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INSTITUTO NACIONAL DE PATRIMONIO CULTURAL DEL

ECUADOR

PROYECTO MACRO

PIC-12-INPC-01

ESTUDIAR EL DETERIORO DE LOS MATERIALES CONSTITUTIVOS DE


LOS BIENES CULTURALES EXPUESTOS A DIFERENTES CONDICIONES
AMBIENTALES PARA DETERMINAR TRATAMIENTOS APTOS PARA SU
CONSERVACIÓN

ACTIVIDAD

CONTEXTO HISTÓRICO SOBRE EL TERRITORIO DE INGAPIRCA

LCDA. RITA DÍAZ

HISTORIADORA DEL INPC

JULIO-OCTUBRE 2013
Introducción
El territorio de Ingapirca fue la base y el sustento físico de parcialidades indígenas
prehispánicas conocidas con el nombre de Cañaris, quienes distribuidos a lo largo de un
amplio espacio geográfico denominado del Hatun Cañar, fueron construyendo diversos
complejos pétreos multi habitacionales, uno de los cuales y quizás el más importante
constituye el actual paramento arqueológico denominado Ingapirca. Dicha estructura o
edificio habitacional tras la invasión incaica fue transformado y ampliado, convirtiéndolo en
un gran centro multifuncional, teniendo como principal edificio a la Elipse que constituye
su centro religioso, con edificios anexos habitacionales, de uso doméstico, bodegas y otra
clase de elementos culturales como aterrazados agrícolas, enterramientos, etc.

Al igual que el resto del territorio de la Audiencia, Ingapirca con sus fértiles tierras, fue
adherido tras la conquista a este potente mecanismo administrativo político español,
sirviendo de asiento a los nuevos pobladores, especialmente encomenderos, quienes al
mismo tiempo que organizaban la población indígena “para vivir en comunidad y vida
católica”, se apropiaban de su derecho a tierras, aguas y productividad. De esta manera
surgen además litigios entre varios españoles por las zonas convenientes para establecer
sus propiedades y ganados.

Los encomenderos luego son reemplazados por estancieros y hacendatarios que


continuaron con el usufructo del territorio, adhiriendo a sus propiedades a los indios
naturales como potencial mano de obra. Proceso hacendatario que continúa hasta
mediados del siglo XX, etapa durante la cual los siglos de abandono y la incuria de sus
habitantes dieron cuenta de su integridad, con el desplome de paredes y elementos
originales.

Pero el monumento arqueológico de Ingapirca por fortuna fue evidenciado también en las
diversas descripciones realizadas por los viajeros, científicos y naturalistas europeos que
visitaron el territorio septentrional de la entonces Real Audiencia de Quito, quienes con su
mirada eurocentrista se vieron interesados en estos monumentos arqueológicos
confiriéndoles un carácter militar o dejándonos diversas visiones científicas o de
admiración.

2
Como vemos, el monumento arqueológico ha atravesado perenne por las diversas etapas
históricas, pasando de ser ese centro de vital importancia entre las comunidades
indígenas prehispánicas a ser una construcción en ruinas poco conocida y poco
destacada por los habitantes españoles que se apoderaron de ese territorio, “paredes
ingas” que fueron utilizadas para un uso cotidiano como canchón o corrales de ganado, o
formando parte de cuartos de vivienda, recintos habitacionales y capillas improvisadas de
haciendas. Solo la visión del extranjero visitante o del científico, recuperaron esa cierta
importancia meritoria de la edificación.

Las dichas paredes después de varios siglos de desidia y desinterés fueron


derrumbándose y perdiendo su estado de originalidad, deterioro que finalmente ha
terminado, pues hoy por hoy, tras varios estudios de investigación, procesos de
conservación y trabajos de restauración, constituye una de las mayores joyas
patrimoniales del país. A continuación exponemos ese proceso histórico atravesado.

3
CONTENIDO
1. PRIMEROS DATOS COLONIALES DEL TERRITORIO DE INGAPIRCA (SIGLO XVI): ..................... 5
2. DATOS DE INGAPIRCA EN EL SIGLO XVII: ............................................................................ 7
3. INGAPIRCA EN EL SIGLO XVIII:............................................................................................ 9
3.1. Tierras de Ingapirca de propiedad de Dn. Ambrocio Solís del Baño y de Dña. Cecilia de
Apolo y Hurtado y sus herederos: ................................................................................................... 9
3.1.1. Tierras de Dña. Bentura Solís, Dn. José Romero Armijos y Solís y Dn. Nicolás Cobos
Solís: 10
3.1.2. Tierras de Mariano Solís del Baño: ............................................................................ 15
3.2. Tierras de Dn. Joseph de Gavilanes, su esposa Dña. Micaela Cajas y sus herederos:...... 17
3.3. Terrenos y Hato de Ingapirca de la Sra. Dña. Magdalena Beltrán y Mora: ....................... 23
4. EL SITIO DE INGAPIRCA EN EL SIGLO XIX: .......................................................................... 25
4.1. Tierras pertenecientes a la familia Rodas (tierras en las que están circunscritas las ruinas
arqueológicas): .............................................................................................................................. 25
5. EL FUNDO DE INGAPIRCA EN EL SIGLO XX:........................................................................ 27
5.1. Fundo Chuguín en el sitio de Ingapirca: ............................................................................ 28
6. CARACTERÍSTICAS DESCRITAS POR LOS DIFERENTES VIAJEROS Y CIENTÍFICOS QUE
VISITARON EL COMPLEJO ARQUEOLÓGICO:............................................................................. 32
6.1. La Condamine y su versión: ............................................................................................... 32
6.2. Jorge Juan y Antonio de Ulloa y su descripción de Ingapirca:........................................... 38
6.3. Dn. Joaquín de Merisalde y Santisteban y su descripción de Ingapirca: ........................... 41
6.4. Dn. Francisco de Requena: ................................................................................................ 42
6.5. Descripción de Alexander Von Humboldt: ........................................................................ 43
6.6. Dn. Francisco José de Caldas: ............................................................................................ 48
6.7. Monseñor González Suarez: .............................................................................................. 51
6.8. Descripción del Dr. Paul Rivet y R. Verneau: ..................................................................... 53
BIBLIOGRAFIA......................................................................................................................... 58

4
1. PRIMEROS DATOS COLONIALES DEL TERRITORIO
DE INGAPIRCA (SIGLO XVI):
Luego de edificado el complejo Ingapirca cañarí-inca y de producidos todos los sucesos
de invasión y conquista española, los terrenos de Ingapirca y de Cañar fueron
adjudicados a Gil Ramírez Dávalos, quien fue gobernador de la provincia de Quito,
funcionario al que se le había encargado la fundación de la ciudad Nueva Cuenca del
Perú (1557), pero los perdió o hubo de trocarlos por la renta de cuatro mil pesos que el
Conde de Nieva le señaló, como premio de todos sus servicios, en las Cajas Reales del
Cuzco, provisión hecha en la ciudad de los Reyes el 9 de julio de 15611.

Posteriormente las tierras de Ingapirca que formaban parte del territorio del Hatun Cañar,
fueron objeto de saqueos de desmedidos conquistadores que profanaron tumbas en
búsqueda de oro, metal tan codiciado. El Lcdo. Juan Salazar de Villasante Corregidor y
Justicia Mayor de Cuenca y Quito, descubrió y saqueó numerosas tumbas y santuarios en
Hatun Cañar allá por los años de 1563 a 1565. Fue para el año de 1563 cuando el padre
Juan de Valladares después de enterarse de la existencia de una rica tumba en el país
cañarí por medio del español Martín Bueno, decide involucrar en el saqueo al Lcdo. Juan
de Salazar Villasante, quien junto con Francisco Venegas y Andrés Moreno insistieron
para unirse en la empresa. En el camino se unieron también como parte de la expedición
Gaspar Ruiz y Alonso de Peñafiel.

Saliendo del Hatun Cañar nuevo, el grupo se dirigió al lugar señalado por Martín Bueno a
una legua de distancia, en el sitio del Viejo Hatun Cañar cerca de una fortaleza, que de
acuerdo a Salomón era ciertamente la llamada “Fortaleza de Ingapirca”. “Allí al lado de un
río, cerca de donde había una guardia y una fortaleza Salazar de Villasante cavó
tenazmente por tres días. Pero a pesar de la ayuda de treinta trabajadores nativos, los
tres días de excavación no produjeron nada. Cuando no quedaron esperanzas en
encontrar cosa alguna, Salazar de Villasante entendió que él y todos fueron burlados y no
cavó más allí. Luego él dejó de lado las conocidas ruinas inca y volcó su interés hacia
otros entierros, ubicados “como a dos tiros de ballesta desde allí”, donde estaban unas

1
Marcos Jiménez de la Espada, Relaciones Geográficas de Indias-Perú, Tomo III, Apéndice IV,
Biblioteca de Autores Españoles, Madrid, 1965, pg. 114

5
sepulturas, que según le dijeron eran de indios yangas (ordinarios). Como Salazar puso
mucho empeño en querer ver aquellas sepulturas, cavo dos o tres tumbas sin encontrar
tesoro alguno, pero en el cuarto o quinto intento hallo una hachuela de oro, viendo esto
cavó otras hasta que se topó con unas, de dónde sacó todo el oro, que fundió. Entre los
objetos descubiertos y saqueados se encontraron barretillas de cobre, chagualas,
chaquiras, diademas, estampas, hachas de cobre, orejeras, patenas, penachos, plumajes
y zarcillos. Sobre el valor de la riqueza funeraria, el más bajo precio estimado era de
1.200 pesos y el más alto de 3.000 pesos2.

Las quejas de los socios de empresa al no recibir su parte, como el del presbítero Juan de
Valladares, alertaron a los oficiales de la tesorería en Cuenca del supuesto fraude al
erario real cometido por Villasante. Para el 07 de junio de 1565 el presbítero Juan de
Valladares entrega carta de poder a su abogado para que le represente en el juicio que le
sigue al Lcdo. Salazar de Villasante y puedan demandar y cobrar “todos e qualesquier
pesos de oro e plata e otras cosas que me pertenecen de las guacas que el dicho
licenciado Salazar saco en Jatun Cañar, términos de esta dicha ciudad en tiempo que
tuvo el dicho cargo de corregidor” 3 . El 1 de agosto de 1565 Villasante fue juzgado y
declarado culpable.

Años después, para el año de 1582, contamos con una descripción de Fray Gaspar de
Gallegos, cura párroco de San Francisco de Pueleusí del Azogue quien describe en el
pueblo de Hatun Cañar a las que supuestamente son las fortificaciones de Ingapirca,
refiere así: “tres leguas de aquí {Sant Francisco de Pueleusí del Azogue} está un pueblo
que se llama Hatun Cañar o provincia grande de los cañares y allí dicen que en tiempo del
inga Guaynacaba había grandes poblaciones de indios y que allí era la principal cabeza
destos cañares; y así parece porque en el día de hoy hay grandes y muy sumptuosos
edificios y entrellos una torre muy fuerte”4

2
Frank Salomon, “Ancestros, huaqueros y los posibles antecedentes del Incaismo cañarí” en
Revista de Antropología No. 20, Sección de Antropología del Núcleo del Azuay de la CCE, Cuenca,
2013, pgs. 13-17..
3
ANH/C, Fondo Notarial, Notaría 3, Libro 487, 7 de junio de 1565, fl. 753.
4
Fray Gaspar de Gallegos (1582), en Antonio Fresco, La Arqueología de Ingapirca (Ecuador)
Costumbres Funerarias, Cerámica y otros Materiales, Memorias de la Misión Científica Española
en Ecuador, Comisión del Castillo de Ingapirca, Cuenca, 1984, pg. 11.

6
2. DATOS DE INGAPIRCA EN EL SIGLO XVII:

Durante el siglo XVII se verifica que el sitio de Ingapirca y los terrenos aledaños estaban
ya en posesión de propietarios españoles quienes usufructuaban el territorio para crianza
de ganado y para edificar sus viviendas. Además de que contaban para su servicio con
indios del lugar, muy seguramente entregados en encomienda.

Así tenemos que para el año de 1650 Diego Ordoñes y su hermano Vicente, aparecen
como poseedores de los sitios de Yangalo e Ingapirca, en términos del sitio de Nugro
(Ñuguro), donde tenían unas cabezas de ganado vacuno, yeguas, casas e indios, que los
tuvieron en posesión por mucho tiempo sin contradicción alguna.

Hacia 1674 el maestro Joseph de Mora Contreras presbítero vecino de Cuenca, entró en
posesión de los mismos sitios y animales, por remate de la ley. Para el 16 de julio de 1683
el dicho maestro se querella civil y criminalmente con el español Sebastián Morillo vecino
de la ciudad de Cuenca y “con todas las demás personas que aparecieren culpadas”, por
despojo violento de este terreno que poseía en el sitio de Yangalo e Ingapirca, donde
tenía ya ochenta yeguas criollas de vientre, cuatro burros y un pollino, en terrenos que
como habíamos visto fueron posesión de los hermanos ya difuntos Vicente y Diego
Ordoñez.

Lo que sucedió fue que a principios del mes de julio del dicho año, Morillo y los demás
culpados habían echado de dicho sitio a los animales mencionados pero Mora los volvió a
recoger al mismo sitio, por su parte Morillo volvió a echarlos nuevamente y derribo el
corral y palizada que tenía hechos e hizo cercas desbaratando los pastos comunes, por
cuya causa se le perdieron diez yeguas cuyo costo asciende a 100 patacones y un burro
al mismo precio, mientras que los demás animales se remontaron en diferentes sitios.
Mora solicita entonces se le restituya en dicha posesión y se le paguen los perjuicios
ocasionados.

Mora presenta entonces varios testigos que corroboran la versión de su posesión. Uno de
sus testigos es el indio Pedro Quiri Visña (Guisna) natural del pueblo de los Azogues

7
sujeto a Dn. Pedro Chumbisela cacique principal del pueblo de la parcialidad de Sunia,
quien ha sido por más de 33 años residente de dicho paraje, términos del sitio de Nugro.
(Ñuguro), y bajo el servicio de Joseph de Mora, que conoce que los anteriores
propietarios fueron los hermanos ya difuntos Vicente y Diego Ordóñez y que después de
su fallecimiento entro en posesión de dichos sitios el maestro Joseph de Mora, por
compra en almoneda y pregón público. Y que hace algunos días miró como Morillo vacio
el sitio de todos los animales a quienes los hizo cruzar por un río llamado Pazaní
(Pazaña) a donde los dejó del otro lado, yendo inmediatamente a dar parte a dicho
presbítero Mora, quien con la noticia mandó al testigo, junto a Pedro Alaquí y a Agustín
Tenesaca para que fuesen a reducir a todas las bestias a los sitios de donde fueron
sacados. Pero tres días después Morillo volvió a echar a todas las bestias al mismo sitio
de Pazañi, rio arriba.

Además citó por testigo al indio Agustín Tenesaca, natural del pueblo de San Fernando,
sujeto a Dn. Francisco Chico, cacique principal del dicho pueblo, quien declaró que
antiguamente estuvo en servicio de Diego Ordoñes en el sitio de Yangalo, y vio que él y
su hermano Vicente entraron en posesión de casas y corrales de palisada de piedras y
lodo, donde encerraban el ganado vacuno y yeguas que tenían dentro de este sitio de
Yangalo e Ingapirca, hasta que murieron y luego entró en posesión de estas tierras
tiempo de ocho años, Dn. Joseph de Mora, donde tenía metidas 80 cabezas de yeguas y
cinco burros.
Otro de los testigos citados fue Luis García Montañés quien afirmaba que hace más de
veinte y cuatro años que Diego Ordoñes poseía en estos sitios de Yangalo e Ingapirca
unas cabezas de ganado vacuno, yeguas, casas e indios y que los tenía en posesión por
mucho tiempo sin contradicción alguna, pero que hace como nueve años a oído que el
maestro Joseph de Mora está en posesión de los dichos sitios y animales, por remate de
la ley, y que también le consta que el dicho Morillo y un Diego de Amor han expulsado los
animales, roto los corrales y cerrado las puertas para que no regresen los animales.
Se decreta finalmente la restitución del terreno y los animales perdidos al presbítero Mora
y la reedificación del corral a costa del despojador5.

