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Andén (agricultura)

Origen e historia
Los ríos que discurren por la cordillera de los Andes forman valles estrechos de los territorios situados
por encima de los 500 metros de altitud. A diferencia de la zona costera donde la irrigación con canales
permitió ganar tierras cultivables a los desiertos planos, en las zonas montañosas de la cordillera existen
valles muy estrechos y profundos lo que impedía la existencia de una agricultura a gran escala. Los
antiguos habitantes de la región andina, al necesitar tierras de cultivo adicionales a las que les ofrecían
sus estrechos valles, intentaron ganar esas tierras a costa de las montañas y crearon los primeros
andenes.
La escala no parece haber sido muy importante hasta aproximadamente el siglo VI de nuestra era,
cuando el Estado Huari o Wari empieza una masiva construcción de andenes en la región de Ayacucho,
lo que implicaba una gran inversión de fuerza de trabajo. Es precisamente a partir de ese momento en
que Huari cobra importancia geopolítica y empieza su expansión por los Andes Centrales en lo que es
considerado el primer imperio andino (siglos VI a X).
En los siglos sucesivos se perfeccionó la técnica de construcción de andenes, incorporando capas de
diferentes materiales al relleno, para controlar mejor el drenaje de los mismos frente a las lluvias. En
el siglo XV, los incas invirtieron recursos considerables no solo en los rellenos sino en la calidad de los
muros de piedra. En el período incaico, precisamente, los andenes fueron usados para otros fines, como
controlar la erosión de las montañas donde construían sus centros ceremoniales. Por ejemplo, buena
parte de los andenes construidos en el extremo oeste de Machu Picchu tienen esa finalidad.

Zonas de andenes[editar]
Los andenes de una escala poseen un atractivo extra más allá del histórico y de sus originales
motivaciones económicas: Son en sí mismos recursos paisajísticos y su distribución en las montañas
andinas no está exenta de valores estéticos. Muchos de ellos siguen la curva natural de las laderas lo
que hace que guarden armonía visual con el entorno. La idea de jardines colgantes en las montañas,
puede calzar bien con la descripción de los andenes.
Camellón (agricultura)
Los camellones, también conocidos como Waru Waru, son un tipo de disposición del suelo en
la llanura para el cultivo, que se usó extensamente en tiempos precolombinos en zonas inundables de
lo que hoy es Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.
Consiste básicamente en excavar canales conectados, usando la tierra obtenida para formar camas de
cultivo elevadas. El agua sube de los canales a las camas por capilaridad, provocando que las raíces
de las plantas se orienten hacia abajo, lo que permite colocar las plantas muy próximas unas a otras.

Origen de los camellones[editar]


Las excavación y la experimentación arqueológicas llevados a cabo entre 1981 y 19861 indican que:

