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Antecedentes de la Administración Pública y del Derecho Administrativo

Aunque en realidad no se ha logrado tener un criterio unificado de la administración pública y del Derecho Administrativo,
menos uno que sintetice a ambos, se presenta a continuación la definición de Serra Rojas sobre Derecho Administrativo:
“Conjunto de normas que rigen a la administración pública, a los servicios públicos y demás actividades relacionadas con
dicha función” (Serra, 1981:58). Respecto a la administración pública señala:

Es necesaria una organización que ejecute la ley, que la concrete a los casos particulares, que la actualice
determinando el momento, modos y circunstancias de su aplicación. Para este propósito la administración pública
dispone de medios jurídicos (Serra, 1981:59).

Por lo anterior, se considera que la administración pública, es el conjunto de instituciones a través de las que
federación, entidades federativas, municipios y órganos descentralizados atienden a la población con el propósito de
ejercer sus facultades, sea en su interrelación con otros órganos constituidos o bien en su interacción con los particulares.
El Derecho Administrativo es el derecho específico de los servicios públicos; es el orden jurídico especial para regular las
actividades del Estado, así como la organización y atribuciones que le han sido conferidas a las instituciones que forman
parte de la administración pública para llevar a cabo servicios públicos y tutelar las relaciones existentes entre el Estado y
los ciudadanos. En otras palabras, la existencia del Derecho Administrativo depende de la existencia de la administración
pública.

Si dentro de un orden jurídico solo es posible hacer leyes y aplicarlas, justo toca a los órganos ejecutivos aplicarlas
administrativamente, es decir, de modo residual con exclusión de la función judicial (aplicación de las leyes para dirimir
litigios) y legislativa (la elaboración de normas generales, abstractas, impersonales, heterónomas y coactivas), dentro de
la labor administrativa se encuentra la prestación de servicios públicos a través de las instituciones, es decir, que organiza
la vida de la sociedad para satisfacer intereses generales. Como se puede observar el Estado justifica su existencia ante
la sociedad, no por su poder como muchos pueden creer, sino por los servicios que para ella realiza.

Los antecedentes de la administración pública y el Derecho Administrativo realmente son recientes, ya que si bien es cierto
que desde la existencia de la civilización se tienen sistemas políticos y de alguna manera han tenido reglas para regir las
relaciones entre quienes ostentaban el poder y los súbditos, no se podía considerar la existencia del Derecho
Administrativo. Si bien ya había órganos contenciosos y recursos en materia administrativa, carecían de un verdadero
carácter jurisdiccional, puesto que se trataba de una especie de tribunal dependiente del rey que aparentaba impartición
de justicia, aunque eso no fuera realidad. Francia Fernández comenta lo siguiente:

La historia demuestra que el fenómeno estatal se ha desarrollado con apoyo en las instituciones administrativas,
las cuales han quedado sujetas en su organización y funcionamiento a una regulación jurídica conformada por las
órdenes, reglas y disposiciones correspondientes, lo cual pudiera significar que, como conjunto de normas, el
Derecho Administrativo proviene de tiempo inmemorial. Continuando en éste mismo orden de ideas, el nacimiento
de este Derecho en Francia, encuentra su mayor auge durante la época de la asamblea constituyente como
producto de la sistematización de los principios racionales que fundan la acción administrativa, las atribuciones del
poder público, los caracteres esenciales de las instituciones administrativas, así como los intereses y derechos del
hombre (Fernández, 2009:81-86).

Una de las instituciones jurídicas francesas, que más empuje proporcionó al desarrollo del Derecho Administrativo fue el
consejo de Estado Francés. Cuando surge dicho consejo, goza de una faculta de justicia retenida, consistente, en el
derecho que tenía el rey de resolver él mismo la última instancia en cualquier proceso.

En México, el antecedente más antiguo del derecho administrativo se encuentra en el año 1810, cuando Miguel
Hidalgo y Costilla inició el movimiento de Independencia y contó con la necesidad de nombrar a lo que en la
actualidad se consideran como los primeros secretarios de Estado que serían el del despacho de hacienda, y el
de gracia y justicia (Tena, 2002:23).

A través del tiempo la administración pública mexicana ha sufrido diversas transformaciones, las cuales se han visto
plasmadas en las diferentes leyes orgánicas. Pareciera que la estructura de la administración pública cambiará en la misma
medida de la sucesión presidencial, pues regularmente trae consigo modificaciones en la misma y, por ende, en el Derecho
Administrativo.

