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MÓDULO 4

LO QUE DEBE EVITAR UN SERVIDOR

TENTACIONES

1. El desánimo
La palabra desánimo significa falta de ánimo, fuerza o energía para hacer, resolver o
emprender algo, asimismo deriva de la palabra latina “anime” que significa alma. Es decir,
el desanimado es un cristiano sin alma, sin aliento, sin ganas de continuar el camino,
cansado y agobiado, sin Espíritu Santo.

El servidor en el los grupos de oración de la RCC, muchas veces puede tener miedo al
Fracaso, a las Propias limitaciones y sufrir la incomprensión de los demás. En algunas
ocasiones puede sentirse acusado y recibir expresiones como:

“Tú no eres digno de servir”, “te están usando”, “no sirves para esto”, “ya no puedes más”,
ocúpate de ti mismo” “nadie quiere comprometerse y tú lo harás todo”, lo que a menudo
lleva a nuestros hermanos servidores a querer tirar la toalla, al extremo de decir “ya no
puedo más…”. Estas, entre otras, son algunas causas del desánimo.

Asimismo, es necesario considerar también, que, en un sentido más profundo, el cristiano


puede caer en el desánimo, cuando ha dejado de poner los ojos en Jesús y ha comenzado
a hundirse, como le pasó a Pedro cuando comenzó a caminar sobre las aguas. Si
retiramos la mirada de Jesús, comenzaremos a mirarnos nosotros mismos, a confiar en
nuestras fuerzas, a quedarnos en el juicio de las propias debilidades y defectos de los
demás. Sabemos que Dios es infinitamente misericordioso, que su amor es más grande
que nuestro pecado, que Él siempre estará con los brazos abiertos, dispuesto a
perdonarnos, pues tenemos la garantía de la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo
“Vengan a mí los que están cargados y agobiados, que yo los aliviaré” Mt. 11,28. Así
mismo nos ha dicho “No se turben vuestros corazones” Jn. 14, 1; 27 y “Y he aquí que Yo
estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Mt. 28, 20 finalmente, en la
Profecía dada a la RCC del mundo entero en ocasión del jubileo de oro en Roma,
comienza diciendo “Levanten los ojos y miren…”. En todo caso, tenemos muy claro el
remedio, el cual se delinea en las propias palabras de n.s. Jesucristo “Vengan a mí”. En
este sentido, es el Espíritu Santo, quien nos lleva a Jesús, quien amonesta nuestra
conciencia, quien nos recuerda sus palabras.

Finalmente consideremos que el mismo hecho de servirlo nos mantiene en comunión con
Dios y nos hace más libres.

2. La soberbia
La soberbia es el amor desordenado de uno mismo y éste es el origen de todos los males,
según Santo Tomás de Aquino.

1 “Camino al Jubileo de Oro de la RCC Perú”


“Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes “ 1 Pe. 5,5
A menudo, y aún sin darnos cuenta, la tentación de la soberbia se asoma a la ventana de
los servidores de la RCC, disfrazada de mil formas. Por ejemplo, cuando detrás de cada
logro asoma el fantasma del envanecimiento, o creerse superiores a los demás,
atribuyéndose como propios los dones y carismas recibidos, creyendo que somos
merecedores de gratitud. Se oyen expresiones como: “ Yo ya estoy tantos años en la RCC,
soy un hermanos crecido, que me va a enseñar ese jovencito”. En la experiencia y el trato
con los hermanos hemos evidenciado que cuando se realizan el cambio de un
responsable, o cuando se corrige a un hermano, es cuando recién aflora la soberbia.

Siendo la soberbia el origen de todos los males, si no se corrige a tiempo puede llegar a
destruir el grupo de oración o comunidad, por lo que los Responsables y/o coordinadores
en primer lugar debe cuidar de no caer en este terrible mal, y deben velar para que sus
hermanos superen estas tentaciones.

El remedio, naturalmente es la humildad, la cual nos hace reconocer quienes somos,


“nada, más pecado” como decía san Francisco. Asimismo la humildad no hace dar solo a
Dios toda la Gloria y todo honor. Asi pues debemos ponernos en las manos del Divino
Alfarero y abandonarnos totalmente para que el Espíritu Santo haga su obra maravillosa
en nosotros, invocándolo constantemente en cada momento de nuestra vida.

3. La rutina
“Necesito prevenirte todavía contra el peligro de la rutina –verdadero sepulcro de la
piedad–, que se presenta frecuentemente disfrazada con ambiciones de realizar o
emprender gestas importantes, mientras se descuida cómodamente la debida ocupación
cotidiana” (AD, 150). San José Maria Escribá de Balaguer.

