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RESPONSABILIDAD CIVIL EN EL DERECHO DE TRANSPORTE

En primer lugar al referirnos a la responsabilidad civil en el derecho de transporte


estaríamos entrando a un tema muy amplio, de manera que no tratando de
abarcar todo sobre los aspectos del tema antes referido. En ese sentido optamos
por centrarnos en la responsabilidad civil en el derecho de transporte terrestre de
personas esto es accidentes de tránsito, en ese sentido, pues se tiene la Ley General
de Transporte y Tránsito Terrestre N° 27181, en su artículo 2 señala: “Para efectos de la
aplicación de la presente ley entiéndase por: a) Transporte Terrestre: desplazamiento
en vías terrestres de personas y mercancías”
Los accidentes de tránsito es el tema en el que más se incurre ya que no importa el
nivel profesional o la diligencia que se tenga al volante, en algún momento
determinado se puede cometer un error y esto se puede convertir en un accidente
de tránsito lo cual conllevaría a una responsabilidad.
Es por esto que en el presente trabajo profundizaremos a obtener conocimientos y
saber de qué manera se ha desarrollado la responsabilidad civil en el derecho de
transporte de personas más específicamente los accidentes de tránsito.
Problema: ¿De qué manera se ha desarrollado la responsabilidad civil por
accidentes de tránsito en el Perú?
1. EL AUTOMOVIL COMO UN BIEN RIESGOSO
Según la Real Academia Española, automóvil significa: que se mueve por sí mismo.
Dicho principalmente de los vehículos que pueden ser guiados para marchar por
una vía ordinaria sin necesidad de carriles y llevan un motor, generalmente de
combustión interna o eléctrica, que los propulsa. En esta definición, podemos
encontrar ciertos detalles, que nos indican el carácter riesgoso: se trata de una
máquina que genera su propia fuerza mecánica o motriz destinada a transitar por
las vías públicas.
Se ha dicho, que no importa cuán diligentes o precavidos seamos al volante, incluso
un conductor de nivel profesional puede cometer un error, o incluso un
comportamiento diligente puede ocasionar un accidente, por ello, Valdivia (2017)
pone el siguiente ejemplo: imaginemos al conductor que, ante la proximidad de un
cruce, se encuentra mirando el semáforo y, de improviso, sale una persona entre los
autos estacionados siendo atropellada de repente. Esto nos muestra el carácter
riesgoso del automóvil, lo cual no implica ignorar el hecho de que hay choferes
imprudentes que constituyen un riesgo.
Por eso, si jamás un conductor ha tenido un accidente de tránsito, no podemos
afirmar que ello se deba a su profesionalismo al volante. Lo que puede haber
sucedido, como lo afirma Valdivia (2017), con mayor certeza, es que haya tenido
una mayor “suerte” en el juego. Por eso el autor menciona algo importante: los
accidentes son eventos que pueden calcularse mediante la estadística; lo
indeterminado de antemano son las personas específicas que se verán involucradas
en estos sucesos.
Debemos hacer énfasis, en lo dicho por Cieza (S.F.) : “Considero que el automóvil en
sí mismo considerado, entendido como cosa o bien mueble no es un bien riesgoso,
sin embargo puesto en funcionamiento y entrando en circulación, este bien mueble
se torna en un bien o cosa riesgosa”.
2. CONCEPTOS A NIVEL DOCTRINARIOS SOBRE EL ACCIDENTE DE TRANSITO
Según Valdivia (2017) resalta que:
Casi a diario tomamos conocimiento sobre algún nuevo accidente de tránsito con
consecuencias lamentables, en las que afecta la vida o integridad física de los
pasajeros de un vehículo automotor o de un transeúnte. Las cifras publicadas
anualmente reflejan esta situación, y si bien es cierto que hay una ligera disminución
del número de muertos y heridos en los últimos años, sigue siendo impresionante la
cantidad de accidentes que se viene produciendo, constituyéndose en un
verdadero peligro social por los daños que se ocasionan.
Aunado a ello, en una publicación reciente del 06 de noviembre de 2018 en el
Diario “El Comercio” en lo que va del año, son 752 personas las que perdieron la
vida en las rutas del país entre enero y octubre del 2018, según estadísticas de la
Policía de Carreteras. Esta cifra es menor en veinte víctimas al total registrado
durante el 2017; asimismo, el mayor número de muertos por accidentes de tránsito
en lo que va del año se registró por choques entre vehículos (308) y por despistes o
descarrilamientos de la vía (307). Les siguen las víctimas por atropello (78), atropello y
fuga (37), vuelco (16) y otros casos (6).
Ahora bien, esbozaremos algunos conceptos jurídicos, esbozados por algunos
autores dedicados al tema, uno de ellos es indudablemente el maestro De
Trazegnies, que citado por Abanto (2011, pág. 52) define al accidente de tránsito
como “un daño estadístico e inevitable, el mismo que es consecuencia de la vida
en común, lo cual le da un ingrediente social. A su vez, el azar interviene al
momento de la individualización de las personas que se ven involucradas en el
accidente”.
Vega citado por Abanto (2011, pág. 52) lo define como: “Todo hecho que produce
daños a personas o a cosas, con un automotor, aunque no se encuentre en
circulación”.
Franco y Mora que son citados por Valdivia (2017) definen al accidente de tránsito