Mediante estos artículos se concibió originalmente un esquema de administración pública, distribuido en aquello que se
conoce como “tres niveles de gobierno”: Federal, estatal y municipal. A pesar del trato diferenciado que siempre se ha
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querido dar, de manera errónea e infundada, el Distrito Federal, hoy Ciudad de México, es y siempre ha sido una entidad
perteneciente a la Federación como cualquiera otra, con la única diferencia de que en su territorio se tiene el asiento de
los órganos federales. Cuando se habla de tres niveles, se hace referencia al ámbito territorial, pues hay quienes incluyen
un cuarto nivel en el otrora Distrito Federal y uno más en la labor: el constitucional, lo cual no es así, pues son los mismos
órganos federales (Congreso General) y locales (Legislaturas de las entidades federativas) quienes en conjunción realizan
una función.

Asimismo, la administración pública se diseñó bajo dos tipos de unidades administrativas: la secretaría de Estado y el
departamento administrativo. Tiempo después mediante las respectivas reformas se incorporó el esquema de la
descentralización administrativa y la empresa de participación estatal.

Para que el Estado lleve a cabo su función administrativa, debe hacerlo bajo un orden jurídico, en virtud de que
ningún órgano de gobierno puede tomar una decisión bajo su libre albedrío, sino que debe de hacerlo conforme a
las disposiciones legales previamente expedidas que hay para tales efectos existen (Fraga, 2000:99).

En la Constitución Política de 1917, se previeron diversos artículos que hacen alusión o tienen injerencia
con la administración pública y son la base constitucional del Derecho Administrativo Mexicano, entre otros,
dichos artículos son: 3, 16, 21, 27, 28, 89, 90, 92, 115, 124, 126, 127, 128 y 134

Para comprender a mayor detalle las diferencias entre administración pública y administración privada, se presenta a
continuación el siguiente cuadro

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En resumen, la administración pública está relacionada con la política y direcciona los recursos del Estado, en tanto que la
administración privada se ocupa de las personas y el patrimonio de los particulares, bajo el concepto general de
administración, buscan lo mismo, pero sus diferencias son evidentes.

Concepto de Derecho Administrativo

Para tener un mayor entendimiento sobre el Derecho Administrativo, se presentan a continuación las siguientes
definiciones:

 Para Gabino Fraga (2000), el Derecho Administrativo regula:

- La estructura y organización del poder encargado normalmente de realizar la función administrativa (poder ejecutivo). -
Los medios patrimoniales y financieros que la administración necesita para su sostenimiento y para garantizar la
regularidad de su actuación.

- El ejercicio de las facultades que el poder público debe realizar bajo la forma de la función administrativa

- La situación de los particulares con respecto a la administración.

 Para Jorge Fernández el Derecho Administrativo es el conjunto de normas y principios del Derecho Público que rigen la
estructura, organización y funcionamientos de las diversas áreas de la administración pública de las relaciones entre sí,
así como de sus relaciones con las demás instituciones del Estado y con los particulares.

 Para Rafael de Piña y Vara, establece:

Totalidad de las normas positivas destinadas a regular la actividad del Estado y de los demás órganos públicos,
en cuanto se refiere al establecimiento y realización de los servicios de esta naturaleza, así como a regir las
relaciones entre la administración y los particulares, y de las entidades administrativas entre sí (1995:85).

De lo anterior, se advierte que las relaciones jurídicas en que interviene la administración con motivo de su organización
y funcionamiento están regidas por las normas del Derecho Administrativo, es decir, por normas del Derecho Público.

Por otra parte, el Derecho Administrativo, regula las relaciones entre las personas y entidades privadas con los órganos
que ostentan el poder público, cuando éstos últimos actúan en ejercicio de sus potestades públicas y de acuerdo con el
procedimiento legalmente establecido.

Fuentes del Derecho Administrativo

Como recordaremos de nuestro estudio del primer módulo, en Derecho existen tres fuentes, las formales, reales e
históricas. Al considerar el hecho de legislar como fuente del Derecho Administrativo, es necesario expresar que la ley se
deriva del principio de legalidad, el cual consiste en que ningún otro órgano del Estado puede tomar una decisión individual
que no sea conforme a una disposición general anteriormente creada.

Debido a este principio los órganos del Estado sólo pueden realizar aquellas atribuciones que están expresamente
señaladas en la ley, logrando la protección a los particulares para que no se presente ningún tipo de abuso por parte de
cualquier autoridad administrativa. A esto se le conoce como el principio de autoridad, que suele oponerse al principio de
libertad que enuncia que un particular puede hacer todo lo que desee, excepto lo que la ley expresamente le prohíba.

Otra fuente del Derecho Administrativo es la costumbre, la cual es una norma de conducta creada en forma espontánea
por una colectividad o grupo social, y aceptada voluntariamente por los individuos que la constituyen como rectora de
determinadas relaciones.

