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TEMA 1.El siglo XIX.

Romanticismo y Realismo
El siglo XIX fue la época en la que se gestó el modelo político, económico y social por el que se rigen las
sociedades actuales más desarrolladas. El sistema parlamentario y la economía de mercado, que
caracterizan a los sistemas democráticos modernos, se afianzaron durante este período; y también arraigó
en esta época la división de la sociedad en clases basadas en la posesión de la riqueza. Buena parte de
estos cambios fueron consecuencia del triunfo en Europa de las ideas liberales impulsadas por la burguesía
en el siglo XVIII.
Un hecho trascendental a lo largo del siglo fue la revolución industrial. La aparición de las fábricas y de
los nuevos modos de producción hizo que la población tendiera a concentrarse en las ciudades y que
surgiera una nueva clase social: el proletariado o clase obrera. Las condiciones de vida a veces
infrahumanas en las que vivían los obreros fueron el caldo de cultivo en el que se gestaron doctrinas como
el socialismo, el marxismo y el anarquismo.

Dentro del siglo XIX pueden diferenciarse dos etapas, que se


corresponden con dos visiones diferentes de la realidad y del
arte: la primera mitad del siglo fue un período de grandes
cambios políticos protagonizados por la burguesía, y en ella
predominó una actitud más combativa y más idealista; en la
segunda mitad del siglo, en cambio, se asiste a un cambio de
orientación de la burguesía hacia posiciones más
conservadoras, y con ello se impone una visión más realista
de la sociedad.
En correspondencia con esas dos etapas se distinguen en este
siglo dos corrientes literarias: el Romanticismo y el Realismo.
• El Romanticismo responde al impulso revolucionario y
transformador de la primera mitad del siglo. Se caracteriza
por la exaltación del individuo y el culto a la libertad
creadora, reflejo de la libertad política que se defiende. La
imaginación es la suprema facultad de la inteligencia, no ya
sólo para comprender la realidad, sino para crear un
universo distinto, fruto de la ensoñación, en la obra literaria.
Y esa imaginación encuentra su mejor cauce en la lírica y el
drama, que son los géneros más cultivados durante el período
romántico.
 El Realismo, por el contrario, responde a ese cambio de
actitud que se registra en la burguesía desde mediados de
siglo. Frente a la exaltación de la fantasía y del individuo
propia de los románticos, los escritores realistas se
preocupan por la descripción minuciosa de la realidad y
muestran interés por el análisis de los comportamientos hu-
manos en sociedad. Por eso, la novela es el género literario
preferido por los autores realistas.
El importante desarrollo científico que se experimenta en la
segunda mitad del siglo XIX, sobre todo en el ámbito de la
Biología y de las Ciencias Naturales, tuvo también su reflejo
en literatura. Bajo esta influencia surgió en las dos últimas
décadas del siglo una corriente literaria derivada del
Realismo: el Naturalismo. Los escritores naturalistas
defienden que el comportamiento de cada individuo está
determinado por las leyes de la herencia y por el medio en que se desarrolla. La novela entonces se centra
en el estudio de las reacciones y conductas de unos seres humanos que viven en condiciones adversas.

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El Romanticismo en España. Marco histórico
El siglo XVIII, el llamado Siglo de las luces, había proclamado el predominio de la razón en todos los
órdenes de la vida. Incluso la creación artística estaba sujeta a unas normas estrictas dictadas por la razón.
Sin embargo, en el último cuarto del siglo se aprecia en muchos países, especialmente en Alemania, una
reacción en el ámbito del pensamiento y del arte, que consiste en anteponer los sentimientos a la razón, el
individuo al Estado, la inspiración a las reglas. Ese cambio de actitud es lo que en literatura da origen al
Romanticismo.
En España, el triunfo del Romanticismo se produjo más tarde que en el resto de Europa debido a las
circunstancias políticas que se viven en el primer tercio del siglo XIX, especialmente la llamada guerra de
la Independencia (1808-1814) y el reinado de Fernando VII (1814-1833).
Cuando Fernando VII llegó al trono en 1814 tras la derrota de las tropas napoleónicas, inició una
persecución contra los liberales, partidarios de limitar el poder real mediante una Constitución que
asegurara ciertos derechos a los ciudadanos. Muchos liberales se vieron obligados a exiliarse a Inglaterra y
a otros países europeos, donde vivieron en contacto con el movimiento romántico. Tras la muerte del rey,
en 1833, se promulgó en España una amnistía que permitió el regreso de los exiliados, y fue entonces
cuando el Romanticismo se impuso en España.
Así pues, el desarrollo del Romanticismo se produjo en España entre 1833 y 1850, cuando ya había
comenzado su declive en Europa. En la segunda mitad del siglo sólo queda como resto la obra de dos
románticos tardíos: Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro.
Características del Romanticismo
El Romanticismo implica una profunda renovación en los temas, los géneros y el estilo.
Los temas
 El individuo y la libertad. La literatura romántica refleja una visión idealista, que se caracteriza por la
exaltación del individuo. El yo subjetivo, los propios sentimientos y deseos, se convierte en el tema
romántico por excelencia. Y a la vez se proclama el derecho a la libertad en todos los aspectos de la vida,
de modo que se rechaza toda norma o regla que limite la libertad artística, política, económica o religiosa.
Un escritor romántico, Mariano José de Larra, expresa así esta idea:
“Libertad en literatura, como en las artes, como en la industria, como en el comercio, como en la
conciencia. He aquí la divisa de la época”.
La exaltación del individuo frente a la sociedad se manifiesta también en la admiración de los románticos
hacia los seres que viven al margen de las convenciones sociales: el pirata, el ladrón, el verdugo, el
condenado a muerte...

 El amor trágico. Entre los sentimientos que se exaltan destaca el amor. A veces, el amor surge como una
pasión que se enfrenta a cualquier barrera y que conduce al desencanto, el escepticismo, el hastío. Otras
veces, el ser amado se presenta como una ensoñación, como un ideal inalcanzable. Se trata en todo caso
de un amor trágico, truncado por las normas sociales o por un destino adverso.
 El enfrentamiento con la realidad. El choque entre los ideales y la realidad provoca decepción y,
desengaño, y lleva con frecuencia al suicidio. Esa es la idea que se manifiesta en estos versos de José de
Espronceda:
“Y encontré mi ilusión desvanecida
y eterno e insaciable mi deseo:
palpé la realidad y odié la vida.
Sólo en la paz de los sepulcros creo”.
 El gusto por lo sobrenatural. La muerte, el más allá, las historias de aparecidos, las ruinas y los
ambientes cargados de misterio son muy frecuentes en la literatura romántica.
 El interés por lo popular y lo nacional. Los románticos sienten gran interés por todo aquello que
interpretan como manifestaciones genuinas del alma de los pueblos. Las costumbres y canciones
populares, los romances y leyendas, la historia, y muy especialmente la época medieval, son objeto de
interés para ellos.
2
Los géneros
El interés por los sentimientos hace que la lírica y el drama sean los géneros preferidos por los
románticos. Y junto a ellos hay un resurgir de la poesía narrativa, especialmente del romance de asunto
histórico, y de la novela histórica, género que alcanza un notable auge en Europa.
El estilo
Frente a las normas neoclásicas, los románticos defienden la originalidad y el genio creador. Esa
postura se manifiesta en la mezcla de géneros o de prosa y verso en el teatro, en la mezcla de versos de
distinta medida en la poesía, en la creación de nuevas estrofas... La originalidad y la fantasía se convierten
durante el Romanticismo en un criterio de valoración de la obra literaria.
Los románticos utilizan con frecuencia un lenguaje muy vivo, con numerosas interrogaciones y
exclamaciones, que contribuyen a subrayar los sentimientos. Cuando representan la naturaleza, eligen
también paisajes acordes con esos sentimientos atormentados: ambientes nocturnos, lugares agrestes de
riscos escarpados, sombríos y espesos bosques o una mar embravecida. Veamos un ejemplo de una leyenda
de Gustavo Adolfo Bécquer:
“La noche es oscura. El viento muge y silba, sacudiendo las gigantes ramas del baobab de las selvas.
Los genios blanden sus cárdenas espadas de fuego sobre las nubes, en que se les ve pasar cabalgando. El
trueno retumba, dilatándose de eco en eco en los abismos de las cordilleras”.

Los modelos del Romanticismo en Europa (Ampliación)


Algunos de los modelos esenciales del Romanticismo proceden del escritor alemán Johann Wolfgang Goethe
(1749-1832), autor de Fausto y Las cuitas del joven Werther.
 Fausto es una obra dramática considerada como una de las cumbres de la literatura universal. Su protagonista,
llevado por el ansia de vivir intensamente y un ardiente deseo de conocer, vende su alma a Mefistófeles. Tanto
el afán de conocimiento como el componente diabólico del héroe dejaron una honda huella en la literatura
romántica.
 Las cuitas del joven Werther es una novela epistolar en la que un joven se suicida por amor. Werther se convirtió
para los románticos en un modelo no sólo literario, sino también vital.
Otro autor romántico influyente fue Lord Byron (1788-1824), un escritor que rechazó la férrea moral de la
Inglaterra de su época y protagonizó escándalos notorios. Muchos críticos han señalado la influencia de este autor
en la atracción que algunos poetas como José de Espronceda sintieron por la figura del rebelde.

El Realismo en España. Marco histórico


En 1843, con 13 años de edad, fue proclamada reina de España Isabel II, hija de Fernando VII. Bajo su
reinado (1843-1868), la burguesía se consolida como la clase social más influyente, desplazando
progresivamente a la nobleza. Pero es una burguesía que, a medida que obtiene poder y prestigio, va
adoptando posiciones más conservadoras. De hecho, el reinado de Isabel II fue, salvo el período 1854-1856,
una sucesión de gobiernos conservadores impuestos con frecuencia por la vía del pronunciamiento militar.
En 1868 los militares progresistas llevaron a cabo un pronunciamiento contra Isabel II, que finalizó con el
exilio de la familia real. Comenzó entonces un período de seis años, el llamado Sexenio Revolucionario,
durante el cual se promulgó una Constitución, que recogía el sufragio universal y la libertad de religión y de
prensa, y se proclamó la Primera República (1873).
El Sexenio se cerró con un nuevo pronunciamiento militar, por el que se restauraba en el trono a los
Borbones en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II. A partir de este momento se abre un período de
estabilidad, caracterizado por la alternancia pacífica en el poder de liberales y conservadores.
Durante estos años se produjeron un conjunto de transformaciones sociales, que tuvieron su eco en la
literatura; entre ellas cabe citar el desarrollo de las clases medias urbanas y la aparición de un público lector
más numeroso como consecuencia de la extensión de la enseñanza a amplias capas sociales. Las
preocupaciones y los ambientes de esas clases medias se convierten en tema literario y de ese modo nace el
Realismo.

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Características del Realismo
A diferencia de los románticos, que se interesaban por el mundo interior, los escritores realistas se
centraron en la observación y descripción meticulosa del mundo exterior. Por eso, el Realismo se distingue
por los siguientes rasgos:
 Interés por la realidad. El autor no puede estar ajeno a los cambios sociales que se producen e intenta
retratar la sociedad de la época, sus contradicciones y conflictos. Y para ello se sirve de la novela, el
género predilecto de los escritores del Realismo.
 Tendencia a la objetividad y al verismo. El retrato de la realidad ha de hacerse mediante la presentación
de ambientes, comportamientos y diálogos reales o, cuando menos, creíbles. Por eso, el autor recurre con
frecuencia a la observación como procedimiento creativo. En correspondencia con esa actitud abundan las
descripciones y se cuidan los diálogos, procurando que cada personaje se exprese conforme a su
educación y su forma de ser.
 La pretensión de objetividad no impide que la voz del autor tenga un peso considerable en el relato. El
narrador posee una visión global de los hechos, conoce los pensamientos y comportamientos de todos los
personajes e interviene con sus propias observaciones acerca del desarrollo de los acontecimientos.
Fases del Realismo español
 En la evolución del Realismo español se suelen diferenciar tres fases: el Prerrealismo, el Realismo v el
Naturalismo.
 El Prerrealismo se inicia con la publicación en 1849 de La Gaviota, de Fernán Caballero. Durante esta
fase se escribe un tipo de novela de tintes costumbristas, en la que se ofrece una visión idealizada de la
realidad. La obra tiene con frecuencia una intención moralizante: el autor convierte a sus personajes en
símbolos de una clase o de una ideología y juzga moralmente sus acciones. Los principales representantes
de esta corriente son Fernán Caballero, seudónimo con el que firmaba sus obras Cecilia Böhl de Faber, y
Pedro Antonio de Alarcón, autor de una de las mejores novelas cortas del siglo XIX: El sombrero de tres
picos.
 El Realismo propiamente dicho se inicia con la publicación en 1868 de La Fontana de Oro, de Benito
Pérez Galdós. En esta etapa, el narrador adopta una actitud más objetiva hacia sus personajes, y el retrato
psicológico se convierte en motivo central. Los autores más destacados del Realismo son Juan Valera y
Benito Pérez Galdós.
 El Naturalismo es una derivación del Realismo que surge en España hacia 1880, con la publicación de La
desheredada, de Benito Pérez Galdós. En el origen de este movimiento está la obra del novelista francés
Émile Zola, quien entiende que el ser humano está determinado por las leyes de la herencia y el influjo del
medio en el que se desarrolla.
Los escritores naturalistas van más allá de la mera descripción objetiva de la sociedad e intentan explicar
con crudeza las causas de los comportamientos más degradantes del ser humano. La mirada del autor se
vuelve entonces hacia los sectores sociales más desfavorecidos y hacia los aspectos más sórdidos de la
realidad. Los principales escritores naturalistas fueron Benito Pérez Galdós, Leopoldo Alas «Clarín» y
Emilia Pardo Bazán.

El resurgimiento de las literaturas catalana y gallega

El siglo XIX supone la revitalización de la literatura en lengua catalana y en lengua gallega después de unos
siglos de abandono. Los autores románticos, con su interés por lo tradicional, lo popular y lo local, vuelven su
vista hacia el catalán y el gallego, que permanecen vivos entre el pueblo, y comienzan a utilizar ambas lenguas en
la expresión literaria. De resultas de este primer impulso romántico, nacen en Cataluña y en Galicia dos
fenómenos literarios similares:
• En Cataluña, surge la llamada Renaixenca (Renacimiento), que tiene sus mejores representantes en el
poeta Jacint Verdaguer, el dramaturgo Ángel Guimerá y el novelista Narcís Oller.
• En Galicia, se desarrolla el movimiento conocido como Rexurdimento (Resurgimiento), que tuvo a sus
mejores y más destacados representantes en la figura de tres poetas: Rosalía de Castro, Manuel Curros Enríquez y
Eduardo Pondal.
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TEMA 2.La lírica romántica
La lírica romántica. Características:
Frente al equilibrio clásico, la sujeción a las normas y el didactismo que habían dominado la literatura del siglo
XVIII, los románticos defendieron la libertad de formas y la irracionalidad en la creación poética. Y en consonancia
con esas ideas surge una poesía cargada de subjetividad, en la que el poeta se deja arrastrar por sus sentimientos.
La poesía romántica muestra innovaciones en la métrica, en los géneros y en el estilo.
 Uno de los rasgos que caracteriza a la poesía romántica es el gusto por la polimetría, es decir, por el empleo de
diversos metros y estrofas en un mismo poema. También se revitaliza el uso de los metros populares,
especialmente del octosílabo y otros versos de arte menor.
Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
JOSÉ DE ESPRONCEDA
 El rechazo de las normas se manifiesta en la mezcla de géneros. El escritor José de Espronceda, por ejemplo,
define su obra El estudiante de Salamanca como un cuento, aunque en realidad es un poema narrativo con
algunos rasgos teatrales. Hay, además, un gusto por lo narrativo, que está en la base de la recuperación del
romance.
 Los poetas emplean un estilo retórico, en el que abundan los adjetivos, las exclamaciones y los apóstrofes, y
hacen de la naturaleza un uso simbólico, como reflejo de sus propios sentimientos.
Para y óyeme, ¡oh sol!, yo te saludo
y extático ante ti me atrevo a hablarte.
JOSÉ DE ESPRONCEDA
En la segunda mitad del siglo XIX, Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro, poetas a los que se define como
posrománticos o románticos tardíos, dan a la lírica un tono más intimista.

José Espronceda
Uno de los poetas más característicos del Romanticismo fue José de Espronceda.
Espronceda nació en 1 8 0 8 en Almendralejo (Badajoz), cuando sus padres huían de la invasión napoleónica. Desde
su infancia se distinguió por una actitud contraria al absolutismo. En 18 2 3 , con tan sólo 15 años, fundó con algunos
compañeros de colegio la sociedad secreta «Los Numantinos», con la intención de conspirar contra Fernando VII. Pocos
años después se exilió a Portugal, y de allí pasó a Inglaterra y a Francia. En el exilio conoció a Teresa Mancha, mujer
con quien mantuvo una tempestuosa relación y a la que dedicó un famoso canto titulado A Teresa. En 1 8 3 3, una vez
muerto Fernando VII, volvió a España y participó en política. Murió en Madrid en 1842.

