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DERECHO PROCESAL CIVIL Y COMERCIAL

PROFESOR: LEONARDO VILLAFAÑE


ALUMNA: HELEN SABRINA ÁVALOS. MATRÍCULA: 44269
La equidad en el proceso

La equidad es un principio jurídico que usualmente lo conceptualizamos como “la


justicia en el caso concreto”. Pese a esto, nos podemos encontrar que al principio de
equidad se le da distintos sentidos, por lo tanto, es conveniente tener en claro cuáles
son sus acepciones.

El jurista brasileño Carlos Alvaro de Oliveira, en su obra sobre el Formalismo en el


Proceso Civil, analiza distintos sentidos diferentes con que se utiliza la palabra
“equidad”, los más relevantes son:

1. El primer sentido contempla la equidad con función decisoria “extra legem”. Esta
acepción se identifica con la noción de “jurisdicción de equidad”, dentro de la cual el
Juez, cuando es llamado a resolver un conflicto, no tiene una norma anterior que le
indique como hacerlo y entonces la crea para el caso individual. En este sistema
basta con resolver el conflicto de voluntades ateniéndose a su conciencia, es decir,
al leal saber y entender del Juez dando la solución que él considera más justa. Este
modelo jurisdiccional sin embargo resulta incompatible con el principio de legalidad y
la jurisdicción “de derecho” que surge de nuestra Constitución Nacional, salvo en
aquellos casos en los cuales la ley lo autoriza, como ocurre con el arbitraje de
amigables componedores.

2. Otra acepción de la palabra identifica con la equidad con la función interpretativa-


individualizadora, recurso normal a disposición del operador jurídico para la
aplicación de las normas generales al caso individual ponderando las
particularidades del este, y que opera incluso sin previsión legal.

3. Una tercera acepción, que llamaremos flexibilizadora es una equidad “secundum


legem” y tiene lugar cuando la regla legal positiva autoriza expresamente al Juez a
evaluar la situación jurídica mediante clausulas generales, estándares jurídicos como
el “buen hombre de negocios” o conceptos normativos, tales como el “orden público”,
la “moral” o los medios “razonables”. Estos conceptos de intencional vaguedad y
textura abierta constituyen una autorización expresa del legislador para que el
órgano judicial aprecie la situación en concreto con los innumerables factores y
matices que puede asumir y que serían imposibles de prever legislativamente.

4. La equidad con función correctiva “contra legem”, hace referencia a aquella


aplicación del juicio de equidad que tiende a evitar la aplicación de normas positivas
a hipótesis en las cuales se revelan inadecuadas. Esta acepción se identifica con el
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sentido más tradicional de la función de equidad que era aquella históricamente
ejercida por el pretor romano o la Corte de Cancillería en el derecho inglés.
Modernamente resulta asimilable al control de constitucionalidad o de
convencionalidad cuando el Juez neutraliza la aplicación de una ley o
reglamentación administrativa al caso concreto porque su aplicación implica vulnerar
derechos o principios de un orden superior, garantidos en el plano constitucional o
convencional.

5. Puede discriminarse otro sentido de la palabra no completamente comprendido en


los anteriores, y que sería la equidad “praeter legem” que se aplica cuando no hay
ley exactamente aplicable al caso; o sea que aplica para solucionar el conflicto no
reglado legalmente.

Esta situación se puede dar con respecto a la vías procesales en aquellos casos en
los cuales se encuentra en juego un interés merecedor de tutela jurisdiccional pero
no se encuentra legislado un proceso adecuado para el ejercicio del derecho a la
acción, de modo que el órgano judicial se ve obligado a innovar “extra legem” con
respecto a los medios procesales.

Ahora bien, cabe preguntarnos cómo vemos plasmados en distintas normas de


nuestro ordenamiento el principio de equidad.

En primer lugar, podemos ver cómo en el Código Civil y Comercial se le otorga al


juzgador amplias facultades para individualizar la norma general en el caso concreto.
Así, vemos que en el artículo 1º, al disponer las fuentes dice que “…se tendrá en
cuenta la finalidad de la norma”, y en su art. 2 establece que la ley debe ser
interpretada teniendo en cuenta sus palabras, finalidades, leyes análogas,
disposiciones que surgen de los tratados sobre derechos humanos, principios y
valores jurídicos, de modo coherente con todo el ordenamiento”. La norma se
expresa mediante cláusulas generales otorgando amplias facultades al juez para
individualizar la norma general en el caso concreto.

En los códigos procesales de la Nación y de la Provincia de Misiones, no hay artículo


alguno que haga alusión a la obligación del juez del fallar conforme al principio de
equidad, sin embargo le otorga múltiples herramientas para fallar justamente según
el caso concreto, por ejemplo, cuando puede tomar las “medidas necesarias” para
llegar a la verdad de los hechos, para que no se paralice el proceso, etc.
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ALUMNA: HELEN SABRINA ÁVALOS. MATRÍCULA: 44269
Conclusión

En nuestro ordenamiento existen principios jurídicos que sirven como garantías en


los procesos judiciales puesto que regulan la conducta de los sujetos intervinientes
en ellos. El principio que nos interesa, la “equidad”, como hemos mencionado con
anterioridad, no está expresamente consagrada en los códigos procesales de la
nación ni de la provincia. Sin embargo, ello no es óbice para que el juez lo aplique y
a su vez, es frecuente que éste mismo tenga que recurrir al espíritu de la ley y no a
la letra para extraer dichos principios. Así también, los mismos códigos procesales y
a su vez normas procesales hallados en los códigos de fondo otorgan amplias
facultades al juez para que éste pueda evaluar qué actuación es la más conveniente,
o la más justa en el caso concreto, ello sin que implique contrariar los principios
procesales de imparcialidad, impartialidad e independencia.

Aunque la equidad no es nombrada como un principio propio o específico del


derecho procesal, se trata de un principio general del derecho que debe ser aplicado
en todo proceso.

Por otro lado, cabe hacer ciertas aclaraciones cuando hablamos del principio de
equidad: en primer lugar, debemos tener en cuenta que las normas jurídicas, son
generales y abstractas, prevén un sinnúmero de hechos y, pese a que sabemos que
estas deben ser aplicadas a casos concretos y están sujetas a interpretación del
juzgador, garantizan la igualdad y seguridad jurídica porque permiten predecir las
consecuencias de determinados actos y limitan el poder del Estado ante los
individuos.

En segundo lugar, que el juez deba resolver un caso conforme al principio de


equidad no significa que pueda hacerlo de forma arbitraria, de lo contrario, está
obligado a sujetarse a lo dispuesto por la ley y demás fuentes del derecho. Lo que
permite el principio de equidad es evitar que una interpretación literal de la ley lleve a
conclusiones injustas, ya que el juez tiene que tener en cuenta no sólo sus palabras
sino el espíritu y fines de la norma. Porque si la interpretación literal de la norma
implica vulnerar derechos que se buscaban ser protegidos, no estamos ante una
aplicación del derecho sino ante una trasgresión de este.

El principio de equidad, como cualquier otro principio orientan al juez sobre cómo
debe resolver el caso. Este principio permite al juez que ante el rigorismo de la ley,
(por ser general y abstracta), actúe conforme a la justicia.

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