La jurisprudencia desde luego constituye una fuente formal en cualquier rama del derecho y el administrativo no es la
excepción. Recordará que la jurisprudencia son los criterios y razones vertidas en las resoluciones judiciales y constituyen
jurisprudencia obligatoria cuando se conforma ya sea por reiteración de 5 casos en el mismo sentido; por contradicción de
tesis y figuras novedosas empleadas por el “Poder Judicial Federal”, como la modificación o sustitución de la jurisprudencia;
a lo que debe sumarse la que se crea vía acción de inconstitucionalidad y controversia constitucional, en donde un solo
caso crea jurisprudencia, al igual que en materia internacional, cuando ésta emana de un caso contencioso en el que
México sea parte.

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¿En dónde se desarrolla el Derecho Administrativo?

Hablar sobre el origen, la integración y tareas del Estado es un terreno difícil, pues existen un gran número de acepciones
con las que se pretenden describir qué es el Estado, señalando lo siguiente:

El Estado es un sistema integrado por un conjunto de seres humanos asentado permanentemente en una
circunscripción territorial, organizado mediante la coincidencia constantemente renovada de voluntades de sus
integrantes de mayor influjo, sujeto a un orden jurídico y a un poder soberano, cuyos objetivos básicamente
variables son establecidos por la parte dominante del conjunto, aun cuando con alguna eventual influencia de los
demás (Fernández, 1982:53).

La Administración Pública en México

El Estado se organiza adecuadamente y sin perjuicio de otras organizaciones para realizar la función administrativa
satisfaciendo los intereses colectivos. Esta organización es lo que conocemos como administración pública, la cual se ve
desde dos puntos de vista:

 Formal: En tanto “el organismo público que ha recibido del poder político la competencia y los medios necesarios para
la satisfacción de los intereses generales” (Fraga, 2000:119).

 Material: Entendida ésta como: “la actividad de este organismo considerado en sus problemas de gestión y de existencia
propia tanto en sus relaciones con otros organismos semejantes como con los particulares para asegurar la ejecución de
su misión” (Fraga, 2000:119).

Es evidente que la administración pública ha ido creciendo a la par que ha crecido la población, puesto que las necesidades
también evolucionan. Las funciones del Estado también han tenido que evolucionar y lo han enfrentado con su
administración, y han tenido que actuar en los asuntos de la sociedad. Al principio con una administración reducida con
pocas secretarías de Estado y departamentos administrativos, que con el tiempo fueron creciendo de acuerdo a las
necesidades de la población, lo que dio paso a nuevas leyes organizativas y en consecuencia a nuevas instituciones,
mismas que se les llegó a cambiar de nombre. Fraga hace pronunciamiento al respecto y menciona:

Este constante movimiento en la creación de las secretarías de Estado no puede ser atribuido al simple capricho
de los gobernantes, sino que con la gradual transformación del Estado ha habido necesidad de aumentar y
especializar aquellos organismos (Fraga, 2000:184).

Por otra parte, para Serra Rojas:

Lo que el Estado debe hacer se define por el conjunto de normas que crean órganos, fijan su funcionamiento y los
fines que deben alcanzar. La exigencia lógica del Estado se precisa por los fines o propósitos que una sociedad
organizada le ha venido señalando de acuerdo a su propia naturaleza (Serra, 1981:23).

De lo anterior se desprende la existencia de organismos gubernamentales con finalidades distintas en virtud de que se
trata de satisfacer las necesidades de la sociedad, a través de los cuales el Estado cumple sus funciones y a su vez se
encarga de administrarlas y organizarlas, actualmente en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, se
encuentra la estructura de la administración pública y delimita perfectamente las funciones de cada organismo de acuerdo
a lo establecido en sus artículos 26 al 43. De manera enunciativa se señalan las secretarías de Estado que existen para el
despacho de los asuntos del orden administrativo:

 Secretaría de Gobernación  Secretaría de Relaciones Exteriores  Secretaría de la Defensa Nacional  Secretaría de


Marina  Secretaría de Hacienda y Crédito Público  Secretaría de Desarrollo Social  Secretaría de Medio Ambiente y
Recursos Naturales  Secretaría de Energía  Secretaría de Economía  Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo
Rural, Pesca y Alimentación  Secretaría de Comunicaciones y Transportes  Secretaría de Educación Pública  Secretaría
de Salud  Secretaría del Trabajo y Previsión Social  Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano  Secretaría
de Turismo  Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal

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Antecedentes de los Derechos Humanos

