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LA REVOLUCION CUBANA
UNA REINTERPRETACIOH
E D I T O R I A L
NUESTRO TIEMPO, S. A.
L A R E V O L U C IO N C U B A N A ,
U N A R E IN T E R P R E T A C IO N
© EDITORIAL NUESTRO T IE M P O , S. A.
Avenida Universidad 771, Despachos 402-403
México 12, D. F.
Impreso en México
Printed and Madt in México
I N D I C E
P resen tación 7
P ró lo g o de R u y M a u ro M a rin i 9
N o t a P r e v ia 17
N o t a a la edición m ex ic an a 21
P R IM E R A P A R T E
L A G U E R R A R E V O L U C IO N A R IA 23
I. L a e stra te g ia insurreccional y S|i raíz de clase 25
1. E l M o n e a d a : U n a concepción de asalto a l 7
poder 25
2. E l p ro g ra m a dem ocrático de 1963 28
3. E l carácter de clase del p ro g ra m a 34
II. N u e v o » intentos de insurrección u rbana 37
1. E l ascenso del m ovim iento p o p u lar y el
G ra n m a 37
a ) E l a s a lto al palacio presidencial.
b ) L a sublevación de la m arina.
IV . La h u elga ge n e ra l 56
1. L a concepción de h u e lga ge n e ra l 56
2. H u e lg a g e n e ra l: táctica p ro letaria 60
3. L a h u e lga de a b ril 64
4. ¿ P o r qué fra c a s ó la h u elga ? 67
SEGUNDA PARTE
DE L A R E V O L U C IO N D E M O C R A T IC A A LA RE
V O L U C IO N S O C IA L IS T A 105
I. L a Revolución D em ocrática 107
1. L a contradicción entre el p ro g ra m a y la p rá c
tica 107
2. E l p r o g r a m a del M-26-7 110
(1) Véase, de Cléa Silva, “Loa errores de la teoría del foco” , en Monthlv Review: Selec
ciones en Castellano, Santiago, N? 45. diciembre de 1967.
(3) El resultado de sus investigaciones en este terreno se publicó en esta serie, bajo el
título Capitalismo Dependiente Latinoamericano.
ñera cómo se agudizan, en el capitalismo dependiente, las contradic
ciones inherentes al ciclo del capital; la exasperación del carácter ex-
plotativo del sistema, que lo lleva a configurar un régimen de superexplo-
tación del trabajo; los obstáculos creados al paso de la plusvalía extra
ordinaria a la plusvalía relativa, y sus efectos perturbadores en la forma
ción de la tasa media de ganancia; la extremación consiguiente de los
procesos de concentración y centralización del capital — esto es lo que
constituye la esencia de la dependencia, la cual no puede ser suprimida
sin que se suprima el sistema económico mismo que la engendra: el ca
pitalismo.
Este planteamiento teórico apuntala la tesis política según la cual
no hay antiimperialismo posible fuera de la lucha por la liquidación del
capitalismo y, por ende, fuera de la lucha por el socialismo. Pero el so
cialismo no es tan sólo un determinado régimen de organización de la
producción y la distribución de la riqueza, o sea, no es simplemente una
cierta forma económica. E l socialismo es, por sobre todo, la economía
que expresa los intereses de una dase — el proletariado— y se opone, por
tanto, a los intereses de la clase a la cual se- enfrenta el proletariado:
la burguesía. La lucha por el socialismo se expresa, pues, a través de
la revolución proletaria, que opone la clase obrera y sus aliados a la bur
guesía en tanto clase. Se entiende, así que ésta no tenga lugar en el blo
que histórico de fuerzas a quien incumbe realizar la revolución latino
americana.
Aclaremos bien este punto. La lucha por el socialismo es, funda
mentalmente, una lucha política, en el sentido de que el proletariado tie
ne que contar con el poder del Estado para quebrar la resistencia de la
burguesía a sus designios de clase e imponer a los sectores más débi
les de ésta, a'las capas medias burguesas, que subsisten todavía duran
te un cierto tiempo, una política que destruya sus bases materiales de
existencia. L a política del proletariado hacia la burguesía es siempre
una política de fuerza; lo que varía es el grado de fuerza, vale decir de
violencia, que el proletariado utiliza respecto a las distintas capas y
fracciones burguesas, grado que se determina en última instancia por
la capacidad de resistencia de dichas capas y fracciones a la política
proletaria. Esto es lo que hace que, para Lenin, el socialismo no sea tan
sólo la electrificación, el desarrollo de las fuerzas productivas, las trans
formaciones económicas, sino también los soviets, es decir, el poder del
proletariado organizado en el Estado.
La etapa democrática de la Revolución cubana, tal como Vania Bam
birra la define aquí, es una dura lucha pór el poder, un ingente esfuerzo
por afirmar la hegemonía proletaria en el seno del bloque revolucionario
de clases que se empezara a forjar en el curso de la guerra y por expre
sarla plenamente en el plano del Astado. La autora nos queda debiendo,
en este sentido, un estudio más detallado de cómo las clases revolucio
narias, cuya vanguardia se encontraba organizada en el Ejército Rebel
de, se enfrentaron a los intentos de la burguesía y el imperialismo por
mantener su dominación y robarles la victoria tan duramente conquista
da; de cómo el aparato del Estado fue disputado palmo a palmo y con
quistado a través de medidas tales como la creación de los tribunales
militares y el :remplazo de Miró Cardona por Fidel Castro al frente del
gobierno; de cómo, a través de las milicias armadas campesinas y obre
ras, cuya existencia cobró forma legal con el estatuto de lá Milicia N a
cional Revolucionaria, del 26 de octubre de 1959, se continuó la incor
poración y organización de masas cada vez más amplias de obreros y
campesinos al eje del poder revolucionario —el Ejército^; de cómo
el gobierno revolucionario de Fidel Castro, apoyado en la fuerza de las
masas organizadas y armadas, desplazó progresivamente la presencia
burguesa e imperialista del aparato del Estado, lo que se simboliza en la
sustitución de Urrutia por Dorticós en la Presidencia de la República, e
impulsó decididamente la dirección obrera y campesina sobre la pro
ducción y la distribución de la riqueza.
La etapa democrática de la revolución proletaria no es sino esto:
una aguda lucha de clases-, mediante la cual la clase obrera incorpora
a las amplias masas a la lucha por la destrucción del viejo Estado y entra
a constituir sus ■■propios órganos de poder, que se contraponen al po
der burgués (4) >Reconocer, por tanto, la existencia de las dos etapas
en el proceso revolucionario cubano no debe inducir a confusión. L a eta
pa democrática de la Revolución cubana no es la etapa democrático-
burguesa que se ha pretendido erigir en necesidad históripa de la revo
lución latir* .¿americana y que se definiría por sus tareas antiimperialistas
y antioligarquicas. Ella es más bien la expresión de una determinada co
rrelación de fuerzas, en la cual el poder burgués subsiste todavía, la
clase obrera aún no deslinda totalmente su propio poder para enfren
tarlo definitivamente al poder burgués y la constitución de la alianza re
volucionaria de clases sigue su curso, mediante la incorporación a ella
-.de las capas atrasadas del pueblo. Es en este marco que entra a t'pacar-
'se la ideología .pegueñoburguesa en el seno del bloque revolucionario,
, como el presente estudio demuestra para el caso cubano.
Son, por tanto, las condiciones de desarrollo de la alianza revolu
cionaria de clases y el proceso de formación del nuevo poder lo que de
fine las etapas de la revolución proletaria. Es así como se puede enten
der porqué la etapa democrática de la Revolución cubana se extendió
más allá del momento en que la vanguardia revolucionaria logró insta
larse en el aparato del Estado. La confrontación con la experiencia ru
sa, distinta bajo muchos aspectos, es aleccionadora. Allí, el desarrollo
del poder dual de los obreros, campesinos y soldados atraviesa una pri
mera etapa de coexistencia con el poder burgués, que detenta el apara
to estatal, pero se distinguí claramente de éste, inclusive en términos de
estructuración orgánica; la situación es, pues, distinta a la de Cuba, don
de ambos poderes se confunden en el seno del Estado. La contradicción
más acusada que se observa.en Rusia, en el plano político, es lo que lle
va a que el paso del aparato estatal a manos de la vanguardia proletaria
coincida con la liquidación violenta del poder burgués, a través de una
insurrección armada; en Cuba, esa situación no se produce, porque las
(4) A ella se referían Marx y Engels en el Mensaje del Comité Central a 1a Liga de loi
Comunistas, de 1850, cuando''emplearon la expresión “revolución permanente'*, a la cual
Trotsld daría más tarde un sesgo marcadamente economictsta.
bases materiales del Estado burgués — las fuerzas represivas y la buro
cracia— habían sido suprimidas anteriormente.
Cabe señalar que esa transformación gradual del Estado cubano na
da tiene que ver con las tesis que se plantearon en la izquierda chilena,
respecto a una dualidad de poderes en el seno del Estado, a raíz de las
elecciones presidenciales de 1970. Sin insistir en que, en Chile, el apara
to estatal burgués permaneció intacto y, más que ser subordinado, su
bordinó a sí el gobierno que emergió de esas elecciones, tesis como las
mencionadas tienden a distraer la atención de lo que Lenin consideraba
como un problema fundamental de la revolución; la conquista del poder
político por el proletariado. En efecto, la característica central de las dos
revoluciones consideradas aquí reside en la creación de un tipo supe
rior de Estado democrático, para usar la expresión de Lenin, antagónico
a la república parlamentaria de tipo burgués, que se tendió a crear en
ambos países. En la república burguesa, “el poder pertenece al Parla
mento; la máquina del Estado, el aparato y los órganos de gobierno son
los usuales: ejército permanente, policía y una burocracia prácticamen
te inamovible, privilegiada y situada por encima del pueblo” (5). Las di
ferencias entre la democracia proletaria y la democracia burguesa están
precisamente en que la primera suprime esa máquina de opresión: ejér
cito, policía y burocracia, y asegura “la vida política independiente de
la masas, su participación directa en la edificación democrática de to
do el Estado, de abajo arriba”, que la república parlamentaria burguesa
“dificulta y ahoga” (6).
El carácter socialista de la etapa subsiguiente, en Rusia, se afirma
a partir del momento en que se corta el nudo gordiano del poder en fa
vor del proletariado. Este se constituye, desde el primer día de la insu
rrección victoriosa, en la fuerza hegemónica. en la alianza de clases
revolucionaria. Las tareas que se propone no son todavía, desde el pun
to de vista económico, rigurosamente socialistas (7), pero sí es su ob-
(5) Lenin, "Las tareas del proletariado en nuestra revolución", El problema del poder,
Santiago, Ediciones E l Rebelde, s/f., p. 21, subrayados de Lenin.
(9) "Informe sobre las tareas del poder soviético". Obras Completas, op. eit., t. XXVTI,
(10) Lenin losabía perfectamente, cuando, al plantear la toma del poder por el proleta
riado, advertía: “El partido del proletariado no puede proponerse, en modo alguno, ‘implan
tar’ el socialismo en un país de pequeños campesinos, mientras la inmensa mayoría de la
población no haya tomado conciencia de la necesidad de la revolución socialista’*. ¿En qué
consistiría entonces, incialmente, la revolución? En la creación de un Estado capaz de
permitir al proletariado guiar él campesinado al socialismo. Para la construcción de ese Es
tado, si era posible ganarse a los campesinos: “Si nos organizamos y hacemos con habilidad
nuestro programa, conseguiremos que no sólo los proletarios, sino nueve décimas partes de
loa campesinos estén coatra la restauración de la policía, contra la burocracia inamovible
y privilegiada y contra el ejército separado del pueblo". Y Lenin insistía: " Y precisamente
en esto, y sólo en esto, estriba el nuevo tipo deEstado". “Las tareas del proletariado.
op. cit., pp. 29 y 24.
liza y ahoga la participación política de las masas, ya porque restringe
las tomas de decisiones a los órganos del Estado, que se sitúan fuera
de cualquier control por parte del pueblo, ya porque ejerce sobre éste la
coerción armada. Tales tareas sólo pueden cumplirse, pues, mediante
la democracia proletaria, es decir, aquélla que asegura la dictadura de
la mayoría sobre la minoría; Aun en el contexto de situaciones históricas
determinadas, la necesidad de la democracia proletaria (como instru
mento que permite al pueblo hacer valer su voluntad) se plantea precisa
mente porque la. burguesía en el poder no asegura el cumplimiento de
las tareas que exigen las masas. Es así oomo, en Rusia, fue la incapaci
dad de la burguesía para llevar a cabo la reforma agraria, la contrata
ción de la paz y el suministro de bienes esenciales a las tropas comba
tientes y a la población de las ciudades lo que convenció a las masas
de la justeza del programa proletario y abrió las puertas a la toma del
poder por los bolcheviques (11).
Resumiendo:
La Revolución rusa de 1917 fue una revolución proletaria, en el sen
tido de que el proletariado era la clase hegemónica que la realizó; una
revolución obrera y campesina, porque, dado el atraso del capitalismo
en Rusia, el campesinado era la fuerza social mayoritaria en el bloque
revolucionario, y una revolución socialista, porque, coherente con su in
terés de clase, el proletariado se dio el socialismo como meta. Su etapa
democrática precedió el paso del aparato estatal a manos de la vanguar
dia proletaria.
L a Revolución cubana fue una revolución popular, por la alianza
de clases que la impulsó, constituida por la pequeña burguesía urbana,
el campesinado, la clase obrera y las capas pobres de la ciudad, cuya
etapa democrática se prolongó más allá de la llegada de la vanguardia
revolucionaria al poder del Estado; la razón de esta peculiaridad reside
en el hechb de que la vanguardia tuvo acceso al poder estatal (cuyas
bases materiales habían sido suprimidas) antes que se completara la
organización del poder obrero y campesino y la incorporación de las
amplias masas al proceso. El paso de la revolución popular a la revolu
ción obrera y campesina, en Cuba, correspondió a la destrucción del
aparato estatal burgués, del cual la dictadura de Batista no había sido
sino una expresión, y a las transformaciones operadas en un sentido so
cialista al nivel de la estructura económica; ambos procesos se realiza
ron con base en el poder armado de los obreros y campesinos, manifes
tado en el Ejército y en las milicias populares. Es esta particularidad
que explica el hecho de que, cuando la Revolución afecte también el
plano de la ideología y se proclame socialista, ya la construcción del
socialismo se hubiera iniciado, al revés de lo que pasó en Rusia.
(11) Al respecto, Lenin señalaba que la satisfacción de las necesidades económicas más
apremiantes de las masasno podría ser realizada por la burguesía, "por muy 'fuerte* que
sea su poder estatal*’. Y aliadla: "E l proletariado, en cambio, sí puede hacerlo al día si
guiente de conquistar el poder estatal, pues dispone para ello tanto del aparato (soviets).
oomo de los medida económicos (expropiación de los terratenientes y la burguesía)". “Las
elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadora del proletariado’*,El problemadel
poder, op. cit., pp. 74-75, subrayados míos.
Las peculiaridades de las dos revoluciones tienen que explicarse
a la luz de las condiciones particulares en que se desenvolvieron, asi
como del grado de desarrollo ideológico y político del proletariado en
ambos países (12). El mayor mérito del libro de Vania Bambirra, como
señalamos al principio, es plantearse en este terreno, rechazando el lu
gar común y las explicaciones fáciles. En este sentido, no debe tomar
se por aquellos a quienes va dedicado — los militantes revolucionarios—
tan sólo como un estudio serio y bien fundamentado; tiene que tomarse
también como un valioso aporte a la discusión ideológica y política que
se está librando en el seno de la izquierda latinoamericana, en torno al
tema de la revolución proletaria.
Habría que decir, finalmente, que el estudio de Vania Bambirra se
llevó a cabo en el marco del programa de investigaciones del Centro de
Estudios Socio-Económicos (CESO ), de la Universidad de Chile, y se pu
blicó inicialmente, en la serie de cuadernos que editaba esa institución,
como un homenaje al vigésimo aniversario del 26 de Julio, fecha clave
en la historia de la Revolución cubana. Esto se daba en el momento mismo
en que, en Chjj£, la lucha de clases alcanzaba uno de los puntos más altos
que ha presentado en los últimos quince años en América Latina. En este
sentido, L a Revolución Cubana: una reinterpretación era más que un simple
homenaje y rebasaba de mucho el alcance de un ejercicio meramente aca
démico: representaba también un esfuerzo para aportar elementos nuevos
a la intensa lucha ideológica que se libraba entonces en el seno de la iz
quierda chilena.
Y estaba bien que fuera así. Una revolución como la de Cuba n
puede conmemorarse simplemente mediante actos rituales, destinados a
sacramentahzarla. La conmemoración de una verdadera revolución debe
ser, antes que nada, una renovada toma de posesión de sus contenidos fun
damentales, con el objeto de impulsar el desarrollo del espíritu revolucio
nario de las masas y de convertirlos cada vez más en un patrimonio irrenun-
ciable de los pueblos.
Junio, 1974
(1) Fidel Castro, Diálogo c f» loa estudiantes de* Concepción, Fidel en Chile, Químantú,
Santiago, Chile, pág. 99.
Vania Bambirra
LA GUERRA REVOLUCIONARIA
L L A E STR ATEG IA IN SUR R EC CIO NA L Y S U R A IZ DE CLASE
(1) Fidel Castro, ‘'Conferencia de Prensa con los periodistas chilenos y extranjeros", Fidel
en Chile, Quimantú. Santiago, Chile. 1972, pág. 278.
sus características ideológicas y sus objetivos políticos, y, por tanto, fa
cilitan la comprensión del proceso revolucionario. Segundo, porque a
partir de esta discusión se pueden extraer enseñanzas para la lucha re
volucionaria en otros países. Esta última razón constituye el objetivo prin
cipal de este trabajo.
U n problema a destacar es el de que el cuestionamiento de la via
bilidad estratégica y táctica de esas acciones no puede hacerse desde el
punto de vista estrictamente militar. En este sentido, tiene razón Fidel
Castro, cuando afirma:
“No es que el Moneada hubiese sido imposible tomarlo, nosotros ha
bríamos podido tomarlo. Analizado aún hoy, a la luz de nuestra expe
riencia, creemos que pudo ser factible la toma, y que la toma de aquel
Regimiento, que era la Segunda Unidad más importante del país, había
podido producir, en fecha mucho más temprana, la victoria de la revolu-
risa. Pero era un camino mucho menos seguro, porque podía depender de
muchos imponderables ( . . . ) ”( 2 ).
En efecto, por lo menos técnicamente, se puede admitir que, con una
m ejor preparación, hechos como el Moneada, y aun como el Granma,
pueden resultar exitosos. Si es cierto que, en América Latina, se han dado
intentos de tomas de cuarteles para desencadenar un proceso revolucio
nario que fracasaron (incluso cuando contaban con el apoyo de sectores
de las fuerzas armadas, como fue el caso de Carúpano o Puerto Cabello,
en Venezuela), no es menos cierto que la historia registra otras situacio
nes en las cuales ello se llevó a cabo. En la propia Cuba, en el curso del
proceso insurreccional de los años treinta, se verificó la tomá del cuartel
San Luis, en la cual participó Guiteras; se pensaba también en la toma
de otros cuarteles, pero la caída de Machado hizo innecesario el cumpli
miento del plan.
