Ayotzinapa se convirtió en el símbolo de la indignación nacional y será recordado
en el futuro como lo fue “La noche de Tlatelolco” por varias décadas. México se ha convertido en el epicentro de la impunidad. La desaparición es una de las formas más brutales de violaciones a derechos humanos. Los efectos se extienden sobre la familia y la sociedad ante la incertidumbre sobre el paradero. Varias décadas y miles de personas siguen sin ser ubicadas en nuestro país.Durante décadas el funcionamiento estructural del aparato de justicia se ha dado en la lógica de la apariencia. Iguala ha puesto en evidencia este patrón: hipótesis erráticas, búsqueda infructuosa, ausencia de pruebas y declaraciones contradictorias de personas detenidas son las que sostienen la versión oficial. Frente a la incapacidad institucional el Estado se ha visto forzado a aceptar la asistencia técnica de la Comisión Interamericana, porque México es un país que puede desaparecer personas pero no sabe cómo investigar una desaparición. México, país sin educación. En zonas urbanas las clases medias y altas acceden al conjunto del sistema: centros universitarios y de investigación, infraestructura, nivel y oferta docente. Un aula y un sólo maestro para atender educación primaria, escasos centros de educación superior, distancia, desnutrición, falta de materiales. Así, las normales son consideradas improductivas e innecesarias. Crimen de Estado también impune .Las relaciones sociales en México están cimentadas sobre múltiples violencias, las cuales son necesarias para lograr la imposición de un proyecto social que genera relaciones de exclusión y requiere mecanismos de dominación.