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serio como
la diversión
Juan Villoro
Francisco Hinojosa es un caso único de la literatura me- No es fácil que alguien de sólida formación se trans-
xicana. Para encontrar algo convencional en su escritu- figure en un vanguardista capaz de sugerir que su origi-
ra hay que remontarse a sus recónditos orígenes, cuan- nalidad carece de antecedentes. Fue lo que ocurrió con
do publicó el largo poema Robinson, perseguido, bajo la Francisco Hinojosa. Si tuviera que destacar el Momento
influencia clásica de Saint-John Perse, y a la tesis de li- que sirvió de rito de paso para llegar a su nueva y defi-
cenciatura que concibió sobre Adolfo Bioy Casares. nitiva concepción estética, no dudaría en elegir la tarde
Tuve la suerte de vivir con él cuando los dos comen- en que regresó a casa en estado de éxtasis. Había presen-
zábamos a escribir. Compartíamos una pequeña casa ciado un accidente en Río Churubusco. Un camión de re-
cerca del convento de Churubusco. Su biblioteca supe- frescos se volcó sin que hubiera muertos, pero las bote-
raba con creces a la mía y mostraba una clara predilec- llas estallaron en el piso y el aire se convirtió en una nube
ción por la poesía y el ensayo. Los intereses de Pancho espumosa que olía a impecables naranjas químicas. “¡No
a fines de los años setenta prefiguraban su insólita lite- sabes qué maravilla!”, exclamó Pancho, con la camisa
ratura: escuchaba cantos gregorianos, tenía un método empapada, como quien acaba de recibir un bautismo.
de su invención para leer Rayuela en forma más audaz El poeta que escribía del náufrago Robinson había
que las variantes propuestas por Cortázar, se interesaba encontrado un oleaje a su medida. Aquel aire artificial
en la relación entre poesía y matemáticas y anhelaba tri- y cargado de edulcorantes era una metáfora de los esta-
pular un planeador. llidos que prepararía en la página.
Era un cocinero desordenado, inventivo y espléndido. Después de leer los juguetes narrativos de Donald
La estufa quedaba como un lienzo de Jackson Pollock, Barthelme, Hinojosa entendió la realidad como un
pero el resultado valía la pena. Esa exploración del gus- mecano que el lector debe armar y, sobre todo, desar-
to sin recetas anunciaba su arriesgada literatura. mar. Concibió textos tan escuetos como la lista de com-
Este texto forma parte del disco Voz Viva de Francisco Hinojosa que próxi-
mamente publicará la Dirección de Literatura de la UNAM.
Francisco Hinojosa