N o es, por tanto, éste el punto en discusión. Lo qué sí debe ser puesto
en duda, tanto teórica como prácticamente, es la efectividad de esas ac
ciones para poner en jaque al poder, cuando no se dan en el contexto de
un proceso insurreccional. Volviendo al caso eje Cuba en los años treinta,
conviene recordar que, en 1932 y 1933, se verificaba allí una situación
típicamente insurreccional, con un movimiento de masas, particularmen
te obreras, a la ofensiva y en claro ascenso de las luchas populares, y que
fue en ese contexto que tuvo éxito la toma de cuarteles. No era esa la
situación de Cuba en 1953, y es por esto que se puede dudar de que el
éxito del Moneada hubiera significado la victoria de la Revolución.
En última instancia, el asalto ai Moneada fue la expresión, de una
estrategia de asalto inmediato al poder (3).
“La operación Moneada —dice Fidel en el mismo texto— , fue el in
tento de tomar el poder de una cierta forma, fulminante. Apoderarnos
del Regimiento y de sus armas, levantar la ciudad de Santiago de Cuba,
lanzar la consigna de la huelga general en el país, y sí en último caso
no io lográbamos, sencillamente marchar a la montaña con aquellas
armas”(4).
Pero ¿la estrategia de qué fuerza social?
Sin duda, los episípdios del Moneada y del Granma revelan, por un
lado, el heroísmo y el idealismo de sus protagonistas y, por otro, su in-
mediatismo y espontaneísmo. Trátase, empero, de características muy
generales, que no descubren por sí solas las motivaciones de clase que
orientaban las acciones revolucionarias. Es necesario buscar indicadores
más rigurosos en los cuales se pueda basar el análisis del carácter del mo
vimiento revolucionario.
Un indicador significativo, aunque no determinante, es la composi
ción social del que, a partir del Asalto al Moneada, se ha denominado
Movimiento 26 de Julio, Sus integrantes eran sobre todo, profesionales
liberales, artesanos, estudiantes y obreros. Es decir, predominaban los
elementos provenientes de la pequeña burguesía (5).
(¿j Cuando la toma del poder se plantea en c\ contexto de una situación insurreccional ella
puede asumir las »n i« variadas formas. Por ejemplo, en la Revolución Rusa, técnicamente, fa
toma det poder tal cual fue concebida por Lenin y ejecutada por Trotsky, asumió la forma
del Golpe de Estado: “Durante la noche del 24 al 25 de octubre. Io¿ Guardias Rojos y los
regimientos regulare» ocuparon con rapidez de relámpago, y casi sin ruido, el Palacio de
Táurlda. tas oficinas de correos y las estaciones del ferrocarril, el Banco Nacional, las cen
trales telefónicas, las plantas de energía eléctrica y otros punios estratégicos. Si ol movi
miento que derrocó al zarismo en febrero duró casi una semana, el derrocamiento del gobier
no de Kerensky tardó apenas unas horas. En la mañana del 25 de octubre. Kerensky había
huido ya de la capital en el automóvil de una embajada extranjera, sus ministros lo esperaban
vanamente en el palacio de Invierno cuando a mediodía, se encontraron sitiados altí del mismo
modo que el gobierno del zar se encontró sitiado durante la última fase de la Revolución de
febrero. Sin derramamiento de sangre. los bolcheviques se habían adueñado de la ciudad".
(.. .) “Militarmente la insurrección había sido dirigida en realidad como una conspiración, y
no podia haber sido dirigida de otra manera". Isaac Deutscher. Trotsky. el profeta ormado.
México. Era. pags. 288 y 291.
<8) "A l niño, ustedes bo lo pueden llamar joven, no lo pueden llamar hombre y mucho
meoo3 le pueden llamar abuelo, pero es posible que algún día llegue a ser bisabuelo. La re
volución tiene di«Hnta« fases, auestro programa en la ludia contra Batista no era un pro
grama socialista ni podía ser un programa socialista realmente, porque los objetivos inme
diatos de nuestra ludia no eran todavía ni podían ser objetivos socialistas; habrían rebasado
el nivel de conciencia política de la sociedad cubana en aquella fase. Habrían rebasado el
nivel de las posibilidades de nuestro pueblo en aquella fase. Nuestro programa, cuando el
Moneada, no era un programa socialista, pero era el máximo de programa social y revolu
cionario que en aquel m om ento nuestro pueblo podría plantearse". Fidel Castro, "Dialogo con
los estudiantes de Concepción". Fidel en Chile, op. dt. pág. 89. En la impresión de este
texto hubo obviamente un error gráfico: en lugar de la palabra rebasado aparece escrito
rebajado. El lector inmediatamente advierte que se trata de un error, cuando considera el
contexto de la frase de Fidel.
(9) Germán Sánchez Otero, "E l Moneada: Iniciode la Revolución Cubana" • en separata
Punto Final. Santiago de Chile. Julio de 1972.
proceso histórico que termina en el siglo X IX con el proceso histórico
que se inicia en el siglo XX . £1 programa de transformaciones que pensó
Martí para la república cubana, sus posiciones antimperialistas ( . .. ) 7 su
identificación con los sectores explotados y su práctica revolucionaria in
dividual sumaban una potencialidad que le permitió al grupo de las mon-
cadistas la coherencia ideológica mínima para moverse en contra de las
estructuras de dominación capitalista” (10). Si bien son justos estos
planteamientos, es necesario hacer algunas consideraciones sobre la últi
ma apreciación que el autor hace en cuanto a “una potencialidad” anti
capitalista.
Es cierto que el pensamiento de Martí es anti-imperialista y que ade
más hay en él una gran “identificación con los sectores explotados77. Su
an ti-imperialismo provenía del análisis objetivo del contexto histórico en
el cual se planteaba la necesidad de que la independencia, para ser efec
tiva, tenía que cuestionar no sólo el dominio de España, sino además el
de los Estados Unidos. No hay que perder de vista que la guerra por la
independencia de Cuba ocurre varias décadas después que ésta ya habla
sido lograda por otros países del continente.
A fines del siglo X IX el dominio imperialista ya era más que una
amenaza, era un proceso en expansión. A partir de 1878, cuando fracasa
la primera guerra de diez años por la independencia cubana, se intensi
fica y se profundiza la explotación norteamericana sobre la isla. Nada
excepcional, por tanto, que el antiimperialismo apareciera cada vez con
mayor vigor desde entonces.
Estas observaciones no -se hacen con el espíritu de disminuir la gran
figura histórica de José Martí. Sus méritos son enormes, tanto en lo que
dice respecto a su comprensión de la realidad jde su país y del continen
te, como de su capacidad práctica en cuanto dirigente político, elábórador
de toda una concepción estratégica y táctica. Pero hay que insistir que
si bien Martí fue abandonando en su pensamiento muchos de los presu
puestos del liberalismo, nunca sobrepasó los límites de un pensamiento
democrático nacional, que aunque muy avanzado y progresista, se inser
ta aún en los marcos teóricos de una concepción revolucionaria burgue
sa. Es inútil buscar en Martí un cuestionamiénto del modo de produc
ción capitalista. Martí rechazaba la concepción de lucha de clases y pre
conizaba la unidad de todos los cubanos y de todos sus intereses. La nueva
república era concebida “con todos y para el bien de todos'7. La idea del
equilibrio social en Martí es clara en muchos de sus textos hasta el final
de su vida. Lo define como: “Un pueblo nuevo y una sincera democracia,
capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuer
zas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad com
puesta por la esclavitud” (11).
(11) José Marti citado por Ramón de Armas. “La Revolución Pospuesta: destino de la
Revolución MarÜana de 1895” .
(12) José Marti "A l General Máximo Gómez” en diciembre de 1887. Pensamiento Revolu
cionario Cubano, La Habana Edit. de Ciencias Sociales, 1971. pág. 77.
(13) José Martí “El Tercer Año del Partido Revolucionario Cubano*’ publicado en 1894;
Pensamiento Revolucionario Cubano, op. cit., pág. 179.
(14) José Martí, "Nuestra América*’, Pensamiento Revolucionario Cubano, publicado en
1891, op. cit. pág. 104.
El proyecto revolucionario de Martí, además .de preconizar la crea
ción de una república democrática, plantea también una serie de trans
formaciones con miras a promover un proceso de desarrollo económico.
Estas son la reforma agraria, la protección a la industria, la ampliación
del comercio internacional y la aceptación de inversiones extranjeras. El
comercio debe ser “inteligente y sano” y las inversiones extranjeras de
ben ser condicionadas al “respeto a los intereses nacionales”.
Este proyecto corresponde, en la época, fundamentalmente a los in
tereses del desarrollo de un capitalismo industrial nacional latinoameri
cano. L a reforma agraria, por ejemplo, en base a la pequeña propiedad
agrícola, tiene como objetivo, además de atender a las reivindicaciones
del campesinado, crear las condiciones para la expansión de un mercado
interno para la industria. Hay que recordar que este es el período en
que se realizan en varios países centroamericanos las llamadas “reformas
agrarias liberales” que corresponden á un proceso de modernización de la
economía primario-exportadora.
Es válido argumentar que, en el proyecto revolucionario de Martí,
estas medidas se plantean como medios para lograr un orden económico
y social superior y no como fines, como lo haría una concepción burgue
sa nacional típica (15), Mirado desde este punto de vista, en el pensa
miento de Martí se destaca también su carácter idealista y utópico, que
está presente además en su concepción de la “unión latinoamericana”
contra el imperialismo. En este sentido, se puede considerar que Marti
supera la concepción del desarrollo democrático-burgués y se transforma
en el precursor del pensamiento radical pequeño-burgués en Latinoamé
rica, cuya expresión más completa fue et-anti-imperialismo del A F R A en
su primera fase, en los años 20 y comienzos del 30. En el aprismo ori
ginario, se encuentran muchos de los supuestos martianos, sobre todo la
concepción de la unidad latinoamericana.
Con todo, si bien existen características utópicas en el pensamiento
martiano éstas son secundarias y subordinadas a una visión, esencial
mente táctica dé la lucha. En él se destaca el político sensible, el organi
zador por excelencia y el admirable conocedor de las condiciones obje
tivas para la independencia de Cuba y, por sobre todo, el dirigente teó
rico y práctico de la guerra de liberación nacional.
Como se ve, son múltiples las influencias que el pensamiento y la
acción martiana ofrecen a los jóvenes del 26 de Julio. Pero, en especial,
lo que Martí ofrece es la idea de la liberación democrático-nacional; es
la idea de la resistencia & la opresión; es el llamado a la lucha; es la
(16) Esta tea»» ha sido discutida en el trabajo de la misma autora. Capitalismo Depen
diente Latinoamericano, CESO, 1971. PLA, 1973.
forma de cuestionamiento del “imperialismo soviético" y del Partido So
cialista Popular (comunista).
Estas características típicas de la orientación y actuación política de
la pequeña burguesía cubana en un momento histórico na son origina
les. Ellas también son dominantes en todos los movimientos nacionalis
tas pequeño-burgueses que se formaron en Latinoamérica a partir de
los años 30. Entre sus mejores expresiones se destacan el A P R A perua
no y el M N R boliviano (17).
“La etapa que corre desde la fundación del M-26-7 hasta el desem
barco del Granma(...) es el inicio de un movimiento que desarrolla una
actividad global contra la tiranía, edita manifiestos, periódicos, pinta
paredes, hace manifestaciones, se organiza a lo largo de la isla, realiza
sabotajes a los servicios públicos, todo presidido por la bandera de la
lucha armada. Es decir hay una acumulación de simpatía, de participa
ción del .pueblo, de experiencia en la lucha, entrenamiento de cuadros,
que permitirán el desarrollo de nuevas situaciones provocadas por el
movimiento revolucionario" (23).
Sin embargo, la preparación del segundo intento insurreccional, que
culminará finalmente el 2 de diciembre de 1956, con el desembarco del
Granma, ocurre en un contexto político muy distinto del que había cuan
do se realiza el asalto al cuartel Moneada. De 1953 a 1956, muchos
hechos ocurrieron en ia sociedad cubana <jue fueron intensificando las
contradicciones sociales y provocando una mayor radicalización y parti-
(2?) José Bell Lara, "La Fase Insurreccional de la Revolución Cubana'*, Punto Final,
Santiago, agosto de 1972.
cipación popular en la lucha en contra de la dictadura de Fulgencio Ba
tista. Contribuyeron a esto una serie de hechos. Algunos autores (24)
destacan el impacto que tuvo sobre la opinión pública la violenta ma
sacre y represión de los jóvenes que asaltaron el Moneada. Fidel en La
Historia me Absolverá señala que “la matanza de prisioneros había ce
sado por la tremenda reacción que provocó en la ciudadanía”. L a dic
tadura no pudo ocultar, y en todo caso trató de utilizar como una me
dida ejemplarizadora, el asesinato de docenas de muchachos. Natural
mente que tal conducta dejaba al desnudo el carácter ostensiblemente
represivo y odioso del régimen. La actitud de Fidel en la cárcel hizo que
la terrible derrota sufrida por el 26 de Julio se transformara en un pro
fundo cuestionamiento del poder dictatorial y en este sentido “en una
victoria política”. Su famoso discurso La Historia me Absolverá, que no
era sólo una defensa sino un violento libelo acusatorio en contra del ré
gimen y que se transformó en el programa inicial del Movimiento 26
de Julio, fue divulgado en la isla —por instrucciones, de Fidel— pasan
do a ser un importante instrumento de denuncia y de lucha contra la
tiranía.
¿Hasta qué punto la lucha en contra de Batista se pone en el orden
del día a partir del ataque al Moneada? Hay autores que opinan sobre
el Moneada sencillamente que “la opinión pública no lo apoyó" (25). Pe
ro, todo indica que la importancia política que tuvo el Moneada no de
be ser ni sobrestimada ni tampoco subestimada. Todo cuestionamiento
heroico y violento de un régimen opresivo despierta la simpatía y la re
flexión del pueblo, aunque no puede generar por si mismo las formas
orgánicas de lucha en contra de éste. Es natural, pues, que el Moneada
en buena medida hubiera impactado la conciencia popular, a pesar de
que la izquierda y los partidos populistas condenasen la acción.
Durante el período en que los sobrevivientes del Moneada están en
la cárcel, se desarrolla todo un' movimiento, que cuenta con una gran
vcolaboración del PSP, en pro de la amnistía de los presos políticos. Es
te movimiento contribuye a crear un clima anti-dictatorial y sobre to
do en favor de la liberación de los presos, que es concedida por Batista,
buscando una maniobra política en el sentido de "liberalizar” su gobier
no, lo que lo lleva también a promover una "farsa electoral” en el año
1955.
Pero el acontecimiento más importante de este período es la huel
ga azucarera, que ocv.rre a fines de 1955 y que adquiere grandes propor-
(25) Ver Sartre. Visita a Cuba. Ediciones R. La Habana. 1960. pág. 89.
ciones. Esta empieza por una reivindicación económica, el pago del di
ferencial azucarero (un salario adicional proporcional al aumento del
pTecio del azúcar), y luego se transforma en una lucha política en con
tra de la dictadura, llegando a adquirir formas militares —barricadas—
en Las Villas. Las características que asume esta huelga fue sin duda una
demostración del profundo descontento existente entre los trabajadores
cubanos frente a la tiranía; pero, más aún, era la expresión de su gran
capacidad y disposición de lucha, y sobre todo, una manifestación de
que estaba empezando un período de ascenso del movimiento popular
cubano.
L a huelga es duramente reprimida, pero ocurren otras manifesta
ciones de ascenso del movimiento popular, como son las agitaciones pro
movidas por el movimiento estudiantil a través de la FETJ (Federación
Estudiantil Universitaria), bajo la dirección de José Antonio Echeverría.
De esta manera, el movimiento estudiantil cubano seguía toda una vas
ta tradición de lucha iniciada en los años veinte, bajo el liderazgo de
Julio Antonio Mella (26), que ha desempeñado un importante rol en el
movimiento revolucionario de los comienzos de los años treinta. Fue en
aquella época que dirigentes de la FE U forman el Directorio Revolucio
nario con el objeto de promover la insurrección.
Durante este periodo, “diariamente se realizaban acciones por par
te de la militancia del 26 de Julio que iban desde el rayado de paredes,
de banderas rojinegras del M-26-7, hasta el sabotaje a los servicios pú
blicos; sin contar que los recursos para realizar las acciones y mante
ner el aparato del Movimiento eran recogidos peso a peso en una tenaz
campaña financiera entre el pueblo” (27). Junto con la agitación cons
tante, que buscaba crear un clima político favorable a la insurrección,
el M-26-7 preparaba, en el territorio nacional y en el exterior, en Méxi
co, las condiciones infra-estructurales para su deflagración.
L a concepción que orientaba al Movimiento era entonces, en lo fun
damental, la misma que lo había llevado al intento de toma del Cuar
tel Moneada: una concepción de asalto inmediato y "fulminante” al po
der a través de una insurrección urbana. Esta concepción es la que se
refleja en la consigna "en el 56 seremos libres o seremos mártires”.
Aunque en lo esencial la concepción estratégica no había variado,
había una mayor preparación en la deflagración de la insurrección y se
la había concebido con más amplitud, com o un producto de la confluen-
(26) Julio Antonio Mella fue el creador durante la década del 20 de la Universidad Popu
lar José Marti y de la Liga Antimperialista de Cuba, asi como uno de los fundadores del
Partido « w » de Cuba, en 1925.
(27) José Bell Lata, op. dt., pág. 7.
cia de varias experiencias históricas acumuladas. Esta estrategia, si bien
se presenta al analista, en un primer momento, como un plan simple y
hasta casi rudimentario, incorporaba elementos derivados de una am
plia tradición de luchas del pueblo cubano. La idea del desembarco fue
tomada de la Guerra de la Independencia, de fines del siglo X IX , diri
gida y comandada por Martí y Mateus; la idea de los levantamientos
urbanos, las tomas de cuarteles y de puntos claves de la ciudad se ins
piraba en el movimiento insurreccional de los años 30, en la lucha por
el derrocamiento de Machado. La idea de la huelga general tenía tam
bién raíces en este movimiento: la dictadura de Machado se derrumba
rá por la presión de una huelga general que, empezando por reivindica
ciones económicas, se transformó en un golpe mortal al régimen dicta
torial.
El desembarco de la expedición del Granma en la zona de Niquero-
Pilón, debía combinarse con un alzamiento en Santiago de Cuba y en
otras ciudades de la Provincia de Oriente (comandados por Frank País),
como con varias acciones de apoyo en todo el país. En Santiago de Cu
ba, ciudad que sería el centro de la insurrección, debido a su importan
cia militar y política, se había planeado el asalto a varios cuarteles de
la policía, a las ferreterías y armerías, el bloqueo al Cuartel Moneada,
la liberación de los presos políticos y la toma de una radioemisora con
el objeto de anunciar al pueblo el comienzo de la revolución.
