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El creciente interés por conocer directamente las obras de los autores grecolatinos
impulsó un proceso de renovación cultural que se reflejó en el arte, la literatura y la
filiosofía. Se tenía la impresión de que la cultura europea había vuelto a nacer después de
un largo periodo de letargo. Esta época de cambios, que comenzó en Italia en el siglo
XIV y llegó a su máximo desarrollo en los siglos XV y XVI, es lo que hoy conocemos
como la era del Renacimiento, con la que se inagura la Edad Moderna. Esta supondrá una
auténtica revolución científica, que recupera la filosofía antigua, sitúa los asuntos
humanos en primer plano, es decir, se va a caracterizar por el antropocentrismo y
comienza a extenderse el escepticismo filosófico.
Fue en esta época cuando se dio el nombre genérico de humanidades a los estudios
relacionados con la lengua, la literatura, el arte, la historia y la filosofía y el nuevo papel
que tiene el ser humano está íntimamente asociado al desarrollo de la individualidad y al
reconocimiento de la libertad, que permite adueñarnos de nuestro propio destino.
Los autores renacentistas, estimulados por todos estos cambios, centrarán su interés en
custiones políticas y relevantes, destacando como principal exponente de la filosofía
política a Maquiavelo, que analizará la sociedad desde un punto de vista práctico y
realista, separando la Ética de la Política, por primera vez desde Platón y Aristóteles.
El siglo XVII, época en la que vivió Descartes, coincidirá en el plano cultural con el
Barroco. La disciplina que aportará los fundamentos filosóficos en este siglo será
igualmente la epistemología, pero prevalecerá la corriente opuesta, el racionalismo, que
diferirá en establecer la fuente válida del conocimiento, siendo para los racionalistas, la
razón.
Los autores más destacados, por orden, serán Descartes, Spinoza, Malebranche, Wolf y
Leibniz.