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Publicado el Lunes, 08 Mayo 2017 02:00 | Escrito por Camilo Pinto Morón
Eran eso de las cuatro de la tarde, me encontraba sentado en uno de los pasillos
de la universidad esperando que el profesor llegara para iniciar clases, al rato
sentí que alguien me estaba llamando. Era Alfredo García Mandón, o el amiguito
Alfredo, tal como solíamos decirle en aquella época de primaria. Fue mi profesor
de religión y de ética y valores, una persona a quien le tengo mucho respeto,
aprecio y admiración.
Pensé que me llamaba simplemente para saludarme o algo por el estilo, pero no
era solo para eso. El profe Alfredo quería obsequiarme un artículo del diario El
Espectador, el cual estaba ad portas de llegar a manos de sus estudiantes de la
catedra de ética de la Universidad de Santander. El texto titulaba: “El abogado
que usted no debe contratar”. Con una sonrisa amable sacó una copia del
paquete que llevaba en sus manos y me dijo: “léelo, para que luego hablemos
sobre este tema”.
Al leer la nota, resulta primario colegir que no solo los estudiantes de Derecho y
los abogados tienen el deber de comportarse a la altura dentro y fuera de su área
de trabajo. Tienen la misma responsabilidad los ingenieros, economistas,
politólogos, médicos, comunicadores sociales, administradores, y todos los
profesionales en general. Cabe recordar que la disciplina, la ética y los valores,
son normas de carácter universal con las cuales tenemos una relación especial de
sujeción.
Considero que nuestra sociedad viene demandando desde hace mucho tiempo
una generación de profesionales con una visión distinta del mundo y sus
necesidades.
Algo que no tiene discusión es que los jóvenes somos los futuros gobernantes,
analistas, empresarios, académicos y periodistas que reclama la era del siglo XXI,
es por eso que debemos comenzar a tomar conciencia y actuar de una mejor
manera, con rectitud. Lo cierto es que queda mucho por reflexionar, hagamos uso
de la autocrítica para chequear qué tan bien lo estamos haciendo. Si hay algo que
puede hacer que las circunstancias actuales cambien, que tomen un nuevo
rumbo, es el fortalecimiento de la relación: ‘ética profesional y estudiante
universitario”.
@camilopintom
Ética profesional
Ética profesional del abogado: Siempre son importantes lo valores para cada
profesión, pero específicamente en la abogacía se ponen en práctica aquellos
que son fundamentales, como por ejemplo, la justicia, la honestidad, la lealtad,
la diligencia y el secreto profesional.
Ética profesional de un docente: Para todos los docentes es de suma
importancia desarrollar principios éticos, no solo para ellos mismos, sino que
son ellos los que poseen una gran responsabilidad social con lo demás. Su
tarea es llevar a cabo de la mejor manera posible sus actividades diarias
laborales.
Ética profesional de un psicólogo: Estos profesionales cuentan con sus propios
códigos éticos ante el manejo de su trabajo. Algunos aspectos propios de su
trabajo son la confidencialidad, responsabilidad y honestidad entre ambas
partes, es decir, profesional-paciente.
Ética profesional de un administrador: Al igual que en la profesión nombrada
anteriormente, en la administración de empresas también existen códigos que
están considerados dentro de un marco ético. La lealtad, legalidad, diligencia y
honestidad son los valores éticos fundamentales para realizar estos trabajos.
Por ejemplo, una persona puede decidir qué es lo que quiere y debe comer, sin
embargo, un animal con hambre actúa con instinto: Si el tiene hambre, comerá
lo primero que tenga delante, sin tener en cuenta otras cuestiones, como la
vida de otro animal.
La ética no implica coacción, es decir que está libre castigos físicos, sanciones
o multas como los de la sociedad, por ejemplo el que tendría robar un auto. Lo
que sí implican los actos ética y moralmente incorrectos es la responsabilidad.
Las personas deben ser responsables sobre sus propios actos, dado que
cada uno de nosotros siempre actúa con libertad, voluntad e inteligencia, no de
manera forzada. También tienen que ver la libertad y la voluntad con la
elección de una carrera, por lo tanto la persona humana debe ser respetuosa
de las obligaciones y derechos que esa profesión conlleva.
