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CAPÍTULO I: HOMICIDIO

ART. 112 CÓDIGO PENAL

“El que, por piedad, mata a un enfermo incurable que le solicita de manera expresa y
consiente para poner fin a sus intolerables dolores, será reprimido con pena privativa de
libertad no mayor de tres años.”

El agente realiza la conducta delictiva de homicidio piadoso cuando motivado o guiado por
un sentimiento de piedad y a solicitud expresa y consiente del sujeto pasivo, que sufre de
enfermedad incurable, le pone fin a su vida para librarle de intolerables dolores.

Esta figura típica contiene dos términos contrapuestos. Así, por homicidio entendemos a la
conducta que consiste en matar a un hombre, y por piedad, a la cualidad que tiene un acto
cuando es inspirado por amor al prójimo.

El homicidio piadoso, además está inmerso en un amplio debate: La eutanasia, aceptada en


algunos países.

De la descripción del tipo penal se desprende la concurrencia de varios elementos para


calificar al homicidio como piadoso. Primero, el sujeto pasivo debe padecer una enfermedad
incurable, la misma que puede ser de naturaleza corporal o psíquica. Segundo, que el
enfermo incurable esté sufriendo de intolerables dolores, si ello no se constata, el delito de
homicidio piadoso no aparece. Tercero, solicitud expresa y consiente del enfermo incurable
al sujeto activo a que le de muerte. El legislador ha desechado el consentimiento tácito y,
en consecuencia, y muy a pesar de muchas personas que irremediablemente caen en una
situación de incurabilidad inconsciente, no podrán ser sujetos pasivos de este delito
privilegiado. Además, la concurrencia de este elemento excluye la petición de un enfermo
mental, la de quien lo realiza bajo un estado no lúcido. En suma, la exigibilidad de la solicitud
realizada de manera expresa y consciente que formule el enfermo incurable para poner fin
a sus padecimientos, excluye numerosos casos en los cuales el enfermo se encuentra, por
su propia dolencia, incapacitado para realizar el pedido en aquellas condiciones. Por último,
el móvil que orienta la acción del agente, debe ser la piedad, circunstancia altruista que se
le entiende como un estado de dolor o ímpetu de dolor en que hay ofuscación del ánimo,
imposibilidad de control pleno de la voluntad y disminución de las capacidades de entender
y querer.

Los elementos descritos están debidamente previstos en forma concurrente en el tipo penal
del artículo 112, de modo que si en un caso concreto falta uno de aquellos, el hecho no se
subsumirá al homicidio piadoso sino a otro tipo de homicidio.

Los medios empleados y la forma en que actuó el sujeto activo son irrelevantes para calificar
la conducta en estudio, circunstancias que solo tendrán importancia para individualizar e
imponer la pena después del debido proceso
Como bien jurídico tutelado se encuentra la vida humana independiente, seriamente
debilitada.

Sujeto activo, puede ser cualquier persona, no se requiere condición especial para realizar
este delito privilegiado. Pueden ser los parientes o terceros incluidos los profesionales en la
medicina, sin embargo, al exigirse que el enfermo incurable preste su consentimiento,
elimina, en el ámbito de la medicina, la posibilidad de alguna responsabilidad penal a los
profesionales de la medicina por omisión impropia. Ello debido que el consentimiento del
paciente prima en toda decisión médica. Ir en contra del consentimiento del paciente
acarrea responsabilidad administrativa y civil para el galeno, cuando no penal.

Sujeto pasivo, el tipo penal condiciona al sujeto pasivo. Solo los enfermos incurables y
consientes que estén sufriendo de intolerables dolores pueden ser sujetos pasivos de este
delito. Es indiferente que el sujeto pasivo vaya o no fallecer en tiempo cercano a
consecuencia de la enfermedad incurable que sufre. Si la persona no atraviesa estas
especiales condiciones, podrá ser sujeto pasivo de cualquier otro homicidio, pero no del por
piedad.

En suma, para ser víctima del homicidio piadoso se requiere hasta tres condiciones o
circunstancias especiales: enfermo incurable, sufriendo intensos dolores y estar consiente
para solicitar la muerte en forma expresa. Quedan fuera de este delito aquellos enfermos
incurables que por su inconsciencia en la que se encuentran no pueden expresar su
consentimiento que le dejen morir.

