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LAS OBLIGACIONES SUJETAS A MODALIDADES.

Apuntes elaborados por Pamela Prado L.


No reproducir, atendido que se trata solo de apuntes
muy básicos, elaborados en base a la doctrina clásica
de algunos autores nacionales.

Las obligaciones, mirado desde el punto de vista de las


modalidades que afectan a su existencia, a sus efectos, o a su
extinción, pueden ser de dos clases:
- Obligaciones puras y simples: aquellas en las que nada
modifica la manera de ser normal de la obligación, y sus
efectos son los del derecho común de toda obligación.
- Obligaciones sujetas a modalidades: aquellas en que sus
efectos normales son modificados. Las modalidades, según
Claro Solar, son maneras de ser especiales de que resultan
para las obligaciones caracteres particulares que modifican
sus efectos habituales. Las principales modalidades son:
plazo, modo y condición, y se agregan, la solidaridad, la
indivisibilidad, la alternatividad, la facultatividad. etc.

Sabemos que, por regla general, las modalidades


constituyen elementos accidentales de los actos jurídicos, sin
perjuicio de aquellos casos en que tienen el carácter de
elementos de la naturaleza o incluso de la esencia, sin
embargo, derivado de su carácter generalmente accidental, se
enuncian las siguientes características:

1.- Son excepcionales, por lo que deben ser interpretadas en


forma restrictiva.

2.- No se presumen, sin perjuicio de aquellos actos en que la


modalidad es un elemento de la esencia o de la naturaleza.
OBLIGACIONES A PLAZO.

El plazo se encuentra tratado en el Título Preliminar del


CCCH., en cuanto a las reglas para computarlo; luego, en los
arts. 1494 a 1498, referidos a las obligaciones a plazo, en que
sólo se trata del plazo suspensivo; y finalmente, en el art.
1498, en que se hace referencia a las normas relativas a las
asignaciones testamentarias a día.

En lo que respecta al concepto de plazo, cabe señalar


que el art. 1494, sólo se refiere al plazo suspensivo, pero no
al extintivo, es decir, el CCCH, omitió considerar que el plazo
presenta dos aspectos diferentes, esto es, que puede afectar
ya al cumplimiento o a la ejecución de la obligación, ya a su
duración o extinción, por eso Claro Solar señala que el plazo
es una limitación, un término colocado en el tiempo a la
eficacia de la relación de derecho, con respecto al comienzo o
al fin de la obligación.
Por esa razón se acostumbra definir al plazo como “un
hecho futuro y cierto, del cual depende la exigibilidad o
extinción de una obligación”.

Del concepto emana la diferencia fundamental con la


condición, cual es que esta última no sólo presenta la
característica de futureidad, sino que también de
incertidumbre, a diferencia del plazo, en que se trata de un
hecho que se sabe que va a ocurrir, de acuerdo a las leyes de
la naturaleza.

CLASIFICACIONES DEL PLAZO.

I.- Plazo determinado y plazo indeterminado.


Clasificación que se lleva a cabo dependiendo del
conocimiento de la época de su realización. En tal sentido, el
plazo es determinado, cuando el hecho o acontecimiento que
lo constituye ocurrirá necesariamente en una época conocida
de antemano, por ejemplo, en caso que el deudor se obligue
a ejecutar la prestación el 13 de julio del año 2017.
Por su parte, el plazo es indeterminado, si el hecho que
lo constituye ha de ocurrir, pero no se sabe cuando ocurrirá,
como si el deudor se obliga a ejecutar la prestación el día de
la muerte de una persona. La regla general en los plazos, es
que sean determinados, entre otras cosas, porque es difícil
dar otro caso que el referido a la muerte de una persona.
Algunos autores utilizan para esta clasificación, la
denominación de plazos ciertos e inciertos, sin embargo,
como observa Claro Solar, todo plazo es cierto.
Se ha discutido, sobre la validez de aquellas cláusulas
que señalan: “te pagaré apenas pueda”, “cuando me sea
posible”, cuando mis facultades lo permitan”, etc. Estas
cláusulas no son condicionales, según Claro Solar, es decir, no
fijan una condición puramente potestativa, sino que fijan un
plazo indeterminado para el cumplimiento de una obligación,
lo que es perfectamente válido.
Así, el art. 2201 se refiere a una situación análoga, en
que el mutuario pague cuando le sea posible, en este caso, el
juez puede fijar un plazo para el cumplimiento, plazo que es
judicial.

II.- Plazo fatal y plazo no fatal.

El plazo es fatal cuando llegado su vencimiento, se


extingue irrevocablemente el derecho que debió ejercitarse
dentro del término señalado. A contrario sensu, es no fatal, si
a pesar de haberse cumplido el plazo, el derecho puede aún
ser ejercido en forma eficaz. Esta clasificación tenía gran
importancia en derecho procesal, pues el C.P.C. contenía
plazos fatales y no fatales, sin embargo, con las
modificaciones introducidas a dicho cuerpo legal que
transformó a todos los plazos en fatales, ha perdido su
trascendencia.

III.- Plazo expreso y plazo tácito.

El plazo expreso, es aquel señalado en términos formales


y explícitos, por la convención de las partes. Para Claro Solar,
es el que está expresado por la ley, o consta de la
convención, como cuando me obligo a pagar una suma de
dinero en determinado tiempo.
Plazo tácito, es el que sin estar expresado, resulta
necesariamente de la naturaleza misma de la cosa objeto de
la obligación, o del lugar en que la obligación debe ser
cumplida. A él se refiere el art. 1494, refiriéndose tanto a la
naturaleza de la prestación, como al lugar diverso de aquél en
que se contrata en que la obligación debe ser cumplida.

IV.- Plazo convencional, plazo legal y plazo judicial.

Esta clasificación deriva de la fuente del plazo. Es así,


como el plazo es convencional o voluntario, si se establece
por las partes por acuerdo, o por el testador en su
testamento, y habida consideración que, por regla general, el
plazo es un elemento accidental, constituyen la regla general
en cuanto al origen del plazo.
Plazo legal, es aquel fijado de antemano por el
legislador. Evidentemente que en materia civil son escasos,
no así en el ámbito procesal. Ejemplos, arts. 1879, 2200,
1304, 1332, etc.
Plazos judiciales, son aquellos que fija el juez de la
causa, pero sólo cuando la ley lo faculta para tal efecto,
también son escasos, pues en materia de plazo, el juez tiene
normalmente una labor interpretativa, según dispone el art.
1494, inc. 2°. Ejemplos: arts. 904, 1094, 2201, 378, 1276,
etc.

V.- Plazo continuo y plazo discontinuo.

Plazo continuo es aquel que corre sin interrumpirse los


días feriados, y se le conoce también como plazo de días
corridos. Por su parte, el plazo discontinuo se suspende los
días feriados.
De acuerdo al art. 50 CCCH., los plazos continuos
constituyen la regla general, y una excepción a la misma, es
lo que establece el art. 66 del CPC., que dispone que los
plazos de dicho cuerpo legal, se suspenden los días feriados.

VI.- Plazo suspensivo y extintivo.

El CCCH., sólo hace referencia al plazo suspensivo,


indicando que es aquel del cual depende la exigibilidad de un
derecho, en tanto que no menciona al plazo extintivo.
Claro Solar, señala que el plazo suspensivo, denominado
también primordial, no afecta a la existencia de la obligación,
sino que a su ejecución, por lo que contratada la obligación
bajo un plazo, nace perfecta en el momento en que el
contrato se forma, como si el contrato no tuviera modalidad
alguna; la deuda existe, pero no será exigible, sino en el
plazo señalado, y su ejecución queda así postergada hasta
que dicho plazo llegue; por su parte, el plazo extintivo,
también llamado resolutorio o final, fija la época en que
cesará la obligación y la deuda dejará de ser exigible; por lo
que limita su duración.
Se ha dicho así, que el plazo extintivo es aquel que por
su llegada, extingue el derecho y su obligación correlativa, de
manera tal, que aunque no lo señale el art. 1567, se trata de
un modo de extinguir obligaciones.
EFECTOS DEL PLAZO.

El CCCH., como dijimos, sólo regula el plazo suspensivo,


que según Claro Solar, es el verdadero plazo, por lo que para
estudiar los efectos del plazo es precisamente necesario
distinguir si estamos ante un plazo suspensivo o extintivo.

A.- Efectos del plazo extintivo.

Pendiente el plazo, el acto jurídico cuya terminación está


sujeta a él, produce todos los efectos que le son propios, tal
como si el acto fuere puro y simple, y no sujeto a
modalidades.
Por consiguiente, una vez que el plazo se cumple, se
produce de pleno derecho la extinción del derecho y de su
obligación correlativa, lo que no opera con efecto retroactivo.

B.- Efectos del plazo suspensivo.

B.1. Efectos del plazo suspensivo, antes de su


vencimiento.

Los efectos del plazo, en este estado, son muy


semejantes a los de la condición suspensiva, sin perjuicio de
la diferencia en orden a que en el caso de la condición,
producto de su incertidumbre, el derecho no nace mientras
ella no se cumpla, en cambio, en el plazo el derecho ha
nacido, lo que ocurre es que se retarda su cumplimiento, es
decir, se suspende la ejecución de la obligación.
Por lo anterior, es que Claro Solar señala que, fuera del
hecho que en una obligación a plazo suspensivo, se retarda o
suspende el cumplimiento de la obligación, no habría otra
diferencia con una obligación sin plazo, en que la obligación
puede ser exigida inmediatamente, desde que ella ha sido
contraída.

En virtud de lo anterior, es que el deudor no puede ser


demandado por su acreedor para que cumpla mientras está
pendiente el plazo, y si eventualmente el acreedor exigiera el
cumplimiento, el deudor debería oponer la excepción de tener
plazo pendiente para cumplir.

Consecuencias:

1) De conformidad a lo dispuesto por el art. 1495, si el


deudor paga anticipadamente, esto es, antes del vencimiento
del plazo, dicho pago no está sujeto a restitución. En efecto,
ello es así, porque el deudor actúa a sabiendas de que
dispone de plazo para cumplir, y aún así cumple a sabiendas,
lo que constituye una renuncia al plazo.
Claro Solar agrega que, sin embargo, este no es único
sentido de la norma en comento, puesto que de lo contrario
ella sería inútil, pues a igual solución se llegaría de acuerdo a
los principios generales, indica que el verdadero sentido es
además el de privar al deudor que ha pagado
anticipadamente, del derecho a pedir restitución, aún si pagó
anticipadamente debido a un error, por ejemplo, creyendo
que el plazo estaba cumplido. Ello, pues se pagó lo que se
debía efectivamente, no obstante anticipar el pago.
Esta sería, entonces, una diferencia fundamental con las
condiciones suspensivas, y es por tal razón que el mismo art.
1495 agrega que esta solución no es aplicable a los plazos
que tienen el valor de condiciones (lo que constituye una
impropiedad en el lenguaje), pues son verdaderamente
condiciones.

2) El acreedor puede impetrar medidas conservativas o actos


conservativos de su derecho.
En efecto, aunque la ley no lo dice expresamente, se
dice que ello no era necesario, pues si el acreedor condicional
puede hacerlo, con mayor razón tiene tal derecho el acreedor
a plazo, cuyo crédito es cierto.

3) Mientras el plazo está pendiente, no puede oponerse la


compensación de esta deuda, porque ella sólo opera respecto
de obligaciones actualmente exigibles, el art. 1656 lo
establece expresamente al decir que las esperas concedidas al
deudor impiden la compensación, advirtiendo que si se trata
del acreedor para con el deudor, este plazo de gracia no se
opone a la compensación, ya que no habría razón para
suspender el cumplimiento de una obligación, si se puede
realizar fácilmente.

4) Mientras está pendiente el plazo, no puede el acreedor


perseguir el pago de la deuda, ni tampoco la prescripción
corre a favor de éste.

5) El derecho y la obligación se transmiten, de acuerdo al art.