Los antecedentes de los Derechos Humanos cobran relevancia por su paulatina incorporación a las leyes nacionales e
internacionales. La explicación sobre su origen puede enfocarse desde las dos corrientes jurídicas principales: el ius
naturalismo y el ius positivismo. Para la primera, el ser humano por el simple hecho de serlo tiene derechos y estos son
independientes de su reconocimiento o no por las normas jurídicas. Retomando la justificación del Estado en la tesis
contractualista, si bien las personas ceden al Estado parte de sus derechos, existen otros que no pueden ser concedidos,
como el derecho a la vida. De ahí que no se pueda renunciar a la legítima defensa. Para esta corriente, el ser humano
tiene como primer deber, el conservar la vida, la salud, la libertad, ante lo cual no es casual que las primeras conquistas
del ser humano fueran esos derechos de naturaleza humana e individual. Humana porque las personas morales no tienen
derecho a la vida; individual justo porque pertenecen a cada persona en lo singular. Los Derechos Humanos entonces no
surgieron como una concesión graciosa del rey, sino producto de la lucha constante que dio como fruto las primeras Cartas
Magnas, es decir, cartas del rey asentándose determinados derechos en favor de comunidades específicas que poco a
poco se fueron extendiendo.

Como ejemplo representativo existe la Carta Magna de Juan sin tierra y más tarde, la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de 1789, en buena medida autoría ni más ni menos que de Sieyés. Esos derechos son los
que más tarde se consagraron en las monarquías constitucionales.

La otra postura que los explica, es el positivismo jurídico, conforme al cual los derechos se otorgan por el orden jurídico,
que sin su estipulación no pueden exigirse. En México, la Constitución adopta una postura naturalista en su artículo 1:

Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos
en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las
garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá́ restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las
condiciones que esta Constitución establece.

Se sugiere investigar cuál era la redacción del artículo 1 en la Constitución de 1857, ya que es de advertirse
que en esa versión se señalaba que los derechos eran otorgados por la Carta Magna, es decir, su corte se
decía, era positivista.

Una de las primeras declaraciones de Derechos Humanos se encuentra en Ciro el Grande, quien en el 539 a.C. liberó a
todos los esclavos, dejándolos regresar a sus casas y declarando que la gente tenía el derecho de escoger su propia
religión y a obtener muchos otros derechos por el hecho de pertenecer a un grupo o familia.

Es importante analizar cómo ha sido la situación del ser humano gobernado en los principales regímenes políticos sociales
de la historia, considerando principalmente el aporte de Inglaterra a la Carta Magna en 1215, la Declaración de
Independencia de los Estados Unidos en 1776, el análisis de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
de 1789, la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948. Es de aclararse que así se llamó originalmente la
Declaración Universal de los Derechos Humanos en aquel entonces, cuando aún no existía el lenguaje incluyente. Por otra
parte, se hace notar su adopción en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, teniendo como principal
objetivo demostrar que los derechos señalados en la Carta Magna se encuentran basados en la naturaleza del ser humano
y en su dignidad para lograr mejorar el bienestar de la sociedad.

Antecedentes de las garantías individuales

A causa de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se dijo que todo Estado que no
estuviera garantizada la división de poderes y los Derechos Humanos, carecía de Constitución. De ahí que la idea era
“garantizar” esos derechos que se denominaron, indebidamente como “garantías” y además “individuales”. Lo primero
porque esos derechos era lo que se establecía como fin de un Estado, garantizar los derechos y lo segundo, precisamente
porque los derechos más importantes de la época (la vida, la libertad y el patrimonio) pertenecen de modo individual a las
personas (de ahí el adjetivo “individuales”).

El doctor Ignacio Burgoa realiza un estudio sobre la etimología de ambos conceptos. Estudiarlos te será de gran
utilidad para redondear esta diferencia terminológica, a pesar de que él también les denominaba garantías
individuales, que era la misma denominación que hasta 2011 contenía la actual Constitución, que ahora llama
“Derechos Humanos” con mejor redacción, aunque tampoco sea la más afortunada.

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Con independencia de la denominación, es de señalarse que se tratan de derechos subjetivos, es decir, permisiones
contenidas en el Derecho Positivo para que las personas puedan hacer u omitir y en cualquier caso (sea que realicen u
omitan), su conducta se considere lícita. En estos derechos, el titular puede, por ejemplo, ejercer o no su derecho de
petición y en cualquier caso obrar lícitamente y si ejerce su derecho, existe un sujeto obligado a satisfacerlo. Por eso el
doctor. Burgoa los llamó derechos subjetivos públicos.

En la época independiente, México elaboró diversos documentos que declaraban y reconocían los derechos
fundamentales. Notarás que en ellos se justifica la existencia del Estado.

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Diferencias terminológicas: Derechos Humanos, garantías individuales o derechos fundamentales

Para algunos autores, la diferencia entre Derechos Humanos y derechos fundamentales o constitucionales, estriba en
que los primeros existen con independencia de estar o no positivizados en las normas y cuando eso sucede, cambian de
denominación a derechos fundamentales. La expresión “derechos constitucionales” hace alusión bastante acotada a la
fuente normativa de los derechos, es decir, la Constitución. Aun cuando no hay consenso acerca de la denominación de
los derechos, la más aceptada es “derechos fundamentales” por sobre Derechos Humanos porque las personas morales
pese a no ser humanas, también son titulares de esos derechos; sin embargo, cuando se alude al derecho a la vida, por
ejemplo, naturalmente es un derecho exclusivamente humano, como la libertad o el derecho al sufragio.