como un cambio, modificación o alteración, ocurrido en las vías públicas, causado
por las personas, los animales o las cosas inanimadas y, especialmente, por los
vehículos, del cual resultan lesiones, daños o perjuicios a la vida humana y a los
bienes.
Para otros, según Valdivia (2017) el accidente de tránsito es un suceso inesperado
ocurrido en una vía de circulación en el que participa, por lo menos, un vehículo en
transporte teniendo como resultado la lesión de personas y/o daños a la propiedad.
La frase “en transporte” tiene, dentro de esta definición, dos acepciones: a) en
movimiento; y b) listo para moverse.
3. CONCEPTOS A NIVEL LEGISLATIVO SOBRE EL ACCIDENTE DE TRANSITO
En nuestro ordenamiento jurídico, existen los siguientes conceptos normativos (que
son necesariamente concordantes), por un lado, el Texto Único Ordenado o TUO del
Reglamento Nacional de Responsabilidad Civil y Seguros Obligatorios por
Accidentes de Tránsito (aprobado por Decreto Supremo 024-2002-MTC), indica en su
artículo 5 que el accidente de tránsito es un:
“Evento súbito, imprevisto y violento (incluyendo incendio y acto terrorista) en el que
participa un vehículo automotor en marcha o en reposo en la vía de uso público,
causando daño a las personas, sean ocupantes o terceros no ocupantes de
vehículo automotor, que pueda ser determinado de manera cierta”.
El TUO del Reglamento Nacional de Transito- Código de Transito aprobado por D.S.
Nº 016-2009-MTC, señala que el accidente es un:
“Evento que cause daño a personas o cosas, que se produce como consecuencia
directa de la circulación de vehículos”.
De lo analizado, se puede observar que ambas disposiciones están más cercanas a
conceptos utilizados en el ámbito del derecho administrativo que en el ámbito de la
responsabilidad civil, como bien lo indica Valdivia (2017), pues versan simplemente
sobre “hechos” o “eventos”, sin hacer alusión a ningún criterio subjetivo u objetivo
para la calificación de un suceso como accidente de tránsito.
4. TEORIA DEL RIESGO Y RESPONSABILIDAD CIVIL OBJETIVA
Según la Corte Suprema de la República del Perú en la Cas. 3146-2016 Piura,
fundamento sexto, sostiene que: “Como se sabe los elementos comunes a ambos
tipos de responsabilidad civil (contractual y extracontractual) son los siguientes:
antijuricidad, daño, relación de causalidad y factor de atribución. En tal sentido,
para saber si en un caso concreto el agente causante del daño debe indemnizar o
no a la víctima, es necesario comprobar si se han verificado tales elementos”;
asimismo, la antijuridicidad, responde a la pregunta ¿es justificado el daño que
ocasiona?, el daño responde a la interrogante ¿cuáles son las consecuencias
negativas derivadas de la lesión?, el nexo causal responde a la cuestión ¿Hay
relación entre el hecho y el daño?, y finalmente, el factor de atribución (como
elemento no menos importante en los casos de accidentes de tránsito), es un
elemento que contesta a la pregunta: ¿A título de que se es responsable? es decir,
la base del deber de indemnizar. En este elemento, existen dos sistemas: el subjetivo
y el objetivo.
Taboada (2001, pp. 86-87) precisa respecto a los sistemas de responsabilidad civil lo
siguiente:
“se podrá apreciar fácilmente el sistema subjetivo de responsabilidad civil se
construye sobre la culpa del autor, constituyendo ella el factor de atribución
subjetivo. Obviamente culpa en sentido amplio, que comprende tanto la
negligencia o imprudencia como el dolo, es decir, el ánimo deliberado de causar
un daño a la víctima. Por otro lado, el sistema objetivo se construye sobre la noción
del riesgo creado, constituyendo esta noción de riesgo el factor de atribución
objetivo”.
Como lo describe la Cas. Nº 2248-98, publicada el 23 de abril de 1999:
“Los progresos materiales han traído como contrapartida el crecimiento de los
riesgos que deben sufrir las personas y sus bienes, dando lugar a lo que la doctrina
de la responsabilidad por cosas riesgosas o actividades, en cuyo caso no es
necesario determinar la culpa o el dolo del agente, el que responde solo por daños
causados por cosas o actividades que se consideran como tales (…) la teoría del
riesgo se funda en el principio qui sentit commodum sentiré debet et imcommodum:
“el que aprovecha de los medios que han causado un daño y obtiene sus ventajas,
es de equidad que también sufra las consecuencias de tales daños”. No será justo
que uno se llevara los beneficios y otro los daños”.
El artículo 1970 del Código Civil establece un supuesto de responsabilidad objetiva:
“Articulo 1970.- Aquel que mediante un bien riesgoso o peligroso, o por el ejercicio
de una actividad riesgosa o peligrosa, causa un daño a otro, está obligado a
repararlo”.
Es evidente que un vehículo automotor es un bien riesgoso, tal como lo reconoce la
Casación Nº 2691-1999, publicada el 30 de enero de 2001:
“debe tenerse presente que el vehículo como tal constituye un bien riesgoso o
peligroso y su conducción una actividad que tiene las mismas características, lo que
conlleva a la obligación de parte del conductor a reparar el daño causado”.
Esto último es concordante con lo expresado con Bullard (…) indicando que:
