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GEOLOGÍA DE LA CUENCA DE BURGOS, NORESTE DE MÉXICO.

Samuel Eguiluz-de Antuñano.

197 Slade Lane, Manchester, UK.

RESUMEN

La Cuenca de Burgos es una región geológica ubicada en la planicie costera del Golfo de
México, tiene un prisma sedimentario con rocas siliciclásticas del Cenozoico, con espesor de
más de 5,000 metros y las rocas del Mesozoico son carbonatos, evaporitas y siliciclástos, con
espesor que excede los 3,000 metros. Las sucesiones estratigráficas comprenden ciclos de
depósitos transgresivos y regresivos, con discordancias que delimitan varias secuencias. Esta
cuenca tiene eventos tectónicos sobrepuestos. El evento inicial de tipo rift, vinculado con la
apertura del Golfo de México, constituido por depósitos continentales acumulados en fosas
tectónicas. El evento intermedio dominado por subsidencia cortical, caracterizado por
acumular sedimentos marinos pre-tectónicos y sin-tectónicos, desde el Jurásico Superior al
Eoceno. El periodo de deformación de edad Laramide está representado por un nivel de
detachment superior, pliegues suaves, fallas de crecimiento y superficies de profunda erosión.
La etapa post-tectónica presenta levantamiento cortical durante el Oligoceno, asociado a
detachment y desacoplo de la cubierta sedimentaria sobre evaporitas del Jurásico, con
discordancias mayores y fallas de expansión muy profunda. El evento final durante el
Neógeno presenta acumulación de espesores potentes de siliciclástos que progradan hacia el
Golfo de México, con fallas de crecimiento asociadas a diapiros de arcilla y sal jurásica.

Esta cuenca posee recursos de gas no asociado y ha producido más de 8 x 1012 pies cúbicos de
gas seco y condensado en 60 años de exploración y explotación, en más de 120 campos del
Cenozoico y Mesozoico.

ABSTRACT

The Burgos Basin belong to the Coastal Plain of the Gulf of Mexico, and consist of more than
5,000 meters of siliciclastic Tertiary rocks, overlaying 3,000 meters of carbonates, evaporites
and siliciclastic Mesozoic rocks. The stratigraphic successions and its unconformities form
several stratigraphic sequences, with transgressive and regressive cycles. This basin has
superimposed tectonic events. An initial rifting, with continental sediments accumulated into
tectonic grabens, is linking to the opening of the Gulf of Mexico. The following cortical

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subsidence accumulated marine pre-tectonic and syntectonic sediments from Upper Jurassic to
Eocene. The Laramide deformation-time is represented by foreland deposits, broad folds, roll-
over structures with an upper detachment level, and deep erosive surfaces. The post-tectonic
event during the Oligocene is a cortical lift up, associated to a deep detachment on Jurassic
evaporites and decoupling of sedimentary cover connected to expanded faults, ending with
mayor unconformity. Finally during the Neogene there are thickness siliciclastic
accumulations that prograding toward the Gulf of Mexico, with grown faults associated to
shally wall and salt diapirs.

This basin has gas resources and has been produced more than 8 x 1012 cubic feet dry gas and
condensate by more than 60 years, with more than 120 gas fields from Cenozoic and Mesozoic
rocks.

Evolución sedimentaria
La Cuenca de Burgos es una región geológica en donde se ha depositado un prisma
sedimentario con rocas del Cenozoico, Cretácico y Jurásico, con más de 10,000 m de espesor
(González y Holguin, 1992), la distribución de rocas del Terciario comprende un área
continental de aproximadamente 50,000 km2 y esta distribución de rocas es la característica
que da nombre a esta cuenca (Figura 1 y Tabla 1), pero su continuidad sobre la plataforma
marina y las profundidades del Golfo de México duplican su área.
El basamento de esta cuenca ha sido explorado en sus márgenes oriental y suroeste por pozos
y está formado por esquistos y rocas plutónicas, asignadas a la zona interna del Sistema
Ouachita (Flawn et al., 1961). El origen de la Cuenca de Burgos se encuentra relacionado con
la apertura del Golfo de México (Salvador, 1987; Winker y Bluffer, 1988), su evolución
estratigráfica inició con depósito de lechos rojos (Grupo Huizachal), acumulados en bajos
estructurales, asociados a fosas, como cuenca de tipo rift durante el Jurásico Medio. La
subsidencia cortical admitió la invasión de un mar somero en el Calloviano – Oxfordiano que
propició acumulaciones de sal, anhidrita y carbonatos de alta energía (formaciones Minas
Viejas-Olvido). Durante el Kimeridgiano y Thitoniano se depositaron pelitas ricas en materia
orgánica (Formaciones Pimienta y La Casita) y estas rocas son una fuente generadora de
hidrocarburos de esta cuenca (González y Holguin, 1992). Durante el Cretácico Inferior al
Cenomaniano se depositaron carbonatos micríticos de ambiente profundos, representados por
las formaciones Tamaulipas (Inferior y Superior) y Agua Nueva, así como pelitas del Aptiano
(Formación Otates). Hacia el oeste, fuera del área, estas rocas cambian a facies más someras,