Es importante señalar que en nuestro país se emplea la expresión “Derechos Humanos” por ser la que se
contiene en la Constitución tras haber sido reformada en 2011, para abandonar la tampoco fortunada
denominación de “garantías individuales”. Si bien, “Derechos Humanos” no es la más apropiada para referirlos en
género, se eplearán como expresiones sinónimas una vez hecha la anterior aclaración.

Por otra parte, el término “garantía” es la acción de asegurar, implicando la idea de hacer efectivo algo, de asegurar que
suceda. Por eso es que no es correcto hablar de garantías, sino de derecho, pues el derecho por ejemplo a la libertad se
reconoce en las leyes, pero eso no implica que no pueda privarse ilícitamente de la libertad a alguien. Por eso existe un
mecanismo para asegurar su respeto y tal mecanismo es la garantía.

Quien da en arrendamiento su casa, tiene derecho a que le paguen la renta y si ello no sucede, para
asegurar el pago, existiendo el fiador. Con ello se busca explicar que el derecho es principal y la garantía
es accesoria.

Si bien “derechos humanos” es mejor denominación que derechos del hombre por razones de género, decir humano
excluiría de estos derechos a las personas no humanas, como las colectivas analizadas en el módulo pasado. Por ello es
mejor decir derechos fundamentales, pues sin estos no puede ejecutarse el plan de vida que cada persona se haya
trazado.

Es necesario distinguir los conceptos de Derechos Humanos, garantías individuales y derechos fundamentales. De
conformidad con la doctrina filosófica del Derecho conocida como iusnaturalismo, existen una serie de derechos propios
del ser humano pues se originan en su naturaleza, de ahí a que hayan sido denominados derechos naturales. La doctrina
iusnaturalista afirma que, al ser consecuencia de la “naturaleza humana”, esos derechos garantizan la justicia y, por ello,
sólo considera derecho a la norma legislada cuando ésta es justa. Se puede apreciar que los llamados derechos
naturales no se encuentran necesariamente legislados, pero una vez que son elevados a rango de ley, son regulados
generando derechos subjetivos. Y si la norma en cita es la Constitución, se habla de derechos fundamentales, debido a
que se encuentran reconocidos u otorgados en la norma fundamental del Estado. Bajo este criterio formal, se les llama
también derechos constitucionales, pero desde ahora es de subrayarse que la Constitución no es la única fuente
normativa de esos derechos. De ahí que esa denominación tampoco sea la mejor.

Es importante señalar que son garantías constitucionales todos aquellos mecanismos de protección de la
Constitución; es decir, los que evitan, corrigen o sancionan su incumplimiento, incluyendo aquellos que permiten
actuar ante la violación de los derechos fundamentales. La garantía es por lo tanto un medio para asegurar el
respeto a los derechos.

Para comprender a mayor profundidad en qué consisten los Derechos Humanos, es necesario partir del concepto de
dignidad, el cual Enrique Aguayo (citando a Mauricio Beuchot) indica que “deriva del adjetivo latino dignus a um, que
significa valioso, [haciendo referencia a la calidad] de valioso atribuible al ser humano, en virtud de tratarse de un ser
perfecto, unitario, autónomo e independiente (Aguayo, 1995). Así, la dignidad se constituye como característica
sustancial de la persona y como derecho que le permite desarrollar su esencia, perfeccionando su ser, trazando y
alcanzando sus propias metas.

Por otra parte, Diana Lara Espinosa (2013) explica que la dignidad es la cualidad esencial, específica y exclusiva de los
seres humanos, que nos atribuye un valor inherente y nos hace iguales, por lo que es el fundamento y la máxima
aspiración de los Derechos Humanos. Sin embargo, se insiste, el término humano excluye a las personas morales a
pesar de que éstas también gozan de los citados derechos, aunque ciertamente no de todos, como es obvio el de la vida,
por ejemplo.

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Conforme a lo reconocido por los Estados integrantes de la Asamblea General de la Organización de las Naciones
Unidas el 10 de diciembre de 1948 firmaron la Declaración Universal de Derechos Humanos, sosteniendo en su artículo
1º que todas las personas nacemos libres e iguales en dignidad y derechos. Y, teniendo como fundamento la dignidad
humana, existen derechos que emanan de la esencia del ser humano, a fin de favorecer su desarrollo y
perfeccionamiento. Por ello, son exigibles a todas las demás personas (físicas o morales, privadas o públicas), quienes
tienen la obligación de respetarlos, custodiarlos y hacerlos vivenciales para las demás personas.