“incluso algunos casos de responsabilidad objetiva (bienes riesgosos por ejemplo)
tienen esta función. Se hace responsable a aquella categoría de individuos (los que
usan bienes riesgosos) porque son los únicos que pueden tomar precauciones para
evitar un accidente.
Ahora bien, según Cieza (S.F., párr.12) nos dice lo siguiente:
“Así el riesgo que por la propia naturaleza y desarrollo de la actividad automotriz
existe, ha determinado que los daños que con él se generen sean incluidos dentro
del marco conceptual de la responsabilidad objetiva, lo que permitirá evitar
infructuosas discusiones sobre la eventual culpa de los conductores, que muchas
veces no podrían ser acreditada por las víctimas. El riesgo es un concepto que tiene
fundamental relevancia en el contexto de la actividad humana”.
5. REGIMEN NORMATIVO ESPECIAL DE RESPONSABILIDAD CIVIL POR ACCIDENTES DE
TRANSITO
El artículo 29 de la Ley 27181, Ley General de Transporte y Tránsito Terrestre, que
regula con claridad la responsabilidad civil derivada de los accidentes de tránsito,
que es objetiva y solidaria entre el conductor, el propietario del vehículo y de ser el
caso, el prestador del servicio de transporte terrestre.
Aunado a ello, tratándose de un accidente de dos o más automotores la Casación
Nº 630-2004- Cajamarca, de fecha 14 de junio de 2005, reitera que estamos en un
supuesto de responsabilidad objetiva:
“Que, en ese orden de ideas las diferencias se resuelven, no atendiendo a la culpa
o dolo del conductor, como lo señala el recurrente, sino, que debe aplicarse el
artículo 29 de la Ley Nº 27181, Ley General de Transporte y Tránsito Terrestre,
concordante con el artículo 1970 del Código Civil; en virtud a que los hechos
sucedieron como consecuencia de haberse puesto en actividad dos vehículos
automotores, el transporte terrestre y el camión volquete, que al ser puestos en
marcha constituyen bienes riesgosos y en tal caso, los resultados se miden
objetivamente por el daño causado, independientemente de la conducta de la
víctima, cuya concurrencia en la producción del daño solo sirve para graduar
equitativamente el monto reparador tal como lo establece el artículo 1973 del
Código Civil, normativa que ha sido tenida en cuenta por las instancias de mérito
para la reducción del monto indemnizatorio”.
De acuerdo, al dispositivo legal anterior, han aparecido algunos casos que han
ocasionado problemas de interpretación en el caso de los automóviles dados en
leasing o arrendamiento financiero, estando a que el segundo párrafo del artículo 6
del Decreto Legislativo 299, establece que:
“la arrendataria es responsable por el daño que pueda causar el bien, desde el
momento que lo recibe de la locadora”
Sin embargo, tal situación ha sido entendida a nivel jurisprudencial (a partir de la
Cas. 3622-00-Lima) en los términos siguientes:
“(…) si bien el Art. 6 del Decreto Legislativo 299 establece la responsabilidad de la
arrendataria en el contrato de leasing de los daños que pueda causar el bien objeto
del mismo, tal norma está destinada a regular el contrato de leasing y las relaciones
(entiéndase derechos y obligaciones) que se dan entre las partes que lo celebran y
no a regular los supuestos de responsabilidad extracontractual ni a limitar o
determinar quién resulta responsable o quien debe resarcir un evento dañoso frente
a terceros ajenos a tal acto, lo que se encuentra fuera de su marco y no constituye
su finalidad (…)”.
En ese sentido, Valdivia (S.F., parr. 14) es de la opinión que:
“(…) Evidentemente esta decisión, no impide que el propietario del vehículo inicie
una acción de regreso frente al arrendatario al amparo del mencionado artículo 6
del Decreto Legislativo 299. Siendo claro que finalmente la empresa trasladará los
montos de las primas al arrendatario, vía la renta a pagar. Si bien es cierto que la
víctima obtendrá siempre la indemnización, ello en definitiva será a costo (no de la
empresa de leasing), sino del arrendatario, ya que en última instancia es quien lo va
a asumir”.
Existe responsabilidad civil por accidentes de tránsito no solo cuando un vehículo
impacta a una persona, o cuando dos vehículos en movimiento chocan entre sí
(sean mayores o menores), sino también cuando un vehículo en movimiento entra
(o sale) de su estacionamiento y choca con otro estacionado en un espacio
continuo, para ello, nos remitimos al Reglamento Nacional de Tránsito aprobado por
D.S. 033-2001-MTC, de fecha 23 de julio del 2001, que establece en su artículo 272
que se presume iuris tantum responsable de un accidente al conductor que incurra
en violaciones a las normas establecidas en el reglamento. Sin embargo, el artículo
295 de dicha norma, precisa que “el solo hecho de la infracción de tránsito no
determina necesariamente la responsabilidad del infractor por los daños causados,
si no existe una relación causal entre la infracción y el daño producido por el
accidente”.
Nosotros somos de la opinión al igual que Cieza (S.F.) cuando menciona que: (…)
hay una contradicción entre afirmar que se presume responsable a quien no ha
cumplido con las reglas de tránsito, y finalmente señalar que el hecho de la
infracción no indispensablemente establece la responsabilidad del infractor de las
reglas de tránsito (…).