La obra. El estudiante de Salamanca


Espronceda destacó especialmente por su obra poética, en la que se incluyen un conjunto de canciones dedicadas
a seres marginales de la sociedad -el pirata, el verdugo, el mendigo, el reo de muerte...- y dos largos poemas narrativos:
El estudiante de Salamanca y El diablo mundo. Esta última obra contiene el mencionado canto A Teresa, una sentida
elegía que el autor escribe bajo la impresión que le causa ver el cadáver de Teresa Mancha, que unos años antes le
había abandonado.
¿Por qué volvéis a la memoria mía,
tristes recuerdos del placer perdido,
a aumentar la ansiedad y la agonía
de este desierto corazón herido?
¡Ay! que de aquellas horas de alegría
le quedó al corazón sólo un gemido,
y el llanto que al dolor los ojos niegan
lágrimas son de hiel que el alma anegan.
JOSÉ DE ESPRONCEDA

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El estudiante de Salamanca es probablemente el más logrado de los poemas extensos de Espronceda. En él se narra
la leyenda de don Félix de Montemar, joven libertino al que el poeta define como «segundo don Juan Tenorio, / alma
fiera e insolente, / irreligioso y valiente, / altanero y reñidor, quien seduce a Elvira y posteriormente la abandona.
Elvira muere de dolor y su hermano desafía a don Félix, pero muere en la pelea. La misma noche del duelo, don Félix
persigue por las calles de la ciudad el espectro misterioso de una mujer, que no es otra que doña Elvira. Al final, don
Félix se desposa con el esqueleto de doña Elvira en una ceremonia alucinante a la que asisten numerosos esqueletos
que bailan a su alrededor.
Espronceda consigue crear en esta obra una ambientación irreal, misteriosa y lúgubre, muy del gusto de los
románticos. Tanto las acciones como los diálogos tienen una gran fuerza dramática. Un buen ejemplo de la
teatralidad del poema es el pasaje en que don Félix descubre que la misteriosa mujer objeto de su persecución es un
esqueleto:
Y ella entonces gritó: ¡Mi esposo! Y era
(¡desengaño fatal!, ¡triste verdad!)
una sórdida, horrible calavera,
¡la blanca dama del gallardo andar!
Gustavo Adolfo Bécquer:
En la segunda mitad del siglo XIX, el Romanticismo pervive en la obra de dos poetas que adoptan una línea
intimista: Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Ambos pertenecen a la mejor tradición de la lírica española.
Gustavo Adolfo Domínguez Bastida nació en Sevilla en 1836. Adoptó el apellido Bécquer de uno de sus abuelos
de origen holandés. Pertenecía a una familia de pintores y desde muy temprana edad compaginó la literatura con el
aprendizaje de la pintura. Con dieciocho años se trasladó a Madrid, donde trabajó escribiendo en periódicos y
adaptando obras extranjeras. En 1858 se enamoró de Julia Espín, hija de un compositor, y, aunque su amor no fue
correspondido, todo parece indicar que fue esta mujer quien le inspiró sus célebres rimas. Murió en Madrid en 1870,
con 34 años de edad.
A pesar de su corta vida, Bécquer escribió varias obras, entre las que destacan dos: las Rimas y las Leyendas.

Las Rimas
La poesía de Bécquer se publicó en 1871 de forma póstuma. El autor había entregado al político y periodista Luis
González Bravo, por entonces primer ministro, un manuscrito con sus poemas, pero éste se perdió en un incendio.
El poeta reescribió el libro y compuso un nuevo manuscrito: El libro de los gorriones. Tras la muerte de Bécquer, sus
amigos reordenaron ese poemario de modo que las poesías, las llamadas rimas, reflejaran el proceso de una historia
de amor y lo publicaron bajo el título de Rimas.
Las rimas son poemas breves, de tono popular y gran musicalidad, que versan sobre la creación poética o sobre
el amor. Están organizadas en cuatro bloques:
 Rimas I a VIII. Tratan sobre la poesía, el acto de la creación y el poeta:
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
• Rimas IX a XXIX. Tienen por tema el amor visto de una forma esperanzada y alegre:
Oigo flotando en olas de armonía
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran... ¿qué sucede?
-Es el amor que pasa.
 Rimas XXX a LI. Se centran en el desengaño amoroso:
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
 Rimas LII a la LXXVI. Giran en torno a la soledad, el dolor y la muerte, tratados con un tono angustiado:
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.
Bécquer crea en sus rimas una nueva forma de expresión poética, caracterizada por el tono intimista y
melancólico, el simbolismo y una sencillez opuesta al retoricismo y la exaltación de los primeros románticos. Él
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mismo concibe sus poemas como muestras de una poesía «natural, breve, seca, que brota del alma como una
chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye; y desnuda del artificio, [...] despierta [...] las mil
ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía». Por su simbolismo y su esencialidad, esta poesía ejerció
un fuerte influjo en la poesía moderna, especialmente en autores como Juan Ramón Jiménez o los escritores de la
Generación del 27.
Las Leyendas

Las Leyendas son un conjunto de relatos en prosa, frecuentemente de origen folclórico, en los que predominan los
elementos maravillosos. En ellos se recrea una atmósfera de misterio en la que la realidad cotidiana se confunde
con lo fantástico y lo sobrenatural.
Bécquer escribió dieciocho leyendas, entre las que destacan El Monte de las Ánimas, Maese Pérez el organista, El
rayo de luna, Los ojos verdes y La corza blanca. Todas ellas son relatos llenos de lirismo que se encuentran entre los
mejores de la literatura fantástica española.

Roxalia de Castro y el Rexurdimiento (Ampliación)


La figura más importante de la lírica del Rexurdimento fue Rosalía de Castro (1837-1885). Su obra literaria
comprende dos libros en gallego, Cantares gallegos y Follas novas, y un libro en castellano, En las orillas del
Sar.
Su poesía, al igual que ocurre con la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, se inscribe dentro de la poesía intimista
de la segunda mitad del siglo XIX. Rosalía de Castro adoptó un tono sencillo, directo y sentimental, y despojó
al Romanticismo español de los excesos altisonantes y exaltados que lo habían caracterizado en sus inicios,
dando un nuevo aliento más sincero y moderno a los poemas.

La escritora tomó muchos elementos de la poesía popular y del folclore gallego, inspirándose en gran
medida en las formas de la poesía tradicional gallega que habían permanecido olvidadas durante siglos. Su
labor fue decisiva en la revitalización de la literatura en lengua gallega.
La figura más importante de la lírica del Rexurdimento fue Rosalía de Castro (1837-1885). Su obra literaria
comprende dos libros en gallego, Cantares gallegos y Follas novas, y un libro en castellano, En las orillas del
Sar.
Su poesía, al igual que ocurre con la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, se inscribe dentro de la poesía intimista
de la segunda mitad del siglo XIX. Rosalía de Castro adoptó un tono sencillo, directo y sentimental, y despojó
al Romanticismo español de los excesos altisonantes y exaltados que lo habían caracterizado en sus inicios,
dando un nuevo aliento más sincero y moderno a los poemas.

La escritora tomó muchos elementos de la poesía popular y del folclore gallego, inspirándose en gran
medida en las formas de la poesía tradicional gallega que habían permanecido olvidadas durante siglos. Su
labor fue decisiva en la revitalización de la literatura en lengua gallega.

Cantarte hei,Galicia, Que así mo pedieron

teus dulces cantares, que así mo mandaron

que así mo pedieron que cante e que cante

na beira do mare. na lengua que eu falo

Cantarte hei, Galicia,

na lengua gallega,

consolo dos males,

alivio das penas.

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TEMA 3. EL teatro romántico
El drama romántico. Características:
El drama es uno de los géneros preferidos por los románticos. De hecho, es el estreno en 1835 del drama Don
Álvaro o la fuerza del sino el que marca el triunfo del Romanticismo en España.
Éstos son los rasgos más relevantes del teatro romántico:
 El dramaturgo rechaza la preceptiva clásica y proclama la total libertad creadora. Lejos de ajustarse a los
moldes del género, el escritor mezcla lo trágico y lo cómico, la prosa y el verso, los versos de distinta medida.
Tampoco respeta las unidades de lugar, tiempo y acción, y generalmente distribuye la trama en cinco actos.
 Las obras tratan con frecuencia asuntos que se desarrollan en una época lejana o en una cultura exótica.
 El amor trágico en abierto conflicto con las convenciones sociales, la lucha del individuo por la libertad y la
fuerza del destino son los temas preferidos.
 El protagonista suele ser un héroe misterioso marcado por un destino trágico que le aboca a la catástrofe final.
 La acción se desarrolla con preferencia en ambientes lúgubres y retirados: cementerios, mazmorras, paisajes
abruptos... Las acotaciones cuidan especialmente la ambientación y los efectos escénicos.
Los principales dramaturgos románticos fueron Ángel de Saavedra, duque de Rivas, y José Zorrilla.

El duque de Rivas
Ángel de Saavedra nació en Córdoba en 1791. Luchó contra los franceses en la guerra de la Independencia y,
como otros muchos liberales, sufrió exilio durante el reinado de Fernando VII. A su vuelta a España desarrolló una
importante actividad política y llegó a desempeñar el cargo de ministro. Murió en Madrid en 1865.
La obra. Don Álvaro o la fuerza del sino

La obra literaria del duque de Rivas comprende diversas leyendas en verso, algunos romances extensos y varias
obras teatrales, entre las que destaca la anteriormente mencionada Don Álvaro o la fuerza del sino.
Don Álvaro o la fuerza del sino simboliza la lucha del individuo contra las convenciones sociales y el destino, y
tanto por su tema como por su construcción sintetiza las características del drama romántico.
Don Álvaro, indiano de orígenes nobles, se enamora de Leonor, noble sevillana, pero el padre de ésta se opone a
la relación por creerle plebeyo. Cuando los dos amantes planean fugarse, se presenta el padre de Leonor y don
Álvaro le mata accidentalmente. Horrorizado, don Álvaro huye a Italia, donde conoce a don Carlos, con quien traba
amistad. Pero al fin don Carlos, que es hermano de Leonor, descubre la identidad de don Álvaro y le reta a un duelo.
Don Álvaro mata a don Carlos, de modo que una vez más se cumple el aciago sino (destino) del protagonista.
Huyendo nuevamente de su infortunio, don Álvaro regresa a España y profesa como fraile en un convento. Pero
otro hermano de Leonor, don Alfonso, da con él y exige venganza. En un nuevo duelo, don Álvaro le hiere
mortalmente. Leonor, que tras la muerte de su padre se había retirado a vivir como eremita cerca del convento donde
se encuentra don Álvaro, es reclamada para atender al moribundo y Alfonso, en su agonía, la mata por creerla
cómplice del protagonista. Desesperado, Don Álvaro se arroja por un precipicio ante la mirada horrorizada de los
frailes.
Don Álvaro es víctima del destino y del rechazo de la sociedad. A lo largo de la obra ninguna de sus acciones
puede evitar la desgracia: huye continuamente, pero el código social del honor y un hado cruel e implacable le
persiguen haciendo imposible su felicidad. El suicidio de don Álvaro es, desde la perspectiva romántica, no sólo un
acto de desesperación, sino ante todo un acto de rebeldía, la última manifestación de la libertad individual del
personaje.
Estilo de la obra
Don Álvaro está escrita en un estilo retórico, de vehemencia y apasionamiento, que se muestra, entre otros rasgos, en
el gusto por la expresión entrecortada y las exclamaciones. Un buen ejemplo es la escena en la que el padre de Leonor
sorprende a los enamorados:
MARQUÉS. (Furioso.) ¡Vil seductor!... ¡Hija infame!
DOÑA LEONOR. (Arrojándose a los pies de su padre.) ¡¡Padre!! ¡¡Padre!!
MARQUÉS. No soy tu padre... Aparta... Y tú, vil advenedizo...
DON ÁLVARO. Vuestra hija es inocente... Yo soy el culpado... Atravesadme el pecho.

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José Zorrilla
El otro gran dramaturgo romántico, José Zorrilla, nació en Valladolid el año 1817. Estudió Leyes por influencia
paterna. A pesar de vivir bastante tiempo fuera de España, sus contemporáneos le proclamaron «poeta nacional».
Murió en Madrid en 1893.

La obra. Don Juan Tenorio


Zorrilla escribió diversos poemas narrativos y varias piezas dramáticas, entre las que destaca Don Juan Tenorio, obra
que aún hoy sigue representándose año tras año en torno al día de difuntos (2 de noviembre). Aunque el personaje de
don Juan contaba con varios precedentes en la literatura, de los que el más destacado es El burlador de Sevilla, de Tirso
de Molina, fue Zorrilla quien supo encontrar una fórmula dramática que convertiría al personaje en un mito.
La obra cuenta la historia de don Juan, un joven pendenciero y embaucador cuyas hazañas él mismo resume así:
Por dondequiera que fui
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé,
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
Don Juan apuesta con don Luis Mejía, su competidor, que en el plazo de seis días seducirá a doña Ana, con la que
don Luis va a casarse, y a doña Inés, una novicia que está a punto de profesar. Don Juan consigue su propósito, pero
se enamora de Inés y la rapta. El Comendador, padre de Inés, y don Luis buscan venganza; pero don Juan, tras
intentar sin éxito la reconciliación, los mata y huye de Sevilla. Cuando regresa cinco años más tarde, en el lugar donde
se alzaba su palacio encuentra un panteón que alberga los sepulcros del Comendador, de don Luis y de doña Inés,
que había muerto de tristeza. Al final de la obra, la estatua del Comendador intenta arrastrar a don Juan al infierno,
pero el espectro de doña Inés intercede por él y consigue su arrepentimiento y su salvación eterna.

Estilo de la obra: teatralidad y dinamismo


Una de las claves del éxito de la obra estriba en que, a diferencia de las versiones anteriores, el protagonista
consigue salvarse mediante el amor y el arrepentimiento. Pero, sobre todo, la obra ha triunfado gracias a su
dinamismo y a la versificación y la rima fáciles, que han logrado que el público disfrute con la trama y recite de
memoria fragmentos completos.

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TEMA 4.La prosa del siglo XIX. La novela realista
La prosa en la primera mitad del siglo XIX
A lo largo del siglo XIX, la prosa, sobre todo la novela, experimentó una importante evolución, que hizo de este
género el preferido por autores y lectores durante la segunda mitad del siglo. El auge del periodismo contribuyó de
forma decisiva al desarrollo de la novela, puesto que muchas obras narrativas se difundieron a través de las páginas
de la prensa.
Aunque los románticos prefirieron la poesía y el teatro, también cultivaron la prosa, especialmente el llamado
cuadro de costumbres, que estuvo en boga en la primera mitad del siglo. Estas obras eran breves escenas de
carácter descriptivo, en las que generalmente se retrataba el habla y las costumbres del pueblo de una forma
idealizada y complaciente, teñida de cierto humorismo.
El costumbrismo se convirtió a veces en un instrumento para la crítica social. Así ocurre en el caso de Mariano José
de Larra, el principal prosista de la época.

Mariano José de Larra


Mariano José de Larra nació en Madrid en 1809. Era hijo de un médico de ideas afrancesadas que tuvo que
exiliarse a Francia tras la derrota de las tropas napoleónicas en 1812. Allí pasó Larra su infancia. Nuevamente en
España, se inició en el periodismo con la publicación de distintos artículos que le dieron renombre. Mantuvo una
apasionada relación amorosa con una mujer casada, Dolores de Armijo; cuando la relación se rompió en 1837, el
joven Larra puso fin a su vida de un pistoletazo.

Obra. Los artículos

Aunque escribió algunas poesías, varias obras teatrales y una novela histórica, Larra destacó por sus artículos
periodísticos, unos artículos que, debido a su carácter marcadamente crítico, rebasaron los límites del
costumbrismo.
Tradicionalmente, los artículos de Larra se han clasificado en tres grupos: artículos de costumbres, artículos
políticos y artículos literarios.
 Artículos de costumbres. Larra aprovechó el retrato de costumbres para hacer una mordaz crítica de los defectos
de sus compatriotas y de los problemas endémicos de la sociedad española: la ignorancia, la indolencia, los malos
modales, el mal funcionamiento de la Administración... Su crítica de la sociedad española está impregnada de un
profundo espíritu de reforma.
 Artículos políticos. Desde una actitud liberal, Larra analiza los acontecimientos de la España de la época,
criticando a los defensores del absolutismo y también a los liberales cuando consideraba que actuaban
equivocadamente.
 Artículos literarios. Larra fue uno de los más importantes críticos literarios de su época y como tal aplaudió el
triunfo del Romanticismo.
El estilo. La ironí a como procedimiento
Larra da variedad a sus artículos mediante el empleo de distintos moldes narrativos: escribió muchos de ellos en
forma de crónica, pero también recurrió al relato breve y a la carta. La presencia del diálogo, la viveza narrativa y,
sobre todo, el recurso a la ironía y la sátira son rasgos esenciales de su estilo.

