cultivos ilícitos y el
desarrollo social en Sierra Nevada y Catatumbo.

Según informó el 28 de abril el semanario El Espectador, Holanda solicitó a la


directora de Parques, Julia Miranda, confirmarle si la decisión de fumigar parques es
definitiva, pues de ser así "podría ser motivo para solicitar la suspensión de
actividades financiadas por esta embajada".

Otros analistas apuntan que el Código de Recursos Naturales prohíbe expresamente


fumigar parques nacionales y reservas indígenas, y que la aspersión con glifosato
violaría el Convenio sobre la Diversidad Biológica, ratificado por Colombia en 1994, y
el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que protege la
identidad e integridad de los pueblos indígenas.

Según Juan Mayr, ex ministro de Medio Ambiente, la resolución de 2003 que


autorizó la aspersión creó "una de las situaciones más graves que le pueda pasar al
tema ambiental en el país" y fue "un atentado contra el patrimonio colectivo de los
colombianos".

* Colaboradora de Tierramérica. Con aportes de Juan Carlos Frías (Ecuador).


El Espectador.

Glifosato en parques naturales

Redacción Judicial

La decisión está tomada. La resolución del Consejo Nacional de Estupefacientes


está lista. Salvo que los argumentos ambientales logren convencer a última hora al
gobierno, en breve se dará la orden a la Policía Antinarcóticos de iniciar la
fumigación de cultivos ilícitos con el herbicida glifosato, inicialmente en tres áreas de
igual número de Parques Nacionales Naturales.

El Espectador conoció el borrador final de la resolución del Consejo Nacional de


Estupefacientes que autoriza la fumigación en las zonas de Parques Nacionales
Naturales, y básicamente la decisión se sustenta en otro documento del mismo
Consejo, fechado en junio de 2003, que condicionó esta aprobación a la
caracterización ambiental y social de las áreas que se van a fumigar.

Esta caracterización ya se hizo. La Unidad de Parques Nacionales aportó un estudio


que demostró que los cultivos ilícitos en áreas reservadas están ubicados en tres
zonas: 230 hectáreas de la Sierra Nevada de Santa Marta, que corresponden al
0,05% del área; 107 hectáreas del parque Catatumbo-Barí, equivalentes al 0,06%; y
2.630 hectáreas de la Sierra de la Macarena, que representan el 0,4% del parque.

El mismo estudio incluyó los acuerdos que el propio gobierno ha suscrito con
organizaciones campesinas e indígenas para concertar decisiones que afecten a las
regiones y, así mismo, los proyectos de cooperación para la erradicación manual
concertada que están vigentes. Sin embargo, el resto del gobierno quiere aplicar su
lógica: “la fumigación debe operar en todas las regiones del país donde haya cultivos
ilícitos”.
El borrador de la resolución (ver facsímil) argumenta que de acuerdo a informes de
policía, la siembra de cultivos ilícitos compromete parte importante de los parques
nacionales y que, desde junio de 2003, a través de la resolución 0013, está claro
que la Policía puede operar en cualquier región donde haya cultivos ilícitos. Además
sostiene que se busca aplicar una medida de mitigación del Estado para
contrarrestar un fenómeno ilícito.

Los opositores

Aunque la decisión del Consejo de Estupefacientes está prácticamente adoptada, no


hay unidad de criterios al interior del gobierno. El Espectador conoció que expertos
de los ministerios del Medio Ambiente y de Educación han formulado reparos al
borrador de la resolución, y que se pretende ampliar el debate antes de forzar una
determinación que desconoce compromisos ambientales internacionales suscritos
por Colombia.

En concreto, varios ambientalistas han manifestado que no es cierto que los cultivos
ilícitos comprometan parte importante de los Parques Nacionales. Se trata de un
área mínima en tres parques específicos. Además, dejan en claro que la
caracterización que se hizo de las zonas afectadas también recomendó no asperjar,
entre otros aspectos por los procesos sociales de erradicación voluntaria que
avanzan en las mismas regiones.

Así mismo, los expertos señalan que la resolución 0013 de 2003, que admite la
fumigación donde se evidencien cultivos ilícitos, afronta en la actualidad una acción
pública de nulidad presentada ante el Consejo de Estado. Y, finalmente, que no
puede argumentarse que se trata de una medida de mitigación para contrarrestar un
acto ilícito, porque hoy la aspersión aérea es una acción ilegal en el sistema de
Parques.

En contraste, el ministro del Interior, Sabas Pretelt de la Vega, quien preside el


Consejo Nacional de Estupefacientes, ha dicho que la existencia de 2.000 hectáreas
de coca en un parque significa que fueron taladas unas 8.000 hectáreas para
sembrarlas, y que el ideal sería la erradicación manual, pero donde no existan
condiciones de seguridad para hacerlo, la única alternativa es promover la
fumigación.

Las áreas en la mira

Según el estudio preparado por la Unidad de Parques Nacionales, de aceptarse la


fumigación de 230 hectáreas de coca en la Sierra Nevada de Santa Marta, se
estarían afectando acuerdos y proyectos vigentes. Por ejemplo, el pacto suscrito
entre el Consejo Territorial de Cabildos y el gobierno en el año 2003, para concertar
acciones en la Sierra; o un proyecto de cooperación suscrito con la embajada de
Holanda.

