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¿Es contagiosa?
¿La fiebre escarlata es contagiosa?, por desgracia, ¡¡sí!! Dicha bacteria se transmite
sin mayor remordimiento a través de la respiración, de la fricción con la piel, de la
evacuación de las fosas nasales o incluso, mediante un simple estornudo; ¡¡Las
posibilidades de contagio son elevadas!! Así que no lo dudes en demasía, y en la
medida de lo posible, protégete del germen que la provoca.
Así pues; en los primeros 2 días de contagio, podrás observar un evidente aumento
de la temperatura corporal que provocan altos indicios de fiebre elevada, dolor de
cabeza, constantes y repentinos temblores, náuseas acompañadas de vómitos e
incluso, un principio de amigdalitis y un impetuoso dolor de garganta, con una
consecuente hinchazón de la lengua y los ganglios del pescuezo.
A partir del 3 día, los famosos puntos rojizos entran en acción; esta erupción cutánea
suele originarse en la zona de la cara (tan sólo se libra la región que rodea a la boca) y
se extiende paulatinamente a través de la espalda, las axilas, la entrepierna, los
codos… en definitiva, por gran parte de la superficie corporal.
La lengua sufre una hinchazón bastante arraigada que inclusive, puede provocar
un agrandamiento de las papilas gustativas y una composición de tonalidad violeta
(lengua de frambuesa) en la mayor parte de la superficie del órgano en cuestión,
provocando a su vez, una clara inapetencia y dolor constante en el individuo.
Al finalizar la semana, es muy posible que los síntomas se empequeñezcan, es decir,
la fiebre disminuye, se reducen los vómitos, los temblores y en definitiva, el pequeño
de la casa debería encontrarse mucho mejor que en días anteriores.
Cada niño es un mundo, pero si los fármacos recetados han sido los adecuados, el
pequeño empezará en los días o semanas venideras, un proceso de
desprendimiento o descamación de la superficie cutánea empezando por el rostro
y prosiguiendo por el resto de las partes del cuerpo afectadas. La evolución de
la escarlatina en bebés puede ser diferente.
Debido a que los síntomas emergentes son muy comunes en gran variedad de
enfermedades, la realización de dicho frotis es de vital importancia, para poder
dictaminar las soluciones necesarias a emplear para paliar la enfermedad que se ha
originado.
Por norma general, todo aquel individuo que se ve afectado por la escarlatina,
generará una especie de anticuerpos que reduzcan de manera notable una segunda
posibilidad de verse afectado por la enfermedad en cuestión.
En el supuesto de que notes algunos de estos síntomas (no hace falta llegar al
sarpullido) ve inmediatamente al médico, Para los más curiosos…
La historia de la escarlatina
La historia de la escarlatina o fiebre escarlata está asociada a lo largo de la historia al
terror de la muerte infantil. En el siglo XIX, en pleno auge de la época Victoriana, se
calcula que llegó a afectar directamente la muerte de un tercio de todas las muertes de
niños ingleses de esa época. Era muy habitual en la Londres de hace dos siglos, ver
pasar pequeños ataúdes con el lema “fiebre escarlata”, para evitar que nadie se
acercara y se contagiara. Las familias afectadas eran vistas como los famosos
leprosos, y muchos consideraban que era algún tipo de castigo divino, por lo que
además del calvario de la enfermedad, tenían que soportar el estigma social aún
después de haberse curado.
Las bajas condiciones de higiene que afectaba al continente en el siglo XIX, y el poco
conocimiento médico ayudaron a propagar la enfermedad por toda Europa. Sin
remedios para poder atacarla, una vez una persona se contagiaba solo quedaba rezar
y esperar su destino. Algunos ungüentos y un paño caliente era lo único que se
suministraba al enfermo, y, aun así, de manera increíble algunos consiguieron vencer
la temible fiebre escarlata. Se calcula que en este período la mitad de los niños que
adquirían esta enfermedad fallecían a causa de la bacteria Estreptococo pyogenes.
3. que constatará la enfermedad que estas padeciendo tu o tu hijo (diferenciarlas de
otras afecciones como el sarampión o la varicela) y te recetará en el caso de sufrir
escarlatina, los antibióticos necesarios para eliminarla del cuerpo (no existe vacuna
escarlatina).
4. Tu hijo deberá prescindir durante al menos dos o tres días (después de la ingesta del
antibiótico e inicio de la curación) de ir a la escuela, puesto que es el principal núcleo
de contagio de esta enfermedad.
5. Durante los días de reposo, tanto tu como el niño debéis llevar un control inequívoco
de la toma del antibiótico (al menos 10 días), procurar descansar bastantes horas al
día, comprueba la temperatura del pequeño, mantén a toda costa un total aseo de las
manos y la cara, hidrata a tu hijo para que el dolor se apacigüe e impide en la medida
de lo posible, el contacto con diferentes utensilios, ropa o cualquier elemento que haya
estado utilizando el paciente.
6. Si el tratamiento ha sido el correcto en todos sus aspectos, la escarlatina periodo de
contagio debería desaparecer en su totalidad en un plazo de 2 semanas (aunque
veas que aún hay restos de descamación); En caso contrario, pueden generarse
enfermedades del tipo neumonía, fiebre reumática, glomerulonefritis… que deben ser
tratadas por el médico de manera inmediata (aunque este hecho es poco común) con
el objetivo de reducir estas complicaciones que se pueden agravar con el tiempo.
¡¡Más información!