Considero que existe una eventual anticonstitucionalidad del tipo penal creadom pues la
Constitución peruana de 1979, consagraba en su Art.2, el «derecho al libre
desenvolvimiento de su personalidad» y este derecho de rango constitucional, se ve atacado
en la hipótesis de una agonía o muerte indigna. Respecto de la Constitución de 1993, ocurre
otro, pues en este caso se colisiona el tipo penal del homicidio por piedad, con lo dispuesto.
Con el Art. 1 del estatuto peruano que consagra «la defensa de la persona humana y el
respeto a su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado» pues se mata por
piedad y en precisa salvaguarda de la vida y muerte digna, este acto de supremo amor no
puede ser castigado sin caer en la inmoralidad y la estupidez. El artículo 2 del estatuto
peruano asimismo defiende el libre desarrollo de la persona, derecho que igualmente se
pone a salvo en la dogmática pero justa hipótesis del homicidio por piedad.
Por su parte el autor Paredes Pérez, comenta el tipo del homicidio piadoso en el Código de
1991 diciendo: «El homicidio piadoso o «por piedad» (Art. 12), contiene algunos requisitos
que podrían hacer imposible o difícil acogerse a él. Comprende solamente, como sujeto
pasivo, a un enfermo incurable, eliminando la posibilidad de incluir a los heridos incurables.
La exigibilidad, de la solicitud realizada de «manera expresa y consciente» que formule el
enfermo incurable para acabar con sus padecimientos, excluye numerosos casos en los
cuales el enfermo se encuentra, por su propia dolencia, incapacitado para realizar el pedido
bajo esas condiciones. Finalmente, el tipo no prevé la situación en la cual el agente actúe
movido por el noble deseo de terminar con los constantes sufrimientos que padece el sujeto
pasivo aunque no exista el pedido expreso.

Constitucionalmente este asunto ha estado presente en casi todos los países donde se ha
discutido acerca de la legitimidad de la eutanasia. Situación que encuentro acertada en la
medida que la Constitución se establece como límite de interpretación de todas las normas
en los Estados Constitucionales. En ese sentido, es necesario precisar cuáles son los
derechos constitucionales en los cuales se sustenta esta prohibición y cuales, por el
contrario, permiten la libertad de la disposición de la propia vida y la cooperación de
terceros. El artículo primero de la Constitución Política señala la defensa de la persona
humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del estado. La
constitución también plantea el derecho a la vida, a su identidad, a su integridad moral,
psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar, así como a la libertad de conciencia y de
religión.

De acuerdo a los numerales descritos, nuestro Estado reconoce sobre todas las cosas la
defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad. Esta no puede ser concebida
desde una concepción estatal o colectiva, sino a partir del reconocimiento de que la dignidad
se encuentra como presupuesto de defensa de cualquier persona frente a una intervención
externa.

En general pues, la eutanasia debiera descriminalizarse e incluir la hipótesis de este


dramático género de necesidad en el Art.20 del Código Penal como un estado de necesidad
exculpante.

En la actualidad y bajo la protección de una causa de inculpabilidad, países como Alemania,


Suecia, Holanda, permiten el homicidio pietista.
LESIONES

Art. 121 C.P.: El que causa a otro daño grave en el cuerpo o en la salud, será reprimido con
pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de ocho años. Se
consideran lesiones graves:

1.- Las que ponen en peligro inminente la vida de la víctima.

2.- Las que mutilan un miembro u órgano principal del cuerpo o lo hacen
impropio para su función, causan a una persona incapacidad para el trabajo,
invalidez o anomalía psíquica permanente o la desfiguran de manera grave
y permanente.

3.- Las que infieren cualquier otro daño a la integridad corporal, o a la salud
física o mental de una persona que requiere treinta o más días de asistencia
o descanso, según prescripción facultativa.

Cuando la víctima muere a consecuencia de la lesión y si el agente pudo


prever este resultado, la pena será no menor de cinco ni mayor de diez años.