1084 CCCH.

B.2. Efectos del plazo suspensivo, a su vencimiento.

El acreedor puede ya exigir el cumplimiento de la


obligación, en consecuencia: abre curso a la prescripción
extintiva, ante la inactividad del acreedor; no obliga al
acreedor a ejercitar en seguida sus acciones, sin perjuicio de
lo señalado anteriormente; puede operar la compensación; si
el plazo es convencional, por regla general a su sola llegada
queda el deudor constituido en mora si no cumple su
obligación.

EXTINCION DEL PLAZO.

Causales:
1° Por el vencimiento.
2° Por la renuncia
3° Por la caducidad.

1° Vencimiento del plazo.

Constituye la forma normal de extinción del plazo.

2° Por la renuncia al plazo.

Toda vez que el plazo está establecido en beneficio del


acreedor y/o deudor, por lo que de acuerdo al art. 12 del
CCCH., sería perfectamente renunciable.
La renuncia, sin embargo, corresponde a aquel en cuyo
beneficio se encuentra establecido el plazo, con lo cual se
contesta la pregunta de si, por ejemplo, el deudor puede
constreñir al acreedor a recibir el pago en forma anticipada, lo
que constituye precisamente una renuncia al plazo.
El art. 1497 dispone que el deudor puede renunciar al
plazo, con las excepciones señaladas en dicha norma. Así, la
regla general será que el deudor puede renunciar al plazo,
porque normalmente se establece en su beneficio, sin
embargo, será necesario distinguir las siguientes situaciones:
Si el plazo ha sido establecido sólo en interés del deudor,
que será lo normal, se aplica lo establecido en el art. 1497,
esto es, puede renunciar al plazo perfectamente. Claro Solar
agrega que, la norma en comento da a entender que debe
presumirse siempre que el término ha sido fijado en interés
del deudor, además que igual cosa dispone el art. 1187 del
CCCH.
Si el término ha sido establecido a favor del acreedor
exclusivamente, el deudor no puede pagar anticipadamente y
el acreedor tendría derecho de rechazar las ofertas
anticipadas de pago que le fueran hechas por el deudor. Claro
Solar da el siguiente ejemplo: si se hubiera convenido que el
deudor advirtiera al acreedor con seis meses de anticipación,
y tácitamente, cuando esto resultara de la naturaleza de la
obligación o de las circunstancias. Igualmente, si se ha legado
a un menor, pagable solamente a su mayor edad, a fin de
ponerlo a cubierto de toda disipación de parte del curador de
ese menor, el heredero deudor del legado que lo hubiera
satisfecho antes de la mayor edad del legatario no se habría
liberado si el curador llegara a quedar insolvente antes del
vencimiento del plazo señalado.
En estos casos, el plazo es perfectamente renunciable
por el acreedor, y la deuda se hace pura y simple y
plenamente exigible.
Finalmente, la última hipótesis, es aquella en la cual el
plazo se encuentra establecido en beneficio de ambas partes,
en tal caso, para la renuncia de una de las partes se requerirá
del consentimiento de la otra parte.
Se presenta, por ejemplo, en el caso que en un contrato
de comodato de un vehículo, cuya duración es de dos meses
correspondientes a la duración del viaje del comodante al
extranjero. En este caso, el comodatario no podría renunciar
al plazo unilateralmente, pues ello ocasionaría un perjuicio al
comodante.
De igual forma, es necesario referirse al contrato de
mutuo, caso que el art. 1497 remite al art. 2204, que dispone
que el mutuario puede pagar la suma prestada aún antes del
término estipulado, salvo que se hayan pactado intereses. En
este caso, según concuerda la doctrina, el plazo beneficia no
sólo el mutuario sino que también el mutuante. A contrario
sensu, si no se ha pactado intereses, el plazo beneficia sólo al
mutuario, por lo que éste puede renunciar al plazo sin
inconvenientes.

3° Por la caducidad del plazo.

Es posible que las circunstancias que existían al


momento de ser contraída la obligación desaparezcan o
cambien, de manera tal que el mantenimiento del plazo
pueda ser perjudicial para el acreedor, para remediar este
hecho la ley ha establecido la caducidad del plazo, para
efectos de permitirle exigir el pago antes que el plazo expire.
Se ha dicho también, que es la extinción anticipada del plazo
en los casos previstos por la convención o señalados por la
ley.
Cabe señalar, que la caducidad es aplicable
independientemente de a quien beneficie el plazo, por lo que
no sólo se utiliza si el plazo se establece en beneficio del
deudor. Sin embargo, en todos los casos se trata de una
institución que opera en favor del acreedor.

La caducidad legal se presenta en los dos casos


señalados por el art. 1496, a lo cual se agrega a la caducidad
convencional.

a.- Caducidad convencional: Es aquella que se produce en


los casos expresamente previstos en el contrato, en virtud de
la cual el acreedor se reserva el derecho de exigir
anticipadamente el todo o parte de la obligación en el evento
que se cumpla alguna condición.

b.- Caducidad legal, Al deudor que tenga dicha calidad en


un procedimiento concursal de liquidación, o se encuentre en
notoria insolvencia y no tenga la calidad de deudor en un
procedimiento concursal de reorganización;

c.- Caducidad legal, por disminución o pérdida de las


cauciones: En este caso, el acreedor ha tenido en vista
precisamente las cauciones que aseguran el crédito, por lo
que si ellas disminuyen o desaparecen, es muy probable que
el acreedor no pueda cobrar su crédito cuando venza el plazo,
por lo que se le permite cobrar en forma anticipada.
Cabe señalar, que es preciso que las cauciones se hayan
extinguido o disminuido por hecho o culpa del deudor. Así,
por ejemplo, si producto de una inundación permanente el
bien raíz hipotecado se pierde, es decir, ha mediado fuerza
mayor, no opera la caducidad del plazo.
Sin perjuicio de lo señalado, es perfectamente posible
que el deudor evite que se produzca esta caducidad, pues la
norma le permite renovar o mejorar las cauciones, es decir,
aumentar las cauciones disminuidas, o bien otorgar nuevas
cauciones.
Claro Solar, agrega un tercer caso de esta caducidad
legal, cual es si hay falta de las cauciones ofrecidas, es decir,
si el deudor no constituye en forma legal debida las cauciones
que ofreció al acreedor para obtener el crédito.

OBLIGACIONES CONDICIONALES.

DEFINICIÓN.

El art. 1473 define lo que debe ser entendido por


obligación condicional, sin perjuicio de lo cual, se acostumbra
definir condición como aquel hecho futuro e incierto del cual
depende el nacimiento o extinción de una obligación.
Por lo señalado, los siguientes son los elementos de la
obligación:

1° Debe ser un hecho futuro: Esto es, si se estipula como


condición un hecho pasado o presente, no hay condición. La
futuridad del hecho se determina por el momento jurídico en
que se contrae la obligación, es decir, en la mayor parte de
los casos, en que se celebra la convención. En el caso que el
hecho que constituye la presunta condición, sea un hecho ya
acaecido, como si consiste en que tal persona se titule de
abogado y dicha persona se tituló antes de la convención, se
mira la condición como no escrita, por lo que la obligación
pasa a ser pura y simple. Por el contrario, si el hecho no ha
sucedido, pero no ocurrirá, como si la condición consiste en
ganar la lotería el sorteo correspondiente a la semana del 20
de diciembre de 2017, y ese sorteo ya se produjo, y no se
ganó la lotería, no vale la disposición. Ello, de conformidad al
art. 1071, en relación al 1493.

2° Debe ser un hecho incierto: esto significa, que el hecho


puede acaecer o no, puede suceder o no. Esto diferencia en
forma fundamental al plazo de la condición, pues sabemos
que en el caso del plazo, es cierto, esto es, se sabe que va a
llegar, aunque no se sepa cuando, como la muerte de una
persona, de manera tal que el plazo para ser tal, basta que
sea cierto, aunque no sea determinado. Por el contrario, en el
caso de la condición, no sólo no se sabe cuando se va a
cumplir, sino que incluso no se sabe si se va a cumplir o no.
Sin perjuicio de lo anterior, si al plazo, que ya sabemos que
es determinado, se le unen otras circunstancias inciertas,
pasa a ser condición, por ejemplo, si se establece en un
contrato de seguro, que la muerte del asegurado debe
sobrevenir en cierto tiempo. Por todo lo anterior, es que el
art. 1083, señala que todo día incierto e indeterminado
importa siempre una condición.

CLASIFICACIONES DE LAS CONDICIONES.

I.- Condiciones suspensiva y resolutoria.

II.- Condiciones positivas y negativas.

III.- Condiciones posibles e imposibles, lícitas e ilícitas.

IV.- Condiciones expresas y tácitas.

V.- Condiciones determinadas e indeterminadas.

VI.- Condiciones potestativas, casuales y mixtas.


I.- Condiciones suspensiva y resolutoria.

Según Claro solar, esta clasificación de las condiciones se


hace en base a considerar a las condiciones como
modalidades a que están sometidas las obligaciones. Se trata
de la clasificación de mayor trascendencia, puesto que de ella
dependen los efectos de las obligaciones condicionales.
El art. 1479 se refiere a una y otra condición, sin
embargo, se acostumbra decir que la condición suspensiva es
aquel hecho futuro e incierto del cual depende el nacimiento
de un derecho y de su obligación correlativa; en tanto que la
condición resolutoria es el hecho futuro e incierto del cual
depende la extinción de un derecho.
Por consiguiente, la condición tiene una u otra calidad,
dependiendo de la manera como afecte al derecho, por tal
razón, Claro solar señala que el legislador no dice que hay dos
clases de condiciones, unas llamadas suspensivas, y otras
llamadas resolutorias, sino que lo que señala es que la
condición se denomina suspensiva o resolutoria, según la
modalidad producida.
Se señala, así, por Claro Solar, que en realidad no hay
dos obligaciones condicionales, sino que solamente hay una
obligación condicional, que es la contraída bajo condición
suspensiva, pues la contraída bajo condición resolutoria no es
condicional, sino pura y simple, sino que en este caso, lo
condicional es la resolución. En efecto, en la condición
resolutoria no se subordina a un hecho futuro e incierto el
nacimiento del derecho, como en el caso de la condición
suspensiva, sino la resolución de dicho derecho.
Por otra parte, mirado desde otro punto de vista, cabe
señalar que se dice además que la condición tiene el carácter
de suspensiva y resolutoria a la vez, dependiendo del prisma
como se mire. Así, para una de las partes de la obligación la
condición será suspensiva, y para la otra parte de la misma
obligación, será resolutoria, caso, por ejemplo, en que se
lleva a cabo una donación condicional, sujeta a la condición
que la persona del donante se titule de médico, es bajo
condición suspensiva para el donatario, y bajo condición
resolutoria para el donante.

II.- Condiciones positivas y negativas.

Clasificación que emana del art. 1474, la condición


positiva supone que un hecho acontezca, y la negativa,
precisamente en lo contrario, esto es, que un hecho no
acontezca.
Esta clasificación tiene importancia al tratar de las
condiciones posibles e imposibles, lícitas e ilícitas.

III.- Condiciones posibles e imposibles, lícitas e ilícitas.

Las normas que se refieren a estas clasificaciones y


combinaciones de clasificaciones de las condiciones, son las
siguientes: arts. 1475, 1476 y 1480.
De las normas anteriores, se puede llevar a cabo la
siguiente combinación: condiciones físicamente posibles,
condiciones físicamente imposibles, condiciones moralmente
posibles y condiciones moralmente imposibles.
Las condiciones físicamente posibles, son aquellas que
pueden acontecer, de acuerdo a las leyes de la naturaleza.
Ciertamente que para determinar la posibilidad física de
las condiciones es necesario estarse al desarrollo científico y a
los descubrimientos de la época. Así por ejemplo, te doy mil,
si mañana puedes estar en Madrid.
Las condiciones físicamente imposibles, son las
contrarias a las leyes de la naturaleza. Por muchos años se
daba el ejemplo de: te doy mil, si vas a la Luna, pero dejó de
ser físicamente imposible. Autores como Pothier, imaginó: si
haces un triángulo sin ángulos; o Beudant: si resuelves el
problema de la cuadratura del círculo.
Las condiciones moralmente posibles, son aquellas
acordes con la moral, el orden público o la ley. Así: te doy mil
si te titulas de médico. Se les denomina también, condiciones
lícitas.
Por el contrario, es moralmente imposible, la que es
contraria al orden público, las buenas costumbres o la ley.
Así: te doy mil si matas a otro. Estas se denominan también
ilícitas.

