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que lo he leído, he disfrutado muchísimo. Con este libro me pasa algo que no me sucede con
otros y es que, cada vez que lo releo, encuentro cosas nuevas y detalles que se me habían
pasado por alto o que me habían interesado menos en otras lecturas y en la última parece que
saltan de la novela para decirme que están ahí.
En esta ocasión, una de las cosas que más me ha llamado la atención es el prefacio de la
historia, donde Dumas nos insiste en que lo que vamos a encontrar en el libro es real, un
hecho histórico y no un relato inventado por él. Es como si quisiera minimizar la tarea del
escritor, que así se convierte en nada más que un compilador, pero, haciendo eso, lo que nos
está diciendo es que lo importante es que el lector crea que la historia que tiene delante es
algo real, que es un trozo de la historia de Francia de lo que está disfrutando.
También, a nivel de autor, me ha parecido curioso que Dumas se pase gran parte de la novela
comentando que las cosas en la época en la que transcurre la historia eran diferentes de la
época en la que se escribe el libro, como si así quisiera justificar actitudes en los personajes
que no debían ser bien vistas en la época de Dumas. Por ejemplo comenta más de una vez que
era normal que las mujeres mantuvieran a sus amantes. No intenta, por lo tanto, escribir la
novela de acuerdo a las costumbres de su época, sino que intenta representar la época en la
que transcurre la acción, pero al mismo tiempo parece que quiere que sus personajes no sean
mal vistos por el público.
A pesar de esta división en dos partes, la trama está montada de forma que el autor nos va
dando pequeños datos al principio de cosas que van a tener importancia mucho después. Sólo
se mencionan de pasada, pero sabemos que de ahí va a salir algo que será importante. La
presencia de Milady, por ejemplo, durante toda la primera parte es algo huidizo. Está ahí, pero
no sabemos apenas nada de ella y durante la segunda parte cobrará gran protagonismo. Otro
momento importante es el encuentro con los ingleses, donde se juegan los caballos y los
ingleses no llegan ni a salir, pero posteriormente descubriremos que era Lord de Winter y que
a raíz de eso hace amistad con D’Artagnan. Es un libro de aventuras, que también está lleno
de momentos de humor. Dumas no presenta a los personajes como héroes perfectos, sino que
están llenos de defectos y no tiene reparos en presentarlos en situaciones ridículas o metiendo
la pata.
De sus tres compañeros, Athos en es más llamativo, un personaje con un halo trágico, su
sentido del honor no le quita que sea también un hombre práctico. Es el único que no tiene
ambiciones, quizás porque ya lo tuvo todo y renunció a ello. Es un personaje melancólico con
más sombras que luces, a veces se nos presenta derrotado, incapaz de sobreponerse a sus
problemas, dejándose arrastrar por sus amigos más que por querer hacer las cosas él mismo.
Aramis es un personaje ambicioso, que duda entre la carrera de armas y la carrera religiosa.
Hay que entender que en la época entrar en el clero no solo era cuestión de fe, también era
una forma de ascender en política pues la iglesia tenía mucho poder. Hay que entender a
Aramis en este sentido, es quizás el personaje más ambicioso de los cuatro. Porthos es
presumido y sus deseos son más modestos, casarse con una viuda rica que lo mantenga y le
permita vivir y vestir bien.