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lagunares, litorales o fluviales, desarrolladas sobre o al margen de bloques paleotectónicos
constituidos por esquistos y rocas ígneas. Durante el Turoniano al Maastrichtiano existió un
cambio gradual en la sedimentación, el depósito de carbonatos gradualmente fue sustituido por
siliciclástos en volúmenes crecientes (formaciones San Felipe, Méndez y Grupo Taylor), de
igual manera, al poniente de esta cuenca se desarrollaron facies litorales y continentales en
cuencas de tipo foreland (cuencas de Parras, La Popa, Carbonífera de Sabinas, etc.).
En el Terciario la Cuenca de Burgos recibió depósitos siliciclásticos formados por areniscas y
pelitas, con facies someras al poniente y facies profundas al oriente, propiciadas por
transgresiones y progradaciones cíclicas (Tabla 1), donde prevaleció progresivamente en
tiempo y espacio la retirada de los mares hacia el oriente, dejando expuesto al poniente áreas
continentales. Galloway et al. (2000) consideran tres fuentes principales de aporte hacia el
Golfo de México, los ríos Misisipi, Houston y Bravo, este último posiblemente aunado a los
ancestros fluviales Nazas y Aguanaval que transportaron los sedimentos a las cuencas de
Parras, La Popa y de Burgos.
En la Cuenca de Burgos durante el Terciario se depositaron potentes espesores de lutitas y
areniscas, en ciclos de secuencias, separadas por discordancias o concordancias correlativas
(Figura 2), en su mayoría posiblemente relacionadas con cambios del nivel del mar (Haq,
1988). La Formación Midway es una facies de ambiente profundo, en su cima tiene depósito
de turbiditas intercalados entre pelítas. Las formaciones Wilcox y Queen City son complejos
deltaicos progradantes, mientras que las formaciones Reklaw (parte superior) y Yegua
(miembro medio), son facies de cuña progradante, limitadas en su base por prominentes
discordancias regionales, estas cuñas denotan denudación intensa originada posiblemente por
pulsos de inestabilidad tectónica. Por paleontología estas unidades fueron depositadas entre las
biozonas de Globorotalia lehneri, Truncorotaloides rohri y Globorotalia aragonensis, estas
biozonas comprenden una edad alrededor de 48.5 a 39.5 Ma (Rosen et. al. 1994)
respectivamente, edades coincidentes con pulsos orogénicos (Eguiluz, 2004, 2007). La
formación Weches representa un depósito de planicie deltaica y las formaciones Cook
Mountain y Yegua Inferior en conjunto corresponden con un ciclo transgresivo y regresivo. La
Formación Jackson es una trilogía litológica, compuesta en su base por una zona de
inundación con predominio pelítico, la parte media es un cuerpo progradante arenoso y su
parte superior son lutitas del Eoceno tardío. La formación Vicksburg es Oligoceno, contiene
varios ciclos de lutitas transgresivas y areniscas progradantes con tovas intercaladas y su cima
está cortada por una discordancia regional prominente, que subyace a los depósitos del
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Sistema Sedimentario Frío continental y marino. El Mioceno y Plioceno está representado por
varias unidades estratigráficas, éstas son ciclos mayormente progradantes, tienen gran espesor
hacia el oriente de la Cuenca de Burgos continental y en su parte marina y se distinguen varias
secuencias que tienen correlación en gran parte del Golfo de México (Galloway et al., 2000).
La división de franjas sedimentarias en esta cuenca no solamente refleja la disposición de
cinturones de afloramientos en un homoclinal, las rocas de estas franjas sepultadas en el
subsuelo implícitamente indican de poniente a oriente variaciones de ambientes someros a
profundos, así como variaciones del contenido de materia orgánica y evolución de
sepultamiento, así como otros rasgos de significado geológico no tratados en esta
introducción.

