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Autor:
Luis Castañeda
luicasro@gmail.com
Introducción
Citando a Lindon, Argyris (1986) en su texto Ciencias para la Acción, apunta que,
“pensar científicamente dificulta pensar terapéuticamente (Lindon cita a Freud)”, es
decir, en el leguaje clínico un buen diagnóstico no necesariamente conduce a una
adecuada curación del paciente. Con lo cual se puede inferir que, el pensamiento
científico no conduce necesariamente a que, como consecuencia del descubrimiento
de una teoría se llegue directamente a su uso y aplicación. Pero ¿y lo contrario? Una
adecuada estrategia puede pretender erigirse como teoría científica?
Popper (1974), Bunge (1980), Bachelard citado por Ugas (2002) entre otros, coinciden
en atribuir condiciones inherentes a la formulación de teorías, provenientes de la
investigación científica: La identificación del problema o de la tesis a rebatir, generación
de hipótesis, verificación fáctica, aceptación de la comunidad científica hasta la
aparición de otra teoría que la reemplace. Toulmin, citado por Rodríguez Bello (2004)
apunta que la argumentación en los artículos de investigación implica un proceso
comunicativo interactivo entre personas, que permite derivar “actos verbales
epistémicos dirigidos a la generación y producción de conocimiento o en el consenso”.
Todo lo cual nos permite establecer una relación entre el acto comunicativo, el acto
reflexivo de la investigación científica y el proceso de aprendizaje derivado de las dos
anteriores (Figura 1).
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Acto comunicativo, Investigativo y aprendizaje
(Elaboración propia, 2015)
Figura 1
Antecedentes
La tesis central del desarrollo organizacional es que, para lograr cambio en las
organizaciones hay que cambiar la actitud de las personas involucradas, en el sentido
de identificar la información válida o genuina (sin ocultamientos) para evitar la paradoja
gatopardiana: “cambiar para que nada cambie”. Este pensamiento hacia la acción ha
sido muy efectivo en los procesos de cambio en la cultura de grupos y en las
organizaciones, por ejemplo el Kaisen1. Imai (1989).
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Para Argyris y Schôn una organización es eficaz, si sabe aprender y esto ocurre no
sólo cuando se procesa y aplica información nueva, sino cuando se corrigen errores y
se desarrollan nuevas soluciones congruentes y coherentes con las declaraciones
oficiales o “explicitas” que generalmente se cuestionan y modifican, de tal forma que
pueden aplicarse solo cuando hay un cambio también, en la forma como se encaran
los problemas habitualmente.
Argyris y Schôn creen que los científicos sociales se enfrentan a un dilema entre la
pertinencia de los objetivos de cambio organizacional o mejora de su efectividad y el
rigor de sus métodos en el plano epistemológico. “Desde la perspectiva del investigador
de la acción, el reto consiste en definir y alcanzar estándares apropiados de rigor sin
sacrificar la pertinencia.”(Ibíd. Pag.15)
La pregunta clave sería, ¿en todo los aprendizajes, que incluso provoquen situaciones
de cambio profundo de creencias y valores, ¿habrá generación de teoría? O tal vez, los
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constructos epistemológicos propuestos deban estar soportados por algo más que
investigaciones empírico-inductivas.
El acto investigativo va más allá, pues exige una disciplinada elaboración de fases
epistemológicas empírico-racionales o hipotético-deductivas
Y el aprendizaje es el producto neto que resulta del conocimiento generado tanto por el
aporte teórico como por la metodología y estrategias utilizadas para lograrlo. Es el
conocimiento mismo como también la habilidad para generarlo.
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del investigador, en relación a su claridad epistemológica y suficiencia de referencias
relacionadas con la línea de investigación.
En las investigaciones sociales los datos, las evidencias y la influencia del contexto y
factores axiológicos del investigador contaminan los hallazgos disminuyendo sus
relaciones de causalidad investigativa. Pero el verdadero investigador no debe
investigar como si se tratara de una tarea o de un proyecto académico. El investigador
investiga con una motivación de logro a largo plazo con la modestia característica de
que sus hallazgos no lleguen a ninguna parte y más bien sea un contribuyente sincero
a la comunidad científica por encima de las tentaciones perseguidoras de premios y
reconocimientos. El “pecado” del Nobel Linus Pauling, todavía retumba en los corrillos
de los científicos de la bioquímica2.