Los delitos contra el cuerpo y la salud ocupan, en nuestro C.P., el segundo lugar dentro en
el orden axiológico que ha seguido el legislador, inmediatamente después de los delitos
contra la vida. Ello supone que los delitos de lesiones constituyen intervenciones
gravemente desvaloradas en la esfera de libertad de la víctima, por comprometer bienes
jurídicos de primer orden. Sin embargo, no obstante a su innegable importancia valorativa,
en doctrina, existe una gran discusión en cuanto al bien jurídico penalmente tutelado en el
delito de lesiones, en el sentido de si éste está constituido por un único interés o si en él se
integra un bien jurídico dual. Por otro lado, con respecto al tema del consentimiento en las
lesiones, existe, en la doctrina nacional, una sensación de vacío en su tratamiento. Y,
finalmente, no se ha determinado con precisión el alcance de cada una de las modalidades
de las lesiones graves, previstas en los tres incs. del art. 121 C.P. Por ello, en el presente
trabajo, he intentado contribuir a la discusión con algunos apuntes relacionados con los tres
puntos arriba aludidos, tratando de verter mis conclusiones, abarcando en detalle los
aspectos más problemáticos de cada uno de ellos, sin pretender que éste sea un desarrollo
definitivo sobre el tema.
Bien jurídico protegido  Tradicional: La integridad física y la salud (sigue el CP). 
Actualmente: teoría avanzada, se sustenta en circunstancias científicas y contrastables
objetivamente: Si aceptamos que la vulneración de la integridad física trae como
consecuencia inmediata una afección a la salud del que la sufre, automáticamente se
descarta la posibilidad de estar frente a dos bienes jurídicos diferenciables. La Salud puede
ser definida como el estado en el cual ésta desarrolla todas sus actividades, tanto físicas
como psíquicas, en forma normal, sin ninguna afección que le aflija.

Por mi parte, considero que el bien jurídico que trasciende al delito de lesiones es dual y
está conformado por la salud (física y psíquica) y la integridad física; ésta última referida
sólo a una integridad corporal funcional y/u objetivamente estética, en el sentido de
estéticamente armónica

Las modalidades de las lesiones graves: El legislador ha establecido en el art. 121 C.P.
diferentes modalidades de lesiones graves, las mismas que desarrollaremos a continuación.

a.- Lesiones que ponen en peligro inminente la vida de la víctima.- El inc. 1 del art. 121 C.P.
prevé, mediante el empleo de una cláusula abierta, todas aquellas lesiones que pongan en
peligro la vida de la víctima. Tal descripción permite abarcar una serie de comportamientos
que no necesariamente supongan la utilización de medios materiales, sino que también
abarca a toda clase de conducta que apele al empleo de medios morales, siempre que éstas
traigan consigo una puesta en peligro inminente de la vida del sujeto pasivo, situación sobre
la cual recae el fundamento de su inclusión en el delito de lesiones graves. El peligro mismo
para la vida supone, pues, una mayor desvaloración jurídico-penal frente a aquellas
conductas lesivas que no tienen dicha característica.

La exigencia de un peligro efectivo viene dada, pues, por la gravedad que reviste una
agresión de tal magnitud con respecto a otras que sólo pueden crear posibilidades de peligro
(es mucho más grave disparar contra otro, comprometiéndole un órgano y ocasionando una
fuerte hemorragia que ponga en peligro su vida –peligro efectivo– que disparar contra otro
y no ocasionarle otra lesión que el solo recorrido del proyectil, pero pasando éste a escasos
milímetros del corazón –posibilidad de peligro para la vida). Es evidente que la pena
impuesta para las lesiones graves aconseja reducir esta modalidad a peligros efectivos.

b.- Mutilación de un miembro u órgano principal.- Esta modalidad de lesiones presenta dos
supuestos: la mutilación de un miembro y la mutilación de un órgano, ambos principales.

