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El Elefante y los rabanitos picantes

Cierto día, un Elefante huyo del circo, porque quería hacer su propia vida. Pero su viaje
hacia la liberta no fue fácil, tuvo que aprender muchas cosas, por ejemplo, como
conseguir comida. Tuvo que observar, oler y saborear por primera vez cosas que no
conocía. Y, como si fuera poco, tuvo que aprender a escuchar a los animales que sabían
mas cosas de la vida silvestre que él. Esta es la historia de cómo conoció al loro.

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- ¿Qué serán estas cosas amarrillas? – se pregunto el día en el que descubrió una mata de
flores. Eran dientes de León, pero el no o sabia, para salir de dudas, atrapo con su trompa
un buen puñado de esas “cosas amarrillas” y la metió en su boca. - ¡puaj! ¡que horrible
sabor! -exclamo, escupiendo decenas de pétalos-. ¡jamás voy a volver a comer cosas
amarrillas!

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Malhumorado y con hambre, siguió su camino. anduvo largo rato, hasta que se topo con
un árbol lleno de frutas rojas. - ¿Qué será esas coas rojas? -se pregunto el elefante y tal
como había hecho antes con las flores amarrillas, atrapo varias de esas “cosas rojas” con
su trompa y se las llevo a la boca. - ¡lo rojo si es delicioso! De ahora en mas, solo voy a
comer cosas rojas.

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-veo que te gustan las Manzanas – le dijo un Loro que tenia su nido en un árbol, muy
cerca del Manzano. – no sabia que se llamaban así – contesto el Elefante-, pero si es
verdad, me gustan muchísimo. el color tiene sabor realmente delicioso! – lo que tiene
sabor es la manzana, no el color – respondió el Loro.

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-yo pienso que, si las Manzanas son deliciosas y son rojas, todo lo que sea de color rojo
debe ser igual de delicioso. - ¡no siempre es así y puedo demostrártelo! Insistió el Loro-.
Muy cerca de aquí hay una huerta con frutos de todos los colores. ¿vamos? - ¡con mucho
gusto! -acepto el Elefante, que seguí hambriento, y salió caminando rapidito detrás del
Loro

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al llegar, el loro le dijo al Elefante: -no es conveniente que entres a la huerta, ¡podrás
aplastarlo todo! Mejor yo me encargo de cortar muchas “cosas rojas” y traértelas hasta
aquí para que las pruebes. Y así lo hizo. El Loro le trajo fresas, tomates, cerezas y mucho
mas. - ¡sabrosísimo! -exclamaba el Elefante y estaba cada vez mas seguro de que el color
rojo era delicioso. Pero el loro le tenia mista una sorpresa.

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- ¡Aún no probaste estas! -dijo el Loro, señalando unas cositas rojas. Sin titubear, el
elefante embucho un montón de esas “cositas rojas”. Los ojos se le encendieron, le
brotaron las lagrimas y empezó a echar humo por la boca, por la trompa y hasta por las
orejas. - ¡pica, pica, pica! -gritaba el Elefante-. ¡Ay, como pica! Entonces, el Loro lo guio
rápidamente a un pozo de agua cercano y de un baldazo calmo el ardor del Elefante.

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-son rabanitos picantes -explicó el Loro, cuando el Elefante estuvo más calmado-, ¡y son
rojos! ¿no te gustan? - ¡No! –dijo el Elefante-. ¡Me convenciste!, el color no tiene nada
que ver con lo que es bueno o malo para mí. Dicen que, desde ese día, el Loro y el Elefante
son amigos inseparables y que cruza en su camino, a los dos les da un ataque de risa.

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