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TEMA 1: LA POLICÍA JUDICIAL.

(LECCIÓN 5)

1. LA POLICÍA JUDICIAL EN EL PROCESO PENAL ESPAÑOL.

1.1 JUSTIFICACIÓN DE SU INTERVENCIÓN.

La labor de la Policía Judicial es esencial en el proceso penal. Tanto la Ley de Enjuiciamiento Criminal, como las
diferentes normas reguladoras de la Policía Judicial (Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad; RD 769/1987, de 19 de junio, sobre regulación de la Policía Judicial) reconocen esta realidad.

La movilidad de la Policía Judicial, su inmediación respecto a los hechos y su propia preparación en orden a la
investigación delictiva, superior sin duda a la de Jueces y Tribunales que carecen absolutamente de sus conocimientos
especializados, hacen de la Policía Judicial un elemento insustituible en los momentos posteriores a la comisión de un
delito ya que es entonces cuando pueden realizarse actos que luego, caso de no llevarse a cabo, resultarán imposibles
por irrepetibles en las diversas manifestaciones que agrupa este concepto.

Sin embargo, la intervención de la Policía Judicial en nuestro proceso penal se enfrenta a ciertos problemas que
merecen ser destacados:

 La desconfianza que existe sobre su actuación —que en muchas ocasiones se presume ilícita y abusiva—,
desconfianza que carece de sentido en la forma en que se plantea a juzgar por el comportamiento, la más
de las veces acomodado a las normas propias de un Estado de Derecho, de nuestra Policía Judicial.

Lo que, por supuesto, no exime de posibles abusos o conductas incorrectas o delictivas, para las que el ordenamiento
jurídico contempla medidas suficientes de corrección. O de excesos de celo o de función, cual sucede con la emisión
de informes técnicos por unidades a las que no compete esta labor.

 Una regulación legal parca e insuficiente que ni tan siquiera acoge las funciones que la propia práctica ha
impuesto y que normalmente desarrolla la Policía Judicial. En suma, existen intervenciones de la Policía que
no gozan de cobertura legal correcta o al menos adecuada. Y otras en las que la Policía excede las facultades
que la ley le otorga.

 Un valor probatorio que se confiere a los actos de la Policía Judicial tampoco previsto por la Ley —en clara
correlación a que tampoco se regula su actividad—, por lo que es la jurisprudencia la que marca —y no
siempre de forma unánime y uniforme—, las pautas al respecto.

1.2 FUNCIÓN GENÉRICA DE LA POLICÍA JUDICIAL EN EL PROCESO PENAL.

Que el papel de la Policía Judicial en el proceso penal español de hoy en día ha cambiado es algo evidente que se pone
de manifiesto con tan solo ver la realidad de su cada vez mayor intervención.

Pero, esa ampliación de cometidos —aunque esté ausente un conjunto normativo expreso para cada acto—, goza de
amparo legal de modo que es la propia ley y concretamente la Constitución, la que ha optado por un modelo de Policía
Judicial más intervencionista y con mayores funciones en el ámbito del proceso penal.

Así, con anterioridad a la promulgación de nuestra Ley Fundamental, se podía afirmar que sus funciones no eran otras
que las relativas a la investigación de naturaleza preventiva dirigidas, pues, al aseguramiento de personas y de futuros
elementos de prueba. No otra cosa se deduce del tenor literal de los arts. 282 en
relación con el art. 284, ambos de la LECrim, así como del art. 496 de la misma norma que aún hoy limita la duración
de la detención a veinticuatro horas, ya que ese era el tiempo que en el siglo XIX se estimaba el máximo que se podía
emplear en llevar a una persona detenida a presencia judicial.

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Esto es, en el esquema de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la Policía Judicial no gozaba de una función específica de
investigación de delitos, toda vez que el art. 496 entendía que tras la detención (en ocasiones primera diligencia) la
única función de la Policía era la de entregar al presunto delincuente al Juez, mientras
que, a su vez, el art. 286 le obligaba a cesar en toda diligencia, incluso de prevención, cuando se presentare o
comenzare a actuar el Juez competente.

Tras la promulgación de la Constitución puede afirmarse que esta intervención ha sido ampliada cometiendo a la
Policía el desempeño de funciones que exceden a las puras de prevención y que, por tal, cabe encuadrar en una
auténtica investigación criminal.