1.- Eficacia de las condiciones positivas física o moralmente


imposibles (o ilícitas). Para efectos de determinar su eficacia,
ha de estarse a si las condiciones son positivas o negativas.
Así, respecto de estas condiciones, si el hecho que constituye
la condición depende que algo acontezca, hay que distinguir si
es suspensiva o resolutoria, ello, de conformidad a lo
dispuesto en el art. 1480, que aunque no distingue entre las
positivas y negativas, el Código reglamenta en particular a las
condiciones negativas en el art. 1476.
Si la condición es suspensiva, positiva, y física o
moralmente imposible, se aplica el primer artículo señalado,
esto es, art. 1480, que señala que la condición se tendrá por
fallida, por lo tanto, se aplica igual solución,
independientemente de si la imposibilidad es física o moral.
Igual regla se aplica si la condición es suspensiva e
ininteligible. Por consiguiente, como la condición es
suspensiva y se tiene por fallida, el efecto es que no nace el
derecho supeditado al cumplimiento de la condición.
Por el contrario, si la condición es resolutoria, positiva y
física o moralmente imposible, de acuerdo a la misma norma,
la condición se tendrá por no escrita. Esto es, como ya el
derecho ha nacido y es su extinción la que está supeditada al
cumplimiento de la condición, es que la obligación correlativa
se vuelve pura y simple.

2.- Eficacia de las condiciones negativas física o moralmente


imposibles (o ilícitas).
En este caso, a diferencia de las condiciones positivas,
no se distingue si la condición es suspensiva o resolutoria,
sino que lo preponderante es el tipo de imposibilidad de la
condición. Es así, como si la condición es negativa y
físicamente imposible, la obligación es pura y simple, solución
que se encuentra en el art. 1476, y que es comprensible,
puesto que hay una verdadera ausencia del elemento
incertidumbre, propio de toda condición.
Por otra parte, si la condición es negativa y moralmente
imposible, como te doy mil, si no llevas a cabo tráfico de
drogas, se vicia la disposición, por lo que aunque se trata de
un elemento accidental del acto jurídico, se comunica la
anulabilidad y la ilicitud. La razón de ello, según Claro Solar,
citando a Laurent, es que este tipo de condiciones son
contrarias a la moral, “pues es una mala moral la que lleva a
cumplir sus deberes por el apetito de una suma de dinero”.

IV.- Condiciones expresas y tácitas.

Las condiciones expresas constituyen la regla general, y


son aquellas que resultan de una cláusula formal de la
convención o del acto respectivo, en que se establecen.
Las tácitas, son las que virtualmente se entienden
puestas, sea en razón de la naturaleza de la disposición del
acto o contrato, o porque así lo exige la ley. En este caso, el
ejemplo más importante es la condición resolutoria tácita, del
art. 1489. Sin perjuicio de ello, los autores han dado otros
ejemplos, como Escriche, así, cuando se legan o se prometen
los frutos de un campo o la cría de un animal, se subentiende
la condición de “si naciesen”.

V.- Condiciones determinadas e indeterminadas.

No sólo el plazo puede ser clasificado en tales términos,


sino que también las condiciones, según se extrae de los arts.
1081 y siguientes, a propósito de las asignaciones
testamentarias a día.
Sabemos que las condiciones son hechos futuros e
inciertos, es decir, no se sabe si se va a producir. Sin
embargo, es perfectamente posible que no obstante exista
esta incertidumbre en cuanto a la ocurrencia del hecho,
supuesto que se produzca, se sepa cuándo. En este caso, la
condición es determinada, y se cita normalmente como
ejemplo, el que una persona llegue a cumplir tal edad.
Por el contrario, si no hay este elemento de que,
supuesto que la condición ocurra, se sepa cuándo podría
ocurrir, la condición es indeterminada, y ciertamente que la
mayor parte de las condiciones son indeterminadas.
Sin perjuicio de lo anterior, es posible que a una
condición indeterminada, se le adicione un plazo máximo
dentro del cual deba cumplirse la condición, y en tal caso la
condición pasará a ser determinada.
Ahora bien, si la condición no se cumple en el plazo
previamente establecido o determinado, por ejemplo, te doy
100, si te titulas de médico antes del 5 de diciembre del
2018, la condición se considera fallida.
Por el contrario, en el caso de la condición
indeterminada, toda vez que no se encuentra sujeta a ningún
plazo, podría cumplirse en cualquier momento, con lo cual, se
podría encontrar permanentemente en estado de pendiente, y
esta ha sido precisamente la naturaleza de una importante
discusión doctrinaria, cual es, si es posible que las condiciones
indeterminadas se encuentren en estado de pendiente, en
forma ilimitada, o si por el contrario, existe algún límite que
permita terminar con el estado de incertidumbre de una
condición indeterminada.
En tal sentido, tradicionalmente, la mayor parte de la
doctrina estimaba que la condición indeterminada no podía
estar en un estado de permanente pendencia, por lo que se
aplicaba por analogía lo que disponía el art. 739 CCCH.,
norma que en materia de fideicomiso, establecía que toda
condición de que pendía la restitución del fideicomiso, y que
tardare más de treinta años en cumplirse, se estimaba fallida.
Si bien, la norma en cuestión se refería exclusivamente
al fideicomiso, es del caso que todo el sistema del Código
referido a la consolidación de situaciones jurídicas, aplicaba el
mismo plazo de treinta años; así, la nulidad absoluta en el
art. 1683, el art. 82 en materia de posesión definitiva de los
bienes del desaparecido, la suspensión de la prescripción
adquisitiva extraordinaria, el art. 962, inc. 3°, referido a las
asignaciones a personas que no existen pero se espera que
existan, etc., por lo que era perfectamente sostenible la
aplicación analógica en cuestión.
Posteriormente, en virtud de la Ley N°6.162, todos estos
plazos fueron rebajados a 15 años, incluso el contemplado en
el art. 739.
Sin embargo, con la dictación de la Ley N°16.952, de 1
de octubre de 1968, se alteró todo el sistema del Código,
puesto que los plazos de todos los casos anteriores se
rebajaron a 10 años, con excepción del plazo del art. 739,
que se rebajó a 5 años, de manera tal que ya no eran tan
válidos los argumentos de la doctrina, en orden a la aplicación
analógica del art.739 a todas las condiciones indeterminadas.
En efecto, hay autores que consideran que del todo
inaplicable el art. 739, y que además, las condiciones
indeterminadas podría cumplirse en cualquier momento,
según los siguientes argumentos:
1.- Pues el art. 739 es de carácter excepcional, sólo aplicable
al fideicomiso, lo que quedó corroborado con la dictación de la
Ley N°16.952.
2.- Porque el art. 1482, se refiere al caso que falle la
condición si ha expirado el plazo dentro del cual ha debido
cumplirse, norma tomada del CC. Francés que establece
además, que si no se ha estipulado plazo, la condición puede
cumplirse en cualquier momento.
3.- Porque de tener límite la condición indeterminada, no
habría una verdadera distinción entre condiciones
determinadas e indeterminadas, la que está reconocida en
varias disposiciones del CCCH.
No obstante estos argumentos, nuestra actual doctrina
mayoritaria, se inclinan por reconocer un límite a las
condiciones indeterminadas. Así, el profesor Abeliuk, quien
señala que en lo que respecta al argumento de que el art.
1482, fue tomado del art. 1176 del CC. Francés, llama la
atención en cuanto a la redacción de la norma, pues en la
norma francesa habla de que la condición no se cumpla
dentro del plazo estipulado, en cambio en la norma de
nuestro CC., se cambia la redacción por: “dentro del cual ha
debido cumplirse”, lo que es indicativo que la intención de
Bello fue someter a un límite a todas las condiciones, ya sea
una plazo estipulado por las partes, o establecido por la ley.
Del mismo modo en cuanto a la clara distinción entre
condiciones determinadas e indeterminadas, en que las
determinadas contemplan una plazo fijado por las partes
dentro del cual ha de cumplirse, y las indeterminadas, son
aquellas en que por no tener plazo fijado por las partes,
deben cumplirse dentro del término fijado por la ley.
Podemos agregar, además, que el CCCH. Se encuentra
inspirado como principio fundamental, por el de evitar la
incertidumbre y propender a la consolidación de las
situaciones jurídicas que permitan lograr la certeza del
derecho.
En todo caso, lo dudoso es la aplicación del plazo de 5
años contemplado en el art. 739, parece ser más adecuado
aplicar un plazo de 10 años, que se encuentra amparado por
el sistema general de plazos del Código.

VI.- Condiciones potestativas, casuales y mixtas.

Esta clasificación se encuentra contemplada en el art.


1477, y tiene importancia, porque no todas ellas son válidas
para nuestro legislador.
Según la norma en cuestión, la condición es potestativa,
si el acontecimiento que la constituye depende de la voluntad
del acreedor o del deudor, es decir, como lo señala Claro
Solar, la realización del hecho condicional está en potestad de
una de las dos partes, así, Pedro se compromete a prestarle a
Juan 100, si no subasta un predio que se remata al día
siguiente.
Por su parte, la condición es casual si depende de la
voluntad de un tercero o de un acaso. El CC. francés sólo dice
que la condición es casual si depende de un acaso, y que no
se halla en forma alguna en la potestad del deudor o del
acreedor, sin embargo, citando a Claro Solar, la doctrina está
conteste en cuanto a que la condición es también casual si
depende de la voluntad de un tercero.
En cuanto a la condición mixta, es aquella que depende
en parte de la voluntad del acreedor o del deudor, y en parte
de la voluntad de un tercero o de un acaso. El art. 1477 no
hace referencia alguna al deudor, sin embargo, nada obsta
para que ello pueda ser así. Ejemplo de este tipo de condición
sería, te doy 100, si yo (deudor), celebro un contrato de
compraventa con Juan.

Cabe precisar, que las condiciones casuales y mixtas son


válidas, sin embargo en lo que respecta a las condiciones
potestativas, es necesario distinguir:
En efecto, el art. 1478 se refiere a una subclasificación
de las condiciones potestativas, en simplemente potestativa y
meramente potestativa. Las condiciones simplemente
potestativas, son aquellas que dependen de un hecho
voluntario de cualquiera de las partes, acreedor o deudor de
la obligación condicional; por su parte, las condiciones
meramente potestativas, son aquellas que dependen de la
mera voluntad del acreedor o deudor.
La diferencia radica en que en las condiciones
simplemente potestativas, las circunstancias que constituyen
la condición no sólo dependen de la voluntad de acreedor o
deudor, sino que también de otras externas, así por ejemplo,
te doy 100, si mañana tomas un avión a Miami. En este caso,
no sólo está involucrada la voluntad del deudor de la
obligación condicional, sino que también las circunstancias
exteriores a su voluntad en orden a poder tomar el avión a la
mentada ciudad.
En estos casos de condiciones simplemente potestativas,
ya sea que dependan de un hecho voluntario de acreedor o
deudor, son válidas. Si bien, como lo admite Claro Solar, igual
aquella de las partes de quien depende que el acontecimiento
se realice o no, puede romper la convención o hacerla
producir sus efectos. Pero de todas formas, al existir otros
hechos externos, hay una verdadera intención de las partes
en obligarse.
En cambio, las condiciones meramente potestativas,
dependen del sólo capricho de las partes, por lo que sólo es
válida aquella que depende de la voluntad del acreedor, pero
no del deudor. Es así válida, por ejemplo, si digo te doy 100 si
quieres, que es además una condición suspensiva. Ejemplo
también de condición meramente potestativa suspensiva por
parte del acreedor, es la de la compraventa al gusto o a
prueba, del art. 1823 CCCH., que es condicional.
Del mismo modo, condiciones meramente potestativas
que dependen de la voluntad del acreedor, pero resolutorias,
son la del art. 2194, en materia de comodato, y el pacto de
retroventa, del art. 1881.
Por su parte, a contrario sensu, las condiciones
meramente potestativas que dependen de la voluntad del
deudor (persona que se obliga), son nulas. Ello, porque en
realidad se destruiría la noción de obligación, pues no hay una
verdadera intención de contraer dicha obligación.