Si la rutina puede destruir la vida de piedad, con mucha razón también puede destruir
nuestros grupos de oración. El hacer siempre lo mismo, y de la misma manera, nos hace
poco a poco caer en el ritmo acompasado de la vida, nos acostumbramos a las personas,
a la misma alabanza, el mismo predicador, y de pronto nos convertimos solo en piezas
de un rompecabezas.

Moisés, luego de haber huido del Egipto, se fue a vivir en el desierto de Madián, allí
conoció a Séfora con quien tuvo dos hijos. Pero en Madián, Moisés llevaba todos los
mañanas sus ovejas al desierto, y por la tarde volvía. Durante cuarenta años, la misma
rutina, ya se había acostumbrado a ser pastor de las ovejas de su suegro Jetró. Pero un
día Moisés decidió llevar a sus ovejas “más allá del desierto” y fue allí cuando tuvo lugar
la manifestación de Dios. Dios es siempre diferente, siempre nos sorprende, es
infinitamente creativo, como podemos ver en la zarza ardiente, cada llama es diferente,
nunca se repite.

Por lo tanto, debemos abrirnos más y más a las inspiraciones el Espíritu Santo, quien hace
todo nuevo, quien es cada vez diferente y sorprendente, de tal modo que nuestra vida se
2 “Camino al Jubileo de Oro de la RCC Perú”
convierta en una incesante invocación “Ven Espíritu Santo”, Ven y hazme de nuevo, ven
y hazlo todo nuevo.

DEFECTOS QUE DEBE EVITAR EL SERVIDOR

1. ENTREGA INMEDIATA.
La conversión es el primer paso en la carrera del líder cristiano. No se puede ser servidor,
si no ha experimentado un profundo cambo interior, producto de una conversión genuina.
El líder cristiano debe estar rendido a Dios en cuerpo, alma y espíritu. La vieja estructura
de la carne y la voluntad propia, ha de ser desplazada para dar lugar al templo del Espíritu
y a la dependencia de Dios. Muchos católicos cristianos que llegaron a ocupar posiciones
de liderazgo fracasaron simplemente porque nunca vivieron la experiencia integra de la
conversión a Dios.

Un servidor no debe estar estancado en el camino de su conversión y de su completa


sumisión y dependencia de Jesucristo.
La conversión es un proceso de dos etapas: el primero es el apartarse del pecado, de los
ídolos y la vuelta a Dios, como lo explica Pablo a los judíos de Tesalónica (Hch 17,1ss).
La otra etapa es un cambio de mente y corazón que incluye el pensamiento y las
emociones.

En el NT se describe con imágenes vivas:

De la tinieblas a la luz, y de satanás a Dios.


Hch 26,17-18 “Yo te libraré de tu pueblo y de los gentiles, a los cuales yo te envío,
para que les abras los ojos; para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y del
poder de Satanás a Dios; y para que reciban el perdón de los pecados y una parte
en la herencia entre los santificados, mediante la fe en mí."

De carne a Espíritu. Jn 3,3-6


“En verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el
Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu."

De la muerte a la vida. Ef 2,4-6


De error a verdad. Santiago 5,19-20

La auténtica conversión está marcada por el encuentro personal con Dios. En ese
encuentro se decide nuestro futuro, no se trata de una rutina superficial o frívola, sino de
una experiencia que tiene numerosos precedentes en la Biblia, como la de Jacob (Gn
32,22-32); la de Isaías (Is 6,8); la de Pablo.

Las experiencias espirituales no tienen por qué repetirse, pero las lecciones que de ella
se extraen pueden ser aplicables a nuestras vidas.
El servidor no debe ser un personaje robotizado. Desde el inicio de su ministerio debe
estar marcado por la experiencia de su conversión. Por su relación especial con Dios. Si
el servidor no es un hombre convertido auténticamente, su ministerio será siempre débil y
acabará languideciendo.

3 “Camino al Jubileo de Oro de la RCC Perú”


2. COMPETIR.
Quien aún está en proceso de competir, es alguien que no reconoce la doctrina del cuerpo
(Ef 4,7), avienta toda envidia, cuando dice “a cada uno le ha sido concedido el carisma a
la medida del don de Cristo”.

La competencia en verdad es una de las armas preferidas por satanás. Y para ello usa a
quienes aún no están completamente entregados al Señor, aquellos a quienes han
detenido su proceso de conversión, y aun luchan y trabajan para sí mismos y no para
Cristo.
El que compite sufre y alimenta rencor, porque cree que cada éxito ajeno es injusto, es un
hurto del propio éxito. Esta forma de pensar es parte de nuestra vieja naturaleza (Tito 3,
3-5).