6. FRACTURA DE NEXO CAUSAL


Conforme al artículo 1972 del Código Civil, en los casos del artículo 1970, el autor o
dañante no está obligado a reparar cuando el daño fue consecuencia de caso
fortuito o fuerza mayor, de hecho determinante de tercero o de la imprudencia de
quien padece el daño. Este último concepto de fractura de nexo causal será
omitido al tener un matiz un poco ambiguo u oscuro en los casos de responsabilidad
civil de tipo objetivo, siendo evaluado en lo correspondiente a la concausa.
Sobre el Caso Fortuito, la Corte Suprema en la Casación Nº 823-2002- Loreto, de
fecha 29 de septiembre de 2003, ha considerado que:
“(…) el caso fortuito debe entenderse como un acontecimiento extraordinario,
imprevisible e irresistible producido por el hombre y para calificarlo como tal se trata
de un hecho que no puede preverse, o que previsto no puede evitarse, no
debiendo ser una previsibilidad exacta y precisa sino por el contrario conocida por
el hombre común para el caso concreto” y que “(…) no se puede calificar el
desperfecto de la motonave como un caso fortuito, extraordinario, imprevisible e
irresistible” (…).
En esa misma línea podríamos decir que los vicios o fallas de funcionamiento de un
vehículo o automóvil no pueden ser comprendidos como un caso fortuito. No
estamos pues ante un evento extraordinario, imprevisible e irresistible sino ante un
supuesto perfectamente predecible para lo cual era necesario que el conductor o
el titular del vehículo adopten las medidas idóneas para el buen estado del
vehículo.
Sobre el supuesto del hecho de un tercero, se puede dar el caso de que el
transeúnte o peatón fulano, corriendo a una gran velocidad, empuja a otro peatón
llamado perengano exponiéndolo a ser atropellado por un automóvil que está en
marcha.
7. CONCAUSA
Conforme al artículo 1973 del Código Civil: “Si la imprudencia solo hubiere
concurrido en la producción del daño, la indemnización será reducida por el juez,
según las circunstancias”.
Para efectos didácticos trataremos el hecho de la propia víctima y la concausa a
partir de un análisis doctrinal y jurisprudencial. Así, tenemos que mediante la
Casación Nº 3256-2015-Apurimac, de fecha 27 de setiembre de 2016, estableció en
resumen que, la atenuación de la responsabilidad objetiva es aplicable solo si la
propia víctima ha contribuido al daño, para determinar dicha atenuación,
corresponde valorar de manera conjunta y razonada las circunstancias del hecho
dañoso y el daño producido en la victima, teniendo en cuenta los siguientes
fundamentos:
(…) el día catorce de enero de dos mil doce aproximadamente a las 17: 35 horas,
en circunstancias que el demandado Guido Palomino Cárdenas transitaba
conduciendo el vehículo camioneta de placa rodaje B5F-800 en la avenida
Sesquicentenario- Andahuaylas, a excesiva velocidad, atropello al menor de
iniciales J.A.S.A. de seis años de edad (hijo del demandante), quien se encontraba
solo cruzando la vía de sur a norte, lanzándolo a una distancia de 05 metros de la
vía de circulación, ocasionándole lesiones que originaron su deceso. Según consta a
fojas catorce la vía en la que sucedió el hecho una amplia, plana y recta, de
asfalto, cuenta con señales preventivas y líneas contiguas de una dimensión de
ocho metros de ancho de sur a norte y viceversa. Tal como se desprende de fojas
ochenta y tres, el vehículo con el que se realizó el acto dañoso es de propiedad del
Banco Continental, en merito a un contrato de arrendamiento financiero suscrito
con la empresa Navarro Contratista S.A.C”.
(….) De la revisión de los autos se advierte que, tal como ha concluido la instancia
de revisión, nos encontramos ante un hecho en el que la víctima (un niño de seis
años de edad) contribuyo al daño que sufrió, al cruzar una vía amplia de doble
sentido sin la protección y la guía de las personas a su cargo. Lo que además se
colige de las conclusiones del Atestado Policial Nº 004-2012-DIVPOL-PNPAND/SIAT de
fojas siete, en el que se estableció como “Factor contributivo: que el menor de edad
(6), o se encuentra en completo uso de sus facultades físicas o mentales, mismos
que deben ser conducido por personas aptas para cruzar las vías públicas, lo que se
debe a la imprudencia del peatón”.
La doctrina ha sido muy crítica en estos casos, como lo indica el jurista Campos
(2014) teniendo como referente la Casación N° 2288-2013-Huaura, plantea como
tema central la configuración de la relación de causalidad como un elemento del
análisis de la responsabilidad civil derivada de un accidente de tránsito que devino
en la lamentable muerte de un niño de doce años, cuando el menor de edad
impactó contra el vehículo (remolcador con semiremolque), al no conocer las
señales de tránsito y encontrarse en un lugar alejado de la ciudad en una zona de
riesgo; y, ante ello, no debería evaluarse la imprudencia de la víctima (en vista de
que la capacidad de discernimiento de la víctima debería ser probada por el autor
del daño y el nexo causal para atribuir responsabilidad civil por los sujetos que
formulan la pretensión indemnizatoria), somos de la idea que ante estos casos se
debe hacer un adecuado análisis de responsabilidad civil, porque cuando estamos
en el terreno del hecho de la propia víctima o de la concurrencia de causas en el
ámbito del derecho de daños, se acentúa un notable oscurecimiento.
Finalizando este apartado, indicamos, con relación a la imprudencia de la víctima,
que se debe tenerse presente el artículo 276 del TUO del Reglamento Nacional de
Tránsito - Código de Tránsito aprobado por D.S. Nº 076-2009-MTC prescribe que:
“Artículo 276.- El peatón goza del beneficio de la duda y de presunciones a su favor,
en tanto no incurra en graves violaciones a las normas de tránsito, como cruzar la
calzada en lugar prohibido; pasar por delante de un vehículo detenido, parado o
estacionado habiendo tránsito libre en la vía respectiva; transitar bajo la influencia
del alcohol, drogas o estupefacientes; cruzar intempestivamente o temerariamente
la calzada; bajar o ingresar repentinamente a la calzada para intentar detener un
vehículo; o subir o bajar de un vehículo en movimiento y por el lado izquierdo”.
Ahora bien, estos supuestos configurarían casos de concurrencia de responsabilidad
o ruptura del nexo causal, según el grado de imprudencia de la víctima y de
participación del conductor.
8. PRESUNCIONES DE RESPONSABILIDAD APLICABLES AL AMBITO CIVIL
El Reglamento Nacional de Tránsito, aprobado por D.S. No. 033-2001-MTC, del
23.07.01, establece que al momento de resolver los procesos derivados de
accidentes de tránsito debe tenerse presente las siguientes presunciones
establecidas por la norma glosada:
1. La persona que conduzca un vehículo en forma de hacer peligrar la seguridad
de los demás, infringiendo las reglas del tránsito, será responsable de los perjuicios
que de ello provengan (artículo 271).
2. Se presume responsable de un accidente al conductor que incurra en
violaciones a las normas establecidas en el presente Reglamento (artículo 272).
3. Se presume responsable de un accidente al conductor que carezca de
prioridad de paso o que cometió una infracción relacionada con la producción del
mismo, sin perjuicio de la responsabilidad que pueda corresponder a otro
conductor, que aun respetando las disposiciones, pero pudiendo evitar el
accidente, no lo hizo (artículo 273).
4. En los accidentes de tránsito en que se produzcan daños personales y/o
materiales, el o los participantes están obligados a solicitar de inmediato la
intervención de la Autoridad Policial e informar sobre lo ocurrido. Se presume la
culpabilidad del o de los que no lo hagan y abandonen el lugar del accidente
(artículo 274).