MODO DE CUMPLIR LA CONDICION

El art. 1484, señala que las condiciones deben cumplirse


literalmente en la forma convenida. Por ello, no podría
cumplirse en una forma distinta a lo que determine la
voluntad de las partes o del testador. Por consiguiente, como
lo señala Claro Solar: “No se debe añadir nada para hacerla
más difícil, ni para extenderla de un caso a otro, o de una
persona a otra persona, bajo el pretexto de identidad de
razón. No se debe tampoco omitir nada, ni quitar de lo que se
encuentra expresado en el contrato o en el testamento; el
cumplimiento o la infracción de la condición debe ocurrir
precisamente de la manera o en la forma prescrita.”
En este sentido, según Jorge López Santa María, la
situación es radicalmente distinta a lo que ocurre en el modo,
en que de conformidad a lo dispuesto por el art. 1093, es
susceptible de ser cumplido de otra forma análoga.
Sin perjuicio de lo anterior, el art. 1483 contiene una
disposición que a primera vista parece contradecir a la del art.
1484, puesto que, señala que la condición debe ser cumplida
del modo que las partes han probablemente entendido que lo
fuese y que se presumirá que el modo más racional de
cumplirla es el que han entendido las partes.
Pero, en verdad no hay contradicción, en efecto, según
ya lo señalamos, lo que establece el art. 1484 no es más que
una prohibición al cumplimiento de la condición por
equivalencia, a diferencia de lo que ocurre en el modo. En
tanto que, la norma del art. 1483 no es más que una nueva
aplicación de lo dispuesto en el art. 1560, esto es, la
preeminencia del aspecto subjetivo por sobre lo literal en
materia de interpretación de las condiciones.

EFECTOS DE LAS CONDICIONES

En este punto, seguiremos casi en forma íntegra el orden


contemplado por el profesor Abeliuk, por lo que si bien para
estudiar los efectos es necesario distinguir entre condición
suspensiva y resolutoria, y es aquí donde esta clasificación
adquiere especial relevancia, primeramente analizaremos los
estados de las condiciones en general.

I.- GENERALIDADES.
a) ESTADOS EN QUE PUEDE ENCONTRARSE UNA
CONDICION.

1.- Condición en estado pendiente o estado de pendencia.

La condición se encuentra en el estado que precisamente


la caracteriza, esto es, de total incertidumbre en orden a si la
circunstancia que la constituye ocurrirá o no.

2.- Condición en estado de fallida.

El art. 1482 se refiere justamente a este estado. La


norma parte refiriéndose a la condición positiva, en tal caso,
si además determinada, se estima que falla si se cumple el
plazo dentro del cual debía cumplirse y no se produce el
hecho que la constituye; o bien, si estando pendiente el plazo
dentro del cual ha de cumplirse, se torna imposible su
cumplimiento. En el primer caso, por ejemplo, si digo te doy
100 si te titulas de abogado dentro de 5 años, y pasa el plazo
y no se titula de abogado el acreedor condicional; o bien, si
fallece el acreedor condicional antes de cumplirse el plazo, y
antes de su fallecimiento no alcanzó a titularse de abogado.
Por otro lado, si la condición es positiva e indeterminada,
falla si ha expirado el plazo (determinado por ley, lo que se
discute, según vimos) dentro del cual la condición ha debido
verificarse, o bien, si se torna imposible su cumplimiento. Los
ejemplos son los mismos anteriores, pero el deudor
condicional no estableció un plazo para el cumplimiento de la
condición.
En cuanto a la condición negativa, ella falla si se verifica
el hecho que la constituye. Por ejemplo, te doy 100 si mañana
no llueve, y llueve.
Esta norma se encuentra relacionada con lo dispuesto en
el art. 1481, inciso final, que se refiere al caso que el deudor
condicional se valga de medios ilícitos para que la condición
falle, o para que la otra persona de cuya voluntad depende en
parte su cumplimiento no coopere a él, se tendrá por
cumplida. Esta disposición si bien se refiere a las
disposiciones testamentarias, consagra una regla general, que
supone que el deudor condicional no puede valerse de su
propio dolo para propender que la condición falle, so sanción
de entenderse que la condición se encuentre cumplida.

3.- Condición en estado de cumplida.

Si la condición es positiva, se entiende cumplida si se


verifica el hecho que la constituye, dentro del los términos
estipulados si es determinada; o en el plazo legal, si es
indeterminada.
Por el contrario, si la condición es negativa y
determinada, se entiende cumplida si el hecho que la
constituye no se produce dentro del término estipulado; por el
contrario, si es indeterminada se entiende cumplida si el
hecho no se produce en el plazo legal.
b) RETROACTIVIDAD DE LA CONDICION CUMPLIDA.

Sobre el particular, nos remitiremos en forma casi


íntegra a lo que se estudie a propósito de los efectos de las
condiciones suspensiva y resolutoria. Sólo adelantaremos,
que el punto hace referencia al efecto general de una
condición cumplida, ya sea suspensiva o resolutoria.
Antes de ello, sin embargo, es necesario señalar que
ordinariamente los autores indican que toda condición es
suspensiva para una parte, y resolutoria para la otra. En
efecto, si se da el siguiente clásico ejemplo de condición
suspensiva: te doy 100, si te recibes de abogado, para el
deudor condicional la condición es resolutoria, pues su
derecho sobre los 100 se resolverá una vez cumplida la
condición; en tanto que, antes de cumplirse la condición, el
acreedor condicional, sólo tiene un derecho sometido a una
condición suspensiva. Por otra parte, si se da el siguiente
ejemplo de condición resolutoria: te arriendo mi casa y me la
debes restituir una vez que vuelva del extranjero, el
arrendatario tiene un derecho sometido a una condición
resolutoria, en tanto que para el arrendador, su derecho está
sometido a una condición suspensiva.
Ahora bien, la retroactividad de la condición cumplida,
supone cuestionarse si, para quien tiene un derecho bajo
condición suspensiva, cumplida sea la condición, para el
acreedor condicional el derecho ingresó a su patrimonio desde
la celebración del acto o contrato, o sólo desde el
cumplimiento de la condición, en la primera hipótesis, la
condición cumplida tendría efectos retroactivo. Del mismo
modo, si se tiene una cosa bajo una condición resolutoria,
cumplida que sea la condición, se entiende que la cosa nunca
se tuvo por parte del deudor condicional.
En todo caso, en nuestro derecho no hay una aplicación
exclusiva de retroactividad o irretroactividad de la condición
cumplida, pues hay normas y casos que optan por una u otra
solución.
Así, no se acoge la retroactividad, por ejemplo, en lo que
disponen los arts. 1486, inc. 2°, si la disminución o deterioro
es por culpa del deudor; arts. 1078 inc. final, 1338, n°1,
1488, todas en materia de frutos; 1490 y 1491
A contrario sensu, se acoge la retroactividad en el art.
1486, en la regla general; 1490 y 1491 en los casos que
quedan sin efectos las enajenaciones del deudor condicional,
etc.

c) FORMA DE ENTREGAR LA COSA SI LA CONDICION ESTA


CUMPLIDA.

Ya sea que se trate de una condición suspensiva o


resolutoria, según sabemos, no hay mayores problemas si
estamos ante una obligación de género, a menos que sea un
género limitado. Sin embargo, no ocurre lo mismo con la
entrega de una especie o cuerpo cierto. Es así, como entran
en juego las siguientes disposiciones:
a) Art. 1486, en orden a que los aumentos y mejoras
pertenecen al acreedor condicional; en tanto que igual cosa
ocurre con los deterioros y disminuciones, bajo las
circunstancias que la norma establece.
b) Art. 1488, y 1078 en relación al art. 1493, referidas a que
los frutos pertenecen al deudor, a menos que la ley, el
testamento o las partes establezcan lo contrario.
c) Pérdida de la cosa debida, art. 1486, inc. 1° y final.

II.- LA CONDICION SUSPENSIVA.

Sabemos que de conformidad a lo establecido en el art.


1479, el efecto primordial de la condición suspensiva es
suspender la obligación que de ella depende hasta que la
condición se cumpla o se repute cumplida, de manera tal que,
se dice, que la obligación no ha nacido, esto es, que
estrictamente la obligación no existe, su existencia sería
subordinada y la relación de derecho se formaría solamente si
la condición se cumple, por lo que de momento no habría ni
crédito ni deuda, ni acreedor ni deudor, sólo la esperanza de
llegar a serlo, indica Claro Solar, pero, agrega “...esta
conclusión no corresponde a las disposiciones del Código que
dan por establecida la existencia del acreedor y del deudor y
hablan del derecho de acreedor fallecido que se transmite a
sus herederos y de la facultad del acreedor de impetrar
medidas conservativas necesarias; y como no puede haber
acreedor ni deudor, sin que exista un crédito y una deuda, es
evidente que existe un vínculo jurídico, sea este contractual,
sea testamentario, aunque este compromiso efectivamente
formado sea condicional y dependa de la realización o no
realización del acontecimiento futuro e incierto de que se le
hace depender.
Por consiguiente, y refiriéndonos especialmente a las
obligaciones convencionales, tan pronto como la convención
se perfecciona, la obligación condicional convenida, se forma,
y con ella, el derecho correlativo; pero como es un derecho
condicional, solamente tiene por el momento una existencia
subordinada a la realización de la condición; es eventual y
queda en suspenso no realizándose a su vez definitivamente,
sino por el evento de la condición y a partir de ese evento.
No es, por lo mismo, una mera esperanza. Las meras
esperanzas no constituyen derecho; y el acreedor condicional
tiene adquirido, en virtud del contrato, el derecho a la
prestación que debe realizarse si la condición se cumple.”
Tal como lo mencionamos en su oportunidad, para
estudiar los efectos de la condición, debemos remitirnos a los
distintos estados en que puede encontrarse.

1° Efectos de la condición suspensiva pendiente.

Este punto se encuentra tratado en el art. 1485 CCCH., e


indica que no puede ser exigido el cumplimiento de la
obligación sino una vez verificada totalmente la condición.
Los autores determinan una serie de efectos de la
condición suspensiva en este estado, sin embargo, con
algunas variaciones:

A.- En efecto, hay autores como Abeliuk, que señalan que ni


el derecho ni la obligación existen, esto es, la obligación no ha
nacido aún. Por su parte, tal como lo señaláramos, para Claro
Solar, hay obligación, el derecho se forma, pero por el
momento es puramente eventual y por ello no puede ser
reclamado, por lo que “mientras subsiste la eventualidad, la
obligación condicional existe; pero su existencia definitiva y
los efectos de la convención o de la disposición de última
voluntad están subordinados a un acontecimiento que puede
suceder o no”.
En todo caso, sea como se plantee, las siguientes son las
consecuencias de este efecto:
 El acreedor no puede exigir el cumplimiento de la
obligación. Es decir, la obligación no es exigible. Por tal
razón:
- La prescripción no está aún corriendo.
- No hay novación, según el art. 1633.
- No puede operar compensación, art. 1656.
 Si paga el deudor, hay pago de lo no debido, por lo que se
puede repetir lo que se ha pagado indebidamente. Al decir
de Claro Solar “este pago anticipado carecería de causa; y
no da derecho, por eso, al acreedor, que lo recibe, para
retenerlo, porque su derecho está aún en suspenso y
requiere el cumplimiento de la condición”.
 El acreedor no puede ejercer la acción pauliana, por lo
que, para estos efectos, se entiende que no lo perjudican
los actos del deudor.

