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INTRODUCCION

Por vez primera, en México se pueda hablar de la posibilidad de enjuiciar


penalmente a las personas jurídicas cuando cometan o participen en la comisión de un
delito, lo que constituye una novedad que pone al país ad-hoc con otras legislaciones
penales de Latinoamérica y Europa que así lo han establecido desde hace algún tiempo.

En efecto, tras décadas de debate científico que se ha dado, sobre todo, en sede
internacional, el legislador mexicano finalmente ha decidido incorporar a las empresas y a
las corporaciones como sujetos que pueden ser penalmente responsables, rompiendo así
con el aforismo milenario societas delinquere non potest.

No obstante, la sola posibilidad procesal de someter a juicio ante los tribunales


penales a las empresas y a las corporaciones no resulta suficiente para poder estimar
totalmente implementada la responsabilidad penal de las personas jurídicas en México,
pues todavía es necesario que las legislaciones penales sustantivas de las entidades
federativas, así como la federal, sean modificadas a efecto de establecer disposiciones
complementarias, como el modelo de imputación penal que asumen, las atenuantes y
excluyentes del delito cometido por una persona moral, las sanciones a que puede hacerse
acreedora, entre otras disposiciones no menos importantes.
RESPONSABILIDAD PENAL EMPRESIARIAL

En Roma se rechazó la idea de que las personas jurídicas respondieran penalmente, con
arreglo al principio societas delinquere non potest. Sin embargo, a partir de la Edad Media y
hasta finales del siglo XVIII la visión romana se transformó y se admitió la ficción de
capacidad delictiva de las personas jurídicas. Posteriormente en siglo XVIII, Savigny y su
teoría de la ficción, establecía que la persona era una mera ficción jurídica, y defiende que
los verdaderos y únicos responsables del delito son las personas físicas que se encuentran
tras la persona jurídica. La aparición de la idea del principio de personalidad de las penas,
contribuyó a que en esta época se volviera a la posición de negación de la responsabilidad
penal de las personas jurídicas.
desde principio se sigue manteniendo en la gran mayoría de ordenamientos jurídicos, si
bien en algunos ha comenzado a aparecer la posibilidad de que una persona jurídica
cometa un delito. En esos casos, la pena se ajusta al tipo de sanción que la persona jurídica
puede cumplir, normalmente pecuniaria, aunque también se podría hacer alguna privación
de derechos, e incluso, en algunos sistemas penales se adoptan sanciones que reciben el
nombre de medidas de seguridad, que consiste en la posibilidad de que el Estado
intervenga a la asociación o sociedad, liquide los bienes y con ellos pague los daños
causados por la persona física que haya cometido algún delito con motivo del ejercicio de
sus funciones, sin embargo esto implica una sanción trascendente, ya que se afectan los
derechos de los demás socios o asociados que no tienen una relación directa con el hecho
ilícito.
México adoptada la decisión de implementar la responsabilidad penal de empresas y
corporaciones, la primera cuestión que debería plantearse todo legislador es la relativa al
modelo a seguir para instrumentarla. A decir de la doctrina, caben, esencialmente, dos
opciones teóricas a la hora de diseñar un sistema de responsabilidad penal de la persona
jurídica:
a) La primera: sistema de transferencia o modelo vicarial, y suele
explicarse, grosso modo, de la siguiente manera: si una persona física comete el delito en
el seno de una persona jurídica (en su nombre, por su cuenta o en su provecho), la
responsabilidad penal del individuo se transfiere, en principio y sin mayores requisitos, a la
empresa. No es necesario ni relevante discernir si la persona moral actuó con dolo o de
forma imprudente, ni tampoco se analizará su culpabilidad, pues basta que la persona física
cumpla con el requisito de formar parte de la empresa, así como con los requisitos clásicos
de la culpabilidad para que la persona jurídica responda penalmente.
Bajo esa guisa, tenemos que, desde la perspectiva de la persona jurídica, esta regla de
imputación da lugar a una suerte de responsabilidad penal objetiva del ente, que está
desconectada del dolo o la imprudencia propios de la sociedad. A este sistema también
puede llamársele de responsabilidad penal subsidiaria o de hetero-responsabilidad.
Ahora bien, en este mismo modelo podemos descubrir dos vertientes:
De acuerdo con la primera, que procede de Estados Unidos y de la doctrina del respondeat
superior, la transferencia de culpabilidad se produce bajo tres condiciones: la actuación
culpable del agente, dentro de los fines de la empresa, y con el fin de beneficiarla.

La segunda, de origen británico, se denomina teoría de la identificación, la cual, a diferencia


de la doctrina del respondeat superior, exige para la imputación que el comportamiento
haya sido cometido por un directivo o top manager y no por cualquier agente de la entidad.
Algunas versiones de este modelo se caracterizan a su vez por relajar el grado de conexión
entre el superior y el delito. De este modo, se conforman con que el superior haya
autorizado, tolerado o consentido la comisión del hecho delictivo o, incluso, en las versiones
más laxas de la teoria
́ de la identificación, basta con que la infracción haya sido realizada
como consecuencia de un ejercicio defectuoso de sus facultades de vigilancia y control.
Todas las decisiones marco de la Unión Europea y, en su senda, diversos ordenamientos,
acogen esta versión más relajada de la teoria ́ de la identificación.
b) Al segundo modelo sistema de responsabilidad de atribución de
responsabilidad penal a personas jurídicas suele oponerse al anterior modelo merced a
que, se dice, tiene en cuenta la propia conducta de la empresa.
Si en el modelo de transferencia la responsabilidad penal de una persona física era atribuida
de forma directa, automática y sin mayores requisitos a la persona jurídica, este otro modelo
tiene en cuenta el “hecho propio” del ente jurídico, analizando su estructura interna y su
organización. Y si ese modo de organizarse era al menos negligente y facilitó el delito
cometido en su seno, la persona jurídica responderá penalmente; por el contrario, si no
puede advertirse un fallo en la organización que coadyuvara a la realización del hecho
delictivo, esto es, si el delito se cometió a pesar de, o sorteando voluntariamente los
controles y las medidas de prevención dispuestos por la persona jurídica, ésta no deberá
asumir responsabilidad penal. También puede denominarse modelo de
autorresponsabilidad de personas morales.

El modelo de atribución de responsabilidad penal de las personas jurid ́ icas introducido a la


capital mexicana es un sistema mixto, el cual, sin independizar la responsabilidad penal de
la persona jurídica de la de las personas físicas, se apoya en el sistema de transferencia
respecto de los delitos cometidos por los representantes y los administradores, y, por otra
parte, tiene como base el modelo de defecto en la organización, en los supuestos
contemplados en el inciso b del artículo mencionado, en los casos de delitos cometidos por
empleados de la empresa, lo que deriva hacia una mayor autorresponsabilidad.
1 DEL TITULAR DE LA EMPRESA

2 DE LOS FACTORES

3 DE LOS DEPENDIENTES

4 DE LOS AUXILIARES

5 DE LOS CLIENTES

6 COAUTORIA Y COMPLICIDAD PENAL EMPRESARIAL

REGIMEN FISCAL EMPRESARIAL


1 FEDERAL
2 ESTATAL
3 MUNICIPAL
4 CONCURRENTE

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