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El siglo XX fue testigo desde su primer día de un fenómeno que vino a vitalizar
a la iglesia cristiana y hacer que brotaran las semillas que habían estado
enterradas, en algunos casos por siglos, y que ahora podían, como en los
tiempos primitivos, fructificar y crecer. El derramamiento del Espíritu Santo
en la ciudad de Topeka, Kansas, dio inicio al movimiento pentecostal que se
ha convertido probablemente en la fuerza religiosa más extendida en nuestro
tiempo, pues se inició en la dinámica del Espíritu Santo, que como lluvia
tardía comenzó a derramarse en los corazones que ahora veían las señales
primitivas: nuevas lenguas, señales, prodigios, sanidades, etc.
De una de esas iglesias salió una mujer mexicana llamada Romana Carbajal de
Valenzuela, ama de casa sin pretensiones de predicadora, pero llena de fe y
perseverancia que, habiendo sido bautizada en el nombre de Jesucristo y
habiendo recibido el bautismo del Espíritu Santo, quiso que sus familiares en
México también recibieran esta bendición. Con permiso de su esposo llegó a
su tierra natal, Villa Aldama, Chihuahua, y comenzó a dar testimonio del
evangelio a sus familiares. Al principio ella y el mensaje fueron rechazados,
pero el rechazo se transformó en fe y sed de Dios, y así fue como el 1 de
noviembre de 1914 doce familiares de la citada hermana fueron llenos del
Espíritu Santo y hablaron en lenguas, como Dios les daba que hablasen.
Es a partir de 1932 que la IAFCJ empieza a recibir el impulso que hasta ahora
la distingue y que le permite colocarse en la posición en que todavía está, la
cual ha sido de constante superación. Gradualmente la iglesia se va
extendiendo por todo el país, y actualmente cuenta con iglesias en toda la
República Mexicana. En 1949, bajo el impulso de Maclovio Gaxiola López, la
iglesia admite que el mandato de ir por todo el mundo y predicar el evangelio
a toda criatura también es para ella, y así se constituye en una de las pocas
iglesias evangélicas mexicanas que tienen un programa misionero en el
extranjero. Comenzó entonces a enviar misioneros que han establecido
iglesias pujantes y formalmente establecidas en Guatemala, El Salvador y
Nicaragua. Actualmente contamos con obras también en Canadá, Estados
Unidos, Belice, Colombia, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica,
Ecuador, Honduras, Panamá, Perú, Rumania, Uruguay, Venezuela y España. La
iglesia hermana en Estados Unidos, también acudió al auxilio de sus
semejantes de habla castellana, y así se logró que en todo Centro América, en
Argentina, Uruguay, Chile, España, Italia y Paquistán se cuente con iglesias
como las nuestras.