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Popularmente se considera que la educación ambiental nace como tal en la Conferencia de Naciones
Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo en 1972. Según se desprende de su Principio
19, puede entenderse que la educación ambiental es una educación en valores, aspecto en el que se
insistirá en el siguiente apartado. Desde su comienzo hasta la actualidad, y a través de las Conferencias
Internacionales de Naciones Unidas celebradas en Belgrado, Tbilisi, Moscú, Río de Janeiro, Tesalónica,
Johannesburgo, etc., la educación ambiental ha sufrido importantes cambios, que reflejan a su vez los
que se han dado en los ámbitos científicos, políticos y sociales. La educación ambiental ha evolucionado
desde su concepción inicial, donde el objetivo más destacado era la conservación del medio ambiente,
hasta ir dando progresivamente una mayor relevancia al aspecto social que condiciona el modo de
relacionarse con el medio. En el caso de España, los objetivos de la educación ambiental aparecen
recogidos en el Libro Blanco de la educación ambiental (1999: 28), y responden a los expresados en el
informe final de la Conferencia de Tbilisi, de 1977. Se propone que fomente, entre otros, los siguientes
aspectos en los educandos: el espíritu crítico, la toma de decisiones, el cambio de comportamientos,
la resolución de problemas, la participación ciudadana, la apertura interdisciplinar, la percepción del
medio ambiente como un todo diverso y complejo, entender la educación ambiental como un proceso
permanente, comprender el papel propio de la investigación científica y educativa, y la educación en
valores. La educación ambiental requiere de la acción formativa para la consecución de sus objetivos.
Ésta es entendida como la capacitación de las personas para mejorar como seres humanos y como
agentes de cambio social. Es necesaria una capacitación en conceptos, capacidades y destrezas para que
las actitudes y valores se vean renovados en cada educando, y se promueva ese cambio.
Belgrado // Tbilisi //
Tesalónica // Johannesburgo
Practica
"La educación es, a la vez, producto social e instrumento de transformación de la sociedad donde se
inserta. Por lo tanto, los sistemas educativos son al mismo tiempo agente y resultado de los procesos de
cambio social. Ahora bien, si el resto de los agentes sociales no actúa en la dirección del cambio, es muy
improbable que el sistema educativo transforme el complejo entramado en el que se asientan las
estructuras socioeconómicas, las relaciones de producción e intercambio, las pautas de consumo y, en
definitiva, el modelo de desarrollo establecido". Martínez, Jose Félix, 2001.
La educación ambiental, por tanto no debe limitarse a una reflexión filosófica y teórica, sobre todo,
significa concienciación, sensibilización y proposición de soluciones alternativas, la misma no se debe
quedar en las aulas, en las familias; debe extenderse a todos los espacios de socialización, tales como la
comunidad, los grupos formales e informales, los medios de comunicación; promoviendo acciones
concretas en pro de la solución de los problemas ambientales, basadas en modelos participativos.
De tal manera, la educación ambiental se erige como el valuarte hacia un planeta sustentable, aunque
las actuales condiciones socioeconómicas predominantes constituyen obstáculos inconmensurables
para el presente, el futuro puede representar la posibilidad de alcanzar de forma paulatina y progresiva
un incremento de concienciación mundial hasta alcanzar aquella masa crítica capaz de revertir los
actuales estilos de desarrollo hacia aquellos con aspiraciones de sustentabilidad.