No entiende la doctrina de Cristo.


Somos un cuerpo. 1 Co. 12,12…
El que compite sufre y alimenta rencor…El principal opositor que debemos vencer es
uno mismo...

3. TRABAJA PARA UN GRUPO Y NO PARA LA IGLESIA.


Este es un defecto demasiado frecuente, podemos creer que la finalidad es engrandecer
un movimiento o una parroquia o una congregación.

Esto es algo tan ridículo como lo que Pablo nos enseña en 1 Co 1,11-13. Partidismo y no
cuerpo. Facciones y no Iglesia. Germen de escisiones y espíritu cismático. “Yo de Pablo,
yo de Apolo, yo de Cefas” que absurdo.

Hay quienes no participan de una misión, porque no son ellos, los que la han organizado.
Hay pastores que prefieren que sus ovejas no crezcan en conocimiento, en fe o aun en
santidad, con tal de que no se vayan de sus parroquias quizás, o de sus asociaciones o
grupos. ¡Qué triste y que frecuente!

El Señor ofrece muchos instrumentos de salvación. Encerrarse en alguno es como una


cierta idolatría. Y al hacerlo pretendemos encerrar al Espíritu. No sabemos ser amplios,
usar todos los instrumentos, gozarnos con el aporte que cada uno puede hacer del propio
carisma. No llegamos a descubrir que no estamos al servicio de ningún instrumento para
edificar el cuerpo, sino que estamos al servicio del cuerpo, para lo cual simplemente
usamos por hoy un instrumento, que el Señor mañana puede disponer sustituir.

Cuando se da este sectarismo se produce dos consecuencias:

Uno es que el sectario cree que tiene propiedad sobre un grupo de personas dentro de un
grupo mayor. Por eso, cuando él se siente incómodo y quiere irse, cree que debe retirarse
todo su grupo. Es lo que antes decíamos: espíritu cismático; y hemos visto que el grupo
ha terminado cayendo inevitablemente en la nada.

Otra consecuencia es que seremos testigos de “campañas políticas” internas. El que


trabaja para un grupo o asociación hace política. No evangeliza, sino proselitiza. Murmura.
Lanza sospechas o indirectas para disminuir al adversario. Está haciendo lo mismo que
los políticos en el mundo.

4 “Camino al Jubileo de Oro de la RCC Perú”


Vemos que este defecto genera división, distanciamiento, ruptura de relaciones
fraternas,…etc.
La visión del servidor debe ser unificadora; la unidad es un sentimiento que está en el
corazón de Dios desde el origen del hombre y fue la bandera de la Iglesia primitiva.
La unidad está basada en la tolerancia y en el amor a las personas.

Sal 33,1 “« ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en
armonía!»
Los peregrinos judíos convivían en Jerusalén durante los días de la Pascua. Llegaban de
todos los países. Hablaban diferentes lenguas. Unos eran sabios y otros analfabetos.
Había pobres y ricos. El salmista invita a todos a estar por encima de todas estas
diferencias y animosidades, para estrechar los lazos de unidad en Dios. Eran miembros
de un mismo pueblo, adoraban a un mismo Dios, tenían un mismo origen y un mismo
destino; por tanto debían andar juntos.

Pablo dice en:


1 Co 1:10 «Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que
habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis
perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer»

Ef 4:15, 16 «Siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza,


Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas
que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su
crecimiento para ir edificándose en amor»

La petición que Jesús hace en Jn 17,11 – es que todos los cristianos «sean uno», se repite
otras cuatro veces en los versículos 21, 22 y 23.
Esta unidad está dada entre el Padre y el Hijo por el Espíritu Santo; y como esta unidad
no es corpórea, ni física, ni substancial al ojo de la carne, pero la unidad de la Iglesia ha
de ser parecida a la unidad divina; conforme a la súplica de nuestro Señor, –una unidad
de espíritu y propósito, una unidad que admite funciones y operaciones diversas.
Repartición de dones por el mismo Espíritu. Diferencia de operaciones, pero es el mismo
Dios el que obra todo, en todos nosotros.
Ésta es la unidad por la que tiene que luchar y que debe promover el servidor con visión.
Una unidad en el Espíritu, en Dios, en el Cuerpo místico de Cristo, en la verdad y la
fidelidad a la Palabra.