Este último aspecto es el que impide caracterizar la concepción es
tratégica del 26 de Julio como “putschiista”, pues todas las acciones mi
litares programadas tenían como objetivo paralizar el aparato represi
vo y, en seguida, paralizar todas las actividades a través del llamado a
una huelga general, movilizar y armar al pueblo para entonces tomar el
poder. La estrategia era pues más bien insurreccionalista, en el sentido
de la insurrección urbana a través de un levantamiento de las masas
trabajadoras (28). Así lo planteaba Fidel en diciembre de 1955: “Hoy,
(30) Frank País. “La Valerosa Acción de Santiago Cuba" La Habana. Pensamiento Cri
tico, 29. junio de 1969, pág. 245.
creó las condiciones para que se fuera gestando lo que vendría a ser
un cambio cualitativo de la práctica del 26 de Julio. El repliegue hacia
la Sierra Maestra significaba, por el momento, en la práctica, el aban
dono de la estrategia insurreccionalista urbana y el comienzo del desa
rrollo de una estrategia compleja, de guerra de guerrillas rurales com
binada con las guerrillas urbanas. Pero en las nuevas condiciones, el 26
de Julio no abandona definitivamente su confianza en el valor estraté
gico de la insurrección urbana. Hasta el fracaso del intento de huelga
general en abril de 1958, la concepción del Movimiento 26 de Julio será,
al revés de lo que por lo general se cree, considerar las ciudades como
escenario principal de la lucha y las guerrillas rurales como su comple
mento. Volveremos más adelante a esta cuestión.
(31) Faure Chomoo. El Axotto al Palacio Presidencial. Edit. de Ciencias Sociales, ins
tituto del Libro. La Habana. 1969. Este relato del autor tiene especial importancia para el
estudio histórico del D. R.. pues Faure Chomon es uno de los pocos miembros fundadores
sobrevivientes de esta organización.
(32) Un ejemplo de este tipo de acción del D. R. fue el ajusticiamiento del Coronel
Blanco Rico, hombre de confianza de Batista.
to de la tiranía. Para iniciar la insurrección se elaboró el plan de la to
ma del Palacio y la ejecución de Batista.
“Tomado el Palacio se mantendría en nuestro poder, ocupando pa
ra ello todo el sector de la ciudad que lo rodeaba. El próximo objetivo
que atacaríamos sería el Cuartel Maestre de la Policía y así sucesivamen
te todos los cuarteles policíacos que no se rindieran. A l mismo tiempo,
de Ja Universidad saldrían milicias a ocupar todas las emisoras y perió
dicos desde los que se haría un llamamiento- a la huelga revolucionaria
y se darían las instrucciones sobre los lugares a que debía acudir el pue
blo para armarse” (33).
Como se puede notar, esta concepción era absolutamente semejan
te a la que inspiró el asalto al Moneada y el desembarco del Granma.
El Directorio creía que “las condiciones se habían agudizado extre
madamente, desatándose lo que habría de ser la guerra final entre el
pueblo y la tiranía desde los últimos meses del año 1956. El ajusticia
miento de los jefes de los cuerpos represivos más importantes, el coro
nel Blanco Rico y el general Carlos Cañizares, y la última manifestación
estudiantil que se efectuó el 27 de-noviembre de aquel año en La H a
bana, siendo disuelta a tiros, con un balance de una docena de heridos
a balas, la sublevación de Santiago de Cuba el día 30 de noviembre y
el desembarco de Fidel el 2 de diciembre, son una cadena de hechos con
tinuados que dan inicio a la guerra, elevando extraordinariamente el
grado combativo de las masas, que es con el que cuenta la acción ar
mada del 13 de marzo de 1957” (34).
El plan fracasó: no se logró ajusticiar a Batista ni obtener el con
trol sobre el Palacio y, en último término, en una acción paralela, la to
ma de la Radio Reloj, es asesinado el líder del D. R., José Antonio Eche
verría.
Pero, según Faure Chomon, "el ejército acantonado en el campa
mento militar de Columbia no inició su movilización hasta una hora des
pués, en que se aseguraron del fracaso del ataque. La Marina de Gue
rra permaneció inmutable. Los más connotados jefes de los esbirros ba~
tistianos, civiles y militares no aparecieron. Muchas notorias figuras del
régimen se escondieron con sus familias ó iniciaron la gestión que los
conduciría a las embajadas con idea de asilarse. El pueblo se concentra
ba en las esquinas y establecimientos de los alrededores pidiendo ar
mas” (35).
(96) "Las operaciones con qué se iniciarla el movimiento serian tres: la primera, el
asalto al Palacio por un comando formado por 50 hombres; la segunda seria ana operación
de apoyo a este comando en que participarían más de cien hombres y la tercera, la toma
de la estación “Radio Reloj” para difundir la noticia de la muerte de Batista y arengar
al pueblo, debiendo el comando que realizara -esta operación tomar después la Universidad,
donde se instalarla nuestro Cuartel General” . Ibid. pág. 15.
b. La sublevación de la marina
(39) Sobre la manera cómo la represión asesinaba a los militantes revolucionarios, véase
el articulo de Enrique Rodríguez Loeches. “El Crimen de Humboldt 7” . La Sierra y el Llano,
Casa de las Américas, La Habana. 1961,'pág. 143 y siguientes.
ñas y otros oficiales fueron encerrados en el calabozo; San Román (40)
pronunció una arenga, hubo vivas a Fidel, y empezó la distribución de
armas entre la población civil”. ° ( . ..) a las ocho de la mañana el jefe
policial anunció que estaba dispuesto a resistir. Empezó la batalla, una
de las más grandes en esta guerra de liberación. Por fin los policías iza
ron bandera blanca y, con su jefe, fueron conducidos a Cayo Loco”.
“Cienfuegos había sido liberada... Desdichadamente, a mediodía apa
recieron sobre la ciudad los primeros aviones de retropropulsión. L a
ciudad, y especialmente Cayo Loco, fue salvajemente castigada con bom
bas y metralla. L a infantería del ejército llegó a completar la obra. Los
baluartes rebeldes, en la estación de la policía y en Cayo Loco, no tar
daron en .desplomarse ante la ¿cometida de los tanques. Veinticuatro
horas después de haber comenzado, había concluido la resistencia rebel
de y el jefe de aquella acción, desapareció misteriosamente” <41).
Este intento insurreccional fue llevado a cabo de nuevo, por el
M-26-7. De esta vez, se logró la acción inicial de toma de la guarnición
y de la estación de policía. Sin embargo, el éxito de la primera etapa
del plan y la distribución de armas al pueblo no pudieron garantizar de
por sí la victoria de la insurrección. Los motivos que se atribuyen al
fracaso son siempre los mismos atribuidos a los otros fracasados inten
tos insurreccionales de ese tipo: razones de orden técnico. Fue debido a
la aparición de los “aviones de retropropulsión” y la “infantería del ejér
cito”.
Pero, pese al carácter sorpresivo de la sublevación, como ha ocu
rrido en el asalto al Palacio Presidencial, ninguno de estos intentos pue
de ser definido como putchista, por las mismas razones que han sido
apuntadas para descalificar esta definición en el caso del Moneada y del
Granma. L a concepción estratégica de todos estos intentos insurreccio
nales, como ya se ha insistido mucho, es la misma, lo que demuestra la
profunda y arraigada vigencia, en el proceso revolucionario cubano, del
insurreccionalismo urbano basado -en la confianza de que la lucha ma
siva del pueblo era el factor principal para el' derrocamiento de la dic
tadura.
(42) Asi nos referimos a la organización del M-26-7 porque, si bien él cumplió funcio
nes de partido revolucionario, do tenia muchas de las características típicas de un partido.
ciudades en la guerra revolucionaria (43). Pero sobre todo es necesario
destacar el gran respaldo político que el movimiento tenía de parte de
los sectores populares desde los días que siguieron al desembarco del
Granma. En esta forma queda en evidencia una de las condiciones in
dispensables para su triunfo.
L a descripción hecha por el Che Guevara de la gran acogida que los
rebeldes han recibido desde los primeros días en la Sierra Maestra por
parte de los campesinos, cuando “éramos unos diecisiete hombres”, re
vela que éstos no habían partido de cero, sino que la lucha guerrillera
empezaba a sembrar la semilla de la rebelión en un terreno abonado:
“Todos habíamos palpado el cariño sin reticencia de los campesinos
de la zona; nos habían atendido y llevado por medio de una larga cade
na clandestina, desde los lugares donde nos rescataron, hasta el punto
de reunión, en la casa del hermano de Crescencio Pérez” (44).
El Che describe este apoyo hasta tal punto activo que se traduce,
desde el comienzo, en reclutamiento de combatientes.
’‘Fueron pasando los días y, poco a poco, reclutándose gente. Los pri
meros campesinos llegaban, a veces desarmados, a veces trayendo armas
que nuestros compañeros habían abandonado en casas amigas o en caña
verales, al huir. La pequeña tropa contaba con veintidós fusiles en el
momento en que se atacó L a Plata, el 17 de enero de 1957, un mes y quin
ce días después del desembarco" (45).
Señala también que “muchos campesinos huían atemorizados ante
nuestra presencia, por miedo a las represalias que tomaba el gobierno” ;
y observa que los rebeldes no podían “aún contar con el apoyo unánime
del pueblo” (!) Y el Che prosigue en su relato diciendo que “un mes
después, mediando marzo, ya estaba con nosotros un puñado de hombres
enviados desde Santiago de Cuba por Frank País” (46).
(47) Faustino Pérez, “Yó vine en el "Granma”. La Sierra y el Llano, op. cit., pág. 81.
(ubrayados nuestros.
(48) Ibid. pág. 82, 83.
lizado especialmente por un campesino, Crescendo Pérez. Por otra par
te, se deduce claramente, a través de la correspondencia de Frank País
con Fidel Castro, que la organización urbana del M-26-7 estaba en con
diciones de respaldar la lucha guerrillera, no sólo con el importante apor
te en combatientes sino además con equipos, armamentos y municiones,
hasta el punto de disponer de morteros.
Así escribe Frank País a Fidel:
“Me he cansado de pedirle a Norma (49) la forma de enviarte uni
formes, mochilas y botas, etc. ( . . . ) Le he pedido que me díga qué can
tidad puede pasar de cada viaje y cuán a menudo ( . . . ) Asimismo, quiero
que me especifique el parque que necesitas ( __ ) Si tú me fijaras canti
dad yo te las iría enviando poco a poco junto con uniformes, comida, etc.
Asimismo, si necesitas fundas para pistolas y de qué calibre, fundas para
peines de ametralladoras, de qué tipo y cuántos, fundas para peines de
M -l, de qué tipo y cuántos. Las balas 30.06 y de M -l están escasas, pero
de todo esto si te puedo conseguir, mándamelo a pedir. Dime el número
de botas que más se necesitan y en qué cantidad; el Ché nos mandó un
pedido así y vía, y en seguida se lo mandamos. El día 10 de este mes va
mos a iniciar el Plan Nacional N? 2, consistente en* un mes de sabotaje
coordinado nacionalmente, vamos a ir apretando poco a poco”.
En la misma carta Frank País habla de la “disciplina y organiza
ción" del M-26-7 a nivel nacional. Habla de la falta de respaldo popular
de la dictadura, y en cambio, de la colaboración del pueblo en la denuncia
del aparato represivo dictatorial. “Ya hemos descubierto dos casas-cuar
teles. Tú sabes, aquí es muy difícil que puedan trabajar y moverse sin
que en seguida el pueblo los descubra y señale” ( . . . ) (50).
Es necesario destacar estos dos factores que son de importancia re
levante en el proceso revolucionario cubano y que están íntimamente
relacionados:
Primero, el apoyo popular a la lucha insurreccional que se manifiesta en
el campo en el apoyo que brindan los campesinos a las guerrillas desde su
comienzo y que refleja, sin duda, la existencia en la zona rural de un
clima político favorable a una oposición al régimen existente; y, en las
ciudades, se manifiesta en un respaldo al movimiento de resistencia a la
dictadura» cuyas manifestaciones se dan en múltiples tipos y aspectos, co
mo por ejemplo, lo señalado por Frank País.
Segundo, la existencia de una vasta organización de tipo partidario
(50) Carta de Frank País a Fidel Castro, en el 5 de Julio de 19S7. La Sierra y el Llano.
Casa de las América». La Habana, Cuba, 1961-rg. 160. subrayados nuestros.
que se extendía por todo el país y que creaba las condiciones básicas,
infraestructurales y políticas, para el desarrollo de la lucha insurreccio
nal. Sólo una organización bastante importante podía superar las mu
chas y tan variadas necesidades de los combatientes de la Sierra, en for
ma tan eficaz como lo plantea Frank Pais. Sólo una organización bas
tante grande y bien disciplinada podría proponer satisfacer todas estas
necesidades a la vez que se proponía implementar un plan de “un
mes de sabotaje coordinado nacionalmente”. Para todo esto se requerían
abundantes recursos humanos y materiales. Con estas.condiciones conta
ba el M-26-7.
Es importante, pues, tratar de caracterizar más ampliamente en qué
consistía el Movimiento. Fidel así lo define: “El 26 de Julio se entrega
sin odios contra nadie. No es un partido político sino un movimiento re
volucionario; sus fila» estarán abiertas para todos los cubanos que since
ramente deseen restablecer en Cuba la democracia política e implantar
la justicia social. Su dirección es colegiada y secreta, integrada por hom
bres nuevos y de reda voluntad que no tienen complicidad con el pa
sado; su estructura es funcional; en sus grupos de combate, en sus cuadros
Juveniles, en sus células secretas obreras, en su organización femenina,
en sus secciones económicas y en su aparato distribuidor de propaganda
clandestina por todo el país; podrán enrolarse jóvenes y viejos, hombres
y mujeres, obreros y campesinos, estudiantes y profesionales(. . . ) ” (51).
Como se puede observar, el M-26-7 era una organización bastante am
plia y compleja, con múltiples ramificaciones tanto sociales como ope-
racionales.
Como es sabido, él M-26-7 tenía inicialmente como su mayor fuente
de reclutamiento el Partido Ortodoxo, pero además integraba elementos
“procedentes de otras vertientes revolucionarias, como el Movimiento
Nacionalista Revolucionario, Acción Libertadora, Acción Revolucionaria
Nacional y otros grupos que aglutinaban a los más vehementes enemi
gos de la tiranía” (52). Desde sus primeros días de vida, el movimiento
ya podía disponer de una cantidad relativamente grande de cuadros. F i
del mismo afirma que por cada hombre que había asaltado al Moneada
había veinte más (53). Además, es Fidel quien dice que “al salir de las
prisiones, ( . . . ) nos dimos el empeño de vertebrar una fuerte organiza
ción revolucionaria y dotarla de los elementos necesarios para darle la ba-
(50) “En tí lapso comprendido entre el 9 de abril de 1958 y el primero fle enero de 1959
el Ejército Revolucionario es la vanguardia y ha absorbido, asimilado al resto del M-26-7".
José A. Tabares. op. cit.. pjg. 143. Esta afirmación del autor, con la cual coincidimos, re
valida el planteamiento de que la ludia guerrillera es la forma principal de ludia sola
mente durante un periodo de la guerra revolucionaria. Es necesario señalar nuestro
desacuerdo con su interpretación de que el Ejército Rebelde ba "absorbido, asimilado al
testo del M-26-7". Tai aseveración es falsa porque, como ha sido demostrado antes, el M-
26-7 era una organización de grandes dimensiones, y como se sabe el Ejército Rebelde no tu
vo en sus filas siquiera 1000 combatientes en su mayoría campesinos. Quizás tendría razón
el autor si se refiriera a los "aparatos" operadonales del M-26-7 y no al Movimiento en su
O BQ jlD tO .
los enfrentamientos entre ejércitos convencionales, culminando final
mente con la huelga general.
Para fundamentar mejor nuestras afirmaciones es necesario discu
tir con más detención, y siempre en base a textos de participantes en
la guerra revolucionaria, como fue concebida la huelga general y cómo
se la trató de implementar.
1. La concepción de huelga general
(60) Carta de Frank Pais a Fidel Castro. Pensamiento Critico N « 29. pág. 253 y siguientes,
subrayados nuestros.
de Huelga General pero con los aprestos guerreros se descuidaba una y
otra vez este aspecto y se trabajaba en él sin fe y de una forma inefec
tiva. Ahora la situación ha cambiado, se ha visto que la Huelga General
es posible, que es necesaria, que es tan importante trabajar en esto co
mo en Acción y se ha hecho”. Frank País prosigue hablando del traba
jo que estaban realizando y que se tenía aún que realizar junto a la cla
se obrera. Menciona el hecho- de que se habría creado una Dirección
Provincial Obrera con sus respectivas Direcciones Municipales “funcio
nando a todo pulmón y con bastante independencia económica y propa
gandística. . . , era necesario que el mismo trabajo se realizara en toda
la Isla y se constituyó una Dirección Nacional Obrera que daría la pau
ta y marcaría el día de la Huelga General En esto se trabaja en una
forma intensísima calorizada y apoyada por la Dirección del Movimien
to. En tres meses tienen que llegar nuestros cuadros al máximo de ca
pacidad. £1 programa obrero, sus consignas y su propaganda estarán en
condiciones de poder unirse en la conjunción final planeada”.
Habla también de la necesidad de organizar un “Comité de Huel
ga cuyo trabajo sería más amplio”. Llama la atención sobre el hecho
que “todos los organismos de que te he hablado son netamente del 26 o
intimamente ligados a ¿1” y que existían además otros organismos que
“están de acuerdo en realizar la paralización nacional para derrocar el
régimen”. Más adelante Frank País agrega que “nuestra fuerza consis
te en nuestra beligerancia aetiva y en nuestros cuadros obreros y de
resistencia que tienen ya una fuerza podexosfsima y que en la realidad
de todas las circunstancias que se puedan producir marcarían siempre
el rumbo revolucionario ya de antes planeado”. ( . . . ) “toda Cuba se
lanzará a la Huelga General con tula ola de sabotaje obrero, técnico y
revolucionario nunca visto hasta entonces. Quiero aclarar, pues lo olvi
dé, que en todas las Direcciones Obreras hay secciones de sabotaje para
apoyar en ese momento la acción nacional que se va a desarrollar. Dada
la importancia y lo crucial de la mlama estas secciones son de militan
tes del 26”. El habla además de la estructuración del movimiento, de la
composición £e la Dirección Nacional comunicando que “queda adscri
to a esta Dirección un Delegado de la Sierra que es Norma” (Celia Sán
chez).
Frank País cuenta <|ue se trabajaba intensamente para hacer un pro
grama revolucionario para el movimiento, que se realizaba por partes
“en diferentes sectores y en distintas provincias”, y dice a Fidel, Msi tie
nes algunas sugerencias a algunos trabajos, mándalas” advirtiendo que
“cuando esté el esbozo ya completo de lo que ha de ser el Programa te
lo enviaré para que lo supervises y des tu opinión”. Añade que "la va
guedad de pronunciamiento” ( . . . ) “hace que muchos todavía recelen de
nuestras intenciones” ( . . . ) “el pueblo de Cuba no aspira ya al derroca*
miento del régimen ni a la substitución de figuras, sino que aspira a
cambios fundamentales en la estructura del país ( . . . ) Frank País ter
mina su carta pidiendo la opinión de Fidel “sobre todo el trabajo reali
zado”.