“Mutilar” significa separar o destruir, total o parcialmente, del cuerpo una parte de
él. En este sentido, para la configuración de este tipo delictivo es necesario la separación del
cuerpo de un miembro o de un órgano principal con su correspondiente función, como lo
veremos más adelante.
La ley hace referencia que el órgano o miembro objeto de la mutilación debe revestir
el carácter de “principal”. Esta característica debe ser determinada sobre la base de juicios
valorativos, lo que trae consigo la variabilidad de este concepto en la doctrina y la
consecuente inseguridad jurídica. Así, para determinar el carácter de “principal” se han
sostenido diferentes criterios: que “sea funcional”, que “sea vital, pero no esencial para la
existencia”, que “sea esencial, pero no vital”, que implique “la imposibilidad de valerse por
sí mismo o de ejecutar las funciones naturales que antes ejecutaba”, que “depende de las
creencias y valores dominantes en cada sociedad concreta”, etc. Adelantando nuestra
opinión, creo que lo correcto es seguir los lineamientos de un criterio objetivo, en virtud del
cual se establezca el carácter de “principal” de un determinado miembro u órgano, con
independencia de las características o profesión de la víctima.

c.- Lesiones que hagan impropio para su función un miembro u órgano principal.- En nuestro
ordenamiento jurídico-penal, se ha equiparado en gravedad la mutilación de un miembro u
órgano principal con las lesiones que generen la inutilización de los mismos. A diferencia de
la modalidad estudiada anteriormente, caracterizada por la separación o destrucción de la
estructura corporal del órgano o miembro y de su correspondiente función, en estos
supuestos, no se produce cercenamiento alguno, sino que el objeto materialmente subsiste,
siendo la función que cumple la perjudicada.

d.- Lesiones que causan incapacidad para el trabajo.- Una cuarta modalidad de lesiones
graves está dada por aquellas que causan en la víctima una incapacidad para el trabajo.
Sobre lo que se entiende por el término “trabajo” no hay mayores problemas para
considerar que dicho término alude tanto al trabajo físico como al trabajo intelectual. Sin
embargo, existe discusión entre los diversos autores nacionales acerca de si la ley hace
referencia a todo tipo de trabajo o si, por el contrario, se refiere al trabajo habitual del
sujeto. Las opiniones sobre este punto están divididas.

e.- Lesiones que causan invalidez.- Nuestro C.P. contempla, también, a la invalidez dentro
de las diferentes modalidades de lesiones graves. Este supuesto importa una lesión que
reviste mayor gravedad que la anteriormente analizada. Ya adelantamos líneas arriba que,
sobre la base de una interpretación sistemática entre la incapacidad para el trabajo y la
invalidez, ésta última supone la incapacidad para desempeñar casi cualquier tipo de
actividad laboral, además de la incapacidad de valerse por sí mismo, entendida esta última
como la capacidad para desempeñar normalmente sus funciones. El sujeto pasivo, como
consecuencia de la lesión, deberá acudir a la ayuda de terceras personas o de artefactos
mecánicos para el desempeño de las mismas. De esta manera, podrán ser incluidas en esta
figura aquellas lesiones que causen hemiplejía o parálisis general.

f.- Lesiones que causan anomalía psíquica permanente.- El C.P. vigente, con mejor criterio
que el C.P. 1924, ha incorporado, dentro de las lesiones graves, a las agresiones que causan
en el sujeto pasivo una anomalía psíquica permanente. El art. 165 C.P. derogado hacía
referencia a la enfermedad mental generada por una lesión y, en consecuencia, el tenor
literal de dicho dispositivo impedía la inclusión de anomalías psíquicas que no eran
consideradas por la Psiquiatría como enfermedades mentales. Anomalía psíquica, a la que
se refiere el art. 121 C.P., supone toda alteración negativa en el funcionamiento de las
facultades psicológicas del sujeto. Importa, por consiguiente, tanto las alteraciones de
origen patológico (enfermedades) como las que no tienen dicho origen.

g Lesiones que causan desfiguración grave y permanente.- Otra modalidad de lesión grave
contempladas por nuestro C.P. es la desfiguración. A diferencia de otros textos de nuestro
entorno cultural, el nuestro no se limita a la desfiguración del rostro. Esta característica ha
llevado a la doctrina nacional a considerar que la desfiguración no sólo tiene como objeto
las lesiones proferidas en esta parte del cuerpo con la intención de cambiar su armonía, sino
que se extiende a cualquier parte de la integridad corporal. Esta es la posición que estimo
correcta. Pues si el legislador hubiese estimado correcto incluir sólo a la deformación de
rostro dentro de esta modalidad de lesiones, habría procedido de la misma manera como lo
han hecho otras legislaciones, es decir, consagrándolo expresamente. Por otro lado, el
significado filológico de “desfigurar” coincide con “cambiar la figura”, lo que,
evidentemente, se extiende a cualquier parte del cuerpo, con la condición de que se
modifique la figura humana. Estas dos razones son suficientes para fundamentar la
interpretación que ha venido realizando la doctrina peruana, y ya no sería necesario echar
mano al argumento, válido también, de que la deformación de alguna porción de la
integridad física puede equipararse valorativamente a una desfiguración de rostro.
ALCANCES DE LA SENTENCIA PLENARIA CASATORIA N.° 1 -2017/CIJ-433- LAVADO DE
ACTIVOS