9. INDEMNIZACION NO SIGNIFICA ACEPTACION DE RESPONSABILIDAD EN EL CASO


DE LOS PASAJEROS
En el año 2015, se hizo la siguiente consulta a Gaceta Civil:
“Un vehículo de una empresa de transporte interprovincial sufrió un accidente
debido al choque con otra unidad que invadió el carril contrario por pretender
adelantar a otro vehículo. Como consecuencia, un pasajero resultó herido, por lo
cual este exigió a la empresa el resarcimiento por los daños sufridos. Esta asumió los
gastos ocasionados, pero luego se dirigió contra el propietario de la unidad que
provocó el accidente, a fin de reclamarle por el monto desembolsado. Ante ello,
¿dicho pedido es procedente, considerando que la empresa ha aceptado ser
responsable del accidente al haber resarcido económicamente a la víctima?
La absolución de la consulta fue la siguiente:
El causante de un accidente no puede alegar falta de responsabilidad por el hecho
de que otro de los involucrados en el percance vehicular haya indemnizado a la
víctima. Este resarcimiento no implica aceptación de responsabilidad.
Ahora bien, la fundamentación seguida por la entidad consultada se asentó en lo
siguiente:
(…) en la respuesta anterior estaría en evidencia, que se debe considerar
responsable a quien provocó el accidente, y en el caso concreto se advierte que
ello ocurrió por la invasión del carril contrario por parte del otro vehículo, no por la
unidad de la empresa de transportes que procedió a resarcir a la víctima.
Sin embargo, es preciso reparar en que la responsabilidad en estos casos es una por
riesgo, según lo que dispone el artículo 29 de la Ley General de Transporte y Tránsito
Terrestre, Ley Nº 27181 (08/10/1999); asimismo, según lo expuesto anteriormente, el
conductor, el propietario del vehículo y, de ser el caso, el prestador del servicio de
transporte terrestre son solidariamente responsables por los daños y perjuicios
causados.
Siendo así, la invasión del carril contrario podría verse como un aumento del riesgo,
así como un acto negligente. Pero sería más conveniente una argumentación
diversa basada no en los factores de atribución sino en el nexo de causalidad
adecuada, que constituye elemento previo e imprescindible para la responsabilidad
civil.
En efecto, el hecho de que un vehículo se encuentre transitando por el carril
debido, no puede considerarse causa del accidente que fue producido por el
accionar del otro vehículo que invadió un carril que no le correspondía para
sobrepasar a un vehículo que se encontraba delante de él. Resulta nítida la
distinción entre los dos hechos, uno de ellos inocuo y el otro determinante para la
producción del daño.
En aplicación de la causalidad adecuada, este último resulta el hecho causante del
perjuicio.
En conclusión, según las reglas de causalidad adecuada es el vehículo que invadió
el carril contrario el causante del accidente, no así la unidad en la que viajaba el
pasajero afectado. Por lo tanto, el que la empresa de transportes haya indemnizado
a su pasajero no implica aceptación de responsabilidad por el accidente.