Sobre este último aspecto, la embajada del Reino de los Países Bajos ya exteriorizó
su preocupación y en carta enviada el pasado 28 de abril a la directora de Parques
Nacionales, Julia Miranda, le solicitó que le confirme si la decisión de fumigar en
algunos parques es definitiva, pues de ser así “podría ser motivo para solicitar la
suspensión de actividades financiadas por esta embajada”.

En la actualidad la embajada de Holanda apoya varios proyectos de desarrollo social


y productivo de los habitantes de la Sierra Nevada de Santa Marta y la cuenca del
río Guayabero. Se trata de alternativas a la erradicación aérea y otros proyectos
donde, como lo manifestó en su misiva el consejero Arno Ambrosius, siempre se ha
asumido que no se fumiga en los Parques Nacionales.

En la región del Catatumbo, también en la mira de la fumigación con el herbicida


glifosato, hay propuestas de la Asociación Indígena Barí para erradicar la coca en
sus resguardos y, en la actualidad, están comprometidos cuantiosos recursos
oficiales y apoyos internacionales para consolidar pactos socioambientales o para
mitigar el impacto que generan los cultivos ilícitos.

En cuanto a la Sierra de la Macarena, no solo existe el proyecto de cooperación


impulsado por la embajada de Holanda sino que las propias asociaciones de
colonos-campesinos de la cuenca del río Guayabero, en cartas enviadas al propio
presidente Álvaro Uribe, le han manifestado su disposición a emprender procesos
concertados de prevención, erradicación manual y sustitución de cultivos ilícitos.

A pesar de estas circunstancias, la decisión de fumigar en los parques nacionales


está para las firmas oficiales. Los detractores de la medida recuerdan que hay
convenios suscritos con la OIT y con la UNESCO que exigen especiales medidas de
protección de la biodiversidad para la Sierra Nevada de Santa Marta y el parque
Catatumbo-Barí. Pero la suerte parece echada. Solo la lógica ambiental puede
revertir una fumigación anunciada.

Reacciones
Defensa de parques

Un grupo de organizaciones sociales e investigadores, entre ellos la Asociación


Agua Viva, Cerec e Indepaz, expresó su rechazo a la decisión de fumigar en la
Sierra Nevada de Santa Marta, porque se trata de una reserva de la biósfera, según
decisión de la Unesco.

Acervo de civilización

El senador Jorge Enrique Robledo expresó que la decisión de fumigar los parques
naturales de Colombia debe y puede derrotarse, no sólo porque los parques
necesitan los máximos cuidados, sino porque proteger la naturaleza hace parte del
acervo de la civilización.

Costos de erradicar

El investigador en el tema de cultivos ilícitos Ricardo Vargas Mesa, sostiene que


económicamente la práctica misma de la fumigación es demasiado costosa. Para
erradicar una hectárea de hoja de coca es necesario fumigar 11,33 hectáreas. Eso
quiere decir que las cifras que se presentan no corresponden a las hectáreas
erradicadas.

http://www.redvoltaire.net/article5491.html
Política
La fumigación de la biodiversidad colombiana
SANDRA MEJÍA Y LUIS ARGÜELLES*
A raíz de la reciente resolución que permitiría fumigar con glifosato
los Parques Naturales Nacionales, los autores explican los intereses
en juego y las posibles implicaciones de dicha decisión.

