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“Amor Redentor”

Francine Rivers

Hija de la Oscuridad

Cuando llego el momento de conocer a su padre confirmó la imagen que tenía de


él, Alejandro Stafford era tal cual Mamá lo había dicho. Era alto y moreno, y Sara
nunca había visto a nadie tan hermoso. Hasta con sus polvorientas ropas de montar
y el cabello húmedo de transpiración, era como esos príncipes de los cuentos que
Mamá le contaba. El corazón de Sara latía con orgullo y un gozo salvaje. Ninguno
de los otros padres que hubiera visto se comparaba con él.
Cuando él la miró con esos ojos oscuros, su corazón cantó. Ella estaba usando su
mejor vestido azul y un delantal blanco, y Mamá le había trenzado el cabello con
moños rosados y azules. ¿Le gustaba a Papá cómo lucía ella?
—¿Acaso no es hermosa, Alejandro? —dijo Mamá. Su voz sonaba extraña, tensa,
como si se estuviera ahogando—. ¿No es la niñita más bonita que jamás hayas
visto?
Sara vio la molestia en los ojos oscuros de Papá. No parecía feliz sino enojado,
como Mamá cuando Sara hablaba mucho o hacía demasiadas preguntas.
La mama le pide a Sara que se fuera el jardín, ella no entendía la solicitud y quedo
inmóvil, su padre le insistió en voz baja —Quiero que vayas a jugar afuera —. Quiero
hablar a solas con tu mamá. —Le sonrió y le dio una palmadita en la mejilla.
Ella inmediatamente obedeció, y salió contenta, por la palmadita en la mejilla que
para ella significo su amor hacia ella.
Poco le duro su entusiasmo, porque su corazón fue roto, cuando oyó que sus padres
peleaban.
Su padre decía que, porque la había tenido, que todo hubiera sido más fácil si ella
no hubiera nacido, su madre suplicaba que le diera una oportunidad, él no acepto.
Sara sintió como que se abría un hueco en su corazón.
Al oír la discusión corrió al fondo del jardín y se quedó allí. Hasta que todo quedo
en silencio. Después de un rato, Sara caminó de regreso a la cabaña y se sentó
junto a los viñedos en flor, esperando un rato más. Cuando Mamá llegó, Sara se
había secado las lágrimas y había quitado el polvo de su hermoso vestido. Todavía
temblaba por lo que había escuchado. Su mama disculpo a su papa por haberse
ido repentinamente. Sara sabía que esa no era lo que había pasado, sin embargo,
ella callo. Después de aquel Marisol no fue la misma. Se convirtió en una mujer
triste, distraída. La niña trataba de levantarle el ánimo llevándole ramos de flores.
Encontraba piedras bonitas, las lavaba y se las entregaba como obsequio. Mamá
siempre le sonreía y agradecía, pero no había brillo en su mirada. Hasta el día que

