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La película del mes

Reseña personal sobre la película Across the Universe

Un viaje mágico y misterioso de amor y paz que nos dice “vengan juntos, el sueño
todavía existe… a través del universo”.

Por Jorge Valdés-Godina

Fade in.

Exterior playa, día gris. Vemos a un joven veinteañero frente al mar. El joven voltea
lentamente y pregunta directamente a cámara: “¿Es que hay alguien que vaya a escuchar
mi historia? Es sobre una chica que llegó para quedarse. Ella es de ese tipo de chica que
quieres tanto que hasta puedes lamentarlo y aún así no le negarías ni uno solo de tus
días. ¡Ah… chica… chica!

Por si no lo habías notado, Jude (que así se llama el joven) está cantando (¿no te dije
que era cantada?) la primera estrofa de una vieja canción de Lennon y McCartney: Girl.
Sólo que… hay algo diferente. Es la canción de los Beatles, sí, pero parece otra canción:
como si hubiera sido escrita especialmente para esta película.

¡Sorpresa!: desde la primera toma te has embarcado en un viaje verdaderamente mágico


y misterioso.

No importa si te gustan las canciones de The Beatles. No importa si eres fan de la


comedia musical. No importa si detestas las películas juveniles de amor. No importa si
juraste no ver nunca una película en la que apareciera Salma Hayek. Incluso, no importa
si eres menor de 30 años y no te significan nada nombres como Martin Luther King,
Jimmy Hendrix, Joe Cocker, Janis Joplin, Vietnam, o Jerry García. Across the Universe
(es decir, la película de la que estamos hablando), seguramente tiene algo que será de tu
agrado.

Como En-cuadre es una revista para profesionales de la producción. Empezaré por darte
algunas razones “muy profesionales” para que no te pierdas Across the Universe.

Julie Taymor, la directora, realizó como opera prima Titus (una espléndida adaptación
de la obra de Shakespeare, protagonizada por Anthony Hopkins y Jessica Lange, en
1999). Su segunda película fue Frida (lo que dije de Salma es cierto, pero la película
ganó dos Oscares sin que nadie me consultara). Across the Universe es la tercera y está
nominada –cuando menos-para un Globo de Oro.

Por si fuera poco, la Sra. Taymor (Boston, 1952) ganó un Emmy por una versión
televisiva de Edipo Rey, producida en 1992 en Japón. Un año después, trabajó con
Zubin Mehta en Florencia, dirigiendo La Flauta Mágica, de Mozart. Después dirigió
Salomé, de Strauss, en San Petesburgo. Y más recientemente ganó un Tony (el Oscar
del teatro en Broadway) por su realización de The Lion King, basada en la película de
Disney. Actualmente tiene en la cartelera de New York el musical The Green Bird y en
este 2008 estrenará Spiderman, musical-homenaje al más grande y entrañable de todos
los súper héroes: Peter Parker, con música de Bono y The Edge (colaboradores muy
activos en Across the Universe).

¿Necesitas más datos? Aquí tienes varios:

La dirección musical de Across the Universe estuvo a cargo de Elliot Goldenthal


(marido de la Taymor desde hace 20 años), quien también compuso la música de
Drugstore Cowboy, Alien 3, Demolition Man, Batman Forever, Batman & Robin,
Sphere, Titus, Entrevista con el Vampiro, Final Fantasy, y 22 películas más, incluyendo
Frida (por la que ganó el Oscar).

El director de fotografía fue Bruno Delbonnel, nominado al Oscar por Amélie y por Un
long dimanche de fiançailles, las dos películas más sobresalientes de sus 14 trabajos
comerciales. Por cierto que la fotografía de Across the Universe debió ser trabajo de
Rodrigo Prieto (la Taymor quedó encantada con su trabajo en Frida), pero no estaba
disponible (¡láaaastima, Margarito!).

El guión estuvo a cargo de Dick Clement y Ian La Frenais, una dupla de


escritores/productores que han trabajado juntos por más de 40 años, lo cual significa
más de 50 películas y programas de TV, además de ganar el Emmy y tener toda clase de
nominaciones. Sus trabajos van desde la comedia ligera (Still Crazy), hasta James Bond
(Never Say Never Again), y un espléndido musical que pudimos atrapar en el último de
los estantes del desaparecido Videocentro: The Commitments (película musical que
aporta muchísimo -16 años después- a la que hoy nos ocupa).

No podemos dejar de mencionar a Mark Friedberg, el diseñador de producción, ganador


de varios premios por películas como A Matter of Degrees, The Perez Family, Runaway
Bride, Ride with the Devil, Pollock, Identity, The Producers, y la serie de TV Sex in the
City.