“Lo mejor es darse la pela de una vez y limpiar de droga esos


25 DE MAYO parques, que seguir en una eterna discusión ambiental y asistir
DE 2005 como testigos a que esos parques se acaben porque no se
procedió de manera efectiva contra la droga que estaba plantada
Desde allí”
Bogotá Álvaro Uribe Vélez[1]
(Colombia) A pesar de los adversos resultados obtenidos por la estrategia de
erradicación aérea de cultivos de coca y amapola en el 2004,
Herramientas cuando se fumigaron 139.651 hectáreas sin que se redujera un
metro la superficie detectada en el 2003, el presidente Álvaro Uribe
Imprimir Vélez anunció la inminente aspersión de los Parques Nacionales
Enviar Naturales de Colombia. Normas constitucionales y convenios
internacionales como el de Diversidad Biológica, Ramsar, OIT y
País Unesco, que lo obligan a proteger las especies vivas, las minorías
Colombia étnicas y el medio ambiente, quedan, pues, en entredicho.
La decisión de asperjar con agro-tóxicos las áreas protegidas se
Tema justifica con los argumentos de la Guerra Global contra el
Ecología, Terrorismo y la Tolerancia Cero frente a las Drogas. La Ministra de
medio ambiente Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, Sandra Suárez Pérez, y
el Ministro del Interior y la Justicia, Sabas Pretelt de la Vega,
señalan la necesidad de evitar la “brutal” proliferación de los
“narcocultivos” en estas zonas y atacar los “centros de operación”
de los grupos armados por fuera de la ley. Sin considerar el daño
que su propia decisión causa a los ecosistemas, el alto gobierno
llama también a proteger el patrimonio natural amenazado por la
tala de bosques y los insumos químicos empleados en la siembra
y el procesamiento de los alcaloides.
Sin embargo, el gobierno no sale bien librado de sus paradojas.
Reconoce la vulnerabilidad de las reservas naturales pero las
convierte en blanco de una guerra química sobre las especies;
detecta los cocales por satélite pero no dimensiona las dinámicas
sociales que empujan la colonización hacia áreas que es preferible
mantener intactas; convoca Consejos Comunitarios y firma pactos
sociales con los cultivadores, pero termina por desconocerlos en
su afán de mostrar resultados inmediatos, sin llegar a las
soluciones estructurales que se demandan.
Atentando contra la biodiversidad
Aún a costa de envenenar las reservas naturales, el Consejo
Nacional de Estupefacientes se dispuso a desmontar los pocos
controles ambientales que aún tenia el Programa de Erradicación
de Cultivos Ilícitos con Glifosato (PECIG).
La Resolución 0013 de junio del 2003 autoriza fumigar cualquier
parte del territorio nacional con presencia de cultivos ilícitos,
incluidos los Parques Nacionales Naturales[2], y da pié a la
reducción de las franjas de seguridad sobre centros poblados,
acueductos, páramos, cuerpos de agua y áreas de interés
socioeconómico, étnico y ambiental, dejándolas prácticamente
desprotegidas del efecto deriva[3].
Con estos instrumentos se intenta arremeter contra el Sistema
Nacional de Parques Nacionales Naturales (SINAP). En una
superficie de 10 millones de hectáreas - el 10% del territorio
nacional-, se agrupan 51 parques, nueve santuarios de flora y
fauna, dos reservas naturales, un área natural única y una vía de
parques, a decir de los especialistas, el “banco genético de la
nación”.
Su importancia ecológica está fuera de duda. No solo por
pertenecer a uno de los 12 países megadiversos del mundo[4],
sino por las reservas bióticas y los servicios ambientales que
alberga: el 40% de los centros de endemismo identificados en el
país, el 62% de los acuíferos nacionales, el 12% de los refugios
húmedos de América Latina, y el lugar de nacimiento de 5 estrellas
hidrográficas que alimentan las cuencas por los cuatro puntos
cardinales.
Lamentablemente hasta aquí han llegado los cultivos de coca y
amapola, causando unos estragos que nadie, en su buen juicio,
puede ignorar. Según el Sistema de Monitoreo de Cultivos Ilícitos
(SIMCI), en el 2003 se contabilizaron 3790 hectáreas de coca en
18 PNN, lo que frente a las 6.057 detectadas en el 2001,
representa una notable reducción del 41%. Aunque el censo del
2004 no se conoce oficialmente, se sabe que la cifra global se
mantiene o disminuye ligeramente, pero muestra un preocupante
incremento de 1.152 a 2.630 hectáreas en la Sierra de La
Macarena.
Estas cifras no concuerdan con los reportes norteamericanos.
Según la Central de Inteligencia Americana, las hectáreas
cultivadas superan entre un 200% y un 300%, los cálculos del
SIMCI. Para el 2004, la CIA reconoce 6550 hectáreas en solo 6
reservas naturales, con la Sierra de la Macarena en el primer lugar
(3.500 has), Nukak en el segundo (1.200 has) y Catatumbo-Barí en
el tercero (800 has), Tinigua en el cuarto (700 has), seguidos de La
Paya y la Sierra Nevada de Santa Marta con 450 has entre los
dos.
En cualquier caso estamos hablando de una porción insignificante
de la coca plantada en cada parque y a nivel nacional. Aún si
llegaran a presentarse cifras más altas, Colombia no puede
enfrentar el problema con la opción más costosa en términos
ambientales.
Tres parques en la mira
Tres parques naturales están en la mira de la Policía Nacional
Antinarcóticos en el 2005.
En la región central, la Sierra de la Macarena, declarada en 1933
“Patrimonio Natural de la Humanidad” por ser hábitat de especies
vegetales y faunísticas de la Orinoquía, los Andes y la Amazonia, y
contar con un endemismo biótico inigualable en América Latina.
Asociaciones de Colonos Campesinos de las cuencas de los ríos
Lozada y Ariari - Guayabero, con sólida tradición comunitaria pero
estigmatizados por las dinámicas de la guerra interna, han
ratificado su voluntad de emprender procesos concertados de
sustitución gradual y reconversión económica.
En el norte, la Sierra Nevada de Santa Marta, Reserva de la
Biosfera desde 1974 y territorio ancestral de las comunidades
indígenas Wiwa, Koguis y Arhuacos, con un Pacto Social suscrito
entre el Consejo Territorial de Cabildos y el gobierno nacional, a
punto de perderse por las fumigaciones y el desconocimiento de
los derechos indígenas consignados en la Constitución.
En la frontera con Venezuela, hacia el oriente, el PNN Catatumbo -
Barí, constituido en 1989 para la protección de los últimos relictos
de bosque húmedo tropical, con la participación de las
comunidades indígenas Yukos, Bari y Dobokubis. En el momento,
la Asociación Indígena Barí reclama por la consulta previa a la