Este importante documento histórico revela una serie de elementos
que son claves para comprender la concepción revolucionaria del Movi
miento, sus formas de organización, las relaciones entre el “Llano y la
Sierra”, la prioridad dispensada al trabajo junto a la clase obrera. A
través de este documento, que debe -ser tomado no como una carta per
sonal sino un relatorio de la Dirección Nacional al dirigente del Ejérci
to Rebelde, se revela en su conjunto lo que se confirma en otros docu
mentos y cartas de Frank País: la importancia que tenía la organización
del M-26-7, su diversificación, su presencia en la clase obrera y su coor
dinación en el plano nacional. Frank País revela con toda claridad la
concepción del insurreccionalismo urbano que profesaba el Movimiento.
Toda la práctica de ésta giraba en tomo a hacer posible en un plazo
corto -—en cuestión de muy pocos meses— la deflagración de la insu
rrección a través de una huelga general. Se contaba con una reacción
muy rápidamente favorable de la clase obrera al llamado de la organi
zación y en seguida, a la rebelión. La clase obrera era, pues, entendida
como la principal fuerza motriz de la revolución; la forma de lucha
principal era el levantamiento de las masas obreras en la huelga misma,
complementado con el sabotaje, en el cual también los obreros des
empeñarían un gran papel.
De acuerdo al documento el “Llano”, el movimiento revolucionario
urbano, aparece sin lugar a dudas como el motor del proceso insurrec
cional. La Dirección Nacional, situada allí, se atribuía la responsabili
dad de preparar y dirigir la insurrección. La ‘‘Sierra”, si bien tenía un
delegado adscrito a la dirección, en la práctica no podría aspirar a te
ner mayor importancia en la orientación y toma de decisiones dél M o
vimiento.
E l Ejército Rebelde tenía hasta entonces la función de apoyar el
movimiento revolucionario. Así lo ha expresado Fidel: “En un princi
pio no se vela todavía con mucha claridad cuál era el papel del movi
miento guerrillero y cuál era el papel de la lucha clandestina. Es cier
to que, incluso para muchos compañeros revolucionarios el movimiento
guerrillero constituía un símbolo que mantendría encendida la llama de
la Revolución, mantendría abiertas las esperanzas del pueblo e iría de-
biUtando a la tiranía, pero que a la larga la batalla se decidiría en una
gran insurrección de tipo general que daría al traste con la tiranía” (61).
Y, sobre la función auxiliar, “secundaria”, de las guerrillas, Fidel plan
tea que, en los días del intento de huelga general, en abril de 1958, el
Ejército Rebelde era “todavía un nlimero bastante reducido de soldados
rebeldes, que en aquellos momentos no llegábamos siquiera a 200 hom
bres. y que hicimos el máximo esfuerzo con nuestras reducidas fuerzas
para apoyar el movimiento revolucionario ( . . . ) ’* (62).
Raúl Castro se expresa también en los mismos términos: “Ante un
movimiento de huelga general, poca cosa podíamos hacer en el orden
bélico con nuestras escasas fuerzas sino dar más bien un apoyo moral a
la misma en determinada zona. En vista de la situación lo fundamental
seria £a huelga y nuestras fuerzas armadas pasarían a un plan secunda
rio. En un momento determinado, cuando la situación de la huelga lo
aconsejara, presionaríamos por el Norte, Sur y Este actuando en peque
ñas patrullas para cuando fuera necesario acercarse a los arrabales, ha
cer algunos disparos, cosa que además de la presión interna de la huel
ga, se sintiera nuestro apoyo por medio de la hostigación de afuera ha
cia adentro; velando al mismo tiempo cualquier oportunidad que se nos
presentara en las emboscadas cercanas a la ciudad. Era lo único que po
díamos hacer a los veinte días de estar abierto el Segundo Frente”.
(63).
Por último, queda aún lo dicho por Faustino Pérez en cuanto el pa
pel principal del “Llano”: “Nosotros pensábamos que el peso fundamen
tal en aquel momento para el derrocamiento de la tiranía podría estar
en las fuerzas generales de las ciudades, en la huelga apoyada por la
acción de las Milicias armadas, porque el movimiento revolucionario
estaba organizado en un frente de acción que tenía milicias armadas
más o menos armadas, es decir, muy precariamente armadas pero que
tenían en definitiva algunas armas y otras que pensábamos buscar a
través de asaltos a armerías y algunos centros militares, etc.” (64).
En base a todos los textos citados arriba, los de Frank País como
de Fidel Castro, Raúl Castro y Faustino Pérez, se puede afirmar que en
este período no existía siquiera el enfrentamiento entre dos concepcio
nes distintas sino una sola concepción dominante y que era implemen-
(63) Raúl Castro. “Diario de Campaña". La Sierra y el Llano, op. cit,, págs. 220 y 221,
subrayados nuestros.
{66) V. I. Lenin. “Las Primeras Enseñanzas*’, Obras Completas, tomo Viil. Editorial
Cartago. Buenos Aires, págs. 137 y siguientes.
Socialdemócrata de Rusia, en donde se destaca "el papel de las huelgas
políticas de masas, que pueden tener una gran importancia al princi
pio y en la marcha misma de la insurrección” (67). Muestra también
cómo ”Ia revolución se extiende. El gobierno comienza a inquietarse.
Trata de pasar de la política de sangrientas represalias a las concesio
nes económicas, y de salir del paso con una limosna o con la promesa
de la jornada de nueve horas. Pero la lección del Domingo Sangriento
no podrá olvidarse. L a reivindicación de los obreros insurrectos de Pe-
tersburgo —que se convoque sin demora a la asamblea constituyente,
sobre la base del sufragio universal, igual, directo y secreto— se con
vertirá, necesariamente, en la reivindicación de todos los obreros huel
guistas. Derrocamiento inmediato del gobierno: tal es la consigna (...)■
Armar al pueblo se ha convertido en una de las tareas más urgentes del
momento revolucionario.” Y añadía: “Cualquiera que sea el c|esen.lace
de la actual insurrección de Petersburgo, en todo caso se convertirá, ine
vitable e inexorablemente, en la primera etapa de otra insurrección,
más amplia, más consciente y mejor organizada" (68). Tras señalar que
nel movimiento obrero en Rusia en su conjunto ha necesitado diez años
para elevarse hasta el grado actual (que, por cierto, está muy lejos de
ser el definitivo)**, constataba: “Ahora el movimiento en diversas zonas
del país se ha elevado en pocos días, de la simple huelga a un gigantes
co estallido revolucionario*’ (69).
Anotaba: "Aparece en escena el estudiantado radical, que también
aprobó no hace mucho una resolución idéntica a la de San Petersburgo
( . . . ) ocurre en las calles la lucha del proletariado y las capas avanza
das de la democracia revolucionaria contra el ejército y la policía zaris
ta. ( . ..) Se improvisaban mítines revolucionarios. Fueron destrozadas
las imprentas cuyo personal se niega a secundar la huelga. El pueblo,
asaltó las panaderías y armerías ( . . . ) Se luchó en todas las calles prin
cipales ( . . . ) L a guerra civil ha adquirido la forma de una guerra de
guerrillas que se libra en todas partes y con el más porfiado tesón. ( . . . )
Ningún Estado puede resistir durante largo tiempo semejante embesti
da” (...).
Para Lenin, “vimos por la primera vez un movimiento que asom
bró al mundo por la unanimidad y cohesión de las grandes masas obre-
3. La huelga de abril
(73) Che Guevara, “Una reunión decisiva'1. Pmaamienta Critico. N* 31 pág. 61.
(74) Pensamiento Critico, N* 28. pág. 122 y siguientes.
El 9 de abril se llama a la huelga y ésta no se realiza sino en forma
muy parcial y dispersa. Resultado: el movimiento sufre un duro fracaso.
£1 fracaso de la huelga de abril “significó uno de los momentos más du
ros de la Revolución Cubana. (...) La revolución tuvo muchos días tris
tes, la revolución tuvo el fracaso del ataque al Moneada, la revolución
tuvo el fracaso del ataque al Goicuria, la revolución tuvo el fracaso de
la insurrección de Cienfuegos, del desembarco del Corintia, del ataque
al Palacio Presidencial, de la dispersión de los expedicionarios del Gran-
ma y de la huelga frustrada del 9 de abril.(...) Pero aquella derrota del
9 de abril, fue lo más duro, porque nunca había concebido el pueblo tanta
esperanza, como la que concibió jaquel día. Nanea nos hicimos tantas ilu
siones como las que nos hicimos en aquella ocasión. Puede decirte que
fue el golpe más duro que sufrió la revolución a lo largo de su trayecto.”
(75).
Son muy significativas estas palabras de Fidel Castro, pues, además
de revelar cuan profunda era la confianza en la estrategia insurecciona-
lista, confirmaba también que ésta era una concepción no sólo dei “llano”
sino del Movimiento en su conjunto,
4. ¿Por qué fracasó la huelga?
<77) Blas Roca. “La vm Asamblea Nacional del Partido Socialista Popular de Cuba‘\
septiembre de 1960. a/e.
sia nos muestran la huelga en masa como inseparable de la Revolución.
La historia de la huelga en masa en Rusia es la historia de la Revolución
Rusa”. Partiendo de este razonamiento, afirma que "en realidad, no es la
huelga en masa lo que produce la Revolución» es la Revolución lo que
produce la huelga en masa”. Y desarrollando, de esta manera su análisis
dialéctico, extrae otra conclusión más que es de gran importancia tener
presente, como un marco teórico que entrega elementos para compren
der el fenómeno particular cubano. Se trata de "la cuestión de la direc
ción consciente y de la iniciativa en la hUelga en masa. Si ésta no tiene
la significación de un acto aislado, sino de todo un periodo de lucha de
clases, y si este periodo es idéntico a un período revolucionario, es evi
dente que la huelga en masa no puede ser provocada de una manera com
pleta, aunque la decisión proviniera de la autoridad más superior dpi
partido socialista más. fuerte. En tanto el socialismo mo esté en disposi
ción de hacer o no hacer a su antojo las revoluciones, la mayor impacien
cia, el mayor entusiasmo en las tropas socialistas no serían suficientes
para crear un verdadero período de huelga general como movimiento po
pular poderoso y vivo”(78).
Aunque sea cierto que Rosa Luxemburgo, por lo general, no desta
que el papel del partido revolucionario lo que puede favorecer una inter
pretación espontaneísta de la huelga de masas, en rigor su planteamiento
aquí es el de que "la huelga de masa no puede ser provocada de una ma
nera completa”, lo que debe entenderse que un proceso revolucionario su
pone la existencia de condiciones histórico-sodales para su realización! Por
tanto, su concepción debe ser interpretada como anti-voluntarista, sin
ser espontaneísta. Rosa sólo cuestiona la capacidad del partido para pro
vocar una huelga general cuando no están dadas las condiciones objetivas
que permiten que ésta se realice. En este sentido, el texto de Rosa no
puede ser utilizado para poner en duda la importancia del partido revo
lucionario y su capacidad de dirección efectiva de un proceso revolucio
nario y de una huelga general en particular.
Hechas estas consideraciones, se puede partir del análisis teórico de
Rosa Luxemburgo para entender y explicar por qué fracasó el intento de
huelga general en abril de 1958 y por qué ésta pudo realizarse con éxito
en enero de 1959. Pero, para que esto sea posible, es importante destacar
las principales características de la evolución histórica del movimiento
obrero cubano con el objeto de resaltar, en la experiencia acumulada
durante décadas de luchas de clases, los elementos que condicionarán la
participación obrera en la revolución.
(82) “No sabemos, exactsmenlc. cuándo el marxismo llegó a Cuba ni cói^qllegó. Sabemos
si. que comenzó a propasarse visiblemente en ias últimas décadas del siglo pasado y que
greso Nacional en “donde se tomaron acuerdos importantes para la cla
se obrera, como el de luchar por la jornada de 8 horas. A llí se plasmó
la necesidad de abrazar el socialismo y luchar por la causa emancipa
dora” (83). En 1899 se crea la Liga General de Trabajadores Cubanos,
con el objetivo de organizar la lucha por las reivindicaciones de la dase.
En su diario, la Liga planteaba que no “podemos disponer de los me
dios materiales necesarios para ir a la lucha armada (...) tenemos que
apelar a la huelga hasta dar al traste con este estado de cosas que de
grada y envilece.. (Semanario Alerta, 5 de octubre de 1902) (84).
Se promueven varias huelgas por mejores condiciones de trabajo y
por la jomada de 8 horas. En Septiembre de 1899 se había producido en
Cuba la primera huelga general impulsada por los obremos de la cons
trucción. En noviembre de 1902 se llama de nuevo a la huelga general.
“P or parte de las autoridades se desató una feroz represión contra los
huelguistas. Muchos fueron muertos y heridos en esta jornada; el mo
vimiento se iba debilitando” (85). Data también de fines del siglo XXX
el primer intento de creación de un partido socialista en Cuba.
turo entre sus propugnddores a Enrique Boig de San Martín y Carlos B&Iiño". Blas Roca,
”Para recordar el Cuarenta y cinco Aniversario’\ Verde Olivo, N « 33. pág. 18-
(83) María da los A. Ayon, "L a Liga General de Trabajadores Cubanca” , Bohemia, N » 41,
O ct de m . pág. 95.
U5) mu.
<86) "Manifiesto al Pueblo de Cuba**. Bohemia. N « 35. 1972, pág. 97.
saje: “Hay que traer a la vista del legislador el cuadro de las mons
truosas relaciones existentes entre el Capital y el Trabajo, para que la
Ley, que ha de ser en nuestra regenerada patria expresión de la justi
cia, quite del cuello del infeliz proletario la férrea mano del explotador
que la doblega” (87).
El P. S. C. tuvo una corta duración y sus miembros inglesaron en
el Partido Nacional Cubano, que posteriormente se transformará en el
Partido Liberal. En 1900, Tejera trata de crear un nuevo partido, el Par
tido Popular, pero este intento se frustra. La próxima tentativa de for
mar un partido socialista se lleva a cabo en 1904, con la creación del
Comité Organizador del Partido Obrero Socialista de la Isla de Cuba,
impulsado por Carlos Baliño.
Su programa era “serio, revolucionario, pero no exagerado: conte
nía demandas mínimas, aun cuando algunas fuesen, evidentemente,
inalcanzables en largo tiempo” (88). En él se planteaban reivindicacio
nes como la “supresión de los ejércitos permanentes y la creación de
milicias populares” (89). E l partido preconizaba “la posesión, por la cla
se proletaria, del Poder político. A la conversión de la propiedad indivi
dual o corporativa en propiedad colectiva o común** (90).
En 1903, se constituye el Partido Socialista de Cuba que dura “in
comparablemente más que el relampagueante Partido Socialista Cuba
no, de Tejera. Aunque el marxismo volvería a morir orgánicamente, pe
se a su madurez mucho mayor ahora, madurez de la que Baliño era el
máximo exponente” (91).
¿Por qué no cristalizó este nuevo intento de creación de un partido
obrero en Cuba? Como lo plantea Sergio Aguirre, “motivos no falta
ban. Pese a los esfuerzos de Pablo Lafargue (92) y otros marxistas, el
proletariado de la Península mantúvose fuertemente influido por el
anarquismo y anarcosindicalismo en el último cuarto del X IX y primer
cuarto del siglo XX*’ (93). No pudo, pues, haber “convergencia del mo
tar) Ibid.
(88) Sergio Aguirre. “Algunas Ludias Sociales en Cuba Republicana", Cuba Socialista,
N * 49, pág. 90.
(92) P. Lafargue. cubano, contrajo, matrimonio con una bija de K. Marx y tuvo una
importante actuación en la II Internacional.
(98) CNOC, IV Congreso Nacional Obrero de Unidad Sindical, Enero de 1934, citado por
Evelio Telleiría Tora, op. dt.
(99) Fabio Grobart, *‘EI Movimiento Obrero Cubano de 1925 a 1933*’, Cuba Socialista,
N « 60. pág. 106.
<100) Ibid.
(101) “De una zafra mayor de 5 millones de toneladas en 1929. desciende a menos de
2 millones en 1933. De un precio ya sumamente bajo de 17.2 centavos la libra en 1929, baja
a 0.72 en 1932 y, más tarde, a 0.57 centavos. De un valor total de 199 millones de pesos
que tuvo la zafra de 1929, desciende a 42 millones en 1932. La zafra, de una duración mí
nima de 120 días, se reduce a sólo 66 días en 19^3. ( . . . ) El valor de ta exportación del
tabaco desciende de 41 millones de pesos en 1927, a sólo 13 millones en 1933. Se cierra una
gran cantidad de fábricas y talleres de la industria ligera de consumo. El valor de las
exportaciones a los Estados Unidos baja de 261 millones en 1925 a sólo 58 millones en 1933;
y el valor de nuestras importaciones del mismo país decae de 196 millones de pesos en
192S a sólo 25 millones en 1933. ( . . . ) Había entonces 250 mil jefes de familias permanente
mente desocupados, lo que representaba casi un millón de personas viviendo en la miseria
más espantosa, sobre un total de 4 millones de habitantes que tenía Cuba en esa época. (. . .)
Los jornales en ese tiempo eran considerablemente más bajos que los de 1909-1910.'* Fabio
Grobart, op. cit., pág. 107 y 108-
La resistencia obrera mantiene su linea ascendente en los años
subsiguientes. “Los años 1930, 1931, 1932 y 1933, se distinguen por la ac
ción y organización creciente dé los trabajadores. Durante este periodo
se multiplicaron las huelgas en todas las industrias contra los despidos
y por el aumento de salarios” (102). Para ello contribuyó toda una lar
ga experiencia de lucha adquirida por la clase obrera durante décadas
pero, sobre todo, el nivel de organización y conciencia política logrados
en los años dé enfrentamiento con la dictadura. Fueron éstos factores
los que permitieron que la clase obrera aprovechara la situación de pro
funda crisis económica en que estaba sumergido el país para imponer
una salida insurreccional y un proceso de democratización.
Además, es importante destacar otro factor que influye de manera
importante en el proceso insurreccional: se trata de la posiciónydel Par
tido Comunista en Cuba que, durante este período, de acuerdo con la
orientación de la III Internacional, adoptó la linea del “Tercer Período”.
(106) Aleida Piasencia Moro- “Jesús Menéndez", Cuba Internacional, abril de 1972, pág. 31.
1107) Después que es derrocado este gobierno de conciliación, Guiteras trata d e . orga
nizar un grupo de combatientes para seguir la ludia en contra del poder oligárquico-impe-
rialísta. Su concepción de lucha se expresaba en el nombre que puso a su grupo: TNT. las
ínlfh lM de un conocido explosivo.. . Pero, Guiteras ao logró hacer explotar de nuevo sus
acciones revolucionarias pues fue asesinado por mandato de Batista. La figura histórica de
Guiteras es*, sin duda, una de las más notables entre los caudillos cubanos. Su gran valor
personal que se expresaba a través de una inmensurable audacia y obstinación, junto a
sus fuertes convicciones anti-imperialistas. sin duda inspiraron, de una u otra manera, ■a
los jóvenes del 26 de julio y del Directorio Revolucionario 13 de marzo.
(Í08) Confederación, 14 de abril, órgano de la CNOC, citado por Adolfo Suárez, “Estam
pas del Movimiento Obrero Cubano". Bohemia, No 36, 1972.
“gobierno obrero y campesino” reflejaba aún la vigencia de la Línea
del Tercer Período, en el Partido Comunista.