Evolución Tectónica
La Cuenca de Burgos tiene tectónicas sobrepuestas y está situada en un margen de tipo pasivo.
El complejo basal explorado por algunos pozos en su margen poniente y sur, está formado por
esquistos relacionados en edad con la Orogenia Apalachana (Flawn et al., 1961) y por capas
rojas vinculadas con la apertura del Golfo de México (Salvador, 1987). En secciones sísmicas
y de acuerdo a su posición dentro de la cuenca, su basamento está inclinado suavemente al
oriente y al noreste, presenta fallas escalonadas con bloques altos y bajos y rellenos
posiblemente por capas continentales (Figura 3). Estas observaciones indican que el
basamento tiene una etapa inicial de metamorfismo regional y posteriormente una etapa de
extensión por riftiamiento.
Desde el Jurásico Superior hasta el Eoceno se depositaron sedimentos marinos bajo un
régimen de subsidencia continua. Las rocas del Jurásico Superior y Cretácico tienen
relativamente poca deformación. Sobre un sustrato evaporítico se observan pliegues
sinclinales amplios y anticlinales relativamente angostos de edad imprecisa, con detachment y
desacoplo de bloques cortados por fallas de expansión de edad Oligoceno (Figura 3).
La cubierta sedimentaria del Paleógeno tiene deslizamiento por detachment sobre la cima del
Cretácico, con fallas de extensión dirigidas al oriente, simultáneas a la sedimentación
(Echánove, 1986; Ortíz-Ubilla y Tolson, 2004). En estas rocas también se identifica una
deformación que forma anticlinales y sinclinales amplios, sensiblemente orientados norte –
sur, con superficies de erosión mayor coincidentes en edad con eventos de la deformación
orogénica (Gray et al., 2001; Chávez, 2005). En el Oligoceno Inferior la Formación Vicksburg
tiene fallas de expansión que afectan a estratos del Mesozoico y en la cima de Vicksburg se
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reconoce una superficie de erosión mayor, la edad relativa de estas fallas y discordancia es
coincidente con la edad de emplazamiento del Cinturón Magmático del Este de México
(CMEM). Sobre ésta discordancia se depositan rocas del Oligoceno tardío (Formación Frio)
que subyacen a depósitos del Neógeno, ambos depósitos reflejan levantamiento continental y
retirada del mar en forma gradual hacia el Golfo de México, en donde se presenta
deslizamiento de la carpeta sedimentaria joven, con fallas de crecimiento y expansión
asociadas a diapiros de arcilla y sal.
En términos de la interacción de sedimentación y deformación se considera que la llegada de
los sedimentos detríticos a la Cuenca de Burgos en el Terciario, son parte de la migración en
tiempo y espacio del frente de deformación de edad Laramide, como depósitos de cuencas de
tipo antepaís (foreland basin). En el noreste de México existe una continua migración de facies
siliciclásticas en espacio y tiempo, desde el oeste, en la Cuenca del Centro de México (CCM),
en Zacatecas, hasta el este, en la Cuenca de Burgos, en Tamaulipas. En Camacho y Mazapil,
Zac., las facies de turbiditas aparecen en el Turoniano (biozonas: “Globotruncana helvetica” o
Helvetoglobotruncana y G. fornicata Plummer, G. gr. Sigal/Reichel, Tardy et al., 1974). En
la proximidad de San Jerónimo y Parras, Coah., los primeros depósitos turbidíticos aparecen
en el Campaniano (biozonas de Globotruncana stuarti/Lapp, G. fornicata, G. arca Cushman),
mientras que en Saltillo y La Popa los siliciclástos arenosos llegaron en el Maastrichtiano
(biozonas: Exogyra costata, E. ponderosa and Coahuilites sheltoni, Giles et al., 1999). Para la
Cuenca de Burgos la aparición franca de areniscas es en el Paleceno (biozonas: Globorotalia
daubjergensis y G. pseudobulloides zones), con el depósito de la Formación Wilcox en el área
de Parás, N.L. y cambia en edad al Ypresiano (biozonas: Globorotalia. velascoensis y G.
