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¿Cómo pudieron dejarnos?

Dos meses después de su muerte, nunca pensé que me dolería tanto, me veía tan fuerte
en el velorio a lado de mi hermano, siento que lo puedo superar, como la vez en que mi
padre murió, no llevábamos una buena relación, así que supongo que fue esa la razón
por la que no me afectó mucho. Pero entendí que yo no era el único cercano a mi padre,
mi madre quiso mostrarse fuerte, pero verla llorando en las noches me mostraba que
estaba destrozada por dentro. Entendí que no quería perder a alguien cercano a mí, no
por el dolor que me podría causar la perdida, sino por el dolor de ver a mis seres
queridos sufrir.
Mi hermano nunca sufrió, yo y mi madre tratábamos de que Marco no sufriera mucho
por eso, el aún es pequeño y creo que a sus 5 años no entendía como alguien que venía
siempre a casa, lo dejara de hacer. Un año después mi madre lo había superado, creo
que entendió que no habría vuelta a atrás, y siguió trabajando para sacarnos adelante a
mí y a mi hermano. No teníamos tanto dinero, éramos de clase media baja, pero…
estábamos bien. Mi madre trabajaba como enfermera en un hospital cerca a mi casa,
regresaba cansada en las noches.
-Hola mamá, ¿Cómo estás?- dije, mientras hacia mi tarea.
-Bien Anthony, cansada como siempre, ¿Tu hermano ya está en la cama?
-Pues sí, tú también deberías ir, se nota que estas muy cansada.
-Tienes razón- respondió.
Miraba como subía hacia su cuarto, pensando en que lo malo y triste ya había pasado.
Pensaba en que las cosas ya estaban regresando a la normalidad. Miraba a mi madre,
una mujer de 45 años, cansada de trabajar para darnos lo mejor y vernos felices,
pensaba en que llegará el momento en que sea mi turno de cuidarla y hacerla feliz. La
miraba, la miraba… caer… ¿Caer de las escaleras? -¡Mamá!- Corrí lo más rápido hacia
ella. -Mamá, mamá, reacciona… ¡Mamá!- grité. Agarré mi celular y llamé rápidamente
una ambulancia, llegaron, y en unos minutos fuimos al hospital. Después desde el
hospital llame a una vecina de confianza para que se quedara en mi casa a cuidar a
Marco.
Mientras estaba sentado en el pasillo pensaba en todo, -Maldita sea- me decía a mí
mismo, no podía creer que esto estuviera pasando de nuevo, estaba en el mismo hospital
en donde murió mi padre, pero ahora con mi madre en peligro, -No, ella no, ella no debe
morir- me repetía en mi mente mientras pensaba en el dolor que podría sentir mi
hermano, por primera vez pensaba en el dolor que me causaría a mí perderla.
-Usted es familiar de la paciente Erika Aguilar- dijo el doctor.
-Sí… sí soy... soy su hijo- dije secándome las lágrimas.
-Bueno, su madre ha sufrido una descompensación por una Disección aórtica.
-¿Qué tan grave es eso?
-Bueno, esto se traduce a una pérdida descontrolada de sangre de una arteria, que puede
ser mortal, controlamos la hemorragia pero ha perdido mucha sangre y está muy débil,
no sabemos si su madre podría resistir una intervención quirúrgica- dijo el doctor.
En ese momento me sentí destrozado, necesitaban el permiso de un familiar mayor de
edad para poder operar a mi mamá, solo nos teníamos los 3, y yo aún tenía 17, aun así,
como no había nadie más, me dieron la responsabilidad de elegir si deberían operar a mi
mamá o no. No sabía que hacer. Ella necesitaba ser operada, aunque corriera el riesgo
de morir en la operación. -Por favor, ha… haga lo posible para que pueda vivir- le dije
al doctor entre llantos. -Haré lo posible- respondió.
Me quedé llorando en el pasillo, pasaron 4 horas, y me dieron la trágica noticia, la
maldita noticia. Esas palabras que se repetían otra vez, -Lo siento, hicimos todo lo que
pudimos-.
No podía creer lo que estaba pasando, ya no quería saber nada, salí corriendo del
hospital, la lluvia me mojaba la cara, mientras solo pensaba en una sola cosa, una sola
idea en la mente, una sola cosa que quería hacer, acabar con este dolor. Corrí y corrí, no
quería cargar con la responsabilidad de decirle a mi hermano lo que había pasado, sentía
que no podría hacerlo, quería tragarme este dolor yo solo, llevármelo a la tumba.
Pero no solo pude pensar en el dolor, mientras dejaba de correr, también pensaba en él,
en la persona que más quiero, mi hermano, que clase de persona sería si lo dejo en este
momento, seguí caminando, cada vez más lento hasta arrodillarme en medio de la
lluvia,-¡Maldita sea! ¿Cómo pudieron dejarnos?- grité llorando al cielo, y luego… sentí
dos manos cálidas en mis hombros, eran, mi padre y mi madre, y supe lo que tenía que
hacer, tenía que cuidar a mi hermano, eso es lo que mis padres hubiesen querido, y… es
lo que quiero yo.
Dos meses después de su muerte, nunca pensé que me dolería tanto, me veía tan fuerte
en el velorio a lado de mi hermano, siento que lo puedo superar, no sé si es muy pronto
para seguir adelante, solo sé que tengo que hacerlo, por mi hermano, y por mí.

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