Entre los decretos fascistas figuraba el que declaraba ilegal las
huelgas. Pero, los obreros se lanzaron de nuevo a la huelga general y a
grandes desfiles por las calles. Como consecuencia sus sindicatos fueron
asaltados y sus manifestaciones callejeras, masacradas. “Veinticinco
mil obreros marchan en La Habana y se baten con el Ejército .(...) Un
mar de banderas rojas empenachaba!- la demostración, que en medio de
una disciplina proletaria férrea, marchó por Reina. Los miles de traba
jadores ensordecían el espacio con sus gritos de combate (...) Mítines
y demostraciones se efectuaron en diversos barrios de La Habana sus
citándose diferentes choques con el Ejército y la Policía” (109).
Sin embargo, este nuevo intento insurreccional de la clase obrera
cubana, que corresponde al fin de un largo período de ascenso del mo
vimiento obrero, fracasa, frente a la represión implacable del ejército
dirigido por Batista y por la imposibilidad histórica de que se constitu
ya en aquel momento un “gobierno de obreros y campesinos”.
(110) "En diciembre de 1946, la campaña por el pago del diferencial culminó con el
anticipo de 25 millonea de pesos a los trabajadores azucareros^.. .) La Movilización de
El gobierno norteamericano de Harry S. Truman en la post-gue-
rra. reorienta su actuación en América Latina en el marco de lá política
que se ha llamado del “gran garrote”. Este es el momento en que empieza
a configurarse la expansión de las grandes empresas norteamericanas ha
cia el mundo y hacia el continente en particular. El imperialismo vive
«n a etapa de apogeo. En el contexto de esta expansión imperialista, que
se combina con la política de la “guerra fría”, las clases dominantes cu
banas, en connivencia con los intereses del imperialismo, adoptan una po
lítica anti-comunísta y represiva.
Se trata de dividir y descabezar al- movimiento obrero. Para esto
se utiliza la corrupción de un grupo de dirigentes obreros, dirigidos por
el tristemente famoso Eusebio M u jal. A través de maniobras, corrupcio
nes, cárceles, asesinatos, el “mujalismo” logra apoderarse de parte
importante del movimiento sindical. En 1948, es asesinado Jesús Menén-
dez, que había sido uno de los fundadores de la CTC (Confederación de
Trabajadores de Cuba) en 1939, y gran líder obrero, habiendo dirigido
durante años la lucha de los trabajadores y, en especial, las batallas
por la conquista del diferencial azucarero..
L>a desmedida^ corrupción del gobierno “auténtico” provoca una es
cisión de su partido, liderada por Eduardo R- Chibas. Este acaudilla un
gran movimiento (cuyas características principales han sido destacadas
en un capítulo anterior), hasta que su suicidio deja sin cabeza a sus se
guidores. Pero, “el movimiento, popular desatado por Eduardo Chibas
crecía a partir de su suicidio. N i el partido de gobierno ni el de Batista
podían esperar éxito en las elecciones anunciadas para junio de 1952.
Las masas ansiaban llevar al poder a los candidatos ortodoxos'* (111).
Batista resuelve, entonces, consumar el golpe de Estado, el 10 de marzo
de 1952.
En este mismo año, la F E U (Federación Estudiantil Universitaria),
junto a los organismos obreros de oposición, realiza un acto público de
conmemoración del Primero de Mayo. Desde entonces, hasta la gran
huelga azucarera de 1955, prácticamente no se dan otras manifestado-
nes importantes del movimiento obrero organizado, aunque la presen
cia obrera se manifiesta de una u otra manera en luchas como la ini
ciada por la amnistía, que se libra después del “juicio” de los asaltantes
del Moneada.
las masas trabajadoras y las circunstancias Internacionales hicieron posible el logro de qui
zás una de las mayores conquistas del obrerismo cubano. ( . . .) Ya Cuba se habla convertido
en campo no favorable a la inversión del imperialismo —debido al fortalecimiento y orga-
nin rlte de su movimiento. obrero". Aleida Pías encía Moro. op. cit.. pág. 32.
2. La estrategia guerrillera
(tl2) Cbe Guevara. "Una Reunión Decisiva**, Obra Revolucionaria, op. cit., pig. 237 y
siguientes.
conducido los asuntos del 26 de julio” (113).. El Che sigue .en su relato
diciendo que “lo más importante (en esa reunión) es que se analizaban
y juzgaban dos concepciones que estuvieron en pugna durante toda la
etapa anterior de conducción de la guerra. L a concepción guerrillera
saldxía de allí triunfante, consolidado el prestigio y la autoridad de Fi
del y nombrado Comandante en Jefe de todas las fuerzas, incluidas las
de la ppilicia —que hasta esos momentos estaban supeditadas a la Direc
ción del Llano— y Secretario General del Movimiento”.
Es indiscutible la reafirmación que el Che hace de la supremacía in
discutible del “llano" hasta entonces sobre el Movimiento. Pero, es ne
cesario puntualizar el alcance de su planteamiento sobre la pugna entre
dos concepciones "durante toda la etapa anterior”.
Anteriormente, hemos tratado de mostrar, en base a varios docu
mentos históricos, el predominio de la concepción insurreccionálista ur
bana vigente desde el asalto al Moneada hasta abril de 1958. Natural
mente, podrían existir opiniones divergentes, pero, en todo caso, estas
no adquirieron relevancia hasta el fracaso del intento de huelga. E l pro
pio Fidel, que tenía “una gran confianza en el movimiento guerrillero”,
aprobó con entusiasmo la resolución del llamado a la huelga en abril y,
si así lo hizo, no fue meramente porque se dejó, convencer por la dirección
del “llano” sino, sobre todo, por una profunda convicción, profesada
desde el Moneada, de que ésta era una vía para el triunfo de la revolu
ción. Es esto lo que explica porque para él aquella derrota “fue el golpe
más duro que sufrió la revolución a lo largo de su trayecto”. Hay que
acordarse además de lo planteado por Faustino Pérez: “siempre se es
tuvo pensando en que la lucha debía culminar en una insurrección de
tipo general y la huelga”.
Volviendo al texto del Che, este entrega valiosos elementos para
comprender los móviles del cambio de concepción estratégica. Este es
taba basado en un riguroso balance crítico del fracaso de la huelga y,
además, del carácter que había asumido la organización urbana. Las de
bilidades de la concepción de lucha que se había preconizado hasta ese
momento, así como las deficiencias orgánicas que existían para imple -
mentarla con «cito, recomendaban una reorientación radical de la con
ducción de la lucha. “El análisis de la huelga demostraba que sus pre
parativos y su desencadenamiento estaban saturados de subjetivismo y de
concepciones putehistas (114), el formidable aparato que parecía tener el
26 de julio en sus manos, en forma de organización obrera celular, se
(116) Che Goevara. "Una Reunión Decisiva", op. cit., pág. 241.
final se estrellaría contra los picos de la Sierra, pero a fines de abril y
principios de mayo estaba en pleno ascenso” (117).
En el comienzo de su ofensiva contra los rebeldes, el ejército de la
tiranía creía que podría liquidar las guerrillas y promover impunemen
te toda clase de atrocidades en contra de la población civil a fin de des
pojar a los guerrilleros de bases sociales de apoyo. “Los esbirros salían
por la madrugada quemando chozas de campesinos a los que despoja
ban de todos sus bienes y retirándose antes de que nosotros (los guerri
lleros) interviniéramos, en otras oportunidades atacaban algunas de
nuestras fuerzas de escopeteros diseminados por la zona, poniéndose en
fuga. Campesino sobre el que recayera la sospecha de un entendimien
to con nosotros, era asesinado”. (118).
Refiriéndose a este período, Fidel acota que “después del 9 de abril
ellos creían que se iniciaba una etapa mediante la cual aplastarían al
movimiento -revolucionario. Aquellos hechos no sólo constituyeron un
ejemplo extraordinario de heroísmo, constituyeron también un ejemplo
de cómo un pueblo revolucionario es capaz de recuperarse de cualquier
revés. Por aquellos días se organizaron las últimas y las mayores ofen
sivas contra el movimiento revolucionario; por aquellos días concentra
ron el grueso de tropas contra la Sierra Maestra, por aquellos días un
ejército de aproximadamente diez, mil soldados intentó cercar el Ejérci
to Rebelde, que después de reunir las diversas fuerzas de la Sierra Maes
tra apenas contó con un número de 300 hombres” (119).
Y Fidel hace un balance del resultado de esta ofensiva: “Después
de la ofensiva, que duró aproximadamente unos 35 días, y de la contra
ofensiva, que duró otros 35 días, en vez de 300 hombres éramos más de
800 hombres armados. En aquella ocasión se le ocuparon al enemigo 505
armas y algo más de cien mil balas. De manera que nuestro ejército de
300 hombres aumentó a más de 800 hombres, y con 800 hombres las co
lumnas invadieron prácticamente el resto del país..
“Es decir, que en el momento en que la tiranía se consideraba con
más posibilidades de éxito, en el momento en que estaba más optimis
ta, en el momento en que creyó que iba a destruir la Revolución era el
momento en que estaba precisamente más próxima su derrota’* (120).
(1J7) Che Guevara. "Interludio''. Obra Revolucionaria, op. cit.. pág. 233.
(118) Ibid.
(119) Fidel Castro. "De la Rebelión a la revolución", discurso conmemorativo del X Ani
versario del 9 de abril. Pensamiento Crítico, N<? 28. pág. 134, subrayados nue3tros.
Estos 70 días, en los cuales ocurre la ofensiva de la tiranía y la con
tra-ofensiva del Ejército Rebelde, es el período de auge de las guerrillas
rurales; representa la etapa en qUe éstas se transforman incuestiona
blemente en la forma principal de. lucha y en que el liderazgo guerrille
ro se afirma como la vanguardia indiscutible del proceso revoluciona
rio, el núcleo capitalizador de toda la oposición al régimen. La derrota
de la ofensiva de la tiranía es de importancia clave desde el punto de
vista militar y político, pues ella determina un cambio cualitativo en el
carácter de la guerra, creando las condiciones para expandir y dominar
nuevas regiones del país e inaugurando una nueva etapa de ofensiva
revolucionaria, que se realizará a través del desplazamiento de las co
lumnas invasoras. E l desmantelamiento de la ofensiva de la tiranía aca
rrea un nuevo ascenso de la lucha antidictatorial, que culminará en po
cos meses con la victoria de la revolución.
El cumplimiento de cuatro f&ctores fundamentales explican el éxito
de la nueva estrategia. Estos son: la descomposición del Ejército de la
tiranía, el apoyo y participación popular, particularmente del campesi
nado y de la clase obrera,'>el carácter amplio y nacional de la lucha in
surreccional que captó la adhesión de amplios sectores de la clase me
dia y pequeño-burguesía y, finalmente, la utilización y combinación de
varias formas de lucha.
Examinemos suscintamente cada uno de estos factores.
(121) Véase Che Guevara. "Una Reunión Decisiva”, op. cit., pág. 61:
.(122) "E l régimen de Batiiifai resaltó fatalmente corrupto e incapaz, cuando cayó, pa
recía. al menos superficialmente, que había caldo por su propio peso y debilitamiento. A
los periodistas extranjeros encargados de la información les era difícil creer que el puñado
de barbudos de Castro tuvlei^ algo que ver con eso, como no fuera por la propaganda”.
Robot Taber, La Guerra de la Pulga, Era, México - 1967.
análisis de una guerra y particularmente de una guerra revolucionaria,
el aspecto militar no puede ser comprendido independientemente del
político, se impone por tanto enfocar la descomposición del ejército de
la tiranía y la victoria revolucionaria desde la perspectiva político-mi
litar. Sólo así se podrá explicar las características que asumió la lucha
de clases en Cuba.
Una estrategia revolucionaria contempla por lo general la utiliza
ción de varias formas de lucha y su combinación. Su complejidad, su
desarrollo y su desenlace dependerán de las circunstancias históricas
concretas er\ las cuales el proceso revolucionario se cumple. La mayor
o menor importancia del esfuerzo de ruptura del orden social vigente
está directamente relacionada con la magnitud de los obstáculos y resis
tencias que opone el viejo régimen y los recursos de que puede dispo
ner éste.
£1 hecho de que, en Cuba, el desmántelamiento del aparato políti
co-militar de la dictadura se efectuara por medio de una guerra revo
lucionaria de relativamente corta duración, sólo fue posible porque-se
logró, por' un lado, neutralizar y, por otro, capitalizar la adhesión de
vastos sectores sociales que potencialmente podrían ser utilizados por el
poder dictatorial. Este aspecto —el cüal discutiremos más adelante-
era uno de los componentes esenciales de la concepción programática
del M-26-7, y representa un elemento fundamental para comprender el
rápido éxito de la lucha revolucionaria en base a la liquidación del apa
rato represivo dictatorial. £1 ejército de Batista no combatía solamente
a un grupo reducido de guerrilleros: combatía la voluntad de resisten
cia y de liberación de todo un pueblo. Y éste es el factor fundamental
que explica la bajísima moral y la ausencia de nnq mística de combate
en los soldados de la dictadura. Por ésto es que, ya en marzo ‘de 1958, se
podría decir que “cada vez son más numerosos los casos de soldados
y clases que se están pasando con armas a nuestras filas, asqueados del
régimen corrompido y criminal que han estado defendiendo” (123).
Pero, para que esta adhesión a la causa revolucionaria por parte de
numerosos soldados de la tiranía ocurriera, un factor de fundamental
relevancia y que merece ser destacado fue el comportamiento que los
rebeldes tenían para con ellos. Fidel describe este comportamiento de la
siguiente manera: “Los soldados enemigos estaban desmayados en las
trincheras, habían aceptado el alto de fuego. Poco a poco algunos de los
que todavía podían caminar trabajosamente se acercaron a nuestras
(123) ' ‘Manifiesto del Movimiento 26 de Julio al Pueblo’*, redactado por Fidel Castro y
Faustino Pérez - Pensamiento Critico. N » 28, pág. 123.
trincheras y pidieron agua, alimentos y cigarros. A l ver que nuestros
hombres no les disparaban y les daban de sus propios alimentos que te
nían a mano, se abrazaban a nuestros soldados y lloraban de emoción.
¡Qué distingo era el trato al que tal vez esperaban engañados por la falsa
propaganda de la dictadura! E l espectáculo era emocionante para todos.
Pero el batallón no se había rendido todavía. Nadie disparaba ya, pero
el comandante José Quevedo, un oficial Joven, realmente querido por
sus soldados, todavía mantenía el control sobre aquella tropa diezmada,
hambrienta y destruida. Estos no combatían ni podían combatir ya,
pero el oficial se negaba todavía a rendirse y los soldados respetaban su
decisión. Era difícil, sin embargo, que los abrazos entre rebeldes y sol
dados se trocasen en lucha a muerte otra vez” (124). Y agrega: “El día
21 a la una de la madrugada los restos del batallón 18 se rendían a nues
tras fuerzas. Las condiciones fueron decorosas y humanas. A los oficia
les se les permitió conservar sus armas personales y se les facilitó ali
mentos a todos, y se les comunicó que todos serían puestos en libertad a
la mayor brevedad. Sólo el Comandante debía quedar como prisionero
de guerra”. El saldo de esta batalla resulta importante desde el punto
de vista político — se ha logrado neutralizar un sector del ejército, lo
que provocaría repercusiones en. su interior— y militar, debido a que
se ha desmantelado un batallón: “L a batalla de El Jigüe ha arrojado un
saldo total de 249 armas ocupadas, 41 soldados, clases y oficiales muer
tos y 241 prisioneros, de ellos cerca de 30 heridos” (125). Esta batalla
ocurrió durante la contra-ofensiva del Ejército Rebelde, en julio de
1958.
En cuanto al bajo nivel de combatividad del ejército de Batista,
existen varios testimonios en este sentido. Camilo Cienfuegos, por ejem
plo, relata en su Diario de Campaña que durante la invasión de Las V i
llas, cuando cruzaban las líneas de emboscadas, “al caerse de un caballo
un compañero se le escapó un tiro de una' San Cristóbal. Días
m¿s tarde al detener un soldado, nos enteramos que por el lugar que
cruzamos un grupo de soldados alM apostados nos vieron, oyeron el tiro
y no hicieron el menor esfuerzo por detenemos”. Y Camilo concluye
que “esta es la demostración más palpable de que el ejército de Batista
no quiere pelear y su claudicante y escasa tnoral es cada día más baja”
(126).
(124) Fidel Castro, "Batana del Jigüe” , La Sierra v el Llano, op. cit., p&g. 192.
(125) Ibíd.
(126) Camilo Cienfuegos, '"La Invasión de Zoy Villa*". La Sierra y el Llano, op. cit..
piC. 265.
Naturalmente que estas consideraciones sobre la baja moral y dis
posición de combate por parte del aparato represivo de la dictadura no
limitan el valor incuestionable de las guerrillas como una de las formas
fundamentales de la lucha revolucionaria y tampoco disminuyen los
méritos de su utilización en la guerra revolucionaria cubana. La efecti
vidad de la táctica guerrillera ya ha sido de sobra comprobada históri
camente y su utilización en Viet-Nam en contra del ejército más pode
roso del mundo la hace verdaderamente incuestionable. Es necesario
tener presente que la existencia de las guerrillas supone siempre un
amplio respaldo popular. En este sentido, y en el caso específico de Cu
ba, hay que señalar, que no ha sido el bajo nivel de combatividad del
ejército de la tiranía lo que hizo posible el éxito de la estrategia guerri
llera. sino que es esta estrategia la que ha determinado aquél. En otras
palabras, fue la conducción correcta de la lucha en el terreno político-
militar la que generó las condiciones para reducir a un mínimo la ca
pacidad represiva del ejército de Batista, su aislamiento estratégico, se
tradujo al fin en su total inmovilidad y, en el terreno político, en el ani
quilamiento de su moral de combate, que lo transformó en el represen
tante ineficaz de la anti-patria. Desde esta perspectiva es qtie adquiere
sentido plantear que el desmantelamiento, la descomposición —tanto
militar como política— del aparato represivo ha sido uno de los factores
cruciales de la victoria de la revolución.
(127) Raúl Castro. “Diario de Campaña**. La Sierra v él Llano, op. cit., pága. 212 y 2i3.
(129) Raúl Castro cuenta que una vez, después del combate en El Abra, "el ejército
como represalia destruyó todo el caserío de Guaibanó. todos estos sitios están al este y
sureste de Guantónamo. En dfas pasados, el Ejército, después de un combate con los esco
peteros. quemó casi todo el poblado de lim a al noroeste de Guantónamo, además han pro
metido arrasar con varios barrios más que están en nuestra zona semi-líberadaC -.) En
Guantánamo y sus alrededores, están haciendo algunas concentraciones de tropas que hacen
incursiones a loa pueblecitos cercanos en acciones de pillaje de verdaderos bandoleros, que-
El campesinado fue, sin ninguna duda, Una base social de sólido
apoyo para el movimiento revolucionario. Pero además de él, éste con
tó también en forma muy importante con la adhesión del proletariado
agrícola, de los trabajadores rurales (130).