B.- El vínculo jurídico existe. Así lo señala el profesor Abeliuk.


En todo caso, esta es la explicación que da dicho autor, a lo
que señala en otros términos Claro Solar, al indicar que si hay
obligación, no obstante esté pendiente la condición.
Consecuencias:
 Al contraerse la obligación, se deben cumplir todos los
requisitos de existencia y validez del acto o contrato que le
sirve de fuente directa.
 El deudor no puede retractarse.
 La obligación condicional se rige por la ley vigente al
tiempo de celebrarse el acto o contrato que le sirve de
fuente directa.
C.- El acreedor tiene una expectativa de llegar a serlo, según
los términos de Abeliuk. Claro Solar indica que la obligación
es eventual.
Por tal razón, se producen las siguientes consecuencias:
* El derecho del acreedor y la obligación del deudor se
transmiten a sus herederos, así lo establece el art. 1492,
razón por la cual, se ha dicho, por ejemplo, por don Jorge
López Santa María, que hay un “germen de derecho”.
Sin embargo, esta regla tiene como excepción el inciso
segundo de la norma en comento, en lo que respecta a las
asignaciones testamentarias y a las donaciones entre vivos.
Ciertamente, este principio es concordante con lo que
establece el art. 1078, inc. 2°, que señala que si la asignación
es bajo condición suspensiva, y fallece el asignatario antes de
cumplirse la condición, no transmite derecho alguno.
Según Claro Solar, la razón de la diferencia de criterio,
entre las obligaciones convencionales y las disposiciones
testamentarias, radica en la diferencia entre ambas
instituciones. En efecto, en el caso de una asignación
condicional, al asignatario se le defiere la asignación una vez
que la condición se cumple, por lo que el asignatario no puede
aceptar la asignación mientras la condición no se cumpla. A
mayor abundamiento, uno de los requisitos para ser
asignatario es ser capaz y digno, y la capacidad se refiere a
existir al momento de ser abierta y deferida la asignación, si
se trata de un asignatario condicional, se debe existir al
momento de ser cumplida la condición, antes de ello, el
asignatario nada tiene en su patrimonio, por lo que si fallece
estando pendiente el cumplimiento de la condición, nada tiene
para transmitir a sus herederos.
Esto es distinto a lo que ocurre con las obligaciones
condicionales convencionales, en que se aplica el aforismo
que “quien contrata, no sólo contrata para sí, sino también
para sus herederos”, por lo que efectivamente ha entrado
algo al patrimonio del acreedor condicional, de manera que si
fallece pendiente la condición, igualmente transmite a sus
herederos.
En lo que respecta a las donaciones entre vivos, si bien
se trata de un contrato, el art. 1390 dispone que no puede
hacerse una donación a una persona que no existe en el
momento de la donación, por lo que si la donación es bajo
condición suspensiva, también debe existir al momento del
cumplimiento de la condición, si fallece antes de dicho
cumplimiento, tampoco puede transmitir nada a sus
herederos, porque nada se ha incorporado a su patrimonio.

* El acreedor puede ejercitar los actos conservatorios de su


derecho condicional, de conformidad al art. 1492, ello, para
evitar el deterioro o la pérdida de la cosa que es objeto de la
obligación. Este mismo derecho es reconocido por el art.
1078, respecto de asignaciones condicionales. Las
providencias conservativas son todos los actos encaminados
a asegurar el ejercicio futuro del derecho que se trata de
cautelar, sin constituir el ejercicio actual de ese mismo
derecho. Como la norma no indica qué medidas conservativas
pueden ser, se mencionan: la prohibición de celebrar actos y
contratos respecto de la cosa debida condicionalmente, el
nombramiento de interventor, el otorgamiento de una caución
por parte del deudor condicional, nombramiento de
depositario, etc.

2° Efectos de la condición suspensiva fallida.

Si falla la condición, supone que el derecho y la


obligación correlativa, nunca van a nacer, aunque recordemos
que para Claro Solar, lo que en verdad ocurre, es que la
obligación (eventual) que había nacido desaparece, y el
derecho a que debía dar origen se desvanece con todas sus
consecuencias, se consideran ipso jure como si jamás
hubieren existido.

3° Efectos de la condición suspensiva cumplida.

Recordemos que todo depende del autor al cual se cite


para explicar los efectos de las condiciones, de manera tal,
que si se cita por ejemplo a Abeliuk, diremos que una vez que
la condición se cumple, nacen el derecho y la obligación
correlativa; por el contrario, si se cita a Claro Solar,
indicaremos que una vez cumplida la condición, la obligación
produce todos sus efectos, como si hubiere sido pura y
simple, a partir del momento que ella fue contraída.
Las consecuencias son:
1.- El acreedor puede exigir el cumplimiento de la obligación,
a través de cualquier medio que le franquea la ley.
2.- Si el deudor pagó estando pendiente la condición, y luego
ella se cumple, ya no puede pedir restitución de lo pagado,
art. 1485, inc. 2°.
3.- Comienza a correr el plazo de prescripción extintiva.
4.- Los aumentos y mejoras y las disminuciones y pérdidas
fortuitos, corresponden al acreedor.
5.- Se aplican las reglas generales en materia de
incumplimiento por parte del deudor, etc.

II.- LA CONDICION RESOLUTORIA.

De conformidad a lo dispuesto en el art. 1479, la


condición resolutoria es aquella en virtud de la cual se
extingue en derecho. Comúnmente se la define como aquel
hecho futuro e incierto del cual depende la extinción de un
derecho.
El aspecto más interesante de la condición resolutoria, es
que, a diferencia de la suspensiva, admite una clasificación:

a) CONDICION RESOLUTORIA ORDINARIA.


b) CONDICION RESOLUTORIA TACITA.
c) PACTO COMISORIO.

La condición resolutoria ordinaria, está constituida por


cualquier hecho futuro e incierto, que no sea el
incumplimiento de la obligación, del cual depende la extinción
de un derecho.
La condición resolutoria tácita, se extrae de lo que dispone
el art. 1489, y que por consiguiente está constituida por
aquella condición que va envuelta en todo contrato bilateral,
de no cumplirse lo pactado por la otra parte. De ahí, la
salvedad hecha en el concepto de condición resolutoria
ordinaria.
Finalmente, el pacto comisorio es la condición resolutoria
tácita expresamente estipulada o señalada por las partes.

a) CONDICION RESOLUTORIA ORDINARIA.

Del mismo modo que se hizo para estudiar a la condición


suspensiva, los efectos de la condición resolutoria ordinaria
dependen de los estados en que dicha condición se encuentra.

1° Efectos de la condición resolutoria ordinaria


pendiente.
Como la condición resolutoria no afecta a la adquisición
del derecho (a diferencia de la condición suspensiva), el acto
o contrato produce todos sus efectos como si fuera puro y
simple, por lo que aquella persona cuyo derecho emana de
dicho acto o contrato, puede ejercer todas las facultades y
acciones que emanan de dicho derecho, por lo que, por
ejemplo, puede solicitar el cumplimiento de inmediato del
contrato, prescindiendo de la condición resolutoria que pesa
sobre él.
Así, por ejemplo, si el contrato constituye un título
translaticio de dominio, como un contrato de compraventa,
efectuada la tradición al comprador, éste adquiere la
propiedad (si se cumplen los requisitos para ello), sin
perjuicio de la condición eventual, de que se resuelva su
derecho, de cumplirse la condición, pudiendo el adquirente
ejercer, en el intertanto, todas las facultades que le otorga el
derecho de propiedad.
Lo importante es que la condición resolutoria pendiente
no afecta al derecho adquirido, sino que a su pérdida.
2° Efectos de la condición resolutoria ordinaria fallida.

En este caso, el derecho queda irrevocablemente como si


el acto o contrato se hubiere celebrado desde el principio sin
condición resolutoria, esto es, puro y simple.
En el caso que el acto hubiere sido un título translaticio
de dominio, y a través de la tradición, el adquirente la
adquiere sujeta a la condición resolutoria, queda afirme su
derecho, igualmente que todas las enajenaciones y
gravámenes que hubiere llevado a cabo a su respecto.

3° Efectos de la condición resolutoria ordinaria


cumplida.

Cumplida sea la condición, se extingue el derecho de


aquel que tenía la cosa sujeta a la condición resolutoria, razón
por la cual el art. 1567 se refiere a ella como un modo de
extinguir las obligaciones. Por consiguiente, el deudor
condicional, una vez cumplida la condición, debe restituir la
cosa.
En lo que respecta a cómo opera la resolución en este
caso, ello supone preguntarse, si opera ipso jure, o si por el
contrario, se necesita declaración judicial.
La doctrina y jurisprudencia, estiman que opera por el
solo ministerio de la ley. Así, en el caso del profesor Claro
Solar, señala que sin lugar a dudas la resolución producto del
cumplimiento de la condición resolutoria ordinaria, opera ipso
jure, en primer término, porque el art. 1487 expresa que
cumplida la condición resolutoria, deberá restituirse lo que se
hubiere recibido bajo tal condición; por su parte, el art.1470,
ya había señalado que la condición es resolutoria cuando por
su cumplimiento se extingue un derecho. Por tanto, el sólo
cumplimiento de la condición produce el efecto de colocar a
las partes en la situación que tenían al momento de contratar.
Agrega, que aunque el art. 1487 no lo diga expresamente, si
se compara con lo que dispone el art. 1489, referida a la
condición resolutoria tácita, claramente se da a entender. En
efecto, el art. 1489, en su inciso segundo señala: “Pero en tal
caso podrá el otro contratante pedir a su arbitrio...” , es decir,
al hablar de "en tal caso”, se está remitiendo justamente al
inciso primero, que consagra a la condición resolutoria tácita;
y luego al agregar “pedir a su arbitrio”, está aludiendo a que
debe ser solicitada al juez. Luego, agrega Claro Solar, en el
otro caso de condición resolutoria ordinaria o convencional, la
resolución se produce por el solo hecho de cumplirse la
condición, sin necesidad que se demande ante el juez.

b) CONDICION RESOLUTORIA TACITA.

NOTA: A continuación, el tratamiento de la norma contenida


en el artículo 1489 se lleva a cabo de conformidad a la
doctrina clásica, y no acorde al derecho contemporáneo de
contratos.

Se refiere expresamente a ella, el art. 1489 del CCCH.


Por tanto, de acuerdo a esta disposición, es posible
señalar que es aquella condición que va envuelta en todo
contrato bilateral, y en que el hecho futuro e incierto que
puede provocar la extinción de un derecho, está constituido
por el incumplimiento de sus obligaciones, por alguna de las
partes.
Esta condición resolutoria se encuentra, entonces,
envuelta en todo contrato bilateral, y es tácita porque no es
pactada por las partes, sino que se halla subentendida en
virtud de la ley. Y la condición que subentiende la ley, es el
incumplimiento de lo pactado por alguna de las partes, en lo
que respecta a la magnitud de dicho incumplimiento, lo
veremos a continuación.
En lo que respecta al fundamento de la condición
resolutoria tácita, los autores no se han puesto de acuerdo.
En efecto, para algunos, no es más que una regla de
conveniencia que deriva de la voluntad presunta de las
partes, en orden a que cada parte se ha obligado, a condición
que la otra parte cumpla a su vez (Giorgi); para otros es la
aplicación de la teoría de la causa en su concepción clásica,
pues si una de las partes no cumple con su obligación, la
obligación de la otra parte carece de causa (Larombiére);
finalmente, otros autores encuentran su razón de ser en la
estructura misma de un contrato bilateral, cual es que tiene
obligaciones recíprocas, las que no son yuxtapuestas, sino
interdependientes, por lo que cualquier fenómeno que le
ocurra a la obligación de una de las partes, afectará a la de la
otra.

I.- Características de la condición resolutoria tácita.

