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Querido Oscar:

Me pidió que le haga algunas sugerencias con respecto a la homilía de la misa crismal. Acá van
algunas cosas que estuve pensando, dentro del esquema que usted proponía.

Luego de la introducción, tomando la lectura del libro del Apocalipsis, haciendo referencia a
que somos pueblo redimido por la sangre de Jesús, el testigo fiel, proponía tres puntos. De esta
manera, hago referencia a algunas cosas que me fueron surgiendo sobre cada uno de los puntos.

1. En este primer punto usted quería hacer referencia, a partir de los ojos fijos en Jesús y el
silencio en la sinagoga, a la mirada de Jesús, quien leyendo el texto de Isaías acaba de entender
que "esto es lo mío, mi vocación". Creo que incluso es más que eso, que Jesús experimenta que
"yo soy esta misión", como dice Francisco en Evangelii gaudium. Es decir, no es que él tiene que
HACER eso que dice Isaías, el ES eso, esa misión: él ES una Buena Noticia, ES luz, ES libertad, etc. Y si
es una misión de misericordia, el no tiene misericordia, él ES misericordia.

Me decía también usted que en la cruz Jesús habrá sentido el dolor inmenso de que su misión
quedaba truncada, que los pobres no iban a ser evangelizados, etc. Es verdad, en cierto punto.
Porque por un lado la misión, que es misión de misericordia, es llevada a su plenitud en la pasión
(pensando en Lucas este año: la mirada a Pedro negador, el consuelo a las mujeres que lloran, el
perdón a los que lo matan, el paraíso al buen ladrón)... pero sí, queda trunca. Y allí aparece la
Virgen, al pie de la cruz, para contener ese dolor inmenso. Y ella, que es imagen de la Iglesia pobre
que permanece al pie de la cruz le asegura a Jesús que su misión no va a quedar trunca, que los
pobres van a ser evangelizados. Precisamente, esta Iglesia Madre, como la Virgen, quiere en este
año ser Misericordia, como Jesús, que es Misericordia.

Igualmente me cuesta un poco ver el salto a la escena de la cruz desde el Evangelio. Entiendo a
qué se refiere usted pero para la homilía de la crismal no termino de encontrarle la vuelta a eso.

2. En este segundo punto usted quería proponer el contagiarse de la mirada de Jesús sobre su
pueblo. Una mirada que es de pastor, de amor por su pueblo. Por eso los curas, al tener los ojos
fijos en Jesús podemos alcanzar la mirada de nuestro pueblo fiel, descubrir el alma profunda de
nuestro pueblo: sus necesidades, anhelos, padecimientos, enfermedades, fe, contradicciones... y a
Jesús le duele eso, por eso a nosotros también, porque con la mirada de Jesús podemos conocer el
alma profunda del pueblo fiel.

Creo que es una linda mirada para que los curas nos contagiemos. Uno ve curas que viven
como de espaldas al pueblo, en el sentido de que no conocen su alma profunda. A lo mejor porque
ven todo desde otro lado, con otros ojos, desde una "clase diferente", están demasiado atentos a
otras cosas...y no pueden mirar con la mirada de Jesús y descubrir en lo profundo el alma del
pueblo fiel: su fe, subyacente en muchas de sus costumbres; su modo de vida, su expresión de la
religiosidad popular. Y conociendo esa alma profunda, en la que él, pastor también vive y vibra,
llevarla al encuentro más profundo con Jesús y su misericordia. Ese pastor es un hombre que
conoce en profundidad el alma de su pueblo y conoce en profundidad la misericordia del Señor.
De él se espera que pueda unir esas dos realidades tan bellas que sólo adquieren todo su
esplendor cuando se encuentran1. Es lindo lo que dice el Papa a los obispos de México en la
primera parte de su discurso:

" Por eso, les invito a partir nuevamente de esta


necesidad de regazo que promana del alma de vuestro
pueblo. El regazo de la fe cristiana es capaz de
reconciliar el pasado, frecuentemente marcado por la
soledad, el aislamiento y la marginación, con el futuro
continuamente relegado a un mañana que se
escabulle. Sólo en aquel regazo se puede, sin renunciar
a la propia identidad, «descubrir la profunda verdad de
la nueva humanidad, en la cual todos están llamados a
ser hijos de Dios».

Reclínense pues, hermanos, con delicadeza y respeto,


sobre el alma profunda de su gente, desciendan con
atención y descifren su misterioso rostro. El presente,
frecuentemente disuelto en dispersión y fiesta, ¿acaso
no es también propedéutico a Dios que es sólo y pleno
presente? ¿La familiaridad con el dolor y la muerte no
son formas de coraje y caminos hacia la esperanza? La
percepción de que el mundo sea siempre y solamente
para redimir, ¿no es antídoto a la autosuficiencia
prepotente de cuantos creen poder prescindir de Dios?"