5
ANH/C, Fondo Judicial, Doc. No. 78.766, fols.1-10.

8
- Para el año de 1679, otro de los propietarios de un hato de vacas en el sitio de
Ingapirca, en términos del pueblo de Hatun Cañar, es el Maestro Antonio Peláez de
Valderrama clérigo presbítero, vecino de la ciudad de Cuenca, quien había heredado
dichas tierras del Maestro Joseph Palomeque, presbítero.

Para el año de 1695 dicho Maestro Antonio Peláes de Valderrama se querella civil y
criminalmente por el despojo violento que le hicieron de su hato de vacas Francisco y
Sebastián Palomeque (sobrinos del maestro Joseph Palomeque). Narra que “hace cosa
de veinte días se entraron en el hato de vacas y viven en una de las casas que hay allí”, y
se están aprovechando de los quesos que se hacen allí y han vendido tres cabezas de
ganado, y fanegas de cebada, con el pretexto de que el dicho hato (como 20 vacas) es de
ellos por haber sido de su tío, mientras que Pelaes aclara que lo ha poseído como dueño
cerca de diez y seis años en quieta posesión y sin contradicción alguna, desde que
falleció el Maestro Joseph Palomeque presbítero quien le constituyó como legítimo
heredero de todos sus bienes, solicitando la restitución inmediata del bien.

El mes de marzo de 1695 el presbítero presento varios testigos como Antonio Jerez de
Urquisa, residente en el pueblo de Hatun Cañar y algunos de los indios de su servicio del
hato de Ingapirca, para que ratifiquen su versión6.

3. INGAPIRCA EN EL SIGLO XVIII:

Al igual que en el siglo anterior las tierras de Ingapirca debido a su fertilidad y vocación
ganadera siguen siendo objeto de sucesivas transacciones de compra venta. A
continuación mencionaremos a tres de las familias propietarias.

3.1. Tierras de Ingapirca de propiedad de Dn. Ambrocio Solís del


Baño y de Dña. Cecilia de Apolo y Hurtado y sus herederos:

Para inicios del siglo XVIII Dn. Juan de la Cueba Campoverde vende al Sr. Ambrosio Solis
del Baño un hato y corral de vacas en el sitio de Ingapirca, términos del pueblo de Cañar

6
ANH/C, Fondo Judicial, Doc. No. 94.636, fols.1-7.

9
en precio de 750 pesos, terrenos que los cambio y trocó con unas tierras en el sitio de
Putuzio, además de que debía cancelarle un saldo de 150 pesos de contado. Pero
vencido el plazo no le satisfizo la dicha deuda, por lo tanto pidió que se le apremie por un
ministro de justicia a pagar el resto de la deuda y se le exija la entrega de los terrenos del
canje, medidas y amojonadas para que las use de acuerdo a su derecho y reconozca
además los censos principales a que está obligado.

Para enero de 1725 Dn. Ambrosio Solís del Baño ofrece pagarle los 100 pesos que le
debe sin dilación alguna a un mes y medio de plazo7. Al parecer se da por terminado
dicho litigio con el pago mencionado porque posteriormente se verificó la división y
partición de la misma hacienda de Ingapirca entre los varios herederos de Ambrosio Solís,
siendo estos Dña. Bentura y Dn. José Romero Armijos y Solís, Dn. Nicolás Cobos Solís y
Dn. Mariano Solís del Baño. División que provoca toda una serie de conflictos que
detallaremos a continuación:

3.1.1. Tierras de Dña. Bentura Solís, Dn. José Romero Armijos y Solís
y Dn. Nicolás Cobos Solís:

Para el 25 de junio de 1786 Dña. Bentura y Dn. José Romero Armijos y Solís, como
herederos, venden a Dn. José Pacheco y su consorte Dña. Beatriz Cobos, su parte del
hato de Ingapirca, incluyendo en dicha venta sus casas de vivienda, como también la
parte que compró Dña. Bentura junto a su marido Dn. Tomas de Medina a Dn. Nicolás
Cobos Solís.

Dicho Hato de Ingapirca luego es adquirido por el Sr. Canónigo Dr. Miguel Samaniego y
Torres por haber hecho trueque y cambio de las tierras con Dn. José Pacheco.

El referido Hato de Ingapirca por fin y muerte del expresado Sr. Canónigo Dn. Miguel
Gaspar Samaniego y Torres recayó en su hermano legítimo el reverendo presbítero Fray
Antonio Samaniego y Torres, religioso del Convento de Nuestra Señora de las Mercedes
y al tiempo de su fallecimiento como su albacea, se presentó ante su prelado pidiendo

7
ANH/C, Fondo Judicial, Doc. No. 81.939, fols.1-1v.

10
licencia para poder enajenar el Hato de Ingapirca. Como nuevo dueño tuvo a bien
celebrar escritura de donación el 1 de diciembre de 1804 a favor de una niña llamada
María Mercedes Salazar y Piedra, expresando en la escritura que como la mitad de dicho
hato, era tierra de labor y cultivo, declaraba tener litigio pendiente con el ciudadano Juan
Gavilanes por haberse introducido voluntariamente en las tierras de la finca de Ingapirca
de criar ganados mayores y menores, que en dicha donación constan las casa de
vivienda cubiertas de paja, su pesebrera y una cuadra de alfalfar dentro de cercos. En
esta escritura se narra tener también el principal de mil pesos a favor de la santa María
Magdalena y 100 pesos de la capellanía del presbítero Francisco de Espinosa y Piedra,
quien en su memoria de testamento del 24 de septiembre de 1809, tiene entre sus
cláusulas haber dado valor a la hacienda de Ingapirca de 1.100 pesos de capellanía para
que después de sus días se obligara a sus albaceas coloquen en la Iglesia de la Merced,
poner un nicho de madera en el altar del depósito, en el que se colocará la imagen de
Santa María Magdalena y que a la imagen se le haga su novenario con misas rezadas
anualmente por la persona que poseyere el referido hato de Ingapirca, pero la
compareciente ciudadana María Flor de la Bandera como madre adoptiva de la ciudadana
María Mercedes Salazar y Piedra se mantuvo poseyendo dicho hato sin más gravamen
que el principal de 100 pesos de la capellanía del presbítero Espinosa, puesto que el
novenario no se colocó hasta entonces.

Para el 9 de septiembre de 1828 la ciudadana María Flor de la Bandera mujer del


ciudadano Ramón Zabala declara que para el año de 1820 vendió a nombre suyo y de su
hija adoptiva Donataria María Mercedes Salazar y Piedra, al Sr. Canónigo de la Iglesia
Catedral Pedro Ochoa y Guzmán el hato de Ingapirca, en términos de la villa del Cañar,
sin más apero que una casa antigua de paja y una cocina con su entrada y salida, usos y
costumbres, en la misma manera que había poseído en su tiempo los antecesores
propietarios.

Confiesa que la venta fue en 600 pesos que recibió de manos del comprador hace ocho
años, 500 en plata corriente y los restantes 100 pesos que reconoció el comprador en
dicho hato a favor de la capellanía que gozaba el presbítero Francisco Espinoza y
Vintimilla, cura de la parroquia de Cañaribamba, capellanía que antes la había gozado el
Dr. Dn. Francisco de Veintimilla, cura capellán del Monasterio del Carmen de la ciudad de

11
Cuenca y los que sucedieren según corresponda su derecho. El comprador manifestaba
que se hallaba en posesión de la propiedad desde hace ocho años8. Y aunque su justo
valor es de 650 incluido el principal, ha tenido por conveniente rebajarle a 600 de dos
cuadras que compró la compareciente a la ciudadana Petrona Cobos, viuda de Hipólito
Calderón por escritura otorgada el 21 de julio de 1816 y que agregó al cuerpo del terreno
del hato de Ingapirca. Además confiesa que el caso del litigio con el mencionado
Gavilanes es porque éste se introdujo en veinte cuadras del fundo de Ingapirca
desmembrando de sus antiguos linderos llamados Intihuayco y Cullquicocha, sin título y
que la recaudación o devolución judicial no será de incumbencia de la vendedora sino del
Sr. comprador a quien se le transfirió todo el dominio y propiedad en los mismos términos
que poseyeron los finados Dn. José Pacheco y Dña. Beatriz Cobos su mujer.

La propiedad permanece en manos del prebendado Ochoa hasta su muerte, tiempo


durante el cual acrecentó su propiedad con ciertos terrenos adquiridos a Dña. Casimira
Peralta, esposa de Juan Gavilanes. Pero entre 1834 y 1835 la Sra. Peralta enfrenta una
querella contra el canónigo pues aseguraba que vendió el terreno de Ingapirca a la fuerza
al Sr. Canónigo Pedro Ochoa, terreno de su propiedad que había heredado de sus padres
y cuyo importe no le fue cancelado. Posteriormente tras su muerte entabla litigio con el
albacea del canónigo, Atanacio Carrión.

El 13 de mayo de 1836 dentro del juicio se toma declaración de testigos quienes afirman
que las cuarenta cuadras denominadas Ingapirca (en Cañar) son herencia de la Sra.
Peralta y que se las llevó el canónigo Ochoa por cierto litigio promovido por este. A fin de
evitar que este litigio se finiquite, la Sra. Peralta pide licencia a fin de hacer una
transacción sobre el fundo de Ingapirca con el Sr. Carrión y otorgue la correspondiente
escritura, ya sea vendiendo o tomando otro partido9.

Se tiene noticia también que el dicho prebendado Ochoa entre los años de 1824-1829 se
apodera de otros terrenos de las Comunas de Sisid, Juncal y Zhuya, entre otros, de los
que era arrendatario, en vez de servir en bien de la comunidad, se convirtió en usurpador

8
ANH/C, Fondo Notarial, Notaría Cuarta, Libro 14, fol. 486-489
9
ANH/C, Fondo Judicial, Doc. 95.166, fols.1-5.

12
de los territorios de las comunas10. El canónico Ochoa Guzmán en esta época de las
guerras de independencia como realista tomó activa participación en la confiscación y
remate de bienes de Juan Francisco Carrasco, patriota de Azogues. El sobrino de Pedro
Ochoa Guzmán, José María Hidalgo de Cisneros, fue también un patriota a quien se le
despojó de sus bienes, fue proscrito de Cuenca y sus propiedades rematadas,
habiéndose entregado las mismas, al no presentarse ningún postor, a su tío Pedro Ochoa
Guzmán, en ese tiempo "racionero y canónigo de "La Merced", en Cuenca11.

Tras la muerte de Ochoa, se proceden a avaluar los bienes de su testamentaria entre los
cuales se menciona la Hacienda de Ingapirca y los Hatos del Pucará, Chuguín e
Ingapirca. “El Sr. Alcalde Municipal Primero Sr. Bartolomé Serrano hallándose constituido
en las casas del finado Sr. Prebendado Dr. Pedro Ochoa, con anuencia de los señores
albaceas testamentarios Atanacio Carrión y Bernardo Muñoz y con asistencia del tasador
general ciudadano Hilario Neira, proceden al inventario y tasación de los intereses de
dicha testamentaria.

El 13 de enero de 1836 en la Hacienda de Ingapirca.- Hatos del Pucará, Chuguín e


Ingapirca.- con presencia del ciudadano Fernando Ochoa Administrador de la hacienda y
el ciudadano Manuel Torres, mayordomo, se procedió al avalúo en la forma siguiente:
“Primeramente la pieza principal cubierta de paja a dos aguas sobre paredes dobles de
piedra labrada y partes de adobes con una sala, cuarto comedor a ambos costados, sobre
pilares de madera y basas de piedra, la sala con puerta a una hoja, el cuarto a dos hojas,
chapa y llaves, ventana de barandillas, su grada de piedra grandes bien labradas,
callejón, su tras patio con paredes dobles y piedras labradas con remate de adobes, otras
paredes muy altas con afuera y el mencionado traspatio circulado de piedras labradas. La
pieza principal con su altillo en una culata un cuarto bajo en el corredor del patio principal
unas paredes para un cuartito en 620 pesos.

10
http://www.feptce.org/index.php?option=com_content&view=article&id=171:comunidad-
isid&catid=38:andes&Itemid=281
11
http://www.azogues.gob.ec/portal25/index.php/azogues/historia/32-hitos-historicos

13
Iten. otra casa cubierta de paja sobre paredes de bareque con una sala, un cuarto,
puertas respectivo corredor al patio sobre pilares de madera y basas de piedra y dentro
de él dos cuartos grandes a las culatas toda ella desplomada en 39 pesos.

Iten. Otra pieza así mismo cubierta de paja sobre paredes sencillas de adobe con un
cuarto que sirve de cocina y a la culata de pared con piedras labradas corredor sobre
pilares de madera y basas de piedra en 61 pesos.

Iten. Las paredes que circulan el patio principal todas ellas fabricadas con piedras
labradas y el remate de adoves con entradas a otro patio y sobre una de ellas un corredor
que sirve de pesebrera y un cuarto en 320 pesos.

Iten. Un Castillo de excelente obra todo él con piedras grandes y muy bien labradas y
colocadas por los Incas y sobre él una capilla con paredes de adoves y parte de ella a la
portada de piedras así mismo labradas y colocadas por los mismos, cubierta de paja de
dos aguas con su puerta respectiva a dos hojas en 537 pesos.

Iten. cincuenta y seis piezas de madera, etc.

Concluido el inventario y tasación de esta finca pequeña de Ingapirca apreció el tasador


que el castillo formado por los Incas sobre el que se halla la capilla lo había apreciado con
esta en la cantidad de 537 pesos, juzgando que los anteriores dueños habían avaluado
otro Castillo; más ahora que han visto en las escrituras de adquisición del finado Sr.
Ochoa que no se había avaluado otro castillo; creí que tanto por esto cuanto porque el
espresado Castillo, sin embargo de la ecselencia de la obra no da utilidad alguna a la
Hacienda, no debe avaluarse y que por consiguiente, la reglación de la capilla debe
quedar reducida a la cantidad de 237 pesos, debiendo por lo tanto reducirse de la suma
total de los bienes inventariados la cantidad de 300 pesos”12.

12
Traducción de M.A. Landívar U. Miscelánea Documento para la Historia, Revista de
Antropología, Sección de Antropología del Núcleo del Azuay de la CCE, No. 3, Noviembre de 1971,
Cuenca, pgs. 249-255.

14
3.1.2. Tierras de Mariano Solís del Baño:

Para el 5 de mayo de 1823 otra de las herederas de Solís, la ciudadana Josefa Solís, hija
de Mariano Solís del Baño, enfrentaba varios asuntos judiciales pendientes, contra el Sr.
Juan Gavilanes por las tierras de Ingapirca, dando todo su poder al ciudadano Dr.
Mariano Vintimilla para que a nombre de la otorgante le represente13.

Josefa Solís además se opuso a una venta practicada por su padre el ciudadano Mariano
Solís del Baño’, de un retazo de tierras en Ingapirca a favor de Antonio de Andrade y
Orellana y su mujer Ana Gómez, el que subrogó su venta en Tomás Patiño y este en la
ciudadana Margarita Rodas viuda de Santiago Encalada.