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recibió una carta que le trajo Roberto, un muchacho quien trabajaba en el mercado.
Sara no se enteró que decía la carta, pero después de ese momento su mama
organizo un viaje para que Sara y Claudia. Claudia era quien ayudaba en los que
aceres de la casa. Ambas estarían unos días fuera de la casa, le dijo que irían a la
playa. La idea de estar lejos de su mama, no le gusto a Sara, pero como era súper
obediente, se fue con Claudia al pueblo junto a la playa.
“Nos alojaremos en el hotel Los Cuatro Vientos, ”dijo Claudia, complacida de que
Sara pareciera dispuesta a mantenerse en silencio. Probablemente había esperado
que la niña hiciera un alboroto, pero Sara, no se emocionó ella solo quería estar con
su mama. Cuando llegaron al pueblo fueron a un bar, allí Claudia saludo a un
hombre de aspecto desagradable, de nombre Mario. Claudia parecía contenta,
hablando con aquel hombre. Llegada la noche, Claudia y el hombre compartieron
una habitación y Sara tuvo que esperar afuera sin ningún tipo de comodidad. Sara
escuchó que Mario hablaba y Claudia lanzaba risitas. Después escuchó otros ruidos
y tuvo miedo. Ella quería huir de los ruidos que hacían, pero se acordó de lo que
Mario le había dicho que le haría si se movía de ahí. Allí pasó la noche, con mucho
frio. Solo se despertó en la mañana cuando Claudia la levanto del piso.
Mario no volvió a Los Cuatro Vientos y esa noche Claudia se emborrachó. Acostó
temprano a Sara y regresó al bar, esperando que él volviera más tarde. Pero no lo
hizo.
Claudia parecía triste, afligida, no era la misma Claudia quien había compartido con
aquel hombre una habitación. Claudia con el temperamento en alto dijo voy a decirte
la pura verdad, pequeña “lo único que quieren los hombres es usarte. Cuando les
das tu corazón, lo hacen pedazos”. Sara no entendió que quería decirle. Claudia
estuvo bebiendo mucho todos los días que estuvieron en el pueblo cerca de la playa
y, en una de sus borracheras le dijo a Sara que su papa no valía nada y que su
madre siempre se arrastraba a los pies de su padre. Todo esto destrozó Sara, ella
pensó que quizás esa mujer tenía razón.
Ya de regreso en casa, Sara estaba sorprendida porque nada era igual. Su mama
había empacado todo. Se dirigió a Claudia le dijo algo e inmediatamente Claudia
también se puso a recoger sus cosas y se marchó del lugar, al igual que Sara y
Marisol hicieron días después.
Se fueron a visitar a sus abuelos, quienes vivían en un pequeño pueblo. La única
intensión que tenía Marisol era pedir perdón a sus padres y vivir con ellos
nuevamente, aunque su madre así́ lo quería, el padre de Marisol se negó, y su
madre con lágrimas en el rostro creyó que tenía que hacer lo que su esposo decía,
pero sin dejar de apoyar a Marisol, dándole un poco de dinero.
Mamá vendió su cajita de música y su anillo de rubí y sus perlas. Ella y Sara vivieron
en una posada cerca del muelle hasta que el dinero se terminó. Mamá durante un
tiempo vivieron bastante cómodas en una pensión barata. Marisol decidió recibir
nuevamente hombres en su alcoba, estos eran hombres desagradables quienes
trabajaban en los barcos. A todos les parecía que Sara era una niña muy linda, y la
miraban con malicia.

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Marisol recibía a estos hombres cada vez que su situación económica andaba mal.
Su hermano Ramón fue un día a vivir con ellas. Sara pensó que ahora que estaba
su tío, esos hombres no volverían a la casa, pero eso no ocurrió. Su tío era un
borracho que en lugar de solución fue más problema para Marisol. La situación fue
agravando, porque Marisol para la llegada del invierno se enfermó y se fue
agravando hasta que murió. Sara quedo sola con su tío borracho.
Debido a que su tío Ramón no era responsable ni de él mismo, decidió que lo mejor
para la niña era llevarla a algún sitio donde tendría comida y techo. Primero la llevo
a una casa con una señora quien la aseo, después llegaron a una gran casa con
aspecto turbio que daba miedo. Entraron a un lugar parecido a un estudio, estaban
allí un hombre fuerte moreno de aspecto temeroso, y otro más algo así como un
sirviente.
Sara estaba muy asustada, pero su tío Ramón sólo repetía, yo le prometí a tu madre
que te cuidaría y eso estoy haciendo. Aquí estará mejor. El tío Ramón, abrió gavetas
y tomo algo de ellas, además de beber el licor que había en unas botellas colocadas
en uno de los armarios. El tío Ramón no salió con vida de esa casa, Sara vio como
el hombre lo ahorcaba. Ella corrió a esconderse, pero el Duque la persiguió. Sara
estaba aterrada, muda, no le salía ninguna palabra de la boca. Cuando el duque le
pregunto cómo se llamaba ella no le contesto así que él le puso Ángela, ella solo
tenía 8 años así que Ángela creció creyendo que el amor no existe y que los
hombres lo que quieren es tener sexo y eso era lo único que les importa. Sara ahora
llamada Ángela se había convertido en una joven muy bonita.
En un día más de trabajo el Duque había traído a un amigo, así decía, un amigo
muy querido para él era Alejandro Stafford, el Duque sabía quién era y no le importó
nada, sólo le dijo a Sara complacelo, cuando Alejandro entró y sólo dijo “me
recuerdas a alguien”. Ángela sentía como subía el coraje dentro de ella; sin
embargo, ella hizo su trabajo y cuando todo había terminado Ángela no se quedó
callada y lo dijo todo lo que había pasado con Marisol, echándole la culpa por todo
lo que le había pasado a su madre. Esto provoco que Alejandro se suicidara.

