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Extractos de “Actos de Significado (más allá de la revolución cognitiva)”

Bruner Jerome

La psicología popular como instrumento de la cultura

La herencia biológica del hombre se caracteriza porque no dirige o moldea la acción o la


experiencia del hombre, porque no actúa como causa universal. En lugar de ello, lo que hace es
imponer límites sobre la acción, límites cuyos efectos son modificables. Las culturas se
caracterizan porque crean “prótesis” que nos permiten trascender nuestras limitaciones
biológicas “en bruto”.

La cultura (y no la biología), es la que moldea la vida y la mente humanas, la que confiere


significado a la acción en un sistema interpretativo. Esto lo consigue imponiendo patrones
inherentes a los sistemas simbólicos de la cultura: sus modalidades de lenguaje y discurso y los
patrones de vida comunitaria mutuamente interdependientes.

La entrada en el significado

Lo que se pretende es analizar cómo entran en el significado los niños desde muy pequeños,
cómo aprenden a dar sentido, especialmente sentido narrativo, al mundo que los rodea. Decimos
de los recién nacidos que no pueden captar “significados”. Y, sin embargo, en un período de
tiempo muy corto, son capaces de entender esos significados.

El significado simbólico, por tanto, depende críticamente de la capacidad humana para


internalizar ese lenguaje y usar su sistema de signos como interpretante de estas relaciones de
“representación”. La única forma en que podríamos concebir una biología del significado sería
por referencia a algún tipo de sistema precursor que preparara al organismo para entrar en tratos
con el lenguaje. Entenderlo así sería equivalente a invocar lo innato, a decir que tenemos una
capacidad innata para el lenguaje. Estas apelaciones a lo innato no son nuevas y pueden
adoptar diversas formas.

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Para adquirir el lenguaje, el niño requiere mucha más ayuda e interacción con los adultos que le
cuidan de lo que había supuesto Chomsky (y muchos otros). El lenguaje se adquiere utilizándolo
y no adoptando el papel de mero espectador. Estar “expuesto” al flujo del lenguaje no es tan
importante como utilizarlo mientras “se hace” algo.

Aprender una lengua es equivalente a aprender “cómo hacer cosas con palabras”. El niño no
sólo aprende qué hay que decir, sino también cómo, dónde, a quién y bajo qué circunstancias.
La adquisición del lenguaje es muy sensible al contexto; lo que quiere decir que el progreso es
mayor cuando el niño capta de un modo prelingüístico el significado de aquello de lo que se le
esta hablando o de la situación en la que se produce la observación. Dándose cuenta del
contexto, el niño parece más capaz de captar no sólo el léxico, sino también los aspectos
apropiados de la gramática del lenguaje.

El lenguaje sólo puede llegar a dominarse participando en él como instrumento de comunicación


¿En qué consiste entonces esa disposición prelingüística para determinadas clases de
significado? La hemos caracterizado como una forma de representación mental. Pero ¿qué es lo
que representa? Creo que se trata de una representación muy maleable, pero innata, que se
pone en funcionamiento con las acciones y las expresiones de otros seres humanos y con
determinados contextos sociales en los que interactuamos. En otras palabras, venimos al mundo
con un conjunto de predisposiciones para construir el mundo social de un modo determinado y
para actuar de acuerdo con tal construcción.

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