La prosa en la segunda mitad del siglo XIX. Realismo y Naturalismo


La segunda mitad del siglo XIX supuso el triunfo de la novela. El costumbrismo había agotado sus posibilidades y
los escritores empezaron a retratar la realidad de forma fidedigna, valiéndose de una prosa dinámica. Es en esta
segunda mitad de la centuria cuando triunfan el Realismo y el Naturalismo.
Realismo y Naturalismo no son movimientos contrapuestos. De hecho, fueron los mismos escritores realistas los
que adoptaron las técnicas naturalistas para explicar las causas del comportamiento de los personajes.
Los novelistas más representativos de esta época fueron Juan Valera, Emilia Pardo Bazán, Benito Pérez Galdós y
Leopoldo Alas «Clarín».

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Juan Valera
Juan Valera nació en Cabra (Córdoba) en 1824. Aristócrata, diplomático y hombre de amplia cultura, dedicó gran
parte de sus esfuerzos a la crítica literaria, labor en la que gozó de gran prestigio. Su actividad como escritor se
inició tardíamente. Murió en Madrid en 1905.
La principal obra de Valera es Pepita Jiménez, novela en la que se narra la historia de amor de un seminarista,
Luis de Vargas, y una joven viuda, Pepita Jiménez, con la que el padre de Luis pretende casarse. La obra concluye
con el triunfo del amor de los jóvenes, aceptado con entusiasmo por el padre de Luis.
El autor emplea un procedimiento narrativo que dota al relato de verosimilitud: a sus manos han llegado unos
papeles póstumos del deán de cierta catedral, constituidos en su mayor parte por las cartas de Luis. En ellas el
seminarista confiesa al deán el duro conflicto personal que vive al debatirse entre su apasionado amor por Pepita y
su vocación religiosa.

Emilia Pardo Bazán


La novelista Emilia Pardo Bazán fue la principal defensora en España del Naturalismo. Nació en La Coruña el
año 1851. Intelectual brillante y escritora precoz, publicó numerosos trabajos de crítica literaria, entre los que
destaca La cuestión palpitante. Se trata de una colección de artículos publicados entre 1882 y 1883, que fue
definitiva para la difusión del Naturalismo entre los escritores españoles. En ellos manifiesta su opinión favorable a
las técnicas experimentales, siempre que se compaginen con la tradición literaria española y las creencias
cristianas. Murió en Madrid en 1921.
Las novelas más importantes de Pardo Bazán son Los pazos de Ulloa y La madre Naturaleza, que constituyen
buenos ejemplos de la interpretación española del Naturalismo. Ambas desarrollan un conflicto en el escenario de
la Galicia rural, y en ellas se recrea un mundo cerrado, dominado por fuertes pasiones.

Benito Pérez Galdós


El máximo representante del Realismo en España fue Benito Pérez Galdós. Nacido en Las Palmas de Gran
Canaria en 1843, Galdós pasó la mayor parte de su vida en Madrid, adonde llegó muy joven con la intención de
estudiar Derecho. Trabajó como periodista y participó en política, llegando a ser elegido diputado de filiación progre-
sista. En sus últimos años fue criticado por los autores más jóvenes, que consideraban anticuado su estilo. Murió
en Madrid el año 1920.

La obra. Fortunata y Jacinta


La obra de Galdós es muy extensa. Solamente la serie de los Episodios Nacionales supone un conjunto de 46
novelas que narran la historia de España desde la batalla de Trafalgar (1805) hasta la restauración monárquica
(1875). Y escribió muchas novelas más, varias obras de teatro, cuentos, artículos, memorias...
De esta vasta producción destaca un grupo de obras a las que él mismo definió como novelas españolas
contemporáneas. Se trata de novelas ambientadas en el Madrid de la época, con las que Galdós se propone dibujar
un fresco de la sociedad del momento. Entre ellas cabe citar Tormento, La de Bringas, Miau, Misericordia y, sobre
todo, Fortunata y Jacinta.
Fortunata y Jacinta tiene como eje la historia amorosa de Juanito Santa Cruz, un señorito que por presiones
familiares se casa con una prima suya, Jacinta, pero mantiene relaciones amorosas con otra mujer: Fortunata. La
novela, no obstante, no se limita a una historia de amor: en ella se ofrece un variado mosaico de la sociedad
madrileña, tanto de los ambientes burgueses como de los populares, a través del quehacer cotidiano de multitud de
personajes.

La realidad como materia novelable


Galdós crea en sus obras un universo de ficción fiel a la realidad. La sociedad contemporánea es, de hecho, su
fuente de inspiración. Así, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, que significativamente se titula La
sociedad presente como materia novelable, afirma:
Imagen de la vida es la Novela y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las
debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos constituye y nos ro-
dea, y el lenguaje, que es la marca de raza, y las viviendas, que son el signo de familia, y la vestidura, que diseña los
últimos trazos externos de la personalidad: todo esto sin olvidar que debe existir perfecto fiel de balanza entre la exactitud
y la belleza de la reproducción.
En esa reproducción desempeñan un papel fundamental los diálogos. En efecto, Galdós utiliza el diálogo no
solamente para mostrarnos la forma de pensar de los personajes y hacer progresar la acción, sino también para
caracterizar a los personajes según su manera de expresarse. La extracción popular de Fortunata, por ejemplo, se

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manifiesta en un habla llena de errores gramaticales, de vulgarismos, de pronunciaciones deformadas... Un ejemplo
de esta técnica de caracterización puede verse en este pasaje de su novela Nazarín:
-¿Se murió la Tiñosa? -le preguntó Andara, aguijoneada por la curiosidad, más poderosa en aquel instante que el miedo.
-No se ha muerto. En el espital la tienes de interfecta, y, según dicen, no comerá la tierra por esta vez. Pues si se
muriera, tú no te escapabas de ponerte el corbatín. Conque...ya. sales de aquí espirando. Vete adonde quieras, que de
esta noche no pasa que venga aquí el excelentísimo Juzgado.
Otro rasgo característico de la prosa galdosiana es el humor y el gusto por la caricatura y la ironía, que a veces se
manifiesta incluso en los nombres que el autor elige para algunos de sus personajes: José Ido del Sagrario, Doña
Perfecta, Francisco Ponte Delgado...

Leopoldo Alas «Clarín»

Leopoldo Alas Ureña, que escribió con el seudónimo de «Clarín», nació en Zamora en 1852. Estudió Derecho en
Madrid y desde 1883 fue catedrático de Derecho en Oviedo. Su actividad como crítico literario y periodista le
proporcionó un notable prestigio. Murió en Oviedo en 1901.

La obra. La Regenta
Clarín escribió numerosos artículos periodísticos, varios cuentos memorables, entre ellos ¡Adiós Cordera! y Pipá, y
una novela extraordinaria, La Regenta, una de las obras maestras del siglo XIX.
La Regenta narra el proceso de degeneración moral de Ana Ozores en el cerrado y oscuro ambiente de Vetusta, una
ciudad de provincias que representa a Oviedo. Ana Ozores, casada con un hombre mucho mayor que ella, se debate
entre la fidelidad a su esposo y su atracción por don Álvaro de Mesía, un tenorio en decadencia que termina
seduciéndola. Ana se refugia en la religión y busca consuelo en Fermín de Pas, que también se enamora de ella a
pesar de su condición de religioso. Una vez consumado el adulterio, el marido de Ana, llevado de un calderoniano
sentido del honor, se bate en duelo con don Álvaro y muere. Una vez que el escándalo ha estallado, Ana es con-
denada por la misma sociedad vetustense que la había empujado al adulterio.
La novela va mucho más allá del retrato psicológico de Ana Ozores: es la crítica a la alta sociedad de Vetusta. Y es,
además, la representación del enfrentamiento entre la burguesía y el clero, simbolizados, respectivamente, por Álvaro
de Mesía y Fermín de Pas.

Un estilo innovador
El estilo de Clarín supera en muchos sentidos la técnica naturalista y anuncia características y procedimientos de
la narrativa actual. Destacan entre éstos el monólogo interior, por el que se representan los pensamientos de los
personajes como si fluyeran desordenadamente, y el estilo indirecto libre, que consiste en insertar en la narración las
palabras o los pensamientos del protagonista sin un verbo de habla que los introduzca:
Bismarck negó lo de la pintura. Era que don Custodio tenía envidia. Si Bismarck fuera canónigo y dinidad (creía que lo era
el Magistral) en vez de ser delantero, con un mote sacao de las cajas de cerillas, se daría más tono que un zagal. Pues,
claro. Y si fuese campanero, el de verdad. vamos, don Pedro..., ¡ay Dios!, entonces no se hablaba más que con el Obispo y el
señor Roque, el mayoral del correo.
El autor, además, caricaturiza a los personajes hasta llegar a la animalización y se muestra como un maestro en el
manejo de la descripción:
Los labios, largos y delgados, finos, pálidos, parecían obligados a vivir comprimidos por la barba, que tendía a subir,
amenazando para la vejez, aún lejana, entablar relaciones con la punta de la nariz claudicante.
La novela histórica en Europa (ampliación)
Uno de los géneros característicos del Romanticismo es la novela histórica, en la que se manifiesta claramente el gusto romántico por lo medieval.
•En el Reino Unido, el novelista más destacado fue Walter Scott (1771-1832), quien se convirtió en un modelo para los demás escritores europeos.
Sus obras se enmarcan en una Edad Media idealizada y responden tanto a un afán de evasión como al propósito de exaltar los valores románticos. Su
novela más conocida es Ivanhoe.
•En Francia, el principal autor romántico fue Victor Hugo (1802-1885), que actuó como introductor del movimiento. Su novela histórica más
conocida es Nuestra Señora de París, obra en la que refleja una visión fatalista cercana al drama romántico. Otra de sus obras, Los miserables,
constituye el germen de la novela social posterior.
Otro autor francés destacado fue Alejandro Dumas (1802-1870), creador de novelas de aventuras como Los tres mosqueteros y El conde de
Montecristo.
La novela realista en Europa (ampliación)
La novela realista conoció un auge extraordinario en todas las literaturas occidentales.
•En Francia destaca la obra de tres escritores: Honoré de Balzac (1799-1850), autor de una obra ingente, La comedia humana, en la que se retrata la
sociedad francesa del momento; Gustave Flaubert (1821-1880), autor de Madame Bovary, relato de las infidelidades de una mujer casada que adorna
su adulterio con ensoñaciones románticas; y Émile Zola (1840-1902), creador del Naturalismo.
•En Inglaterra destaca Charles Dickens (1812-1870), autor de Oliver Twist, David Copperfield y Grandes esperanzas.
•En Rusia destacan dos autores: Fiodor Dostoievski (1821-1881), que con su novela Crimen y castigo centra el desarrollo de la novela en la
psicología y en las pasiones de los personajes; y León Tolstoi (1828-1910), cuya obra más conocida, Guerra y paz, es un exhaustivo retrato de la
sociedad rusa. 12
TEMA 5.DEL 98 A LA GUERRA CIVIL.
LA EDAD DE PLATA
El siglo XX nació bajo los efectos de la revolución industrial que se
produjo en Europa en el siglo XIX. La industria asumió un papel
protagonista en el progreso y la creación de riqueza; pero los nuevos mo-
dos de producción causaron la proletarización de amplias capas de la
población y el aumento de las desigualdades sociales, lo cual impulsó el
desarrollo de diversas doctrinas sociales, entre ellas el anarquismo, el
socialismo y el comunismo. Un exponente del influjo que estas ideologías
tuvieron en el siglo XX es el triunfo en 1917 de la Revolución de octubre,
por la que se impuso en Rusia un régimen de carácter comunista cuya
existencia condicionó la política mundial de todo el siglo XX. Además, el
importante avance científico y técnico registrado en el siglo XIX originó
grandes inventos que cambiaron las formas de vida y revolucionaron las
comunicaciones. El alumbrado eléctrico, el automóvil, la aviación, el te-
léfono... fueron los signos de los nuevos tiempos.
Las nuevas condiciones económicas y el desarrollo de las comunicaciones
impulsaron a las grandes potencias a buscar nuevas fuentes de materias
primas y nuevos mercados. Se inició así un proceso de colonización de
África y Asia, en el que participaron las naciones europeas más
desarrolladas: Francia, Alemania, Inglaterra, Italia... Ese proceso fue
causa de alianzas políticas y enfrentamientos que, a la larga, fueron
preparando el terreno para el hecho más transcendental ocurrido en
Europa en las primeras décadas del siglo XX: la 1ª Guerra Mundial (1914-
1918).
En España, los años finales del siglo XIX fueron tiempos de
recapitulación y de crítica tras uno de los siglos más convulsos de su
historia. Entre los intelectuales de fin de siglo se abrió un debate sobre la
esencia de España como nación y las causas de lo que se entendía como una
situación de decadencia. El llamado desastre del 98, que supuso la pérdida
de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, últimas colonias de Ultramar, acentuó esa
sensación de crisis con la que se entró en el siglo XX.

La pérdida de influencia en la escena internacional permitió a España


permanecer al margen de algunos acontecimientos que sacudieron a
Europa en las primeras décadas del siglo XX, entre ellos la 1ª Guerra
Mundial. Sin embargo, España no se libró de conflictos bélicos: la guerra
en el norte de África lastró durante 30 años la política española, estuvo en
la base de los estallidos sociales más graves y fue socavando los cimientos
de la Monarquía hasta la proclamación en 1931 de la II República; y en
1936 se produjo la llamada Guerra Civil (1936-1939), que puso fin a la
República y dio paso a la dictadura de Francisco Franco.
En el terreno artístico, el sentido de la originalidad que trajo el
Romanticismo provocó el rechazo de lo establecido y una constante
búsqueda de nuevas formas de expresión artística. De esta actitud van-
guardista de experimentación continua se nutrieron los distintos
movimientos conocidos como ismos, que afectaron sobre todo a las artes
plásticas —especialmente a la pintura— y a la literatura.
En España, fue éste un período de esplendor literario, que ha merecido el calificativo de Edad de Plata. Ese esplendor
vino de la mano de tres generaciones:
La Generación de fin de siglo, formada por distintos escritores a los que en conjunto se conoce como modernistas. Un
grupo de estos escritores constituye la llamada Generación del 98, nombre con el que se alude al año del desastre.
La Generación del 14, año en el que se inicia la 1ª Guerra Mundial. A los miembros de esta generación se les denomina
también novecentistas.
La Generación o Grupo poético del 27, formada por un conjunto de poetas que en 1927 partici paron en distintos actos en
homenaje a Góngora en el año del tercer centenario de su muerte.

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España a principios del siglo XX
Del desastre a la II República
El final del siglo XIX se cerró con un acontecimiento que tuvo enorme repercusión: el llamado desastre del 98, es
decir, la pérdida en 1898 de las últimas colonias españolas de Ultramar. La sociedad española percibió este hecho
como un fracaso y el punto culminante de la decadencia del país, y los intelectuales centraron sus escritos en el
análisis de las causas de esa decadencia.
En 1902 se proclamó la mayoría de edad de Alfonso XIII, quien heredó el sistema de alternancia pacífica en el
poder acordado por liberales y conservadores en 1885 para garantizar la estabilidad política. El sistema se mantuvo
hasta 1917, año en el que la convocatoria de una huelga general y el descontento del ejército, por entonces inmerso
en una guerra en el norte de África, provocaron una grave crisis institucional. Años después, en 1923, el rey
apoyaba un golpe de Estado por el que el general Primo de Rivera imponía una dictadura que duró hasta 1930. Un
año más tarde, en 1931, tras unas elecciones municipales que ganaron los partidos antimonárquicos, se proclamó
la II República y Alfonso XIII partía hacia el exilio.

La II República y la Guerra Civil


La República abordó la reforma del sistema político mediante una nueva Constitución (1931), reconoció
instituciones de autogobierno para Cataluña (1932) y el País Vasco (1936), reestructuró el ejército e inició la
reforma agraria. Pero tuvo que enfrentarse a una profunda crisis económica y a numerosos conflictos de carácter
social y militar. Finalmente, los enfrentamientos entre grupos ideológicamente opuestos y el golpe de Estado en-
cabezado por los generales Sanjurjo, Mola y Franco, derivaron en la Guerra Civil (1936-1939).

La Edad de Plata
La literatura española vive entre 1888 y 1936 un período de esplendor. Es en estos años cuando escriben
autores como Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Ramón M. a del Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez, Jorge
Guillén o Federico García Lorca, por citar sólo algunos, que están entre los principales autores de la literatura
castellana. Y también en estos años escriben distintas personalidades de las literaturas en lengua catalana (Joan
Maragall, Josep Carner, Carles Riba) y gallega (Alfonso Rodríguez Castelao, Manuel Antonio. Vicente Risco), que son
exponente de la recuperación literaria de estas lenguas. Este brillante panorama es el que justifica que este período,
y en especial el comprendido entre la I Guerra Mundial y la Guerra Civil, sea considerado como la Edad de Plata de
la literatura española.
El estudio de la literatura castellana de estos años se suele realizar agrupando a los autores en tres generaciones
con preocupaciones, intereses y principios estéticos propios: la Generación de fin de siglo, la Generación del 14 y la
Generación o Grupo poético del 27.