Desafío
Sara no era feliz bajo la tutela del Duque, y siempre tenía en su cabeza la idea de
escapar. Lo hizo, pero no le fue como ella esperaba, porque llego a una
embarcación donde había muchos hombres y solo dos mujeres, estando allí tuvo
que complacer a muchos hombres para evitar que no fueran violenta con ella. Una
vez en tierra, fue robada por las mujeres de la embarcación y tuvo varios días
vagando por las calles de California, ganándose la vida trabajando de buena manera
en una plaza, hasta que una mujer en la cual su belleza no estaba presente le ofreció
trabajo, le habló de mucho dinero, logrando convencerla y se la llevó. Ángela, había
vuelto a lo mismo, por ser muy hermosa era la más costosa. Pero a ella no le
importaba nada, le daba igual, toda esperanza había muerto en ella creía que esta
sería su vida y que tendría que sin pensar en lo bueno o lo malo. Trabajaba en un
lugar, manejado por una mujer que le decían la duquesa. Allí, su única amiga era
una prostituta vieja y vencida llamada Fortunata. Ella no sabía de dónde era Ángela,
dónde había estado o qué le había sucedido para ser lo que era. Las otras

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prostitutas pensaban que era invulnerable. Todas se hacían preguntas sobre ella,
pero nunca se las expresaban. Desde el primer momento, Ángela había dejado
perfectamente claro que el pasado era un terreno sagrado sobre el que nadie podía
caminar.
Un día Sara conoce a Miguel Oseas -un hombre que busca hacer la voluntad de su
Padre en todo. Miguel era un granjero de 26 años, una persona que creía en Dios,
y siempre le había pedido a Dios una esposa buena. De acuerdo con sus creencias
obedece el llamado de Dos para casarse con Ángela y amarla incondicionalmente.
José el dueño del comercio donde Miguel vendía su mercancía logró notar el interés
hacia ella y fue quien le dijo donde trabajaba. Miguel regreso a casa sin dejar de
pensar en Sara ahora Ángela, como caminaba como era su rostro.
Un día Miguel decidido a encontrarse con ella subió las escaleras, que conducían a
la habitación de Ángela. Cuando llego, no dejaba de admirar la impresionante
belleza, ella sólo lo provocaba esperando que fuera como los otros, pero no, él era
diferente. Él comenzó a conversar, era amable con ella, sin embargo, Ángela solo
lo trataba como un cliente más, no tomaba en serio los planteamientos de
matrimonio que él le hacía.
Ángela nunca tuvo esperanza que lo que Miguel le proponía fuera cierto, ella
siempre se negaba a todo cuanto él le decía, sabía que todos eran iguales. Pero el
insistió durante varios días, ella siempre mantuvo esa actitud indiferente con él.
Aunque ella quedo pensativa, porque nunca ninguno la había tratado tan bien.
Además, estaba pensativa cual sería la razón de esa insistencia de casarse con
ella.
Un día Ángela decide que es momento de partir de ese lugar, pero antes habla con
la duquesa y le exige el dinero que le correspondía por su trabajo. La duquesa muy
sorprendida le dice que más tarde hablarían del asunto. Esa noche Ángela recibió
la visita de Magowan, el guardaespaldas de todas ellas, el hombre la golpeó tanto
que apenas y había logrado sobrevivir.
Entretanto, Miguel inducido por esa voz, una voz tan dulce que le daba guía que era
la voz de Dios, Jehová, regresó nuevamente, y, estando frente al palacio miró hacia
la ventana que daba al cuarto de Ángela, la cortina estaba cerrada, sentía dolor al
pensar que ella estaría trabajando, decidió́ entrar, el lugar estaba solo y ya no había
un hombre cuidando las escaleras, decidió subir y al llegar a la habitación de Ángela,
la miro postrada en esa cama, sintió́ mucho dolor y rápidamente fue hacia ella. Ese
mismo día Miguel arreglo todo para llevársela consigo, sin antes casarse. Ángela
apenas y podía reconocer a quienes estaban frente a ella escuchaba la voz de
Fortunata una chica más que le decía suertuda y que nunca la olvidara.
Miguel llevo a Ángela a su cabaña, ella no sabía porque lo hacía. Él la cuido mientras
ella estaba enferma, siempre hablaba de Dios con ella y ella siempre rezongaba a
todo lo que él hacía y cuanto decía. Escapo dos veces de él, pero las dos veces él
quien fue a buscarla. Algo dentro de él lo impulsaba a hacerlo. Una de las veces en
que escapo, fue por la llegada de Pablo, el cuñado de Miguel, quien la conocía por
lo que antes hacía, juzgaba el hecho de cómo Miguel pudo haberse casado con
alguien como ella habiendo tantas mujeres decentes, porqué la eligió a ella. Ese día