 De este modo, el art. 17 CE no sólo ha ampliado el plazo máximo de la detención a setenta y dos horas, sino
que incluso establece que “la detención preventiva no podrá durar más del tiempo estrictamente necesario
para la realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los hechos”.

La sola ampliación, pues, a 72 horas del plazo máximo de la detención pone de manifiesto que la función de la Policía
Judicial en la detención es más amplia y distinta a la reconocida en la LECrim, ya que, con los medios actuales de
comunicación, si la finalidad fuera la simple y originaria de entregar al detenido a la Autoridad Judicial, tal plazo, con
seguridad, debería haberse reducido y nunca ampliado.

 De la misma forma, el art. 126 de la CE atribuye a la Policía Judicial funciones de averiguación del delito y
descubrimiento y aseguramiento del delincuente.

 El art. 11 de la Ley 2/1986, entre sus funciones destaca: “Investigar los delitos para descubrir y detener a los
presuntos culpables, asegurar los instrumentos, efectos y pruebas del delito, poniéndolos a disposición del
Juez o Tribunal competente y elaborar los informes técnicos y periciales procedentes”.

Esta Ley, pues, ofrece cobertura a una función pericial atribuida a la Policía Judicial y que hoy asume con manifiesta
importancia merced a sus Gabinetes y Servicios especializados.

 Los arts. 547 y 549 de la LOPJ que, igualmente, contemplan entre las funciones atribuidas a la Policía judicial
las genéricas de averiguación de delitos (esto es, investigación de los mismos).

 La casi totalidad de los preceptos del RD 769/1987 que reiteradamente atribuyen a la Policía Judicial
funciones de investigación delictiva. Especialmente el art. 28 de este Reglamento especifica como
cometidos de las Unidades adscritas los de: aportar los primeros datos investigativos; la emisión de informes
técnicos periciales; la recogida de pruebas etc...

 La elaboración de informes técnicos encomendada a la Policía, sin embargo, ha sido confundida por ésta y
los órganos judiciales instructores con la emisión de valoraciones jurídicas sobre los hechos o de
apreciaciones sobre los mismos, de cualquier naturaleza y extensión, incluso pericial, que realiza la policía
genérica, no los órganos especializados en la práctica de pericias. Muchas veces los informes referidos
contienen más elementos subjetivos, que, de materiales u objetivos, así como interpretaciones racionalmente
discutibles y afirmaciones jurídicas que solo competen a los órganos jurisdiccionales.

La Policía, de este modo, por esta vía, ha pasado a asumir competencias que carecen de respaldo legal, que incluso
infringen las normas procesales, las cuales, no obstante, se ven aceptadas, sin norma que las respalde, por algunos
Jueces de Instrucción que ordenan a la Policía la confección de informes de todo tipo, incluso la valoración de
elementos que corresponde en exclusiva apreciar a los tribunales y que remiten a aquella con grave violación del
principio de inmediación. Los Jueces, renunciando a su deber, delegan funciones jurisdiccionales y basan sus
resoluciones en elaboraciones intelectuales que realiza la policía.

Esta práctica sin base legal alguna debe ser erradicada. La policía solo puede elaborar informes periciales cuando se
realizan por sus servicios especializados y a través de procedimiento establecido.

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Fuera de ello se debe limitar a aportar elementos objetivos y materiales, que deben ser valorados por el tribunal, sin
incorporar en modo alguno valoraciones subjetivas, apreciaciones, impresiones, sospechas o creencias que, por otra
parte, carecen de valor probatorio.

2. FUNCIONES ESPECIFICAS DE LA POLICÍA JUDICIAL EN EL PROCESO PENAL.

De lo dicho se desprende que las funciones de la Policía Judicial son de dos tipos: unas, las realizadas a prevención y
que tienen el fin esencial de asegurar personas y futuras fuentes de prueba; y otras, las que son netamente de
investigación y cuya pretensión es la de descubrir al autor del delito y la realización del hecho
con todas sus circunstancias.

2.1 DILIGENCIAS REALIZADAS A MODO DE PREVENCIÓN.

Las diligencias realizadas a prevención son comunes a todo tipo de procedimientos y se realizan sin previa orden
judicial o del Ministerio Fiscal, toda vez que son anteriores a la iniciación de la fase de instrucción.

Su razón de ser no es otra que la urgencia de llevar a cabo ciertos actos que posteriormente, si se esperara a la
intervención judicial, podrían devenir irrepetibles, entendiendo por irrepetibilidad a estos efectos algo más que la
mera irreproducibilidad material.