La Generación de fin de siglo


El Modernismo
A finales del siglo XIX, unos cuantos escritores reaccionaron contra la imitación de la realidad característica del
Realismo y defendieron el valor de las impresiones, las sensaciones y lo subjetivo en el arte. En España, a estos
escritores los llamaron en forma despectiva, modernistas. De ahí surgió la etiqueta Modernismo con la que se califica
a la literatura y a otras formas artísticas –arquitectura, pintura, artes decorativas...- que se desarrollaron durante
los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX.

El Modernismo es una corriente caracterizada por la búsqueda de la belleza formal como una forma de evasión
de la realidad. Frente a la copia de la realidad que defendían los escritores realistas, el escritor modernista busca
crear un universo imaginario, habitado por la belleza, el exotismo y la sensualidad. Y son la poesía y el cuento las
formas más adecuadas para crear ese universo.
Tradicionalmente se ha considerado que el Modernismo surgió en Hispanoamérica con la publicación en 1888
de Azul..., del poeta nicaragüense Rubén Darío. Los escritores nacidos en las jóvenes repúblicas americanas que
se habían independizado de España en el transcurso del siglo X I X querían apartarse de la tradición española v
buscaron sus fuentes en literaturas como la inglesa, la italiana y, sobre todo, la francesa. Se produjo así una
profunda renovación formal y temática, y se incorporaron al castellano numerosas palabras procedentes de otras
lenguas.
La estética modernista se caracteriza por tres rasgos esenciales: la sensorialidad, la perfección formal y la
ambientación en lugares fantásticos.
 La sensorialidad. La poesía modernista apela a los sentidos mediante imágenes de gran belleza visual, la
musicalidad del lenguaje, las referencias a colores o a fragancias exóticas...
 La perfección formal. Los poetas adoptan metros poco usados, como el alejandrino (verso de catorce sílabas), el
dodecasílabo (doce sílabas), el eneasílabo (nueve sílabas) y el verso libre. Además, emplean todo tipo de estrofas y
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recuperan las formas clásicas.
• Las ambientaciones irreales y exóticas. Los parajes exóticos, los cuidados jardines, los palacios, el lejano
Oriente y las épocas remotas son los ambientes habituales del Modernismo.
Todos estos rasgos se reúnen en estos versos de la Sonatina, de Rubén Darío:
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

La Generación del 98
Entre los escritores españoles de fin de siglo hubo un grupo de jóvenes que reflexionan en sus obras sobre
España y las causas de su decadencia, y ven en la austeridad del paisaje castellano la esencia del alma española.
Este grupo constituye la llamada Generación del 98.
Generalmente se reconoce como miembros de la Generación del 98 a Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Ramiro
de Maeztu y José Martínez Ruiz, «Azorín». Otros autores, entre ellos el poeta Antonio Machado y el novelista y
dramaturgo Ramón M. a del Valle Inclán, escriben obras que están dentro de la estética del Modernismo y otras en
que tratan el tema de España desde una perspectiva noventaiochista.

El Novecentismo o Generación del 14


En la segunda década del siglo XX se dan a conocer distintos escritores que quieren superar definitivamente el
siglo XIX con una mentalidad más europeísta y más racional. Esos escritores que se agrupan en torno a la figura del
pensador español José Ortega y Gasset, son los novecentistas.
A los novecentistas se les conoce también como Generación del 14, tomando como referencia cronológica de ese
grupo el año en que comenzó la I Guerra Mundial.
Los miembros de la Generación del 14 manifiestan su admiración por la generación anterior. Sin embargo, se
distinguen de los noventaiochistas por dos rasgos:
- En el plano político, defendían la modernización de España sobre la base de su europeización, frente al casticismo de
la Generación del 98.
- En el plano estético, criticaban la exaltación sentimental y la subjetividad que habían caracterizado a la literatura de
fin de siglo, y propugnaban como ideal un arte puro que se desprendiera del subjetivismo. En palabras de José Ortega
y Gasset, había que eliminar los elementos humanos, demasiado humanos, que dominaban en la producción romántica
y naturalista.
Entre los escritores novecentistas destacan el ensayista José Ortega y Gasset y los novelistas Ramón Pérez de
Ayala y Gabriel Miró. Por edad, se suelen incluir en este grupo al poeta Juan Ramón Jiménez y a Ramón Gómez de la
Serna.

La renovación del lenguaje artístico: los ismos


El arte europeo de principios de siglo estuvo marcado por el deseo de los artistas más jóvenes de replantear sobre
nuevas bases el concepto de arte y hallar nuevas técnicas expresivas que dieran cauce a la creatividad. Tanto en
literatura como en otras artes se produjo un rechazo de las normas establecidas y se impusieron la experi-
mentación formal y la renovación temática.
Esta actitud de experimentación tuvo su máximo exponente en diversos movimientos artísticos que se
desarrollaron entre 1910 y 1930, a los que se aplica en conjunto el nombre de ismos o vanguardias. Los
movimientos de vanguardia –futurismo, dadaísmo, surrealismo, cubismo y, en el ámbito hispánico, creacionismo
y ultraísmo– intentaban reflexionar sobre la naturaleza del arte, persiguiendo una renovación total de los temas,
las formas y los modos de expresión. Los juegos gráficos o caligramas son un ejemplo de esas nuevas formas de
expresión.
Muchos movimientos de este tipo fueron efímeros; otros, en cambio, tuvieron mucha influencia y contribuyeron a
renovar el lenguaje poético. Este último es el caso del surrealismo, creado en Francia por André Breton, para quien
la obra de arte era un instrumento destinado a aflorar los deseos y sentimientos ocultos en el subconsciente del ser
humano, que se manifiestan a través de los sueños. En España, la influencia del surrealismo se extiende a la
pintura (Salvador Dalí), al cine (Luis Buñuel) y a la literatura (Federico García Lorca y Vicente Aleixandre).

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TEMA 6.LA POESÍA EN LA EDAD DE PLATA
La poesía: del 98 a la Guerra Civil
A partir de 1850, con el triunfo del Realismo, la lírica entró en un prosaísmo del que sólo escapó la obra de los
románticos tardíos: Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Sin embargo, a finales del siglo XIX el
nicaragüense Rubén Darío inició una renovación del lenguaje poético, abriendo una de las épocas más florecientes
de la lírica española. Los artífices de ese esplendor fueron en primera instancia los escritores modernistas,
especialmente Rubén Darío y Antonio Machado; posteriormente, Juan Ramón Jiménez, quien se inició también
dentro de la estética del Modernismo; y en último término, los escritores de la Generación del 27.

La poesía modernista
El Modernismo aportó una concepción esteticista y sensual de la poesía, nuevas formas métricas y numerosos
cultismos y neologismos. Los autores más emblemáticos de esta corriente fueron Rubén Darío, quien introdujo este
movimiento en la literatura española, y Antonio Machado, quien conjuga en su obra la visión esteticista propia del
Modernismo con la reflexión sobre España y el paisaje castellano típica de la Generación del 98.

Rubén Darío
Rubén Darío se llamaba en realidad Félix Rubén García Sarmiento. Nació en 1867 en Metapa (Nicaragua), pero,
debido a su profesión de periodista y diplomático, residió en diversas ciudades de Europa y de América. Murió en
León (Nicaragua) en 1916.
Darío fue el verdadero artífice de la estética modernista y de la renovación de la literatura castellana. De hecho,
el Modernismo se inicia con la publicación en 1888 de Azul..., una colección de relatos y poemas centrados en un
mundo de impresiones en el que la música y lo pictórico cobran especial relevancia.
Además de Azul..., Darío publicó otros poemarios, entre ellos Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza
• Prosas profanas continúa con los temas y el estilo típicamente modernistas de Azul...: los mitos clásicos,
los ambientes exóticos, el erotismo, la musicalidad... A esta obra pertenece Sonatina», uno de sus poemas más
conocidos:
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
• Cantos de vida y esperanza marca un cambio en la actitud del poeta: el esteticismo deja paso a la
reflexión existencial y un tono melancólico, desencantado, más personal e íntimo. Así lo explica el autor al inicio del
libro:
Yo soy aquel que ayer no más decía
el verso azul y la canción profana
en cuya noche un ruiseñor había
que era alondra de luz por la mañana.
Rubén Darío renovó no solamente el lenguaje poético, sino también la métrica: adoptó en muchos poemas el
verso libre, aclimató al castellano algunas formas propias de la poesía francesa y experimentó con las estrofas
clásicas, creando variantes como los sonetos con versos de catorce sílabas.
Antonio Machado
Antonio Machado nació en Sevilla en 1875. En 1907 obtuvo la cátedra de francés en un instituto de Soria. Allí
conoció a Leonor, una joven de 16 años, con la que se casó dos años después. En 1912 murió Leonor, y el poeta;
muy afectado, se trasladó a Baeza (Jaén) y después a Segovia. Durante la Guerra Civil, se declaró a favor de la
República y al final de la guerra hubo de huir a Francia. Murió en Collioure (Francia) en 1939, a los pocos días
de salir de España.
Antonio Machado es uno de los poetas más relevantes de nuestra literatura. Su obra poética compuesta
básicamente por tres obras, Soledades, Campos de Castilla y Nuevas canciones, y en ella se aprecia una evolución
desde una primera poesía modernista hacia una poesía centrada la reflexión filosófica.
•Soledades es una obra en la que se combinan los motivos modernistas con un tono melancólico y una reflexión
sobre cuestiones existenciales -el tiempo, la muerte, Dios- que es típica de la poesía machadiana. A este primer
Machado corresponden estos versos:
Daba el reloj las doce… y eran doce
golpes de azada en tierra...
...!Mi hora! -grité- ... El silencio
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me respondió: -No temas;
tú no verás caer la última gota
que en la clepsidra tiembla.
Dormirás muchas horas todavía
sobre la orilla vieja
y encontrarás una mañana pura
amarrada tu barca a otra ribera.
•Campos de Castilla es su obra más celebrada. Machado recoge en ella los temas típicos de la Generación del 98,
especialmente el paisaje castellano y la decadencia española, sin abandonar la reflexión filosófica. En esta obra se
incluye «La tierra de Alvargonzález», un extenso ciclo de romances en los que se narra la historia de un campesino
al que sus hijos asesinan y arrojan al fondo de la Laguna Negra, en Soria, para quedarse con su tierra:

A la orilla de la fuente
lo asesinaron.
¡Qué mala muerte le dieron
los hijos malos!
En la laguna sin fondo
al padre muerto arrojaron.
No duerme bajo la tierra
el que la tierra ha labrado.
• Nuevas canciones contiene un conjunto de cancioncillas de inspiración popular y un conjunto de cantares y
proverbios en los que el poeta expresa alguna reflexión filosófica, frecuentemente en forma de paradoja:
El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.
Machado creó un estilo poético singular. Sus preocupaciones filosóficas se manifiestan a veces a través de
símbolos. En su poesía, por ejemplo, las fuentes, el rio y la noria evocan el paso del tiempo; el mar sugiere el futuro
o la muerte; y el camino alude a la vida. Es, por lo demás, una poesía basada en las intuiciones y vivencias del
autor, y no meramente esteticista. El poeta era consciente de lo personal de su obra:
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
Juan Ramón Jiménez

Juan Ramón Jiménez nació en Palos de Moguer (Huelva) en 1881. Fue un joven enfermizo y muy
sensible, que sufrió profundas depresiones. En 1916 contrajo matrimonio con Zenobia Camprubí. Al
comenzar la guerra, se trasladó a Puerto Rico, donde se instaló definitivamente. En 1956 se produjeron dos
acontecimientos esenciales: falleció su mujer y recibió el Premio Nobel. Dos años más tarde, en 1958, murió
en Puerto Rico.

Trayectoria poética
Juan Ramón pertenece por su fecha de nacimiento a la Generación del 14, pero fue un autor con una
trayectoria literaria muy personal, al que los poetas de generaciones posteriores reconocieron como
maestro.
El propio poeta hablaba de tres etapas en su poesía: etapa sensitiva, etapa intelectual y etapa suficiente o
verdadera.
 Etapa sensitiva (1898-1915). Los libros de su primera época, entre ellos Arias tristes, Elejias puras y La
soledad sonora, están influidos por Gustavo Adolfo Bécquer, Rubén Darío y el poeta francés Paul Verlaine.
La poesía de estos años es sensorialista y melancólica, llena de paisajes otoñales, atardeceres silenciosos y
sentimientos de tristeza inexplicable:
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
-Caían las hojas muertas
en el jardín silencioso,

17
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos.-
En estos años Juan Ramón escribe Platero y yo (1914), una elegía en prosa poética dedicada a un pequeño
burro, que es una de sus obras más conocidas.

 Etapa intelectual (1916-1936). En 1917, Juan Ramón publica Diario de un poeta recién
casado, una especie de diario personal con el que el poeta se desprende de lo que él llamó los «ropajes» del
Modernismo para mostrar una poesía intelectualizada que define como «desnuda», es decir, sin adornos
innecesarios. A partir de esta obra la poesía se convierte para Juan Ramón en un medio para acceder al
conocimiento de las cosas y de su propio mundo interior y para lograr la eternidad:
¡Intelijencia1, dame
el nombre exacto de las cosas!
... Que mi palabra sea
la cosa misma
creada por mi alma nuevamente.
Que por mi vayan todos
los que no las conocen, a las cosas.

1
intelijencia: Juan Ramón transcribía los sonidos JE, JI con la grafía j.

En este intelectualismo Juan Ramón coincide con los postulados estéticos de los novecentistas.
 Etapa suficiente o verdadera (1937-1958). Comprende la obra escrita en su exilio de Puerto Rico. Es una época
en que se imponen las preocupaciones religiosas, presentes sobre todo en Animal de fondo y en Dios deseado y
deseante.

Un estilo en continua evolución


Juan Ramón consideró siempre su obra como un corpus vivo, en constante evolución. Su afán de perfección le
llevaba a revisar y reescribir continuamente sus libros. En su estilo destaca la musicalidad y el ritmo, una cualidad
que cuidaba incluso en el verso libre y en la prosa poética. Las metáforas, las imágenes y la sinestesia ocupan un
lugar importante en su poesía.
Generación del 27
Características básicas:
- La literatura española adquiere con estos escritores un nivel altísimo, equiparándose a cualquier grupo
europeo.
- Se designa Generación del 27 principalmente a un grupo de POETAS que publicaron sus primeros
escritos en torno a 1920. Los principales poetas son: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso
Alonso, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Emilio Prados y Manuel
Altolaguirre.
- Les tocó vivir la Guerra Civil española (1936-1939), hecho que les marcó profundamente ya que
alguno murió y muchos de ellos se tuvieron que exiliar. Su postura fue mayoritariamente de solidaridad para
con el bando republicano.
- Fuera del grupo y trabajando en otras manifestaciones artísticas, aunque relacionados con ellos, hubo
una serie de personajes, casi todos relacionados con los poetas de la Generación del 27:
Novelistas: Ramón J. Sender y Max Aub. Autores de teatro: Alejandro Casona. Pintores: Salvador Dalí.
Cineastas: Luis Buñuel. Músicos: Manuel de Falla.
- El acto cultural que dio origen al nombre de Generación del 27 fue la conmemoración en el año 1927
del tercer centenario de la muerte de Góngora. Con este acto realizado por estos poetas en Sevilla, el grupo
se acercaba al poeta del Siglo de Oro (s. XVII), Luis de Góngora, especialmente porque veían en él un
maestro del vanguardismo y una poesía ingeniosa:Cultivada (culta), con una lengua poética distinta a la
usual y con un gusto especial también del uso de la metáfora.
- Fueron poetas unidos por la amistad. Muchos de ellos recibieron formación en la Residencia de
Estudiantes de Madrid, foco estudiantil en el que recibían todas las novedades artísticas de Europa.
Innovación y tradición:
A diferencia de lo que suele pasar habitualmente, el Grupo del 27 no se manifiesta sistemáticamente en
contra de nadie. Entre sus preferencias se encuentran desde los poetas primitivos hasta los más actuales del
momento
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- Esta es quizá una de las características más importantes de estos poetas. Se explica a través de las
influencias que recibieron:
1. Influencias extranjeras modernas: las influencias vanguardistas europeas e hispanoamericanas.
2. Las influencias españolas modernas: sobre todo de los poetas Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado
y Unamuno, y los escritores Ortega y Gasset y R. Gómez de la Serna.
3. Influencias de los clásicos españoles: Góngora, Bécquer y la lírica popular y tradicional.
4. Así pues, estos poetas supieron integrar lo NUEVO, lo CULTO y lo POPULAR. Esto quiere decir que
no rechazaron la tradición (a pesar de que eran vanguardistas) y lograron renovarla.
POETAS DE LA GENERACIÓN DEL 27
RAF AEL ALBERTI (El Puerto de Santa María, Cádiz, 1902- 1999)
Rafael Alberti nació en el Puerto de Santa María (Cádiz) en 1902. A los quince años se trasladó a Madrid, donde
sustituyó la pintura, su vocación primera, por la poesía. Su afiliación al Partido Comunista le llevó al exilio tras la
guerra. En 1977, regresó a España, donde fue elegido diputado. Murió en 1999 en su lugar de nacimiento.
Los poemarios de Alberti más conocidos son los de su primera época, especialmente Marinero en tierra, obra en la
que predomina la canción breve de estilo popular, y Sobre los ángeles, obra vanguardista en la que el poeta trata la
desesperanza, la tristeza y la crueldad. Estos versos pertenecen a Marinero en tierra:
El mar. La mar.
El mar. !Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, por qué me trajiste
acá?
Entre sus diversas creaciones en prosa destaca su libro de memorias, La arboleda perdida.
La obra de Alberti se caracteriza por el empleo frecuente de recursos de la poesía popular y del folclore
(anáforas, paralelismos...); el humorismo, incluso en poemas de tema amoroso o ideológico; y el empleo de
los colores y de las imágenes de carácter visual, fruto de su faceta de pintor.