Y vale la pena dar mención especial al coreógrafo Daniel Ezralow, un auténtico pilar de
la danza contemporánea en el mundo. Surgido de compañías de la talla de Pilobolus,
con apenas 41 años de edad Ezralow ha realizado coreografías para la Hubbard Street
Dance Company de Chicago, la Batsheva Dance Company de Israel, el Paris Opera
Ballet, la compañía Rudolf Nureyev, la London Contemporary Dance Company, el
Manhattan Ballet, el Atlanta Ballet, la Kibbutz Contemporary Company, y las
compañías de ópera de Los Angeles, Houston y la English National Opera. En 1999
coreografió y co-dirigió Aeros, el maravilloso espectáculo que llevó la gimnasia
olímpica (en “hombros” de las estrellas de la Federación Rumana de Gimnasia) al nivel
de la más sofisticada danza contemporánea. Su experiencia con la música pop incluye
espectáculos y videos para artistas como Sting, U2, David Bowie, Pat Metheny, Andrea
Bocelli, Ricky Martin, y Faith Hill. En cine ha trabajado con Marco Bellocchio, Lina
Wertmuller, Vittorio Gassman, Mauro Bolognini, Ron Howard, y –desde luego- Julie
Taymor.

¿Experiencia con The Beatles? Pues resulta que Daniel Ezralow es uno de los dos
coreógrafos de LOVE, el nuevo show del Cirque du Soleil, basado en la música del Fab-
Four.
Si todo lo que te he dicho hasta ahora no basta para que salgas corriendo a buscar una
sala cinematográfica en la que todavía se exhiba Across the Universe (alguna debe
haber, o tendrás que esperar al 5 de febrero que salga a la venta el DVD… en Estados
Unidos), aquí tienes una razón más: 33 entrañables canciones del Cuarteto de Liverpool,
interpretadas como nunca lo pensaste y adquiriendo un sentido y una dimensión que
tampoco imaginaste jamás.

Claro que aquí es donde empiezan los “asegunes”. Si eres beatlemano ortodoxo, muy
ortodoxo, seguramente te sumarás al grupo de críticos que ya piden ver a Julie Taymor
colgada del mástil más alto del Perla Negra y/o quemada en leña verde. Pero si eres de
la legión que ha podido disfrutar los excelentes covers que han surgido a través de los
años, como Lucy in the Sky with Diamonds (Elton John), I am the Walrus (Spooky
Tooh), Come Together (Tina Turner), Get Back (Rod Stewart), TODOS los soundtracks
de las películas I Am Sam, All This and World War II, o Sgt. Peppers Club Band (con
las reservas del caso, claro). O simplemente, si sentiste “toques en las pestañas” cuando
escuchaste el disco de LOVE, el show del Cirque du Soleil, entonces –sin lugar a dudas-
disfrutarás “como enano” Across the Universe (no sé qué hubieran pensado John o
George, pero a Paul le gustó mucho).

Todavía mejor, si eres fan de la comedia musical descubrirás en Across the Universe
una obra como nunca imaginaste. Casi casi una rock ópera. ¿En qué me baso para hacer
esta afirmación? En dos puntos fundamentales: me considero un fiel beatlemano y un
decidido fan de la comedia musical, de ahí que rescato algunos valores de la película
que me gustaría compartir contigo.

Desde el primer momento (con Jude cantando Girl), Julie Taymor nos sorprende al
contar toda una historia con temas de The Beatles. Lo interesante –como dije antes- es
que el tratamiento e intención que se les da a las canciones las hace parecer como
escritas especialmente para la película. No son “pegotes” sin ton ni son. Ni tampoco son
el apoyo musical para imágenes que medio ilustran la letra. NO, de ninguna manera.
Cada canción está perfectamente integrada a la trama de la película, complementa los
diálogos, enriquece la narrativa. Tal como debe ser en una obra musical que se respete
(pienso en West Side Story, Violinista en el Tejado, el Show de Terror de Rocky, o A
Chorus Line). La adaptación es tan buena y fluye tan adecuadamente, que sin lugar a
dudas puedo equipararla en ciertos momentos con Jesucristo Superestrella, Gospel,
Hair, e incluso Tommy (ok, ok, toda proporción guardada). De hecho, debo aclarar que
menciono estas obras no como películas, sino como rock óperas.

Déjame explicarlo un poco más.

A mí NUNCA me gustó la versión cinematográfica de Tommy, aunque adoro el disco.