 La agricultura de los camellones aparece relativamente temprano en la región del Lago Titicaca;
 Aunque intensiva en términos de frecuencia de cultivo y tasas elevadas de producción, el uso
intensivo de mano de obra no es una condición indispensable para el sistema de cultivo;
 Las producciones sostenidas a largo plazo con baja inversión total de mano de obra hacen de este
un sistema agrícola muy eficiente;
 La construcción y el manejo de los camellones están al alcance de cada núcleo familiar campesino
y de los grupos sociales organizados a nivel de la localidad.
Se pueden definir dos fases en el uso e implementación de esta práctica cultural: La Fase I que se
inició probablemente antes del 100 a. C. y terminó aproximadamente en el 400 d. C. y se le asoció con
las culturas agrícolas tempranas en la cuenca y con la posterior cultura Pucará; y, La Fase II que
comenzó alrededor de 1000 d. C. y terminó en 1450 d. C., y se le asoció con los Señoríos Aymaras del
Intermedio Tardío de la zona.
Se discute que el sistema agrícola de camellones se desarrolló tempranamente como consecuencia de
una economía orientada a tierras inundables, similar a aquella practicada por el grupo étnico "Uru" que
se menciona en la literatura colonial y etnográfica. Esta economía brindo una base rica y estable para
la temprana ocupación sedentaria de las aguas poco profundas del lago y una preadaptación para el
temprano sistema agrícola de los camellones.
En los alrededores del Lago Titicaca se pueden aun observar zonas con trazos de los antiguos Waru
Warus. Algunas comunidades locales, generalmente con apoyo de programas de cooperación han
tentado recuperar estas prácticas culturales con un éxito relativo.
Lima y Cusco cuentan con la mayor cantidad de
andenes
En once regiones del país se han registrado 340 mil hectáreas de andenes,
de los cuales el 70% está en uso por pequeños productores agrícolas, informó el
coordinador del programa de Andenes de Agrorural, Antonio Lambruschini.
Aún el inventario sigue en pie, por lo que el cálculo es que se alcanzarían
las 600 mil hectáreas de estas construcción que datan, en su mayoría, de la
época pre-inca e inca.
De las calculadas por el Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri), Cusco
cuenta con 60 mil hectáreas y Lima con 55 mil hectáreas (yauyos, huarochiri
y otras zonas de altura).
Con esta información, el programa de Agrorural elaborará un estudio de
factibilidad para ser presentado antes de fin de año al Ministerio de Economía y
Finanzas. El objetivo es comenzar el programa con un presupuesto inicial de
US$24 millones para la rehabilitación de los andenes, la construcción
adicional de infraestructura hidraúlica -de ser necesaria- y la orientación a los
productores sobre los alimentos que pueden sembrar. La mayoría siembra papas
y otros granos andinos en los andenes.
Lambruschini comentó que ya tienen en marcha un plan piloto en Matucana,
donde se ha podido introducir el cultivo de quinua, aguaymanto y flores. "La
idea que tenemos es que el productor pueda autoabastecerse con nuevos
alimentos y el excedente se destine a la venta", indico.
Por su parte, Rodolfo Beltrán, coordinador del proyecto "Adopta un
Andén" de Apega, explicó que el objetivo que tienen es enlazar a los
productores de estos andenes con los restaurantes y hoteles, de tal forma,
que quede garantizada la compra de lo cosechado.
Siembra en Camellones: Las Ventajas de un Sistema
Innovador Pero Poco Usado En Chile

En Estados Unidos, la siembra en camellones lleva más de seis décadas en las zonas de riego. En
nuestro país, en cambio, es apenas conocido en las hortalizas y los cultivos anuales. En conjunto con
una adecuada preparación de suelos, ayuda a eliminar malezas, mejorar la uniformidad de las plantas
y aumentar el rendimiento.

El ingeniero agrónomo Jaime Quijada tiene un secreto. Viaja constantemente en su camioneta


visitando a los agricultores para compartirlo. En Estados Unidos, cuenta, llevan unas siete décadas
aplicando técnicas de preparación de suelos y sistemas de siembra bajo riego, que en Chile todavía
no se implementan en forma masiva. En realidad, admite, apenas se conocen. Pero él supo de ellas
hace unos 25 años cuando, en un viaje a Nampa, Idaho, las conoció y se dio cuenta de las ventajas de
la adecuada preparación de suelo y de la siembra sobre camellones.

“La base de todos los cultivos es la siembra. Si cambiamos nuestro antiguo sistema de sembrar sobre
suelo plano por la siembra sobre camellones, sólo habrá ventajas”, dice. La preparación de suelo con
el uso combinado de elementos reduce las pasadas de maquinaria entre un 30% y 50% y, en
consecuencia, los costos.

Además, al sembrar cultivos escardados sobre camellones (montículos entre 12 y 15 centímetros de


altura que forman las hileras de siembra), se mejoran los rendimientos: el suelo gana en temperatura
(es entre 2 y 3ºC mayor que en el surco), hay mejor drenaje de aguas lluvias, mejoran las condiciones
de humedad en los primeros 40 a 60 días (que es cuando se determinan los rendimientos), la altura
disminuye el riesgo de exposición a hongos y malezas, se optimiza el uso de fertilizantes, se evita la
aporca, se minimiza el problema de costra, se ahorra un 35% de agua y el riego es, en definitiva, más
fácil de aplicar.

Para el caso de los camellones de otoño, la siembra se puede adelantar hasta en un mes y así obtener
mejores precios por cosecha más temprana, menores costos de secado y una rápida descomposición
del rastrojo. Por otra parte, al sembrar cultivos de alta densidad (trigo, empastadas, arvejas) en
corrugado –camellones más bajos-, el suelo drena en época de lluvias y de esta manera se evitan los
aposamientos dañinos para los cultivos.

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