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Pedro Mardones

20.071.689-2

El Arranchamiento Productivo
En Chile la gran mayoría de las personas son mestizas, aunque estas tiendan a negar su origen.
Esto no es algo que ocurra simplemente ahora, sino que es algo que ha sucedido
invariablemente a través de los años. La población mestiza a lo largo de la historia, siempre
ha sido marginada por el resto de la sociedad, y es quizás por esta razón que la mayoría de
estos se dedicaba a vagabundear por la tierra simplemente sobreviviendo. Pero esto no era
siempre así, habían algunos que se transformaban en inquilinos, y otros que lograban obtener
medios propios de producción, mientras que por el otro lado se encontraban las mujeres las
cuales durante el siglo XIX tendieron a arrancharse en los suburbios de las ciudades,
transformándose en un elemento fundamental de la identidad popular.

En este texto desarrollaremos más específicamente los últimos dos temas los cuales son los
que mejor representan lo que sería arranchamiento productivo que tuvo la población
mestiza. Lo cual nos permitirá analizar cómo, desde la mirada del historiador Gabriel
Salazar, se desarrolló este proceso, dentro del cual diferenciaremos principalmente como
participaron de este el hombre y la mujer mestiza. Con esto intentaremos responder como
fue el arranchamiento productivo y cuáles fueron los factores que produjeron su crisis.

Los mestizos que lograban obtener medios propios de producción, eran afortunados al no
estar condenados a vivir sometido ante un patrón, lo cual les entregaba gran libertad y
satisfacción a la hora de trabajar, ya que trabajaban para ellos mismos, lo que les permitía
soñar y pensar que no estaban condenados a una vida miserable, como la que llevaban los
mestizos que la no poder producir por si mismos o por el hecho de no tolerar una vida
sometida como era el inquilinaje, se dedicaban a vagabundear por la tierra. Pero esto no fue
más que un sueño, ya que con el paso del tiempo todo lo que había generado este
empresario de tipo popular se vio derrumbado cuando comenzaron a llegar “diezmeros”,
“jueces” y demases a su propiedad, los cuales consumían casi todo. Era el fin para estas
familias mestizas, ya que aunque quedara algo, esto tenían que dividirlo entre los seis,
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siete, ocho o más hermanos que habían crecido junto al padre y la madre1 (Salazar, 1990).
Esta fue la principal razón de la decadencia de este tipo de arranchamiento productivo, sin
embargo no fue la única, ya que otro factor relevante fue la marginalidad en la que vivían
los mestizos de la época, lo cual se veía claramente en que tanto indígenas como criollos
tenían derechos y leyes que los amparaban, mientras que para el caso del mestizo, esto no
existía, nada ni nadie los ayudaba, y puede que sea por esta razón que finalmente tanto
inquilinos como productores independientes, se encontraran condenados la vagabundaje y
al delito.

El que los hombres mestizos se dedicaran a vagar por todas partes, traía consigo que estos
fueran repartiendo niños huachos a su paso, los cuales no eran más que una gran carga para
la mujer, la cual durante el periodo de campesinizacion, en particular, su producci6n
doméstico-artesanal fue considerable. Sin embargo, la crisis de la economía campesina, las
guerras de comienzos del siglo XIX y el incesante oleaje comercial extranjero corroyeron la
posici6n prominente de la mujer en la sociedad de los labradores. Las emergentes familias
campesinas comenzaron a ser diezmadas2 (Salazar, Labradores, Peones y Proletarios, 1985),
y fue por esto las mujeres al verse abandonadas por sus maridos y cuando ya se encontraban
“cargando” más de un niño, tomaban una decisión crucial: abandonar la casa de su madre
para arrancharse por cuenta propia. ¡Como majadereaba entonces a tinterillo del pueblo
para que redactara para ella; y “a ruego”, una “petición de sitio” dirigida a “vuestra
señoría”, el alcalde o el intendente! Al final lo conseguía: le daban o arrendaban una cuadra,
un cuarto de cuadra, unas pocas varas de tierra. Allí levantaba su rancho, sus “planteles”
de árboles frutales, sus hortalizas3 (Salazar, Ser niño huacho en la historia de Chile, 1990) en este

1
Salazar, G. (1990). Ser niño huacho en la historia de Chile. En S. Ediciones, Proposiciones Chile,
Historia y "Bajo Pueblo" (pág. 62). Santiago: Sur.

2
Salazar, G. (1985). Labradores, Peones y Proletarios. En G. Salazar, Labradores, Peones y
Proletarios (pág. 257). Santiago: Ediciones SUR.

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Salazar, G. (1990). Ser niño huacho en la historia de Chile. En S. Ediciones, Proposiciones Chile,
Historia y "Bajo Pueblo" (pág. 64). Santiago: Sur.
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espacio formado por mujeres independientes, venia todo tipo de personas a disfrutar, desde
los más humildes hasta los patricios, que se encontraban aburridos de sus juntas sociales las
cuales eran abrumadoramente formales, por lo que no era de extrañarse ver a este tipo de
hombres dentro de estos ranchos los cuales, en muchas ocasiones eran transformados en
“chinganas” por sus dueñas con el fin de aumentar sus ingresos y de esta forma no tener que
realizar trabajos adicionales, los cuales eran necesarios para poder alimentar a sus familias.

