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1. Isla Komodo
La isla Komodo es una pequeña ínsula de Indonesia que se encuentra en las islas
menores de la Sonda. La isla es de origen volcánico y se encuentra en el Cinturón de
Fuego del Pacífico. El Parque nacional de Komodo fue declarado Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco en el año 1991.
Su rasgo más distintivo es el de ser el lugar donde habitan los célebres dragones de
Komodo o monstruos de Komodo. Este animal es el lagarto más grande del planeta
con una longitud que oscila entre los dos y tres metros y con un peso que ronda los
setenta kilos.
2. Montaña de la Mesa
3. Bahía de Ha-Long
Esta bahía situada en el norte de Vietnam, cerca de la frontera con China, se caracteriza
por sus elementos kársticos y sus espectaculares islotes de diferentes formas y
tamaños. En el año 1994 la UNESCO la declaró Patrimonio de la Humanidad. Su línea
de costa recorre alrededor de 120 kilómetros y tiene una extensión de agua de 1553
kilómetros cuadrados.
La bahía contiene un denso conjunto de 1600 islas monolíticas de piedra caliza. Cada
piedra se eleva verticalmente sobre el mar y están coronadas con vegetación selvática.
Esto ofrece un llamativo panorama sobre el agua. Algunas islas tienen enormes
cuevas de distinto tipo en su interior.
El río Amazonas se encuentra en América del Sur y cruza Perú, Colombia y Brasil. Su
cauce transporta más agua dulce que cualquier otro río, lo cual lo convierte en el río
más caudaloso del mundo. La Amazonia es una enorme región que comprende
la selva tropical más amplia de la Tierra situada en la cuenca del Amazonas, esto es, el
área drenada por el río Amazonas y sus afluentes.
6. Isla de Jeju
Las Cataratas del Iguazú son un conjunto de 275 saltos de agua que se encuentran
entre la Provincia de Misiones de Argentina y el Estado Paraná de Brasil. La caída y
circulación del agua han creado un profundo cañón con asombrosas paredes
verticales. La Garganta del Diablo es la mayor concentración de caudal de las Cataratas
del Iguazú, las cuales son a su vez las cataratas con mayor caudal de la Tierra.
LA INVENCIÓN DEL TELÉFONO
Antonio Meucci era un inventor italiano experto en el área de la electrodinámica. En
1854 Meucci creó su mayor creación, el telettrófoni, posteriormente llamado teléfono.
Un instrumento nunca visto que permitía enviar señales acústicas a gran distancia. La
principal razón para crear este instrumento fue la mujer de Meucci, la cual sufría
reumatismo, y no se podía mover. Meucci creó el invento para comunicar su oficina,
situada en la planta de abajo, con su dormitorio, situado en el segundo piso.
Pero Meucci no patentó su invento por dos razones. La primera era que el inventor
italiano no tenía mucho dinero para pagar la patente, y no estaba seguro de los
beneficios que el teléfono podía darle. La segunda razón es que Meucci prefirió
patentar otros inventos que pensaba que era más beneficiosos económicamente,
pasando el teléfono a segundo plano, algunos de estos inventos eran un filtro para la
depuración de agua o una nueva forma de fabricar velas.
6 años después, en 1860, Meucci presentó su invento al público, llamándolo
teletrófono, el cual se encontraba sin patentar aún. En la demostración el inventor
italiano transmitió la voz de una cantante italiana a una gran distancia, por desgracia
nadie dio una buena oferta a Meucci por la invención.
El inventor tenía miedo de que alguien comprara la patente de su invento, ya que él
era incapaz de pagar el precio de patentarla de forma definitiva. Meucci busco una
forma no definitiva, patentando el invento de forma anual, algo que sí que se podía
permitir pagar. Registró el invento en 1871, y lo renovó tanto en el 1872 como en el
1873.
En 1876, un inventor británico llamado Alexander Graham Bell registró la patente del
teléfono. Meucci no tardó mucho tiempo en enterarse, y pidió a su abogado que
reclamara ante la Oficina de Patentes, ya que el inventor italiano ya había patentado
su invento, aunque fuera de forma anual. Poco más tarde Meucci descubrió, gracias a
un amigo que trabajaba en Washington, que toda la documentación referida a la
patente de Meucci se había perdido, por lo que no existían pruebas de que la patente
del teléfono fuera de Meucci antes de que la registrara Graham Bell.
Los años siguientes se convirtieron en un infierno para Meucci, con una gran cantidad
de juicios. La compañía de Bell era muy poderosa y se descubrió que había sobornado
tanto a la Oficina de Patentes como al propio abogado de Meucci. Pero el poder de
Bell no llegó a los tribunales y el juez supo ver que el verdadero autor del invento era
sin lugar a dudas Meucci. Todo esto llevó a que el Gobierno de los Estados Unidos
acusara de fraude a Graham Bell, el cual gracias a sus recursos pudo retrasar todo lo
posible el proceso. Todo terminó con la muerte de Meucci en 1889, quien murió sin
ver reconocido su gran talento.
En el imaginario popular siempre ha sido Graham Bell el inventor del teléfono, pero
en los últimos años la tendencia está cambiando, dándole ese reconocimiento a
Meucci. Un claro ejemplo fue que, en 2002, en un número del Boletín Oficial de la
Cámara de Representantes de los Estados Unidos se reconoció a Meucci como el
verdadero inventor del teléfono.