El año de 1826 la ciudadana Margarita Rodas menciona que habiendo seguido juicio
contencioso contra Josefa Solís, que substanciado el litigio se ha dictado providencia a
favor de la compareciente hasta el estado de que hecha mensura por el ciudadano José
Izquierdo, respecto a que las ventas anteriores por Solís a Andrade, este a Patiño y de
consiguiente a la compareciente, no se designaron cuadras, solo porción bajo de linderos,
y resultó de dicha mensura practicada por Izquierdo once cuadras, y aunque posterior a la
mensura y el de haber quedado en posesión como antes lo estaba dicha compareciente,
se formaron nuevos reclamos por la Solis, con recusa de los asesores de este lugar, y se
nombró al Dr. Javier Sáenz del gobierno del Chimborazo en Riobamba en cuyo estado a
fin de evitar demoras, gastos infructuosos, e inquietud de ánimo, le ha propuesto dicha
Josefa Solís que ha sostenido el litigio, le venda todo aquel terreno poseído con arreglo a
la escritura otorgada por el recordado Solís a Andrade, y el de la diligencia de mensura ya
citada, y conociendo la compareciente que de la demora se le sigue perjuicio, ha
convenido gustosa subrogar dicha venta a favor de Josefa Solís con la condición de no
quedar al saneamiento en ningún tiempo en atención a que el terreno de esta venta
procede de los mayores de la actual compradora, en cuyos términos poniéndolo en efecto
por la vía y forma que más haya lugar en derecho, otorga y da en venta, en nombre de
sus herederos , a la ciudadana Josefa Solís, que compra para sí y los suyos el referido
terreno situado en Ingapirca, villa del Cañar, comprado a Tomás Patiño, en los mismos

13
ANH/C, Fondo Notarial, Notaría 4ta, Libro 13, Años 1820 a 1824, fols. 377v-378.

15
términos en que a este se le enajenó por el enunciado Andrade y su mujer Ana Gómez,
practicada la mensura se ha reconocido tener la extensión de 11 cuadras, y según la
venta otorgada por Mariano Solís del Baño que dio motivo al pleito por su mala
insinuación, linde por la parte de arriba con el último mogote del cerro, por abajo con el río
grande de Sebadas y el de la Virgen, por un lado con un arroyo de agua que corre y baja
del mismo cerro y va a encontrarse con el Río Grande de Sebadas y por el otro con otro
cerro grande y su cuchilla, con sus entradas y salidas, usos y servidumbre, cuantas hay
de hecho y de derecho, en los mismos términos que ha poseído, en el precio de
doscientos diez pesos de contado que la vendedora confiesa haber recibido antes de
ahora de manos de la compradora en buena moneda.14.

Para el 13 de marzo de 1828 Josefa Solís solicita se le otorgue escritura por las tierras
adquiridas para lo que comparece la ciudadana Margarita Rodas y Andrade viuda de
Santiago Encalada, quien manifiesta que tenía en propiedad once cuadras de tierras en el
sitio de Ingapirca por compra que hizo a Tomás Patiño, el que había comprado al finado
Antonio Andrade y Orellana y a su mujer y dicho Andrade lo obtuvo en virtud del contrato
estipulado con el fallecido Mariano Solís según el instrumento presentado por Josefa Solís
y Rosillo. Habiendo conseguido sentencia favorable en el año de 1824, a los dos años
propuso articulo la mencionada Solís por el terreno disputado, después de habérsele
entregado con deslinde y amojonamiento por mensura cuando se verifico la división y
partición de la hacienda de Ingapirca entre los herederos de Ambrosio Solís, resultó el
cuerpo del terreno comprado por dicho Andrade a Mariano Solís, once cuadras y estar
dentro de los cuatro linderos que constan en la referida escritura. En este estado convino
Josefa Solís proponer la compra del terreno y como la compradora ha dado ya todo el
dinero convenido por el terreno ha pedido se le otorgue escritura, procediendo a firmar el
documento donde se describe los bienes adquiridos, esto es once cuadras con dos
casitas de bahareque cubiertas de paja, sin puertas, ni llave y la otra de chaglla15.

14
ANH/C, Fondo Notarial, Notaría 4ta, Libro 14, fol. 360 v-361.
15
ANH/C, Fondo Notarial, Notaría Cuarta, Libro 14, fol. 445-447.

16
3.2. Tierras de Dn. Joseph de Gavilanes, su esposa Dña. Micaela
Cajas y sus herederos:

Hacia 1727 eran también propietarios de tierras y hatos en el sitio de Ingapirca, Dn.
Joseph de Gavilanes y su esposa Dña. Micaela Cajas, vecinos del pueblo de Cañar,
quienes compraron estos bienes por escritura pública al sargento Fernando de Barona
con todo el ganado vacuno y ovejuno, aperos y peltrechos, con todas sus entradas,
salidas, pastos, montes, aguas y abrevaderos, con más dos casas cubiertas de paja, de
las cuales una sirve de vivienda y la otra de galpón de hacer tejas y más una cocina, con
tres indios conciertos, cargados de los débitos que en dicho inventario se expresara y un
título de estancia. Para agosto del mismo año Dn. Oligario Phelipe de Apolo comienza a
laborar como mayordomo de dicha hacienda por lo que los respectivos dueños proceden
a entregarle por inventario los bienes de la hacienda.

“Oligario Phelipe de Apolo vecino del pueblo de Cañar, habiendo entrado a dicha
hacienda de mayordomo de Dña. Josefa Aguilar, se me entregó lo siguiente:

Primeramente el sitio con las tierras, metidas labor y cultivadas. Item las sementeras que
estaban en dichas tierras, que fueron una de papas, que dijeron ser de doce costales de
sembradura, la cual dijo Dn. Joseph de Gavilanes que le había de volver al tiempo y
cuando se desempeñara dicha hacienda conforme le daba dicha sementera.

Ytem. más una sementera de habas. Item. una huerta de hortalizas con su jardín de flores
y un alfalfar pequeñuelo. Yten. una casa de vivienda, con su corredor y en él un
aposentito con su puerta de cuero, con dos mesas y una silla de palo, dos tinajas, dos
almudes de medir granos, un farol con su mechero, unas escaleras.

Ytem. otra casa grande que servía de galpón y granero con su soberado de madera, con
algunas tejas de cocer y cocidas. Yten cincuenta vacas chicas y grandes con su hierro.
Yten. ciento treinta y ocho ovejas de Castilla, la mayoría enlanadas y con el contrato de
devolverlas así mismo. Varias herramientas de trabajo, todo lo cual confiesa haber
recibido como mayordomo de Dn. Joseph Gavilanes el 15 de agosto de 1727.

17
El 3 de febrero de 1742 Dn. Joseph Gavilanes, justicia mayor del pueblo de Cañar y su
mujer Dña. Micaela Cajas de Ayala, otorgan y dan en empeño por tiempo de dos años su
hato y corral de vacas de Ingapirca, a Dña. Josepha de Aguilar, vecina de Quito, en
cantidad de 700 patacones de ocho reales que la suso dicha debía satisfacer de la
siguiente forma: 87 pesos al maestre de campo Dn. Martín López Argudo de que tomará
recibo. Al Dr. Dn. Ignacio de Neira 60 pesos por razón del rédito caído de dicho hato.

Yten al Maestro Dn. Francisco Alvares de Belasco 35 pesos. Ytem 2500 tejas a Dn.
Bernardo de Espinosa y Alviar.. Y el resto es el entero de dichos 700 patacones que los
otorgantes confiesan tenerlos recibidos. Con lo cual los dichos otorgantes ofrecen no
vender, hipotecar, ni cargar con más censos o empeño que al presente tiene, que es 170
patacones de principal a favor de la Cofradía de Nuestra Señora de Copacabana, situada
en el Hospital Real de la ciudad de Cuenca. La suso dicha Dña. Josepha entrará en
posesión de dicho hato y corral de vacas y lo posehera hasta el término mencionado,
dentro del cual los otorgantes ofrecen devolver los 700 patacones sin pleito alguno, para
cuya paga ofrecen los otorgantes sus bienes muebles y raíces, derechos y acciones.

Habiendo transcurrido un año Dn. Manuel Ramires de Arellano clérigo presbítero


beneficiado de la sacristía mayor de la Iglesia Matriz, como apoderado de Dña. Josepha
de Aguilar, manda que Dn. Joseph de Gavilanes, otorgase escritura de fianza sobre otras
fincas valiosas libres de censo, para mayor seguridad de la cantidad de pesos otorgados
por el empeño del sitio y ganado de Ingapirca, por el supuesto engaño deducido, pues los
bienes empeñados no cubren dicho monto, y si así no lo hiciera se despacharía ejecución
y embargo del sitio de Ingapirca. Al no darse lo solicitado el apoderado Ramires solicita el
embargo y remate, para que de este valor se satisfaga a Dña. Josepha Aguilar sus 700
pesos.

El 20 de julio de 1743 se solicita entonces a Luis Gomes proceder a ejecutar el embargo


de la finca y ganados. Un mes después Gómes procede con lo solicitado describiendo lo
embargado: 54 cabezas de ganado vacuno chicas y grandes, 140 ovejas de castilla,
varias herramientas de trabajo, una casa de vivienda y una cocina.

18
Casi un año después, esto es el 29 de abril de 1744 Dn. Juan Julián Nieto y Juan de
Villegas proceden a hacer la tasación de los bienes de la hacienda, de la siguiente forma:
“Primero por el sitio de dicho hato, respecto de ser inmenso y haber recaído las dos
partes en Joseph de Gavilanes, las cuales las tasamos en cantidad de 333 pesos, por
haberse dividido el sitio en seis partes y ser el valor total de dicho sitio 1000 pesos.

Por 46 cabezas de ganado vacuno chicas y grandes, sin pastor, que fueron tasadas a
cinco pesos cada una, importan 230 pesos en total.

Por 112 cabezas de ovejas de castilla entre chicas y grandes, sin pastor, fueron tasadas a
seis reales cabeza, que importan un valor de 84 pesos.

Por dos casas cubiertas de paja con paredes de bahareque, la una de vivienda y la otra
que sirve de cocina, tasadas en la cantidad de 20 pesos.

Por varias herramientas de trabajo 23 pesos.

Por la parte que le pertenece del corral donde se encierra el ganado vacuno 6 pesos.

Por el fierro de herrar el ganado tres pesos.

Dando un total de 699 pesos de a ocho reales”16.

El mismo año de 1744 Dña. Micaela Cajas de Ayala mujer legítima de Dn. Joseph
Gavilanes comparece y dice en su defensa que para el año pasado de 1743 se notificó a
su marido un decreto proveído por el capitán Dn. Miguel de Luzuriaga alcalde ordinario
para que su marido nombrase tasador de su parte y tasase su hacienda de Ingapirca,
términos del pueblo, sin que ella como dueña hubiese sido citada en tan injusto juicio que
sobre ella se movió. Dña Micaela solicita que dicha hacienda fuese repuesta en el estado
y como se le había entregado a Dn. Joan Cherri (apoderado de Dña. Josefa de Aguilar)
en empeño, en la cantidad de 700 pesos, de los que sin haber dado cumplimiento íntegro

16
ANH/Q, Fondo Haciendas, Caja 52, Exp. 1, 31 de agosto de 1754, fol. 21-21v.

19
pasaron de sentenciar la causa intempestiva a execusión y remate, con la falsa
suposición de haberse tasado la hacienda por Dn. Joan Julián Nieto ya difunto, en unión
de Juan de Villegas, sin que en realidad ninguno de los dos haya pasado y reconocido la
hacienda, que pertenece a sus bienes y no a los de de su marido, habiéndola tasado con
toda su extensión y ganados mayores y menores, aperos y peltrechos, pastos, montes y
abrevaderos, dando por ella un precio ínfimo, al igual que las cabezas de ganado.

Reclamando que es ilegal dicho remate y que se le debe entregar ya la hacienda, pues se
arrendo a Cherri por dos años, tiempo que ya ha terminado y si se alega venta, pues no
tendría lugar.

Añade además que como consta de los autos ella Dña. Micaela Cajas de Ayala como
dueña no ha sido oída, pidiendo se retracten y revoquen la sentencia de remate pues,
habiendo sido el supuesto comprador de la hacienda el Maestre de Campo Dn. Luis de
Andrade y Zárate apoderado de los bienes de su marido, lo que hizo fue usar de su poder
para lograr la depravada compra de su hacienda, pero como pudo comprarla a
escondidas si el albacea no puede comprar bienes del albaceazgo o tutela, un apoderado
tampoco puede adquirir los bienes para cuya defensa se le dio el poder. Entonces
solicita al teniente del pueblo llamar a declarar bajo juramento al tasador Juan de Villegas
para que se le pregunte si paso o no a la hacienda para dicha tasación o si la taso sin
siquiera verla. Entregando por su parte la memoria de inventario de la hacienda realizada
en 1727 y cuyo texto ya citamos anteriormente.

Para el 16 de febrero de 1754 el alcalde ordinario solicita tomar la dicha declaración al


tasador Villegas, quien declara haber pasado a la dicha hacienda y encontrarse con una
casa pequeña, con la puerta al poniente y no hubo más gente que un indio o india que
cuidaba de la casa por lo que no se pudo rodear la hacienda sino solo tomar razón del
ganado y con algunos vecinos del pueblo averiguar el precio del ganado, información que
se la dio a Dn. Juan Julián Nieto, quien le aseguró ser ciertos dichos precios y juntos
procedieron a la dicha tasación.
Dña. Micaela Cajas de Ayala solicita también que el escribano de Cabildo y Real
Hacienda Dn. Andrés Cubillus y Osorio certifique si es verdad que hallándose dicho
escribano en el pueblo de Hatun Cañar administrando justicia en compañía de su marido,

20
para entonces Teniente General de dicho pueblo, cuando llegó el Maestre de Campo Dn.
Luis de Andrade y Zárate y le comunicó a su marido que en Cuenca se estaba
pregonando la hacienda de Ingapirca y que le diese su poder para defender dicha
hacienda y juzgando buena fe convino en darle dicho poder y confiando en dicho poder su
marido no asistió a oponer su excepción en defensa de la hacienda. Al final del texto se
procede a la certificación.

Pero el 31 de agosto de 1754 Dn. Joseph Gavilanes expone también su punto de vista
acotando que Dña. Josepha de Aguilar en vez de pedir el embargo de la hacienda debió
haber pedido la rescisión del contrato y solicitar que se le devuelvan los dichos 700 pesos.

Que la hacienda cuesta 1000 pesos si se hubieran tasado todos los bienes y ganados al
precio que corresponde, más si se toma en cuenta que además usufructuó de todos los
frutos que producía la hacienda como quesos y leche de las vacas, lana de las ovejas y
fruto de las sementeras, y que asimismo el maestre de campo Dn. Luis de Andrade
teniendo su poder, no procedió a defenderle más bien con mala fe la compró, por lo que
solicita se revisen los autos conforme a la ley, dando las providencias más ajustadas a
derecho y justicia.

Para febrero del siguiente año Dn. Joseph de Gavilanes insiste en solicitar la nulidad de
todo lo actuado, por ciertas omisiones o vicios en el proceso de remate y por la usura
cometida en su caso, pidiendo la restitución de su bien, incluyéndose además el valor de
todos los frutos que ha aprovechado durante estos años Andrade.

El 20 de junio de 1755 se emite nueva sentencia, dando por nulo el remate de la hacienda
pidiendo se le restituyese la hacienda a Gavilanes, a quien se le concedió el plazo de seis
meses para satisfacer las cantidades que debía y las que se causaron en este juicio hasta
la actuación del remate.

El año de 1756 Carlos Larrayn apoderado del Maestre de Campo Dn. Luis de Andrade
solicita que Gavilanes restituya a su representado el importe de todas las mejoras que
fueron necesarias realizar y que deben ser tasadas, porque según él resultaría un

21
absurdo entregarle un hato que ahora cuesta más de 4.000 pesos por uno que él tenía de
700 pesos, porque solo una acequia que introdujo, cuesta más de 700 pesos.