erradicación, y el respeto a los Planes de Vida que adelanta con
ayuda de la cooperación internacional europea.
De estos tres Parques Naturales, solo la Macarena registra un
incremento de los “plantes” de coca. Lo que el gobierno tendría
que explicar, en su lógica discursiva antiterrorista, es porqué las
siembras se dispararon en el epicentro del “Plan Patriota”, con
“control del territorio” y el “repliegue de la subversión” hacia
Chiribiquete.
Indudablemente, otros factores determinan las curvas oscilantes
de los cultivos ilegales, factores más relacionados con las difíciles
condiciones de la colonización en la frontera agrícola que con la
presencia interesada de actores armados repartiendo semillas y
acumulando dólares para la guerra. Lo cual tampoco se niega. Hoy
por hoy, los PNN son corredores estratégicos de movilidad y
retaguardia que inciden en sus dinámicas ocupacionales y alteran
el equilibrio de los ecosistemas.
De lo que se trata es de contar con una mirada más plural. La
Unidad Administrativa de Parques Nacionales Naturales
(UAESPNN), lo plantea con claridad cuando enumera las
tendencias socioeconómicas y políticas que presionan las áreas
protegidas: “violencia social, colonización, ampliación de la frontera
agrícola sobre suelos inconsistentes, cultivos ilícitos, urbanización
acelerada y sin planeación territorial ambiental, macroproyectos de
desarrollo minero, hidroenergético o agroindustrial (y) presiones
directas sobre los bosques, entre otros”[5].
Sin margen de soberanía
No cabe duda de que los Estados Unidos ejercen una influencia
determinante en la medida.
Desde el 2003, cuando se reporta la presencia de 10.431
hectáreas de coca en 22 parques naturales de Colombia, la
Embajada insiste en la reducción de la oferta de droga en un 50%,
meta fijada por el Plan Colombia para el 2006. Ello implica
desplegar las flotillas de avionetas y helicópteros hacia zonas
usualmente no asperjadas, como los Resguardos Indígenas y los
Parques Nacionales, sin consideraciones atenuantes ni con las
comunidades locales, ni con el medio ambiente.
Entre tanto, el Congreso Americano hace lo suyo. En el marco de
la Iniciativa Regional Andina aprueba un paquete antinarcóticos
para intervenir en parques, siempre y cuando el Departamento de
Estado demuestre que la fumigación cumple con las leyes
colombianas y que no “hay otras medidas alternativas para reducir
los cultivos de droga en estas áreas”[6]. Con esta lógica se
tramitan recursos adicionales por US$130 millones para sumar 94
aeronaves en los operativos antinarcóticos.
Con la intermediación de la Comisión Interamericana para el
Control del Abuso de Drogas de la OEA, Estados Unidos contrató
un estudio para validar “científicamente” la intervención en
Parques Naturales. El doctor Keith Solomon, director del equipo de
investigación, defiende la inocuidad del glifosato sobre organismos
acuáticos, animales terrestres y la salud humana, donde los
efectos son “moderados” “o casi nulos”[7].
Conclusiones que el Instituto de Estudios Ambientales de la
Universidad Nacional de Colombia desvirtuó en sus aspectos
metodológicos y conceptuales, considerando que se desestimaron
“riesgos directos o indirectos sobre ecosistemas o
agroecosistemas vecinos, pérdida de biodiversidad, muerte de
animales domésticos, desplazamiento de población o incremento
en procesos erosivos del suelo”, entre otros[8].
Es un hecho que la política antidrogas liderada por los Estados
Unidos impone a los países andinos exigencias que la Casa
Blanca no está dispuesta a asumir en cumplimiento del principio de
corresponsabilidad. Nos referimos a las 10 mil toneladas de
cannabis que se cosechan anualmente en sus sótanos, jardines y
campos, entre ellos varios Parques Nacionales de Florida,
Kentucky, Indiana y California, sin que se contemplen controles
drásticos a la producción, ni mucho menos la erradicación aérea
con herbicidas de amplio espectro como el Glifosato. Sólo en
cuatro Estados se “dispensa sustancias químicas directamente a la
planta, con mínimo o ningún impacto en el suelo que la
circunda”[9].
Hasta tal punto llega la laxitud doméstica, que no se conocen
reportes confiables sobre la localización y extensión de los cultivos
de marihuana, ni informes oficiales que den cuenta de los circuitos
económicos por donde discurre la comercialización en suelo
americano.
En 2001, la CICAD reclamó a Estados Unidos la no
implementación de sus recomendaciones: “Estados Unidos no
recaba ni mantiene información sobre la superficie total cultivada ni
sobre las áreas que ya no están bajo cultivo. Sólo recopila datos
en relación con la cantidad de plantas incautadas o terrenos
erradicados por las entidades estatales y locales” señala el órgano
fiscalizador de la OEA. Dos años después vuelve a insistir sobre
este punto.
Resistencia ambiental
Las alarmas ambientales se prendieron desde el primer intento del
gobierno de fumigar con herbicidas los Parques Naturales,
Resguardos y Reservas. Pronunciamientos públicos, artículos
científicos, editoriales de prensa y debates en el Congreso de la
República lograron detener la imposición norteamericana en el
2004. En esa oportunidad, 60 parlamentarios colombianos
señalaron su inconformidad con la medida, y propusieron
alternativas manuales de erradicación.
Con la reactivación de la amenaza, los defensores del medio
ambiente volvieron a movilizarse.
La Comisión Quinta del Senado citó a debate a la Ministra de
Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial y al Ministro del Interior,
quienes ratificaron su preocupación por los cultivos y contra toda
razón defendieron las bondades de la erradicación química. El
senador Jorge Robledo, por su parte, denunció la irresponsabilidad
del gobierno y advirtió que “el cultivo de coca en los parques de
Colombia se explica por la falta de oportunidades que desde
siempre han padecido los pobres de las zonas rurales del país”.
La resistencia civil contra las fumigaciones indiscriminadas tuvo
eco afortunado en la opinión pública nacional e internacional. El 18
de mayo, un día después de su comparecencia en el Congreso, la
Ministra de Ambiente declaró: “Si bien es cierto que el Consejo
Nacional de Estupefacientes adoptó la Resolución 0013 del 27 de
junio del 2003, mediante la cual aprobó la aspersión de cultivos
ilícitos en áreas protegidas, hasta la fecha no se ha llevado a cabo
esta medida, y no está prevista en el corto plazo”[10].
Una victoria parcial y condicionada que nos obliga a mantener la
guardia en alto.