NUNCA me gustó la versión cinematográfica de Gospel, aunque vi la versión teatral 8
veces en menos de dos semanas. La versión que hizo Norman Jewison de Superestrella
me pareció débil en comparación con la potencia y “entrañas” que tenía el disco
original. Y Hair me pareció bien pero siempre sentí que Milos Forman no podía reflejar
el verdadero espíritu de los 60’s en América pues él estaba viviendo otra realidad en su
natal Checoslovaquia (quizá una realidad mucho más terrible, pero distante al fin y al
cabo).
Por otro lado, cuando oí hablar de Across the Universe por primera vez, levanté una
barrera de gran escepticismo ante lo que podía resultar una película musical utilizando
las canciones de lo Beatles (es imposible, me dije, ¿cómo puede ser que alguien se
atreva a tanto?). Es más, cuando leí la sinopsis decidí que no quería verla de ninguna
manera (¿chico conoce a chica, se enamoran perdidamente, las circunstancias los
separan dolorosamente, pero al final el amor triunfa sobre todo obstáculo? NOOOO,
gracias, “tengo mucha ropa qué lavar”). Pero…

Donde manda capitana los marineros suelen ser muy positivos: …sí, mi vida, lo que tú
digas.

Así que un buen día me encontré sentado en un micro cine, dispuesto a soportar
estoicamente la dichosa película. Sin embargo, desde el primer encuadre y los primeros
acordes se inicia la magia. Julie Taymor nos revela inmediatamente su intención de
contarnos su historia desde dos perspectivas: una personal (el cuento en sí), y otra
generacional, recurriendo a imágenes y situaciones que nos enganchan en las vivencias
de los 60.

A partir de ahí mi ánimo y disposición cambiaron radicalmente. Across the Universe no


sólo captó mi atención sino también mi entusiasmo. Simplemente caí rendido ante lo
que estaba presenciando (alguien dijo que enamorarse de una película es como
enamorarse de una persona, primero ves todo color de rosa y ya después, cuando estás
completamente atrapado, las imperfecciones aparecen como pequeños detalles que bien
puedes reconocer pero que no alcanzan a modificar tus sentimientos).

No cabe duda que Julie Taymor sabe lo que hace. Es una auténtica creyente de la magia
del arte e invita al espectador a creer también y participar activamente en el
performance, recurriendo a una fantástica amalgama de marionetas gigantes, máscaras,
vestuario, efectos especiales, e imágenes de onirismo psicodélico que nos llevan a un
verdadero estado alterado de conciencia.

Claro que la Taymor no está sola, basta con revisar los currícula de sus colaboradores
para darnos cuenta del grado de profesionalidad que se le imprimió al asunto. Elliot
Goldenthal, por ejemplo, no tiene antecedentes significativos en comedia musical pero
“lo sabe todo” en materia de música para cine por lo que logra un soundtrack
sorprendente, con la frescura y “buena onda” de A Hard Day´s Night, Help, o Yellow
Submarine, pero con la maestría narrativa de Superestrella o Tommy. A leguas se ve
que el hombre “hizo su tarea”. Incluso, son evidentes las horas que dedicó a estudiar y
asimilar el trabajo de George Martin para la pista sonora de LOVE, creando mezclas,
fusiones y arreglos que revitalizan las canciones de The Beatles en forma sobresaliente.

Mi propia deformación profesional me lleva a disfrutar enormemente el trabajo de un


buen equipo de producción, a cargo –en este caso- de las hermanas Suzanne y Jennifer
Todd, pero con la guía y talento de Mark Friedberg, cuyo diseño de producción
demuestra que realmente investigó, analizó, aprehendió, la estética y mística visual de
los años 60. Cuando ves Across the Universe sabes que esas imágenes son los años 60 y
no nada más parecen (o quieren parecer) la década prodigiosa. Cada detalle, cada pieza
de vestuario, cada mueble, o simple prop, corresponden a lo que recordamos de aquellos
años.
Soy muy enfático en el trabajo de estas personas porque su desempeño profesional es lo
que marca la diferencia entre una película cualquiera, una buena película y una película
excelente. Claro que puede ser básico contar con el presupuesto adecuado, pero la
mayoría de las veces es más importante contar con el oficio y el talento que hagan
rendir y hagan lucir cualquier presupuesto (podría remitirme a los conceptos de Robert
Rodriguez, en este mismo número de En-cuadre).

También es cierto que llegar a ser Mark Friedberg o Julie Taymor o cualquier-otro-
genio-que-quieras-mencionar puede ser tremendamente difícil, pero la buena noticia es:
nadie nace sabiendo. Alcanzar el grado de oficio y maestría que nos haga sobresalientes
es un trabajo y reto personal de cada quien. En-cuadre es sólo un grano de arena para
ayudarte en ese camino.