Para el año de 1769 el Cap. Dn. Fernando de Andrade y Rada constituido como albacea
testamentario del maestre de Campo Dn. Luis de Andrade y Zárate, su difunto padre,
solicita presentar ciertas alternativas a la sentencia dictada, pues es manifiesto que el Sr.
Gavilanes es el más beneficiado con esto, pues se ha pedido que de los frutos obtenidos
durante todos estos 16 años que estuvieron en poder de Andrade se reponga un 10% de
la producción, pero es sabido que ni siquiera las haciendas de temporalidades rinden
tanto, por lo que propone se calcule a un 5 por ciento la producción del hato y regulado
este sobre los 530 pesos del contado libre, salen en los 16 años 414 pesos, que es la
deuda que se le puede satisfacer, pues además ahora la hacienda se halla mejorada, el
ganado vacuno ha aumentado , pues se han llevado animales procedentes de la dote de
su madre, se compraron yeguas, se aumentaron los alfalfares, las sementeras y otras
mejoras como haber agregado al hato otros pedazos de tierra, por lo que el valor del hato
ha subido a 6 o 7 mil pesos, satisfaciéndole con esta exorbitante cantidad la deuda de
frutos. Solicitando que de igual manera se exija a Gavilanes satisfacer los intereses del
dinero que cogió de Dña Josepha de Aguilar. Además debía aclarar que el maestre no fue
el licitador directo de la hacienda sino que la hacienda se adjudico en remate a Dña.
Cecilia de Apolo, luego se le adjudicó por el tanto a Dña Josepha de Aguilar y esta la
cedió a Dn. Juan Cherri y Cherri quien a los veinte días la vendió al maestre de campo,
ganando de una mano a otra cincuenta pesos. El dicho maestre entregó 600 pesos de
contado, redimiendo ciento setenta pesos de censo, siendo esta otra inversión afrontada
por Andrade. Finalmente el Cap. Dn. Fernando de Andrade y Rada insiste en la restitución
de la dicha hacienda17.

Finalmente el año de 1781 Dn. Joseph de Gavilanes y el capitán Dn. Fernando de


Andrade después de varias diferencias llegan a comprometerse en un acuerdo, mediante
el cual Gavilanes entregaría a Andrade un pedazo de terreno que tiene en el puesto de
Silante, para que dentro de ellos laborase sus sembrados, y asistencia y vivienda de sus
sirvientes, ofreciendo no perjudicarse mutuamente, pero el dicho capitán faltando a lo

17
ANH/Q, Fondo Haciendas, Caja 62, Exp. 5, 30 de octubre de 1769, fls. 141-155

22
comprometido le ha hecho varios perjuicios, poniendo casas fuera de lo que se le señalo y
abriendo otras que estaban edificadas dentro de los términos que a él le pertenecen, y
soltando los animales en las sementeras para que las estropeen, contraviniendo al auto
de la sentencia. Se delega la vista de ojos de dicho terreno resultando ser sus linderos:
una sanja donde corre poca agua, hasta la quebrada conocida como Cachi guayco que
cae al lindero donde se halla un corral de piedras de encerrar ganado nominado Zilla y
cogiendo de dicho corral y quebrada cerro arriba, desde el Río Grande del corral de la
Virgen, dentro de lo dicho, según parece habrán 30 cuadras más o menos, incluidas las
sementeras de cebada, alfalfares y casas de vivienda. Se reconoció haber roto bastantes
pedazos de tierra para cultivo nuevo, cerro arriba. En donde tienen los indios de servicio
de Dn. Fernando Andrade sus chozas. Igualmente se reconoció que la acequia que baja a
la hacienda de Andrade, pasa por las tierras de la hacienda de Gavilanes, que es la
principal cuyo riego es de los Peraltas. El mismo año Gavilanes reclama también por
cierto ganado suyo muerto y herrado por Andrade18.

3.3. Terrenos y Hato de Ingapirca de la Sra. Dña. Magdalena Beltrán y


Mora:

Para septiembre de 1783 se verifica que la Sra. Dña. Magdalena Beltrán y Mora, era
también propietaria de cierto hato y corral de vacas (más de cien cabezas de ganado
vacuno y sus aperos) de su propiedad que posee en el puesto de Ingapirca, términos del
pueblo de Cañaribamba. Pero la señora en dicha fecha se constituye en deudora de
trescientas cincuenta arrobas de cascarilla fina, que deberá entregarlas al Dr. Dn. Josef
de Rada y Alvear (abogado de la Real Audiencia) en el plazo de seis meses, en la
hacienda de Puculcay, o en su defecto pagar a razón de dos pesos cada arroba o al
precio que esté vigente para entonces, y que ha de entregar en caso de no cumplir con
las estipulaciones que constan en la escritura de obligación, hipotecando para la
transacción como garantía dicho hato.

El 22 de julio de 1785 por no cumplir con dicha obligación se demanda execución sobre
dicho hato y sitio como hipotecado a satisfacción de la deuda, para que corridas todas las

18
ANH/Q, Serie Criminales, Caja 95, Exp. 12, 12 de abril de 1782, fls. 8-12v.

23
diligencias del juicio ejecutivo se llegue hasta su remate o se paguen 1.050 pesos que
corresponden a razón de tres pesos arroba que es el precio más equitativo, pues al
momento se vende más caro. Embargado el bien se procede para agosto de 1787 a su
tasación de la siguiente manera:

Primero se tasó y avaluó el sitio de Ingapirca con cuarenta cabezas de ganado vacuno,
entre chicas y grandes, machos y hembras a quince pesos cada cabeza, importando 630
pesos.

Tres corrales de piedras con sus trancas que se hallan situados en dicho sitio a quince
pesos cada uno, importan cuarenta y cinco pesos.

Una casa de vivienda de madera y paja del monte sobre paredes de bahareque sin
puertas ni cerradura alguna en cuatro pesos.

Un indio cuya duda constara de su tarja.

Sumadas las partidas de esta tasación importa la cantidad de 679 pesos19.

El 17 de marzo de 1787 pareció Dn. Vicente Nieto y dijo que el Dr. Dn. Josef de Rada y
Alvear abogado de la Real Audiencia ha seguido causa ejecutiva contra el hato y sitio de
Ingapirca de propiedad de Dña Magdalena Beltrán y Mora por la cantidad de 1.050 pesos
que debe por el importe de 350 arrobas de cascarilla fina, y se ha dictaminado que se
verifique la sentencia y se haga la venta de dicho hato, pero si la ejecutada mostrara
instrumento que comprobara el pago de la cantidad o pagara llanamente la deuda, la
sentencia será revocada20.

19
ANH/C, Fondo Judicial, Doc. 98.925, fols.3-20.
20
ANH/C, Fondo Notarial, Notaría 4ta, Libro 4, Años, 1787, 1788, 1789, fols.39v-40.

24
4. EL SITIO DE INGAPIRCA EN EL SIGLO XIX:
4.1. Tierras pertenecientes a la familia Rodas (tierras en las que están
circunscritas las ruinas arqueológicas):

Nos referiremos ahora a las tierras de Ingapirca en las cuales está circunscrito el
monumento arqueológico. Así tenemos que en el testamento otorgado por el prelado Dr.
Pedro Ochoa de Guzmán el 03 de diciembre de 1834 se realiza una descripción de las
estructuras utilizadas como vivienda, conociéndose que en la parte superior de la elipse
existió una vivienda con techo de paja, utilizándose las paredes de las estructuras
existentes21

Posteriormente para el año de 1854 la propiedad está en manos del Sr. Domingo Rodas
Andrade dueño de la hacienda de Ingapirca, quien solicita al Jefe Político del cantón
Cañar para que esta autoridad se haga cargo del antiguo monumento de Ingapirca
construido por los Incas, para que bajo su responsabilidad cuide de su conservación, para
que no haya excavaciones ni dentro, ni fuera, ni en los alrededores del edificio, aún
cuando la Superior Gobernación haya permitido antes a algunos, dichas excavaciones y si
asomare alguno con esa intención que se haga saber inmediatamente a la jefatura.

A razón de la petición anterior, el 18 de mayo de 1854 el Jefe Político del Cantón Cañar
Dn. José Alejandro Espinosa realiza una descripción del Castillo de Ingapirca, a solicitud
del Sr. Gobernador, su autoridad superior. Menciona en primer lugar que “reconoció por la
parte del oriente la altura de su base calculando en más de cincuenta varas situado sobre
una cuchilla o cerro mediano de tierra sólida y firme, y por esta misma parte destruido por
un desplome la porción de seis a ocho varas en dicha altura.
Segundo por la parte del occidente se observó su altura en la de ocho varas por encontrar
su local en un planicio que el edificio de este monumento se repara sin lección alguna: su
situación diurnal, que contiene su longitud de cuarenta varas poco mas y su latitud la de
veinte varas, tomando la línia de dho monumento se repara una pared que hace trinchera

21
Bolívar Cárdenas, Diccionario Enciclopédico de Historia Regional, CCE. núcleo del Cañar, Nueva
Editorial Alfonso María Arce, 2005: 229-231.

25
formada de piedras labradas tan buenas como las del Castillo, su estension de más de
veinte varas.

Tercero al lado del este, hacia la izquierda se encuentran unas paredes muy bien
figuradas con cuatro nichos o alacenas del grandor de una vara y cuarta, colocados en los
extremos de dichas paredes.

Cuarto las casas del Sr. Domingo Rodas se hallan construidas sobre cimientos puestos
por los Incas cuya portada encuentra con la entrada al Castillo por el lado del occidente
callejón en medio, y dicha entrada hace por dos graderías de piedras primorosamente
colocadas, y al frente un nicho del grandor de vara y media, y sobre el plan de aquel
monumento se ve otro edificio construido con mucha gracia y algunas piedras que sirven
de poste, sobre cuyo edificio se halla una casa que los interesados han formado con el
nombre de Capilla la que se halla en deterioro siendo su cubierta de paja. Descripción
echa en virtud de superior orden de su Sria. Sr. Gobernador de la Provincia. Cañar mayo
19 de 1854.

José Alejandro Espinosa”22

Posteriormente al parecer la hacienda pasa a manos de su hierno el Sr. José Heredia y


de su hija la Sra. María Rodas quienes enfrentan problemas por la posesión de la
hacienda. Y para el 18 de septiembre de 1865 inician causa judicial para descubrir los
autores del incendio producido en la casa de hacienda de Ingapirca, mandándose tomar
declaraciones de los testigos. El propietario de la hacienda declara que a eso de las 10 u
11 de la noche del 4 de ese mes, se encontraba en la casa con toda su familia y
sirvientes, es decir con su esposa la Sra. María Rodas, el Sr. Manuel Rodas Sempertegui,
su esposa Josefa Rodas, Josefina Rejina y Soila Rodas hijas del Sr. Manuel Rodas Ávila;
y fue la mujer del guasicama Guillerma Manobanda la que dio aviso al mayordomo quien
despertándoles les alertó del incendio. Que reparó que la casa estaba quemándose por
tres costados, en la potada principal que está al oriente, en la puerta del granero que está

22
AHN/C, Fondo Judicial, Arq. 1295, Gob. Adm., fl. 1-1v.

26
al norte y al sur en donde están las piezas de habitación, que ante tal situación mando
juntar gente del vecindario para que favorecieran en el incendio, favoreciendo los Sres.

José Zamora, Manuel Cordero que viven por elevación a distancia de unas cuatro o cinco
cuadras en el hato de la Virgen y andando por lo quebrado del camino unas ocho o diez
cuadras, así mismo favorecieron el incendio otras personas y vecinos blancos e indios de
aquel lugar.

Tomadas las declaraciones del dueño de la hacienda manifiesta que el único enemigo
que tiene y que le pudo perjudicar de esta manera es el Sr. Agustín Espinosa que vive en
aquel punto, el Sr. Manuel Saeteros y la Sra. Mercedes Rodas madre de Agustín
Espinosa (cuñada del Sr. Heredia, hermana de la Sra. María Rodas Ávila y de Manuel
Rodas Ávila, padre de Rejina Rodas), quienes le tienen entablado un juicio criminal
pendiente por el delito de allanamiento de su hacienda de Ingapirca. El declarante
manifiesta además que llegó a saber por boca de la Sra. Rejina Rodas, José Mendes,
Manuel Naranjo, José Romero, Juan y Carmen Verdugo, Paula Santander y Atanacio
Paredes, que los citados Espinosa, la Sra. Mercedes Rodas y Manuel Saeteros pocos
días antes del incendio habían andado insultando al denunciante y amenazando con ruina
en sus intereses, que sospecha que también estuvo involucrado en el hecho Pedro Calle
y su mujer que viven en mal estado y mala moral.

El juez determina que hay suficiente evidencia para formación de causa contra la Sra.
Mercedes Rodas por el delito de incendio, librándose mandamiento de prisión y embargo
de bienes por la cantidad de mil pesos. El defensor de la Sra. Rodas pide se llamen a
declarar a sus testigos para desestimar las declaraciones de los testigos de Heredia23.

5. EL FUNDO DE INGAPIRCA EN EL SIGLO XX:

Para el siglo XX la propiedad anteriormente mencionada sigue al parecer en posesión de


los descendientes de la familia Rodas. Pues para el 09 de julio de 1915 Mariano Vásquez
López colector de los fondos y representante del Colegio Seminario de Cuenca inicia un

23
AHN/C, Fondo Judicial, Doc. 89.063, Año 1865-1866, fls. 1-36

27
juicio sobre resolución de terminación de un contrato de arrendamiento del fundo de
Ingapirca contra el Sr. Rafael Rodas y el 06 de febrero de 1917 el mismo colector solicita
se declare desierta la apelación interpuesta por Rodas, condenándole al pago de las
costas procesales24.

Como sabemos posteriormente para la década del 60 la hacienda llamada para entonces
del Colegio, era de pertenencia de la Curia Diocesana de Cuenca, y sus paredes de
construcción prehispánica formaban parte de la casa de hacienda, cocina, depósito de
granos y establos.

5.1. Fundo Chuguín en el sitio de Ingapirca:

Se conoce además que en el sitio de Ingapirca se encontraba el fundo del Tránsito que
antes se titulaba Chuguin, propiedad que para principios de siglo pertenecía a la Sra.
Rosa Piedra, hasta el año de su muerte acaecida el año de 1814.

Posteriormente en el testamento otorgado el 02 de mayo de 1868 por el Sr. Nicolás


Maldonado y Villavicencio, quien declara ser casado con la Sra. María Rosa Gutiérrez y
ser hijo legítimo de José Maldonado y María Villavicencio, se puede verificar que el fundo
Chugín (situado en la parroquia del Tambo) era de su propiedad, obtenido por compra al
Sr. Miguel Heredia.

A la muerte del Sr. Nicolás Maldonado sus herederos deciden dividir el fundo en varios
lotes, con la ayuda de un perito tasador, eligiendo todos los herederos sus porciones de
acuerdo al plano que se levantó, donde se hace constar la extensión y precio del lote que
cada uno tomó. Del fundo se procedieron a hacer varias reducciones como la de los
terrenos inútiles e incultivables y tierra para camino público, quedando para la división
entre los nueve consignatarios la extensión de sesenta y un cuadras once mil novecientas
ochenta y nueve varas cuadradas, tocando a cada uno seis cuadras, doce mil quinientas
treinta y dos varas cuadradas25.

24
ANH/Q, Fondo Haciendas, Caja No. 156, Exp. 10, 11 de enero de 1917, fls. 5-6.
25
ANHC, Fondo Judicial, Doc. 105.664, 85 fols.41-46.

28
Para el año de 1877 la propiedad o parte de la propiedad, estaba en manos del Sr. José
Antonio Andrade Alvear, quien realiza una tasación de dicho fundo en la forma siguiente:
Una casa de habitación cubierta de paja sobre paredes de bahareque y en ella una pieza
con puerta a dos hojas, hacia el patio como atrás, en seguida otra pieza…, delante de las
piezas un corredor ancho con cinco pilares de madera con basas de piedra y a un
extremo su gabinete con puerta de una hoja .., el corredor con sus poyos y pretil, atrás
otro corredor pequeño y angosto en dos pilares de madera y a los extremos dos piecitas
con puertas de madera a dos hojas y en el corredor de atrás con su tumbado algo ruinoso
[… ]

Al frente otra casa cubierta de paja a dos aguas sobre paredes de bahareque ruinosa, con
tres piezas, [… ] delante su corredor en cuatro pilares de madera con basas de piedra,
todo de mala construcción y ruinoso y corredor sobre pretiles en cuarenta pesos.