PEDRO SALINAS (Madrid, 1892 -Boston, EEUU, 1951)


Pedro Salinas nació en Madrid en 1891. Ejerció como profesor de literatura en diversas universidades
españolas y extranjeras. A raíz de la Guerra Civil se exilió a Estados Unidos, donde murió en 1951.

Salinas concebía la poesía como un medio para comprender la realidad, especialmente el sentimiento
amoroso a través de tres características básicas: la autenticidad, la belleza y el ingenio. Para llegar a la
esencia de la vida, Salinas emplea un lenguaje denso, agudo, plagado de paradojas y de juegos de ideas. Sus
primeros libros están muy influidos por la poesía pura de Juan Ramón Jiménez y algunos movimientos de
vanguardia, de los que adopta temas como los nuevos inventos y los nuevos modos de vida. Pero son sus
libros sobre la pasión amorosa, especialmente La voz a ti debida y Razón de amor, lo mejor de su obra. El
poeta profundiza en el amor con un léxico y unas imágenes de gran sencillez. Este poema de La voz a ti
debida es un buen ejemplo de ello:
¡Si me llamaras, sí,
si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,

19
los días y sus noches, los telegramas viejos y un amor.
Tú, que no eres mi amor, !si me llamaras!
La poesía de Salinas, especialmente su poesía amorosa, es una poesía que se basa en un verso corto, en un
léxico sencillo y en imágenes de fácil interpretación.
GERARDO DIEGO (Santander, 1896 - Madrid, 1987)
Como otros miembros de la Generación del 27, Diego fue profesor, concretamente catedrático de Literatura
en varios institutos de Soria, Santander y Madrid. Su poesía se puede dividir en dos vertientes: de
vanguardia y clásica o tradicional. Del primer tipo caben destacar las obras Creacionismo y Manual de
espumas y de la vertiente clásica, Versos humanos, Versos divinos y Alondra de verdad. Ejerció un papel
impulsor para esta Generación, a través de su manifiesto Antología.
FEDERICO GARCIA LORCA (Fuentevaqueros, Granada,1898 Granada, 1936)
Federico García Lorca nació en Fuentevaqueros (Granada) en 1898. Estudió en Madrid, en la Residencia de
Estudiantes como muchos poetas de su generación. En 1929 hizo un viaje a Nueva York, que dejó honda
huella en su obra. En 1936, al inicio de la Guerra Civil, fue fusilado en Granada.

Lorca escribió tanto poesía como teatro, y en ambos géneros mostró una actitud renovadora que combinó
con el interés por los motivos y las formas populares de su Andalucía natal.

En la poesía de Lorca se suelen distinguir dos épocas, separadas por su viaje a Nueva York:

• En su primera etapa destacan los libros Poema del cante jondo y Romancero gitano. El poeta utiliza los
recursos de la poesía popular para tratar con frecuencia temas como la pasión, el dolor, la venganza, la
muerte o la frustración.

Muerto se quedó en la calle Era madrugada. Nadie


con un puñal en el pecho. pudo asomarse a sus ojos
No lo conocía nadie. abiertos al duro aire.
¡Cómo temblaba et farol! Que muerto se quedó en la calle
Madre. que con un puñal en el pecho
! Cómo temblaba el farolito y que no lo conocía nadie.
de la calle!
• En su segunda etapa es patente la influencia del surrealismo y el interés por temas universales. A ella
pertenece Poeta en Nueva York, donde Lorca habla sobre la deshumanizada impersonalidad de la ciudad y la
íntima tragedia de los hombres oprimidos por la sociedad urbana utilizando el verso libre:

!Ay Harlem! !Ay Harlem! !Ay Harlem!


!No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero con un traje de conserje!
La obra de Lorca se caracteriza por un hondo dramatismo, que se deriva tanto de los temas que trata como
de la atmósfera de misterio en la que envuelve el poema. A esa atmósfera contribuye el uso de imágenes,
metáforas y símbolos:

Ajo de agónica plata,


la luna menguante pone
cabelleras amarillas
a las amarillas torres.

DAMASO ALONSO (Madrid, 1898 - 1990)


Tuvo una vida completa, en la que destacó su faceta de profesor, investigador, crítico y poeta. Aunque es
20
considerado perteneciente a la Generación del 27, sólo sus primeras obras pueden adscribirse a tal
movimiento, con cuyos miembros fraguó amistad. Escribió un libro que es considerado capital de la época
de posguerra: Hijos de la ira, en el que refleja la sociedad desgarrada de ese momento histórico.
VICENTE ALEIXANDRE (Sevilla, 1898 – Madrid, 1984)
Si algo caracterizó a este escritor fue su hondo pesimismo vital. Para él, el hombre era la criatura más
penosa del Universo; significaba dolor y angustia. Su ideal era volver a la tierra y fundirse con la Naturaleza.
A partir de los años 50 el escritor cambia de concepción ante la vida, y sus escritos denotan un cierto
positivismo, que se demuestra en la necesaria solidaridad del poeta, siendo sus obras más célebres Historia
del corazón y En un vasto dominio.
LUIS CERNUDA (Sevilla, 1902 - México, 1963)
Es uno de los escritores que fue reconocido tardíamente. Su poesía se centra en una serie de temas que le
obsesionaban: la soledad, la añoranza de un mundo habitable, el ansia de belleza y el amor. Cernuda reunió
todas sus obras bajo un título común: La realidad y el deseo, contraste que estará presente en todas sus
poesías. Tras una etapa inicial de poesía clasicista, la influencia surrealista se manifestará especialmente en
dos obras: Un río, un amor y Los placeres prohibidos. Además destacan Ocnos, y Donde habite el olvido.
JORGE GUILLEN (Valladolid, 1893- Málaga, 1984)
Jorge Guillén nació en Valladolid en 1893. Al igual que Salinas, fue profesor en diversas universidades
españolas. Y también como Salinas se exilió a Estados Unidos a raíz de la Guerra Civil. Tras la muerte de
Franco (1975), regresó a España. Murió en Málaga en 1984.

Guillén consideró que toda su producción formaba una obra única a la que tituló Aire nuestro. Esa obra está
formada por tres ciclos poéticos que fueron completándose a lo largo de los años: Cántico, Clamor y
Homenaje.

Cántico es un canto a la vida, un himno a todo lo creado: el poeta se recrea en la contemplación del universo
y afirma su júbilo por vivir. Clamor, en cambio, se centra en los signos de la vida contemporánea que
anuncian el caos, la destrucción, la muerte. Por su parte, Homenaje es el particular tributo que Guillén rinde
a un conjunto de personalidades de todas las épocas que destacaron en el mundo de las artes y las letras.

La poesía de Guillén se inspiró en la poesía pura de Juan Ramón Jiménez: una poesía desnuda, sin adornos,
caracterizada por el verso corto, las numerosas elipsis y el dominio del sustantivo y del sintagma nominal en
un afán de reducir la poesía a lo esencial.
!Beato sillón! La casa
corrobora su presencia
con la vaga intermitencia
de su invocación en masa
a la memoria. No pasa
nada. Los ojos no ven,
saben. El mundo está bien
hecho. El instante lo exalta
a marea de tan alta,
de tan alta, sin vaivén.

21
TEMA 7.DEL 98 A LA GUERRA CIVIL.LA NOVELA Y EL ENSAYO
La prosa en la Edad de Plata
Durante el primer tercio del siglo XX, la novela fue perdiendo el impulso que había cobrado con el Realismo. Hubo,
no obstante, en estos años algunos novelistas relevantes, entre ellos Miguel de Unamuno y Pio Baroja,
pertenecientes ambos a la Generación del 98, y el novecentista Gabriel Miró.
Más desarrollo tuvo, en cambio, el ensayo, que vivió en esta época un periodo de esplendor. La preocupación por
España, característica de fin de siglo, y el intelectualismo propio de los novecentistas encontraron en el ensayo el
vehículo ideal. Entre los ensayistas del momento cabe destacar a Miguel de Unamuno y al máximo teórico del no-
vecentismo: José Ortega y Gasset.
Mención aparte merece Ramón Gómez de la Serna, un escritor singular cuya obra personalísima no se ajusta a
ningún género.

La prosa del 98 Miguel de Unamuno


Ensayista, novelista y poeta, Miguel de Unamuno fue una de las personalidades más relevantes en la España
del primer tercio del siglo XX.
Unamuno nació en Bilbao el año 1864. Estudió Filosofía y Letras en Madrid y obtuvo la cátedra de griego de
la universidad de Salamanca. Estuvo desterrado en Fuerteventura por sus discrepancias con el régimen de Miguel
Primo de Rivera. Murió en Salamanca el año 1936.
Miguel de Unamuno fue el autor más destacado de su generación en el ámbito del ensayo. Sus libros se centran
en dos temas esenciales: su preocupación por España y el sentido de la vida.
 La preocupación por España. Unamuno dedicó varios ensayos al estudio de la cultura hispánica. En ellos
propugna la regeneración de España mediante el esfuerzo cotidiano de miles de seres anónimos que protagonizan
con su quehacer diario lo que él llamaba la intrahistoria de los pueblos. Entre los ensayos de esta naturaleza cabe
citar En torno al casticismo y Por tierras de Portugal y España.
 El sentido de la vida. La existencia de Dios, la vida eterna y la fe fueron temas que preocuparon al autor. Entre
las obras en las que trata estos temas destacan Del sentimiento trágico de la vida y La agonía del cristianismo (agonía
se emplea aquí en el sentido de lucha, es decir, de actitud despierta y combativa).
Las mismas preocupaciones religiosas están presentes en Niebla y San Manuel Bueno, mártir, dos de sus novelas
fundamentales.
 Niebla refleja la preocupación de Unamuno por el sentido de la existencia. Su protagonista es Augusto Pérez, un
personaje novelesco que, desencantado de la vida, decide visitar a su creador, el propio Unamuno, para
comunicarle que se va a suicidar. A partir de ese momento se inicia un diálogo descarnado entre el personaje y su
creador, que es un trasunto del que los seres humanos podrían mantener con Dios.
 San Manuel Bueno, mártir cuenta la crisis del sacerdote de un pueblo zamorano, que vive dramáticamente su
labor pastoral debido a su pérdida de fe.
Unamuno definió sus novelas como nivolas, término con el que quería remarcar su alejamiento de la novela
convencional. Se trata, en efecto, de obras en las que la acción queda eclipsada por el relato de la crisis existencial
de los personajes, que se manifiesta a través de los diálogos y el monólogo interior.

Pio Baroja
El principal novelista de la época fue Pio Baroja. Nació este autor en San Sebastián en 1872. Estudió Medicina,
hecho del que dejó constancia en su obra El árbol de la ciencia, pero prefirió el ejercicio de las letras. Se definía a sí
mismo como «liberal radical, individualista y anarquista». Murió en Madrid en 1956.
Pio Baroja escribió multitud de novelas. Entre ellas cabe mencionar La busca, en la que retrata con crudeza el
ambiente de los bajos fondos madrileños de principios del siglo XX; El árbol de la ciencia, en la que recoge el
ambiente de la universidad española a partir de su propia experiencia; y sus novelas de ambiente vasco: La casa de
Aizgorri, El mayorazgo de Labraz y Zalacain el aventurero.
Baroja consideraba la novela como un instrumento con el que entretener al lector con multitud de aventuras. Por
eso, en sus obras predomina la acción narrada en un estilo sencillo que, aunque a veces se ha calificado de
descuidado, tiene una gran fuerza expresiva.
La prosa del Novecentismo
La novela. Gabriel Miró

El principal novelista de la Generación del 14 fue el alicantino Gabriel Miró (1879-1930), autor que cultiva tanto
22
la novela como el relato corto. Entre sus obras destacan las novelas Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso,
ambas ambientadas en la ciudad de Oleza, nombre que encubre a Orihuela (Alicante), y El libro de Sigiienza, con-
junto de relatos protagonizados por Sigüenza, en los que el autor evoca situaciones, ambientes y sucesos. A este
último pertenece este fragmento:
En la húmeda y fosca entrada del viejo casón de la Justicia hacían corros unos hombres lugareños, mudados, muy
humildes. Fumaban, hablando de sequia, de sementera, de mulas de labranza, de diputados de su distrito.
Si alguno intentaba subir la decrépita escalera, un ujier menudo, trasijado 1, con botas de patio, grandes, dobladas,
siniestras, de difunto, y la casaca raída, calva, demasiado holgada, de difunto también, decía que estaba prohibido hasta
que llamasen.
Después, ya en el estrado, un licenciadito con toga flamante, y el birrete ladeado a lo lindo, les dijo a los señores jurados
que «por las conquistas del Derecho moderno» ellos eran los «mantenedores de la sociedad»; «les estaba encomendada
una augusta, una sagrada misión», y les llamó sacerdotes. Los jurados, sorprendidos, miraban al ujier, que no les dejó
pasar de la escalera.

1
trasijado: muy flaco.

El ensayo. José Ortega y Gasset

José Ortega y Gasset fue el mentor de la Generación del 14 y el principal teórico del arte de vanguardia. Nació en
Madrid en 1883, en el seno de una familia dedicada a las letras. Estudió Filosofía en Madrid y completó sus
estudios en Alemania. Fundó varias publicaciones, entre ellas el diario El Sol y la Revista de Occidente. Al comenzar
la guerra, salió de España y permaneció exiliado hasta 1945. Murió en Madrid en 1955.
Las ideas estéticas de Ortega tuvieron una enorme influencia en los jóvenes poetas de la Generación del 27. De
hecho, su ensayo La deshumanizaci6n del arte constituyó la base del pensamiento estético de los artistas del
momento. Ortega defiende en esta obra que el arte sólo es arte cuando se aleja de la realidad y se limita a ser
un simple juego estético destinado a las minorías. Según afirma, el verdadero artista no copia la realidad, sino que
la deforma, y esa deformación le lleva a crear una obra intelectual en la que se han eliminado las emociones; en
eso consiste el arte puro. En literatura, el instrumento idóneo para conseguir ese objetivo es la metáfora.
Ortega escribió otros muchos ensayos en los que trata principalmente cuestiones sociológicas
(La rebelión de las masas) e históricas (La España invertebrada).
Ramón Gómez de la Serna

Dentro de la Generación del 14 destaca la figura de Ramón Gómez de la Serna por su papel en la introducción
de las vanguardias en España. Gómez de la Serna nació en Madrid en 1888. Estudió Derecho, pero se inclinó
enseguida por la literatura. Desde 1932, vivió en Buenos Aires, donde falleció en 1963.
Ramón Gómez de la Sema escribió novela, teatro, ensayo..., pero destacó especialmente por la invención de una
fórmula literaria que denominó greguería. Una greguería es un enunciado breve en el que se intenta definir o
presentar la realidad de una manera sorprendente. Su base es una asociación inusual que da lugar a una paradoja,
a la inversión de la lógica de las relaciones entre objetos o hechos, o a cualquier otro fenómeno sorprendente. El
propio autor definía la greguería con la fórmula Metáfora + Humorismo. Estos son algunos ejemplos de
greguerías:
La lagartija es el broche de las tapias.
En el vinagre esté todo el mal humor del vino.
Las greguerías son un exponente más de la importancia que la metáfora tiene en la literatura contemporánea.

La transformación de la novela en el siglo XX


A principios del siglo XX la novela europea evoluciona hacia la disolución de los cánones tradicionales de este género.
Tres autores son decisivos en este proceso: el francés Marcel Proust, el checo Franz Kafka y el irlandés James Joyce.
• Marcel Proust (1871-1922) es el autor de En busca del tiempo perdido, un conjunto de siete novelas que
profundizan en la psicología, las costumbres y la vida sentimental de un nutrido grupo de personajes de la alta
sociedad.
• Franz Kafka (1883-1924) se distingue por el empleo de tramas inverosímiles para expresar la opresión a la que se
ve sometido el ser humano. Sus obras más conocidas son La metamorfosis y El proceso .
• James Joyce (1882-1941) es quien culmina el proceso de redefinición del concepto de novela con su obra Ulises, en
la que el argumento pasa a un segundo plano. La trama de esta novela es muy sencilla: dos personajes, Leopold
Bloom y Stephen Dedalus, deambulan por Dublín durante 23 un día. El lenguaje es la clave de la obra: Joyce mezcla
diversos estilos narrativos, y emplea fórmulas propias de otros géneros.
TEMA 8.DEL 98 A LA GUERRA CIVIL. EL TEATRO
La renovación del teatro

A principios del siglo se produjeron varios intentos de romper con el teatro de corte realista que había dominado
la escena española durante la segunda mitad del siglo XIX. Los más relevantes fueron los que llevaron a cabo dos
dramaturgos vinculados al Modernismo: Jacinto Benavente y Ramón M. a del Valle-Inclán.
Años más tarde, la renovación de la escena llegó de la mano de Federico García Lorca, uno de los miembros más
destacados de la Generación del 27.

