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La idea fundamental a extraer del estudio de los ciclos de vida de los productos es la de reconocer que un producto
es algo dinámico. Ni el más exitoso de los productos puede hacernos pensar que el trabajo ya está hecho. La
constante del hecho emprendedor es el cambio y esto también es aplicable a todos los productos.
• Declive: el producto deja de ser interesante para el mercado y las ventas empiezan a disminuir.
Introducción
Cuando se lanza un producto al mercado las ventas normalmente no se disparan el primer día. El mercado no
conoce el producto y por tanto hay que hacer un esfuerzo en darlo a conocer y captar los primeros clientes.
Además el coste de producir cada unidad es alto, con lo que los precios de introducción también suelen ser altos. A
pesar de ello, muchas veces el rendimiento del producto es negativo y hay que seguir invirtiendo en dar a conocer
el producto y obtener los primeros clientes.
En esta fase es importante asumir estas posibles pérdidas y luchar más por el reconocimiento del producto o la
marca que por los posibles beneficios. Desde luego, esto no implica que las pérdidas a asumir deban ser
ilimitadas. El margen de confianza para el producto debe ser amplio pero no a costa de la supervivencia de la
empresa.
Por eso, al vincular la creación de una empresa al lanzamiento de un único producto hay que ser conscientes de
esta estrategia y estar muy atentos a la evolución de las ventas. Sin embargo, esto no significa que una nueva
empresa deba necesariamente comenzar su actividad con una gama de productos muy amplia.
Desarrollo
Cuando el producto empieza a ser aceptado en el mercado las ventas empiezan a crecer y los beneficios también
empiezan a crecer. Esto es debido a que los costes de fabricación por unidad se reducen, bien por una mayor
experiencia en la producción, bien por una producción de mayor volumen.
Aparecen clientes fieles que repiten la compra y se añaden nuevos clientes y, lo que es peor, aparecen los
competidores que se han dado cuenta del interés del producto y su crecimiento. Es el momento de decidir cómo
reaccionar ante esta nueva competencia. Las alternativas son múltiples pero en todo caso deben ser
cuidadosamente analizadas: repercutir la reducción de costes en el precio, reinvertir todos los recursos generados
en seguir promocionando el producto, diferenciar el producto de los imitadores, etc. Gestionar la etapa de
crecimiento sea tal vez la parte más compleja del proceso de explotación de un producto.
Madurez
Llega un momento en el que el producto se ha labrado un mercado, incluso para los competidores. La demanda es
más o menos amplia y los costes, probablemente, han seguido reduciéndose. En esta etapa, inicialmente, los
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Ingeniería Civil Industrial Dr(c) Felicindo Cortés
recursos generados por el producto son altos y la empresa empieza a recoger sus frutos no reinvirtiendo el total de
fondos generados.
Más tarde, las ventas se estabilizan y, dada la intensa competencia que se ha generado, incluso los beneficios
pueden llegar a reducirse. Ante esto, la empresa puede elegir la especialización en un segmento, el rediseño del
producto, etc. Sin embargo, tarde o temprano el producto va a perder su atractivo, ya sea para los clientes ya sea
para las empresas.
Declive
Finalmente, ante la saturación del mercado algunos competidores empiezan a retirarse y aparecen productos
substitutivos -que como mínimo compiten por la renta de los clientes-. Los beneficios pueden convertirse en
pérdidas y las ventas empiezan su descenso anunciando la muerte del producto si no se toman medidas a
propósito.
Sin embargo, tampoco hay que creerse al pie de la letra la división que establece este modelo. En la vida real, los
productos pueden evolucionar de distintas formas con duraciones de las distintas etapas de forma muy variada,
incluso "saltándose" alguna de estas etapas. Hoy en día y en determinados sectores los ciclos de vida se pueden
medir en meses no en años.
Además, se puede intervenir en el desarrollo de un producto generando nuevas fases de crecimiento tras una fase
de madurez o provocando la muerte del producto sin pasar por la fase de declive.
La utilidad práctica para el emprender consiste en comprender el proceso dinámico de explotación de un producto
y, sobre todo, la necesidad de estar preparando nuevos productos para mantener la empresa en el futuro. Es
fundamental determinar en qué fase se encuentra -o parece encontrarse- el producto que se desarrolla y prever las
acciones que se llevarán a cabo en el futuro inmediato.
Dado que cada producto se encontrará en un lugar distinto en su ciclo de vida, conviene estudiar el conjunto de
productos no se dé el caso, por ejemplo, que todos los productos entren en declive simultáneamente. Al contrario,
si una empresa detecta una fuerte dependencia de un producto determinado, tal vez, convenga introducir nuevos
productos para compensar los riesgos de cada uno de ellos. A veces se usan los recursos generados por un
producto para desarrollar otros.
Se han propuesto diversos modelos de gestión de la cartera de productos todos con la finalidad de mantener una
estrategia integrada independiente de un producto en concreto. Un modelo clásico y simple es la matriz del Boston
Consulting Group.
Si tomamos en consideración dos dimensiones para clasificar los productos de una empresa, siendo estas el
crecimiento que experimenta el mercado del producto y la posición de la empresa respecto a la competencia, los
productos se pueden clasificar en cuatro categorías principales:
Productos "incógnita"
Cuando se da simultáneamente una posición competitiva baja y un mercado de crecimiento elevado -p.e. al
introducir un nuevo producto- no se conoce el posible éxito del producto. Se dice que es un producto "incógnita" y
no queda más remedio que aportar recursos para mejorar la posición frente a la competencia.
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Productos "estrella"
Si se ha alcanzado una buena posición competitiva y el mercado está en crecimiento, el producto se llama
"estrella" -de aquí lo de "producto estrella de la empresa"-, normalmente proveniente de un producto incógnita. Sin
embargo no necesariamente el producto estrella aporte recursos netos a la empresa pues, tal vez se requieran
mayores esfuerzos en mantener la posición frente a la competencia. El objetivo suele ser convertir el producto en
un producto "vaca".
Productos "vaca"
Si el crecimiento del mercado se vuelve más lento la empresa pueden empezar a recoger recursos de su producto
si ha conseguido mantener una buena posición competitiva. Como el mercado no requiere una elevada inversión
para su desarrollo y el producto es aceptado, la empresa puede recoger sus frutos (o dicho de otra forma "ordeñar
su vaca").
Productos "perro"
Si en un mercado de lento crecimiento la empresa pierde su posición frente a la competencia tendrá lo que se
llama un producto "perro". Dadas las pocas ventas obtenidas y el lento crecimiento del mercado el producto no
hace otra cosa que consumir recursos que podrían dedicarse a otras labores. Es un buen momento para
plantearse si seguir con el producto o eliminarlo de la cartera.
Resulta, por tanto, evidente la necesidad de conocer en qué situación se encuentran los productos ofrecidos y
tratar de determinar qué evolución posible pueden sufrir, bien por el desarrollo propio del mercado, bien por la
intervención que realice la misma empresa siguiendo una determinada estrategia