10. RESPONSABILIDAD CIVIL POR ACCIDENTES DE TRASITO DEL TITULAR REGISTRAL


En el artículo 29 de la Ley General de Transporte y Tránsito Terrestre se establece que
la responsabilidad derivada de los accidentes de tránsito es objetiva. Además se
precisa que existe responsabilidad solidaria entre el conductor, el propietario del
vehículo y, de ser el caso, el prestador del servicio de transporte terrestre. Dicha
responsabilidad solidaria también es reafirmada por el artículo 1983 del Código Civil.
Un ejemplo nos permitirá evaluar, el siguiente campo de aplicación para los titulares
registrales en los casos de accidentes de tránsito:
“Una cooperativa de ahorro y crédito decide realizar un sorteo para gratificar a sus
socios, siendo uno de los premios un auto cero kilómetros. Concluido dicho sorteo, se
procedió a la entrega del premio a CARLOS PEREZ quien fue el ganador; sin
embargo, la cooperativa no realizó todos los trámites necesarios para cambiar la
titularidad de dicho automóvil en Registros Públicos. Hace algunos meses, CARLOS
PEREZ provocó un accidente de tránsito y atropelló a una persona dejándola
discapacitada de por vida”.
En el presente caso la cooperativa tendrá que responder solidariamente con Juan,
a pesar de que no haya sido la autora directa del accidente; pues lo que importa
para fines de establecer la responsabilidad en un accidente de tránsito es la
titularidad en Registros Públicos del vehículo según la norma imperativa citada
supra.
En conclusión, la cooperativa actuó negligentemente al no haber realizado el
cambio de titularidad del automóvil en Registros Públicos, puesto que cada
conducta ilícita que pueda ser realizada por el poseedor del bien generará una
responsabilidad solidaria de parte del titular registral.
11. TEORIA DE LA DIFUSION SOCIAL DEL RIESGO Y EL SEGURO OBLIGATORIO
CONTRA ACCIDENTES DE TRANSITO

Bullard (2006, pág. 703) citando a Trazegnies, explica la teoría de la distribución o


difusión social del riesgo, mediante el siguiente enunciado: “(…) la sociedad sufre
menos si 1000 personas pagan un sol cada una a si una sola persona se ve obligada
a asumir un costo de S/. 1,000. Un sistema de seguros obligatorios distribuye el costo
de los accidentes entre todos los asegurados”.

Según Valdivia (2017) menciona respecto al SOAT:


“Los intentos de contrarrestar los efectos nocivos de los accidentes de tránsito, así
como la necesidad de contar con mecanismos alternativos que permitieran obtener
una atención rápida a las víctimas y sin dilaciones, –a lo que debemos agregar la
incapacidad o indiferencia de nuestras autoridades para hacer cumplir los
reglamentos de transporte y tránsito–, dieron lugar al establecimiento de sistemas de
seguro obligatorio de accidentes de tránsito (en adelante, SOAT)”.

Estableciéndose en la Ley 27181, la obligación de contar con un Seguro Obligatorio


de Accidentes de Tránsito (SOAT), con la finalidad de cubrir los daños personales de
los ocupantes o “terceros no ocupantes” resultantes del accidente de tránsito
asimismo se dejado abierta la posibilidad que los servicios públicos de transporte
cuenten con seguros especiales”.
El artículo 1988 del Código Civil prescribe que la ley determina el tipo de daño sujeto
al régimen de seguro obligatorio, las personas que deben contratar las pólizas y la
naturaleza, límites y demás características de tal seguro.
El artículo 30.4 de la Ley Nº 27181 señala que el SOAT y los certificados contra
accidentes de tránsito señalados tienen las siguientes características:
1. Incondicionalidad.
2. Inmediatez.
3. Cobertura ilimitada, en razón del número de los siniestros.
4. Efectividad durante toda su vigencia.
5. Cobertura a nivel nacional en el caso del SOAT, y regional o provincial en el
caso del Afocat; con periodicidad anual.
6. Insustituible.
Respecto a las Coberturas del SOAT, este cubrirá como mínimo, los siguientes riesgos
por cada persona, ocupante o tercero no ocupante de un vehículo automotor:
a) Muerte c/u 4 UIT.
b) Invalidez permanente c/u hasta 4 UIT.
c) Incapacidad temporal c/u hasta 1 UIT.
d) Gastos Médicos c/u hasta 5 UIT.
e) Gastos de Sepelio c/u hasta 1 UIT.
f) Cabe resaltar que el SOAT cubre también al concebido: “El Concebido, al ser
un sujeto de derecho privilegiado y porque la tutela de su derecho a la vida no está
sujeta a condición alguna, también se encuentra amparado por el SOAT”.

