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Comentario acerca de la teoría de los rasgos de Allport

Allport siempre fue un figura reverencia, sus aportaciones no solo fueron a la psicología de los
rasgos, sino al surgimiento general de la psicología de la personalidad como una disciplina
científica única. No obstante, las aportaciones de Allport fueron limitadas.

Explicó el constructo de los rasgos, pero hizo poca investigación para establecer la utilidad de
ciertos constructos específicos. Creía que muchos de éstos eran hereditarios, pero no hizo
estudios para sustentarlo. Documentó que la gente muestra una serie de patrones de conducta
únicos y persistentes, relacionados con el rasgo, pero no proporcionó ningún modelo procesual
detallado para explicar esa conducta. En otras palabras, ningún modelo de los procesos
psicológicos exactos que motivan y guían las acciones relacionadas con los rasgos.

Una última característica distintiva de las aportaciones de Allport es su énfasis en la


excepcionalidad del individuo a diferencia de los otros teóricos de los rasgos de los que aquí se
hablará, Allport básicamente promovía un enfoque idiográfico de investigación. Una estrategia
idiográfica, se enfoca en el individuo potencialmente único. Los estudios exhaustivos de las
personas en lo individual son concebidos como un camino para aprender acerca de la gente en
general. Este enfoque contrasta con el de otros teóricos de los rasgos, que por lo general adoptan
procedimientos nomotéticos en los que un gran número de individuos son descritos en términos de
una serie de rasgos comunes y universales de la personalidad.

Su hincapié en los métodos idiográficos también resultó hasta cierto punto fallido. Algunos lo
sentían anticientífico, considerando que el estudio de las idiosincrasias individuales estaba en
conflicto con una búsqueda científica por las leyes generales.

Las estrategias idiográficas pueden promover, más que afectar, un conocimiento general de las
personas. Al igual que Freud, Allport apuntaba que los estudios de caso detallados podían ofrecer
cierto insight sobre los principios generales hallados a lo largo de los diferentes casos individuales.

Allport basó su teoría de la personalidad en especulación filosófi ca y sentido común más que en
investigaciones científicas. Nunca pretendió que su teoría fuera completamente nueva o
exhaustiva; más bien buscaba una teoría ecléctica, adoptando cuidadosamente teorías anteriores y
reconociendo que la opinión de sus detractores podía ser positiva. Acorde con esta actitud
tolerante, Allport (1968) admitió que sus asesores podían tener razón, al menos, en parte.

Probablemente, Allport se esforzó más que cualquier otro psicólogo en definir la personalidad y
clasificar las definiciones del término. Pero, ¿puede decirse que sus escritos forman una teoría, en
el sentido de que exponen un conjunto de supuestos relacionados que generan hipótesis
verificables?

En este criterio, las ideas de Allport merecen una respuesta afirmativa con reservas. Es una teoría
limitada, que ofrece explicaciones para un ámbito bastante reducido de la personalidad, en
concreto, ciertos tipos de motivación. Allport hace un análisis bastante completo de los motivos
funcionalmente autónomos de los adultos psicológicamente sanos.

Pero, ¿qué decir de los motivos de los niños y los adultos con trastornos mentales? ¿Qué los
motiva y por qué? ¿Qué decir de los adultos sanos que, de repente, se comportan de manera
extraña? ¿Cómo explicar estas incoherencias? ¿Cómo explicar los sueños extraños, las fantasías
y las alucinaciones de los individuos maduros? Lamentablemente, su teoría de la personalidad no
es lo bastante amplia como para responder adecuadamente a todas estas preguntas.

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