Estas mujeres pasaban a ser muy queridas por todos quienes visitaban sus ranchos, sin
embargo esto no fue bien visto por los ojos cristianos (o, quizás, seudo-cristianos) del
patriciado. Y la mujer de pueblo independiente -es decir, el peonaje femenino- fue objeto de
una represión moral sistemática. Surgió entonces un tipo específico de opresión: la
persecución de las “chinas” y de las “aposentadoras de malvados”, que afecto solo lateral
y exiguamente al peonaje masculino. Y un gran número de ellas fue deportada a los fuertes
de la frontera sur, acusadas de adulterio, amancebamiento o prostitución. A ellas, o a otras,
se les confiscaron sus hijos, y sobre todo sus hijas, de tierna edad, alegando que las madres
carecían de idoneidad moral. Los niños confiscados eran convertidos en fieles sirvientes:
eran “los huachos”. A otras, acusadas de vagabundaje, se las forzaba a servir en “casas de
honor”, generalmente, “a merito”. Y fue así que, por casi medio siglo, una enorme sección
del peonaje femenino se vio compelido a vivir en servidumbre4 (Salazar, Labradores, Peones
y Proletarios, 1985), y fue así como a pesar de que en muchas ocasiones, los parroquianos de
estas mujeres lograban liberarlas de las cárceles debido al cariño que estos le tenían, no fue
suficiente para evitar que muchas de estas mujeres sufrieran el inexorable destino de los
mestizos, la miseria y marginación. Sin embargo a pesar de la represión que vivieron, estos
arranchamientos si tuvieron grandes influencias en la historia, ya que este multiplico el poder
de penetración del comercio campesino. También aceleró el proceso de expansión de los
rancheríos suburbanos en las grandes ciudades, primero en su carácter campesino y después
en su carácter peonal. De hecho, las mujeres campesinas desplazadas constituyeron la

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Salazar, G. (1985). Labradores, Peones y Proletarios. En G. Salazar, Labradores, Peones y
Proletarios (pág. 257). Santiago: Ediciones SUR.
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avanzada de la invasión popular de las ciudades patricias5 (Salazar, Labradores, Peones y


Proletarios, 1985).

Dicho todo esto, nos damos cuenta de que el arranchamiento productivo fue un intento de
independización por parte de un gran grupo de mestizos, los cuales través de la producción
propia buscarían tener una mejor vida para toda su familia. Pero esto fue solo un intento, ya
que la sociedad no se demoraría en derrumbar todos estos sueños, con diezmos a la
producción y sin entregarles ningún derecho que los protegiese, y fue así como las familias
mestizas eran separadas dejando por un lado a un padre vagabundo, niños huachos y una
madre soltera, la cual desesperada por el hambre de su familia se veía en la necesidad de
arrancharse en los suburbios urbanos y crear fondas que les dejasen una cierta cantidad de
ingreso para su familia, y dado a la naturaleza que tomaban estos ranchos de las mujeres
mestizas, se tornaban en un punto de encuentro de personas de todas las clases, donde lo
importante era el divertirse, sin embargo esto no era bien visto por todos, por lo que gran
parte de estas mujeres independientes eran acusadas por cargos como el de prostitución o
amancebamiento, por lo que estas al no contar con ningún derecho eran transformadas en
sirvientas o encarceladas. Pero a pesar de todo esto el arranchamiento productivo fue un
proceso muy importante por lograr la “invasión” a la ciudad patricia y por haber sido un
pilar fundamental en la formación de la identidad popular.

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Salazar, G. (1985). Labradores, Peones y Proletarios. En G. Salazar, Labradores, Peones y
Proletarios (pág. 269). Santiago: Ediciones SUR.
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Referencias
R., D. V. (1997). Perfiles revelados. Historias de mujeres. Siglos XVIII al XX . En D. Veneros, Perfiles
revelados. Historias de mujeres. Siglos XVIII al XX . Santiago: Universidad de Santiago.

Salazar, G. (1985). Labradores, Peones y Proletarios. En G. Salazar, Labradores, Peones y


Proletarios (pág. 257). Santiago: Ediciones SUR.

Salazar, G. (1985). Labradores, Peones y Proletarios. En G. Salazar, Labradores, Peones y


Proletarios (pág. 269). Santiago: Ediciones SUR.

Salazar, G. (1990). Ser niño huacho en la historia de Chile. En S. Ediciones, Proposiciones Chile,
Historia y "Bajo Pueblo" (pág. 62). Santiago: Sur.

Salazar, G. (1990). Ser niño huacho en la historia de Chile. En S. Ediciones, Proposiciones Chile (pág.
64). Santiago: Ediciones SUR.

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