Esos derechos, denominados Derechos Humanos por ser inherentes al ser humano, pueden ser definidos como “el
conjunto de prerrogativas inherentes a la naturaleza de la persona, cuya realización efectiva resulta indispensable para el
desarrollo integral del individuo que vive en una sociedad jurídicamente organizada” (CNDH, 2010-2016).

Características de los Derechos Humanos

Pedro Nikken (expresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos), señala que los Derechos Humanos se
caracterizan por lo siguiente:

 Universalidad, que implica que le corresponden de manera igual a todas las personas, sin distinción alguna.

 Indivisibilidad, derivada de que –aunque pueden estudiarse por separado para su mejor comprensión– entre ellos no
existe jerarquía, prioridad o división alguna.

 Interdependencia, es decir, su directa e inevitable interrelación, en virtud de la cual la violación de uno de ellos (y –por
tanto– de la dignidad humana) implica poner en riesgo e, incluso, violar los demás derechos humanos; por lo que sólo
pueden considerarse verdaderamente protegidos y respetados si se garantiza la eficacia plena de todos los derechos
humanos.

 Inalienabilidad, dado que, aunque todos los derechos humanos están sujetos a límites, son inherentes a las personas
y, por ello, nadie puede válidamente despojarlas de tal protección.

 Irreversibilidad, que implica que, desde el momento en que se reconocen en una norma jurídica (de cualquier nivel),
el Estado no puede negar o eliminar tal reconocimiento.

 Imprescriptibilidad, originada en su condición de inalienabilidad e irreversibilidad, que impiden la existencia de plazos


de vencimiento de su vigencia, es decir, que nunca dejan de pertenecer a las personas.

 Progresividad, que exige que cada vez sean mejor cumplidos y más garantizados sin que, precisamente por su
irreversibilidad, sea válido disminuir su reconocimiento, eficacia o protección.

 Transnacionalidad, dado que los derechos humanos son inherentes a las personas y, por tanto, no dependen de su
nacionalidad o del territorio donde se encuentren, lo que implica que el Estado no puede invocar su soberanía para violar
derechos humanos o impedir su protección (2004:15-21).

Concepto de Derechos Humanos

Para la Comisión Nacional de Derechos Humanos son el “conjunto de prerrogativas sustentadas en la dignidad humana,
cuya realización efectiva resulta indispensable para el desarrollo integral de una persona, además se encuentran dentro
de nuestra Constitución, tratados internacionales y las leyes” (CNDH, 2010-2015).

Ante esta definición, Carpizo coincide con la CNDH al definir a los Derechos Humanos como el conjunto de atribuciones
reconocidas por los tratados Internacionales y en las Constituciones “para hacer efectiva la idea de la dignidad de todas
las personas y, en consecuencia, que puedan conducir una existencia realmente humana desde los ámbitos más
diversos, como el individual, social, político, económico y cultural” (Carpizo, 2011:13).Las garantías individuales pueden
confundirse con los Derechos Humanos, pero aquéllas los incluyen y se visualizan como medios de reconocimiento y
protección de estos derechos.

Las garantías individuales protegen valores ético-morales, que son los bienes jurídicos tutelados. Entre éstos podemos
incluir: la vida, como valor supremo que da sustento general a los demás valores; la libertad, como facultad de desarrollar
potencialidades y cualidades y de elegir los medios u objetivos materiales y espirituales con las restricciones de la moral
pública y el orden colectivo. Carpizo hace una recopilación de definiciones de varios autores para concluir que:

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Los derechos fundamentales son aquellos que han sido recogidos en el texto de la Constitución y en los tratados
internacionales, son los Derechos Humanos constitucionalizados, pero también señala que están tan ligados los
conceptos que van a terminar siendo sinónimos, sobre todo por el significado de la dignidad humana (Carpizo,
2011:14).

Tratar el tema del fundamento de los Derechos Humanos debería de ser fácil y resuelto, pero la realidad nos ha
demostrado que aún no hay un conceso que determine su fundamentación. Hay quien considera que fundamentar o
tutelar, se realiza estrictamente por la ley, por lo que aún se sigue considerando un tema importante. Moreno citando a
Norberto Bobbio, insiste en que el problema de la fundamentación de los Derechos Humanos está resuelto desde el
momento en que se logra el consenso que les da validez. Refuta acertadamente:

Cabe objetar a este planteamiento optimista que la constante violación actual de los Derechos Humanos,
muestra la falta de arraigo y la precariedad de esas convicciones generalmente compartidas, y la consiguiente la
necesidad de seguir argumentando a su favor (Moreno, 2007).

