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Sin embargo, las indemnizaciones que se pagan por muerte invalidez permanente
total o parcial no son acumulables. Pudiendo también la compañía de seguros
observar el dictamen emitido por el médico tratante de la víctima del accidente de
tránsito.
En cuanto a las acciones para lograr el pago de las indemnizaciones derivadas de
los accidentes de tránsito (cobro del seguro) el plazo establecido es de dos años, no
debiendo confundirse con el plazo prescriptorio de la responsabilidad civil
extracontractual, de quienes sean civilmente responsables en el accidente de
tránsito, que es también, de dos años de acuerdo al inciso 4) del artículo 2001 del
Código Civil.
No, se puede soslayar lo mencionado por Valdivia (2017) respecto a las AFOCAT, de
las cuales indica:
(…) las Asociaciones de Fondos Regionales o Provinciales Contra Accidentes de
Tránsito (AFOCAT), que fueron incorporadas gracias a la modificación del artículo 30
de la Ley General de Transporte de Tránsito y Terrestre Ley 27181. Esta norma
estableció que opcionalmente a la póliza de seguro, se puede contar con
certificados contra accidentes de tránsito que contengan los mismos términos
equivalentes, condiciones semejantes o mayores coberturas que el SOAT vigente, sin
embargo, esta opción ha tenido serios cuestionamientos y reclamos por las víctimas
de los accidentes de tránsito dado que, generalmente, no cumplen con pagarles o
lo han hecho parcialmente (en relación al cobro del seguro), dado que muchas de
estas asociaciones AFOCAT son administradas en la mayoría de casos por grupos de
choferes que no han asumido la indemnización de las víctimas y no cubren la
totalidad de gastos médicos y así tampoco exhiben para sus beneficiarios una
información clara sobre los riesgos cubiertos y sus exclusiones incumpliendo de esa
manera con sus obligaciones, debiendo por ello tener una mayor supervisión para
garantizar el resarcimiento a las víctimas de los accidentes de tránsito”.
En ese sentido, hoy en día , como manifiesta Espinoza “lejos de encontrarse atado
de pies y manos entre Scylla y Carybde, como Ulises en La Odisea de Homero, frente
al fenómeno de la masificación de los daños, el operador jurídico debe asumir una
actitud críticamente activa (mas no maniqueísta)” (2001, p.287), es decir, no se
debe resaltar la preferencia sobre un sistema de imputación sobre otro, ni su ocaso,
sino, la reparación del dañado como principio fundamental de la responsabilidad -y
no como medio para la sanción del autor- aplicando los modelos jurídicos sean
objetivos (en el caso de los accidentes de tránsito) o subjetivos adecuados al caso
en concreto.
Un problema practico de los jueces, es que aun en la actualidad observamos que
existen casos donde no se aplican las reglas de la responsabilidad civil, ni de la
reparación integral del daño (como fundamento contemporáneo); asimismo, en
sede penal, los juzgadores están comenzando a aplicar correctamente el artículo 92
del Código Penal que prescribe: “La reparación civil se determina conjuntamente
con la pena”, en base a la reparación integral del daño (haciendo énfasis en no
solo en la victima sino, también en su familia), abandonando evaluar la capacidad
económica del agente productor del daño (en este caso el condenado por la
realización de un delito y obligado a pagar una reparación civil); esto tiene mucha
importancia, al haberse dejado establecida en el Expediente 18707-11, de fecha 21
de setiembre del 2012, que contiene la sentencia emitida por la Primera Sala Penal
de Lima para procesos con Reos en Cárcel, respecto del caso del desaparecido
joven fotógrafo Ivo Johao Dutra Camargo Como en el que se otorgó a sus deudos
acertadamente una reparación civil ascendente a un millón de nuevos soles
(aspecto que se dejó establecido el considerando 14. de dicha sentencia),
atendiéndose la magnitud de los daños y perjuicios causados y no en función de las
posibilidades económicas del obligado, atendiendo más a la reparación integral del
daño, al haberse menoscabado su derecho a la vida humana, tomándose como
daño- consecuencia: el “daño moral”, es de apreciarse que en dicha decisión, se
ha soslayado el deber del juzgador respecto a la motivación de la cuantificación
del daño.
Pero ante lo anterior, como posición un poco más cerca de la realidad, Bullard
citado por Abanto (2011, pág. 57) nos dice:
“Cuando uno va a los exámenes de grados de un expediente judicial de daños y
perjuicios (normalmente un accidente de tránsito) la prueba es pobrísima, es
paupérrima; la única prueba relevante parece ser un atestado policial con
conclusiones ambiguas. Ello porque la policía también es pobre en este país. Para
poder hacer una investigación bien hecha requiere recursos, tecnología y
capacitación que no tienen al alcance. Entonces los atestados policiales son pobres
adicionalmente. Las partes no tienen recursos para hacer sus propios peritajes, y
saber cómo fue el accidente”.
Según Abanto (2011, pág. 57) los principales elementos probatorios con que se
cuenta en los procesos civiles sobre indemnización por accidentes de tránsito son:
a) Atestados policiales (hoy informes policiales).
b) Informes de la Unidad de Investigación de Accidentes de Tránsito (en los casos
de muerte).
c) Expedientes tramitados en la vía penal (por homicidio culposo, lesiones o
procesos por faltas).
d) Pericias por parte de expertos en accidentes de tránsito.
e) Debates periciales.
f) Certificados médicos legales.
g) Certificados médicos.
h) Pericias médicas.
i) Comprobantes de pago (para acreditar el daño emergente).
j) Boletas de pago o recibos por honorarios o estado de ganancias y pérdidas
(para acreditar el lucro cesante).