El teatro modernista. Jacinto Benavente


Jacinto Benavente nació en Madrid en 1866. Se dedicó plenamente al teatro y al periodismo. El año 1922 recibió
el Premio Nobel de Literatura. Murió en Madrid en 1954.
Benavente es el creador de la nueva comedia, género que aporta dos novedades: un enfoque realista, que se
refleja en la sencillez y la naturalidad de unos diálogos que reproducen el habla culta de las clases acomodadas, y
una intención crítica que se dirige contra las costumbres y convicciones de la burguesía española. Las obras más
conocidas de Benavente son Los intereses creados y La malquerida.

Ramón Mª del Valle-Inclán

Ramón M. ª del Valle-Inclán nació en 1866 en Villanueva de Arosa (Pontevedra). Su vida estuvo llena de
avatares que le hicieron ganarse fama de excéntrico y bohemio: renunció a sus estudios de Derecho para dedicarse a
la literatura; se marchó a México, donde parece que se alistó en el ejército como soldado; perdió el brazo izquierdo
en una violenta riña con otro escritor; cambió sus verdaderos apellidos (Valle y Peña); e inventó toda una trama
sobre su vida en la que se mezclaban realidad y fantasía. Su agudo ingenio y su aspecto estrafalario («Este gran don
Ramón de las barbas de chivo», en palabras de Rubén Darío) le hicieron un personaje muy popular. Sus ideas
políticas evolucionaron también de forma singular: en su juventud fue partidario del carlismo; más adelante se
opuso a la dictadura de Primo de Rivera, motivo por el que estuvo en prisión, y se convirtió en un convencido
republicano. Murió en Santiago de Compostela en 1936.

La renovación del teatro. El esperpento


Valle-Inclán fue un notable novelista. De su obra narrativa destacan las Sonatas, un conjunto de cuatro novelas
—Sonata de otoño, Sonata de estío, Sonata de primavera y Sonata de invierno— que recogen las supuestas memorias de un
personaje ficticio: el marqués de Bradomín.
Pero, ante todo, Valle-Inclán fue el renovador del teatro de principios de siglo. Sus primeras obras dramáticas se
inscriben dentro de la estética modernista, caracterizada por un lenguaje esteticista y unos ambientes decadentes. A
esta tendencia corresponden sus Comedias bárbaras —Águila de blasón, Romance de lobos y Cara de plata—, en las que
se recrea una Galicia mítica, poblada por seres oscuros y violentos, inmersos en la superchería y las falsas creencias.
En 1920, Valle-Inclán estrena Divinas palabras y publica Luces de bohemia. Ambas obras presentan una
deformación sistemática de la realidad con el fin de poner de relieve sus aspectos más trágicos y grotescos. El
resultado de esa deformación es lo que él mismo denomina esperpento:
Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede
darse con una estética sistemáticamente deformada.
La deformación deja de serlo cuando estâ sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con
matemática de espejo cóncavo las normas clásicas.
El esperpento se caracteriza por estos rasgos: Los personajes son seres grotescos, animalizados: se mueven por
motivaciones primarias, muy elementales.

 Las acciones se suceden de una forma brusca y se producen violentos cambios de situación.
 El lenguaje está sometido también a un proceso de deformación: se emplean arcaísmos, localismos, términos del
caló y términos del mundo del hampa.
El objeto del esperpento no es otro que poner de manifiesto los aspectos más absurdos de la realidad española. En
Luces de bohemia, por ejemplo, la trama se centra en el paseo nocturno por las calles de Madrid de un poeta
fracasado e idealista, Max Estrella, y su amigo don Latino. Al hilo de ese deambular, el autor satiriza a los
personajes y las situaciones que se van presentando: la vida en la taberna, la huelga, la intervención de la policía, la
poesía modernista, la religión... La obra termina con la trágica muerte de Max, que representa la derrota del

24
idealismo y la imposibilidad de una sociedad igualitaria y justa.
Otras obras dramáticas en las que Valle-Inclán aplicó la técnica del esperpento son Las galas del difunto, Los
cuernos de don Friolera y La hija del capitán.
El teatro de la Generación del 27. Federico García Lorca
Además de ser uno de los principales poetas de su generación, García Lorca fue un brillante dramaturgo que
culminó el proceso de renovación formal y temática del género dramático.
Lorca empezó a escribir teatro desde muy joven: su primera obra, El maleficio de la mariposa, es de 1920. Pero es
en los años treinta cuando se acrecienta su interés por el género, sin duda debido a su preocupación por las
diferencias sociales. En esta época funda una compañía teatral ambulante, La Barraca, con la que pretende hacer
llegar el teatro a todas las clases sociales.
Lorca escribió farsas y teatro de títeres (La zapatera prodigiosa, El retablillo de don Cristóbal...), un drama histórico
en verso (Mariana Pineda), teatro surrealista y de crítica social... Pero sus obras más destacadas son tres tragedias:
Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba.
 Bodas de sangre es una obra basada en un suceso real: el día de su boda, una mujer abandona a su novio y huye
con su amante. El novio y el amante, pertenecientes a familias rivales, se enfrentan y ambos acaban muertos. Los
acontecimientos ocurrieron en un cortijo situado en la provincia de Almería.
 Yerma desarrolla el drama de una mujer estéril que cifra toda su existencia en tener hijos.
 La casa de Bernarda Alba se centra en los esfuerzos que una madre autoritaria hace para imponer a sus hijas
ocho años de aislamiento, llevando hasta lo irracional las convenciones sociales sobre el luto.
En estas tres obras, ambientadas en la Andalucía rural, Lorca expresa el conflicto entre la libertad, encarnada en
los personajes, con sus sueños y sus anhelos, y el principio de autoridad que ejerce la sociedad, regida por las
normas, las conveniencias y la falsa moral. El choque entre ambas perspectivas deriva en tragedia: la sociedad
destruye al individuo cuando no se somete a las expectativas del entorno.

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TEMA 9.LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA
En los últimos sesenta años, los acontecimientos históricos y políticos han
transformado radicalmente el orden mundial. Entre 1939 y 1945 se produjo la II
Guerra Mundial, en la cual se enfrentaron los países aliados, que en su mayor parte
defendían los valores democráticos, y los países dominados por regímenes fascistas. Al
término de la guerra, el mundo se divide en dos bloques, el socialista y el capitalista,
con una diferente concepción de la producción y la distribución de la riqueza. Ambos
bloques permanecieron políticamente enfrentados durante varias décadas en lo que se
denomina la Guerra Fría. Sin embargo, en los años ochenta se desencadenaron en
varios países socialistas distintas reformas económicas y políticas que pretendían
impulsar la transición hacia el modelo democrático y neoliberal característico de los
países capitalistas. Ese proceso acabó con la caída del muro de Berlín en 1989 y la
disolución de la Unión Soviética.
Una vez superada la Guerra Fría, el mundo entra en un proceso de globalización
favorecido por el desarrollo de las comunicaciones y los sistemas informáticos. Este
proceso, que acarrea un incremento de las diferencias económicas del primer y del
tercer mundo, se caracteriza por la interdependencia de las naciones y la
proliferación de las grandes multinacionales cada vez más poderosas. La extensión de
las redes informáticas, especialmente Internet, es la manifestación más visible de ese
mundo interrelacionado, en el que la información y el conocimiento son valores de
primer orden.
En España, la Guerra Civil y el régimen que salió de ella —la dictadura del general
Francisco Franco- sumieron al país en una profunda depresión política, económica y
cultural. Muchos españoles murieron durante la contienda; otros muchos partieron
hacia un largo y doloroso exilio; y quienes se quedaron tuvieron que enfrentarse a unos
años —la larga posguerra— de escasez, intransigencia y aislamiento internacional. En
los años sesenta, el desarrollo económico y la llegada del turismo provocaron
importantes transformaciones sociales; pero no es hasta la muerte del general, en
1975, cuando se producen los grandes cambios políticos y económi cos que impulsan la
modernización de España. La promulgación de la Constitución de 1978 consagra al
Estado como una monarquía democrática y allana el camino para que España
participe activamente como miembro de pleno derecho en organismos internacionales
como la CEE (Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea).
En el ámbito artístico, la Guerra Civil truncó la Edad de Plata de la cultura
española. Fueron muchos los escritores que murieron durante los tres años que duró la
guerra: Miguel de Unamuno, Ramón M a del Valle-Inclán, Federico García Lorca,
Antonio Machado...; y otros muchos -Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Jorge
Guillén, Rafael Alberti.... - partieron hacia el exilio. Así pues, la literatura española
posterior a 1939 evolucionó desde una situación de ruptura con la etapa anterior:
 En la década de los cuarenta hubo una corriente que, principalmente desde la
poesía, se centró en la sensación de angustia y desarraigo que la guerra había creado
en el ser humano.
 En la década de los cincuenta se desarrolló una literatura de carácter social,
centrada en la denuncia de las injusticias.
 En la década de los sesenta y principios de los setenta renació un interés por
experimentar con el lenguaje y hallar nuevas formas de expresión. La publicación en
estos años de las narraciones de un conjunto de magníficos escritores hispanoamericanos provocó el llamado boom de la
novela hispanoamericana.
En las dos últimas décadas, la literatura ha superado ese afán de experimentación y ha recuperado las formas
tradicionales, de más fácil lectura. El intimismo y la experiencia cotidiana vuelven a ser tema de inspiración, incluso en
poesía; y en novela se recuperan los géneros y las formas tradicionales: novela policiaca, novela histórica, novela
intimista... No obstante, asistimos a una época caracterizada por la diversidad de propuestas culturales, la gran
variedad de tendencias y la abundancia de la producción literaria alentada por una potente industria editorial y un
público lector cada vez más numeroso.

26
La evolución social y política de España
El franquismo (1939-1975)
La Guerra Civil acabó con la implantación de un régimen autoritario, que concentraba todos los poderes en la
persona del general Francisco Franco. La derrota en la II Guerra Mundial de los regímenes totalitarios de Hitler y
Mussolini, con quienes el régimen franquista mantenía una estrecha relación, dejó a España aislada en el plano
diplomático, económico y cultural. El régimen quedó al margen de todo organismo internacional hasta la firma de
los acuerdos bilaterales con Estados Unidos en 1953 y la entrada en la ONU (Organización de Naciones Unidas) en
1955.
Los sesenta fueron años de crecimiento económico y de importantes transformaciones sociales. El proceso de
industrialización que experimentó España en estos años aceleró un éxodo masivo del campo a la ciudad y permitió
el acceso de la población a nuevos bienes de consumo: el teléfono, la lavadora, la nevera, la televisión, el coche. A
la vez se fue produciendo un cambio en las mentalidades impulsado, entre otros factores, por fenómenos como el
turismo o la televisión, que ponían a la gente en contacto con otras culturas, otras modas y otras formas de pensar.
Los últimos años del franquismo estuvieron marcados por el aumento de las luchas sociales, alentadas por el
declive del régimen y la crisis económica que sacudió al mundo desde 1973. En el año 1975 murió el general
Franco y Juan Carlos I fue proclamado rey; pronto se vio que el régimen franquista no podía sobrevivir a la figura
de su creador.

La modernización de la sociedad (1975-2000)


En 1976, los españoles aprobaron en referéndum la Ley para la Reforma Política propuesta por Adolfo Suárez.
Se inició así un proceso político de normalización democrática, la llamada transición, que condujo a la
celebración de elecciones libres en 1977 y a la promulgaci6n en 1978 de una Constitución, por la que España quedó
configurada como una monarquía parlamentaria.
La llegada al poder del PSOE en 1982, tras el fallido intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, dio
por cerrada la transici6n. Desde entonces España obtuvo el reconocimiento internacional como estado
democrático.

La literatura durante el franquismo

La Guerra Civil cerró de un modo traumático la Edad de Plata de la cultura española. Algunos de los escritores
más relevantes murieron durante la guerra y otros muchos se exiliaron; y los que permanecieron en España
quedaron silenciados, sometidos a una suerte de exilio interior. Existe, pues, una ruptura entre la literatura anterior
a la Guerra Civil y la literatura que se hace en España durante el franquismo.
La evolución que experimentan los planteamientos artísticos en el periodo 1939-1975 hace que
tradicionalmente se estudie por decenios la literatura de esos años.

Los años cuarenta y cincuenta


La posguerra trajo dos tendencias literarias:
 Una literatura esteticista y conservadora, cultivada por autores ideológicamente próximos al nuevo régimen.
 Una literatura existencial, que manifestaba la desesperanza y el desarraigo vital provocados por las guerras. Esta
literatura existencial evolucionó hacia la crítica social, presente en la mejor literatura de los años cincuenta.
En poesía, la tendencia esteticista se conoce como poesía arraigada, y está representada por autores como
Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo o Luis Rosales; la segunda tendencia se denomina poesía desarraigada y
está encabezada por Dámaso Alonso, uno de los pocos poetas de la Generación del 27 que permaneció en España.
La poesía desarraigada constituye el germen de la poesía social, corriente en la que destacan Blas de Otero y José
Hierro.
En novela, la publicación de La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela, supuso el triunfo de una
nueva orientación realista, el tremendismo, que muestra con crudeza los aspectos menos gratos de la vida. Este
mismo autor inauguró años más tarde la novela social con la publicación en 1951 de La colmena. Escritores como
Miguel Delibes, Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martin Gaite o Ignacio Aldecoa se inscribieron en esta corriente.
En teatro, hubo en los años cuarenta un teatro de humor representado por Miguel Mihura. El estreno en 1949 de
Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo, estableció las bases de un nuevo teatro social.
27
Los años sesenta y setenta
En la década de los sesenta la literatura experimente, una importante transformación. Lo social cede paso a lo
personal y crece el interés por encontrar nuevas formas de expresi6n, lo cual conduce a una actitud de
experimentación formal que se agudiza en los años setenta.
En novela, es Tiempo de silencio, de Luis Martin-Santos, la obra que establece en 1962 el modelo de novela
experimental, en la que se rompe la estructura tradicional de la trama. Siguen también esta tendencia, entre otros,
Juan Benet con Volverás a Región o Juan Goytisolo con Señas de identidad.
En poesía, se impone en los años sesenta una poesía de indagación existencial que ahonda en la memoria y en
la experiencia de una forma intimista: la llamada poesía de la experiencia o poesía del conocimiento. Poetas
como Ángel González, José Ángel Valente, Francisco Brines, Jaime Gil de Biedma o Claudio Rodríguez representan
esta tendencia. En los años setenta, los poetas del grupo denominado los Novísimos cultivan una poesía
esteticista, entregada a la experimentación formal. A este grupo pertenecen Ana María Moix, Antonio Martínez
Sarrión, Pere Gimferrer y Guillermo Carnero, entre otros.
En teatro se produce también una renovación importante, que se manifiesta en la aparición de diversas formas
de teatro independiente y la creación de salas alternativas.

La literatura española actual

Habitualmente se toma el año 1975 como punto de partida para estudiar la literatura española actual por las
repercusiones que los acontecimientos históricos tuvieron en el ámbito de la cultura. Pero eso no significa que en
aquel momento la literatura experimentara una brusca transformación. De hecho, algunos escritores que
protagonizaron la evolución de la literatura durante el franquismo -Delibes, Cela, Hierro...- permanecen en esos
momentos en activo, marcando los nuevos rumbos de la literatura.
La literatura de las dos últimas décadas se caracteriza por una vuelta a las formas tradicionales, aunque
algunos autores mantienen el gusto por la experimentación. Así ocurre, por ejemplo, entre los poetas más jóvenes:
algunos —Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes— vuelven su vista a la poesía de la experiencia; en cambio,
otros -Andrés Sánchez Robayna, Blanca Andreu prefieren una poesía esteticista y experimental.
El género que más éxito tiene en estos años es la novela. La aparición en 1975 de La verdad sobre el caso Savolta,
de Eduardo Mendoza, significó la recuperación de la trama argumental. Desde entonces, las novelas de aventuras y
las novelas policiacas, entre otros subgéneros tradicionales, gozan del favor del público, que con frecuencia ve en
ellas una forma de evasión. Muchos son los novelistas que han destacado en los últimos tiempos: Manuel Vázquez
Montalbán, José María Merino, Luis Mateo Díez, Eduardo Mendoza, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Luis
Landero, Julio Llamazares…
El teatro actual ofrece dos caras: por un lado, las salas comerciales mantienen en escena obras de autores
consagrados y van dando cabida a los musicales al estilo de Broadway; por otro lado, hay salas que ofrecen un
espacio abierto a los escritores noveles y a la experimentación. Los autores más destacados son Francisco Nieva,
José Luis Alonso de Santos, José Sanchís Sinisterra, Fermín Cabal y Sergi Belbel.