4. DEFENDER UNA IMAGEN.


Están trabajando para sí. Cultivan la vanidad. Buscan aparecer, ocupar puestos, cosechar
aplausos y halagos”… se disfrazan de apóstoles de Cristo” (2Co 11,13). Las palabras de
Pablo, a este respecto son bruscas y nos golpean el corazón (Ga 1,10) “Porque ¿busco
yo ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O es que intento agradar a los hombres?
Si todavía tratara de agradar a los hombres, ya no sería siervo de Cristo”

En estos casos descubrimos dos consecuencias:

Primero, el que así procede no sabe reconocer sus errores. ¡Claro, no va a rebajar su
imagen!

5 “Camino al Jubileo de Oro de la RCC Perú”


Y otra consecuencia lógica es que no sabe pedir perdón, cuando ha hecho algo malo, o
cuando por defender su imagen ha disminuido a otro.

5. TEMER EL PODER DEL ESPÍRITU.


Nos referimos a temer que ese poder se manifieste en otros.

Pues el poder de Dios se le escapa al control propio. Y esa otra persona tiene cosas que
él no tiene.

Cuando un servidor siente envidia o temor de perder autoridad, su actuar no se funda en


la fe. El señor puede trabajar de modos imprevistos. Por eso se le vuelve algo inseguro.
Produce zozobra. Por eso le teme al poder del Espíritu en otros.

Este es el origen del rechazo de los profetas. Los profetas son molestos, incómodos, no
se sujetan, no se adaptan, no son como los otros, son rebeldes, no se puede confiar en
ellos, no se sabe con qué van a salir. Tal como leemos desde el cap. 36 de Jeremías en
adelante.

San Pablo era un hombre así. “La fuerza de Cristo actúa poderosamente en mi” (Col 1,29).
Y todo profeta también es así.

6. NO TENER DISCERNIMIENTO.
Un líder sin discernimiento es un peligro para el grupo de oración o Comunidad. Puede
confundir a menudo la voluntad de Dios con la voluntad propia, o hasta con sus intereses,
conduciendo así al sus hermanos por un camino equivocado. Lo que acepta, lo acepta
fiándose de lo externo. No tiene capacidad de ir más allá para juzgar con la mente de
Cristo.
"Discernir" no es decidir. El discernimiento es preparar una decisión, pero no la incluye.
Es anterior a la decisión.
Así obró Pedro, cuando en Antioquia se separa de los gentiles por temor a los judaizantes
(Ga 2,11-14). Pablo reprocha a los Gálatas que se dejan guiar por las obras de la ley, por
la carne, y no por la fe (Ga 3,1-5).

La prepotencia de algunos servidores, es falta de discernimiento más que exceso de


autoridad. Por lo que el discernimiento jamás puede faltar en un servidor.

El discernimiento natural- es el sentido común de los cristianos, iluminado por la fe,


dinamizado por la esperanza, orientado por el amor. Es la sabiduría del pueblo de
Dios. Este sentido común tiene en cuenta la personalidad y el temperamento de cada
uno.
El discernimiento adquirido- Se posee por medio del ejercicio y del conocimiento de
la escritura, de la doctrina de la Iglesia y de la Tradición, por la oración, y la experiencia
propia, también se incluyen el estudio de algunas profesiones como psicología,
medicina, etc...
El discernimiento espiritual – actúa a nivel del espíritu, es decir con la facultad
sobrenatural y los dones del Espíritu Santo. Sólo puede ser usado por el hombre
espiritual y cuanto mayor es la docilidad de la persona al Espíritu de Dios, tanto mejor
será su discernimiento. Así lo expresa Pablo en Flp.l, 9-11.

6 “Camino al Jubileo de Oro de la RCC Perú”


El discernimiento de espíritus – es diferente al discernimiento espiritual, aquí se trata
de un conocimiento íntimo que nos hace distinguir que viene del:
* Espíritu de Dios. * Espíritu maligno. * De nuestro propio espíritu.

Este discernimiento no se puede improvisar, pues no depende solo de las


circunstancias presentes, del cómo nos encontremos, física, psicológica o
emocionalmente.

Dependen de la disposición profunda y habitual del estado de gracia en que se


encuentre la persona que va a discernir. De su mayor o menor sintonía con el
proyecto y la voluntad de Dios; del grado de asimilación personal al que ha llegado
en su vida, su mentalidad, sus valores propuestos por la fe en Jesucristo, es decir
depende de su madurez cristiana.