Se trata, pues, de actos que gozan o se les atribuye un cierto valor probatorio “per se” ya que no es posible conferirlos
a otra autoridad de investigación por el momento en que se verifican.

Básicamente, se trata de las siguientes diligencias:

1. INSPECCIÓN OCULAR Y RECOGIDA DE LOS EFECTOS E INSTRUMENTOS DEL DELITO

 La Policía Judicial deberá hacer constar en el atestado todo lo relativo al lugar de comisión de los hechos y
las circunstancias que se estimen útiles para el proceso; así, en relación con cosas y espacios físicos, cuanto
con personas, las cuales deberá identificar (arts. 282-292 y 770,2-3ª LECrim y 326 a 334 del mismo texto legal
en tanto establece los requisitos aplicables a la medida de inspección ocular).

 En todo caso se levantarán, si fuera necesario, planos del lugar o se realizarán fotografías, grabaciones o
cualquier otra actividad dirigida a dejar constancia de la situación de las cosas o de las personas relacionadas
con el delito (arts. 327 y 770, segunda LECrim).

 En el atestado, además de esta actividad meramente objetiva, hará constar el Agente actuante sus
apreciaciones respecto de la forma de la comisión de los hechos, tal y como establecen los arts. 292 y 330
LECrim. Bien entendido que se trata de una labor limitada a las primeras indagaciones, no a la valoración de
los hechos delictivos en general y menos a incorporar apreciaciones jurídicas.

2. LEVANTAMIENTO DE CADÁVERES.

Aunque el levantamiento de los cadáveres es función exclusiva de la Autoridad Judicial, si bien delegable en el Médico
Forense conforme al art. 778,6, a la Policía Judicial le corresponde el traslado del cuerpo a otro lugar
si la muerte se produjo en la vía pública, en cuyo caso habrá que realizar los actos necesarios para que posteriormente
el Juez conozca la posición y circunstancias en que se hallaba inicialmente el cadáver (fotografías, señalamiento del
lugar con tiza etc.…) (art. 770, 4ª).

3. ENTRADA Y REGISTRO DOMICILIARIOS EN CASOS DE FLAGRANCIA O CON CONSENTIMIENTO DEL TITULAR

Entrada y registro domiciliarios en casos de flagrancia o con consentimiento del titular (arts. 18,2 CE; 553 LECrim; 21
LO 1/1992, de 21 de febrero, sobre Protección de la Seguridad Ciudadana).

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4. DETENCIÓN DE AQUELLOS SUJETOS SOSPECHOSOS DE LA COMISIÓN DE UN DELITO

Detención de aquellos sujetos sospechosos de la comisión de un delito en los términos previstos en el art. 492 LECrim.

5. EN LOS JUICIOS RÁPIDOS

En los juicios rápidos, podrá conforme a lo establecido en el art. 796: recabar informes técnicos de naturaleza pericial;
obtener copia del parte que emita el facultativo que atienda al ofendido; remitir directamente las sustancias tóxicas
aprehendidas a los órganos competentes para los oportunos análisis; no obstante, en determinadas condiciones de
urgencia, podrá la Policía llevar a efecto por ella misma estos análisis; por último, podrá, naturalmente, practicar el
resto de diligencias que la Ley establece en el procedimiento
ordinario y en el abreviado.

2.2 DILIGENCIAS REALIZADAS DE INVESTIGACIÓN.

Como se ha dicho, este tipo de diligencias, hoy legalmente previstas como propias de la Policía Judicial, tienen la
finalidad de comprobar el hecho delictivo y determinar a su presunto autor.

Son y pueden ser de dos tipos: las efectuadas por la Policía Judicial con anterioridad a la iniciación de la fase de
instrucción; o las que lleva a efecto por orden del Ministerio Fiscal o del Juez de Instrucción.
La policía, evidentemente, no puede investigar una vez abierta la instrucción de forma autónoma (art. 286 LECrim).

DILIGENCIAS REALIZADAS PREVIA ORDEN DEL MINISTERIO FISCAL O DEL JUEZ DE INSTRUCCIÓN

La Policía Judicial está facultada y obligada a llevar a efecto todas las diligencias que le encomiende el Ministerio Fiscal
o el Juez de Instrucción en el marco de las investigaciones realizadas en la fase preprocesal que compete al Ministerio
Fiscal o en la procesal de instrucción (arts. 287, 773,1, 777 bis LECrim).