soldadoensis zones) con la progradación al oriente de esta formación en el área de Doctor
Coss, N.L.
En la Cuenca de Burgos los depósitos del Paleoceno y Eoceno Wilcox son secuencias de
tercer orden, presumiblemente controladas por cambios relativos del nivel del mar, entre 60
Ma a 48.5 Ma (Galloway et. al., 1991; Rosen et al., 1994; Galloway et al., 2000). De igual
forma se propone este control para el depósito de las formaciones Weches, Cook Mountain,
Queen City y parte de Reklaw y Yegua, sin embargo, en estas dos últimas unidades existen
discordancias profundas que sugieren otro origen. Por paleontología estas unidades fueron
depositadas entre las biozonas de Globorotalia lehneri, Truncorotaloides rohri y Globorotalia
aragonensis, estas biozonas comprenden una edad alrededor de 48.5 a 39.5 Ma (Rosen et. al.
1994), su edad es coincidente con la etapa final en tiempo de la deformación Laramide, por
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este motivo se propone que estas erosiones profundas (Figura 2) genéticamente pueden estar
vinculadas con pulsos de la deformación orogénica del Eoceno (Eguiluz, 2004, 2007).
Los primeros estudios (Muir, 1936) propusieron que la deformación del cinturón plegado de la
Sierra Madre Oriental (SMO) fue creado al final del Cretácico, un paradigma que perduró
muchos años. Otros estudios (Humphrey, 1956; Guzmán y De Csrena, 1963; Mc Bride et al,
1974), mencionaron que la deformación de la SMO continuó en el Terciario. Coney (1976) y
Dickinson et al. (1988) consideraron que la deformación Laramide en Norteamérica comenzó
entre 84 a 75 Ma y terminó entre 52 a 36 Ma. Nuevos estudios en México confirman que la
edad de deformación Laramide es más joven que Ypresiano (Vega-Vera y Perrillat, 1989;
Lawton, 2001). Galloway (1991) indica que el levantamiento del Arco el Salado es
coincidente con el tiempo de depósito de la Formación Weches de la Cuenca de Burgos y con
la edad final de deformación Laramide. Gray et al. (2001) apoyados con diversos métodos
sugieren que el fin de la edad de deformación Laramide en la Sierra Madre, ocurrió entre 50 a
45 Ma. Chávez (2005) propone que el final de la deformación Laramide en la Cuenca de
Sabinas fue entre 44 Ma a no más de 39.9± 0.04 Ma, estos datos apoyan la hipótesis que
sustenta la relación entre tectónica con las discordancias mayores para la Cuenca de Burgos y
que se pueden extrapolar a la planicie costera del Golfo de México (Carrillo, 1980).
Es posible que la interacción de las placas en el oeste de México, pudieran ser las responsables
del levantamiento continental en el Oeste (Coney, 1976), mientras que hacia el Oriente ocurrió
basculamiento, subsidencia y acomodo sedimentario en cuencas de antepaís. Este proceso
migró en tiempo y espacio y en el Terciario, en la Cuenca de Burgos, los paquetes gruesos de
arcillas, la inestabilidad tectónica y la inducción de una posible pendiente inclinada al oriente,
fueron factores que se conjugaron para propiciar planos de despegue regionales (Pérez Cruz,
1990; Ortíz-Ubilla y Tolson, 2004), con numerosas fallas lístricas y normales, con sus planos
orientados casi norte-sur, estas fallas se reactivaron en diferentes ocasiones. Se puede
reconocer en sísmica que las fallas de extensión actúa de dos maneras, una como fallas de
crecimiento, lístricas y con un nivel de despegue común, con desplazamiento limitado y
creación de estructuras de pliegue contra falla (rollover), mientras que las fallas de expansión
tienen un desplazamiento más grande, controlado por despegue a mayor profundidad, en
ambos casos estas fallas crean espacio para alojar cuerpos de arenas que forman trampas
estratigráficas y estructurales favorables para alojar hidrocarburos. Se considera que los
hidrocarburos migraron por conducto de las fallas e invadieron la porosidad de las arenas,