1) Es resolutoria.
2) Es tácita, lo que ya se señaló.
3) Es negativa, pues el hecho que la constituye es que una de
las partes no cumpla con su o sus obligaciones.
4) Es simplemente potestativa, ya que depende de un hecho
voluntario del deudor.

II.- Requisitos para que opere la condición resolutoria


tácita.

Cabe hacer presente, que el análisis de la condición


resolutoria tácita, y específicamente de sus requisitos, se hará
tal como lo ha hecho por muchos años la doctrina clásica, por
lo que ello será complementado por los postulados de la
doctrina contemporánea, que la concibe como un remedio
contractual, más que como una condición, según veremos en
clases.

1) Contrato bilateral
2) Incumplimiento imputable al deudor
3) Que quien la solicita esté o haya estado llano a cumplir
con su obligación
4) Declaración judicial
1) Contrato bilateral:

Al ser leída la norma contenida en el art. 1489, no cabe


duda que ella opera sólo en los contratos bilaterales o
sinalagmáticos, a mayor abundamiento, en materia de
compraventa se encuentra reglamentada en una norma
especial, cual es el art. 1826.
Sin perjuicio de lo anterior, se ha planteado por algunos
autores la posibilidad de que esta institución también sea
aplicable en los contratos unilaterales.
En el caso del profesor Abeliuk, considera que en general
la resolución no puede operar en los contratos unilaterales, y
que normalmente se traduciría en una anticipación en el
cumplimiento de la obligación, una especie de caducidad del
plazo por incumplimiento. Así, en el caso del comodato, art.
2177; en la prenda, art.2396; señala además, que si bien
podría ser aplicable en la renta vitalicia, el propio legislador
niega esta posibilidad en el art. 2271, por lo que para que
tenga aplicación, debe ser expresada. Agrega Abeliuk, que
tampoco tiene aplicación si el contrato es sinalagmático
imperfecto, pues si el acreedor debe algún tipo de
indemnización, y se niega a pagarla, tiene el deudor el
derecho legal de retención. Finalmente, en el caso del mutuo,
admite que se justificaría, si no la resolución, al menos una
norma que permita solicitar el cumplimiento anticipado en
caso de un incumplimiento parcial, sin embargo, agrega, en
nuestra legislación no procede la resolución.
Por su parte, Claro Solar no es tan tajante, de hecho,
parte su análisis cuestionándose: “¿es puramente enunciativa
de este hecho, o importa también su limitación a esta clase
de contrato?”.
Para efectos de dilucidar la cuestión, comienza señalando
que en el caso de los comentadores franceses, las opiniones
están divididas. Así, en el caso de Larombiére se inclina a
admitir la condición resolutoria en los contratos
sinalagmáticos imperfectos; Laurent, señala que sólo procede
en los contratos bilaterales; Colin y Capitant, consideran que
tiene cabida en todos los contratos onerosos, con inclusión de
los unilaterales. Agrega, que el hecho que el art. 1489
consigne que la condición resolutoria tácita va envuelta en
todos los contratos bilaterales, no implica que no pueda ir
envuelta también en los contratos unilaterales, y para
demostrarlo, toma las siguientes normas:
- Art. 2177, en el comodato, que dice no es más que la
condición resolutoria tácita, pues si el comodatario no
emplea la cosa en el uso convenido, aunque nada se haya
dicho en el contrato, el comodante puede exigir la
restitución inmediata de la cosa, aunque se haya señalado
plazo y este aún no esté vencido.
- Art. 2171, renta vitalicia, que tuvo que señalar en forma
expresa su improcedencia, pues de lo contrario, se habría
entendido subentendida.
- Art. 2396, en la prenda, que en similares términos al
comodato la consagraría.
Por consiguiente, según Claro Solar, en todos estos casos,
y en otros, aunque no se trate de contratos bilaterales, la ley
aplica al incumplimiento, los efectos de una condición
resolutoria tácita, incluso, admite que la doctrina contraria
utiliza los mismos artículos para sostener la improcedencia de
esta institución en los contratos unilaterales, por el hecho que
la ley haya dicho en esos artículos que esa resolución podía
ser pedida si el deudor no cumplía su obligación, es decir, que
fue necesario que dichos artículos la admitan, para su
aplicación en un contrato unilateral, lo que demuestra que en
la generalidad de los casos no es procedente, pues de lo
contrario, tales disposiciones hubiesen sido innecesarias;
pero, agrega Claro Solar, desde que las partes han podido
estipular la condición resolutoria y no lo han hecho, es porque
es evidente que la ley supone que ella va implícita en el
contrato.

El otro punto que debe ser dilucidado, dice relación con el


hecho que si bien el art. 1489, declara que la condición
resolutoria tácita va envuelta en todo contrato bilateral, hay
ciertas limitaciones y variaciones.
En efecto, en el caso de los contratos de tracto sucesivo, la
naturaleza misma del contrato no permite que ella tenga
efecto retroactivo, por lo que cuando ella procede, sólo opera
para lo futuro, caso en que esta institución pasa a
denominarse “terminación”.
Por su parte, en lo que respecta a la partición, si bien ella
participa de los caracteres de un contrato, de conformidad a
lo que dispone el art. 1348, no es procedente la resolución si
un adjudicatario no pague a los demás los alcances que
hubiere quedado debiendo. En efecto, en primer lugar, el art.
1348 no se refiere a la resolución, a diferencia de lo que
ocurre con la nulidad y la rescisión; y en segundo lugar,
porque sería negar el efecto declarativo de la partición, ya
que, si un asignatario no paga un alcance ello no importa o no
implica el no pago del precio de una cesión o de una
compraventa, que celebró con los demás asignatarios, pues el
derecho de dicho asignatario renuente en el pago del alcance
no arranca su derecho de los demás, sino que de el difunto.

Incumplimiento imputable al deudor:

En lo que respecta a la magnitud del incumplimiento, se


han planteado varias dudas. En efecto, la cuestión es si basta
cualquier tipo de incumplimiento, por pequeño que éste sea,
para que el acreedor pueda ejercer su derecho alternativo,
especialmente en lo que respecta a solicitar la resolución del
contrato, o, por el contrario, es necesario que se trate de un
incumplimiento de cierta gravedad.
Ciertamente, toda vez que el art. 1489 sólo habla de no
cumplimiento por uno de los contratantes de lo pactado, es
posible que el incumplimiento sea sólo parcial o que se refiera
sólo a las obligaciones accesorias y no a las principales, etc.
Esta duda se plantea en especial porque en Francia se
admite que el juez que conoce de la causa, califique la
gravedad del incumplimiento para conceder o negar la
resolución, así, en caso que el incumplimiento no sea de una
gran envergadura, el juez sólo admita el cumplimiento
forzado, más la indemnización de perjuicios, si fuere
procedente.
En nuestro país la doctrina se encuentra dividida, por
ejemplo, Claro Solar considera que no se admite distinción
alguna entre la inejecución total o parcial, ni entre la
inejecución total o parcial de una obligación principal o
accesoria o secundaria, opina que para declarar la resolución
el juez debe determinar si no se ha cumplido lo pactado, es
decir, “ lo que constituye el contrato en sí mismo y ante las
estipulaciones de las partes que no habrían seguramente
contratado si no había de ejecutarse por el demandado lo que
éste quedó obligado a prestar”.
Por su parte, otros autores estiman que para dar lugar a la
resolución, no debemos estar ante un incumplimiento de
obligaciones accesorias y secundarias, puesto que, sería muy
sencillo dejar sin efecto el contrato por “minucias”, y porque
escapa a la esencia de la institución, que deriva de la
naturaleza misma de un contrato bilateral.
Por otra parte, tradicionalmente se decía que el
incumplimiento debería ser además imputable al deudor, esto
es, acompañado de dolo o culpa, pues aunque no lo señala
expresamente el art. 1489, deriva de las reglas generales en
materia de responsabilidad contractual, sin perjuicio de la
postura de la doctrina contemporánea.

2) Que quien la solicita haya cumplido con su obligación, o


esté llano a cumplirla.

Evidentemente, aunque este requisito no está exigido en


forma expresa por nuestra legislación, deriva nuevamente de
la naturaleza misma de los contratos bilaterales en que ella
opera, y especialmente en la vinculación de esta institución
con la excepción de contrato no cumplido, del art. 1552.
Tan efectivo es lo anterior, que si una de las partes no
cumple o no está llana a cumplir con su obligación en el
contrato, y además solicita la resolución del contrato, o su
cumplimiento, más indemnización de perjuicios, la otra parte
(también incumplidora), podrá oponer la excepción de
contrato no cumplido. De manera tal que, para que a quien
ejerce el derecho alternativo del art. 1489 obtenga un
resultado favorable, será necesario que, o haya cumplido o
esté llano a cumplir, de lo contrario, se paraliza su acción
precisamente con la oposición de la excepción de contrato no
cumplido por la otra parte.
3) Declaración judicial.

De conformidad a nuestra legislación, el acreedor debe


ejercer su derecho alternativo a través de una acción judicial,
sin embargo, mientras la resolución del contrato no ha sido
declarada por sentencia judicial, si esa fue la opción, el
contrato subsiste, de manera tal que la resolución no opera
de pleno derecho.
Por tal razón, es que el deudor demandado de resolución,
insistimos, si esa fue la opción del acreedor, puede
igualmente cumplir con su obligación, y efectuarse el pago,
incluso contra la voluntad del acreedor, por ejemplo, a través
de medios como el pago por consignación, hasta el momento
en que se dicte sentencia definitiva. Ello se ve corroborado
con lo que dispone el art. 310 del CPC, que en establece que
la excepción de pago puede oponerse hasta la citación para
oir sentencia en primera instancia, y hasta la vista de la causa
en segunda instancia.
Por lo demás, este principio que el deudor puede impedir
la resolución pagando, queda también demostrada con lo que
disponen los arts. 1873, 1874 y 1879.
En conclusión, si el acreedor demanda la resolución del
contrato, dicha resolución no se produce ipso facto, ni aún
con la presentación de la demanda, siendo indispensable una
sentencia judicial que declare dicha resolución, por lo que el
deudor tiene la posibilidad de impedir la resolución del
contrato, pagando antes de dicho momento jurídico, sin
perjuicio del pago de indemnizaciones de perjuicios, si fueren
procedentes.

c) PACTO COMISORIO.