Por otro lado imagino a Jesús mirando y siendo mirado por toda la asamblea. Y pensaba en la
mirada del que ama profundamente a su pueblo, pero que a veces se siente solo en su tarea, que
lleva el peso solo, mirado por todos...y a veces puede pesar ese tener todos los ojos fijos en uno.
Jesús va a llorar por su pueblo cuando esté llegando a Jerusalén. Y a veces puede haber curas que

1
Un laico de nuestra diócesis me decía con respecto a los sacerdotes como pastores del Pueblo
de Dios: "Los sacerdotes tienen que bucear en su propia alma, deben descender a ese infierno; es
una forma de acompañar a Jesús, es una forma de acompañar al hermano... y una vez que buceás
en tu interior -buceás todas las veces que sea necesario- podés, de alguna manera, reconocerte
como Pueblo. Porque todos somos el Pueblo de Dios, compartimos las memorias, los problemas, la
historia, pero fijate que muchos sacerdotes huyen de ahí, es como si no quisieran ser parte del
Pueblo. Porque ser Pueblo tiene que ver con ser sufriente, con ser carente, con compartir una
historia de dolor, de alegría también, pero de dolor, de problemas: como sociedad, como Pueblo de
Dios, como seres humanos. Y para eso se necesita pedir el don de la compasión. Y cuando eso no
pasa algunos curas por miedo se van alejando, se refugian en una vida tranquila porque no saben,
nunca fueron adentro de sí mismos, y a lo mejor alguno fue, pero no supo qué hacer con eso. Y es
difícil, huyendo o sin compasión, poder tener una mirada en la que ese pastor conozca de verdad a
su Pueblo."
aman mucho al pueblo fiel, pero que pueden sentirse solos, como Jesús, e incluso
incomprendidos, no valorados por su entrega. Y de esa manera Jesús es de gran consuelo,
también, para tantos sacerdotes.

3. Finalmente, en este tercer punto, usted quería invitar a la mirada de Jesús a cada uno de
nosotros TODOS (asumiendo que, si bien no lo había dicho explícitamente, les había estado
hablando a los sacerdotes). Cómo en este año de la misericordia, esa mirada nos compromete,
nos invita a poner nuestras heridas confiadamente en su presencia, como Pedro, alcanzado por la
mirada de Jesús: cómo cuando Jesús lo mira, ahí Pedro lo conoce.

Esa mirada de Jesús a cada uno es con amor, independientemente la situación: enfermos, el
joven rico, la viuda de Naím, Pedro, el buen ladrón, los mismos verdugos para con quienes Jesús
nunca tiene una mirada condenatoria... todos y cada uno reciben la mirada misericordiosa de
Jesús. Esa mirada da confianza para depositar heridas, deseos, dolores y también vergüenzas ante
él.

Para terminar, proponía usted un examen de conciencia con tres puntos, también:

a) Ver los pecados contra la fraternidad. Tomando lo que les decía el Papa a los obispos
mexicanos, poder hablar de frente, corregirse de frente, incluso pelearse de frente, pero que no
tenga que ser el obispo siempre el que corrija. Es un llamado a la transparencia, a la sinceridad, la
corrección fraterna que Jesús nos confió.

b) No tener una vida doble, alejados del pueblo, poco austera, como si se fuese una clase
diferente, sino asemejarse al pueblo. Es muy triste que un pastor no conozca el alma profunda de
su pueblo, que viva a sus espaldas, mirando "a otro lado" (otro país, otro barrio, otra gente, otros
dioses o ídolos, otros problemas... que nada tienen que ver con los de su pueblo). Cuando se ve
esto, el pastor es tan distinto y tan distante del pueblo...

c) La mirada misericordiosa de Jesús llama a tener confianza, más allá de las propias fuerzas y
limitaciones. Invita a lanzarse y confiar sólo en su misericordia...y nada más.

En fin, le agradezco mucho la confianza al pedirme este trabajo. Intenté, respetando el


esquema que usted me explicó, aportar algo desde mi punto de vista de un cura joven y lo que
veo, tanto en los curas como en lo que dice y siente la gente. Pero sobre todo, tomando a Jesús y
su Evangelio. De todos modos, usted sabrá qué puede ser de aporte, qué equivocación o qué
puede ser bueno, pero no oportuno para esta ocasión. Estoy seguro que el Espíritu, más allá de
sus palabras, nos va a unir más como Cuerpo en esta Misa crismal.

Le mando un fuerte abrazo y mi oración de siempre.

Lucas

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