Mucha gente te dirá que el talento lo es todo, estoy seguro que el coreógrafo Daniel
Ezralow te diría otra cosa: la maestría sólo se logra con trabajo, muuuuucho trabajo, al
cual debes agregar pasión, entrega, sacrificio, y hasta un intenso dolor físico. ¿O cómo
crees tú que se llega a ser coreógrafo de los súper atletas de la Federación Rumana de
Gimnasia, y de los súper acróbatas del Cirque du Soleil?

Y supongo que lo mismo te diría Bruno Delbonnel, quien seguramente pasó muchas
horas cargando cables y cámaras y tripiés y luces y cualquier cantidad de tramoya hasta
lograr su oportunidad en una de las industrias más exigentes y competidas del planeta:
el cine francés.

Sin ir más lejos, ¿tienes idea de la cantidad de horas-nalga y horas-tecla que representan
40 años de ser guionista? Dick Clement y Ian La Frenais podrían decirte algo al
respecto.

Nadie nace sabiendo, pero todos tenemos la posibilidad de ocupar un nicho destacado
en los créditos de la vida. Ya sea como los nuevos Fellini, Kubrik, o Bergman. O tal vez
como los nuevos Taymor, capaces de conmover al público y realizar películas que
enamoren a todo tipo de espectadores.

Sí, lo admito, Across the Universe es una película cursi y sensiblera. También es una
película que nos muestra una visión de nostalgia romántica acerca de los 60. Hace
concesiones y toda clase de “guiños” para atrapar a la generación baby-boomer. Y nos
atrapa nuevamente en la mística de Peace and Love (en vez de la cruda realidad de
Drugs, Sex, and Rock’n Roll, que tan magistralmente nos mostró The Rose).

Sí, admito todo lo que ustedes quieran, pero a cambio de eso, cada uno de ustedes –
público especializado, conocedor de lo que está bien y lo que está mal en una
producción- tendrá que concederme que Across the Universe tiene una manufactura
impecable: producción, dirección, fotografía, vestuario, escenografía, guión, música…
TODO es de la más alta calidad. Incluso el casting.

No había hablado del casting porque son el más grande número de desconocidos que
haya yo visto en una película de ese presupuesto. Lo cual no quiere decir que sean un
atajo de novatos. De ninguna manera. Simplemente Evan Rachel Wood (Lucy) tiene 20
años de edad pero más de 14 de andar en el ambiente artístico. Todos tienen una
importante trayectoria profesional aunque no había llegado su momento, pero más vale
que te aprendas estos nombres: Jim Sturgess (Jude), Joe Anderson (Max), Dana Fuchs
(Sadie), Martin Luther McCoy (Jo-Jo) y T. V. Carpio (Prudence), además de la ya
mencionada Evan Rachel Word.

El mayor acierto de este casting es que no sólo desempeñan un rol en la historia a través
de sus personajes, sino que además tienen ciertos “desdoblamientos” (por llamarlos de
alguna manera), que juegan con la memoria colectiva de los espectadores: Jude tiene un
“fuerte sabor” a McCartney, pero también tiene rasgos de los otros tres; Sadie a veces
puede ser Janis, o Tina, y hasta Carol King. Jo-jo va de Hendrix a Ike Turner a Richie
Valens. Y Max, va de Frankie Avalon al mismísimo Kurt Cobain. No es que se
conviertan en estos personajes, sino que –de repente- vemos pasar ante nuestros ojos
esas “sombras”, esas pregnancias de una época que ya sólo vive en algún lugar de
nuestro recuerdo.

En ciertos momentos el juego es aún más radical, como cuando en una escena
descubrimos la “presencia física” de Jerry García en una fiesta psicodélica, o la figura
inconfundible del Clapton de Derek and the Dominoes en un escenario. Y ni qué decir
del tremendo “viaje” que hacen nuestros personajes a bordo del legendario Magic Bus
de The Who.

La cereza del pastel corre a cargo de dos intervenciones sensacionales: Joe Cocker en un
triple papel, cantando Come Together, y Bono en el papel de Dr. Robert, cantando I Am
the Walrus (Ah, por cierto, en algún momento también aparece Salma).

Y todo ello cimentado en el auténtico soundtrack de nuestra vida: las canciones de The
Beatles.

La anécdota es muy simple (después de todo ES una comedia musical) y transcurre


entre 1967 y 1969.