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antes de que sufrieran oclusión de poro por compactación y diagénesis (González y Holguin,
1992).
Las secuencias Jackson y Vicksburg se encuentran comprendidas entre las biozonas de
Globorotalia cerroazulensis y Globigerina ampliapertura, corresponden a una edad
aproximada de 37 a 32 Ma (Rosen et al., 1994), representan secuencias de segundo y tercer
orden, con discordancias importantes que llegan a poner en contacto las formaciones Jackson
Superior sobre Yegua (~ 36 Ma?) y Vicksburg sobre Jackson Superior o inclusive sobre
Yegua (~ 35 Ma ?), sin poder distinguir su origen. La cima de la Formación Vicksburg tiene
una superficie de erosión de grado mayor, por paleontología la edad relativa de esta
discordancia puede corresponder a 30 Ma (Figura 2). Sobre esta unidad descansa un depósito
tipo molase representado por la Formación Frio, ésta tiene la particularidad de contener una
granulometría gruesa y abundantes clastos volcánicos de composición alcalina con tovas.
En el norte de México y sur de Texas hay un magmatismo calco-alcalino de alto potasio de
edad 48-30 Ma, asociado con la deformación orogénica y a su vez con la interacción tectónica
de las placas (James, et al., 1991; Aranda-Gómez et al., 2001). Clark et al. (1982) sugieren que
este evento magmático ligado a la deformación Laramide regresó al oeste de México entre
32.5 a 30 Ma y como consecuencia del cambio de interacción de las placas, se emplazó en el
este de México un magmatismo de tipo alcalino de intraplaca (Robin and Tuomon., 1978;
Robin, 1982; Aranda-Gómez et al., 2005). Posiblemente en este entorno geodinámico el
ascenso de magma proveniente de la astenosfera pudiera haber levantado al basamento y a su
columna sedimentaria, como se aprecia en la Sierra de San Carlos, Tamps., este levantamiento
tectónico pudo tener dos efectos principales. En secciones sísmicas (Figura 3) se observa que
las rocas mesozoicas despegan sobre evaporitas jurásicas y fallas de expansión del Oligoceno
llegan a separar bloques de rocas mesozoicas, con sus espacios rellenados por sedimentos de
la Formación Vicksburg (Eguiluz, 2007). Hacia la superficie, en el lugar en donde se observan
estos rompimientos de expansión profunda, hay focos de calor con gradientes de 50ºC/Km a
<70ºC/Km 40° (Ziga,1997), entre zonas ubicadas al este y oeste con gradientes de calor
normales (40° to <30°C/Km), coincidentemente en estas zonas de alto gradiente calorífico hay
campos productores de aceite negro (Zacate, Salitrillo and Torrecillas), posiblemente, sin ser
probado aún, ligados a emanación de calor cortical y mayor maduración de materia orgánica.
El segundo efecto consistió en levantar el continente, rejuvenecer a esta región del país y
provocar la retirada del mar, erosión y progradación clástica para depositar los estratos de la
Formación Frío, cuyo contenido paleontológico la ubica en el Oligoceno tardío. Esta unidad
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posee una litología asociada a proveniencia de material volcánico alcalino y su base descansa
sobre una discordancia mayor, de forma similar a las discordancias descritas para las
formaciones Reklaw y Yegua, esta analogía puede sugerir una génesis de depósito vinculada a
efectos tectónicos.
Entre 32 a 30 Ma el postulado emplazamiento magmático de la Provincia Alcalina del este de
México (Robin y Toumon, 1978) modificó la paleogeografía y levantó el basamento, lo que
removió la carpeta sedimentaria del Terciario en la parte sur de la cuenca, sedimentos
previamente depositados sobre el Arco de Tamaulipas y la Cuenca de Magiscatzin. Aunado a
lo anterior, en este tiempo se pudo crear el despegue inferior de rocas del Jurásico y Cretácico
sobre las evaporitas, así como el desacoplo de esta carpeta sedimentaria asociada a las fallas
de expansión del Sistema Viksburg.
Hacia finales del Rupeliano (Oligoceno temprano), sobre los 32 m.a., se identifica una
transgresión (Frío Marino), seguida posteriormente por una progradación intensa (Frío No
Marino). En el Mioceno inferior una nueva transgresión invadió el continente (Formación
Anáhuac) seguida de una progradación franca hacia el oriente, que se observa en
afloramientos de las formaciones Catahoula, Oakville, Lagarto y Goliad (Tabla 1).
El área oriental y marina de esta cuenca contiene sedimentos del Mioceno al Reciente,
estructuralmente esta área se divide de poniente a oriente en cuatro zonas (Hernández et al.,
2008), la no expandida ubicada en la parte continental y la línea de costa actual, seguida por la