[1] Frase pronunciada por el presidente Álvaro Uribe Vélez en el


acto de constitución oficial del Parque Nacional Natural “Florencia”,
el 10 de marzo del 2005. Ver: “Lo mejor es darse la pela para
limpiar de droga los parques”, www.presidencia. gov.co.
[2] CNE, Resolución 0013 de junio de 2003.
[3] El Plan de Manejo Ambiental impuesto por el Ministerio del
Medio Ambiente en el 2001 estableció franjas de seguridad de
2000, 1600 y 200 metros. La Resolución 0031 de septiembre del
2003 reduce el rango de protección de 10 a 100 metros como
máximo.
[4] Los países megadiversos concentran el 70% de la riqueza
biológica del mundo. Hacen parte de este grupo Brasil, México,
Costa Rica, Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú, China, India,
Indonesia, Kenia y Sudáfrica.
[5] UAESPNN, “Parques para la Gente: Política de Participación
Social en la Conservación”, Bogotá, 2001.
[6] Nota de Sergio Gómez Maseri, El Tiempo, Enero 7 de 2004.
[7] Solomon Keith, “Estudio de los efectos del PECIG y de los
cultivos ilícitos en la salud humana y en el medio ambiente”,
consultoria para la CICAD-OEA, Wasnhington, D.C., marzo de
205.
[8] León Sicard Tomás, “Glifosato si genera efectos ambientales”,
UN Periódico, Bogotá, Mayo 22 del 2005, Pág.14
[9] CICAD-OEA, “Evaluación del Progreso de Control de Drogas
2001-2002. Estados Unidos de Norteamèrica”.
[10] “Cruzada por la defensa de los parques nacionales naturales”,
MAVDT, Bogotá, Mayo 18 de 2005, www.presidencia.gov.co
Sandra Mejía y Luis Argüelles
Grupo de Defensa Parques

Los Impactos Ecológicos de la Biotecnología Agrícola

Por Miguel A. Altieri. Un artículo original de ActionBioscience.org (02/2001)

Los cultivos transgénicos (cultivos genéticamente modificados o CGM), uno de los


productos principales de la biotecnología agrícola, se están convirtiendo más y más
en un elemento dominante de las áreas agrícolas de los Estados Unidos y de otros
países como China, Argentina, México y Canadá. A lo largo del mundo, el área
plantada con cultivos transgénicos aumentó más de 20 veces en los últimos seis
años, de 3 millones de hectáreas en el año 1996 a casi 44.2 millones de hectáreas
en el 2000.10

En los Estados Unidos, Argentina y Canadá, más de la mitad del promedio de los
cultivos mayores, tales como soya, maíz y canola, son plantados con variedades
transgénicas. Los cultivos resistentes a herbicidas (CRH) y resistentes a insectos
(Cultivos Bt) representaron respectivamente el 59 y el 15% del total del área global
para cultivos transgénicos en el año 2000.

Las corporaciones transnacionales (CTN) como Monsanto, DuPont y Novartis,


proponentes principales de la biotecnología, argumentan que la cuidadosamente
planificada introducción de estos cultivos puede reducir o hasta eliminar las enormes
pérdidas que ocasionan las malezas, los insectos plaga y los patógenos. De hecho,
ellos argumentan que el uso de estos cultivos provee efectos benefíciales al
ambiente al reducir significativamente el uso de agroquímicos.13 Sin embargo, la
teoría ecológica predice que, en la medida en que los cultivos transgénicos
continúen siguiendo de cerca al paradigma de los pesticidas prevaleciente en la
agricultura moderna, estos productos biotecnológicos no harán más que reforzar la
dependencia en los pesticidas, legitimando así la preocupación que un número de
ambientalistas y científicos han expresado sobre los posibles riesgos ambientales de
los organismos genéticamente modificados. De hecho, existen varias desventajas
ambientales ampliamente aceptadas asociadas con la rápida implementación y la
amplia comercialización de estos cultivos en forma de monocultivos,
incluyendo:3,21,25
La dispersión de los transgenes a malezas emparentadas o a poblaciones
conespecíficas a través de la hibridización entre las malezas y los cultivos; la
reducción de la adecuación o "fitness" de los organismos no meta a través de la
adquisición de las características transgénicas vía hibridización; la rápida evolución
de la resistencia en plagas como Lepidoptera a la Bt; la acumulación de la toxina
insecticida del Bt, la cual permanece activa en el suelo después de que el cultivo ha
sido cosechado y el suelo arado y que se asocia fuertemente a las arcillas y a los
ácidos húmicos; la perturbación del control natural de las plagas de insectos a través
de los efectos intertróficos de la toxina del Bt en depredadores; efectos no
anticipados en organismos herbívoros no meta (como por ejemplo, las mariposas
monarca) a través de la deposición de polen transgénico en el follaje de la
vegetación silvestre de los alrededores;14 la transferencia horizontal de genes por
medio de vectores y su recombinación, lo cual puede crear nuevos organismos
patógenos. Este artículo se enfocará en los efectos conocidos de dos tipos
dominantes de CGM: los cultivos resistentes a los herbicidas (CRH) y los cultivos
resistentes a los insectos (cultivos Bt).