Atrás de la primera casa se encuentra otra pequeña que hace de cocina, sobre paredes
sencillas de adobe, y hacia la culata un horno de asar pan y delante y detrás de la pieza
corredores, con basas de piedra, ruinoso, donde se trae la madera, valuada en treinta
pesos.

Al límite norte del fundo otra casa cubierta de teja y paredes de bahareque, por delante un
corredor y a los lados gabinetes, de construcción regular valuado en cuarenta pesos.

Un corral de ganado valuado en diez pesos.

Una cerca antigua en el límite oriente del fundo, que principia en la quebrada de
Ingapirca, con la longitud de 7 hectómetros y cinco decámetros y las cercas intermedias
del patio y las que circulan los sembrados cuya longitud es de seis hectómetros y un
decámetro. La zanja así mismo al límite oriente del fundo principiando en el río San
Pedro cuya extensión es de cinco hectómetros y nueve decámetros [ …] valuada en la
suma de cincuenta pesos.

Un alfalfar bueno y cuidado de una hectárea y siete decáreas y dos áreas valuado en
ciento setenta y dos pesos.

29
Los dos riegos que vienen de la parte alta y bañan los terrenos del fundo en la parte
superior e inferior, que hace como playa al Río San Pedro, cuyas aguas dan este riego,
valuada en doscientos veinte y cinco pesos.

El terreno correspondiente o terrenos de sembradíos de la hacienda, que según el


inventario practicado por fallecimiento de la Sra. Rosa Piedra en el año de 1814, tiene por
límites, por el oriente una zanja que principia en el Río San Pedro, toca en el punto del
Pungo y va hasta encontrarse con un camino desde donde forma límite esta, hasta el
punto donde se encuentra el corral desde donde forma un ángulo, hace límite una cerca
algo demolida que en dirección tortuosa va hasta el punto Quillupungo en donde se
encuentra un sienego separando el límite que queda relacionado al fundo de Chuguín de
propiedad del monasterio del Carmen de esta ciudad, aclarándose que en el punto del
cienego se encuentra una cerca con dirección al sur que hace de límite que continua al
cerramiento de los terrenos del fundo del Carmen y que la cerca tortuosa expresada
antes, hace como límite del sur, por razón a su inclinación de la parte superior, que como
una especie de martillo, forma en esta parte el fundo del Sr. Andrade. Del punto del
sienego va formando lindero por el mismo límite del oriente una encañonada de llano
conocida con el nombre de Guñag hasta tocar en las faldas del cerro llamado Tungal de
donde formando ángulo i con dirección al occidente forma límite o lindero las indicadas
faldas del cerro Tungal, hasta encontrarse con el principio de la cerca antigua, de cuyo
punto formando otro ángulo, hace lindero la antedicha cerca separando esta última parte,
esto es desde el sienego hasta el fin de la cerca, el fundo de los terrenos pertenecientes a
los Hatos, como sembradíos titulados antes de Chugin, por el norte con la quebrada con
agua titulada Ingapirca, que separa este fundo de el de Ingapirca del mismo Sr. Andrade y
otros propietarios y por el sur y norte el Río de San Pedro que separa esta hacienda de
las del Colegio Seminario de esta ciudad aclarándose que así al occidente, hace vértice
del ángulo que forma el Río de San Pedro y la quebrada de Ingapirca que se encuentran
en dicho punto, resultó tener de superficie 162 hectáreas, 7 decaáreas y 9 áreas de
farallones y en parte peñas, de mala calidad, se valúa a 10 ctvs la área y el resto de
terrenos buenos, casi en su totalidad cultivados, excepto en unas pequeñas partes, se
justiprecia a un peso el área que importa 15. 487,90.

30
El Hato o acción de sitio integro conocido con el título de Chuguín y que ahora
corresponde al fundo anterior, sus pastos, montes, aguas y abrevaderos que son
extensos y el derecho a la comunidad de los sitios y en atención a que la una caballería
de tierra sembrable se encuentra cuasi cerrada y reducida a límites, por cuanto los
convecinos han cultivado y serrado, su justiprecia en quinientos pesos.

Se avalúan también numerosos animales entre mulas, burros, yeguas, ganado vacuno,
ovejas, cabras, cerdos y bueyes suman 2.898,75 pesos

Deudas que mantienen varios indígenas ….. suman 2.463,93 pesos

Parvas de cebada calculadas en quinientas fanegas 750 pesos

Resumen: Importe de la casas, cercas, alfalfar, terrenos, animales, deudas de los indios,
parvas, suman un valor total de 22.807,58 pesos

Cuenca 21 de abril de 1877” 26.

Posteriormente la hacienda es rematada en remate público, para cubrir cierta deuda que
mantenía el Sr. Antonio Andrade con el Dr. Joaquín Malo, pasando la propiedad a manos
del Monasterio de Carmelitas de la ciudad de Cuenca.

Hacia 1882 el Sr. Isaac Palacios apoderado del dicho monasterio sigue juicio civil contra
los herederos del finado José Antonio Andrade (esposa e hijos que fueron los ejecutados
con enajenación de los bienes que fueron de su padre, pues hacían de vendedores de la
hacienda de Chuguín), por la entrega de todo aquello que compró el monasterio como
perteneciente al fundo de Chugín y sobre rebaja proporcional del precio original.

Federico Andrade, hijo mayor de José Antonio Andrade, manifiesta que su madre la Sra.
Mercedes Gutiérrez tutora de su hijo menor José Antonio Andrade pidió licencia judicial
para enajenar los bienes de su hijo menor que no estaban hipotecados. Además aclara

26
ANHC, Fondo Judicial, Doc.105.664, 85 fols.

31
que con el remate de la hacienda Chugín queda cubierta la deuda con el Sr. Dr. Malo, que
fue el único bien raíz hipotecado como garantía del crédito otorgado. Añade además que
con la venta de otros bienes raíces de su pupilo ha satisfecho otras acreencias, teniendo
en mira evitarle otros perjuicios por ejecución.

Además como parte del litigio aclara que es falso que los terrenos de Chugín
pertenecientes a la familia Rodas y Maldonado hayan pertenecido después de la hipoteca
al fundo rematado y que lo que se hipoteco no era sino solo cien cuadras de terreno y lo
que se ha rematado contiene no solamente este número de cuadras sino sesenta y
demás cuadras según la tasación legítima del Sr. Juan Molina. Además de que se han
producido otras falsedades e inexactitudes en un posterior avalúo realizado por el Sr.
Quintanilla, nuevo tasador nombrado para el efecto, resultando un valor muy inferior al
producido anteriormente. Federico Andrade intentó además nulitar el remate de la
hacienda de Chugín sin conseguirlo27.

6. CARACTERÍSTICAS DESCRITAS POR LOS


DIFERENTES VIAJEROS Y CIENTÍFICOS QUE VISITARON
EL COMPLEJO ARQUEOLÓGICO:

Los numerosos viajeros y científicos que visitaron el monumento nos dan sus propias
versiones al describir el monumento, a continuación nos remitiremos a sus descripciones:

6.1. La Condamine y su versión:

La descripción que va acompañada de su respectivo plano levantado por el científico


francés La Condamine, (1739) es como sigue:

“La fortaleza que en el estado actual está compuesta de un terraplén (AB) artificial,
elevado del nivel a la altura de 14 pies (4,55 m), 15 (4,87 m.) y 18 pies (5,85 m.)
sobre un suelo desigual, y en medio de este terraplén una habitación cuadrada
27
Idem.

32
(CD), que debió servir seguramente de atalaya para el Cuerpo de Guardia. El
terraplén como la plataforma tiene 8 toesas (15,60 m.) de ancho por veinte toesas
(39 m.) de largo. Las dos extremidades (AB) son redondeadas, de manera que su
figura es la de un óvalo alargado y un poco ensanchado al medio.
Por el costado norte la fortaleza es escarpada y la terraza (EF) que sostiene el
terraplén tiene por base una segunda terraza (GH) de seis pies de largo (1,95 m.)
y de quince a diez y seis pies de alto (4,85 m. a 5.20 m.) fuera de la pradera. Todo
este cerco esta defendido por una muralla de tres pies (0.94 m.) de espesor por
alto, de piedras de una especie de granito bien encuadradas, perfectamente
juntas, sin ninguna apariencia de cemento, las cuales al presente se hallan
intactas. Todas las hiladas de piedras son exactamente paralelas y de la misma
altura, circunstancia particular a estas ruinas y contraria a las que he observado en
el Callo. Las uniones de las piedras serían imperceptibles, si su superficie fuera
plana, pero están talladas en almohadillado, la cara anterior de cada piedra (t-u) es
ligeramente convexa o bombeada al medio, y cortada en bisel hacia los bordes, de
manera que sus uniones forman pequeños canales que sirven de ornamento, casi
como las separaciones de piedras en las pilastras de un orden rústico. Rara dar
esta convexidad regular y uniforme en todas las piedras, lo mismo que para
pulirlas perfectamente las caras interiores por donde ellas se tocan ¿qué trabajo y
que í industria ha podido suplir a nuestros instrumentos, entre estos pueblos que
no han tenido ningún utensilio de fierro y que no han podido tallar piedras más
duras que el mármol, sino con hachas de piedra y aplanarlas mediante el
frotamiento?.

Se sube a la explanada por dos ramplas colocadas al sur y al norte de la fortaleza,


paralelas a lo largo del terraplén, la primera (IK) que concluye al medio, la segunda
(LM) se termina como a una cuarta parte de la extensión de la plataforma, a la
derecha (M) donde concluye la rampa, comienza la terraza inferior (GH) de que
hemos hablado; aquella forma un falso cinturón de una toesa (1.95 m.) de largo y
cubre todo el resto de la fachada septentrional de la fortaleza.

El edificio (CD) casi cuadrado, que se supone destinado a un cuarto de guardia y


al cual di ese nombre, está aislado y situado en medio de la explanada, tiene 24

33
pies (7,80 m.) de largo, por 22 (7,15 m.) de ancho, dividido en toda su extensión
por un muro (NO) formando dos partes iguales, largas y estrechas sin ninguna
comunicación entre ellas. Se entra por dos puertas opuestas (PQ) abiertas al
centro de los grandes frentes del edificio y miran a las dos extremidades
semicirculares (AB), en que termina la plataforma.

Los muros de este cuerpo de guardia tienen dos pies y medio (0.81 m.) de
espesor, están menos bien conservados que el revestimiento del terraplén; la
punta o la parte superior de los dos extremos, se puede decir que es fábrica
moderna, por lo menos ella no es de piedra como el resto, sino de un ladrillo
secado al aire y que los españoles llaman adobe,… manifestaré solamente que
todas las otras murallas de este monumento son de piedra, que terminado a
escuadra, no tienen ninguna ventana, como hay una en la parte alta de la pared
del cuerpo de guardia. Esta sola circunstancia me parece suficiente para decir que
esta parte del edificio no es del tiempo de los Incas.

En las esquinas de los muros del cuerpo de guardia, las piedras no son
alternativamente entrantes y salientes, para hacer la trabazón de las paredes
como en nuestros edificios y para suplir aquello, hay en este, piedras alargadas,
que atraviesan diagonalmente de una muralla a otra. La parte introducida en los
muros es maciza y tallada, todo del mismo grosor que las otras piedras, pero el
travesaño que comunica de un muro a otro, es adelgazado y redondeado, en
forma de cilindro, más o menos del grosor del brazo.

Hay además fuera de las esquinas, de espacio en espacio en la pieza occidental


de las dos que forma el cuerpo de guardia otras seis piedras cilíndricas que
sobresalen un pie y medio (0.49 m.) fuera del muro en ángulo recto. Estas parecen
haber sido destinadas para colgar armas. Todas estas piedras son muy duras, así
como aquellas del revestimiento, es una especie de granito que no se encuentra
en las canteras cercanas. No hay en todas las ruinas de que aquí se habla,
ninguna piedra más grande que aquellas que forman los dinteles de las puertas y
no miden sino seis pies (1,95 m.) de largo. Estos dinteles necesariamente debían
haber sido hechos de una sola pieza para poder colocarlos sobre las jambas, los

34
indios no han conocido el arte de hacer bóvedas. Las dos puertas (P-Q) del cuerpo
de guardia son de tres pies (0.97 m.) de ancho hacia la base y como de una toesa
(1,95 m.) de alto, las jambas no son paralelas y se aproximan un poco en la parte
alta. Hay en los cuartos, donde dan entrada, en el interior de las murallas y a la
altura de apoyo, nichos de forma cuadrada, más altos que anchos, de quince a
diez y seis pulgadas (0,40 x 0.43 m.) de profundidad, como armarios. Yo no he
visto ninguna otra cosa digna de atención.

Fuera del terraplén, del lado oeste, el terreno sigue escarpado, aunque va bajando
insensiblemente, está sostenido en toda su extensión por una terraza (R-S)
revestida de piedra, como el gran terraplén, doce pies (3,90 m.) más bajo que la
plataforma oval. Esta terraza nace en la extremidad occidental del terraplén,
avanza en saliente (R) algunos pies al norte como para atajar el término de la falsa
cintura (G-H). De allí vuelve en ángulo derecho hacia el oeste y se prolonga en
una extensión (R-S) de ochenta y cuatro pies (27,30 m.), formando una cortina, en
que la extremidad occidental se apoya en una especie de bastión cuadrado (S-T)
compuesto de dos flancos y de un frente. Del lado de este bastión no hay sino
vestigios de una muralla simple. Sin ninguna apariencia de fortificación. Esta
muralla siguiendo siempre la parte más elevada del terreno, que se aplana poco a
poco, retoma al Este por el Sur, haciendo un medio círculo (T-V) y volviendo a ser
enseguida paralela a la longitud del terraplén. La última parte de la muralla (V-X)
subsiste todavía entera, el resto del cercado es muy irregular, el plano solo puede
dar una idea del circuito (X-Y-Z-W & L).

Actualmente el recinto está dividido en cuatro patios. Los vestigios del primero al
lado oriental, están bastante visibles, su forma (W-D & C) es la de un cuadrado de
ochenta pies (26 m.) por ciento diez (35,70 m.), ha estado por lo que parece,
rodeado de pequeñas habitaciones aisladas, más largas que anchas, donde se
distinguen todavía los cimientos (W & S-D-Z-G).

El segundo patio (G-D-L-Ds) es un poco más pequeño sin ningún vestigio de


edificio.

35
En el tercero que es más grande y de forma irregular (X-Y-Z-L-I) no he visto
muchas ruinas que las de un cuarto cuadrado situado en el ángulo (L) por donde
se entra actualmente en este patio. Pero como los muros que cierran estos tres
patios son de construcción moderna y que como no he visto cimientos antiguos,
sino aquellos del cuerpo de habitaciones aislados (G-W-&-S-D-Z-L) es más posible
y casi seguro que esos edificios hubieran estado fuera del recinto de la fortaleza y
de las habitaciones del Inca. Seguramente se hallaban allí las habitaciones de los
oficiales y más personas de su servicio. No se puede hacer sobre ellos sino vagas
conjeturas, pero no hay equivocación sobre la antigüedad de los muros que cierran
el cuarto patio (R-T-V-X) y ocupa el terreno vecino al terraplén, al sur y al
occidente. Estos muros son evidentemente tan antiguos como los edificios
encerrados en sus contornos y se puede creer que esas son las verdaderas ruinas
de las habitaciones propiamente dichas del Inca.

