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LA ANULACIÓN DEL LAUDO ARBITRAL

La Ley de Arbitraje, aprobada por Decreto Legislativo N° 1071, ha regulado de


manera expresa el recurso de anulación y, con mayor precisión, las causales que
podrían dar lugar a que un Laudo arbitral se declare nulo.

De ese modo, el artículo 63 de dicha Ley aborda el tema de las causales de


anulación. En su inciso 1, dicho artículo señala que el laudo sólo podrá ser
anulado cuando la parte que solicita la anulación alegue y pruebe las causales
establecidas. A continuación intentaré abordar las implicancia de cada causal en
el ámbito de la contratación pública.

a. Que el convenio arbitral es inexistente, nulo, anulable, inválido o


ineficaz.

Cabe preguntarse si esta causal puede configurarse en el ámbito de


contrataciones del Estado. Sobre ese particular, el caso de la inexistencia del
convenio arbitral, por ejemplo, tendría que ser originado en la inexistencia del
contrato mismo, pues no podría darse de manera independiente, ya que la
normativa de contrataciones del Estado prevé la incorporación de pleno derecho
de una cláusula arbitral en los casos en que no se hubiera pactado la misma en
el contrato. Es decir, la inexistencia del Convenio Arbitral per se no se puede
configurar, debido a que la propia norma suple la voluntad de las partes para
esos casos. Ahora bien, la inexistencia del contrato, aunque el artículo 52 de la
Ley la establece como una de las controversias susceptibles de arbitraje, resulta
muy discutible de si, en efecto, lo es.

Es poco probable que el convenio arbitral en el ámbito de contrataciones del


Estado se celebre como un acuerdo independiente, así que la nulidad,
anulabilidad, invalidez o ineficacia del mismo se derivarían, normalmente, de la
nulidad, anulabilidad, invalidez o ineficacia del propio contrato. Y esto tendría
que discutirse dentro del arbitraje, aunque, por ello, estas materias ya
constituirían, propiamente, temas de fondo de la decisión. Cabe preguntarse,
entonces, si en el ámbito del arbitraje en contrataciones del Estado, esta primera
causal resulta aplicable o no.

b. Que una de las partes no ha sido debidamente notificada del


nombramiento de un árbitro o de las actuaciones arbitrales, o no ha
podido por cualquier otra razón, hacer valer sus derechos.
En general, esta causal tiene que ver con la garantía constitucional del debido
proceso y de la tutela jurisdiccional efectiva. En tal sentido, “el laudo, como acto
jurisdiccional, debe cumplir con las garantías mínimas del debido proceso para
garantizar la tutela jurisdiccional efectiva” (PALACIOS PAREJA, Enrique. La
motivación de los laudos y el recurso de anulación. En Revista Peruana de
Arbitraje N° 4. MS editores, 2007, p. 327). En el caso de la indebida notificación
de la designación de un árbitro o de las actuaciones arbitrales el tema resulta
particularmente claro; sin embargo, cuando en ese artículo se hace alusión a
cualquier otra razón por la que las partes no hayan podido hacer valer sus
derechos, el terreno se hace menos sólido. Así, al menos en relación con este
extremo, esta causal debe ser concordada con el artículo 56-1 de la Ley de
Arbitraje que establece que todo laudo debe ser motivado, a menos que las
partes hayan convenido algo distinto o que se trate de un laudo en el que se
homologa un acuerdo entre las partes.

En esta línea, se puede señalar que “Un elemento importantísimo de la tutela


jurisdiccional efectiva es el derecho a obtener una resolución fundada en
derecho. Este elemento contempla el derecho de motivación de las resoluciones
judiciales. La motivación ha sido reconocida en la constitución como un derecho
fundamental de las partes, y como un elemento fundamental dentro de todo
proceso o procedimiento”. Por tanto, esto es totalmente aplicable también al
arbitraje.

En ese sentido, esta causal resulta de mucha relevancia en el ámbito de


contratación pública, en todo su alcance, pero fundamentalmente por la
necesidad de que el arbitraje sea respetuoso y garante de un debido proceso, el
mismo que se encontrará sustentado si es que el Laudo Arbitral que se haya
emitido cuenta con la debida motivación que el caso amerita. Y la debida
motivación implica no solo aspectos cuantitativos, sino fundamentalmente
aspectos cualitativos.

c. Que la composición del tribunal arbitral o las actuaciones arbitrales


no se han ajustado al acuerdo entre las partes o al reglamento arbitral
aplicable, salvo que dicho acuerdo o disposición estuvieran en conflicto
con una disposición de este Decreto Legislativo de la que las partes no
pudieran apartarse, o en defecto de dicho acuerdo o reglamento, que no
se han ajustado a lo establecido en este Decreto Legislativo.
Esta causal es completamente aplicable en materia de contrataciones del Estado,
aunque las partes, normalmente, no hace un ejercicio muy consciente de las
posibilidades de la autonomía de la voluntad.

d. Que el tribunal arbitral ha resuelto sobre materias no sometidas a su


decisión.