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Linus Pauling publicó a finales de 1952 un artículo en el que desarrollaba su modelo de ADN de triple hélice
claramente contrario al principio de auto-complementariedad, que sugiere una arquitectura de dos hélices. Sin
embargo Pauling parecía haber olvidado completamente este principio cuando construyó su modelo de ADN.
Pauling había descubierto la hélice alfa para explicar el modelo de las proteínas que lo acreditó como ganador del
Premio Nobel de Química en 1954. “Irónicamente, su triunfo con la hélice alfa sin duda contribuyó a su derrota
con la triple hélice. Pauling suponía que el éxito de la primera podría repetirse en la segunda. En este sentido se
trata de un caso clásico de razonamiento inductivo. La estrategia común de hacer conjeturas probabilísticas
basadas en la experiencia pasada, solo que llevada demasiado lejos” Livio, M. (2013). página 160.
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carácter científico, es decir el epígrafe de este escrito se aplica en toda su extensión:
dice Barthes: “El éxito de una investigación científica no depende de sus resultados,
noción falaz, sino de la naturaleza reflexiva de su enunciación”.
Según Toulmin la lógica opera así: partiendo de datos se formula una proposición, una
hipótesis, que debe ser justificada mediante una conexión entre los datos y la
proposición, confiriéndole cimiento teórico, pero necesitara un respaldo experimental
que le brinde validez al argumento. Sin embargo aún la generalización del argumento
no es total ni definitiva, por lo tanto la certeza se matiza bajo otras condiciones, donde
probablemente, la aserción seria de carácter provisional y habría que considerar
posibles limitaciones, debilidades o restricciones dadas estas nuevas condiciones.
Kolb (1984), citado por Gervais (2004) define el aprendizaje como un proceso continuo
enraizado en la experiencia donde intervienen, principalmente dos operaciones
mentales: la aprehensión de la experiencia por contraste reflexivo-dialectico y su
transformación para lograr una conceptualización propia sujeta a una nueva
experimentación.
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Los principios de la Ciencia de la acción están dirigidas a un conocimiento al servicio de la acción; a diferencia del
conocimiento generado dentro de la ciencia clásica, el cual es avalado por la comunidad científica, en la ciencia
para la acción la comunidad de actores sociales son los que validan, eligen y fundamentan el nuevo conocimiento
con el compromiso interno de cambio y ese cambio es el único posible para lograr el aprendizaje organizacional.
Picón (1994)
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La teoría para la acción de Argyris y Shön, la teoría de McGregor y el modelo de Beer
contribuyen a que, en las organizaciones se realicen cambios significativos en la
efectividad organizacional por medio de una estrategia delineada por Kolb y otros
teóricos del “Aprendizaje Experiencial”. Los constructos epistemológicos que subyacen
la teoría del aprendizaje experiencial se nutren de los trabajos experimentales de
Dewey, Lewin y Piaget (Kolb. Boyatzis, 1999)
Conclusiones
Por otra parte los hallazgos teóricos de las investigaciones, más allá de su rigurosidad,
necesitan contribuir teleológicamente a las expectativas de la organizaciones,
instituciones o a la misma sociedad en la búsqueda incesante de nuevas respuestas a
los retos y desafíos actuales y futuros de la humanidad (pertinencia).
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Por ejemplo, el Muestreo teórico: como el proceso de recolección de datos guiados por los conceptos derivados
de la teoría que se está construyendo y cuyo propósito es acudir a lugares, personas y acontecimientos que hagan
más densas las categorías en términos de propiedades y dimensiones (Ibíd.pág.219)
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continuación se desarrolle una proposición hipotético deductiva, a ser comprobada
experimentalmente.
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BIBLIOGRAFIA
Argyris, C. (2009). Ciencia para la Acción. Ediciones Granica S.A. 2009. Buenos Aires.
Argentina
Beer, M. (1984). Organization Change and Development. A system View. Editorial Scott
Foresman and Company. 1980. Glenview, Illinois
Kolb, D., Boyatzis, R. (1999). Experiential Learning Theory. Editor’s R.J.Staernberg &
L.F.Zhang. 2000. Lawrence Erlbaum. New Jersey. USA
Livio, M. (2013). Errores geniales que cambiaron el mundo. Editorial Ariel.2014. México
D.F.
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McGregor, D. (1969). El Aspecto Humano de las Empresas. Editorial Diana. 1969.
México, D.F.
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