Las seis salas o cuartos (a, b, c, d, e, f) del cuarto patio están mejor conservados
que los precedentes y encerrados dentro del cercado irregular (R-S-T-V-X) ya
descrito, al sur y oeste de la fortaleza. Este y la cortina (R-S) apoyada al terraplén
(A-B) y al bastión (S-T) cubren las seis piezas interiores, que me resta informar.
Se viene por un pasadizo o galería estrecha (g h) de diez y siete a diez y ocho
toesas (33 a 35 m.) de largo por una toesa de ancho (1,95 m). Esta galería es
paralela al terraplén y más cercana a la rampa interior (I-K) por la cual se asciende
a la plataforma de la fortaleza del lado sur. La muralla septentrional (g i h) de esta
galería está bien conservada, la opuesta está completamente demolida, solamente
se ve por la interrupción de los cimientos en los intervalos de las paredes de las
tres salas (a,b,c) apoyadas a este muro, que ha habido dos puertas (r s) que
daban entrada a los dos pequeños patios que separaban esas tres salas o
“cuerpo de guardias” (a b c). Las jambas y dinteles de las puertas (g h) de la
galería son de un trabajo más esmerado y fino, que de las otras puertas, las
uniones de las piedras son imperceptibles. Estas puertas son más elevadas y en
vez de seis pies (1,95 m.) que es la altura ordinaria de las otras, éstas tienen siete
pies nueve pulgadas (2.50 m.) de alto, por lo que parece estaban destinadas para
el paso del Inca, que según los historiadores era transportado en litera sobre los
hombros de sus súbditos.

36
Estas dos puertas tienen una singularidad notable, que todavía les distingue. En la
parte baja de cada jamba, cerca del suelo, en el interior, hay dos hoyos de dos
pulgadas cuadradas (15 cm.) redondeados un poco en la parte alta y distantes el
uno del otro algunas pulgadas. Estos dos agujeros penetran alrededor de medio
pie (0.16 m.) en el espesor de la piedra y se comunican en el interior a medio pie
(0.16 m.) de la superficie exterior de la muralla. Su plano horizontal tiene casi la
figura de herradura (x,y,z). Es de suponer que ese canal de comunicación está
cavado en la piedra, es mucho más simple y cómodo creer que está hecho entre
dos piedras del muro.

En cuanto al uso de esos hoyos, horados de parte a parte que se hallan en la parte
baja de las jambas de las puertas de la galería, es probable que sirvieran para
cerrar la puerta y suplieron a los goznes, de los cuales no se encuentran vestigios.
Sin duda esas puertas se levantaban o bajaban, en forma de puente levadizo y
estaban atadas, por correas o por cadenas de metal. Estas cadenas o correas,
pasadas en el canal practicado dentro de la piedra, podrían tomar la parte baja de
la puerta y hacer el oficio de una visagra. La puerta interior (h) de la galería, da
entrada al último recinto (R S T V X g) que he llamado el cuarto patio.

De los seis cuartos o salas que están encerrados en su circuito dos (d,c) están
apoyados a la derecha y a la izquierda de los muros de la galería y tiene sus
puertas (k, l) como aquel de la galería (h) con dirección al occidente. Dos de las
otras piezas (e, f) hechas contra escuadra no dejan sino estrechos pasajes entre
sus ángulos, tienen sus puertas (n, o) la una hacia el oriente y la otra al norte.
Estas diferentes habitaciones no solamente no son exactamente paralelas a
dichas habitaciones o construidas en ángulo recto unas en relación a otras, sino
que tienen sesgos y oblicuidades que manifiestan fueron hechas a simple vista y
sin los socorros de la escuadra, o de otras prácticas vulgares, que sirven para
dirigir las más simples obras.

Es probable por la situación de estas cuatro piezas que las dos primeras (d, c)
estaban destinadas para alojamiento de los servicios domésticos y de la guardia

37
del príncipe, las otras dos han podido servir de cocina y bodega al menos ellas han
podido ser suficientes para ello.

En cuanto a las dos habitaciones (a, b) que están frente una a otra, en la parte
interior del patio y más al cubierto de la fortaleza, eran sin duda para el alojamiento
del Inca y de sus mujeres. No hay duda, las puertas (p, c) de estas dos piezas son
lo mismo que las de la galería (g, h) de una altura proporcionada para dar paso a
un hombre sentado, y que le transporten en litera sobre las espaldas de otros
hombres. Ellas son opuestas y frente la una de la otra, tienen por dentro agujeros,
parecidos a las puertas de la galería de entrada y se cierran en consecuencia de la
misma manera, al contrario de las otras puertas, que no tienen vestigio de
cerradura. Estas dos salas tienen treinta pies (9,75 m.) de largo, por catorce (4,55
m.) de ancho y son un pie (0,32 m.) más estrechas que la pieza ( c ) que yo
supuse ser de los guardianes. Hay en los muros a la altura del apoyo, diez y nueve
nichos, profundos de seis pulgadas (0,43 m.) como en las otras piezas, son
semejantes, a las del cuerpo de guardia de la fortaleza, no se observa nada más
de particular. Diremos solamente que hemos encontrado cubetas de piedra, con
pies de la misma materia, que se suponen haber servido de braseros.

Busque en vano la salida de un pretendido subterráneo, del que nos habían


hablado en el país, y que se decía estar practicando bajo el Castillo, pero no
encontré sino algunos hundimientos de tierra y de rocas, causados por la caída de
las aguas en una cavidad, al oeste de la fortaleza y el cortijo edificado con ruinas
del castillo, me asegura que no hay ningún subterráneo”28

6.2. Jorge Juan y Antonio de Ulloa y su descripción de Ingapirca:

A estos dos viajeros se debe una descripción de Ingapirca, realizada en 1748 y publicada
en 1768. En su “Relación histórica del viaje a la América Meridional” nos presentan así a
Ingapirca, “en el pueblo de Atun Cañar que significa Cañar grande …. los naturales se
hicieron dignos de que reconocido el Inca Tupac Yupanqui enriqueciesse aquel país con

28
La Condamine en Mario Jaramillo Paredes, Estudio Histórico sobre Ingapirca, Ed. Universidad
Católica, Quito, 1976 pgs. 31-39,

38
magníficos Templos, mandados fabricar para tributar en ellos las adoraciones al Sol,
suntuosos palacios, casas de escogidas, y fotalezas todos de piedra al modo de los del
Cuzco y vestidos por adentro con chapas de oro, de cuyas obras se conservan todavía las
memorias en una fotaleza y palacio, que permanece en aquel territorio, no tan
desfigurado, que sus ruinas obscurezcan del todo la magnificencia de la obra, de que daré
noticia en otra parte”.

En el mismo texto, tal como lo refieren dan una más detallada descripción29:

“Hacia la parte del nordeste del pueblo de Hatun Cañar (Cañar grande) como a
dos leguas distante de él, se conserva la fábrica de una fortaleza y palacio de los
Reyes Ingas, y es esta la más formal, capaz y bien distribuida que se encuentra en
todo aquel reino. Por la parte donde tiene la entrada hace frente a un pequeño río
que pasa inmediato a sus paredes y por la opuesta termina en la pendiente de un
cerro no muy alto con una larga y levantada muralla, en el medio casi de esta hay
un Torreón en figura oval, que se levanta del suelo interior del edificio como dos
toesas (la toesa es una antigua medida francesa de longitud que equivale a 1,946
m), o una y media, pero por la parte exterior se eleva del de aquella pendiente de
seis a ocho de las mismas. Sobre este torreón y en medio de él hay un cuadrado
formado de cuatro paredes, que por la parte que mira a la campaña, tocan sus
ángulos a la circunferencia del oval , no dejando paso alguno y solo queda un
estrecho por el opuesto lado, que corresponde al interior, en medio de este
cuadrado hay una división, la cual forma dos pequeños cuartos que no tienen
comunicación entre sí y se entra a ellos por la puerta que corresponde al lado
opuesto a la división: en los frentes que miran que miran a la campaña tienen
agujeros que servían de vigías y según las circunstancias era este un Cuerpo de
Guardia donde había dos centinelas.

29
Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Relación histórica del viaje a la América Meridional hecho de
orden de su Majestad (1748) Libro VI, Cap. II, pg. 431-439.
http://bibliotecadigitalhispanica.bne.es/view/action/nmets.do?DOCCHOICE=1678031.xml&dvs=137
3382793014~803&locale=es_ES&search_terms=&adjacency=&VIEWER_URL=/view/action/nmets.
do?&DELIVERY_RULE_ID=4&usePid1=true&usePid2=true

39
Tocando la superficie exterior de este óvalo corre después la Muralla, cosa de
cuarenta toesas, por el lado izquierdo y como veinte y cinco por el derecho, esta
muralla se dobla después formando diversos ángulos irregulares y comprendiendo
un terreno espacioso, tenía una sola entrada la cual corresponde en el lado
opuesto al torreón frente del último ángulo, que está a la derecha de él y muy
inmediata a la pequeña quebrada que sirve de madre al río. Desde esta puerta o
entrada sigue un callejón estrecho por donde solo caben con desahogo dos
personas de frente, y llegando hasta aquella muralla opuesta se tuerce y
encamina al torreón conservando siempre el mismo ancho, pero desde el vuelve a
inclinarse para la quebrada, y ensanchándose forma una media plaza delante del
mismo torreón. En estos callejones se hallan a la distancia de cada tres pasos
unos nichos formados en el grueso de la misma muralla a manera de garitas y en
el otro costado dos puertas que daban entrada a dos espaciosas puertas, las
cuales al parecer servían de alojamiento a los soldados, con que se guarnecía
aquel Fuerte.

El ámbito interior correspondiente al siniestro lado del torreón está distribuido en


varias piezas o apartamentos, que daban indicios así por la altura y hechura de las
puertas, como por su distribución ser la vivienda y palacio del príncipe y todas las
paredes de estas piezas están llenas de huecos a manera de alacenas, en las
cuales como también en los dos aposentos que estaban sobre el torreón, en los
nichos de los callejones que sirven de tránsito para la entrada y en las dos piezas
a manera de cuarteles hay unas piedras con cabezas que sobresalen de las
mismas paredes como seis u ocho pulgadas, y de tres a cuatro de diámetro en su
grueso, éstas según se deja entender servían para colgar las armas que usaban.

Toda la principal muralla que está sobre la pendiente de aquel cerro o continúa
lateralmente desde el torreón oval, es bien gruesa, escarpada por afuera y con un
terraplén bien capaz por la parte de adentro, sobresaliendo después a la altura
regular el parapeto, y aunque se andaba enteramente toda la muralla alrededor no
tenía más que una subida para el terraplén, que es por una escalera inmediata al
oval y desde aquel continuaban algunas grandes hasta lo alto del mismo. Esta
obra es así en las murallas como en todas las paredes interiores de piedra de la

40
misma calidad, dureza y también pulida y ajustada como la del Callo, y a imitación
de aquella están destechadas todas las piezas y sin soldado, ni señal de haberlo
tenido”. 30

Como podemos verificar describen e interpretan a su manera muchos detalles


arquitectónicos de esta "Fortaleza y Palacio de los Reyes Ingas" atribuyéndole una
función netamente militar, “al estilo de los castillos europeos de su tiempo: con
torreón, cuerpo de guardia, murallas, vigías, centinelas, soldados y reinos”.
Jaramillo añade además que es indudable que el plano de los científicos adolece
de una serie de errores, como por ejemplo al referirse al acceso al torreón por
medio de dos graderíos laterales situados frente a frente, que los científicos
refieren de una manera vaga y que en el plano no lo hacen constar.

6.3. Dn. Joaquín de Merisalde y Santisteban y su descripción de


Ingapirca:

El Dr. Dn. Joaquín de Merisalde y Santisteban, Corregidor y Justicia Mayor de la provincia


de Cuenca hacia el año de 1763 procede a realizar una relación histórica, política y moral
de la provincia de Cuenca, que la envía al Virrey de Nueva Granada D. Pedro María de
Zerda, donde dedica un par de párrafos a la descripción de las ruinas de Ingapirca,
señalando para las ruinas una función más bien religiosa y ceremonial llamándole
“adoratorio”, rescatando para entonces cierta costumbre que los indios todavía
practicaban, oponiéndose al destino de fortaleza o castillo militar que algunos viajeros le
asignaban.

A continuación la descripción:

“Al Nordeste del pueblo {Cañar} en la distancia de dos leguas existen algunas
antiguas paredes que denotan fueron algo por las señales que la misma ruina
previene, llamadas Ingapirca, que en nuestro idioma quieren decir pared del Inca,
30
Jorge Juan y Antonio de Ulloa (1748) en Mario Jaramillo, Estudio Histórico sobre Ingapirca, Ed.
Universidad Católica del Ecuador, Quito, pg. 27-29.

41
y no dudo serán alguno de esos adoratorios destinado a los pasajeros para
impetrar de sus dioses la benignidad del páramo, que a veces es sumamente
rígido. Aún hoy que la religión católica abraza todos estos dominios, no prescinden
los indios de sus torpes abusos. Ofrecen como víctimas siempre que pasan para
felicitar el tránsito, alguna pequeña piedra en la cima del cerro, donde van
formando varios montones, observando al mismo tiempo notable silencio para no
ser sentidos y dar con el bullicio motivo a la furia del granizo y nevada.

No sé con qué motivo los caballeros del viaje de nuestra América en su citada
Relación Histórica quieren que estas paredes hubiesen sido fortaleza de los Reyes
Ingas, estampando torreones, murallas y fuertes que formaron imaginarias
conjeturas, cuando no tuvieron los indios tan prevenidas defensas, ni su modo de
pelear necesitada de castillos. Sus armas fueron regularmente flechas y nunca
para resistirse buscaban otros muros que sus propios pechos haciendo siempre
sus batallas en la campaña bastante espaciosa”31.

6.4. Dn. Francisco de Requena:

Hacia agosto de 1774 el Ing. Dn. Francisco de Requena realiza una descripción histórica
y geográfica de la provincia de Guayaquil, para acompañar el mapa general de su distrito
e inmediaciones y al referirse al fragoso e incomodo camino que iba de Cuenca a
Guayaquil manifiesta brevemente que: “ los gentiles debieron de conocer las utilidades de
este camino, pues según los vestigios que se hallan por él, de grandes edificios, lo tenían
muy poblado; entre los monumentos más notables y dignos de dar de ellos noticia, son los
fragmentos del palacio de Inga Pirca o Paredes del Inga, que se encuentran en el cerro
del mismo nombre, a un lado del camino, conservan todavía la altura de 4 varas y la
división de ellas, sus repartimientos, surtidas al campo y situación, dan a conocer
sobradamente que sirvieron de fortaleza a los indios, en las que tenían también sus

31
Joaquín de Merisalde y Santisteban (1763), Relación Histórica, Política y Moral de la ciudad de
Cuenca, población y hermosura de su provincia en Ponce Leiva Pilar, Relaciones Histórico
Geográficas de la Audiencia de Quito, Siglo XVI-XIX, Tomo II siglo XVII-XIX, Marka Instituto de
Historia y Antropología Andina y Abya Yala, Quito, 1994, pg. 393-394.

42
garitas o vigías, el plano de este edificio lo conservo como bastante curioso de la
antigüedad de estos países” 32

6.5. Descripción de Alexander Von Humboldt:

Hacia 1802 el monumento es descrito por Alexander Von Humboldt, quien detalla en
primer lugar su ubicación: “Bajando del páramo de Asuay hacia el sur, por entre las
haciendas de Turcha y Burgay, se halla un monumento de la antigua arquitectura
peruana, llamado Ingapirca o fortaleza del Cañar, si puede llamarse fortaleza una colina
que acaba en plataforma y es menos notable por su magnitud que por su perfecto estado
de conservación”33.

El edificio se emplaza sobre una terraza al lado de una quebrada conocida con el nombre
de Intihuayco, constituye una llanura extensa comprendida entre tres ríos de poco caudal,
que se juntan formando un solo río más abajo del edificio. Uno de estos ríos lleva por
nombre Gulán y corre por delante del Inga Chungana, que es un asentamiento labrado en
la roca sobre la cumbre de la pendiente. Casi a las orillas del río en cambio se ubica la
roca del sol o Inti Huayco. Toda esta extensa llanura se hunde formando un vallecito
encerrado entre dos lomas elevadas, la una esta coronada por la famosa elipse de
piedras sillares y la otra al frente por el Inga Chungana, una vereda pone en comunicación
estos dos puntos.