Veréis a vuestro hijo dolorido y con una tonalidad bastante rojiza, no obstante, el
peligro de esta enfermedad está en desuso, por lo que pasareis unos días un poco
fastidiados “alrededor” del pequeño de la casa, pero, en breves, volverá a convertirse
en ese torbellino que alimenta el hogar.
La escarlatina en el mundo
En la actualidad gracias al avance de los antibióticos, los antisépticos y la higiene,
parecía que el tormento había quedado en las oscuras sombras de la historia, pero
parece que el problema está volviendo a aparecer, aunque no con la fuerza de antaño.
En 2015 se han encontrado 18.000 casos de escarlatina a lo largo del mundo. Esta
cifra es la mayor desde el año 1967 y países como el Reino Unido ha alzado la voz de
alarma con un aumento drástico de casos reportados en su sanidad pública. Los más
afectados son los tramos de edad de entre 5 y 13 años, y las autoridades desconocen
el motivo de este aumento.
El profesor Mark Walker, del Centro de Enfermedades infecciosas de Australia afirma
que durante los últimos 5 años ha habido más de 5.000 casos en Hong Kong, y un
aumento de 10 veces en China, llegando a los 100.000 afectador por la escarlatina. Se
calcula que solo en Inglaterra existen 600 nuevos casos por semana, y todavía no ha
llegado a su pico que se estima entre mayo y junio.
Pero lo que más preocupa a los científicos es que estas nuevas cepas de la
enfermedad parecen haber desarrollado algún tipo de resistencia a los antibióticos
convencionales y a un número de medicamentos que se recetan normalmente para
afecciones respiratorias.
Las causas hoy son un misterio, pero si se sabe que en realidad no se ha creado una
nueva cepa de escarlatina, ni ha habido una mutación de la célula original. Pueden
según opinan algunos científicos que simplemente se trate de un ciclo natural de
enfermedades que cada cierto tiempo tienen un período en el que brotan con más
fuerza. Esto ya ha ocurrido con anterioridad en varios casos, quizás el más reciente es
el mundialmente conocido del ébola entre el año 2014 y 2016 que llegó a causar
12.000 muertes directas en todo el mundo.
Otra opinión es que la causa está relacionada directamente con las bacterias, el
entorno natural en el que se cultivan, y los factores ambientales como la lluvia o la
temperatura. Al igual que el estado físico e inmunológico de todas aquellas personas
que la adquieren.
Esta última teoría puede tener su lógica, ya que se han detectado muchos más casos
en Asia que en América, es decir, que la enfermedad puede desarrollarse con más
fuerza en determinadas zonas geográficas con unas condiciones más amigables para
el desarrollo de la bacteria.
También por el nivel de vida de los habitantes de la zona, aquellos países más
avanzados tendrán más defensas contra la enfermedad que en países más pobres
donde el estado físico e inmunológico de sus habitantes será peor. Aunque el caso de
que una nación del primer mundo como Reino Unido sea uno de los países más
afectados por la enfermedad puede descartar en parte esta teoría.
Nadie se debe llevar por el pánico, pero lo que sí tenemos claro es que la escarlatina
no se ha ido, y conviene prestarle una gran importancia sobre todo en nuestros hijos
menores de 13 años. La historia siempre es un vivo ejemplo de lo que puede producir
una enfermedad descontrolada si no se toman las medidas adecuadas.
Debemos de tener claro que una de las formas del contagio de la escarlatina es a
través de la saliva o de esas pequeñas gotas de saliva que expulsamos al
hablar. Debemos de tener cuidado de no entrar en contacto con estas pequeñas gotas
o de mantener relaciones con ningún adulto (incluidos los simples besos) que esté
padeciendo la escarlatina en esos momentos, aun cuando la fiebre esté remitiendo.
Lo mejor a la hora de estar en presencia de un enfermo de escarlatina, ya sea en un
centro de salud o en nuestro propio hogar, es el empleo de mascarillas para prevenir
el contacto de la saliva.
Debemos mantener nuestras defensas y nuestro cuerpo sano y en forma… por este
motivo no debemos desprevenir nuestras dosis diarias de vitamina C, la cual se
puede encontrar en muchas de las frutas que acompañan la dieta mediterránea, tales
como las naranjas, l Para los más curiosos…
La historia de la escarlatina
La historia de la escarlatina o fiebre escarlata está asociada a lo largo de la historia al
terror de la muerte infantil. En el siglo XIX, en pleno auge de la época Victoriana, se
calcula que llegó a afectar directamente la muerte de un tercio de todas las muertes de
niños ingleses de esa época. Era muy habitual en la Londres de hace dos siglos, ver
pasar pequeños ataúdes con el lema “fiebre escarlata”, para evitar que nadie se
acercara y se contagiara. Las familias afectadas eran vistas como los famosos
leprosos, y muchos consideraban que era algún tipo de castigo divino, por lo que
además del calvario de la enfermedad, tenían que soportar el estigma social aún
después de haberse curado.
Las bajas condiciones de higiene que afectaba al continente en el siglo XIX, y el poco
conocimiento médico ayudaron a propagar la enfermedad por toda Europa. Sin
remedios para poder atacarla, una vez una persona se contagiaba solo quedaba rezar
y esperar su destino. Algunos ungüentos y un paño caliente era lo único que se
suministraba al enfermo, y aun así, de manera increíble algunos consiguieron vencer
la temible fiebre escarlata. Se calcula que en este período la mitad de los niños que
adquirían esta enfermedad fallecían a causa de la bacteria Estreptococo pyogenes.