Este es un tema de especial relevancia en materia de contrataciones del Estado,


pues es una causal que se invoca con frecuencia en los recursos de anulación.
En el ámbito de las contrataciones del Estado se sigue, muchas veces de manera
excesivamente literal, el principio de legalidad, lo que abre un terreno de
supuestos y formalidades que generan una serie de problemas que sería
importante abordar:

Un primer problema es si el arbitraje tiene que enmarcarse, completamente, a


la solicitud de arbitraje y a su respuesta. Conforme al artículo 218 del
Reglamento de la Ley de contrataciones del Estado, en caso las partes no se
hayan sometido a un arbitraje institucional o no hayan pactado al respecto, “el
arbitraje se inicia con la solicitud de arbitraje dirigida a la otra parte por escrito,
con indicación del convenio arbitral, incluyendo la designación del árbitro,
cuando corresponda. La solicitud también deberá incluir de manera referencial y
con fines informativos, un resumen de la o las controversias a ser sometidas a
arbitraje y su cuantía”.

De acuerdo al artículo 219 del mismo Reglamento, la parte que reciba una
solicitud de arbitraje, “deberá responderla por escrito dentro del plazo de diez
(10) días hábiles, contados a partir del día siguiente de la recepción de la
respectiva solicitud, con indicación de la designación del árbitro, cuando
corresponda, y su posición o resumen referencial respecto de la controversia y
su cuantía. De ser el caso, la respuesta podrá contener una ampliación o réplica
respecto de la materia controvertida detallada en la solicitud”. Claro está que,
resulta claro, la falta de respuesta o toda oposición formulada en contra del
arbitraje, “no interrumpirá el desarrollo del mismo ni de los respectivos
procedimientos para que se lleve a cabo la conformación del tribunal arbitral y
la tramitación del arbitraje”.

La primera pregunta que cabe formular es si, en el caso de arbitrajes ad hoc en


los que las partes no pactaron sobre tal asunto, la demanda arbitral debe
restringirse a formular su petitorio en arreglo a lo señalado en su solicitud de
arbitraje. Ahora bien, en el caso de que el demandado deseara reconvenir, cabe
preguntarse también si, para ejercer tal facultad, tendría que haberlo señalado
en su respuesta a la solicitud de arbitraje. De este modo, se tendría una
interpretación muy formalista del inicio del arbitraje, lo cual negaría incluso la
posibilidad de acumular controversias en un arbitraje ya iniciado, si es que no
se ha presentado una solicitud de manera previa.

Entonces, qué sucede en el caso que un Tribunal Arbitral resuelva controversias


planteadas en la demanda pero no que no fueron enunciadas en la solicitud de
arbitraje. ¿Se incurrió en esta causal?

e. Que el tribunal arbitral ha resuelto sobre materias que, de acuerdo a


ley, son manifiestamente no susceptibles de arbitraje, tratándose de un
arbitraje nacional.

En este caso, se trata de una causal prevista para los arbitrajes nacionales que
se configuraría en el caso que, primero, se demande en arbitraje temas que la
Ley tiene como no arbitrables y que el Tribunal Arbitral laude a pesar de ello
sobre esos temas. Esta causal es también una que frecuentemente se arguye
para formular recursos de anulación en el ámbito del arbitraje en contrataciones
del Estado.

f. Que según las leyes de la República, el objeto de la controversia no es


susceptible de arbitraje o el laudo es contrario al orden público
internacional, tratándose de un arbitraje internacional.

Esta causal muestra un tratamiento disparejo para el arbitraje nacional y el


arbitraje internacional. En el caso de la no susceptibilidad de someter a arbitraje
ciertas controversias por el ordenamiento legal peruano, habría bastado que se
plantee la causal de manera general y no de modo particular, tanto para el
arbitraje nacional como pare el arbitraje internacional. Sin embargo, lo más
grave es que se resguarda solamente el orden público internacional, cuya
violación podría ser causal de anulación del Laudo, pero no en el caso del orden
público nacional. Este absurdo sí que me parece clamoroso. Y la violación del
orden público nacional es frecuente en el arbitraje en materia de contrataciones
del Estado, ¿cómo se protegen las partes de esto?

g. Que la controversia ha sido decidida fuera del plazo pactado por las
partes, previsto en el reglamento arbitral aplicable o establecido por el
tribunal arbitral.

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