Sin embargo, las indemnizaciones que se pagan por muerte invalidez permanente
total o parcial no son acumulables. Pudiendo también la compañía de seguros
observar el dictamen emitido por el médico tratante de la víctima del accidente de
tránsito.
En cuanto a las acciones para lograr el pago de las indemnizaciones derivadas de
los accidentes de tránsito (cobro del seguro) el plazo establecido es de dos años, no
debiendo confundirse con el plazo prescriptorio de la responsabilidad civil
extracontractual, de quienes sean civilmente responsables en el accidente de
tránsito, que es también, de dos años de acuerdo al inciso 4) del artículo 2001 del
Código Civil.

12. RESPONSABILIDAD DE LAS ASEGURADORAS


Conforme al artículo 29 de la Ley Nº 27181, existe responsabilidad solidaria entre el
conductor, el propietario y el prestador del servicio de transporte terrestre. Asimismo,
es responsable el asegurador del daño, conforme al artículo 1987 del Código Civil.
Con relación a la responsabilidad del asegurador la Corte Suprema ha establecido
en la Casación Nº 1748-2001-Lima, de fecha 23 de noviembre de 2001, que:
“(…) Si bien la acción indemnizatoria puede ser dirigida contra el asegurador por el
daño, quien responderá solidariamente con el responsable directo de este, según el
artículo 1987 del Código Civil, sin embargo, dicha responsabilidad, en el caso de la
compañía aseguradora, se halla limitada al monto máximo de cobertura otorgado
al riesgo pactado en el contrato de seguro de acuerdo con lo que prescribe el
artículo 325 de la Ley N° 26702 Ley General del Sistema Financiero y Orgánica de la
Superintendencia de Banca y Seguros; que señala que “las empresas de seguros se
encuentran prohibidas de pagar indemnizaciones en monto que excedan lo
pactado” (…) Que, además, debe tenerse en cuenta que la obligación de su
representada emana del contrato de Póliza número (…), y según lo dispone el
numeral 386 del Código de Comercio “El contrato de seguro se regirá por los pactos
lícitos consignados en cada póliza o documento (…)”, por lo que en virtud a ello,
solo pueden pagar la indemnización hasta el límite establecido en la cobertura del
seguro, que para el caso de autos es hasta 3.6 UIT, monto que debe ser abonado en
moneda nacional de acuerdo con el tipo de cambio al día de pago,
entendiéndose que este monto integra en definitiva la suma de Treinta y seis Mil
Quinientos Dólares Americanos, señalado por la Sala Superior”.

De acuerdo a lo expuesto, según el maestro Abanto (2011, pág. 54) en la práctica,


respecto a las demandas por responsabilidad civil en casos de accidentes de
tránsito, las aseguradoras:

1. Responden hasta el límite de su póliza.


2. A veces el siniestro no está cubierto porque los asegurados no estaban al día en
los pagos de su póliza.
3. No cubren el siniestro cuando el asegurado actúa con imprudencia temeraria.
4. No cubren el siniestro si el asegurado no lo reporta dentro de las 24 horas.
5. Los contratos de seguros contienen un pacto que prohíbe transigir al asegurado
con la víctima, sin intervención de la aseguradora.
6. Prefieren ir a juicio. Investigan primero, pagan después.

No, se puede soslayar lo mencionado por Valdivia (2017) respecto a las AFOCAT, de
las cuales indica:
(…) las Asociaciones de Fondos Regionales o Provinciales Contra Accidentes de
Tránsito (AFOCAT), que fueron incorporadas gracias a la modificación del artículo 30
de la Ley General de Transporte de Tránsito y Terrestre Ley 27181. Esta norma
estableció que opcionalmente a la póliza de seguro, se puede contar con
certificados contra accidentes de tránsito que contengan los mismos términos
equivalentes, condiciones semejantes o mayores coberturas que el SOAT vigente, sin
embargo, esta opción ha tenido serios cuestionamientos y reclamos por las víctimas
de los accidentes de tránsito dado que, generalmente, no cumplen con pagarles o
lo han hecho parcialmente (en relación al cobro del seguro), dado que muchas de
estas asociaciones AFOCAT son administradas en la mayoría de casos por grupos de
choferes que no han asumido la indemnización de las víctimas y no cubren la
totalidad de gastos médicos y así tampoco exhiben para sus beneficiarios una
información clara sobre los riesgos cubiertos y sus exclusiones incumpliendo de esa
manera con sus obligaciones, debiendo por ello tener una mayor supervisión para
garantizar el resarcimiento a las víctimas de los accidentes de tránsito”.