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supo que Pablo iría al pueblo, y pensando en recuperar su oro que le debía la
Duquesa y en ser libre decidió irse con él. Durante el camino él se dedicó a
ofenderla, a mitad de camino, le dijo que el viaje no era gratis le pedio un pago, algo
que sólo ella sabía hacer, sin palabras que decir ella hizo lo que sabía y le pago.
Cuando llegó se encontró con la noticia de que el palacio de Pair-a-Dice y otros
lugares se incendiaron, pasó por la calle y miró un salón abierto y entró, todos la
miraban con gran anhelo, durante la conversación con el dueño Manuel le dijo que
Magowan, Fortunata y otra chica habían muerto. Manuel le ofreció que volviera a
hacer lo mismo que antes, sabía que sería buen negocio si él se quedaba con la
mayor parte, aunque ella deseaba no hacerlo otra vez, aceptó que más daba. Esa
noche cuando recibía a su primer cliente escucho gritos afuera y abriendo la puerta
de una manera muy brusca entro Miguel, ella sintió un alivio al verlo, quito al hombre
que estaba con ella y lo golpeo, sin más que decir se llevó a Ángela de allí́ teniendo
mucha intervención por otros hombres que querían impedir que se fuera golpeando
a Miguel, pero finalmente se la llevó consigo.
Muchas veces ella le decía que la dejara en libertad que no lo quería y que nunca
lo haría, él siempre era paciente, aunque ella decía cosas que lo herían
profundamente y le decía que algún día lo haría. Mientras fue pasando el tiempo
Ángela sin darse cuenta se enamoró́ de él, quien provocaba sensaciones extrañas
en ella, cuando tenían relaciones, no se sentía vaciá como tantas veces, él llenaba
algo dentro de ella, pero Ángela se negaba a aceptarlo, cada vez que se acercaba
ella podía sentir muchas cosas que recorrían su cuerpo. Un día salieron al pueblo a
comprar unas cosas y cuando venían de regreso, miraron como una carreta estaba
parada, se había descompuesto, era una familia integrada por 5 hijos y sus padres,
Elizabeth y Juan, la hija mayor se llamaba Miriam, la menor Ruth, y también eran
Lea, Andrés y Jacob. Miguel se paró a ayudarlos, Ángela también ayudaba
atendiendo a los niños y a la señora quien se encontraba delicada de salud. Iban
hacia Oregón. Como era el invierno, Miguel los había invitado a quedarse con ellos,
Ángela se quejaba de ello pero que podía decir, la familia ocupó la cabaña de Ángela
y Miguel, y ellos fueron vivir al granero durante ese tiempo. Sin pensarlo, esta familia
tomó mucho cariño a Ángela y a Miguel, pasaban mucho tiempo junto siempre
hablando de Dios. La pequeña Ruth quería mucho a Ángela y ella también la quería,
había encontrado un refugio en ellos, una familia que nunca tuvo. A pesar de eso
ella aún sentía dolor, al no sentirse merecedora del amor de Miguel.
Un día llego una mercancía que era de Miguel, sabía que en cualquier momento el
estaría allí, y ella quiso marcharse, José la detuvo con miles de pretextos y en la
tarde allí estaba, parado en la puerta, Miguel iba por ella una vez más. Miriam se
sintió́ feliz de ver a Ángela otra vez, habían hecho unos lazos de hermandad muy
hermosos. Pronto pasaron los días y esa unión con la familia Altman no se
desvanecía, sino que era más fuerte, y el amor que Ángela tenia por Miguel también,
él había logrado lo que se propuso y la conquistó, pero aún tenía ese miedo, que tal
si pasaba lo que pasaba con los otros, que tal si un día Miguel se cansaba de ella y
la dejaba o la familia Altman.