La biotecnología, la agrodiversidad y las opciones de los agricultores.

La difusión de los cultivos transgénicos amenaza a la diversidad de los cultivos al


promover a los monocultivos, lo cual conlleva a la simplificación ambiental y a la
erosión genética. La historia ha demostrado repetidamente que la uniformidad que
caracteriza a las áreas cultivadas con un número menor de variedades es una fuente
de riesgos creciente para los agricultores, ya que los campos genéticamente
homogéneos son más vulnerables a las enfermedades y al ataque de plagas.22

Algunas personas piensan que CRH y los cultivos Bt representan ejemplos poco
ideales para demostrar la tecnología, dados los problemas ambientales que fueron
predichos y el asunto de la evolución de la resistencia. De hecho, existe suficiente
evidencia para sugerir que estos dos tipos de cultivos no son necesarios para poder
dar cara a los problemas para los cuales ellos fueron diseñados. Al contrario, ellos
tienden a reducir las opciones disponibles a los agricultores para el manejo de
plagas. Existen muchas alternativas (por ejemplo, rotaciones, policultivos, cultivos de
cobertura, control biológico, etc.) que los agricultores pueden utilizar para regular
efectivamente a las poblaciones de insectos y de malezas que están siendo elegidas
como blanco por la industria de la biotecnología. Mientras más ayuden los cultivos
transgénicos a mantener el presente sistema de monocultivos, más difícil será para
los agricultores el utilizar una plétora de métodos alternativos.2

Efectos ecológicos de los CRH

A pesar de todos nuestros esfuerzos en reducirlo, el polen es el intermediario entre


los CGM y sus parientes silvestres o conespecíficos, de la misma manera como
ocurre entre los cultivos tradicionales mejorados y sus parientes silvestres.

Se conoce muy poco tanto acerca de la persistencia a largo plazo de los genes de
cultivos en poblaciones silvestres como sobre el impacto que tienen los genes que
controlan la adecuación biológica o "fitness" de los cultivos en la dinámica
poblacional de parientes silvestres. La preocupación mayor concierne a los
transgenes que confieren ventajas biológicas significativas, los cuales pueden
transformar a las especies de plantas silvestres o a las malezas en nuevas o peores
malezas.

La hibridización de los CRH con las poblaciones silvestres de especies


emparentadas aumentará la dificultad de controlar a estas plantas, especialmente si
ellas ya se han reconocido como malezas agrícolas y si adquieren resistencia a los
herbicidas utilizados más ampliamente. Por ejemplo:

La resistencia transgénica al glufosinato puede ser pasada de la especie Brassica


napus (o canola) a las poblaciones silvestres de Brassica napa (o colza, considerada
una maleza) y puede persistir bajo condiciones naturales.25

En Europa existe una gran preocupación sobre la posibilidad de las transferencia de


polen con genes de tolerancia a los herbicidas de las semillas oleaginosas de
Brassica (colza o canola) a las especies Brassica nigra (mostaza negra) y Sinapsis
arvensis (mostaza silvestre).8

Implicaciones económicas y agronómicas

A nivel mundial en el año 2000, los cultivos transgénicos resistentes a los herbicidas
fueron plantados en el 74% de los 44.2 millones de hectáreas dedicadas a cultivos
transgénicos.10 En Norteamérica, las variedades transgénicas de colza y de maíz
resistentes al glufosinato y las variedades transgénicas de soya, maíz, algodón y
colza resistentes al glifosato se encuentran disponibles comercialmente. El maíz
transgénico resistente al bromoxinil también ha sido desarrollado. La soya conocida
como "lista para Round-up" (un herbicida ampliamente utilizado comercialmente y
caseramente) es el CGM más prevaleciente.

La resistencia transgénica a los herbicidas en plantas cultivadas simplifica el manejo


químico de malezas porque típicamente involucra compuestos que son activos en un
amplio espectro de especies plaga. El tiempo de aplicación de estos materiales
después de la germinación encaja bien con los métodos de producción que usan
arado reducido o sin arado, los cuales ayudan a conservar al suelo y reducen el
consumo de combustible y los costos de cultivo.6

Sin embargo, los CRH también tienen problemas significativos. La dependencia en


CRH perpetúa los problemas de resistencia de las malezas y los desplazos en las
especies que son comunes en las estrategias basadas en herbicidas
convencionales. La resistencia a los herbicidas se convierte en un problema mayor a
medida que las formas en que los herbicidas actúan sobre las malezas disminuyen
en número. Esta es una tendencia que los CRH han hecho más pronunciada debido
a las presiones del mercado.

