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LOS MÉTODOS DE LA FILOSOFÍA

HABERMAS A lo largo de la historia se han desarrollado diversos método filosóficos,


cada uno de los cuales aporta un modo de entender el objeto de la filosofía y también una
peculiar articulación de las fuentes de conocimiento, la razón y la sensibilidad, que hacen
posible alcanzarlo.

1. 1.Método empírico-racional.

Este método tiene su origen en Aristóteles y ha perdurado a lo largo de la historia hasta


nuestros días. En él se parte de la convicción de que contamos con dos fuentes de
conocimientos: los sentidos y el entendimiento. A través de ellas accedemos a dos niveles
de la realidad: el sensible y el inteligible. El primer nivel de la realidad está constituido por
los datos que nos proporcionan los sentidos; según estos datos la realidad es múltiple y
cambiante. Pero a partir de ellos el entendimiento concibe algo permanente en la realidad
por medio de la intuición y del razonamiento.

Este segundo nivel de la realidad es el de lo que las cosas son y lo que hace que sean.
Nuestro entendimiento lo expresa mediante conceptos o formas de ser y de decir lo que es,
llamadas categorías, entre las que tiene primacía la de sustancia, que es el sustrato básico de
cada cosa concreta. Es decir, el entendimiento capta que hay algo permanente, algo que no
cambia y que actúa como soporte (sustrato, sustancia) de todos los cambios que
experimenta una cosa. Para explicar esos cambios son necesarias tres nociones: la de “ser
en potencia”, aquello que cada ser todavía no es, pero puede llegar a ser; la de “ser en
acto”, lo que cada ser ya es, y la teoría de las causas: material, formal, eficiente y final,
como principios de la realidad.

Este método se denomina “empírico-racional”, porque empieza por la experiencia física del
cambio y del movimiento, y culmina en las elaboraciones del entendimiento, de manera que
“nada hay en el intelecto que antes no haya estado en los sentidos”. Pretende conocer lo que
es común, universal y necesario a todos los seres: el ser en tanto que ser.

1. 2.Método empirista.

El empirismo separa las dos fuentes de conocimiento que el método empírico-racional


considera necesarias: experiencia y razón.

La razón es la fuente adecuada para elaborar las ciencias formales como la lógica y las
matemáticas, porque las afirmaciones de estas ciencias son “verdades de razón”, es decir,
podemos descubrir su verdad o falsedad analizándolas racionalmente, sin necesidad de
recurrir a la experiencia. Por eso, las verdades de razón son analíticas, es decir, no
aumentan el conocimiento, sino que lo explican.
Sin embargo, las ciencias no formales, como las ciencias de la naturaleza y las ciencias
sociales, se componen de enunciados cuya verdad sólo puede comprobarse en la
experiencia. Sus verdades son “verdades de hecho”, y la fuente de conocimiento apropiada
es la experiencia. Las verdades de hecho son sintéticas, es decir, aumentan el conocimiento
por medio de la experiencia.

En este campo, la razón sólo puede relacionar y combinar unas sensaciones con otras, pero
nada nos asegura que estas construcciones coincidan con el mundo exterior al sujeto si no
recurrimos a la experiencia.

WITTGENSTEINEn general, es empirista toda filosofía según la cual el origen y el valor


de nuestros conocimientos dependen de la experiencia sensible y que, por tanto, se sirve del
método inductivo en la investigación.

Como no podemos llegar a conocer y explicar la totalidad de la realidad, la filosofía debe


explicar el origen de todos nuestros conocimientos, y su objeto será, pues, el
funcionamiento de la mente y de los mecanismos mentales, los sentimientos y las
costumbres; en definitiva, la “naturaleza humana”.

Los autores más destacados del empirismo clásico moderno son Locke, Berkeley y Hume
en los siglos XVII y XVIII, muy influyentes en las diversas formas del empirismo
contemporáneo.

1. 3.Método racionalista.

De las dos fuentes de conocimiento, el racionalismo, nacido en la Edad Moderna, afirma la


primacía de la razón. La razón puede darnos certeza de que los conocimientos elaborados
por ella son verdaderos por dos motivos:

• Lo primero que tenemos ante nosotros no son las sensaciones que vienen del exterior, sino
el entendimiento mismo: “nada hay en el intelecto que antes no haya estado en el sentido,
excepto el intelecto mismo”.

• Entre nuestras ideas, las más claras, evidentes y ciertas son las que proceden de la razón,
las ideas innatas, mientras que las que proceden de los sentidos son confusas e inciertas.

De ahí se deriva la primacía de la razón, que se constituye así en fuente y criterio del
conocimiento, aunque pueda tener también en cuenta lo dado a los sentidos.

Los principios del conocimiento son las verdades de razón que juzgan de lo verdadero y
conveniente, y nos infunde certeza sobre nuestros conocimientos, porque el afán de certeza
preside la indagación de los racionalistas.

Descartes encuentra el fundamento del conocimiento en una idea “clara y distinta” cuya
verdad es evidente: cogito ergo sum, “pienso, luego existo”.
Leibniz encuentra ese fundamento en dos principios: el de no-contradicción, “A no es no
A”, que es el fundamento de las verdades de razón, y el principio de razón suficiente, “nada
sucede sin razón”, fundamento de las verdades de hecho.