En términos generales, Claro Solar define el pacto


comisorio, como “la estipulación por la cual las partes
convienen que el contrato se resolverá si alguna de ellas no
cumple sus compromisos”.
El CCCH no se refiere al pacto comisorio en las normas
referidas a las obligaciones condicionales, sino que lo hace a
propósito de la compraventa, en el art. 1877.
En realidad, los autores concuerdan en orden a que esta
norma puede mover a confusión: en primer lugar, porque por
los términos en ella utilizados el inciso primero da a entender
que sólo se refiere al no pago del precio, denominando a esta
condición, pacto comisorio; luego, en el inc. 2° se trata de
evitar que se piense que en la compraventa no opera la
condición resolutoria tácita, por lo que indica que si dicha
condición se expresa toma el nombre de pacto comisorio,
repitiendo la denominación ya señalada en el inciso anterior,
lo que redundante; y finalmente, porque pareciera que sólo es
aplicable al contrato de compraventa.
En primer lugar, cabe precisar que el pacto comisorio no
sólo tiene lugar en el contrato de compraventa, y por no pago
del precio, sino que es de aplicación general, y respecto del
incumplimiento de cualquier obligación de las partes. En
efecto, Claro Solar explica que cuando el inciso segundo del
art. 1877 declara que: “cuando se expresa, toma el nombre
de pacto comisorio..”, se refiere precisamente a la condición
resolutoria tácita del art. 1489, que a su vez es aplicable a
todas las estipulaciones del contrato, y evidentemente no sólo
al no pago del precio; además, en lo que respecta a su
aplicación a los demás contratos bilaterales, señala que: el
art. 1950, en el arrendamiento, indica que el contrato expira
igual que los demás contratos, especialmente “por sentencia
del juez en los casos que la ley ha previsto”; y 2101, se
refiere a la condición resolutoria tácita, y que no hay razón
para impedir que los socios lo señalen expresamente por
escrito; y que el art. 2271 cuando dice “salvo que los
contratantes hayan estipulado otra cosa, se refiere
precisamente al pacto comisorio. Y finalmente, porque
impera el principio de libertad contractual.
c.1. Pacto comisorio simple

Tal como se admite uniformemente por la doctrina, las


partes tienen varias alternativas al momento de incluir un
pacto comisorio en un contrato, a saber: pueden decir que el
contrato se resolverá si las obligaciones no se cumplen, o
agregar que debido a este incumplimiento, el contrato
quedará resuelto ipso facto, o ipso jure, o por el sólo
ministerio de la ley. En el primer caso, no es más que
expresar la condición resolutoria tácita, sin modificaciones,
esto es, aquella del art. 1489; en el segundo caso, está
asimilando la institución a la condición resolutoria ordinaria en
sus efectos.
A la cláusula que sólo se limita a reiterar lo dispuesto por
el art. 1489, sin más agregaciones, se le denomina “pacto
comisorio simple”, por lo que se aplican las reglas de la
norma antes anotada, de manera tal que la resolución
requiere que sea demandada judicialmente, y de declaración
por sentencia judicial, por lo que hasta antes de este
momento jurídico, el contrato subsiste, al menos es la opinión
mayoritaria de los autores.
Para otros autores, en cambio, el hecho que se haya
expresado por las partes, impide la aplicación de las normas
de la condición resolutoria tácita, debiendo ser aplicadas las
normas relativas a la condición resolutoria ordinaria, que es
expresa, operando la resolución de pleno derecho, en tal
sentido se pronuncia Troplong.

c.2. Pacto comisorio calificado

Si se pacta en forma expresa a la condición resolutoria,


pero se agrega la cláusula de resolución ipso facto, u otra
similar –no hay fórmulas sacramentales-, la institución toma
el nombre de pacto comisorio calificado.
Es importante destacar, que no obstante la incorporación
de esta cláusula, es necesario efectuar una distinción:
c.2.1. Pacto comisorio calificado en el contrato de
compraventa por no pago del precio.

El art. 1879 es el que reglamenta esta figura, y se trata


de una norma que ha movido a ciertas discusiones. Sin
perjuicio de lo cual, debemos efectuar las siguientes
observaciones:
- En primer lugar, no se priva al vendedor de la elección de
acciones que concede el art. 1873, toda vez que así lo
consigna el art. 1878 en forma expresa, a continuación de
consignar el pacto comisorio en el art. 1877, y ello también
es aplicable al pacto del art. 1879, que también es un pacto
comisorio, lo que queda de manifiesto con el hecho que se
encuentra ubicado en el mismo párrafo.
- La cláusula de resolución ipso facto del contrato, por no
pago del precio, supone necesariamente la existencia de un
juicio, por las siguientes razones:
a) Porque, como señaláramos, el vendedor puede optar por la
acción que ejercerá, de conformidad al art. 1878, y hablar
de acciones supone un juicio.
b) Porque el plazo de 24 horas a que hace referencia, se
cuenta desde la notificación de la demanda.

Cabe señalar, que estamos ante una excepción al principio


de autonomía de la voluntad, toda vez que no obstante la
cláusula de resolución ipso facto, la norma hace subsistir el
contrato, no produciendo el efecto que debería ser el normal,
a juzgar por la intención de las partes, cual es que el contrato
se resuelva inmediatamente. En efecto, el contrato no se ha
resuelto aún, porque por algo la disposición en comento habla
de “subsistir”, es decir, aún existe; por lo demás, la norma
dice “sin embargo”, lo que supone que, no obstante lo
perentorio de los términos de la cláusula incorporada por las
partes, se modifica su voluntad.

Ahora bien, la duda que surge entre los autores, es qué


ocurre si el comprador no paga el precio “lo más tarde, en las
veinticuatro horas subsiguientes a la notificación judicial de la
demanda”, ciertamente que el contrato se resuelve, si ello fue
lo demandado, pero ¿desde qué momento jurídico se produce
dicha resolución?. Hay dos posibilidades: desde que
transcurren las 24 horas y el deudor no pague, o desde que
se dicta la sentencia definitiva. En todo caso, en lo que
respecta a si después de las 24 horas el deudor puede pagar,
está claro que no puede hacerlo, pues el art. Indica “lo más
tarde”.
Cabe hacer presente que no es un plazo de días, sino que
de horas.

c.2.2. Pacto comisorio calificado en los demás casos.

En el estado actual de la doctrina, en especial, por el


respeto a la libertad contractual, nadie duda que es
perfectamente posible incorporar una cláusula en el contrato
de compraventa por el incumplimiento de cualesquiera otra
obligación que no sea el no pago del precio; así, como en los
demás contratos referida al incumplimiento de cualesquiera
obligación; que señale que dicho incumplimiento trae
aparejada la resolución automática o ipso facto del contrato.
Sin perjuicio de dicha estipulación, el acreedor de la
obligación incumplida podría renunciar a la resolución ya
ocurrida, y solicitar el cumplimiento forzado, de conformidad
a lo dispuesto en el art. 12 CCCH.
En todo caso, es necesario dejar asentado que no se
permite que el deudor enerve dicha resolución cumpliendo su
obligación en el plazo de 24 horas contados desde la
notificación de la demanda, al modo del art. 1879, lo que
desde luego supone un juicio a fin de obtener la declaración
de la resolución por sentencia judicial. En efecto, en primer
lugar, ello supone vulnerar la libertad contractual de las
partes, sin una norma legal expresa, sino que por el contrario,
aplicando por analogía una disposición de carácter restrictiva.
Los autores que opinan que procede aplicar el art. 1879,
en todos los casos, señalan que de lo contrario estaríamos
ante una condición resolutoria meramente potestativa
dependiente de la sola voluntad del deudor, pues le bastaría,
por mero capricho, dejar de cumplir sus obligaciones para que
se resuelva el contrato. Sin embargo, se contraargumenta
señalando que igualmente el acreedor puede renunciar a la
resolución ipso facto, para ejercer su derecho de optar por
ella, o por un cumplimiento forzado.

La acción resolutoria.

Sabemos que el art. 1489 consagra al acreedor una


opción, a saber: o solicita el cumplimiento forzado de la
obligación, más la indemnización de perjuicios; o bien, solicita
la resolución del contrato, también con indemnización de
perjuicios, si fuere procedente. Se señala que este derecho de
opción, es un derecho absoluto.
En todo caso, es evidente que lo que no puede hacer el
acreedor, es solicitar ambas cosas acumulativamente, puesto
que, sería un enriquecimiento injusto.
Del mismo modo, recordemos lo señalado anteriormente,
en orden a que esta acción resolutoria se ejerce en los
siguientes casos: condición resolutoria tácita del art. 1489;
pacto comisorio simple; y pacto comisorio calificado, por no
pago del precio en el contrato de compraventa. Es decir,
siempre que se requiera que la resolución del contrato se
declare por sentencia judicial ejecutoriada.
La acción resolutoria presenta las siguientes
características:
a) Acción personal
b) Acción patrimonial
c) Puede ser mueble o inmueble
d) Es indivisible

A) Acción personal: Esto es, deriva del derecho personal que


va involucrado. Sin perjuicio de lo anterior, cabe señalar
que por efecto de las relaciones con terceras personas, se
ejerza por parte del acreedor condicional una acción
reivindicatoria en contra de terceros poseedores, según lo
que veremos en los arts. 1490 y 1491, lo que no cambia la
fisonomía de la acción resolutoria, pues se trata del
ejercicio de una acción reivindicatoria consecuencial.
B) Acción patrimonial: Con tal carácter, presenta las
siguientes particularidades:
- Es renunciable, de conformidad a lo establecido en el art.
12 CCCH.
- Es transferible
- Es transmisible
- Es prescriptible: Cabe señalar, que a excepción del pacto
comisorio en el contrato de compraventa, en los demás
casos no hay una plazo especial de prescripción, por lo que
se aplican las reglas generales, es decir, el art. 2515, a los
siguientes casos: condición resolutoria tácita del art. 1489,
otros pactos comisorios.
Sin embargo, en lo que respecta a la prescripción contenida
en el art. 1880, la cuestión es discutible. En efecto, en
primer lugar, este plazo sólo es aplicable al pacto comisorio
incluido en la compraventa y por no pago del precio, ya sea
en la modalidad del art. 1877., pacto comisorio simple; o
del art. 1879, pacto comisorio calificado. Por tanto, no se
aplica a los demás pactos comisorios de otros contratos, ni
aún de la misma compraventa, aunque estas afirmaciones
se controvierten.
Agregado a lo anterior, se critica la norma del art. 1880,
pues el plazo no se cuenta desde que la obligación se hizo
exigible, sino que desde la fecha del contrato, por lo que la
acción podría nacer prescrita, quedando al acreedor sólo la
alternativa de que le sean aplicables las reglas generales
en materia de prescripción.
C) Puede ser mueble o inmueble: dependiendo de la
naturaleza del bien involucrado.

D) Es una acción indivisible: esto es, no puede pedir parte


del cumplimiento forzado de la obligación, y parte de la
resolución; del mismo modo, no puede pedir lo anterior, a
algunos deudores y otra cosa a otros, de ser varios éstos.
LOS EFECTOS DE LA RESOLUCION.

Es posible conceptualizar la resolución, señalando que es


el efecto de la condición resolutoria cumplida.
Habida consideración que quien tiene un derecho
condicional, puede haber entrado en relaciones jurídicas con
terceras personas antes del cumplimiento de dicha condición,
es que para estudiar los efectos, es necesario distinguir entre:

1° Efectos de la resolución respecto del deudor condicional.

2° Efectos de la resolución respecto de terceros.

1° Efectos de la resolución respecto del deudor condicional.

En lo que respecta al deudor condicional, surge como


obligación la de restituir la cosa, de acuerdo a lo que dispone
el art. 1487 CCCH., lo que es natural, pues el derecho que
dicho deudor tenía sobre la cosa, se resuelve. Esta
restitución, se lleva a cabo, con las siguientes observaciones:

a) Los aumentos y mejoras le pertenecen al acreedor, según


el art. 1486, lo que es una manifestación de la
retroactividad de la resolución en este aspecto. Cabe
señalar que se ha criticado este efecto, pues el acreedor
nada debe al deudor por las mejoras que hubiere este
introducido en la cosa en el tiempo intermedio,
enriqueciéndose injustamente el acreedor condicional.

b) Las disminuciones y deterioros los sufre el acreedor, sin


tener derecho a rebaja alguna, salvo culpa del deudor. Por
consiguiente, si la cosa sólo ha sufrido deterioros y no una
pérdida, el deudor sigue manteniendo intacta su obligación
de entregar, pero entrega en el estado que la cosa se
encuentre.

c) Si la cosa se ha perdido fortuitamente, no hay obligación


por parte del deudor, pero si la pérdida ha sido culpable, el
deudor debe el precio y la indemnización de perjuicios.
Este efecto es del todo lógico, y se encuentra amparado
con los principios generales en materia de responsabilidad.
Cabe agregar, sin embargo, que las partes pueden
perfectamente alterar estas reglas en materia de
responsabilidad, y por ejemplo, responsabilizar al deudor
condicional incluso de la pérdida fortuita.

d) Respecto de los frutos, el art. 1488 dispone que una vez


verificada la condición, no se deben los frutos percibidos en
el tiempo intermedio, a menos que la ley, el testador, el
donante o los contratantes, hayan dispuesto lo contrario.
Cabe precisar que nuestro CCCH., es original en este
punto, puesto que no hay regla similar en el CC. francés,
por lo que ahí, ha sido un aspecto debatido en la doctrina.

e) En cuanto a los actos de administración que lleva a cabo


en el tiempo intermedio el deudor, ellos quedan afirmes,
de manera tal que han sido válidamente ejecutados por el
deudor durante la pendencia de la condición. Sobre este
punto, hay acuerdo en la doctrina, así, Claro Solar y
Abeliuk; del mismo modo que los comentadores franceses.