Dadas las presiones de la industria para que aumenten las ventas de herbicidas, el
área total tratada con herbicidas de amplio espectro seguirá creciendo, empeorando
así el problema de la resistencia. Por ejemplo, se ha proyectado que el área tratada
con glifosato aumentará hasta casi 150 millones de acres (60.71 millones de
hectáreas). A pesar de que el glifosato es considerado como menos propenso a la
resistencia en las malas hierbas que otros productos, el aumento en el uso del
herbicida resultará en un aumento en la resistencia por parte de las malezas
(aunque relativamente más lentamente) tal y como ha sido reportado para las
poblaciones australianas de vallico (ryegrass anual, Lolium rigidum), quackgrass
(Elymus repens), lotera o lotus (birdsfoot trefoil, Lotus corniculatus) y Cirsium
arvense.7

Quizás el problema más grave del uso de CRH para resolver los problemas con las
malezas es que este uso nos aleja de la deseada diversificación de los cultivos y
ayuda a mantener a los sistemas de cultivo dominados por una o dos especies
anuales. La diversificación de los cultivos puede:
reducir la necesidad de herbicidas;
mejorar la calidad del suelo y del agua;
minimizar la necesidad de fertilizantes sintéticos nitrogenados;
regular las plagas de insectos y las poblaciones de patógenos;
aumentar el rendimiento de los cultivos y reducir las variaciones en el rendimiento.
Así, mientras más inhiban los CRH transgénicos la adopción de sistemas de cultivos
diversificados que incluyan la rotación de cultivos, el uso de cultivos de cobertura y
el uso de estiércol verde, más impedirán el desarrollo de una agricultura sostenible.

Riesgos ecológicos de los cultivos Bt

Basado en el hecho de que más de 500 especies de plagas han evolucionado una
resistencia a los insecticidas convencionales, es posible decir que las plagas
también puedan evolucionar la resistencia a las toxinas Bt presentes en los cultivos
transgénicos. Nadie cuestiona que la resistencia al Bt va a aparecer. La pregunta es
cuan rápido va a aparecer. La susceptibilidad a las toxinas Bt puede entonces ser
vista como un recurso natural que puede agotarse rápidamente con el uso
inapropiado de cultivos Bt.15 Sin embargo, ¿es posible el uso cauteloso de los
cultivos Bt bajo las tremendas presiones comerciales que han resultado en la
implementación rápida de más de 8.2 millones de hectáreas de cultivos Bt en el
mundo?

La estrategia de poner de lado entre un 20 y un 30% de la tierra cultivada con


cultivos no Bt, con el objeto de retrasar la resistencia, es muy difícil de implementar
regionalmente. Los datos de la zona del Medio Oeste de los Estados Unidos
muestran que el maíz Bt permite ahorrar en el uso de pesticidas y su producción es
un 2.4 "bushels" por acre o 206.34 litros secos por hectárea más altos que con maíz
convencional, pero solo durante infestaciones altas del barrenador europeo del maíz
(USDA 1999). (Nota del traductor: 1 bushel es una medida de volumen para
productos agrícolas secos utilizada en los Estados Unidos, donde 1 bushel equivale
a 35.24 litros). Por otra parte, los agricultores de maíz orgánico no utilizan
insecticidas pero obtienen rendimientos (4.8 a 9 toneladas por hectárea) similares o
ligeramente más altas que los agricultores convencionales (5.0 a 7.1 toneladas por
hectárea).16
Cultivos BT y los insectos beneficiosos

Las altamente bioactivas proteínas del Bacillus thuringiensis se están convirtiendo


en substancias ubicuitas en los agroecosistemas. La mayoría de los herbívoros no
meta que colonizan a los cultivos Bt en el campo ingieren tejidos vegetales que
contienen la proteína Bt, la cual pueden pasar a sus enemigos naturales en formas
más o menos procesadas. Los enemigos naturales polífagos (es decir, aquellos que
se alimentan de muchos tipos de comida) que se movilizan entre varios tipos de
cultivos, a menudo encuentran a estos herbívoros con Bt en más de un cultivo. Esto
crea una preocupación ecológica muy grande, pues estudios previos han
documentado que la Cry1 Ab afecta al crisopo Chrysoperla carnea que ha
depredado a larvas que se alimentaron de maíz Bt.9

Estos descubrimientos son problemáticos para los pequeños productores en países


en desarrollo que dependen de los insectos controladores de plagas, lo cual incluye
a una complejidad de depredadores en sus sistemas agrícolas mixtos.1 Las
investigaciones han mostrado que los enemigos naturales pueden ser afectados
directamente por la toxina presente en los cultivos Bt a través de efectos a niveles
ínter-tróficos. Esto ha causado preocupaciones serias acerca de la potencial
disrupción del control natural de pestes, ya que los depredadores polífagos van a
encontrar a presas conteniendo la toxina Bt que se movilizan entre variedades
diferentes de cultivos a lo largo de la temporada de cultivo. Esta perturbación a los
mecanismos de control biológico trae como consecuencia un aumento en las
pérdidas de los cultivos debido a plagas o a un aumento en el uso de pesticidas por
parte de los agricultores, con los consecuentes peligros ambientales y para la salud.

Efectos en el ecosistema del suelo

Las posibilidades de que la biota del suelo sea expuesta a productos transgénicos
es muy alta. Las pocas investigaciones llevadas a cabo en esta área han
demostrado que: 4,18,23
La persistencia de los productos insecticidas (como Bt y los inhibidores de
proteinasas) en el suelo es muy larga. La toxina insecticida producida por el Bacillus
thuringiensis subespecie kurskatki permanece activa en el suelo, donde se enlaza
rápida y fuertemente a las arcillas y a los ácidos húmicos. Las toxinas enlazadas
retienen sus propiedades insecticidas y se encuentran protegidas contra la
degradación microbiana al estar enlazadas a las partículas del suelo. Estas toxinas
pueden persistir en varios tipos de suelo por al menos 234 días. La presencia de la
toxina en exudados de maíz Bt ha sido verificada como activa en un bioensayo de
insecticidas utilizando del gusano de cuerno del tabaco (Manduca sexta).