A partir de estos fundamentos, el método adoptado por el racionalismo clásico es la


combinación de intuición y deducción, según el modelo de la matemática, considerada la
ciencia racional más perfecta. Los autores más destacados son Descartes, Spinoza y Leibniz
en los siglos XVII y XVIII.

Ahora bien, hay diversos modos de entender la razón, y por ello no todo racionalismo
seguirá el ideal matemático ni intentará buscar fundamentos seguros para el conocimiento y
la acción. Éste es el caso del racionalismo crítico del siglo XX, creado por Karl Popper y
Hans Albert, según el cual, para mostrar que un conocimiento es verdadero
provisionalmente, es preciso ponerlo a prueba en la experiencia más que fundamentarlo.

1. 4.Método trascendental.

El método trascendental, creado por Kant en el siglo XVIII, no trata de indagar cuál es el
origen de nuestro saber, como ocurría con el empirismo y el racionalismo clásicos, sino de
fundamentarlo, de dar razón de él. Por ejemplo, puedo haber aprendido en mi familia que
no es bueno dañar a otros ni a mí mismo. El origen de este saber mío es mi familia. Sin
embargo, yo me pregunto: “¿es verdad esto?”. Y mi respuesta no puede ser: “es verdad
porque lo he aprendido en mi familia”, ya que con eso sólo estoy aludiendo al origen de mi
conocimiento. Si además, quiero fundamentarlo, tengo que dar una razón independiente de
la fuente de donde lo he aprendido.

Para dar razón de todo el saber racional humano es preciso intentar responder a tres
preguntas, que expresan los intereses de la razón.

*¿Qué puedo yo saber? Es la pregunta por mis posibilidades de conocer.

*¿Qué debo yo hacer? Es la pregunta por cómo debo orientar mi acción.

*¿Qué me es permitido esperar? Es la pregunta por cuál será el futuro de aquellos que
obran bien.

Estas tres preguntas se resumen en una última: ¿Qué es el hombre? El hombre es


conocimiento, acción y esperanza.

Para dar razón de nuestro saber en estos tres ámbitos es preciso descubrir las condiciones
de conocimiento, de acción y de esperanza que son comunes, universales y necesarias para
todos los individuos, para todo tiempo y lugar. Kant busca las condiciones que hacen que
podamos conocer, actuar y esperar, siendo este procedimiento lo que constituye lo más
propio y específico del método trascendental. Lo que busca en definitiva son las estructuras
y condiciones universales y necesarias sin las cuales ni son posibles, ni puede entenderse en
qué consisten el conocimiento, la acción y la esperanza. A este conjunto de estructuras y
condiciones es a lo que Kant llama sujeto trascendental.

Se produce así lo que se ha llamado la “inversión copernicana” en filosofía porque, de la


misma manera que Copérnico trató de explicar los movimientos del sistema solar
cambiando el punto focal, Kant intenta explicar nuestro saber cambiando de perspectiva: en
vez de hacerlo desde el ser, intenta explicar nuestros saber desde el sujeto.

Así Kant descubre que el ser humano cuenta con dos fuentes de conocimiento: la
sensibilidad y las facultades intelectuales. Las facultades intelectuales son tres: el
entendimiento, la razón y la facultad de juzgar.

PLATÓN*La sensibilidad es la capacidad de recibir impresiones. Por ella, dice Kant, “nos
son dados los objetos”, es decir, tenemos “intuiciones” que en el conocimiento humano
siempre son sensibles.

*El entendimiento es una facultad que elabora conceptos o categorías, por medio de los
cuales ligamos entre sí las impresiones sensibles, de modo que, en vez de captarlas como
un conjunto desordenado de sensaciones, las captamos de forma ordenada. Por ejemplo, las
personas cambiamos totalmente desde el nacimiento hasta la muerte y, sin embargo,
decimos de alguien que es él mismo, aunque antes fuera niño y ahora adulto, porque el
entendimiento liga la apariencia de niño y la de adulto mediante la categoría de sustancia:
la persona es una sustancia, que permanece siempre igual bajo los cambios accidentales que
nos muestran los sentidos. Gracias al orden que introduce el entendimiento en la
experiencia sensible podemos hacer ciencias como la física y la matemática.

*La razón es la fuente de las ideas. Las ideas son conceptos que no sirven para conocer el
mundo natural, pero son indispensables para ordenar nuestro conocimiento de dicho mundo
y para nuestra vida moral, política y religiosa. Kant señala tres ideas: la libertad en el
mundo, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. El entendimiento y la razón son
dos modos de usar la capacidad racional: el uso teórico, que nos permite construir la ciencia
natural, y el uso práctico, que abre el mundo de la moral y de la libertad.

*Por su parte, la facultad de juzgar nos permite un puente entre los mundos natural y moral.