zona de expansión coincidente a profundidad con el borde de la plataforma mesozoica, con sus
fallas de despegue conectadas con la zona oriental con diapiros de sal y entre ambas una zona
con numerosas fallas orientadas norte – sur y noreste – suroeste, asociadas en su parte norte a
levantamientos de arcilla.
Recursos gasíferos
Esta cuenca pertenece a la Provincia Geológica del Golfo de México, considerada por su
producción y recursos, petroleros como la tercera provincia más importante del mundo. El
Sistema Petrolero en la Cuenca de Burgos funciona de manera eficiente al existir rocas con
contenido orgánico, madurez, espesor y tipo adecuado para generar hidrocarburos (González
y Holguin. 1992), así como abundantes rocas almacén y sellos para recibir y preservarlos en
trampas estratigráficas y estructurales apropiadas.
La Cuenca de Burgos desde 1946 hasta 1997 había producido más de 5 trillones (5 x 1012 ) de
pies cúbicos (pc) de gas y aceite equivalente, en 50 años de exploración y explotación de sus
campos, para 2007 se adicionan 3.3 trillones de ese recurso recuperado. De acuerdo a la
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American Association of Petroleum Geologists, con respecto a la clasificación del tamaño de
las reservas de gas, en los campos de la Cuenca de Burgos, se descubrió un campo
supergigante, 4 subgigantes, 8 grandes, 5 medianos y 11 pequeños y más de 90 campos
insignificantes, con reservas menores a 50 x 109 pc (Echánove, 1986), estos campos pequeños
acumularon una producción tan grande como la del campo Arcos, con más de 600 x109 pc. En
la Cuenca de Burgos la producción mayor proviene de rocas del Terciario, los plays gasíferos
están en las unidades Frío, Vicksburg, Wilcox, Queen City, Jackson y Yegua (Tabla 1), en
trampas estructurales o combinadas. Las trampas estratigráficas y el Mesozoico son poco
conocidos, poco explorados y con producción de gas marginal.
Para 1970 la cuenca alcanzó a producir 650 x 106 pies cúbicos diarios (pc/d), pero para 1992
declinó a 183 x 106 pc/d. En 1993 se iniciaron los estudios de Proyecto Integral Cuenca de
Burgos, con el fin de evaluar el potencial remanente de gas natural no asociado. La primera
etapa de evaluación concluyó a finales de 1995 y sus resultados fueron la identificación y
delimitación de 6 subsistemas generadores, 24 plays, 190 oportunidades exploratorias,
estimación de un recurso potencial remanente de 10 x 1015 pc y el incremento de la producción
a 300 x106 pc/d; esto último como consecuencia de la optimización de producción de los
principales campos y a la mejora en las técnicas de ingeniería petrolera (fracturamiento
hidráulico y la implementación de terminaciones múltiples). Para 1999, con la perforación de
30 pozos exploratorios, se llegó a incorporar reservas 2P (reserva probable) del orden de 760
x 109 pc y 170 oportunidades detectadas. La creación de equipos de trabajo
multidisciplinarios, desarrollo de habilidades críticas y la aplicación de tecnología líder
(Sísmica 3D y métodos modernos interactivos), han sido piezas clave para incrementar
reservas y producción. En 1999 se re-direccionó el proyecto y las metas estimadas para el
2005, fueron incorporar 600 x 109 pc de reservas 2P al año y llegar a producir 1,500 x106 pc/d.
Para Agosto del 2005 se llegó a establecer una plataforma de producción de 1,230 x 106 pc y
para 2007 se alcanzó a sostener una producción diaria de 1,400 x 106 pc y 6,500 barriles de
condensado al mes. Desde la reactivación de actividades al 2007, se han extraído
adicionalmente más de 3,325 x 109 pc de gas de un total de más de 8,325 x 109 pc. En ese año
la reserva remanente 3P (reserva posible) de gas en Burgos fue de 5,103 x 109 en un inventario
de poco más de 202 campos. La reserva de gas natural en México en el año 2000 se calculó en
78,300 x 109 pc, la producción promedio diaria fue de 4,750 x 106 pc y el consumo de 5,640 x
106 pc/d, importando 940 x 106 pc/d (20%), para satisfacer la demanda interna. Para el año
2004 esa reserva declinó 18% (63, 800 x 109 pc), a finales de 2007 la reserva 3P fue de 61,400
12
x 109 pc, con reserva probada (1P) de 18,100 x 109. En Abril del 2008 la producción de gas
asociado y no asociado en México llegó a 6,058 x 106 pc/d, las cuencas de Veracruz y de
Burgos juntas producen más del 30% (2,300 x106 pc) del gas que requiere el país, superando
la demanda interna de este recurso y la meta de PEMEX es mantener una producción superior
a la demanda. Los descubrimientos en aguas profundas del Golfo de México (Noxal 1, Lakach
1 y Lalai 1) incorporaron una reserva 3P de 2,400 x 109 pc.