Dada la persistencia y la posible presencia de exudados, existe el potencial de que


los microbios y la comunidad de invertebrados estén expuestos de forma prolongada
a estas toxinas. Por esto, se deben llevar a cabo estudios que evalúen los efectos de
las plantas transgénicas tanto en las comunidades microbianas y de invertebrados
como en los procesos que ellas median.3

Si los cultivos transgénicos alteran la biota del suelo y afectan a los procesos tales
como la descomposición de la materia orgánica y la mineralización, esto puede ser
de gran preocupación para los agricultores orgánicos y para la mayoría de los
agricultores pobres del mundo. Estos agricultores no pueden obtener, o no quieren
utilizar, fertilizantes químicos costosos. Ellos dependen de los residuos locales, de la
materia orgánica y, especialmente, de los organismos del suelo para mantener la
fertilidad del mismo (por ejemplo, especies de invertebrados, hongos o bacterias
clave) los cuales pueden ser afectados por las toxinas capturadas en el suelo. La
fertilidad del suelo puede ser reducida dramáticamente si los lixiviados de un cultivo
inhiben la actividad de la biota del suelo o disminuyen la tasa natural de
descomposición y liberación de nutrientes.
Conclusiones Generales y Recomendaciones

La información científica disponible generada independientemente sugiere lo


siguiente:

El uso masivo de cultivos transgénicos representa riesgos potenciales substanciales


desde un punto de vista ecológico.
Los efectos ecológicos no están limitados a la resistencia en las plagas o a la
creación de nuevas variedades de malezas o de virus.11
Los cultivos transgénicos pueden producir toxinas ambientales que se mueven a
través de las cadenas tróficas y que también pueden llegar al suelo y al agua,
afectando así a los invertebrados y probablemente a procesos tales como el ciclo de
nutrientes.3
En realidad, nadie puede predecir los impactos a largo plazo que pueden resultar de
la diseminación masiva de estos cultivos.
No se ha llevado a cabo suficiente investigación para poder evaluar los riesgos
ambientales y de salud de los cultivos transgénicos, lo cual es una tendencia
desafortunada. La mayoría de los científicos piensan que es crucial tener este
conocimiento antes de que las innovaciones biotecnológicas sean implementadas.
Existe una necesidad clara de evaluar más intensamente la severidad, la magnitud y
la amplitud de los riesgos asociados con la diseminación masiva de cultivos
transgénicos en el campo. Una gran parte de estas evaluaciones de riesgos deben ir
más allá de comparar campos de CGM con sistemas manejados tradicionalmente.
Los análisis deben incluir sistemas de cultivo alternativos que poseen diversidad de
cultivos y estrategias de bajo uso de insumos externos. Esto permitiría un análisis
real de riesgo y beneficio de los cultivos transgénicos en relación a las alternativas
conocidas y efectivas.

Es más, la homogenización a gran escala del paisaje agrícola con cultivos


transgénicos va a exacerbar los problemas ecológicos ya asociados a la agricultura
con monocultivos. La expansión sin barreras de esta tecnología a los países en
desarrollo puede ser poco sabia o indeseable. Existe cierta fortaleza en la diversidad
agrícola de muchos de estos países, la cual no debe ser inhibida o reducida por
extensos monocultivos, especialmente cuando las consecuencias de esta estrategia
puede resultar en serios problemas sociales y ambientales.2

El uso repetido de cultivos transgénicos en un área puede traer como resultado


efectos cumulativos, como los que resultan de la acumulación de toxinas en los
suelos. Por esta razón los estudios de evaluación de riesgos deben ser tanto
ecológicos (para poder capturar los efectos en los procesos a nivel de ecosistemas)
como también de una duración tal como para poder detectar los efectos cumulativos.
La aplicación de métodos de diagnóstico múltiple proveerá las evaluaciones más
sensibles y completas sobre el potencial impacto de los cultivos transgénicos en los
ecosistemas.

A pesar de que la biotecnología es una herramienta importante, existen hoy en día


otras alternativas para enfrentar los problemas que los CGM (desarrollados más que
todo para proveer ganancias económicas) fueron diseñados para resolver. Los
efectos positivos dramáticos que tienen la rotación de cultivos, los cultivos múltiples
y el control biológico en la salud de los cultivos, en la calidad del ambiente y en la
productividad agrícola, han sido confirmados repetidamente por las investigaciones.

La biotecnología debe ser considerada como una herramienta más que se puede
usar, siempre y cuando los riesgos ecológicos sean estudiados y decidido que sean
aceptables, conjuntamente con una serie de otras iniciativas destinadas a dirigir a la
agricultura hacia la sostenibilidad.17

© 2001, American Institute of Biological Sciences. Sobre el autor: El Dr. Miguel


Altieri enseña agroecología en el Departamento de Ciencias Ambientales, Políticas y
Manejo de la Universidad de California en Berkeley. Él es también asesor técnico
para el Consorcio Latinoamericano de Agroecología y Desarrollo en Santiago.
Además, el Dr. Altieri es Coordinador General del Programa de Redes y Extensión
Agrícola del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas. Él ha escrito
numerosos libros y artículos y se ha convertido en un vocero científico sobre los
riesgos ecológicos de la biotecnología agrícola.
http://www.cnr.berkeley.edu/divisions/ib/altieri.html

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