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Un día Ángela comenzó a observar a Miriam y a Miguel, ella notaba que hablaban
muy cordialmente y, concluyo lo que le había anticipado Elizabeth, Miriam y Miguel
estaban enamorados.
Para el tiempo que Elizabeth tuvo su bebe, ella se dio cuenta que lo mejor para
Miguel era que se casara con Miriam, ya que ella podía darle todos los hijos que
ella quisiera. Aunque esa idea la torturaba, pero como ella quería a Miguel, ella
concluyo que eso era lo mejor para él. Ella estaba segura de que Miguel sería feliz
con Miriam, ya que Miriam era una chica buena, pura y casta, además alguien que,
si podía darles hijos, hizo un gran sacrificio y todo por amor.
Cuando Ángela se dedicaba a complacer en todo a Miguel, el ya sabía que eso
significaba una despedida, esa situación era muy dolorosa, y muchas veces
reprochaba a Dios el porqué de todo. Ese día por la mañana Miriam fue hacia ella,
Miguel la había convencido de que fuera, pero no logro impedir que Ángela se
marchara y esta vez se quitó el anillo de compromiso y se lo dio a Miriam. Ambas
con lágrimas en los ojos, Ángela le decía “casate con Miguel y dale los hijos que yo
no puedo darle”. Miriam corrió hacia Miguel, diciendo que Ángela se había ido que
fuera a buscarla, pero él se negó, dijo que esta vez no lo haría que ella tenía que
probar la libertad entre otras cosas, todo lo que hacía era porque estaba guiado por
Dios y ahora él no quería que fuera por ella esta vez, aunque a Miguel se le rompía
el corazón.
Ángela comenzó a trabajar de cocinera luego de esa partida, no le iba mal, pero un
día se incendió el lugar y quedo desempleada. Inmediatamente pensó en Miguel,
que lo mejor sería regresar, pero se contuvo, dijo no puedo hacerlo.
Dentro de toda esta situación por la que estaba pasando Ángela, recibe una llamada
del Duque, pero no tuvo miedo de él. Ella sentía que se había fortalecido
interiormente y que no regresaría a esa vida que el Duque representaba. Aunque
ella había elegido no ser más una prostituta volvió a caer en la red del Duque. Este
hombre malvado, continuaba teniendo niñas bajo su tutela, las cuales terminaban
prostituyéndose al igual que había ocurrido con Ángela. Ella sentía mucha rabia
porque eso igual había pasado con ella. Una noche cuando el Duque tenía una
reunión hizo que Ángela cantara, ella se oponía pero no pudo evitar hacerlo, conto
una canción que solía cantar con Miriam y Miguel, al principio no se escuchaba nada
pero de pronto todos callaron ella olvidó la letra y un hombre se levantó́ y ayudó un
poco, ella siguió cantando y cuando todos abuchearon el Duque la jaló de entre las
cortinas y le dijo que era lo que hacía, cuando estuvo a punto de golpearla llegó ese
hombre quien había cantado parte de la canción y lo evitó, le preguntó a Ángela si
quería irse de allí y ella aceptó pero antes le dijo que esperara, arrebatándole la
llave al Duque del cuarto de la pequeña, fue hacia allá abrió la puerta y la miró allí
dormida, le dijo que se fueran llevándose a otra chica más.
Este buen hombre se llevó a las niñas a su casa y luego las ubico con unas familias,
cada una. Hizo muy buena amistad con la hija de Jonatán, Susana. Ellos fueron de
mucha ayuda para Ángela, para rescatar a muchas chicas que se habían dedicado
a la prostitución. Abrió una casa de rehabilitación con la ayuda de Jonatán y su hija,
además la ayudaron muchos conocidos de Jonatán. Un día, entro Pablo a la casa