El consenso de la comunidad internacional y la positivización de esos derechos en la mayoría de las Constituciones, no


han frenado las violaciones a los Derechos Humanos.

Elementos de los derechos fundamentales (sujeto activo, sujeto pasivo, prestación, vínculo jurídico)

Partiremos del derecho más sencillo que es el derecho de petición, contenido en el artículo 8 constitucional, que en su
lectura completa se advertirá todos los elementos de un derecho fundamental. Si todos los habitantes pueden formular
peticiones a los funcionarios y empleados públicos, quienes deben contestar en un breve plazo y hacerlo del
conocimiento del peticionario, encontrará todos los elementos de un derecho fundamental:

 Derecho subjetivo: Es decir, se hace referencia a lo tratado en una norma jurídica (que en este caso es la Constitución)
y que expresamente permite hacer, que en este caso es formular una petición a los funcionarios públicos. La petición
puede hacerse o no, y sea que se formule o se abstenga de hacerlo, la conducta es lícita. Por eso es un derecho
subjetivo.

 Sujeto activo: Consiste en el acreedor, la persona que es titular del derecho subjetivo. En este caso, todos los
habitantes y personas que aunque estén de paso, se sitúen en territorio mexicano (artículo 1 constitucional). Al sujeto
activo también se le llama acreedor y su papel es activo pues exige, en este caso, al funcionario o servidor público (es de
notarse que la Constitución no exige que sea autoridad, aunque la jurisprudencia, por desgracia, sí). El sujeto activo de
los Derechos Humanos puede ser una persona física o moral, pero pueden ser grupos de personas en los casos de
derechos colectivos o difusos como el derecho al medio ambiente o los derechos del consumidor (artículo 5, fracción I de
la Ley de Amparo).

 Sujeto pasivo: Se entiende por éste, al órgano del Estado a quien podemos exigir la satisfacción de nuestro derecho, o
en este caso a la contestación de la petición. En general el sujeto pasivo debe ser autoridad (quien emite actos
unilaterales, heterónomos y con base en la ley), incluso personas particulares que emitan actos con esas características
(artículo 5, fracción II de la Ley de Amparo).

 Prestación: Refiere a lo que podemos exigir de la autoridad o sujeto pasivo. En el ejemplo empleado es una prestación
de hacer, que consistente en elaborar la respuesta a la petición, pero también la conducta de hacer, consistente en
llevarla al domicilio señalado para recibir la respuesta. Si no se señala el domicilio, el sujeto pasivo no tiene el deber de
llevar la respuesta. No obstante, la prestación puede ser de omitir como, por ejemplo, de no privarnos de la libertad (sin
existencia de causa justa) o de no expropiar nuestra casa (si no hay causa de utilidad pública), etcétera. O bien, la
prestación puede ser de dar, como aplicar la vacuna contra sarampión.

Principios de los Derechos Humanos

Pro persona

Este principio impone a las autoridades el deber de realizar una interpretación de los derechos fundamentales, de modo
tal, que se conceda a los particulares la protección más amplia posible a la inversa, cuando se establezcan restricciones
a los derechos, la norma deberá interpretarse del tal modo que la restricción sea la menor posible. Este principio desde
luego no puede, ni debe tener el alcance de conceder a los quejosos, el amparo solicitado, por el simple hecho de
invocarlo.

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Este principio es útil para elegir la norma aplicable pues, debe aplicarse la norma que mayor beneficio otorgue al
quejoso, sin importar su jerarquía formal. En otras palabras, si el reglamento regula el derecho a la igualdad de mejor
manera que la ley, se debe emplear el reglamento. Esto sucede sin importar que sea una norma local, estatal, federal o
internacional. Se aplica la que más favorezca al gobernado, pero solo en materia de derechos fundamentales.

Pro acción

Conocido también como in dubio pro actione, este principio es la especie procesal del pro persona. Se traduce que en
caso de duda, se favorezca el ejercicio de la acción, entendiendo por acción al derecho de los particulares para acudir a
los juzgados a solicitar que se diriman sus controversias e implica que en caso de que el Juez tenga duda sobre la
admisibilidad de una demanda o recurso, por la no satisfacción de requisitos formales, debe optar por admitirlo en vez de
rechazarlo, lo cual se hace extensivo a los recursos que se interpongan dentro de él.

En otros términos, se trata de quitar formulismos excesivos que entorpezcan el proceso (mal llamado “juicio”).
También implica que en caso de nulidad de actuaciones, no se destruya todo lo nulo, sino que se conserven las
actuaciones válidas y se anulen únicamente las viciadas.