Para el año 2004 se estimó (Diario El Norte, con información proporcionada por la Secretaría
de Energía), que en toda la historia de exploración y explotación de la Cuenca de Burgos se
habían perforado 4,843 pozos, con 1,750 productores, lo que muestra un éxito de perforación
de 36%, mientras que en la historia del Distrito IV de Texas, se habían perforado 85,662
pozos, con 10,730 productores (12% de éxito).

Los campos más grandes de la Cuenca de Burgos se descubrieron en la etapa inicial de


exploración, campos cada vez más pequeños serán las oportunidades a descubrir en el área
terrestre, sin embargo, las rocas del Mesozoico, asociadas a fracturas, son buenas rocas
almacén y producen gas y aceite en las cuencas de Tampico-Misantla y Sabinas, la producción
en rocas naturalmente fracturadas tiene la propiedad de poseer alta permeabilidad de fluidos,
esta característica permite predecir que las rocas de esta edad de la Cuenca de Burgos, pueden
ser un blanco de alto riesgo exploratorio pero promisorio, como así lo demuestran varios
sondeos realizados (pozos San Javier 1, Cadena 1 A, Morralito 1, Malinche 1, Calandria 1,
etc.). La siguiente frontera será descubrir campos petroleros en la plataforma y aguas
profundas en la extensión marina de la Cuenca de Burgos.

Conclusiones

La Cuenca de Burgos posee una potente columna sedimentaria con rocas que van del Jurásico
al Reciente, en esta columna se identifican sucesiones de depósitos transgresivos y regresivos,
con discordancias originadas por cambios relativos del nivel del mar, así como por efectos
tectónicos. Se identifican pliegues por acortamiento y de extensión y dos niveles principales
de despegue, uno en la cima del Cretácico y otro en evaporitas del Jurásico.

La historia de producción de gas augura un futuro promisorio, mientras se conserven tasas de


extracción adecuadas y se evite la explotación acelerada de los campos.

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16
Tabla 1. Tabla estratigráfica de las formaciones del Cenozoico en la Cuenca de Burgos. Se
muestra un registro con respuesta geofísica típica de las formaciones y las progradaciones de
arenas (P), con las secuencias con aporte de los ríos: Bravo (RB), Houston (H) y Misisipi (M).
Los eventos tectónicos y plays petroleros se incluyen en la tabla (Tomado de Segura, 1997 y
Galloway et al., 2000, modificados).

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Figura 1. Localización de la Cuenca de Burgos y sus franjas sedimentarias.

Figura 2. Secuencias estratigráficas esquemáticas en la Cuenca de Burgos.

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Figura 3. Sección sísmica regional que muestra dos niveles de despegue, uno en evaporitas del
Jurásico y otro sobre la Formación Méndez del Cretácico Superior, con bloques con rotación
de rocas del Paleógeno. Las principales discordancias en 39.5 Ma y 30 Ma y un basamento
complejo inclinado al oriente y fragmentado en bloques.

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