El Acuerdo Plenario N° 1-2017/CIJ-433 sobre el delito de lavado de activos, deja sin efecto
el carácter vinculante de la Casación N° 92-2017- Arequipa, la cual ha sido objeto de
discusión.

La casación de Arequipa estableció un carácter vinculante en tres fundamentos jurídicos.


Entre ellos, que la fiscalía tiene la obligación de indicar con exactitud, hora y fecha de por
medio, la procedencia del delito fuente del lavado de activos si pretende iniciar una
investigación penal por los ilícitos que no están señalados en el Artículo 10 del Decreto
Legislativo 1106, que son, entre ellos, minería ilegal, tráfico ilícito de drogas, trata de
personas y terrorismo. Además, se indica que para que se pueda iniciar una investigación
por lavado de activos se tiene que tener en cuenta la gravedad del delito fuente. Es decir,
quedan excluidos aquellos delitos con penas menores de cuatro años. Y finalmente se
estableció que el Fraude en la Administración de las Personas Jurídicas (cuya pena no supera
los cuatro años) no constituye delito fuente. Con esta decisión, se advierte que los partidos
políticos quedarían libres de las investigaciones por lavado.

Esta casación tuvo múltiples críticas, pues, la fiscalía sostenía que el entendimiento de que
el “delito fuente sea elemento del tipo objetivo” generaría la imposibilidad de probar la
responsabilidad de los procesados por lavado de activos y ello nos llevaría a la impunidad.
La razón radicaría a que si se consideraba que el delito fuente es elemento del tipo objetivo,
si el delito de lavado de activos es un delito doloso; el dolo es el conocimiento de los
elementos del tipo objetivo, para obrar con dolo el sujeto agente tendría que integrar a su
conocimiento el delito fuente, y ello sería una empresa difícil de probar teniendo en cuenta
que el lavado de activos es un proceso complejo, donde actúan en los actos de personas un
sinnúmero de personas (testaferros) en diferentes tiempos, lugares y situaciones.

Es por ello que se convocó a pleno, estableciendo como puntos objeto los siguientes:
a) La autonomía del delito de lavado de activos en función a la actividad criminal que
produce dinero, bienes, efectos o ganancias.

b) La necesidad de la noción de “gravedad” en los delitos que generan activos ilegales que
serán objeto de operaciones de lavado de activos y su relación con la fórmula legal “...
cualquier delito con capacidad de generar ganancias ilegales”

c) El estándar de prueba del delito de lavado de activos y su relación con la “actividad


criminal que produce dinero, bienes, efectos o ganancias” en los diversos estadios del
proceso.

Al respecto, uno de los ponentes del pleno señala que el delito de lavado de activos posee
autonomía procesal, es decir, que el procesamiento por lavado no depende de la
investigación o resultados del procesamiento por la actividad criminal que generó las
ganancias ilegales que se lavan. Asimismo el delito de lavado de activos tiene autonomía
sustantiva o material, pues según la tesis de la autonomía material relativa, para la
configuración típica objetiva del delito de lavado de activos sólo se requiere que las
ganancias ilícitas se vinculen en forma genérica o abstracta con un delito (origen ilícito,
procedencia delictiva de los bienes), es decir sólo basta que el sujeto agente conozca que el
dinero con el que hace transacciones económicas proviene de una actividad criminal no
exigiéndose que sepa datos temporales, espaciales o subjetivos (autores o partícipes) del
delito o saber con exactitud de que delito se trata.