El joven Jude, quien trabaja como obrero en los astilleros de Liverpool, decide viajar a
EEUU para buscar a su padre, soldado que embarazó y abandonó a su madre durante la
guerra y a quien –por consiguiente- nunca conoció. Sus pesquisas lo llevan hasta la
universidad de Princeton, donde Jude supone que si padre es catedrático pero, en
realidad, resulta ser el encargado de intendencia. Ahí conoce a Max, un junior bastante
descocado con quien traba una amistad inmediata. Max tiene una hermana, Lucy, recién
graduada de High School, quien acaba de ver cómo su novio se enrola para ir a Vietnam
(¡por motu proprio!).

Max invita a Jude a pasar el día de Acción de Gracias con su familia, con quienes tiene
un fuerte altercado y decide emigrar a New York animando a Jude para que vaya con él.
Jude, que ya ha caído en cuenta de la existencia de Lucy queda prendado de ella y
decide aceptar el plan de Max.

Mientras tanto… otros dos personajes emprenden también el viaje a la “gran manzana”:
Jo-jo, un músico negro que busca alejarse de la intolerancia y las luchas raciales que han
dejado muerto a su hermano pre-adolescente en su ciudad natal, y Prudence, que busca
encontrarse con su verdadera identidad sexual.
Una vez en New York, Max y Jude llegan a vivir en el departamento de Sadie, una
cantante casi treintañera que alquila cuartos para toda clase de runaways. Más adelante
también llegan al depa-comuna Jo-jo, Prudence, y hasta Lucy, quien ha decidido
alejarse de su casa después de recibir la noticia de la muerte de su novio en combate.

En ese ambiente auténticamente groovy, Prudence se enamora de Sadie, pero Sadie


vive un tórrido romance con Jo-jo, quien se ha convertido en lead guitar del grupo de
Sadie, y –claro- Lucy finalmente se enamora de Jude.

Pero no todo es “miel sobre hojuelas”, Sadie es presionada para abandonar a su grupo y
firmar con una disquera que promete llevarla a la fama y Lucy es portadora de la orden
de reclutamiento para Max que ha llegado a su casa. Todos le dan consejos a Max para
evitar ir a la guerra pero, finalmente, acaba en combate. No sin antes vivir una aventura
totalmente alucinante que lleva a todo el grupo hasta California.

Al volver a la realidad, Sadie rompe con Jo-jo y el grupo. Lucy se enrola en una
organización anti-bélica que provoca su distanciamiento de Jude. Éste consigue trabajo
como diseñador pero le afecta muchísimo la situación con Lucy. Una noche decide
confrontarla y se desencadena el rompimiento. Lucy participa en una marcha anti-bélica
que es reprimida por la policía, Jude va en su búsqueda pero acaba herido y en la cárcel,
de donde sale para ser deportado a Inglaterra.

Pasan los meses. Jude vuelve a su trabajo en los astilleros. Max regresa de la guerra
hecho un guiñapo y trabaja como taxista. Jo-jo trabaja en un bar de mala muerte, Sadie
se da cuenta que la fama tiene grandes bemoles y Lucy descubre que su grupo anti-
bélico es en realidad una organización terrorista que termina por auto destruirse por la
explosión accidental de una bomba casera.

Finalmente, Jude decide que no puede vivir sin Lucy, así que tramita su visa como
residente para los EEUU y va en busca del amor de su vida, ayudado por su todavía
amigo Max.

El encuentro final se da durante un concierto al aire libre que Sadie y su grupo (con Jo-
jo nuevamente como guitarrista y Prudence como tecladista) han organizado en el techo
de su compañía disquera (c’mon... get back!), cuyo logo es una fresa diseñada por Jude.
Y aunque la policía trata de detener la tocada, nada impide que Lucy y Jude nuevamente
unan sus vidas. Y colorín colorado…

Créditos finales mientras escuchamos Lucy in the Sky With Diamonds, interpretada por
Bono y The Edge.

Fade out.

(Sí, ya sé que no te hablé de todas las canciones que se escuchan a lo largo de la película
pero, creo, que esa será la parte de la magia que te dejo a ti por descubrir. Créeme que
no te vas a arrepentir, aunque no seas beatlemano “de hueso colorado”.)

Yo vi Across the Universe 4 veces en una sola semana (el cine se ve mejor en el cine) y
todas las veces llegué al mismo punto: ¿cómo hacer para que todo esto funcione? ¿cómo
obtener lo mejor de un equipo de producción por demás talentoso y profesional? ¿cómo
llegar las fibras más sensibles de miles y miles de espectadores que –quizá al igual que
yo- lo que menos creen necesitar es otro musical de amores juveniles?

Siempre obtuve la misma respuesta: ALL YOU NEED IS LOVE!

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