Interpretación conforme

Nació como una forma de interpretación efectuada por los Tribunales Constitucionales, justamente al realizar el control
de la constitucionalidad. Consiste en que, ante la duda de que una norma sea inconstitucional, ésta se interprete de
determinada manera a fin de que, en vez de declararla inconstitucional, se la armonice con la Constitución. Esta forma de
interpretación también rige en materia de contratos, en donde se atribuye a las cláusulas dudosas el sentido que sea más
propicio para producir efectos de acuerdo a la naturaleza del contrato.

Aplicado dicho principio a los derechos fundamentales reconocidos en instrumentos internacionales, implica que los
derechos reconocidos en las constituciones locales, deben interpretarse conforme a los cánones pactados en los
instrumentos internacionales, lo que se hace extensivo a las opiniones consultivas que al efecto emitan los órganos
internacionales convencionalmente facultados para ello.

Progresividad

Los derechos sociales dependen para su satisfacción, de la existencia de recursos económicos del Estado, de modo que
su satisfacción no es necesariamente en términos de satisfecho/insatisfecho, sino que puede ser parcial. Partiendo de
esta base, el principio de progresividad implica que el Estado debe destinar cada vez más recursos para la satisfacción
de los derechos sociales, difusos y colectivos en favor de un número de personas cada vez mayor.

Prohibición de regresión

Si la progresividad implica la realización de un esfuerzo mayor para la satisfacción de los derechos fundamentales en
términos cuantitativos, el principio de regresión es en realidad una especie de éste principio, conforme al cual, una vez
concedido un derecho, no le es permitido a las autoridades disminuirlo o eliminarlo. Esta prohibición funciona igual que
las llamadas "conquistas laborales", de modo que una vez que se concede un beneficio al trabajador, no puede el patrón
quitárselo ni disminuírselo.

Interdependencia

Este principio implica que los Derechos Humanos se encuentran estrechamente vinculados y que no deben interpretarse
o satisfacerse de modo aislado.

El derecho a la educación, tratándose de la obligatoria y en modalidad presencial, implica también que


se cuenten con instalaciones adecuadas, con drenaje, luz, agua potable, etcétera. Es decir, que ese
derecho a la educación se vincula con el derecho a la salud, al agua, al medio ambiente sano. Lo mismo
pasa con derechos individuales, pues e derecho a la salud está íntimamente ligado al derecho a la vida,
de modo que la protección a los derechos debe ser global y no aislada.

Por otra parte, no le sirve a una persona tener el derecho al trabajo remunerado, si su estado de salud lo
fuerza a estar en cama. Del mismo modo que no le sirve la protección de su patrimonio si carece de un
empleo remunerado.

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Los derechos están interconectados o entrelazados, de modo que la afectación de un derecho, afecta a otro u otros más.
Razón por la cual la protección a los derechos debe ser integral a causa de esa conexión entre estos, pues los derechos
fundamentales tienen una relación de medio a fin o de complementariedad, pues evidentemente el derecho de petición
está vinculado con el de acción o de acceso a la información pública.

Jerarquía normativa en materia de Derechos Humanos

Los Derechos Humanos tienen una fuente internacional, que son los llamados tratados internacionales, de los cuales
haremos referencia brevemente. Carbonell (2011) menciona que:

Los tratados internacionales han sido un motor esencial en el desarrollo de los Derechos Humanos, que de la
interpretación de los tratados internacionales que han realizado los organismos de la ONU, de la OIT o de la OEA
[han surgido tantos derechos que no se encuentran contemplados en nuestra Constitución]” (2011).

Por su parte, Arámbula expresa lo siguiente:

Entiéndase como tratado internacional a aquel convenio regido por el derecho internacional público, celebrado
por escrito entre el gobierno de los Estados Unidos Mexicanos y uno o varios sujetos de derecho internacional
público, ya sea que su aplicación requiera o no la celebración de acuerdo en materias específicas, cualquiera
que sea su denominación, mediante el cual los Estados Unidos Mexicanos asumen compromiso (Arámbula,
2007:3).

De los tratados internacionales se crean otras fuentes de derecho como las observaciones generales, emitidas por los
comités de expertos, mismos que son creados por mandato de los principales pactos internacionales de Derechos
Humanos.

Cabe señalar que los comentarios u observaciones contribuyen a ampliar el significado de las disposiciones de
los pactos y tratados. Se puede decir que se asemejan a una especie de jurisprudencia, con la diferencia que no
son dictadas por órganos jurisdiccionales, sino por consultivos integrados por expertos en cada materia.

De conformidad con la fracción I del artículo 76 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los tratados
deberán ser aprobados por el senado y serán ley suprema de toda la unión cuando estén de acuerdo con la misma, en
los términos del artículo 133 de la propia Constitución. La fuente de los derechos humanos es tan amplia como las
fuentes del derecho mismo, pero en esta materia, según establece el principio pro persona, debe aplicarse la norma que
más convenga a los particulares, sin importar su jerarquía formal.

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