Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Hegel
Hay otro elemento integrador del concepto dentro del arte de protesta, el cual es el
símbolo. Éste se configura otorgando una nueva forma, sin embargo en este
momento es imposible encontrarla debido a la pérdida de la historicidad, por lo que
el simbolismo se adjunta a causas filosóficas –claro, en el mejor de los casos como lo
fueron los decadentes del siglo XIX- pero que durante la segunda mitad del siglo XX
hasta el día de hoy, suman fuerzas ante posturas encontradas en enemigos comunes.
Veámoslo en un performance de mujeres desnudas que gritan histéricas en las calles
de Buenos Aires, en contra de los hombres; en las protestas anti taurinas, donde un
hombre se arroja a abrazar a un toro maltrecho y compartir con él, dignamente, los
últimos momentos de vida del animal; en las exposiciones de sombrillas y listones
amarillos en protesta contra la violencia en China; en el vómito sobre un lienzo
donde una mujer se pronuncia en contra de los estereotipos de belleza femenina, los
cuales generan que mujeres obesas sean fanáticas de la bulimia; en pedazos de
mierda enlatados que se pronuncian en contra del mercado artístico, o en cuadros
pintados totalmente de negro, expuestos en consagradas galerías donde se protesta
en contra de la guerra. El arte poshistórico es el arte de “ir en contra de”, por lo que
todo arte es permisible y válido dentro de la sobrevaloración del símbolo, lo cual no
sólo rompe con la reivindicación de la obra, el hombre y el mundo, sino que anula
toda percepción y satisfacción estética.
Otro aspecto importante es la recurrencia al uso del impacto como eje de atracción,
lo cual genera que la “experiencia” solamente exista en el lapso del grito de las
mujeres y el cuerpo desnudo, en las lágrimas del hombre junto al animal, o en
interjecciones: “¡ah!”, “!oh!”, al contemplar un cuadro vomitado, o pintado
totalmente de negro. El simbolismo y el impacto hacen que desaparezca el contenido
mismo, por lo que tal arte es un acto meramente absurdo y estúpido.
Lo que estas expresiones intentan mostrar, no es la protesta en sí, pues como se ha
dicho el contenido se anula a sí mismo, sino enmarcar, por medio del impacto, que
el protestante está en el lado correcto de la historia, que su postura moral es superior,
sensible, humanista, filantrópica e igualitaria. No intentan contrarrestar las
complejidades y paradojas morales del presente, sino irrumpir en contra de ellas por
medio de un discurso simbólico y carente de contenido. Su deseo refleja la vana
pretensión de mostrar el camino correcto, donde la historia es una irrupción violenta
contra el buen sentido, donde el pasado es un lastre innecesario, repleto de
estereotipos, opresión y violencia. Ellos, los “correctos”, son la manifestación
encarnada capaz de presentar conceptos inocuos de valor trascendente en una obra
de arte.