13. LA PRUEBA DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL POR ACCIDENTES DE TRANSITO


Dada, la esencialidad de este apartado, mostraremos algunos puntos de vista
doctrinarios, que hablan acerca de la actividad probatoria; ante ello Valdivia (2017)
precisa lo siguiente:
“Es pertinente hacer referencia que en la demanda de indemnización por daños y
perjuicios no basta que solo se hagan afirmaciones sobre la existencia del daño
ocasionado sin respaldo probatorio, porque estas no serán valoradas por el
Juzgador, al no tratarse de hechos notorios o que se presuman, sino de situaciones
cuya comprobación por mandato legal le corresponde al demandante estando a
la naturaleza de esta pretensión demandada. Por ello el daño debe ser probado
por quien lo sufre, al ser este un requisito de la obligación de indemnizar y
corresponde a quien lo ha sufrido, presentar los medios probatorios conducentes
para conocer su existencia y su extensión, para efectos de que juez proceda a la
cuantificación del daño en su real dimensión y conforme a lo peticionado,
teniéndose en cuenta que el resarcimiento del perjuicio, debe guardar
correspondencia directa con la magnitud del daño causado, mas no puede superar
ese límite”.

En ese sentido, hoy en día , como manifiesta Espinoza “lejos de encontrarse atado
de pies y manos entre Scylla y Carybde, como Ulises en La Odisea de Homero, frente
al fenómeno de la masificación de los daños, el operador jurídico debe asumir una
actitud críticamente activa (mas no maniqueísta)” (2001, p.287), es decir, no se
debe resaltar la preferencia sobre un sistema de imputación sobre otro, ni su ocaso,
sino, la reparación del dañado como principio fundamental de la responsabilidad -y
no como medio para la sanción del autor- aplicando los modelos jurídicos sean
objetivos (en el caso de los accidentes de tránsito) o subjetivos adecuados al caso
en concreto.
Un problema practico de los jueces, es que aun en la actualidad observamos que
existen casos donde no se aplican las reglas de la responsabilidad civil, ni de la
reparación integral del daño (como fundamento contemporáneo); asimismo, en
sede penal, los juzgadores están comenzando a aplicar correctamente el artículo 92
del Código Penal que prescribe: “La reparación civil se determina conjuntamente
con la pena”, en base a la reparación integral del daño (haciendo énfasis en no
solo en la victima sino, también en su familia), abandonando evaluar la capacidad
económica del agente productor del daño (en este caso el condenado por la
realización de un delito y obligado a pagar una reparación civil); esto tiene mucha
importancia, al haberse dejado establecida en el Expediente 18707-11, de fecha 21
de setiembre del 2012, que contiene la sentencia emitida por la Primera Sala Penal
de Lima para procesos con Reos en Cárcel, respecto del caso del desaparecido
joven fotógrafo Ivo Johao Dutra Camargo Como en el que se otorgó a sus deudos
acertadamente una reparación civil ascendente a un millón de nuevos soles
(aspecto que se dejó establecido el considerando 14. de dicha sentencia),
atendiéndose la magnitud de los daños y perjuicios causados y no en función de las
posibilidades económicas del obligado, atendiendo más a la reparación integral del
daño, al haberse menoscabado su derecho a la vida humana, tomándose como
daño- consecuencia: el “daño moral”, es de apreciarse que en dicha decisión, se
ha soslayado el deber del juzgador respecto a la motivación de la cuantificación
del daño.

Pero ante lo anterior, como posición un poco más cerca de la realidad, Bullard
citado por Abanto (2011, pág. 57) nos dice:
“Cuando uno va a los exámenes de grados de un expediente judicial de daños y
perjuicios (normalmente un accidente de tránsito) la prueba es pobrísima, es
paupérrima; la única prueba relevante parece ser un atestado policial con
conclusiones ambiguas. Ello porque la policía también es pobre en este país. Para
poder hacer una investigación bien hecha requiere recursos, tecnología y
capacitación que no tienen al alcance. Entonces los atestados policiales son pobres
adicionalmente. Las partes no tienen recursos para hacer sus propios peritajes, y
saber cómo fue el accidente”.
Según Abanto (2011, pág. 57) los principales elementos probatorios con que se
cuenta en los procesos civiles sobre indemnización por accidentes de tránsito son:
a) Atestados policiales (hoy informes policiales).
b) Informes de la Unidad de Investigación de Accidentes de Tránsito (en los casos
de muerte).
c) Expedientes tramitados en la vía penal (por homicidio culposo, lesiones o
procesos por faltas).
d) Pericias por parte de expertos en accidentes de tránsito.
e) Debates periciales.
f) Certificados médicos legales.
g) Certificados médicos.
h) Pericias médicas.
i) Comprobantes de pago (para acreditar el daño emergente).
j) Boletas de pago o recibos por honorarios o estado de ganancias y pérdidas
(para acreditar el lucro cesante).

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