Un artículo publicado recientemente en la revista cubana Bohemia
sobre Camilo Cienfuegos (131) procura retratar la imagen de 'ese diri
gente como “impulsor del movimiento obrero y campesino en la Zona
Norte de las Villas”. A llí se revela, a través de la actudfción de Camilo,
todo un importante aspecto de la Revolución Cubana que, por lo gene
ral, ha pasado inadvertido para sus analistas. Trátase de la participa
ción combativa de la clase obrera junto a las acciones de la columna
invasora dirigida par Camilo. Dada la importancia de este texto, uno de
los pocos en que se trata de destacar el rol dél proletariado en el proce
so insurreccional, lo citaremos ampliamente.
mando, saqueando y robando del dinero, las joya3 a los indefensos ciudadanos".
' ‘Diario de Campafia” , op. d L , págs. 253 y 254.
(130) Una encuesta realizada por la Agrupación Católica Universitaria, en los años 1956-
1957 entre los trabajadoras rurales revelaba que: "el Indice de desnutrición es del 91%.
( . . . ) que el aporte calórico «fiarlo real no pasa de 2 500 calorías*’; ( . . . ) "sólo un 4% de
los entrevistados menciona la carne como alimento integrante de su ración habitual. En
cuanto al pescado es reportado por menos del 1%, los buevos feon consumidos por un 2.12%
de los trabajadores agrícolas y toma leche un 11.22% ( . . . ) £3 pan, alimento universal
por excelencia, símbolo de la propia alimentación humana sóle es consumido por un 3.36%
de nuestra población trafagadora agrícola(. . .) La h »ri»« de maíz en contra de lo que
debiera esperarse aparece afilo en un 7%” ( . . .). En el análisis de los datos obtenidos >en
esta encuesta se concluye “la principal fuente de alimentos energéticos la representa, sin
duda, el arroz que suministra el 24% de la dieta total, siendo el más elevado de todos
los Indices si comparamos este Indice con el consumo de frijoles (23%). casi parejo con el
arroz, podemos concluir que el .trabajador agrícola cubano se alimenta de arroz con frjjo-
les( . . . ) En cuanto a loa vegetales verdes no aparecen mencionados en ningún caso”( . . . )
El azúcar es “otra forma infartante de suplir el déficit calórico** aunque “carece totalmente
de proteínas grasas y otros elementos*’. En cuanto a la salud, "un 14% de los campesinos
entrevistados padece o ha padecido de tuberculosis**, un —13% de la tifoidea, un 36% de
parasitismo intestinal. ‘‘E l paludismo es referido como antecedente por un 31% de los cam
pesinas” (. . .*) La mayor paite de las enfermedades no reciben ninguna atención médica(. . .).
Sólo un 8% recibe atención gratuita del Estado(.. . ) El patrón o sindicato proporciona asis~
tencia médica a un 4% de loa trabajadores agrícolas, y un porcentaje igual de 4% recibe
el auxilio profesional de loa dispensarios privados"’<■ . .). En cuanto a la situación habita-
cional, "un 6% de las ni»ii imIiih tienen suministro de agua por cañería'* que, en el 64%
de los casos, posee letrina exterior: "ésta casi nunca se encuentra a más de 30 m. del pozo,
distancia mínima requerida para evitar la contaminación de las aguas"(. . .). Respecto a la
educación, “el 43% de loa campesinos no saben leo- ni escribir’*. En esta misma encuesta,
la respuesta de los trabajadores a la pregunta de que creían seria necesario para mejorar
su situación "una inmensa mayoría (73.46%) cree que su solución descansa en que se les
ofrezca más fuentes de trabáis’*. Y concluyen los analistas: el trabajador agrícola “trabaja
sólo 6 meses al año. pero tiene que alimentar y vestir a su familia los otros meses también;
mm no pide repartos de riqueza, ni subsidios: pide trabajo*'. Agrupación Universitaria Ca
tólica. "Encuesta de Trabajadores Rurales, 1956-1957“ , Economía y Desarrollo. N » 12, pigs.
188 y siguientes.
(132) "E s la única revolución en el mundo que se ha hecho con el respaldo del 95%
del pueblo(. . Discurso del 6 de febrero de 1959 en la Concentración de Obreros de la
Compañía Shell de Cuba.
(133) “Ninguna revolución, ningún proceso se puede dar el lujo de excluir a ninguna
fuerza, menospreciar a ninguna fuerza, ninguna revolución se puede dar el lujo de excluir
la palabra sumar, y uno de los factores que determinó el éxito de la revolución cubana«
donde nosotros éramos un pequeño grupo, inicialmente, un pequeño grupo Que en condicio
nes difíciles llevó a cabo la lucha, fue la política de unir, unir, unir, sumar incesantemente*4.
Fidel Castro, “Diálogo con lo* estudiantes de Concepción” . Fidel en Chile, op. cit., págs. 92 y
93, subrayados nuestros.
mentar un proceso de modernización y de redemocratización del sistema
vigente.
Esto es lo que explica la adhesión al movimiento y ,1a aceptación
del liderazgo revolucionario por parte incluso de sectores claramente
derechistas, aunque es necesario tener en consideración que la unifica
ción de la oposición al régimen se logra en definitiva en- julio del 58,
momento en que el Ejército Rebelde lanza la contra-ofensiva al Ejército
de Batista y, por tanto, se empieza a vislumbrar una gran posibilidad
de victoria. Ahora bien, ante tal situación la adhesión de vastos sectores
a la causa revolucionaria se explica también por el puro y simple opor
tunismo. Es conocida la táctica de tratar de controlar desde adentro un
movimiento cuando su triunfo es inminente. Los Miró Cardona, los Fe
lipe Pasos, y otros tantos de la misma especie, aparecen en los prime
ros momentos de todo proceso revolucionario cuando la victoria es inminen
te/ Son las expresiones últimas y desesperadas de las clases dominantes
para introducir su cuña y tratar de encauzar inútilmente por viejos caminos
la marcha de la historia.
Pero, en todo proceso revolucionario auténtico, este “maquiavelis
mo” burdo no liquida la toma de conciencia de las clases dominadas y
los burgueses que se visten con el manto de progresistas tienen que des
cubrirse, poniendo al desnudo ^la fea cara de la contrarrevolución.
En Cuba pasó así, pero ya era tarde. A l destruirse el aparato políti-
co-militar de la dominación oligárquico-imperialista, la táctica de la re
volución podía variar, podía sufrir un nuevo proceso de radicalización
que condujera rápidamente al socialismo. Sin embargo, este fue el re
sultado de un proceso y hay que diferenciarlo de su desarrollo mismo.
Durante el período de la guerra revolucionaria, predominaba la flexibi
lidad táctica y la línea general de amplias alianzas de clases. Y esto ha
sido, sin duda, en las condiciones históricas en que se realizó el proceso
revolucionario cubano, uno dé los factores decisivos de la victoria.
DE LA REVOLUCION DEMOCRATICA A LA
REVOLUCION SOCIALISTA
1. L a contradicción entre el programa y la práctica
(139) Regino Boti era funcionario de la CEPAL (Comisión Económica para la América
Tetina) y ocupó el cargo de Ministro de Economía durante el llamaAi Gobierno Provisional
Revolucionario. Felipe Pazos fue presidente del Banco Nacional durante el mismo Gobierno
y en la medida en que el proceso revolucionario fue avanzando al socialismo se pasó a las
filas de la cqntrarevoloción. £1 Ché se refirió a él, irónicamente, en 1861, en su discurso
de Punta del Este, cuando Felipe Pazos ya prestaba sus servicios al HH).: “Si me permite
d señor Presidente, lamentaré profundamente, en nombre de la Delegación Cubana, haber
perdido los servicios de un técnico tan eficiente como el que dirigió este Primer Grupo (Se
refería a la parte del temario de la conferencia sobre “La Planificación del Desarrollo Eco
nómico y Social en la A. L " ) , el doctor Felipe Pazos. Con su inteligencia y capacidad de
trabajo, y auestra actividad revolucionaria, en dos años Cuba serla el paraíso de la letrina,
aún cuando no tuviéramos ni una de las 250 fábricas que estamos empezando a construir,
aún cuando no hubiéramos hecho Reforma Agraria” .
2. El Programa del M-26-7
(148) No está claro que se quiere decir cao la expresión “capitales de ahorro inferior".
Podría ser que estuviera referida a los ahorros de los asalariados, asi como de los peque
mos y medianos empresarios.
(149) Ibid., págs. 89 y 90, subrayados nuestros.
Como Se puede notar, la orientación del programa tío deja margen
a dudas: se trata de promover el desarrollo del capitalismo nacional en
base al proteccionismo y al estímulo directo a la industria cubana e im
pulsar el proceso de “substitución de importaciones”. “Cuba puede te
ner un Estado eficiente y honesto que con su acción, eistimule, proteja,
financie, combata o supla a la empresa privada, y nos haga a todos más
prósperos. Ese es el propósito del Movimiento 26 de Julio”.
En base a todos estos supuestos se asienta “un plan completo de
desarrollo económico que habrá de llevar a cabo con el concurso y ad
hesión de las grandes mayorías nacionales, al recobrar su libertad polí
tica”. El punto de partida de este plan es la necesidad de una “planifica
ción económica democrática’'.
Sin hacer discriminación entre las diferencias cualitativas existen
tes entre el modo de producción capitalista y el socialista (el único que
permite implementar un sistema nacional de planificación) se sostiene
que “las técnicas de desarrollo económico en los países escandinavos,
Gran Bretaña, la URSS, y los propios Estados Unidos, sobre todo en la
pasada Guerra Mundial, son cada día más eficaces. L a propia experien
cia en técnica de desarrollo de algunos países Latinoamericanos (sub-
desarrollados, como Cuba), Brasil, Chile y Argentina, los que han reci
bido la cooperación científica de la CEPAL, es de tal manera ya un lo
gro y no una especulación que por todo ello podemos propugnar decidi
damente que Cuba debe rechazar la tesis de la espontaneidad y aceptar
hasta sus últimas consecuencias una planificación estatal para realizar
su desarrollo económico” (150).
No se trata aquí de discutir las equivocaciones de tal planteamien
to, sobre todo en lo que respecta a los éxitos de los consejos de la CE-
P A L en las políticas de desarrollo de los países latinoamericanos y al
“logro" alcanzado por éstos. Lo que importa aquí es destacar una vez
más la influencia que la concepción desarrollista de esta institución tu
vo en el programa del movimiento revolucionario, en su “modelo” de
desarrollo y en sus metas, que inequívocamente se insertan aún en los
marcos de una concepción democrático-burguesa y nacionalista. “El Es
tado democrático, aún fijándose objetivos revolucionarios, puede elabo
rar las técnicas de acción social necesarias e idóneas para cumplir sus
altos fines sin apelaciones a la violencia sobre grupos disidentes, clases
sociales inconformes, usufructuarios de intereses creados y otras mino
rías”.
Quedan, pues, evidenciados los supuestos progresistas, nacionalis-
tas, democráticos» desarrollistas y, por qué no, utópicos, contenidos en
el pensamiento de la CEPAL, que informan el primer programa econó
mico de la Revolución cubana. Ahora bien: si este programa es la ex
presión de las metas del M-26-7 en un momento histórico especifico y
breve (que, como veremos más adelante, será pronto y radicalmente su
perado) es porque representa la posibilidad de entroncamiento en la
Revolución <Cubana de dos líneas de pensamiento democrático-naciona
lista y progresista latinoamericano: el martiano y el desarrollista. A m
bos son la expresión del carácter democrático-burgués de la primera
etapa de la Revolución. Pero, es necesario guardar la debida propor
ción entre la importancia que ambos tuvieron en el curso del proceso re
volucionario. Esta diferencia es enorme. Como discutiremos más adelan
te, la concepción desarrollista será definitivamente superada al evolu
cionar la revolución hacia el socialismo, mientras que el pensamiento
martiano perdurará. Perdurará porque el pensamiento de Martí es un
pensamiento democrático avanzado, con amplio sentido de participa
ción social. La Revolución Cubana superará la concepción del orden so
cial y de equilibrio entre las clases de Martí, pero rescatará sus aspec
tos heroicos, latinoamericanistas, guerreros y anti-imperialistas. En este
sentido, el pensamiento del Gran Maestro ha acompañado y servido de
orientación a los revolucionarios cubanos en dos momentos cualitativa
mente distintos del proceso revolucionario: en la etapa democrática y
en la socialista.
Antes de concluir las consideraciones sobre el programa económico
del M-26-7, es. importante destacar aún algunos de los objetivos de su
política de desarrollo, que serán en buena medida implementados des
pués del triunfo de la Revolución. Es por ejemplo, el caso de la política
de diversificación del agro, ya desde entonces preconizada: “Cuba crece,
se estanca o decrece según los vaivenes del precio del azúcar. Por lo tan
to, el objetivo está claro y diáfano para todos: diversificar nuestra pro
ducción nacional” (151). El plan fijaba como metas: “l 9 Eliminación del
desempleo y subempleo actuales ( — ) 2? Dar una creciente participa
ción a los empresarios y al Estado cubano en la riqueza nacional. 3g Pro
curar una redistribución del ingreso nacional de acuerdo con los princi
pios de la Justicia Social”. Como se discutió antes, la segunda de estas
metas no se ha cumplido y la tercera sólo se ha realizado, si se entien
de por “Justicia Social" la Justicia revolucionaria, la justicia de las cla
ses dominadas, que fue la que se aplicó en Cuba. Sobre la participación
de los empresarios se planteaba que “el mismo Estado podrá nacionali
zar empresas, como por ejemplo, las de servicios públicos, y entregárse
las a empresarios cubanos, o socializarlas, reservándoselas para si y ope
rándolas” (152). Por supuesto, este segundo criterio fue el único adop
tado posteriormente.
£1 programa, hacía también un balance de las disponibilidades de
capital para financiar el desarrollo y estimaba que "el crecimiento eco
nómico tendría un ritmo (tasa) de 7,5 por ciento, es decir, que la eco
nomía cubana crecería y sería cada año alrededor de 7,5 por ciento ma
yor que el año anterior”. Cálculos como éste, extravagantemente opti
mistas, fundamentaban la conclusión de que en el año 1968, “Cuba ten
drá un nivel de vida más alto que Francia, Italia, Checoslovaquia y to
dos los países latinoamericanos”. Naturalmente que la Revolución Cu
bana —como, por lo demás, todas las grandes revoluciones sociales— tu
vo que enfrentar una serie de problemas de orden económico y social
y su infra-estructura no ha podido crecer de acuerdo* a estos cálculos,
que se basaban en una concepción de desarrollo muy rápidamente supe
rada por la práctica revolucionaria, y que se hizo contradictoria con mu
chos aspectos de su propio programa.
Conviene indagar aquí cómo debe interpretarse el carácter del pri
mer programa económico del M-26-7. Dado su carácter obviamente de-
mocrático-burgués, puede existir la tendencia a interpretarlo como un
programa aceptado por la dirección del movimiento revolucionario por
razones de orden meramente táctico. La imagen actual de la dirección
revolucionaria cubana, profunda y consecuentemente socialista, inhibe
la re trovisión hada las etapas iniciales de la revolución, y hace difícil
admitir que estos mismos hombres compartieran los postulados de tal
programa.
No conocemos ningún pronunciamiento posterior de los dirigentes
revolucionarios sobre este programa en especial, aunque existen sí va
rios pronunciamientos de alcance político y económico más general (que
serán citados oportunamente) y que no son contradictorios con sus su
puestos fundamentales. Plantearse si el liderazgo revolucionario acepta
ba sinceramente este programa, es decir, si estaba convencido que éste
era en definitiva el carácter que la revolución debería adoptar y estabi
lizarse allí, o bien si éste era un programa aceptado coyunturalmente
con miras a ganar la adhesión de sectores de las clases dominantes- para
en seguida romper con ellas, es formular un falso problema. Es un falso
problema porque la táctica revolucionaria no se define meramente en
función de lo que es más o menos oportuno en un momento dado. Ella
(155) J. P. Sartre, Visita a Cuba. op. cit. En esta edición se incluyen: “Ideología y Re
volución'*: “Una entrevista con los Escritores Cubanos’*. "Huracán sobre el azúcar".
respecto. Sartre estuvo en Cuba pocos meses después del triunfo de la
Revolución. Fue uno de los primeros intelectuales con prestigio mun
dial que escribió sobre la revolución y que la apoyó en forma entusias
ta. Pero, mucho más importante, fue uno de los primeros que trató de
“teorizar” sobre ella, aunque sus escritos hayan tenido un corte induda
blemente periodístico. Debido en buena parte al brillantismo del autor
aliado a la verdadera pasión que ha sentido por la Revolución, su libro
tuvo sin duda una gran inflnpnHa sobre la interpretación que se des
arrolló en el exterior sobre la Revolución Cubana e, incluso, debe ha
ber seguramente ejercido también su influencia al interior de Cuba...
Desde luego en el libro de Sartre hay errores de interpretación que
son de carácter secundario, si se considera que él no es un especialista
de asuntos latinoamericanos y mucho menos- cubanos. Por ejemplo plan
teamientos tales como: "en 1900 Cuba salía apenas del feudalismo” (156),
son incorrectos pero, como no son originales, a nadie pueden parecer ab
surdos repetidos por un intelectual francés que se ha dedicado funda
mentalmente a la filosofía y la literatura.
Sin embargo, hay dos tipos de deformaciones que es necesario des
tacar. En primer lugar, la que se refiere a los orígenes y el carácter del
movimiento revolucionario, se trata más bien de una deformación his
tórica, cuya gravedad reside en el hecho de que, de una u otra forma,
Sartre ha sido qiíizás uno de los más importantes precursores de lo q u e'
posteriormente sería conocido corno “teoría del foco'*. Esta concepción
ya emerge claramente en sus escritos:
“Era el 2 de diciembre de 1956. Ese día, sin anuncio previo, comenzó
la Revolución”. Sigue un ligero relato sobre el desembarco del Granma
bajo el título "un puñado de hombres”. Ese .relato, corto, bonito, cuyo
estilo se ubica entre la descripción y la prosa poética, colabora decisi
vamente a la creación del mito de que la revolución tiene como punto
de partida el heroísmo solitario de 12 hombres. "U n puñado de hombres
alcanzó las cimas de la Sierra Maestra, la cadena más alta de la isla, y
se ocultaron entre las nubes que rodean permanentemente aquellas
cumbres”. (157) ¿Verdad? jSí, claro, verdad! Pero parcial...
“Desde 1957 se hablan establecido contactos: los rebeldes de la Sie
rra encontraron amigos en Santiago» en Santa Clara y en la capital. Ha
bía que poner en marcha la organización clandestina” (Subrayados
nuestros). “A sí nació, en todas las aglomeraciones urbanas, un movi
miento secreto que se llamó M-26-7, Movimiento del 26 de Julio. U n 26
(160) Dice Osvaldo Dorticós. refiriéndose' a Sartre "él quería decir que era una Revo
lución que se estaba desenvolviendo en la práctica de los hechos sin haber estado precedida
de una teoría revolucionaria. Esto es el resultada de la impresión que, durante su estancia
ennuestro país, éste y otros intelectuales que nos*»m visitado experimentaron. Nosotros
podríamos decir que esta afirmación contiene una verdad, pero sólo una verdadrelativa^.. .).
“Relación entre loa cambias económicos y políticos en la «ociadad cubana. Charla proaundada
el Í4-de junio de 1961 en el Teatro de Miniar. (N o *e menciona ía editorial).