Las literaturas catalana, gallega y vasca desde 1975


A partir de 1975, las literaturas en lengua catalana, gallega y vasca experimentan un notable desarrollo.
• En Galicia destacan, entre otros, et novelista Víctor F. Freixanes, principal representante de una nueva
novela orientada a la reinterpretación de los mitos gallegos, el narrador Suso de Toro, que analiza la
sociedad urbana gallega con una prosa rápida y directa, y el poeta y novelista Manuel Rivas, creador de
argumentos y personajes dibujados con una equilibrada mezcla de humor y ternura.
• En Cataluña y Valencia cabe citar al poeta Pere Gimferrer, cuya obra explora nuevas posibilidades de
simbolización y de expresión lingüística, y a tres novelistas: Montserrat Roig, que muestra la evolución
psicológica de sus personajes en su entorno familiar, Terenci Moix, que adopta una actitud rebelde ante los
convencionalismos sociales, y Quim Monzó, periodista y autor de cuentos en los que se critica la sociedad
actual. La actividad teatral ha dado lugar a magnificas compañías de teatro independiente: La Fura dels
Baus, Els Joglars, Comediants...
En el País Vasco, el autor más relevante es Bernardo Atxaga, autor de guiones, libros infantiles, novelas y
libros de relatos.

28
TEMA 10.LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA. LA LÍRICA
La poesía contemporánea

En los primeros años de la posguerra hacen su aparición dos tendencias líricas contrapuestas: la poesía
arraigada, de tono clasicista e ideología conservadora, y la poesía desarraigada, en la que se encuadran los
autores que propugnan una mayor libertad expresiva y se muestran disconformes con la realidad política y social.
La visión crítica propia de los poetas desarraigados se acentúa en los años cincuenta con el auge de la poesía
social, que concibe el poema como un instrumento para transformar la realidad política. Contra esta concepción
instrumental de la poesía reaccionan los poetas de la Generación de los cincuenta, que entienden el poema
como un medio de conocimiento, apto para indagar en la propia experiencia.
Ya a finales de los sesenta se impone una nueva corriente, la representada por los llamados Novísimos. Los
autores de este grupo cultivan una lírica esteticista de carácter minoritario ajena a todo tipo de compromiso social
o político.
La poesía posterior a 1975 se mueve entre dos polos: la poesía clasicista, que busca una expresión más
depurada afín a la poesía pura de algunos autores del 27, y la poesía de la experiencia, que trata temas cotidianos
en un tono frecuentemente coloquial en la línea de los poetas de la Generación de los cincuenta.

La poesía en el franquismo (1939-1975)

Los años cuarenta: arraigados y desarraigados


La poesía arraigada se centra en temas intemporales —la familia, la patria, la religión, el amor alejados de la
realidad del momento y propugna una vuelta a las formas clásicas: el soneto, la décima... Los autores más
destacados de esta tendencia son Luis Rosales y José García Nieto.
Frente a esa postura conservadora, los poetas desarraigados manifiestan su angustia ante una realidad
inhóspita, incapaz de ofrecer consuelo.
Sus poemas hablan de las miserias sociales, de la injusticia, de la hostilidad de la existencia. En la constitución de
esta corriente tuvo una importancia decisiva el libro Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, publicado en 1944. Los
siguientes versos revelan la visión desesperanzada y el tono desgarrador que caracterizan a esta obra:
Madrid es una Ciudad de más un millón de cadáveres ( s e g ú n las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre
caliente de una gran vaca amarilla.

La poesía social

La poesía desarraigada deriva hacia una corriente de poesía social que, sin olvidar la preocupación existencial
característica de los desarraigados, denuncia las desigualdades sociales y la falta de libertades políticas. La poesía
no se concibe ya como mera expresión de un sentimiento, sino como una herramienta capaz de transformar la
realidad.
El representante más destacado de la poesía social es Blas de Otero. Mención aparte merece la figura de José
Hierro, cuya poesía presenta en un primer momento muchos puntos de contacto con esta corriente.
• Blas de Otero nació en Bilbao en 1916. Estudió Derecho y Filosofía y Letras, pero realizó trabajos muy
dispares (minero, profesor...). Murió en Madrid en 1979. Entre sus libros de poesía destacan Ángel fieramente
humano, Pido la paz y la palabra y Que trata de España.
Otero cultivó, en sus primeras obras una poesía existencial, influida por la mística de San Juan de la Cruz.
Temas recurrentes de esta primera época son la figura de un Dios culpable y distante y la presencia de la mujer,
que es símbolo de plenitud y alegría para el poeta. Más adelante, su poesía viró hacia los temas sociales, cambio
que el poeta expresa en estos versos:
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.

29
 José Hierro nació en Madrid en 1922. Inició estudios como perito industrial, pero pronto se dedicó a la literatura.
En 1998 recibió el Premio Cervantes. Murió en Madrid el año 2002. En sus primeros libros (Tierra sin nosotros,
Quinta del 42), Hierro muestra unos intereses próximos a los de la poesía social. Posteriormente, en obras como
Libro de las alucinaciones y Agenda, deriva hacia una lírica muy personal, de la que son rasgos distintivos la
presencia de imágenes irracionales y la concepción de la realidad como un enigma que el verso puede desentrañar o
expresar.

La Generación de los cincuenta


La Generación de los cincuenta centra la poesía en las experiencias vividas y la concibe como un medio de
conocimiento; el poeta recrea sus emociones y accede así a una comprensión más profunda de ellas. Son temas
habituales la evocación de la infancia y la juventud, la amistad, el amor, el fluir del tiempo..., tratados con un len-
guaje coloquial y en apariencia sencillo, que acude con frecuencia a la ironía.
Entre los integrantes de este grupo, cabe destacar a Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente
y Ángel González.
 Claudio Rodríguez (1934-1999) se vale de un lenguaje de resonancias rurales para indagar en el misterio de la
propia existencia y celebrar la belleza del mundo y de la vida:
Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Su obra más destacada es Don de la ebriedad.
 Jaime Gil de Biedma (1929-1990) explora la experiencia cotidiana con un punto de ironía que ejerce gran
influencia en los poetas posteriores:
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
La obra poética de Gil de Biedma está recogida en el libro Las personas del verbo.
 La lirica de José Ángel Valente (1929-2000) evoluciona desde un realismo inicial a la posterior reflexión sobre la
esencia y la función de la propia poesía. Común a toda su trayectoria es la exigencia de rigor expresivo, que da
lugar a un estilo escueto y preciso:
Ahora cuanto fuimos
no capaces de amar
nos mira no engendrado.
Gran parte de su poesía se recopila en Punto cero.
 Ángel González (1925-2008) muestra en sus versos una preocupación ética: mediante la ironía el autor critica la
hipocresía de la sociedad. Su obra, recogida en Palabra sobre palabra, está teñida de un pesimismo existencial que a
menudo encuentra una válvula de escape en el humor:
Meriendo algunas tardes:
no todas tienen pulpa comestible.
Los Novísimos
En 1970 el crítico José María Castellet publicaba la antología Nueve novísimos poetas españoles. Surgieron así los
llamados Novísimos, una generación que lleva a cabo una ruptura radical con la poesía precedente.
La poesía de los Novísimos se caracteriza por su esteticismo y la presencia de numerosas referencias culturales:
citas de autores extranjeros, referencias a mundos lejanos y decadentes; personajes o motivos del cine, la música y
los comics. Se trata, en definitiva, de una poesía artificiosa, de exquisito acabado, que se dirige a un público mi-
noritario capaz de apreciar las filigranas formales a las que se entrega el poeta.
Pertenecen a la generación de los Novísimos, entre otros, Félix de Azúa, Guillermo Carnero, Ana María Moix,
Leopoldo María Panero, Antonio Martínez Sarrión... El autor más emblemático de todos ellos es Pere Gimferrer.
De hecho, la nueva estética se inicia con su libro Arde el mar, que recibió el premio Adonais en 1966. La obra de
Gimferrer destaca por la riqueza del léxico empleado, la abundancia de imágenes irracionales y el prodigioso
sentido del ritmo:
Los bajíos, la espuma, los rubíes que reflejan unos ojos,
las piedras que incitan al sueño -zafiros-, la significación del oro y los metales,
el brillo que queda en la mirada después del amor,
30
la verde oscuridad del mar en sueños...

La lírica actual (1975-2000)


Los autores que se dan a conocer después de 1975 comparten en general el gusto por la ambientación urbana de
los poemas, la atracción por las experiencias cotidianas, el empleo de un lenguaje coloquial y la actitud escéptica
que se manifiesta en el uso frecuente de la ironía. Pero a pesar de esos elementos comunes, la poesía actual presenta
una gran diversidad de corrientes, entre las que domina la llamada poesía de la experiencia.
La poesía de la experiencia se caracteriza por la expresión de las vivencias personales, en un tono objetivo y
con frecuencia desengañado, mediante un lenguaje de tono coloquial. Es notable en los autores de esta tendencia, tal
vez la más representativa de la nueva lírica, el magisterio de Jaime Gil de Biedma.
Los principales representantes de la poesía de la experiencia son Luis García Montero y Felipe Benítez Reyes.
• Luis García Montero (1958) ha defendido en diversas ocasiones una lirica próxima a la realidad, frente a las
ensoñaciones culturalistas de épocas precedentes: «Los poetas jóvenes [...] buscaron una poesía verosímil
relacionada con la experiencia estética de la realidad y abierta a los demás». Sus poemas se centran a menudo en
las vicisitudes amorosas, con un estilo coloquial y desapasionado, que huye de todo énfasis:
Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi,
cruzo la desmedida realidad
de febrero por verte,
el mundo transitorio que me ofrece
un asiento de atrás...
• Felipe Benítez Reyes (1960) encarna la visión lúcida y desencantada de la existencia que distingue a muchos de
los autores de la lírica actual. Mediante un lenguaje brillante y preciso, el autor contempla la realidad con ironía y
propósito desmitificador:
... A menudo, de noche,
mis amigos dan fiestas y beben vino amargo,
pues saben que la vida exige tales gestos
a la guardia más joven que vela sus castillos,
su leyenda dorada....

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TEMA 11.LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA. LA novela
La narrativa española contemporánea
Entre 1939 y 1975, la narrativa experimenta un proceso de transformación influido por la tradición del Realismo
español, los intereses de la industria editorial y del lector medio y las nuevas técnicas narrativas que a lo largo del
siglo XX surgieron en Europa y América.
Ya en los años cuarenta, autores como Gonzalo Torrente Ballester, Miguel Delibes, Carmen Laforet o Camilo
José Cela escribieron obras de calidad que contribuyeron a la recuperación de la novela. La primera de ellas fue La
familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, obra publicada en 1942 que entronca con el naturalismo y con algu-
nos aspectos de los esperpentos de Valle-Inclán. Con esta novela se inaugura una corriente narrativa llamada
tremendismo, en la que se insiste en los aspectos más brutales de la realidad para efectuar una reflexión profunda
sobre la condición humana.
En los años cincuenta, otra novela de Cela, La Colmena, inaugura la novela social. Las novelas sociales llevan a
cabo un análisis exhaustivo de la sociedad española, prestando especial atención a las condiciones de vida de las
clases más desfavorecidas. Los principales representantes de esta tendencia son Ignacio Aldecoa y Rafael Sánchez
Ferlosio.
El agotamiento de la novela social llevó en los años sesenta a la búsqueda de fórmulas innovadoras que
rompieran la monotonía del panorama literario español. Luis Martin-Santos publicó en 1962 Tiempo de silencio, obra
decisiva que inauguraba una nueva corriente, la novela experimental, de la que también son autores
representativos Juan Benet, Juan Goytisolo y Juan Marsé.
En la narrativa posterior a 1975 se produce un paulatino olvido del experimentalismo y un retorno a fórmulas
narrativas más tradicionales. La forma de la novela se simplifica buscando un público lector menos elitista y más
numeroso. Destacan en estos años autores como Eduardo Mendoza, Javier Marías y Antonio Muñoz Molina.
La narrativa en el franquismo (1939-1975)
La novela en los años cuarenta
En la narrativa española de los años cuarenta destacan dos novelas: La familia de Pascual Duarte, de Camilo José
Cela (1916-2002), y Nada, de Carmen Laforet (1921).
• En La familia de Pascual Duarte, un asesino rural confiesa sus crímenes antes de ser ejecutado, mostrando los
detalles más escabrosos y sórdidos de sus acciones. Pero no es la atrocidad de éstas lo que impresiona al lector,
sino el tono objetivo y neutral con que el protagonista las relata, sin interpretarlas ni extraer de ellas ninguna
conclusión de tipo moral. La novela, no obstante, deja entrever las causas psicológicas, afectivas y sociales del
comportamiento de Pascual Duarte: bajo la narración de los crímenes se vislumbra la remota humanidad del per-
sonaje, su radical desvalimiento.
Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al
nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en
destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de
las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas. Aquéllos gozan de un
mirar sereno y al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la llanura y
arrugan el ceño como las alimañas por defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y
colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie ha de borrar ya.
La obra está escrita en un lenguaje sencillo, que reproduce en muchos aspectos el habla coloquial; la presencia de
numerosos recursos literarios delata, sin embargo, la cuidada elaboración del texto.
• Unos años después de la aparición de La familia de Pascual Duarte se publica Nada, de Carmen Laforet. La
protagonista de esta novela es Andrea, una joven universitaria que sigue un curso en Barcelona. La trama recoge
hechos cotidianos de la vida de Andrea, inmersa en la incomunicación y el desencanto.
La novela social de los años cincuenta
La narrativa de los años cincuenta se aleja de las preocupaciones existenciales típicas de la década anterior para
centrarse en los conflictos sociales y en la denuncia de la injusticia. Esta nueva corriente presenta una serie de
rasgos característicos:
- Empleo de técnicas realistas y enfoque objetivo de los hechos: el narrador consigna los acontecimientos sin
entrar en valoraciones.
- Desinterés por el análisis psicológico de los personajes.
- Sustitución del protagonista por un personaje colectivo.
- Concentración temporal y espacial de los hechos, que pueden reducirse a unas cuantas horas y desarrollarse en
un único marco.
-Sencillez y claridad del lenguaje, e interés por reproducir fielmente el habla coloquial.
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Dos son las novelas más representativas de la novela social: La colmena, de Camilo José Cela, y El Jarama, de
Rafael Sánchez Ferlosio (1927).
• La colmena posee una estructura original, basada en el cruce de las historias que se tejen en torno a los distintos
personajes que frecuentan un café madrileño. No hay en ella un protagonista individual, e incluso se pone en
cuestión el mismo concepto de personaje: lo que al autor le interesa es la presentación fragmentaria y discontinua
de esas vidas, en su mayoría mediocres, para dar así un mosaico de la realidad. Hay, por otra parte, en la novela
una intención crítica, que denuncia la opresión ejercida por los poderosos sobre los más débiles.

 El Jarama es la mejor plasmación de la técnica objetivista: el narrador se limita a registrar los hechos como si de
una cámara cinematográfica se tratara, sin valorarlos ni comentarlos en ningún momento. La obra narra la
excursión de unos jóvenes al río Jarama a través de las conversaciones que mantienen dos grupos de personas: los
jóvenes excursionistas, que proceden de un barrio obrero de Madrid, y los adultos que se reúnen en un merendero
próximo al rio. La trivialidad de los diálogos, en los que se reproduce con absoluta fidelidad el habla coloquial de
la época, y lo insustancial de los hechos narrados hacen aflorar ante el lector la falta de sueños, de aspiraciones y
de ilusión de ambas generaciones:
 ¿Habéis traído más vino?
-Ahí está, ¿no lo ves?
 ¡Huy, mucho vino me parece que es éste!
 ¿Y en dónde habéis mangado los limones?
 Como sigas tirando de esa cinta te cargas el macuto.
-¡Un poquitito de organización!
La novela experimental de los años sesenta
En los años sesenta, el argumento se diluye o pasa a un segundo término; lo que interesa es jugar con la forma
del relato, alterando de diversas maneras su estructura y el lenguaje. Esta actitud de experimentación modifica
también la función del lector, que ahora debe participar activamente en la interpretación de la obra.
La novela experimental presenta, entre otras, las siguientes características:
 Multiplicidad de puntos de vista, mediante la alternancia de las voces de los personajes y del narrador.
 Destrucción de la linealidad temporal del relato, con técnicas como el flash-back, que recupera hechos pasados,
o la anticipación, que adelanta acontecimientos futuros.
 Tratamiento innovador del lenguaje, que se manifiesta a menudo en la ruptura de la lógica y de la sintaxis.
Entre las obras señeras de esta tendencia cabe destacar Tiempo de silencio, de Luis Martin-Santos (1924-1964),
y Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes (1920- 2010).
 El protagonista de Tiempo de silencio es Pedro, un médico que vive en Madrid y se dedica a la investigación del
cáncer. Pedro es detenido a causa de un aborto clandestino en el que se ha visto involucrado. Y aunque
finalmente se descubre su inocencia, pierde su trabajo y decide abandonar la ciudad. La obra va desvelando las
miserias de todos los círculos sociales en los que se desenvuelve el protagonista: los intelectuales, la clase alta, la
pequeña burguesía, los marginados...
Tiempo de silencio supone una auténtica renovación del género. El autor emplea técnicas narrativas, como el
monólogo interior, en el que los personajes expresan sus pensamientos y sentimientos de forma libre, no
controlada por la conciencia. También experimenta con el lenguaje alternando estilos muy distintos, que a menudo
contrastan con el tema o el ambiente. La descripción de unas chabolas, por ejemplo, se realiza en un tono
grandilocuente, propio de los géneros literarios más elevados. Con este contraste paródico, el autor busca poner de
relieve el sinsentido de la existencia que llevan los personajes y la sordidez que envuelve a la sociedad española:
Que de las ventanas de esas inverosímiles mansiones pendieran colgaduras, que de los techos oscilantes
al soplo de los vientos colgaran lámparas de cristal de Bohemia, que en los patizuelos cuerdas
pesadamente combadas mostraran las ricas ropas de una abundante colada, que tras la puerta de
manta militar se agazaparan (nítidos, ebúrneos) los refrigeradores y que gruesas alfombras de nudo
apagaran el sonido de los pasos eran fenómenos que no podían sorprender a Pedro...
 Cinco horas con Mario representa la incorporación a la corriente renovadora de Miguel Delibes,
un novelista que había publicado ya con anterioridad algunas novelas notables: La sombra del
ciprés es alargada, El camino, Las ratas... La obra reproduce el monólogo de Carmen mientras vela
el cuerpo de su esposo, Mario. En realidad, el texto enfrenta dos ideologías: una visión
conservadora y convencional, encarnada en Carmen; y una visión liberal e idealista, representada
por Mario. En esta obra el autor consigue persuadir al lector de la frivolidad e inconsistencia de
las ideas de Carmen valiéndose precisamente del propio discurso de ésta.
33
Entre los novelistas que se sumaron a los intentos de renovación formal se encuentra también Camilo José Cela,
con obras como San Camilo, 1936 y Oficio de tinieblas 5