La tarea emprendida por Kant será proseguida de diverso modo por otros representantes del
idealismo alemán, como Fichte y Hegel en los siglos XVIII y XIX. Pero el impulso de la
filosofía trascendental pervive en la filosofía contemporánea, de modo especial en la
pragmática trascendental de Apel y en la pragmática universal de Habermas.

1. 5.Método analítico-lingüístico.
El método de la llamada “filosofía del análisis del lenguaje” nace en el siglo XX. Sus
defensores consideran que la mayor parte de los problemas filosóficos se plantean porque
las expresiones filosóficas son imprecisas y oscuras y dan lugar a confusiones. Por eso, la
tarea de la filosofía será analizar el lenguaje y tratar de aclararlo. En general, estos filósofos
no pretenden conocer la realidad (el ser), ni investigan las capacidades o facultades del
conocimiento, como el racionalismo, el empirismo y Kant, sino que concentran su interés
en el lenguaje.

La filosofía analítico-lingüística ha seguido principalmente dos orientaciones:

*El análisis formal, lógico y semántico. La lógica es el lenguaje perfecto, ideal. Sin
embargo, las proposiciones de la lógica no dicen nada, no representan ningún estado de
cosas. Pero muestran las propiedades formales del lenguaje y del mundo. El error de la
filosofía consiste en que ha pretendido decir lo que sólo se puede mostrar: la estructura
lógica común al lenguaje y al mundo. Todo lo que se puede decir lo dicen ya las ciencias. A
la filosofía le compete específicamente la clarificación lógica de los pensamientos.

*El análisis del uso del lenguaje, propio de una lógica informal y pragmática. Considera
que hay diversas maneras de usar el lenguaje, a las que Wittgenstein denomina “juegos
lingüísticos”. Los juegos del lenguaje no son solamente maneras diferentes de utilizar los
recursos lingüísticos, sino que son modelos que describen situaciones comunicativas, por lo
que están estrechamente entrelazados con “formas de vida”.

Este método o estilo de filosofar, ligado a la tradición empirista inglesa, abarca desde el
llamado “análisis clásico” de Moore y Russell, que desembocó en el “atomismo lógico” de
Russell y del Tractatus de Wittgenstein, pasando por el neopositivismo del Círculo de
Viena, hasta el giro pragmático de las Investigaciones filosóficas de Wittgenstein y su
desarrollo en las escuelas de Cambridge y Oxford.

1. 6.Método hermenéutico.

L a palabra “hermenéutica” procede del vocablo griego hermeneuo, que significa


“interpretar” y “comprender”. En principio, la hermenéutica consistió en el arte de
interpretar y comprender el sentido de los textos, principalmente religiosos y jurídicos, pero
también literarios, científicos y filosóficos. Para ello es necesario conocer el contexto en
que se escribieron y los problemas a los que trataban de responder.

Sin embargo, en el siglo XIX y por obra de Schleiermacher, este arte se lleva más allá de
los textos y se universaliza: todas las acciones humanas, todos los acontecimientos
históricos necesitan ser comprendidos e interpretados, porque tienen un sentido.

Las ciencias sociales, que son las que se ocupan de las acciones humanas, no pueden
limitarse a tratar de explicar causalmente, como explicamos un fenómeno natural, sino que
han de intentar comprender el sentido de esas acciones e interpretarlo.
La hermenéutica, pues, se propone ante todo dos cosas.

*Mostar que el método de la ciencia moderna, preocupado por explicar causalmente


acontecimientos, es insuficiente para comprender la historia, porque el sentido no se
explica, sino que se comprende desde la experiencia.

*Intentar responder a la pregunta: ¿cómo es posible la comprensión?, es decir, ¿qué


elementos intervienen para comprender el sentido de las acciones humanas y de los
acontecimientos históricos?

La respuesta a estas cuestiones puede orientarse de dos formas, según el panorama de la


hermenéutica contemporánea:

*Desde una hermenéutica no normativa, que considera que la filosofía ha de conformarse


con descubrir los elementos que hacen posible la comprensión, como la tradición, el
lenguaje, el contexto, la historia, etc., entendiendo que todas las comprensiones son
distintas y no hay modo de “progresar en la comprensión”.

Aquí se situarían Hans Georg Gadamer con una hermenéutica experiencial y Richard Rorty
con una hermenéutica pragmatista y contextualista.

*Construyendo una hermenéutica normativa, como la del Karl-Otto Apel y Jürgen


Habermas, que intentan descubrir entre los elementos que hace posible la comprensión un
criterio desde el que criticar las “falsas comprensiones”.

Esto es posible gracias a las llamadas “pretensiones de validez del habla”. Son cuatro
pretensiones que acepta cualquiera que intenta comprender un mensaje lingüístico (un texto
o un discurso oral) y cualquiera que pretenda argumentar en serio. Así quien participe en un
proceso comunicativo lingüístico pretende con esa acción.

-verdad

-veracidad

-sentido(o inteligibilidad)

-corrección moral.

La historia hace a los hombres sabios; la poesía, ingeniosos; las matemáticas, sutiles; la
filosofia natural, profundos; la moral, graves; la lógica y la retórica, hábiles para la lucha

Autor: Francis Bacon

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