No señala la Ley de Enjuiciamiento Criminal qué diligencias pueden ser encomendadas, de modo que, en términos
generales, y salvo aquellas que deben realizarse en la sede del Tribunal y que son personales (interrogatorios), podrá
realizar cualquiera de ellas; si se trata de actos limitativos de derechos fundamentales será necesario obtener
previamente la correspondiente autorización judicial.

DILIGENCIAS AUTÓNOMAS DE INVESTIGACIÓN.

Son en todo caso previas a la incoación del procedimiento judicial ya que, una vez éste iniciado, la Policía Judicial ha
de cesar en esta función (art. 286 LECrim; art. 5 RD 769/1987). La policía carece de facultades para desarrollar
investigaciones autónomas una vez incoado el proceso.

Puede realizar todo tipo de actos de investigación teniendo en cuenta lo antes dicho al respecto de la limitación de
derechos fundamentales.

Específicamente son las más frecuentes:

 Interrogatorio del detenido tras su detención (art. 520 LECrim).

 Interrogatorio de testigos en el lugar de los hechos o inmediatamente en Comisaría de Policía.

 Reconocimiento del imputado a través de la llamada rueda de presos u otros procedimientos útiles al efecto.

 Realización de informes técnicos (art. 11,g LO 2/1986; Ley 18/1989, de 25 de julio, de Bases sobre Tráfico,
Circulación de vehículos a Motor y Seguridad Vial; RDLeg. 339/1990, de 2 de marzo que desarrolla la anterior;
RD 13/1992, de 17 de enero General de Circulación sobre métodos alcoholométricos).

 Auténticas pericias, tales como las relativas a dactiloscopia, balística etc...


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3. EL ATESTADO POLICIAL.

De acuerdo con lo establecido en el art. 297 LECrim, conforme con las funciones que a la Policía Judicial corresponden
de prevención o de investigación con carácter autónomo; una vez conclusas, tales diligencias deben hacerse constar
en un documento en el cual se contendrán dos tipos de materias: por un lado, las
realizadas, incluyendo los informes técnicos o periciales; y, por otro lado, las manifestaciones, impresiones y ¡
conclusiones obtenidas por la Policía Judicial acerca del hecho y de su autor.

Por tanto, el atestado, que es remitido al Juez de Instrucción en todo caso (art. 772,1 LECrim), contiene dos tipos de
actos: los objetivos o diligencias realizadas y los subjetivos o consideraciones de la Policía Judicial.

Ambos elementos, que el art. 297 puesto en relación con el 292 distingue, sibien constituyen en su totalidad el
atestado, no deben ser equiparados ya que su valor probatorio, como se verá en la lección correspondiente, no es
equivalente.

Al atestado ha de unirse un informe que contenga los datos relativos a los antecedentes policiales del detenido o
sospechoso, concretamente, ha de comunicarse al tribunal todo lo referido a anteriores detenciones policiales del
sujeto, así como de requisitorias ordenadas en su busca y captura.
Esta información, preceptiva conforme al art. 292 LECrim, tiene la finalidad, esencialmente, de valorar aquellos
extremos que el art. 503 hace depender de la conducta del investigado, tales como sus antecedentes policiales, a los
fines de apreciar la existencia de un posible riesgo de reiteración delictiva.

Constituye una norma de difícil encaje constitucional, ya que las detenciones policiales, en sí mismas consideradas,
carecen absolutamente de relevancia para afectar al derecho a la presunción de inocencia, no
pudiendo ser tomadas en consideración para afectar a los derechos fundamentales de una persona.

El atestado ha de ser remitido a la autoridad judicial. No obstante, el art. 284 LECrim, autoriza a la policía a conservarlo
sin enviarlo a aquella cuando no exista autor conocido del delito. Esta excepción, sin embargo, no se aplicará cuando
se trate de los delitos que el precepto relaciona que, por su gravedad, considera la
ley deben ser valorados por el tribunal. Del mismo modo, se enviará al Juzgado de Instrucción cuando lo solicite el
Ministerio Fiscal o la autoridad judicial o cuando se practique alguna diligencia que produzca algún resultado acerca
de la autoría del delito.

Esta norma ha de ser aplicada de modo muy riguroso, pues puede dejar la puerta abierta a investigaciones ilimitadas
sin que se produzca una imputación delictiva que debía producirse y con afectación al derecho de defensa. En todo
caso, de suceder un hecho de estas características, todo lo actuado por la policía sería nulo.

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