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de rehabilitación, estaba confundido y creía que esa era una casa de prostitutas, y
cuál fue su sorpresa que solo consiguió mujeres. Llamo a Ángela y conversaron.
Pablo y ella aclararon todas sus diferencias ella pidió perdón, aunque no todo era
su culpa, el también pidió perdón por la idea errónea que tenía sobre ella.
Hablaron por largo rato y Pable le comento del embarazo de Miriam, ella sintió una
gran sorpresa y dolor al mismo tiempo, porque pensó que el niño era de Miguel.
Luego se digo internamente que eso era lo que ella quería. Inmediatamente se le
comento a Pablo su alegría de que Miriam estuviera esperando un hijo de Migue,
pero Pablo corrigió su error, Miriam se había casado con él y era ella quien había
mandado a buscarla. Le dijo que regresara, que Miguel aún la amaba que extrañaba
a su esposa.
Ángela, paso la noche pensando lo que le había dicho Pablo, y a la mañana
siguiente hablo con Susana y al mediodía partió con Pablo, no sabía cómo enfrentar
a Miguel, después aquella pesadilla había recordado las palabras que escucho una
noche, “morir para volver a nacer”. Cuando llegó con Miriam corrieron a encontrarse,
recibiéndose con un abrazo, ambas con lágrimas en las mejillas. Miriam y Pablo
acompañaron a Ángela con Miguel, en cuanto se asomó́ a la cabaña Ángela les
pidió que de allí en adelante la dejaran ir sola.
Muy lentamente se acercó a Miguel, durante este acercamiento su cuerpo fue
invadido por cuando lo miró sentía como recorría por ella un cumulo de pasiones,
con manos temblorosas se despojó de los adornos. Dejó caer el chal y se quitó el
abrigo de lana. Luchó con los pequeños botones de la blusa. La abrió y la dejó caer
mientras caminaba. Se desabrochó la falda y la dejó resbalar hasta el suelo. Siguió
caminado hacia él sin vacilar. Tenía un único y obstinado propósito: mostrarle a
Miguel que lo amaba, y se desprendía de las capas de orgullo una por una hasta
quedar humillada por la desnudez. Por último, sacó los pies de los zapatos de cuero
y se quitó los broches que le sujetaban el cabello.
Todas las palabras que había pensado cuidadosamente se esfumaron. Tantas
palabras para decir una única cosa sincera. Te amo y lo siento mucho. Ni siquiera
pudo hablar. Afloraron las lágrimas que había tenido congeladas en su interior
toda la vida y el último bastión se derritió como una cascada. Llorando, cayó de
rodillas. Las lágrimas calientes caían sobre las botas de Miguel. Las secó con su
cabello. Se dobló, desconsolada y puso las manos sobre sus pies.
Sara le pidió perdón a Miguel, él la levantó y dijo amada mía y ella dijo, Sara, Miguel.
Mi nombre es Sara. No sé nada más. Sólo eso, Sara. Miguel parpadeó. Todo su
cuerpo se inundó de júbilo. El nombre era perfecto para ella. Errante en tierras
desconocidas, mujer estéril llena de dudas. Pero la Sara de la Biblia se había
convertido en un símbolo de confianza en Dios y finalmente la madre de una gran
nación. Sara.
Al fin estaban juntos otra vez, ella prometió jamás irse de su lado, se sentía llena
completamente cuando estaba con él, era demasiado grande el amor que sentía.
Hola, Sara. —Ángela se sintió tiernamente confundida cuando puso su mano en
la de él. Se la estrechó, sonriendo, y agregó—: Estoy encantado de conocerte por
fin. —Eres un hombre tan, tan loco, Miguel… —dijo ella riéndose. Miguel se rió con

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ella y la atrajo a sus brazos para besarla. Sintió que ella lo rodeaba con los suyos
mientras le devolvía los besos. Esta vez estaba definitivamente en casa. Nila muerte
los separaría.
Cuando recuperaron el aliento, Miguel la alzó en vilo y la hizo girar a su alrededor
con júbilo. Ella echó atrás la cabeza y abrió los brazos para abarcar el cielo, mientras
lágrimas de celebración le corrían por las mejillas.
Sara y Miguel fueron bendecidos por Dios, y recibieron 4 hijos. Miriam también tuvo
más hijos, las dos familias fueron felices y prosperaron, además nunca olvidaban a
Dios, siempre oraban y cantaban melodías cristianas.
Un mes después de morir Miguel, se muere Sara, en su tumba apareció un epitafio
tallado que decía “Aunque cayó muy bajo Dios la puso muy en alto, un ángel”.

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