Por ejemplo, hablemos de los abogados: sabemos que en un juicio todas las
partes involucradas deben contar con un abogado defensor, pero ¿qué pasa si
un abogado es asignado y él no desea representar a una persona porque sabe
que es un caso indefendible o porque defenderlo va en contra de sus
principios?
Nadie debería poder obligarlo a defender ese caso, aunque sin lugar a dudas
habrá alguien que haga a un lado su pensamiento ético y actúe en pos de algo
que para esa persona tiene mucho más peso, en este caso la paga que se
recibirá por el trabajo. Esto ocurre en muchos casos. Otro ejemplo que
podemos citar son aquellas industrias que para realizar su trabajo deben
comprometer al medio ambiente y lo hacen sin titubear ni cuestionarse la ética
o la moral.
Fuente: http://concepto.de/etica-profesional/#ixzz5D4tiDIxf
¿Qué es Ética?
La ética puede ser definida como una ciencia del comportamiento moral pues,
mediante un exhaustivo análisis de la sociedad se determina como es que
deberían (hipotéticamente hablando) actuar todos los miembros pertenecientes
a ella.
Ética normativa
Se logra clasificar los actos humanos como correctos e incorrectos sin tomar en
consideración los prejuicios, una conducta o acción humana es adecuada o
inadecuada, no importa el porqué. Hablamos de teorías que son estudiadas, por
ejemplo, por la axiología moral o la deontología.
Ética aplicada
En dichos ámbitos, la ética aplicada trata problemas éticos que tienen su origen
en la cotidianeidad ya que, se ocupa de estudiar las cuestiones morales en
concreto y sus controversias.
Fuente: http://concepto.de/etica/#ixzz5D4tqhVJd
Los rasgos de la sociedad líquida han llegado a la universidad para instalarse como
cultura en los ámbitos de formación de los jóvenes. Como si fuera un discurso
teórico pedido a propósito para explicar lo que acontece en este espacio
institucional, Bauman (2011) nos llama a estar alertas ante la volatilidad de las
identidades y la escasa fuerza de los discursos densos y de compromisos
duraderos; la frágil consistencia de estos discursos ha ahuyentado el interés por
convicciones sociales y, a la vez, ha contribuido a reducir la identidad profesional a
su dimensión económica. El refugio en los saberes útiles para responder a las
expectativas y demandas de un mercado cambiante en periodos cada vez más
cortos se ha vuelto una constante en la educación superior, la cual convive con
escasas manifestaciones culturales que se resisten a dejar de lado la dimensión
ética de las profesiones.
Este modo de ser y de vivir bien la profesión no sólo ante el cliente o su empleador,
sino hacer el bien desde la profesión a los pares del campo y a la comunidad, nos
sitúa en la dimensión socio-moral. Es propiamente el campo de la ética profesional,
entendida como los principios, valores, convicciones, actitudes, reglas y deberes
que constituyen la eticidad necesaria para la buena profesionalidad. El dominio
académico de estos conceptos es insuficiente, ya que si bien cumple la pretensión
de eficacia en el aprendizaje, culturalmente es limitado, sobre todo si lo
contrastamos con la aspiración formativa, pues de lo que se trata, diría con Yurén
(2005: 39), es que tales saberes éticos vivan la experiencia de la internalización, lo
que daría como consecuencia el desarrollo del ethos profesional.
Una muestra de todas las carreras que se cursan en el campus principal de la UAS
reflejó que la mitad de los estudiantes encuestados estuvieron de acuerdo en que
se estudien las asignaturas académicas teniendo en cuenta problemáticas del
entorno, "siempre y cuando no se politice la enseñanza"; una tercera parte se
mostró indiferente y un amplio segmento de profesores están dudosos de que sea
lo correcto, ya que consideran que son tiempos donde la política quedó atrás (López
Zavala, 2009: 31-32). En el posgrado este patrón se mantiene: dos informes de
investigación indican que los valores relacionados con el ethos profesional siguen
estando tímidamente presentes. Esto lo expresaron los estudiantes y profesores de
este nivel a través de cuestionarios y entrevistas aplicados en todos los programas
de maestría de la UAS (López Zavala et al., 2011). Es importante anotar que una
recurrencia observada es que mientras los profesores dicen que hacen bien su
trabajo, una franja minoritaria de estudiantes cuestiona que durante el trayecto de
formación la docencia esté encerrada en el dominio teórico con escasa
contrastación ante lo que sucede afuera de los muros escolares.
Conclusión