Pablo recomienda “Examínenlo todo y quédense con lo bueno” 1 Tes 5, 21

7. ESPERAR INICIATIVA AJENA.


Es el caso de aquel que aguarda, que no se juega, que esta de observador.
Espera que los demás digan y que los demás hagan. Luego si está de acuerdo también
él lo dice y lo hace; si no está de acuerdo, no.

Siempre se reserva el derecho de juzgar. Parece que su tarea, más que arriesgar, más
que salir delante de las ovejas, como un buen pastor (Jn 10,4) es juzgar. El mira desde
atrás y no se mancha. Se reserva la aprobación; decir que está bien o que está mal. Pero
él no empieza, no toma la iniciativa, no arremete ni afronta el peligro.

8. APOYARSE EN EL CARGO.
Su respaldo está en su cargo, en su nombramiento y no en sus dones de servicio.

Por ejemplo, si es sacerdote, se apoya en que es sacerdote, que consagra la Eucaristía,


que tiene un título y no en que lo que dice es del Espíritu. Si es presidente del equipo de
servidores, se apoya en su presidencia; y aún en sus dificultades o discusiones con otros,
aprovecha su posición para tener razón. Otro puede apoyarse en sus relaciones, por
ejemplo en su amistad con el Obispo. Otro en su riqueza; o en su título profesional.

Contra esto san Pablo nos dice: “Nosotros no podemos atribuirnos como propia cosa
alguna. Sino que nuestra capacidad es la que viene de Dios” (2Co 3,4-6)

Verdaderamente, la falla aquí consiste en creernos que el cargo nos pertenece.


Carencia de pobreza espiritual. Podemos pensar que somos dueños del cargo. Que lo
merecemos; que es propiedad de nosotros.

Se trata de una forma injusta e irritante de ejercer dominio.

Un ejercicio constante de tal defecto, mantiene un grupo apocado, sin germen de liderazgo
futuro.

7 “Camino al Jubileo de Oro de la RCC Perú”


ANEXO

CAUSAS APARENTES DE DESERCIÓN DEL SERVIDOR


No hay una sola causa, sino muchas.

1. Falta de tiempo propio


A algunos líderes se les exige demasiado:

Que preparen los temas y las prédicas.


Que visiten a los fríos, tibios y enfermos.
Que evangelicen.
Que se ocupen en alguna tarea administrativa u organizativa.
Que atiendan todas las reuniones de la Parroquia.

No se le deja tiempo para él, para orar, para leer la Biblia, para pasear, para estar con la
familia. Y esto no se aguanta.

2. Falta de preparación, formación.


Hay servidores que abandonan porque no están debidamente preparados para el
ministerio o servicio.
No han tenido un verdadero llamamiento.
No tienen a su lado el acompañamiento ideal.
No saben cómo encarar los problemas de la Iglesia.
No cuentan con una familia que respalde su trabajo en el grupo o en la Iglesia.
Se encuentran solos y no pueden con la carga.

Cuando se presentan problemas que resolver y no se sabe que actitudes o caminos tomar,
por su propia falta de preparación, se acobardan y se derrumban ante las
responsabilidades que tienen que asumir.

3. Crisis de ideales
Se entra al servicio o ministerio con el corazón lleno de ilusiones. Pero al paso del tiempo,
el contacto con la gente, las incomprensiones de unos, los golpes bajos de otros, el tener
la sensación de que se está predicando en el desierto, van matando las ilusiones del inicio.
La luna de miel con el servicio o ministerio acaban en un divorcio sin reconciliación posible.

4. Los miembros conflictivos


El servidor trabaja con ilusión para convertir personas al Señor. Los primeros años de los
convertidos suelen ser años de delicia espiritual y dedicación al grupo y a la Iglesia. Pero
a medida que pasando los años por lo general, suelen ser conflictivas, problemáticas. Los
que llevan más años son los que más problemas dan. Tienen frecuentes períodos de
decaimiento, de crisis espiritual. Hay que estar animándoles constantemente.

5. El efecto sobre la familia


La esposa (o) y los hijos del servidor forman parte del grupo de oración y están en el centro
de las conversaciones. Ven y oyen todo lo que se hace y se dice en contra del esposo(a)
y padre. Y les afecta profundamente. Familias de servidores han sido espiritualmente
destruidas por el trato que han recibido.

8 “Camino al Jubileo de Oro de la RCC Perú”


6. La carga del liderazgo
El servidor tiene exigencias difíciles que llevar sobre sus hombros. Al servidor se le tiene
en un pedestal y cualquier debilidad, cualquier fallo, cualquier caída constituye motivo de
crítica y de ataques personales.

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