Considero que en la Casación N° 92-2017- Arequipa se fijó reglas muy duras para la
investigación y el sancionamiento de delito de lavado de activos, convirtiéndolo en un tipo
penal inaplicable, por lo que, en la Sentencia Plenaria, se establecen criterios consensuales
sobre el tema, es decir, tienen una postura intermedia porque también garantiza los
derechos de los imputados.
Sobre el primer punto, la Corte Suprema determina que el art. 10 del Decreto Legislativo
1106 no es un tipo penal o un tipo penal complementario que regule algún numerus
clausus o listado abierto, cerrado, mixto o exclusivo o necesario de delitos precedentes. Con
esto, afirma que el delito de lavado de activos es autónomo y que para su investigación,
procesamiento y sanción no requiere que las actividades criminales previas hayan sido
objeto de prueba y condena.

Además, la limitación generada por la casación 92-2017 Arequipa (a través de la cual se


desestimó la consideración del delito de fraude en la administración de personas jurídicas
como delito fuente de lavado de activos por no tener una pena superior a los cuatro años y
por lo tanto no revestir gravedad punitiva) exigiendo una condición de gravedad delictiva,
basada solo en el límite máximo de la penalidad conminada, constituye una reducción
teleológica negativa y contraria al principio de legalidad. La Sala Penal de la Corte
Suprema determina que este criterio no debe ser aplicado debido a que existen delitos en el
Código Penal con una pena que no supera los cuatro años pero que sin embargo tienen
capacidad de generar activos ilícitos (apropiación ilícita, administración fraudulenta,
insolvencia fraudulenta, etc.).

El pleno termina por zanjar las dudas respecto a la autonomía del delito de lavado de
activos dejando en claro que el art. 10 no es parte del tipo penal de lavado de activos, no
pudiendo considerarse un listado de delitos cerrados que solo pueden ser generadores de
los activos maculados. Asimismo deja zanjado el criterio errado que había tomado la
Casación 92-2017- Arequipa respecto a la gravedad de la pena necesaria en el delito fuente
para poder procesar un delito de lavado de activos. El Decreto Legislativo no plasma
ningún estándar por lo tanto la interpretación realizada es contraria a la Ley. La lógica nos
lleva a concluir (así como a la Corte Suprema) que lo importante en el delito fuente es que
este tenga capacidad de generar activos.

Finalmente, un importante criterio ha sido determinado por el Pleno al analizar el estándar


de la sospecha del delito en relación a las etapas procesales, siendo ahora de necesario
cumplimiento y vigilancia que cada etapa procesal cumpla con los estándares señalados
por este pleno.

En conclusión, se llegó a los siguientes puntos concretos en la decisión Casatoria:

- Considerar el delito de lavado de activos como un delito autónomo a nivel procesal


y sustantivo, cuando señalan que para la existencia del lavado sólo basta una
vinculación razonable entre los activos materia de lavado con el delito previo.

- La ley solo exige que las actividades criminales que dan origen a activos ilícitos
tengan la capacidad de generar ganancias ilegales, no se exige la determinación de
su gravedad, esto se sustenta en: a) artículo 3° de las recomendaciones del Grupo
de Acción Financiera Internacional (GAFI) que refiere que los países que si exigen
umbral de gravedad debe tener umbral mínimo delitos sancionados con 6 meses de
pena privativa de libertad y umbral máximo delitos sancionados con pena máxima
de 1 año de pena privativa de libertad, b) Las actividades criminales con capacidad
de generar ganancias ilícitas serían: i) de despojo, como el robo, la extorsión o la
estafa, etcétera, ii) de abuso, como el peculado, la concusión, la colusión, el
enriquecimiento ilícito, la administración fraudulenta, etcétera y de producción,
como el tráfico ilícito de drogas, el tráfico ilegal de armas, la trata de personas, la
minería ilegal, etcétera.

- El estándar de prueba de este delito es el siguiente: a)Para iniciar diligencias


preliminares solo se exige elementos de convicción que sostengan una “sospecha
inicial simple”, b) Para formalizar la investigación preparatoria se necesita “sospecha
reveladora”, c) Para acusar y dictar el auto de enjuiciamiento se precisa “sospecha
suficiente”, y D) Para dictar prisión preventiva se demanda “sospecha grave”–la
sospecha más fuerte en momentos anteriores al pronunciamiento de una sentencia
y e) Para condenar se requiere elementos de prueba más allá de toda duda
razonable.

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