Refiriéndose al edificio de la elipse afirmaba que:

“a la altura de 5 o 6 m. hay un muro de gruesas piedras talladas formando un ovalo


regular cuyo eje máximo tiene casi 38 m. de longitud. El interior es un terraplén
cubierto de hermosa vegetación En el centro de este recinto se levanta una casa
32
Francisco de Requena, Descripción Histórica y Geográfica de la provincia de Guayaquil en el
Virreinato de Santa Fé, para acompañar el mapa general de su distrito e inmediaciones (1774) en
Ponce Leiva Pilar, Relaciones Histórico Geográficas de la Audiencia de Quito, Siglo XVI-XIX, Tomo
II siglo XVII-XIX, Marka Instituto de Historia y Antropología Andina y Abya Yala, Quito, 1994, pg.
527.
33
Alexander Von Humboldt (1878) Monumentos de los pueblos indígenas del Cañar, en Luis A. León,
“Compilación de Crónicas, Relatos y Descripciones de Cuenca y su Provincia, I Parte, Ed. Del Centro de
Investigaciones y Cultura, Banco Central del Ecuador, Cuenca, 1983: 74.

43
de dos habitaciones de 7 m. de altura aprox., la cual casa y su particular recinto,
pertenecen a un sistema de fortificaciones … , que se prolonga 250 mts. El corte
de las piedras, como la disposición de las puertas y nichos y la completa analogía
que existe entre este edificio y los del Cuzco no permite dudar del origen de tal
monumento militar, que servía de alojamiento a los incas cuando pasaban desde
Perú al Reino de Quito. Los cimientos de multitud de edificios que se encuentran
alrededor del recinto, anuncian que en otro tiempo era el Cañar bastante grande
para albergar el pequeño cuerpo de ejército que acompañaba generalmente a los
príncipes en su viaje”34.

Con respecto al interior del monumento comentaba que:

“Todos los restos de la arquitectura peruana esparcidos por la cordillera desde


Cuzco a Cayambe, presentan idéntico carácter, así en el corte de las piedras como
en la forma de las puertas, simétrica distribución de los nichos y completa carencia
de adornos exteriores. Y tan grande es esta uniformidad de construcción que todos
los tambos u hospederías situadas a lo largo de las vías principales, llamadas en
el país casas o palacios del Inca, parecen copias unas de otras…. Distinguíanse
los peruanos por la sencillez, simetría y solidez de sus edificios de incuestionable
función militar. ….

Otra característica que singulariza los monumentos incas es la forma de las


puertas, que alcanzan generalmente de 1,90 a 2 mts. de alto, para que el Inca y
los grandes señores pudieran pasar por ellas conducidos en sillas de manos por
sus vasallos. Las jambas de estas puertas no son paralelas sino inclinadas, para
que permitieran emplear, sin duda dinteles de piedra de menor ancho. Los hocos o
nichos abiertos en las paredes hacían las veces de armarios. Hay entre los hocos
algunas piedras cilíndricas de superficie pulimentada y saliente, de unos 0.50 m.
que los indígenas dijeron servían para colgar armas, vestimenta y además en los
rincones travesaños de pórfidos de forma rara que la Condamine creía que tenían
por objeto unir las paredes, aunque Humboldt se inclina en creer que en tales

34
Idem. 75

44
travesaños se anudaban las cuerdas de las hamacas, añadiendo además la
información de que por lo menos iguales solo que de madera, las hay en las
cabañas de los indios del Orinoco”35.

Jaramillo se pronuncia al respecto, afirmando que es difícil dar crédito a esto, que es más
probable que las piedras sirvieran de contrafuerte de las paredes y como sostén para el
techo, tal como lo afirma la Condamine.

Humboldt se detiene también en la descripción de otros elementos como el Inca


Chungana.

“pequeño monumento colocado al borde de un precipicio y sobre cuyo destino no


están conformes los naturales, lo llaman juego del Inca y consiste en una simple
masa de piedras…. El Inca Chungana visto de lejos, tiene la figura de un canapé
cuyo respaldar está adornado con una especie de cadena de arabesco y se
observa al penetrar en el recinto oval, que no ofrecía asiento sino para una sola
persona que puede colocarse en completa comodidad… Yo no he visto en esta
construcción sino un asiento en un lugar delicioso al borde de un precipicio en la
pendiente de un ribazo que domina el valle, pero indios viejos, hallaban demasiada
sencilla tal explicación, asegurando que por aquella cadena esculpida sobre el
borde del recinto, se hacía correr una bola para divertir al príncipe … El punto del
muro más bajo corresponde a una abertura que la roca ofrece al pie del precipicio,
gruta a donde se llega por un estrecho sendero tallado en el asperón .. Aseguran
los indígenas que en otro tiempo corría por dicho sendero un hilo de agua y quizá
sea preciso ver en él el juego del Inca y que se construyó el monumento para que
el príncipe gozara cómodamente de lo que pasaba por la rápida pendiente de la
roca”36.

Además Humboldt describe otros componentes que aunque no constituyen


edificaciones sino elementos naturales la tradición los ha relacionado con el

35
Alexander Von Humboldt (1878) Monumentos de los pueblos indígenas del Cañar, en Luis A. León, 1983:
79.
36
Idem. 82-83.

45
complejo arqueológico, dotándolos de alguna significación, como la llamada Cara
del Sol en el Inti Huayco “al cual se llega cuando se baja la colina coronada por la
fortaleza del Cañar hacia un valle que el río Gulán ha abierto, donde se encuentran
infinidad de senderos tallados sobre la roca, que terminan en una grieta llamada
Inti Guayco o barranco del sol. Lugar solitario donde se levanta una masa de
asperón de 4 o 5 mts. de altura, una de cuyas caras se muestra cortada a pico
como por mano de hombre. .. Sobre este fondo compacto y a la vez blando se
distinguen unos círculos concéntricos que representan la imagen del sol tal como
lo figuran los pueblos de los albores de la civilización, Los círculos son negruzcos y
en el espacio que contienen se aperciben las líneas medio borradas de dos ojos y
una boca. Por las gradas que hay al pie se llega a un asiento trabajado en la
misma piedra y colocado de suerte que desde el fondo de un hoyo se puede
contemplar aquella imagen del astro del día”37.

Finalmente Humboldt se refiere al plano elaborado por La Condamine en 1739 al que


rectifica de acuerdo con las observaciones que realiza en 1803. La descripción es la
siguiente:

A-B Terraplén de tierra levantado a 5 o 6 metros por encima del nivel del suelo. C-D
Edificio cuadrado del que dimos el Dibujo en la Lámina Interior de la casa del Inca
(Lämina II. 11). En la habitación occidental se distinguen piedras cilíndricas que
sobresalen en ángulo recto, un medio metro fuera del muro y que parecen destinadas a
suspender las armas. L-F Terraza en que se apoya el terraplén A-B y que tiene a su vez
por base una segunda terraza G-H de 2 mts. de ancho por 5 de altura. La plataforma en
que acaba el terraplén A-B tiene la figura de un óvalo alargado cuyo gran eje hace, con el
meridiano magnético, el ángulo N. 6º 0, si se supone la inclinación de la aguja en 8º al
Noreste. S-K y L-M Dos rampas por las que se sube a las explanadas situadas al Sur y
Norte de la fortaleza, la primera de las cuales desemboca en la mitad y la segunda en un
cuarto de la longitud de la plataforma. Al extremo de la rampa septentrional, M, comienza
la terraza inferior G-H . N-O Muro tirado de un remate a otro, y que separa el edificio
cuadrado en dos habitaciones P y Q. Las dos puertas miran a los dos extremos

37
Humboldt (1816) en Juan Cueva Jaramillo, Informe Preliminar de la Primera Etapa de los trabajos
arqueológicos de Ingapirca”, Informe inédito, Julio-septiembre 1970, s/p.

46
semicirculares, A-D, que culminan la plataforma. R-S Terraza recubierta de piedras, 4 mts
más baja que la plataforma oval. Esta terraza nace en el extremo oriental del terraplén:
avanza primero en una saliente R, de unos cuantos pies, hacia el Norte, como para atajar
y dar término a la falsa Braga, G-H; de ahí vira en ángulo recto hacia el Oeste y se
prolonga en una longitud de 28 mts. formando una cortina cuya extremidad occidental se
apoya en una especie de bastión cuadrado T-V compuesto de dos flancos y una cara.

Más allá de este bastión están los vestigios de una muralla, sin apariencia alguna de
fortificación. Esta muralla sigue siempre por la parte más elevada del terreno, que poco a
poco se aplana, retorna al Este por el Sur, haciendo un semicírculo T-V; y se vuelve a
hacer paralela a lo largo del terraplén. La parte V-X de la muralla está bien conservada.
X-Y-Z-W-L Recinto bastante irregular dividido en cuatro patios: el primero, del que quedan
algunos vestigios en su lado oriental en w y , es un cuadrado de 27 mt. por 37 mt.
parece ser que estaba rodeado de aposentos aislados, más bien largos que anchos,
cuyos cimientos pueden aun percibirse en algunos sitios. zp El segundo patio, algo
más pequeño que el primero y sin vestigio alguno de construcción. XYZ p.sg. El tercer
patio, el más grande de todos, pero muy irregular. Los muros de esta parte del recinto son
de construcción moderna y es posible que el pequeño edificio cuadrado, del que se
aprecian las ruinas p, estuviera primitivamente fuera de la fortaleza. a,b,c,d,e,f Seis
cámaras del cuarto patio, comprendidas en el irregular recinto R-S-T-V-X al Sur y Oeste
de la fortaleza. r y s Vestigios de dos puertas horadadas en un muro que era paralelo al
murto g, i, h. g-h Galeria estrecha por la que se llega al bastión ST, la galería es vecina
de la rampa interior Z-K por la que se sube a la plataforma de la fortaleza en lado Sur. k y
l Puertas de los dos edificios d y e. n y o Puertas abiertas al Este y Norte que conducen a
los pequeños edificios e, f. Estos edificios destinados a alojamientos de la guardia del
Inca, parecen construidos con bastante menos cuidado que los precedentes y sin auxilio
de la escuadra. La Condamine piensa que el príncipe y su mujer habitaban los edificios
marcados por las letras a y b. Las puertas p, q, g y b tienen la altura necesaria para que
por ellas pase un hombre sentado en andas, conducido sobre las espaldas de sus
sirvientes. Los nichos excavados en los muros interiores están indicados en el plano”38.

38
Alexander Von Humboldt, Mi viaje por el Camino del Inca (1801-1802) Antología, Edición y
prólogo David Yudilevich. Ed. Universitaria, 2da ed., Santiago de Chile, 2006, pgs. 118-119.

47
Para concluir manifiesta que el propósito principal de su obra era dar exacta cuenta del
estado de las artes entre los pueblos civilizados de América, optando por presentar las
ruinas de la casa del Inca del Cañar tal como estaban en 1739, pues para entonces
(1803) muchos muros se habían derribado y a duras penas se lograba reconocer la
totalidad de las divisiones trazadas en dicho plano.

6.6. Dn. Francisco José de Caldas:

En el siglo XIX, visita y habla de Ingapirca; D. Francisco José de Caldas, multifacético


hombre de cultura. Para 1804 realiza una descripción del lugar, donde se da cuenta de
una manera más objetiva el avanzado estado de destrucción en que se encontraba el
sitio. En su narración afirma que:

“el 18 pasamos al pueblo de Deleg, cerca del Hato de la Virgen, a poca distancia a
la derecha del camino principal, vimos los vestigios de un palacio o fortaleza de los
incas, la obra más suntuosa y más perfecta que nos queda de aquellos
emperadores. Don Antonio de Ulloa describe este edificio y ha publicado un plano
y una vista de él. Nosotros lo hemos hallado ya demasiado deteriorado, casi en
estado de parecer y de no poder formar un juicio cabal de esta preciosa reliquia.

No obstante por lo que aún queda juzgamos descuidos de aquel viajero.

Entremos en un pormenor más circunstanciado. Dentro del mismo edificio se ha


establecido casas y una hacienda perteneciente a un particular, lo que ha
destruido mucha parte de este precioso monumento de la industria y arquitectura
de los Incas. Apenas se puede formar idea de la entrada, patios y salones, todo
está arruinado. No queda otra cosa de que se pueda hacer algún concepto que
aquella parte que Ulloa llama voluntariamente “torreón”, atribuyendo a los
peruanos la arquitectura militar de Europa. Esta parte verdaderamente magnífica,
es un zócalo de figura elíptica cuyo grande diámetro de 110 pies del rey corre de
este a oeste y el menor de treinta y ocho varas sobre el meridiano. Su altura
perpendicular es de 17 pies. Todo este gran zócalo está cubierto o revestido

48
exteriormente de un muro de piedras perfectamente cortadas en paralelepípedos
de igual altura y de largo diferente, formando exteriormente una especie de
almohadillado. Hoy tendrían atrabajo los canteros armados del fierro y el acero en
ejecutar otro tanto, en igual grado de perfección. La arquitectura está tan atrasada
hoy, que podemos decir que los indios en el seno de su barbarie hacían grandes
ventajas a nuestros arquitectos. Once hileras de estas piedras se cuentan desde el
suelo hasta su parte más elevada.

Ulloa pone la grada que facilitaba el ascenso por la parte del occidente y por el
muro, en los planos y vista que formó de este edificio. Pero podemos asegurar que
por la parte del sur, en la extremidad del diámetro pequeño de esta elipse, se ven
todavía los vestigios y gran parte de la bella grada que tuvo. Desde la primera fila
de piedras, hasta la cuarta inclusive se ve una cortadura en el gusto de sus
puertas, es decir más ancho por abajo que por arriba. Desde el nivel de la cuarta
hilera hacia arriba hay dos gradas hasta un descanso que corresponde justamente
a la mitad del edificio superior de que vamos a hablar. Aquí se divide en dos
ramos, el uno que comunica con la mitad oriental de la elipse y el otro con la
occidental, y que terminan en lo más alto de este bello zócalo. Desde la hilera
cuarta hasta el suelo continúa una grada semejante a las anteriores y que
sobresale del muro. Es cierto que se halla esta última parte arruinada y sólo
quedan trozos por donde se conoce lo que existió. Nosotros hemos diseñado esta
parte entera como juzgamos fue y sólidamente lo manifiestan las ruinas.

Sobre éste zócalo y en el centro de la elipse se levanta un edificio cuadrado


dividido en dos por un muro que corre sobre el eje o diámetro menor, sin
comunicación entre sí. Por el este y occidente tiene sus puertas que comunican
con las mitades de la elipse respectiva. Se notan algunas alhacenas y piedras
cilíndricas que sobresalen perpendiculares al muro. Es de la misma piedra y da la
misma forma que la hemos referido hasta la mitad de su altura, y de lo mezclado
con cascajo de aquí arriba. No remata como pinta Ulloa en paredes a nivel, sino en
ángulos como lo manifiesta nuestra vista. Ulloa pinta dos ventanas en la parte del
norte y se hallan en la del sur. Últimamente este viajero asegura que por el lado
del norte no hay paso de un extremo al otro de la elipse y nosotros hemos pasado

49
por este lado con toda comodidad de la parte oriental a la occidental. Si notamos
tanto descuido en las proporciones y en casi todas las demás partes de su plano y
de su vista ¿qué confianza podemos tener sobre lo restante que no es ya posible
diseñar?....

La elipse se halla colocada a orillas de una pendiente que estimamos de 50 a 60


varas castellanas por el lado del norte. En su fondo forma una corta llanada en
figura de vallecillo, que elevándose el terreno por la banda opuesta, se termina en
una cresta de piedra tajada por el norte. Desde esta cresta hasta orillas del río
Cebadas, que corre a corta distancia, estimamos de 120 a 140 varas de elevación.

Los bordes tienen labores a la griega bien labradas en la piedra.

Este fue seguramente un paseo de los emperadores Incas, y es digno de ellos.