2° Efectos de la resolución respecto de terceros.

En este punto, se destaca que el efecto de la condición


resolutoria cumplida, que se supone tiene efecto retroactivo,
se ve disminuido o atenuado por lo que disponen los artículos
1490 y 1491. En efecto, de ser aplicable íntegramente la
retroactividad, todos los actos de disposición, todas las
enajenaciones y gravámenes que llevó a cabo el deudor
condicional estando pendiente la condición, deberían quedar
sin efecto, sin embargo, estas normas toman en especial
consideración a ciertos terceros, fundamentalmente si éstos
están de buena fe.
Los artículos 1490 y 1491, lo que hacen, es distinguir en
relación a la naturaleza del bien, esto es, si es mueble o
inmueble, ello, porque el tratamiento es diverso, según sea el
caso, tomando además en consideración, si el tercer
adquirente sabía o no que el derecho de su predecesor estaba
afecto a resolución.
Sin perjuicio de lo anterior, cabe señalar que estas
normas han dado lugar a un sinnúmero de disputas en la
doctrina.

i) Ámbito de aplicación de los arts. 1490 y 1491.

La duda surge por la diferencia de términos utilizados en


las normas en comento. En efecto, el art. 1490, se refiere al
plazo, y a la condición suspensiva y a la condición resolutoria.
Por su parte, el art.1490, sólo menciona la palabra
“condición”.
Según don Arturo Alessandri, estas normas sólo son
aplicables a la condición resolutoria, mas no a la suspensiva,
y mucho menos al plazo. Por tal razón, cuando ambas
disposiciones dicen “el que debe una cosa”, es incorrecta,
puesto que el deudor resolutorio en verdad nada adeuda, por
el contrario, en tanto no se resuelva su derecho es dueño o
poseedor de dicha cosa, sin perjuicio que su derecho puede
eventualmente resolverse. De tal manera, que la expresión
indicada es “el que tiene o posee una cosa bajo condición”.
Por consiguiente, el acreedor condicional tiene derecho a
reivindicar la cosa de manos del tercero, no porque el derecho
del deudor condicional se resolvió, y ello afecta al tercero,
sino porque el derecho vuelve al acreedor condicional, como
si nunca hubiere salido de su patrimonio, esto es, recupera su
derecho real.
En cambio, pensemos en un acreedor de una cosa si
se encuentra sujeto a plazo suspensivo, o a un plazo, por
ejemplo, se celebra un contrato de compraventa, y el
comprador tiene derecho a pedir la entrega de la cosa una
vez que se cumpla una condición, o un plazo, el derecho del
acreedor suspensivo, es siempre un derecho personal, de
solicitar el cumplimiento del contrato una vez que se cumpla
la condición o venza el plazo, distinto al acreedor resolutorio,
caso en que lo que vuelve a ingresar a su patrimonio es un
derecho real de dominio. Por tanto, si el deudor del acreedor
condicional suspensivo, o a plazo, enajena la cosa a un
tercero, el acreedor no tiene derecho alguno a reivindicar la
cosa en manos del tercero, pues no tiene derecho real alguno.
Por lo anterior, aunque los arts. 1490 y 1491 den a entender
que también se aplican al acreedor sujeto a una condición
suspensiva, o a un plazo, ello es contrario a todo el sistema
del CCCH.
Por consiguiente, para quienes así opinan, los arts. 1490
y 1491 están mal redactados, pues sólo se aplicarían al que
tiene una cosa bajo condición resolutoria.
El profesor Claro Solar, en cambio, considera que ambas
normas se aplican tanto a la condición suspensiva, como a la
resolutoria, en virtud de la retroacción de la condición. Se
señala que incluso el acreedor sujeto a condición suspensiva
tiene derecho en contra de un tercero, aunque si dicho
acreedor fuere puro y simple, no tendría derecho alguno
contra el tercero, pues no es dueño antes de la tradición, la
que nunca se hizo (pensemos en la celebración de un contrato
de compraventa sin plazo o condición suspensiva para la
entrega de la cosa, pero antes de ser entregada la cosa al
comprador, el vendedor se la enajena a un tercero, este
acreedor puro y simple-comprador, no podría reivindicarla en
contra del tercero).

El otro aspecto que se trae a colación, se refiere a la


diversidad de términos empleados en ambas normas. En
efecto, el art. 1490 habla de “reinvindicarla”; y el art. 1491,
de “resolverse la enajenación o gravamen”. En efecto, en el
caso del art. 1490, procede la reivindicación en contra del
tercero, en cambio, en el caso del art. 1491, procede la
resolución de la enajenación o gravamen, sin embargo, hay
quienes piensan que el art. 1491, comete un error, pues lo
que procede en relación al gravamen, no es una resolución
que se dirige en contra del tercero titular del derecho real,
sino que contra ellos procede la reivindicación, o una acción
para obtener la cancelación del gravamen, como consecuencia
de la resolución.
En todo caso, cabe precisar que para Claro Solar,
también en el ámbito del art. 1490, está mal empleada la
referencia a “derecho a reivindicarla ”, pues sólo
excepcionalmente se podrá reivindicar la cosa mueble por
parte del acreedor condicional. Y se refiere al ejemplo
siguiente: Pedro compra a Juan su caballo Bío-Bío por el
precio de $50.000.-, si gana tal carrera. Antes de la carrera,
Juan vende el mismo caballo a Antonio por $55.000, el que no
ignora la existencia del contrato entre Juan y Pedro. Bío-Bío
corre la carrera y la gana, y Pedro exige el cumplimiento del
contrato, Juan se excepciona con el contrato posterior, y
porque ya entregó el caballo a Antonio. En este caso, en
verdad Pedro no tiene acción reivindicatoria porque no es
dueño del caballo ni nunca lo fue; además el caso de las
ventas sucesivas está tratada en el art.1817 CCCH, por lo que
de no existir el 1490, que es especial, haría aplicable el 1817,
con lo cual se prefiere a Antonio; en realidad, agrega Claro
Solar, aunque Pedro no puede reivindicar el caballo, puede
pedir que se declare que Antonio debe entregarle el caballo
por haberse resuelto el contrato celebrado entre Juan y
Antonio, a consecuencia del cumplimiento de la condición
incorporada en el contrato celebrado entre él (Pedro) y Juan,
condición suspensiva para Pedro y resolutoria para Juan.
El profesor Abeliuk, en cambio, considera que si es
correcta la crítica a las normas en cuanto a la mala redacción
del art. 1491 al hablar de “resolverse la enajenación o
gravamen”, por las razones vistas; y del art. 1490, al señalar
a la condición suspensiva y al plazo; y porque el art. 1491 no
especifica a qué condición se refiere. Sin embargo, no está de
acuerdo con la crítica a las expresiones “debe una cosa
mueble” y “debe un inmueble”. Ciertamente, considera que
hay que pensar en quien es el deudor y quien el acreedor.
Como piensa que son normas aplicable sólo a la condición
resolutoria, señala que es deudor condicional, el que una vez
que la condición se cumple debe restituir; y acreedor
condicional, el que puede exigir la restitución una vez que la
condición se cumple. Por tanto, el que recibe una cosa bajo
condición resolutoria efectivamente adeuda una cosa, pero de
una forma especial, pues para que le sea exigible la
restitución de la cosa, debe cumplirse la condición.

ii) Actos afectados por la resolución.

Aunque las normas son diferentes, así el art. 1490 sólo


habla de enajenaciones; y el art. 1491, también se refiere a
las hipotecas, censo y servidumbre, para efectos de ambas
normas, deben considerarse todos los gravámenes.

iii) Caso de los bienes muebles.

Las enajenaciones y gravámenes quedan sin efecto, si el


tercero está de mala fe. Es decir, todo dependerá de la buena
o mala fe con que esté el tercer adquirente o titular de otro
derecho real. Ello, porque como lo indica Claro Solar, respecto
de ambas disposiciones su propósito es proteger al poseedor
de buena fe, poniéndolo a cubierto del efecto retroactivo del
cumplimiento de la condición.
Para el art. 1490, la buena o mala fe se determina en
orden a si sabe o no al tiempo de la adquisición o gravamen,
la existencia de la condición resolutoria (según Abeliuk).
Como la buena fe se presume, corresponde al acreedor
condicional probar la mala fe.

iv) Caso de los bienes inmuebles.

En este caso, para que queden sin efecto las


enajenaciones y gravámenes, es necesario que la condición
haya constado en el título respectivo, inscrito u otorgado por
escritura pública. Como se puede ver, acá no hay referencia
directa a la buena o mala fe del adquirente o titular del
gravamen.

¿Cuándo se entiende constar la condición? En un primer


momento, se entendía que sólo era una norma aplicable a las
condiciones expresas y no a las tácitas, porque estas no
constan. Incluso se decía que se reglamentaba en el CCCH. al
pacto comisorio, precisamente para que constara en el
contrato, para efectos de que le fuere aplicable el art. 1491.
Sin embargo, esta opinión está superada, entre otras
razones, porque de acuerdo a la RAE, “constar”, es ser cierta
una cosa, y resulta que la condición resolutoria tácita es cierta
pues se encuentra establecida por la ley y nadie puede alegar
ignorancia de ésta; además, el art. 1876 en materia de
compraventa, se remite a los arts. 1490 y 1491, y ella
reglamenta a la condición resolutoria tácita en este contrato,
etc.

¿Qué significa que la condición conste en el título respectivo


inscrito u otorgado por escritura pública? El título respectivo
es aquel de quien tenía o poseía la cosa bajo condición
resolutoria y luego la enajenó o gravó (se da el ejemplo de
una persona, Y, que compra un inmueble y pacta el precio a
plazo, y queda debiendo una cantidad de la cual se hace
referencia en la escritura de compraventa; luego el
comprador Y enajena a C, y éste a X. El título respectivo es la
escritura entre Y y su vendedor, no los contratos posteriores.
Los adquirentes posteriores, C y X, han quedado
amparados, pues el art.1491 permite que sus derechos
queden sin efecto, si tuvieron la posibilidad y oportunidad de
imponerse la existencia de la condición y no lo hicieron, o no
obstante saberlo, igualmente celebraron el contrato. Ello, a
través de las inscripciones de dominio, y a través de ellas, de
las escrituras públicas que se citan, las que será necesario
estudiar acuciosamente.
A mayor abundamiento, el art. 1491 dice “inscrito u
otorgado” por escritura pública. Según Claro Solar, no se
indican los dos casos distintos de inscripción del título y el
otorgamiento de la escritura pública, pues no pueden
inscribirse sino los títulos que han sido otorgados por
escritura pública, de manera tal que el título inscrito no puede
ser sino una escritura pública inscrita en la cual consta el
contrato condicional.
Otros en cambio, ven la expresión como lógica, pues hay
algunos actos que no es necesario inscribir, aunque puede
hacerse, como las servidumbres, y cualquier condición
resolutoria o suspensiva sobre inmuebles.
Por tanto, respecto de los actos que deben inscribirse, no
basta la escritura pública, es necesaria la inscripción; respecto
de los actos que no es necesario inscribir, basta la escritura,
lo que puede ser peligroso, ya que es difícil enterarse de la
existencia de una escritura pública que no requiere
inscripción.

¿Basta la constancia de la condición para que se configure la


mala fe del tercero? Ello es importante, pues si ello basta, el
tercero sólo podría oponer la prescripción adquisitiva
extraordinaria. Por el contrario, de cumplirse los requisitos de
la posesión regular, incluida la buena fe, puede oponer la
ordinaria.
De manera tal, que si se interpreta la norma,
entendiendo que la mala fe no se configura sólo por la
constancia de la condición en el título respectivo, el
reivindicante debería probar la mala fe del adquirente, pues la
regla general es que la buena fe se presume.

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