2. E l planteamiento del P. S. P.
(167) Estas tesis han sido publicadas en el periódico Hoy, órgano del P. S. P.. el 11 de
enero de 1959. Los subrayadas son nuestros.
poder militar y civil anterior: no quedan ni mandos ni fuerzas organi
zadas representantes del pasado régimen. Las fuerzas armadas están
completamente en manos de las fuerzas rebeldes y de sus mandos y los
cargos civiles del poder pasan a manos de quienes éstos designan o
aprueban**.
‘'Políticamente, el gobierno provisional, constituido-bajo la promoción
de Fidel Castro ( __ ) es el más libre en el sentido de que su actuación o
decisión no están sujetos por ninguna otra fuerza que el Ejército Rebelde
y las organizaciones revolucionarias y sociales, únicas subsistentes y ac
tivas en estos momentos, en el plano nacional. El gobierno provisional
tiene fuerzas armadas nuevas a su entera disposición; su actuación no
está restringida por ninguna ley o. Constitución a no ser las mismas que
él quiera fijar o reconocer. ( . . . ) Nunca antes, en ningún momento de la
historia de Cuba, hubo un gobierno con tal libertad y tales posibilidades
para decidir y actuar. Las condiciones políticas creadas son tales, que el
gobierno provisional puede actuar, y decidir sin otras limitaciones que
su propio programa, las orientaciones o presiones de las organizaciones
revolucionarias y la movilización popular, que tanto y tan seriamente
puede in flu ir en la situación. ( . . . ) ' La revolución ha traído un desplaza
miento no sólo de hombres en el poder, sino también de clases y fuerzas
sociales. ( . . . ) L a tiranía establecida por el madrugonazo, pues, era un
gobierno directa e incondicionalmente al servicio del imperialismo, de las
compañías •y bancos extranjeros, de los latifundistas, los comerciantes
importadores y los grandes magnates del azúcar y otras producciones.
( — ) Por esto, siempre lo caracterizamos como un gobierno anti-nacional,
anti-obrero y anti-popular”.
Es^e análisis es riguroso desde el punto de vista de la enumeración de las
clases revolucionarias y de los enemigos principales de la revolución, pe
ro es particularmezvte importante como caracterización de una situación re
volucionaria en la cual resalta la ruptura del viejo orden, o sea la des
trucción del aparato militar y civil del régimen anterior y la disponibili
dad total del poder que se crea para el nuevo gobierno revolucionario.
E l documento del P. S. P. representa un modelo de análisis del fenómeno
llamado revolución social, en su sentido más completo..
En cuanto a las implicaciones que la revolución tiene para el impe
rialismo, existe clara conciencia de que "la derrota de la tiranía ha sido,
también, una derrota del imperialismo Yanqui y de sus lacayos”. En
cuanto al Gobierno Provisional, se afirma que “la composición social de
hombres que lo integran es, fundamentalmente, pequeño-burguesa; son
representativos de la pequeña burguesía y de la media burguesía (profe
sionales, industriales, campesinos ricos, etc), y de terratenientes no lati
fundistas”. Para el P. S. P. “tales fuerzas sociales, como se sabe, aun
que no se someten al imperialismo y le hacen resistencia, defendiendo
sus intereses y la independencia nacional, no se deciden por una lucha
revolucionaria contra el imperialismo, vacilan ante las medidas económi
cas y sociales que se deben adoptar para llevar adelante la liberación na
cional, el desarrollo económico y el progreso social. Estas fuerzas están
limitadas en su orientación antiimperialista y revolucionaria por su afán
de conservar a todo trance el régimen capitalista”.
Estas justas consideraciones y advertencias serán confirmadas luego
en la práctica, cuando el Gobierno Provisional y su Gabinete se mues
tren incompatibles con la necesidad de avance del proceso revoluciona
rio. Sin embargo, esta incompatibilidad fue resuelta a favor de la Revo
lución con la disolución del Gabinete del Gobierno Provisional. Esto fue
postble, como lo plantea el mismo documento, porque, “desde el punto
de vista social, el nuevo poder recién establecido, se basa en las fuerzas
populares ( . . . ) aunque el control y la hegemonía la ejercen, ahora, la
burguesía nacional y la pequeña burguesía”.
Las tesis destacan también la no viabilidad de la contrarrevolución
pues “no queda fuerza organizada con el régimen derrocado, que pueda
hacer una resistencia seria o intentar algún golpe de estado o militar con
posibilidad de éxito.” Pero, llamqrt la atención sobre el hecho de que “si
en- el orden político se ha arrasado toda la estructura en que se asentaba
el poder de la tiranía, no ha ocurrido lo mismo en el orden económico-so-
cial. ( . . . ) La base social interna que engendra y sostiene a la tiranía anti
nacional, anti -popular y anti-obrera, mantiene intacto todo su poderío eco
nómico, y eñ consecuencia su influencia social y política”. Y el documento
sigue planteando con una completa lucidez que “excepcionalmente, puede
que algunos miembros de esas clases (latifundistas, las compañías y bancos
extranjeros, los grandes comerciantes exportadores, los grandes magnates
del azúcar y los grandes explotadores en general, que cuentan con el apo
yo imperialista) hayan brindado algún apoyo económico a la revolución
pero eso no cambia la esencia del problema acerca del carácter y actitud
de esas clases, tomadas en conjunto”. Y concluye que “sólo si la revolu
ción no se queda en lo meramente político y va a las medidas económi
cas para cambiar la estructura semicolonial del país, puede conjurarse el
peligro que tales sectores sociales reaccionarios representan. Mientras
ellos mantengan su posición privilegiada actual, habrá el peligro de la
vuelta a la reacción política, a la tiranía y a todos los errores que aca
bamos de pasar”. Por lo tanto, el P. S: P. plantea que “la revolución ha
destruido; ahora tiene que comenzar la construcción y la reconstrucción,
al mismo tiempo que completa su tarea de destrucción”. ( . . . ) “tiene que
completar esa obra de destrucción atacando todo el orden “jurídico” y
“legal” de la tiranía, aboliendo todas sus leyes representativas y antide
mocráticas y ios odiosos instrumentos de represión reaccionaria que to
davía subsisten como el SIM, el BRAC, etc.” ( . . . ) “completar la disolu
ción del aparato político batistiano con el castigo de sus miembros y cóm
plices”.
(I6S) Blas Roca, La V I I I Asamblea Nacional del Partido Socialista Popular de Cuba (no
aparece fecha ni nombre de la editorial)
por la dirección revolucionaria, tomando como fundamentación básica
algunos importantes discursos pronunciados por Fidel Castro, líder má
ximo de la revolución. En seguida, disponiendo ya de todos estos elemen
tos, trataremos de hacer una discusión de conjunto sobre el problema
del carácter de la revolución y de la transición al socialismo en Cuba.
(169) Fidel Castro; Entrevista ante las cámaras de CMR-TV el 6 de marzo de 1959. (To
dos los discursos que aquí serán citados fueron editados bajo el título Discursos para la
Historia. La Habana (no se menciona editorial"). Los subrayados son nuestros, salvo indica-
«ción en contrario.
(170) Ibid. pág. 20.
rno criterio práctico, la moralidad de la acción revolucionaria: “Un go
bierno donde la honradez es una virtud esencial, donde lo primero que
hicieron los Ministros fue rebajarse el sueldo” (171).
Fidel insiste en que no sólo los sectores populares van a beneficiarse
de la revolución sino además otros sectores, como “el comerciante que
va a incrementar sus ganancias, las industrias que van a ampliarse, los
bancos cubanos que van a tener la posibilidad de invertir sus capitales
en industrias, de colaborar con el gobierno revolucionario facilitando y
movilizando el crédito, esos también, aunque sean clases acomodadas, es
tarán con la Revolución, porque ellos van a recibir también los benefi
cios de la Revolución” (172).
Sin embargo, Fidel es muy claro al advertir a la contrarrevolución:
“Lo más que pueden hacer será poner bombas o hacer un atentado y si
hacen atentados es peor, porque van a radicalizar más esto. ( . . . ) La con
secuencia será que la revolución se radicalizará y entonces sí que van a
perder mucho más. Hemos querido hacer las cosas con moderación, con
cuidado, llevarlas dentro del orden, y no tomamos todas las medidas al
vencer la revolución sino que las vamos implantando poco a poco” (173).
Se reafirma también lo que se había prometido antes, en cuanto
a las normas de funcionamiento democrático: “Nosotros hemos implan
tado la libertad, la democracia, lt>s derechos humanos y seguiremos por
esa via, por la vía de convocar a elecciones en el tiempo que hemos se
ñalado”. Y se vuelve % insistir en la protección a las empresas naciona
les: “No he hablado de moratoria hipotecaria y sí aclaré a los bancos que
no existe tal idea ( . . . ) los bancos todos van a tener estímulo en nuestro
gobierno” (174). Se anuncian ya importantes medidas para el cumpli
miento del programa revolucionario, en lo que se refiere a la construc
ción de viviendas y creación de nuevos empleos: “El día 12 se colocará
la primera piedra en L a Habana del Este (*), alfí trabajarán más de 10
mil trabajadores (175).
( * ) Una de las primeras medidas de la revolución fue la confiscación por parte del
E stado de todos los bienes adquiridos en forma ilícita, a través del Ministerio de Recupera
ción de Bienes Malversados. En un patudo muy corto, el Estado tenía ya bajo su poder
ana cantidad muy importante de bienes (industriales, comerciales, de servicios, etc.), en
los que se pudo comprobar la existencia de irregularidades. En la confiscación de tales bie
nes se encuentra el origen de la estatizante de la economía cubana.
(17E) Fidel Castro, Discurso pram m ñdo el 13 de marzo de 1959, en el Palacio Presi
dencial. op. cit. pág. 70.
tenerse jamás. De esta manera se va implementando toda una política
revolucionaria al compás de la evolución de la conciencia de las masas.
Ahora bien, esta conciencia revolucionaria de las masas se va forman
do y desarrollando en dos sentidos: a través de la participación directa
del pueblo en el proceso de .transformación social y del diálogo constante
del pueblo con la dirección revolucionaria, en donde se puede notar cla
ramente el esfuerzo, por parte de ésta, de hacer que cada medida que se
adopte sea el resultado de un consenso social. Es interesante observar
que, por lo general, ninguna decisión importante se toma sorpresivamen
te. AJ contrario, siempre supone una preparación previa de la conciencia
revolucionaria del pueblo cubano. Se podría incluso decir que las medidas
más avanzadas son siempre una solución lógica resultante de un pro
fundo convencimiento y entendimiento entre el pueblo y su vanguardia.
En este sentido, si se analizan detenidamente los discursos de Fidel del
primer período revolucionario, se observa como en ellos se prepara y se
anuncia siempre el período posterior más avanzado. Y cada nueva etapa
surge de la anterior, como un parto absolutamente normal e indoloro.
Son ilustrativas, por ejemplo, las palabras de Fidel cuando, pese a
toda su fidelidad programática, declara: “¿Qué quieren, que no cortemos
por lo sano? A la República hay que hacerle una buena operación qui
rúrgica, y si nos ponemos a untarle mercurio cromo la República se nos
muere". Pero, esta frase es la conclusión de un largo análisis de un con
junto de cambios necesarios, explicados pacientemente en los múltiples
discursos-diálogos de Fidel para y con el pueblo (177).
Sobre el tema de la legalidad, Fidel expresó en una ocasión el crite
rio revolucionario del primer período de la revolución que, a su vez, iba
preparando la implantación de nuevos criterios mucho más radicales. En
esta oportunidad, el dirigente hablaba de la acción de los Tribunales de
Justicia, y se refería a un individuo “sobre el cual existía una serie de
gravísimas acusaciones. Sus abogados, por obligación de profesionales o
entendiendo tal vez que era inocente, le presentaron un recurso de ha-
beas corpus y una Sala de Justicia de las que se están organizando acce-
(.180) Un ejemplo: “Hemos dicho bien claro <|ue el capital bancario tiene todas las ga
rantías porque nos interesa movilizar el crédito agrícola e industrial. ¿A qué conduce eso
de que cada vez que se asusten saquen el dinero del banco? Y vamos a suponer que todo el
mundo se llevara el dinero del banco, bastarla que nosotros cambiáramos el color de los bi
lletes y se acabó*’. Ibid., pág. 77. Independientemente de que esta fuera o no la solución
efectiva, lo que importa es destacar la disposición revolucionaría a paralizar las acciones
contrarrevolucionarias. de no amedrentarse frente a ellas y de inventar, si fuera necesa
rio, nuevas soluciones para superar los problemas creados por el boicot reaccionario.
aplaudían los dueños de solares ( __ ) Y así sucesivamente algunos, no
todos, pero, una parte de los intereses creados. .(• ••) Iremos perdiendo en
extensión aunque iremos ganando en profundidad. Va no tendremos el
noventa y cinco ni el noventa, ni el ochenta y cinco, ni el ochenta, ni el
setenta y cinco, es posible que hasta menos, siempre tendremos una ma
yoría, es» sí, y lo que quede de la Revolución valdrá más que todo lo de
antes p o tq w antes era mucho en superficie y poco en profundidad (. - •)
Y los que están con la Revolución serán los que se hacen matar por ella,
como decía un letrero de los que desfilaban por ahí” (181).
En abril de 1959, cuando Fidel Castro estuvo en los Estados Unidos,
tocó varios temas relacionados' con las relaciones entre los dos países y
con el carácter de la revolución. Sus pronunciamientos de esta época son
importantes, porque revelan claramente las características democráticas
del primer período revolucionario y como lo interpretaban sus dirigentes
máximos.
Sohre las relaciones con los EE. UU., decía Fidel: ’*Lo único que que
remos de Estados Unidos es comprensión. Lo que estamos haciendo es
que nuestro país progrese. Queremos que el pueblo americano compren
da que queremos mejorar, de manera que sea mejor para todos. Es
posible que progresemos en Cuba si marchamos junto con los Estados
Unidos. S i algún hombre de negocio quiere venir a nuestro país, tendrá
las puertas abiertas, pero si hace, campaña contra nosotros no irá a Cuba,
como tampoco irá el turista” (182). Este planteamiento, como los citados
anteriormente, es coherente con los postulados programáticos del M-26-7.
Pero, es importante observar que tampoco es contradictorio con el ideal
revolucionario en el que Fidel insiste varias veces después del triunfo:
“lo que Cuba sea de ahora en adelante depende sólo de nosotros” (183).
En una entrevista concedida en W a sh in g ton, Fidel declaró: ’*Yo no
soy comunista, ni estoy de acuerdo con el comunismo” ( . . . ) ‘‘La demo
cracia y el comunismo no son lo mismo para mí. Llamamos a nuestros
ideales humanistas, porque no sólo queremos darle libertad al pueblo,
sino también proporcionarle los medios de vivir y de conseguir la comi
da” (194). A la pregunta “¿Usted no tiene ningún comunista en su go-
(193) Che Guevara. Discurso de Punta del Este, 1961, op. cit., pág. 316.
El carácter democrático de la revolución cubana evolucionó a tra
vés de una serie de cambios cualitativos que ocurrieron en el proceso re
volucionario y que, en su conjunto, han configurado un sistema económi
co social radicalmente nuevo, socialista. En este sentido se puede decir
que la instauración del socialismo en Cuba fue el resultado de un cambio
de calidad* de un mismo proceso revolucionario, cuya evolución si bien
ocurrió en forma continua registró momentos con características clara
mente diferenciadas.
(194) Fidel -Castro. Discurso ante la ONU. septiembre de 1960, Fidel Habla en Ja ONU,
Secretaria de Propaganda de la Confederación de Trabajadores de Cuba. La Habana. págs.
15 y 26. subrayados nuestros.
(196) Citados par Fidel Castro, en su discurso en la ONU, op. cit., págs. 28 y 29. Sobre
esta última^nota de k » EE. UU. Fidel comentó: “ el Gobierno de los Estados Unidos no se
digna a discutir con el pequeño pais que es Cuba, sus diferencias en las relaciones’'.
(197) Refiriéndose al hedió de que en Cuba “las mejores y mayores fincas eran propie
dades de los monopolios norteamericanos". Fidel recuenta que ¿n el comienzo de la refor
ma agraria *‘se planteó inmediatamente el problema del paga ( . . . ) ¿Cómo íbamos a pagar?
Pbr supuesto, lo primero Que habla Que preguntar eta con gué íbamos a pagar, no cómo.
sino con Qué” . Y acota: "Conciben ustedes que un pais pobre, subdesarroUado, con 600 mil
En mayo se establecen relaciones con la URSS, abriendo de esta for
ma amplias posibilidades de intercambio comercial y cultural, lo que
será una de las garantías de que la lucha en contra del imperialismo pue
da ser llevada hasta sus últimas consecuencias. En este mismo mes, se
cierra el “Diario de la Marina”, el principal vocero de la contrarrevolu
ción.
En junio, los EE. UU. empiezan los ataques a Cuba en la O EA y dis
minuyen su cuota de importación de azúcar. La compañía petrolera Te
xaco es intervenida y, pocos días después, Norteamérica suspende la com
pra de la cuota azucarera.
A partir de entonces, el proceso revolucionario se acelera y empie
zan a ocurrir los cambios, que, en definitiva, mudarán su calidad. Se de
creta, en el mismo mes de julio, el monopolio del comercio exterior y, en
la primera semana de agosto, se nacionalizan compañías norteamericanas
(las refinerías de petróleo, 36 centrales azucareras, las compañías de te
léfonos y electricidad, que en su conjunto representan un total de 800
millones de pesos).
En septiembre, estas medidas son aprobadas por la Asamblea Gene
ral Nacional del Pueblo de Cuba en la Plaza de la Revolución, que re
frenda la Primera Declaración de La Habana, en donde se condena “la
explotación del hombre por el hombre” y se proclama “el derecho de los
Estados a la nacionalización de los monopolios imperialistas”. En este
mismo acto, se anuncia el establecimiento de relaciones con la República
Popular China (al mismo tiempo que se rompe relaciones con Formosa)
y la ruptura del tratado militar con los EE. UU. Pocos días después, son
desempleados, con un Índice tan alto de analfabetos, de enfermo?, cuyas reservas han sido
agotadas. Que han contribuido a la economía de un pais poderoso con mil millones en diez
años, tenga con que pagar ias tierras qué iban a estar efectadas par la L e y Agraria, o al
menos pagarlas en las condicionen 'que querían que se pagaran?” . Tras señalar que el De*
partamento de Estado exigía el **pago pronto, eficiente y justo” , agrega: “Todavía no éra
mos comunistas ciento cincuenta por cien. Estábamos luciendo un poco más matizados de
rojo. Nosotros no confiscábamos las tierras: nosotros, simplemente. proponíamos pagarla
en veinte años, y de la única manera en que podíamos pagarla: en bonos, que habrían de
vencer a los veinte oños; gue cobraban el cuatro i/ medio por ciento de intereses y Que se
irían amortizando año por año. ( . . .) El límite máximo que establecía nuestra Ley Agraria era
el de unas 400 hectáreas constituyen un verdadero iatifundio; en Cuba, donde habla compañías
monopolistas norteamericanas que tenían hasta cerca de 200 mil hectáreas — 1200 mil hectá
reas* por si alguno cree que no ha oído bjen—, allí, en Cuba, una Reforma Agraria que re
dujera el limite máximo a 400 hectáreas era para esos monopolios una ley inadmisible”. La
conclusión era lógica: “Cualquiera comprende que, en estas circunstancias, teníamos que op
tar entre hacer la Reforma Agraria o no hacerla". Discurso en la ONU, op. cit.. págs. 15 y 16
subrayados nuestros.
