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“El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” solo sirve como proclama
política porque el sistema liberal representativo y la democracia representativa se
basan en la división gobernantes/gobernados. La libertad moderna más apreciada es
la burguesa, la privada. Los gobernantes disfrutan de su autonomía pero no pueden
actuar contra esta.
La impresión de “estar representado” que tiene el ciudadano se incrementa cuanto
más disminuye el ambito estatal.
Los sistemas presidencialistas otorgan una confianza del electorado al presidente que
no puede ser revocada por el parlamento. En los parlamentarios, el voto elección
investidura del primer ministro o presidente se lo da justamente el parlamento, ante el
que son políticamente responsables. Igualmente ambos sistemas comparten el
objetivo de la elección y estabilidad gubernamental a lo largo de la legislatura.
Otra razón por la que los parlamentos han perdido protagonismo es que los partidos
políticos son canales institucionales de participación política y su legitimación viene
dada por la confianza política que obtienen del electorado, pero no son agentes
únicos: también están los medios de comunicación, grupos de presión, instituciones
sociales. Hoy en día la fortaleza institucional puede estar dada por ejemplo por una
mayoría en el parlamento, pero no es lo mismo que fortaleza real, que se relaciona
con otros organismos de poder. El parlamento se ve disminuído por el proceso político.