Desde esta se descubre una vista encantadora. Domina todo el terreno que hay
por el norte, a su pie corre el río que hoy conocemos con el nombre de Cebadas.
Al frente se precipita el río de la Virgen formando una cascada vistosísima. El lugar
es uno de los más bellos que hemos visto en todo nuestro viaje”39.

Como apreciamos de la descripción anterior Caldas no solo se remite a una descripción


detallada del edificio sino que invierte su tiempo corrigiendo los planos de Jorge Juan y
Antonio de Ulloa y crítica a quienes han aplicado una terminología e interpretación militar
europea a Ingapirca.

Jaramillo al pronunciarse sobre la descripción de Caldas afirma que esta es poco precisa
y nada detallada, pues lo que llamó exclusivamente su atención fue la elipse y su cuerpo
de guardia. Pero si es interesante de extraer de su descripción la mención del acelerado
proceso de destrucción del complejo. Además al realizar una comparación entre el escrito
de Humboldt y Caldas, hechos entre un corto tiempo de diferencia, menciona que el
primero anota en su obra una serie de elementos que no se encuentran mencionados por
Caldas. Uno de estos elementos es por ejemplo el techo del cuerpo de guardia, sobre el

39
Francisco de Caldas, (1849) en Mario Jaramillo, pg. 61-64.

50
cual Humboldt dejó interesantes noticias. En 1804 Caldas no lo menciona o ya no existía.
Igual cosa sucede con el aposento que en el plano de la Condamine corresponde a e,
aposento que Caldas encontró convertido en habitación de una familia de la región,
condición que seguía manteniéndose hasta hace pocos años.

6.7. Monseñor González Suarez:

En sus obras “Estudio Histórico de los Cañaris pobladores de la antigua provincia del
Azuay” (1878) y en su “Historia General de la República del Ecuador” (1892) describe de
manera sistemática al monumento y concluye señalando la función religiosa de todo el
conjunto y, fundamentalmente del palacio principal.

En la primera de las obras mencionada, González Suárez refiere el estado en el que se


encontraba el monumento, en el que se evidencia una parte cañarí y otra inca “los
edificios que levantaron los hijos del sol tienen un carácter de uniformidad tan constante
que visto uno de ellos, ya puede el observador formar idea de los demás”.

Además refiere que Ingapirca o pared del Inca, es el más notable de los edificios Incas
que se conservan en la provincia del Azuay, ubicado “a legua y media de distancia al
noreste del pueblo de Cañar. Se halla construido en una llanura extensa, fría, en el
espacio comprendido por tres ríos de pobre caudal que se juntan en uno solo más abajo
del edificio. Uno de estos ríos se llama Gulán y corre por delante del Inga chungana, el
otro desciende del Hato de la Virgen y al juntarse con el Gulán forma una pequeña pero
hermosa cascada, el tercero pasa por tras del Inga pirca, a poca distancia de la entrada y
es el de más escaso caudal. El sitio escogido para construir este monumento buscado a
propósito por los Incas para hacer de él a la vez lugar de recreo y fortaleza militar. La
extensa llanura se hunde poco a poco hasta formar un vallecito encerrado entre dos
pendientes agrias y bastante elevadas, la una está coronada por la famosa elipse de
piedras sillares y la otra, al frente, por el Inca chungana. Una vereda tortuosa pone en
comunicación estos dos puntos. La elipse es lo mejor conservado del edificio, pues de las
otras partes de él ahora ya no hay más que escombros, aquí está todavía la puerta de la
entrada, allá se conservan en pie algunos muros de piedra, medio derruidos y cubiertos

51
por las yerbas que han crecido sobre ellos, en una parte se ven los cimientos de las
antiguas habitaciones, en otra se conserva intacto un aposento en cuyas paredes se
hallan pequeñas alhacenas, las cuales a lo que parece hacían veces de sillas con piedras
o acaso también con esos grandes tablones de oro, para apoyar sobre ellos los pies”40.

Para los años en que visitó el lugar González Suárez menciona que “en las ruinas del
edificio de los Incas han fabricado la casa de una hacienda y la avaricia insaciable ha
venido también a sentar su mano demoledora, que para buscar oro, ha derribado ya hasta
una parte de la elipse, cuyas grandes piedras sillares, yacen tiradas por el suelo: el mejor
monumento de la arquitectura de los Incas camina pues precipitadamente a su ruina”.

Finalmente en la misma obra hace referencia al Inca Chungana, que constituye según él
un asiento labrado en la roca sobre la cumbre de la pendiente del vallecito, por cuyo fondo
corre el río de Gulán… Y abajo, casi a las orillas del río esta la roca del Sol o el Inti-
huayco.

En su obra Historia General, también menciona al Ingapirca del Cañar:

“en el palacio del Cañar hay piedras enormes, principalmente en el cuerpo de la


elipse y están unidas con tal arte y con tanto primor, que en la juntura de sus caras
no es posible introducir ni la hoja de un delgado cuchillo. En la labor de las piedras
predomina siempre una misma forma, pues todos los lados son toscos y
conservan su figura natural y solamente uno está labrado en forma convexa. Sea
cualquiera el tamaño de las piedras, la labor es la misma, lo cual da a los edificios
de los Incas un aspecto exterior que no carece de hermosura. La techumbre era
siempre de paja con bastante inclinación para dar caída a la corriente de las
aguas, los aposentos no tenían comunicación interior unos con otros y las puertas
eran muy altas y anchas en la base y angostas en la parte superior, de umbrales
servían unas losas grandes de piedras; no había ventana para dar luz a los
aposentos, pero en las paredes de éstos estaban dispuestas unas como

40
Federico González Suárez, Estudios y Selecciones de Carlos Manuel Larrea, Cap. VI.
Monumentos de los Incas, http://www.cervantesvirtual.com/obra-vision/federico-gonzalezsuarez--0

52
alhacenas pequeñas de la misma figura que las puertas. En el palacio de Cañar
había algunos departamentos cuyas paredes se hallaban cubiertas de una pasta
de barro muy delgada, pintada de rojo bastante claro…. Llama la atención ciertas
piedras con prolongaciones cilíndricas gruesas labradas a manera de clavos en las
mismas paredes, donde están dispuestas simétricamente.

Estos edificios son pues sólidos y grandiosos, pero carecen absolutamente de


belleza en el conjunto. Los Incas no conocieron ni los arcos, ni las bóvedas, ni las
columnas en su arquitectura y lo suntuoso de sus edificios debió estar sin duda en
la riqueza de las piezas de plata y de oro que adornaban los muros en lo interior
de las habitaciones41.

6.8. Descripción del Dr. Paul Rivet y R. Verneau:

Estos dos estudiosos estuvieron en el Ecuador como miembros de la Segunda Misión


Geodésica entre los años de 1899 y 1906. En su obra Etnografía Antigua del Ecuador
realizan una descripción detallada del monumento. Afirmando que: “Las ruinas que
actualmente llevan el nombre de Ingapirca se llamaban en los primeros tiempos de la
ocupación española Hatun Cañar y están situadas a diez u once kilómetros al este de la
Villa de Cañar. ….”

Además en base a la descripción ý el mapa especialmente de la Condamine (1739)


establecen una comparación que les permite observar el franco proceso de destrucción
del sitio y la desaparición de muchos elementos arquitectónicos del monumento.

Rivet y Verneau manifiestan que el plano de la Condamine puede considerarse como un


modelo de exactitud y claridad y puede mostrar el estado primitivo del edificio. En cuanto
a las observaciones posteriores de Humboldt (1801) y Caldas (1804) la obra destructiva
del edificio estaba ya avanzada, de tal suerte que las posteriores descripciones de

41
Federico González Suárez en Mario Jaramillo, pg. 65-68.

53
Villavicencio, Habel, Wolf, Reiss y González Suárez no pudieron ya observar sino restos
insignificantes del edificio total42.
Mencionan además que al confrontar su plano con el plano de la Condamine se puede
establecer que:

“no existe hoy del edificio primitivo sino la fortaleza elíptica A B con su cuerpo de
guardia C D completamente en ruinas, la falsa plataforma G H, la terraza R S,
trazos del muro cercado X V, la sala a, en su integridad, algunos restos de salas
f, e, d y el principio de la galería g, h. Es probable que los vestigios de
construcción que en nuestro plano se encuentran entre esta galería y la elipse, son
aquellos más o menos recompuestos de la muralla I, K, que sirven de sostén al
terraplén meridional.

Se notará entre nuestro plano y el de la Condamine una sola diferencia esencial,


ella se refiere a las vías de acceso que conducen a la parte superior de la elipse.
La Condamine habla de dos rampas, la una septentrional y la otra meridional.
Nosotros no hemos encontrado ni la una ni la otra. La que linda sobre el costado
norte de la elipse, el estado de deterioro de la elipse explica su desaparición, así
como la de la puerta M, tallada en el revestimiento exterior de la elipse, a la que
ella linda.

En cuanto a la abertura meridional N, ella está bien conservada, exactamente en el


punto en que la coloca La Condamine, es decir, en el medio de la elipse. Sin
embargo no linda sino con una rampa, pero por una doble escalera exterior
compuesta de cinco peldaños correspondientes a las cuatro filas inferiores de
piedra de la elipse. A este nivel se encuentra la abertura, cuya forma primitiva es
trapezoidal. Conduce a una meseta interior comprendida entre elmuro de
revestimiento y los basamentos del edificio que la Condamine llama Cuerpo de
Guardia, desde donde una doble escalera de seis peldaños conduce
respectivamente a la parte occidental y a la parte oriental de la plataforma de la
elipse.

42
Paul Rivet (1904) en Mario Jaramillo, Estudio Histórico sobre Ingapirca, … pg. 44.

54
Esta disposición es muy antigua, porque ella existía en el tiempo de Humboldt y de
Caldas y se puede juzgar por el extracto siguiente de la descripción de este último
autor, suficientemente explícito a pesar de la ausencia de planos que estaban
juntos y que desgraciadamente se han perdido. Desde la primera fila de piedras
hasta la cuarta inclusive se ve una abertura de forma de sus puertas (de los incas),
es decir más ancho abajo que arriba. Desde el nivel de la cuarta fila hacia arriba,
hay dos gradas hasta una meseta, que corresponde justamente a la mitad del
edificio superior. Allí se divisan dos partes, una que comunica con la mitad este de
la elipse y la otra con la mitad oeste y que se va a terminar con la parte más alta
de este hermoso basamento.- Desde la cuarta fila hasta el suelo, continúa una
escalera semejante a las precedentes y que es exterior al muro.

A nuestro juicio la escalera anterior debía existir en el tiempo de la Condamine,


aunque este autor ha omitido hablarnos de ella. Respecto de la escalera exterior
es verdad que ella ha sido añadida después de la destrucción de la rampa de
acceso de la que nos hablan los viajeros.

Otro detalle se ha escapado a todos los visitantes, menos a Juan y Ulloa. Sobre la
meseta con la cual linda la escalera exterior, el basamento del edificio que corona
la elipse, presenta una puerta de forma trapezoidal como todas las puertas
incásicas, edificada con piedras colocadas con tanto cuidado como lo están las de
la elipse. Nos ha sido imposible por falta de tiempo, buscar el objeto exacto de
esta puerta falsa. Es probable que ella constituya un simple ornamento
arquitectónico. Sin admitir que ella sea la entrada de un subterráneo que comunica
el monumento de Ingapirca con el de Pomallacta según la leyenda conservada
entre los indígenas, nos parece que daría resultados interesantes, cualquier
excavación que a este nivel se practique.

Otro punto en el que nos debemos detener un instante es en la afirmación de La


Condamine quien dice que la parte superior del cuarto de guardia correspondiente
a las paredes, no está edificado con piedras sino con adobes y presenta una
ventana de cada lado. Humboldt hace algunas reservas sobre la exactitud de esta

55
aserción. Se puede dar cuenta por la fotografía que nosotros reproducimos de esta
parte del edificio, que no hay la menor duda: la parte superior de los muros donde
están encajadas las ventanas es bien construida con ladrillo crudo y pertenece a
una época más frecuente que el resto del edificio. Esta recomposición se explica
por el hecho de que una época este edificio servía de capilla y últimamente de
aprisco, antes de ser abandonado, como lo está hoy. Las ruinas por otra parte
están completamente maltratadas a causa de que los habitantes de los
alrededores vienen en busca de materiales para la construcción de sus
habitaciones.

Para terminar diremos que hemos encontrado en la puerta de entrada a, las


canales en forma de herradura atravesando la piedra y que La Condamine ha
descrito tan cuidadosamente y que entre las piedras empleadas para la
construcción de las casas vecinas, hemos visto muchas que presentan sobre una
de sus faces, una canal para dar paso al agua, y que sin duda formaba parte de un
sistema de canalización destinado a traer el agua”43.

A continuación Mario Jaramillo pone de relieve la importancia de contar con las dos
descripciones de los geodésicos franceses la Condamine y Rivet que visitaron el territorio
en épocas distintas pues se pueden registrar claramente las modificaciones que sufrió
Ingapirca en este lapso de tiempo, debido a un proceso de destrucción en el que
intervinieron agentes naturales y humanos.

Dentro de las modificaciones que evidencia esta la desaparición bajo tierra de algunos
muros que fueron después sacados a la luz hacia 1970 por el Banco Central. Rivet por
ejemplo no menciona para nada los aposentos b y c del cuarto patio, debido a que en esta
época Ingapirca se encontraba destruida y sus construcciones habían sido empleadas
como casa de hacienda, como corrales para el ganado y como capilla, además de que
sus piedras fueron sacadas para ser empleadas en nuevas construcciones. Jaramillo
comenta también que cuando conoció Ingapirca, en el aposento a, vivía una familia de la
región que había transformado los aposentos b, c, e y f en corrales para el ganado. “Es

43
Idem.

56
fácil imaginar cómo estos aposentos destruidos en principio para aprovechar sus piedras
en otras construcciones, fueron sepultados en lo que a sus cimientos se refiere”44.

Además afirma que de los tres patios situados al sureste de la elipse y que en el plano de
la Condamine constan como encerrados dentro del circuito Y W & V, los geodésicos
franceses no hacen ninguna mención de estos muros pues habían sido destruidos y sus
cimientos sepultados, restos que fueron sacados a la luz en 1970.

Ninguno de los viajeros anteriores hace mención tampoco del sitio de Pilaloma,
suponiéndose que este conjunto también desapareció en épocas anteriores.

Con respecto a la casa que había mencionado Humboldt, situada en el centro del recinto
y compuesto de dos habitaciones, que al parecer es la construcción situada sobre la
elipse, Jaramillo sostiene que resulta exagerado el dato de los 7 mts de altura de las
paredes, pues las construcciones adyacentes, de las cuales si se conoce su verdadera
altura, tienen cuando más 2,50 mts. desde la plataforma de la elipse.

En cuanto al estado de las paredes del cuerpo de guardia, La Condamine aseguro que
esta pared era de una especie de ladrillo, pero la pared realmente es hecha de piedra,
aunque no tallada como las de la elipse45.

Finalmente cabe mencionar otros nombres de estudiosos que visitaron el lugar antes del
año de 1961, (año en que interviene Ángel Bedoya Maruri cuyos informes y los
posteriores se incorporan ya al texto de la línea base) como Jesús Arriaga (1922), Vega
Toral (1928 y 1929) y Moscoso (1959).

44
Mario Jaramillo, Estudio Histórico sobre Ingapirca, Ed. Universidad Católica del Ecuador, Quito,
pg. 50..
45
Idem.

57
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http://www.azogues.gob.ec/portal25/index.php/azogues/historia/32-hitos-historicos

http://bibliotecadigitalhispanica.bne.es/view/action/nmets.do?DOCCHOICE=1678031.xml&
dvs=1373382793014~803&locale=es_ES&search_terms=&adjacency=&VIEWER_URL=/v
iew/action/nmets.do?&DELIVERY_RULE_ID=4&usePid1=true&usePid2=true

http://www.cervantesvirtual.com/obra-vision/federico-gonzalezsuarez--0

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