La narrativa actual (1975-2000)


La narrativa del último cuarto del siglo XX se caracteriza por la vuelta a los patrones narrativos clásicos: el interés
por el argumento, el desarrollo lineal de la historia, la voz única del narrador. Predominan los temas urbanos y se
prefieren los personajes antiheroicos, cuyas andanzas se narran en un estilo muy cuidado y salpicado por frecuentes
notas de humor:
Tendencias de la narrativa actual

No resulta fácil discernir en la nueva narrativa unas corrientes o escuelas definidas; si es posible, no obstante,
identificar ciertas tendencias temáticas. Las más relevantes son éstas:
 Novela policiaca y de intriga. Este subgénero resurge con especial fuerza. Entre sus cultivadores destacan
Manuel Vázquez Montalbán (1939), autor de una serie protagonizada por el detective privado Pepe Carvalho y
Arturo Pérez-Reverte (1951), con La tabla de Flandes.
 Novela histórica. Se pueden citar como ejemplos El oro de los sueños, de José María Merino (1941), El
hereje, de Miguel Delibes, y La vieja sirena, de José Luis Sampedro (1917).
 Novela de la reflexión íntima. Centrada en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia. Obras
representativas de esta tendencia son El desorden de tu nombre, de Juan José Millás (1946), y Mortal y rosa, de
Francisco Umbral (1935).

 Novela de la memoria y del testimonio. La memoria de una generación y el compromiso con ciertos valores son
los temas básicos de esta corriente, en la que se encuadran novelistas como Rosa Montero (1951), con Te trataré
como a una reina, y Luis Mateo Díez (1942), con La fuente de la edad.

Algunos autores
Entre los novelistas que han surgido en este periodo sobresalen, por la coherencia de su trayectoria y el
reconocimiento critico que han merecido, tres autores: Eduardo Mendoza, Javier Marías y Antonio Muñoz Molina.
 Eduardo Mendoza (1943) publicó en 1975 La verdad sobre el caso Savolta, obra que en buena medida puede
considerarse el punto de partida de la narrativa actual. Sin renunciar al empleo de técnicas experimentales, el autor
ofrece en esta novela de corte policiaco un argumento que atrapa la atención del lector.
En obras posteriores, Mendoza ha mostrado su excepcional capacidad paródica: El misterio de la cripta
embrujada, El laberinto de las aceitunas y Sin noticias de Gurb actualizan y subvierten de forma hilarante los
tópicos de tres géneros consagrados: la novela de misterio, la novela negra o policiaca y la novela de ciencia
ficción.
La ciudad de los prodigios es la más ambiciosa de sus obras y probablemente la más lograda; en ella se recrea la
evolución histórica y social de la ciudad de Barcelona en el período comprendido entre las exposiciones
universales de 1888 y 1929, tomando como hilo conductor la progresión en la escala social del protagonista. Esta
novela retoma y renueva con maestría algunos de los presupuestos de la novela realista decimonónica: el
propósito de reflejar y explicar el mundo real y el pormenorizado análisis psicológico de los personajes.
 La obra de Javier Marías (1951) constituye una de las apuestas más originales de las últimas décadas. Las novelas
y cuentos de este autor se distinguen por la presencia de una serie de temas obsesivos, como el misterio de la
identidad personal y la reflexión sobre el tiempo: «El que aquí cuenta lo que vio y le ocurrió no es aquel que lo vio
y al que le ocurrió». Su estilo, muy elaborado, posee una rara capacidad envolvente, que difumina y transforma la
realidad. Entre sus obras destacan Todas las almas, Corazón tan blanco y Mañana en la batalla piensa en mí.
 En la narrativa de Antonio Muñoz Molina (1956) se conjugan de forma armónica el rigor en la construcción del
relato y la preocupación por elaborar un argumento atractivo para el lector. Destaca asimismo la calidad de la
prosa, intensa, que se desarrolla en periodos amplios, de ritmo muy cuidado.
Sobresalen entre sus obras El invierno en Lisboa, una magnífica novela de intriga; El jinete polaco, evocación
autobiográfica que juega hábilmente con los tiempos del relato; y Plenilunio, acertado intento de remozar el género
policiaco.

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El boom de la narrativa hispanoamericana

En la década de los sesenta irrumpen con fuerza en el panorama literario una serie de narradores
hispanoamericanos de extraordinario talento. Es el Ilamado boom de la narrativa hispanoamericana. Entre los
autores que se dan a conocer en estos años o que publican en ellos sus obras más representativas destacan
Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar.
 El colombiano Gabriel García Márquez (1928) alcanzó la celebridad en 1967 con la publicación de la novela
Cien años de soledad, en la que se cuenta la fundación, florecimiento y decadencia de Macondo, un pueblo
imaginario situado en medio de la selva. Otras novelas importantes de García Márquez son El coronel no tiene
quien le escriba, El otoño del patriarca y El amor en los tiempos del cólera.
 El peruano Mario Vargas Llosa (1936) es el autor de La ciudad y los perros (1963), la obra que supuso el inicio
del boom. Esta novela se centra en las experiencias de un cadete interno en una academia militar de Lima, y en
ella aparecen ya algunos de los rasgos peculiares de la narrativa de Vargas Llosa: la presentación de historias
cruzadas, el manejo de técnicas innovadoras, la denuncia de la violencia y la injusticia. En su extensa
producción destacan, aparte de la mencionada, obras como Conversación en la catedral, La guerra del fin del
mundo o La fiesta del chivo.
 El argentino Julio Cortázar (1914-1984) cultivó por igual la novela y el cuento. Sobresale entre sus novelas
Rayuela, una obra sorprendente, que propone al lector distintos itinerarios de lectura. Sus cuentos, recogidos
en libros como Bestiario, Las armas secretas y Todos los fuegos el fuego, se caracterizan por la irrupción en
un entorno cotidiano de ingredientes anómalos, a menudo fantásticos, que distorsionan la realidad y difuminan
los límites entre el mundo que nos es familiar y otro ámbito extraño, perturbador, que se infiltra en él.
Es obligado, por último, mencionar a Jorge Luis Borges (1899-1986), escritor argentino anterior al boom que
ejerció gran influencia en la literatura de la segunda mitad del siglo XX. En libros como Ficciones, El Aleph o El
informe de Brodie, Borges renovó profundamente el género del cuento. Sus relatos, de estilo distante y conciso,
ofrecen una combinación de elementos heterogéneos —referencias culturales, disquisiciones metafísicas, juegos
con la realidad y la fantasía— que se integran en una trama de impecable construcción.

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TEMA 12.LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA. EL TEATRO
El teatro contemporáneo
El teatro estuvo marcado en la época franquista por la censura, que estableció un severo control sobre el
contenido de las obras representadas.
En los años cuarenta tuvo gran éxito de público un teatro de evasión y enredo, la alta comedia, que desarrollaba
temas típicamente burgueses. Frente a este teatro comercial, surgieron dos tendencias: el teatro humorístico, de
Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura, y el teatro social, cuyo iniciador fue Antonio Buero Vallejo.
Ya en la década de los sesenta se asiste a la aparición de un teatro experimental, que se inserta en la corriente
renovadora que domina la literatura de la época.
Con la llegada de la democracia desaparece la censura y llegan con más facilidad las novedades que se producen
en el extranjero. Aunque los autores proponen estéticas muy diversas, se aprecia cierta tendencia a recuperar un
realismo de carácter costumbrista y crítico, que se hace eco de los problemas de la sociedad actual.

El teatro en el franquismo (1939-1975)


El teatro humorístico
La mayoría de las comedias de los años cuarenta se basaban en el chiste fácil y la ambientación costumbrista de
intención caricaturesca. A este tipo de teatro se opone una nueva corriente más intelectual, que funda su eficacia
cómica en la ruptura de las convenciones realistas. Los autores que protagonizan la renovación del teatro
humorístico son Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura.
• Frente al teatro cómico tradicional, Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) concibió un «teatro de lo inverosímil»,
en el que tienen cabida los hechos y situaciones más absurdos. Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos
gente honrada y Los habitantes de la casa deshabitada son algunas de sus piezas más conocidas.
• Miguel Mihura (1905-1977) creó una nueva manera de abordar el humor, en la que se combinan el absurdo y la
reflexión existencial. Sus obras plantean con frecuencia situaciones incoherentes y diálogos absurdos. Esta
distorsión de la realidad pretende en última instancia denunciar la estupidez y la insustancialidad de los
convencionalismos sociales. Así se puede apreciar en este fragmento de Tres sombreros de copa, obra escrita en
1932 y estrenada veinte años después:
DIONISIO. Pero ¿qué veo, don Rosario? ¿Un teléfono?
DON ROSARIO. Sí, señor, un teléfono.
DIONISIO. Pero, ¿un teléfono de esos por los que se puede llamar a los bomberos?
DON ROSARIO. Sí, señor. Y a los de las pompas fúnebres.
DIONISIO. ! Pero esto es tirar la casa por la ventana, don Rosario! (Mientras DIONISIO habla, DON ROSARIO saca de la
maleta un chaquet, un pantalón y unas botas y los coloca dentro del armario.) Hace siete años que vengo a este hotel y
cada año encuentro una nueva mejora. Primero quitó usted las moscas de la cocina y se las llevé al comedor. Después
las quitó del comedor y las llevó a la sala. Y el otro día las sacó usted de la sala y se las llevé de paseo, al campo, en
donde, por fin, las pudo usted dar esquinazo... ¡Fue magnífico! Luego, puso usted la calefacción. Después suprimió usted
la carne aquella de membrillo que hacía su hija. Ahora el teléfono... De una fonda de segundo orden ha hecho usted un
hotel confortable... Y los precios siguen siendo económicos. ¡Esto supone la ruina, Don Rosario!
DON ROSARIO. Ya me conoce usted, Don Dionisio. No lo puedo remediar, soy así. Todo me parece poco para los
huéspedes de mi alma.
DIONISIO. Pero, sin embargo, exagera usted. No está bien, que cuando hace frío nos meta usted botellas de agua caliente
en la cama; ni que cuando estemos constipados se acueste usted con nosotros para darnos más calor y sudar [...]!"Es
ya demasiada bondad! ¡Abusan de usted!
El teatro social
A finales de los años cuarenta surge una corriente teatral realista, que reacciona frente a la banalidad dominante
en la escena española. Los sucesos cotidianos, los problemas sociales, la vida real de las gentes acceden por fin a las
tablas. El iniciador y principal representante de esta tendencia fue Buero Vallejo.
Antonio Buero Vallejo nació en Guadalajara en 1916. Participó en la Guerra Civil militando en las filas del
ejército republicano; al término de la contienda, fue condenado a muerte. Aunque se le conmutó la pena, pasó siete
años en prisión. En 1986 recibió el Premio Cervantes. Murió en Madrid el año 2000.
La actividad literaria de Buero se caracteriza por un compromiso de carácter social. El mismo se definía como
un autor solitario y solidario. Sus obras teatrales combinan elementos muy diversos: realismo, simbolismo,
reflexión existencial, crítica social. La acción se sitúa con frecuencia en una época pasada, recurso que permite al
autor analizar problemas actuales con la objetividad que propicia el distanciamiento histórico.

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Entre sus obras cabe destacar Historia de una escalera y La Fundación.
 Estrenada en 1949, Historia de una escalera rompe el estatismo del teatro español de la época, que había eludido
hasta ese momento los temas sociales. La acción se desarrolla en torno a la escalera de una vivienda en la que
habitan varias familias de clase humilde. La obra contiene un mensaje desesperanzado: la realidad acaba
imponiéndose sobre los sueños del individuo.
 La Fundación nos presenta a un hombre, Tomás, que, tras haber confesado un delito bajo tortura, cumple
condena en la cárcel. Ante la dureza de su situación, Tomás se ha refugiado en la locura, creando la fantasía de
vivir en una fundación que le ha invitado a escribir un libro. Sus ojos perciben bellos paisajes y suntuosos
interiores, hasta el momento en el que la cordura le enfrenta con la realidad.
El teatro experimental
En los años sesenta surge una corriente que se propone subvertir el concepto tradicional de teatro, alejándose de las
convenciones realistas dominantes. Se trata de un teatro experimental, al que pueden adscribirse autores como José
Ruibal (1925) o Fernando Arrabal (1932). Las obras de esta corriente se distinguen por las siguientes características:
 La pérdida de importancia de las nociones de personaje y acción dramática, reducidas en muchas ocasiones
a mero soporte del mensaje que el autor pretende transmitir.
 El uso de recursos alegóricos y simbólicos, que obligan a buscar una interpretación más allá de lo que se
puede ver en el escenario.
 La renovación de la puesta en escena. Se emplean todo tipo de objetos y artefactos mecánicos, con la
intención de suscitar en el espectador una reacción crítica ante la deshumanización del mundo moderno.
En ese contexto de experimentación nacen a finales, de los años sesenta distintos grupos teatrales que abordan
nuevos temas y nuevas formas de representación en las llamadas «salas alternativas». Son las compañías de teatro
independiente, entre las que destacan Els Joglars, Comediants o La Fura dels Baus.
El teatro actual (1975-2000)
Con la llegada de la democracia y la desaparición de la censura cambian radicalmente las circunstancias en las
que se desarrollaba la vida teatral española. Suben a los escenarios obras antes prohibidas y se representan con
asiduidad las piezas de los grandes autores extranjeros (Bertolt Brecht, Jean-Paul Sartre...). Los poderes públicos se
interesan en promover el teatro, y surgen instituciones vinculadas al Estado o a las Comunidades Autónomas, como
el Centro Dramático Nacional o la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Pese a todo, la escena española ha seguido dominada por un teatro de corte comercial, integrado a menudo por
piezas humorísticas de ínfima calidad. Muchos de los grupos independientes surgidos en el período anterior han
desaparecido y otros han subsistido gracias a su capacidad para conectar con el público a través de espectáculos de
gran impacto visual. A la vez se ha producido un auge del llamado teatro alternativo, que presenta sus propuestas
innovadoras en salas de pequeño aforo.
Es difícil señalar unas corrientes definidas en la dramaturgia actual. Puede apuntarse, en todo caso, el
resurgimiento de un teatro social, de tintes costumbristas y críticos, y la importancia que se concede a los distintos
aspectos de la representación —montaje, escenografía, juegos de luces o sonidos en detrimento del texto, que con
frecuencia queda relegado a un segundo lugar.
Algunos dramaturgos
En el heterogéneo panorama del teatro actual español, cabe destacar a tres autores: Francisco Nieva, José
Sanchís Sinisterra y José Luis Alonso de Santos.
 La dramaturgia de Francisco Nieva (1927) significa la pervivencia de las propuestas experimentales en el teatro
actual. Nieva concibe el teatro ante todo como un espectáculo, mezcla de juego y ritual, en el que los aspectos
estéticos priman sobre el contenido. Representativas de este teatro antirrealista son obras como Nosferatu, Sombra
y quimera de Larra o Delirio del amor hostil.
 José Sanchís Sinisterra (1940) debe su renombre a piezas de carácter histórico, entre las que destaca ¡Ay,
Carmela! Esta obra, que muestra las tribulaciones de una compañía de cómicos durante la Guerra Civil española,
tuvo una gran acogida por parte del público.
 José Luis Alonso de Santos (1942) ha revitalizado el género costumbrista al llevar a las tablas con un enfoque
satírico algunos de los problemas de nuestra sociedad, como la violencia urbana (La estanquera de Vallecas) o la
droga (Bajarse al moro). Destaca en sus obras la habilidad con que sabe captar el lenguaje coloquial y marginal.

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