De este relato, del que no está ausente un gran porcentaje de fina ironía, se desprende
claramente uno de los motivos principales de porqué la revolución tenia que avanzar y ra
dicalizarse usando métodos que no estaban originalmente contemplados, como las expropia
ciones. Se comprende también, el proceso que fue haciendo que ésta fuera progresivamente
‘•luciendo un poco matizada de rojo**.
intervenidas las fábricas de tabacos y cigarrillos y se nacionaliza la ban
ca norteamericana en Cuba.
En seguida, Fidel viaja a los EE. UU., donde participa en la Asam
blea de las Naciones Unidas. En esta oportunidad, pronuncia su históri
co discurso de denuncia de la explotación y agresión del imperialismo a
Cuba, en el cual plantea que “el capital financiera imperialista es una
ramera que no puede seducimos”.
En octubre, en un solo día, el 13, son nacionalizados todos los bancos
nacionales y extranjeros (con excepción de los canadienses) y 382 gran
des empresas (105 centrales azucareras, 50 fábricas textiles, 8 empresas
de ferrocarriles, 11 cadenas cinematográficas, 13 tiendas, 16 molinos arro
ceros, 6 fábricas de bebidas, 11 tostadurías de café, 47 almacenes comer
ciales y 6 fábricas de leche condensada). Tal medida significaba un gol
pe mortal no sólo al imperialismo, sino también a la oligarquía criolla.
Significaba que ya no había más lugar en el proceso revolucionario para
los “empresarios nacionales”, para las antiguas clases dominantes cuba
nas. Ahora, estaba completamente roto el sistema capitalista dependien
te cubano. Se había destrozado su base material de sustentación.
La Revolución Cubana había descubierto “una verdad que debiéra
mos sabérnosla todos como la primera, y es que no hay independencia
si no hay independencia económica, que la independencia política es una
mentira, sin no hay independencia económica” (198). Demostraba que
no es posible tratar de hacer la “liberación nacional” sin hacer la libe
ración económica-social en el más amplio sentido, o sea, avanzar al socia
lismo.
En el mismo mes de octubre de 1960, Fidel declara que “la primera
etapa de nuestra Revolución se ha cumplido, tenemos la satisfacción de
presentar un programa cumplido”*, refiriéndose a las promesas hechas en
L a Historia me Absolverá (199). También en el mes de octubre se nacio
nalizan las demás empresas norteamericanas existentes en Cuba. Tal me
dida, que representaba el golpe de gracia contra el imperialismo, fue to
mada en respuesta al nuevo tipo de agresión de los EE. UTJ. a través del
bloqueo económico a la Isla.
Finalmente, el 3 de enero de 1961, los EE. UU. formalizan la ruptura
de relaciones diplomáticas con Cuba.
En febrero de 1961 se reorganiza el Poder Judicial. Son removidos de
los cargos 32 magistrados y 83 jueces. En el mismo mes de febrero, el
(200) Osvaldo DorticÓ3 Torrado, Relación entre Ias cambios económicos y políticos en la
sociedad cabana, op. cit.
ción a través de las leyes de nacionalización ( . . . ) surge también una nue
va institución del Estado, un nuevo organismo de expresión del poder
político, que es el Ministerio del Comercio Interior”.
“Se nacionaliza toda la banca —hecho económico— y de inmediato
se produce un hecho político, que es un cambio institucional operado en
todo nuestro sistema bancario: se crea la nueva estructura del Banco Na
cional, de la banca nacional”.
“Pero como todos estos cambios económicos consistieron esencial
mente en el paso de la riqueza del país, de manos privadas a manos del
pueblo, a manos de la Nación, a manos de la Sociedad, lo que quiere de
cir tanto como — porque a esto equivale— que fueron cambios, transfor
maciones socialistas de nuestra economía, de inmediato se produjo la ne
cesidad de pensar y realizar una científica y técnica planificación de esa
economía socialista que surgía en nuestro proceso revolucioiario (...)■ Y
entonces surge la necesidad de un hecho político institucional que es la
planificación de esa economía, y surge una nueva institución, que es el
organismo encargado de planificar nuestro desarrollo económico. Y de
ahí el nacimiento, transformación y maduración de la Junta Central de
Planificación”.
Como lo destaca Dorticós "se hicieron las transformaciones revolu
cionarias y socialistas y después se calificaron esos hechos”.
En los meses que siguen, la contrarrevolución trata de elevar al
máximo su ofensiva. En marzo, los Comandos Terroristas, preparados
por la CIA, atacan en Santiago de Cuba las refinerías de petróleo e in
cendian en otras partes empresas nacionalizadas. En abril, los bombar
deos de varios aeropuertos indican el comienzo del intento frustrado de
invasión de Cuba. En el día 16, Fidel proclama el carácter Socialista de
la Revolución:
“Eso es lo que no pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus na
rices ¡y que hayamos hecho una Revolución Socialista en las propias na
rices de los Estados Unidos! Y que esa Revolución Socialista la defende
mos con esos fusiles!”
“Obreros y campesinos, hombres y mujeres humildes de la Patria!
¿Juran defender hasta la última gota de sangre esta Revolución de los
humildes, por los humildes y para los humildes? “El pueblo responde:
“Sí”.
Y este “Sí” selló, en forma definitiva, el destino de la contrarrevo
lución: estaba irremediablemente condenada al fracaso, extirpada para
siempre de la historia de Cuba.
En diciembre, hablando sobre el Partido Unido de la Revolución So
cialista de Cuba, Fidel declara: “Soy marxista-leninista y lo seré hasta
el último día de mi vida” (201).
(201) Fidel Castro. Intervención ante las Cámaras de televisión el dia lo de diciembre
de 1961. Citado en Cro—olooia de la Revolución Cubana. op. cit.
(202) Theotonio Da» Santos. Dependencia y Cambio Social. Cuadernos de Estudios Socio
Económicos, N? 11, CESO. Santiago. 1970. pág. 47, subrayados nuestros.
revolucionario. Se ha discutido suficientemente el carácter ideológico del
movimiento revolucionario y, a esta altura, ya no caben más dudas en
cuanto a sus principios democráticos. Sin embargo, aunque el liderazgo
revolucionario se hubiera definido secretamente por el marxismo-leni
nismo desde la época del Moneada o del Granma, esta no seria la expli
cación primQrdial para la evolución de la revolución al socialismo. Sin
negar o disminuir el papel de los individuos en la historia, el carácter
de un proceso revolucionario no es solamente el resultado de la concep
ción ideológica de sus dirigentes, aunque ésta tenga un importante pa
pel en la conducción y orientación del proceso. Para que una revolución
ocurra, és necesario que existan las condiciones objetivas que la requie
ren como una necesidad impostergable. De esta forma, el antiimperialis
mo en Cuba no existe como una actitud meramente ideológica de aque
llos que aspiran a una Patria libre y soberana, sino que és sobre todo un
imperativo crucial de su desarrollo y progreso económico y social. Es es
to lo que explica la fuerza del pensamiento martlano de varias décadas
anteriores a la revolución. Y es la intensificación profunda y sistemática
de la penetración imperialista en Cuba, en la década del triunfo revolu
cionario, que explica la magnitud que alcanzó la lucha antiimperialista
y la necesidad de cuestionar radicalmente el imperialismo, cuestionan
do el sistema que lo mantiene, una vez que la revolución empieza a cum
plir su programa de transformaciones económico-sociales.
La dominación imperialista en Cuba, a partir de la post-guerra de
1945, como en la mayoría de los países latinoamericanos, se diversificó,
dirigiéndose en escala creciente hacia el sector manufacturero. En países
como Cuba, en donde el proceso de industrialización no se desarrolló des
de fines del siglo X IX ni durante las primeras décadas del siglo X X (co
mo ha sido el caso de Argentina, Brasil, México, Chile, Uruguay y Co
lombia), la característica fundamental de la industrialización, en los años
cincuenta, cuando ésta empieza a ocurrir, es el hecho de que las indus
trias se instalan bajo el control directo del capital extranjero. Tal fenó
meno significaba la imposibilidad histórica del desarrollo de una burgue
sía nacional vinculada a la industria, lo que ha sido destacado anterior
mente, cuando señalamos la inviabilidad de las metas de desarrollo del
capitalismo nacional basado en empresarios cubanos.
Ahora bien, este proceso de industrialización en base al dominio de
la inversión extranjera recién había empezado en la década del cincuen
ta. Y , por supuesto, tenia ya todas las limitaciones típicas de un desarro
llo industrial impulsado con tales características. Entre tales limitacio
nes, conviene señalar el hecho de que las inversiones extranjeras en Cu
ba, como en los demás países del continente, no buscaban promover un
desarrollo cuya meta fuera la satisfacción de las necesidades básicas del
pueblo, sino explotar las posibilidades de ganancias en algunas ramas
productivas particularmente lucrativas.
Por otra parte, las inversiones industriales imperialistas en Cuba re
presentaban una actividad complementaria a la explotación que las com
pañías extranjeras realizaban en otros países latinoamericanos, en los
cuales un mercado más amplio y la existencia de una infraestructura
más desarrollada permitían mayores márgenes de utilidades, como es el
caso de México, Argentina, Brasil y otros. La industrialización imperia
lista en Cuba estaba, pues, de partida, condenada a ser un proceso limi
tado y restringuido a los intereses secundarios del gran capital extran
jero, característica ésta común a los países centroamericanos, a Ecuador,
Bolivia, etc. (203).
El capitalismo dependiente cubano aparecía así como incapaz de pro
mover el desarrollo efectivo de las fuerzas productivas y de superar la
maldición histórica del “sin azúcar no hay país”. Mientras se mantuvie
ra, en esta situación, la economía cubana estaría condenada a girar en
tomo a la caña, como lo hiztT durante más de 150 años de su historia, y
que convertía a ésta en el factor fundamental, de recesión ó de expan
sión, de la actividad económica de la isla. Por ejemplo, si se analizan, en
la década del cincuenta, los períodos de crisis así como los de impulso del
crecimiento económico, se constata que estos estuvieron siempre condi
cionados por la situación- de este producto en el mercado mundial.
Este hecho es puesto en evidencia por la Comisión Económica para
América Latina, cuando destaca “el efecto sobre la economía cubana de
la depresión azucarera iniciad^ a partir de 1953”. A llí se señala qiie “el
ingreso nacional neto a precios corrientes se redujo en 14 por ciento en
1953, como consecuencia de que el ingreso del sector azucarero sufrió
una baja de 38 por ciento y, en menor grado, porque tanto la inversión
privada como la pública fueron inferiores’*. Significativamente ’*el in
greso del sector azucarero se mantuvo deprimido hasta 1957.” (204).
El cuadro siguiente registra los efectos de esta depresión azucarera
sobre la economía.
(204) CEPAL, Estudia Económico de América Latina. Naciones Unidas, 1958. pág. 199,
subrayados nuestros.
CUBA: EVO LU C IO N D E L INGRESO N A C IO N A L NETO POR SECTO
RES, Y D E L A S INVERSIONES PU B LIC A S Y PRIVADAS, 1951-1957
1951 97 99 96 98 56 104
1952 100 100 100 100 100 100
1953 86 62 97 76 66 78
1954 88 66 98 87 98 86
1955 92 65 104 127 263 106
1956 .100 68 115 167 417 127
1957 113 93 122 178 383 145
Fuente: CEPAL. op. cit.
(212) Por ejemplo, el Che Guevara, en un discurso en Punta del Este en 1961, plantea
que la asignación de recursos para la educación era del orden del 5.3% del Ingreso nacionaL
"Lera países desarrollados emplean del 3 al 4. y América Latina del l al 2% del ingreso
nacionaL En Cuba, el 28.3% de los gastos corrientes del Estado son para el Ministerio de la
EducadAn**.
“El aumento del presupuesto de educación, de 75 millones en 1958 a 128 millones en
1961, da un 71% de crecimiento, y los gastos totales de educación, incluyendo alfabetización
y construcciones escolares en 170 millones, 25 pesos per capita*’.
Además, había que considerar que la enseñanza era absolutamente gratuita.
De la wlunifl manera, si se analiza la situación de otros rubros, como por ejemplo el
de viviendas. En el mismo discurso, el Che plantea la “eliminación del 40% del déficit actual
de viviendas, incluyendo bohíos.. como una meta a corto plazo del gobierno. De la mis
ma forma, en salud pública, alimentación. etc., son notables los gastos del gobierno en
todos estos rubros.
contrarrevolución, y a la situación de bloqueo económico por parte del
imperialismo.
Estas grandes dificultades se perfilan como un desafío a la capacidad
emprendedora de la Revolución, y el gobierno revolucionario.no puede
negarse a aceptar el reto. Tiene que encontrar una solución y ésta es
buscada a través de una estrategia de desarrollo cuya línea fundamental
de actuación fue fijada en dos puntos básicos: reorientáción radical de la
política agraria e industrialización.
L a reorientación de la política agraria consistió en la diversificación
de la producción y en la disminución del cultivo de la caña. Esta última
correspondía al hecho real de la escasez de mano de obra agrícola pro
ducida después del triunfo de la revolución, cuya razón se encuentra en
la atracción que significaba la apertura de nuevas actividades económi
cas en las ciudades. Además, un gran porcentaje de mano de obra era
sacado de la esfera productiva, por el traslado de un importante con
tingente de personas a otras actividades; es el caso de los hijos menores
de los campesinos, que en parte considerable fueron becados por el Es
tado para educarse, con el objeto de preparar nuevos técnicos en las múl
tiples carreras, a fin de paliar la escasez de profesionales (escasez esta
que era agravada por la emigración de técnicos y profesionales (213).
Pero, de todo£ modos, aunque el problema de la escasez de mano de
obra fuera grave, no implicaba por sí sólo e l cambio de la política agra
ria, que consistió en disminuir- intencionalmente la producción del prin
cipal producto de exportación. Esto se basaba en el supuesto de que era
necesario romper violentamente la estructura económica impuesta por
el monocultivo, herencia del pasado capitalista. Cuba exportaba azúcar
a los EE. U U . e importaba de éstos prácticamente todo lo que necesita
ba consumir. Rotas Jas relaciones económicas con Norteamérica, el país
(218) Fidel Castro, Discurso realizado en el día 1° de mayo de 1962. Obra Revolucionaria
N* 15. pág. 23. subrayados nuestros.
cionario se hace sin desencadenar profundas contradicciones. La capaci
dad y la corrección histórica de una dirección revolucionaria se mide por
su capacidad de enfrentar y de resolver tales contradicciones y no de
evitarlas, lo que seria uñ absurdo pretender.
Hechas estas consideraciones de carácter general sobre algunos de
los problemas teóricos y prácticos que plantea la transición al socialismo
en Cuba, volvemos al punto en donde se detuvo el análisis sobre las di
ficultades de la primera estrategia de desarrollo.
L a situación crítica dé la economía era agravada por la precaria dis
ponibilidad de mano de obra especializada (219) así como por la esca
sez de cuadros técnicos. Por ejemplo, en la misma intervención del Che
sobre la “Implantación Nacional de Normas de Trabajo y Escala de Sa
larios” se presenta los ocho grupos de calificaciones salariales en que se
dividió la fuerza de trabajo obrera con que contaba Cuba. El Che plan*
teaba que “ ( . . , ) el grupo uno es la calificación más elemental de obre
ros; es decir, aquellos que para realizar su trabajo sólo cuentan, prácti
camente, con la fuerza física, hay un 20.9% de obreros y había proyecta
do 25.4%. La desproporción mayor se observa en el grupo dos, donde hay
actualmente un 30.8% de obreros, y había proyectado un 16.9, después
empiezan a coincidir las cifras y se ve como, al final lo proyectado, un
4% en la categoría ocho, es superior al 1% de los grupos actuales”.
“Esto nos indica que en los primeros niveles, es decir: en el uno, dos
y tres, donde la calificación es menor, hay An sesenta y uno y pico por
ciento de los obreros de Cuba. Es decir: la gran mayoría de nuestra fuer
za de trabajo- está en los primeros niveles de calificación. Eso indica, ade
más, que hay una muy baja calificación general en el País. (...) Además,
es tan baja la calificación de nuestros obreros y, en general, se necesita
una experiencia tan grande para llegar a los últimos niveles — es decir a
los niveles superiores— , que realmente podemos vaticinar que pasarán
muchos años antes de que incluso en las condiciones actuales de Cuba,
exista más oferta que demanda de fuerza de trabajo” (220).
Pero, además de estas dificultades, existían las deficiencias y fallas
en el sistema de planificación, debido al hecho de que se contaba aún
con poca experiencia y con pocos especialistas.'
De todos modos, el crecimiento industrial en el período 1961-62 fue
(219) Este problema era tan grave que, hasta el año 1963, existían en Cuba fábricas
que ya habían sido completamente instaladas pero que no podían funcionar hasta que su
personal volviera de los países socialistas, en donde habíaa ido a adquirir espcíalización.
(220) Che Guevara, op. elt.. págs. 232 y 233. subrayados nuestros.
del 8% (se preveía un 10%), lo que representó un porcentaje alto, aunque
insuficiente si se consideran las metas propuestas.
Y a a fines de 1962 era patente la crítica situación de la econo
mía y era indispensable adoptar medidas drásticas, a fin de corregir los
errores y sentar las bases para la elaboración de una nueva política eco
nómica, o sea, de una nueva estrategia de desarrollo socialista.
a) La política re distributiva
(221) ‘'Esta revolución ha sido generosa en dar durante los primeros años y hoy ya no
puede dar con la misma generosidad. Fue quizás algo dispendiosa de sus bienes pero de
eso sí no nos nrrepentimos. No podemos arrepentimos de nuestros hospitales y de nuestras
escuelas, no'podemos arrepentimos de nuestros becados y de la cantidad de camprimor n e
reciben, ahora si. medicinas y atención médica en todos los rincones del país. Podemos
quizás arrepentimos de algún centro turístico demasiado elegante, aunque en realidad tam
bién es de los trabajadores. Podemos Quizás lamentar algún dinero invertido, en una cons
trucción que no era de las necesarias. Sin embargo, en lo fundamental, todo el dinero
del pueblo ha ido a la construcción de bienes sociales para el pueblo, bienes materiales que
no se cuentan en pesos y centavos todos los dias. pero que alivian el presupuesto familiar
en todos los rincones del país-'. Che Guevara. Discurso en el acto de entrega de premios
a los obreros distinguidos en la emulación nacional, el 30 de abril de 1962, Obra Revolucio
naria. N « 15. p&gs. 7 y 8.
(222) Sobre este punto, véase la exposición del Che Guevara, “Implantación Naclooal de
Normas de Trabajo y Escala de Salarios’*, op. cit.
se establece un sistema de emulación productiva socialista y se empie
zan a utilizar estímulos al trabajo.
b ) La política agraria
2. ARTICULOS
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3. DOCUMENTOS