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El APRENDIZAJE EN LAS PERSONAS QUE ASISTEN A

LAS ESCUELAS DE LA EDJA

(EDUCACIÓN DE ADOLESCENTES Y ADULTOS).

Compilado de textos.

La población de la EDJA es ampliamente heterogénea, dado que a estas


escuelas asisten personas desde los 14 años, de diversos orígenes culturales
y niveles socioeconómicos, de experiencias laborales y formaciones
disciplinares diferentes, que abarcan tanto situaciones de necesidad de
compensación (analfabetismo funcional de diferentes niveles), como de
formación y/o reorientación laboral, recreación y/o ampliación de formación
sociocultural (talleres especiales).

Para abordar la modalidad de aprendizaje de una población tan amplia, diversa y


heterogénea es necesario revisar las generalidades o características comunes así
como las particularidades referidas a los subgrupos que la componen. Por ello, en
primer lugar, describiremos las diferentes etapas evolutivas que abarca la
modalidad de la EDJA (adolescencia, adultez y senectud) así como, en un segundo
momento, las especificidades del modo de aprendizaje de los alumnos de la
modalidad más allá de los ciclos de escolaridad obligatoria del sistema educativo en
general.

¿QUÉ ES LA ADOLESCENCIA?

La adolescencia es una etapa de transición entre la niñez y la adultez, donde


los cambios que ocurren en este momento son tan significativos que resulta útil
hablar de la adolescencia como un periodo diferenciado del ciclo vital humano. Este
periodo abarca desde cambios biológicos hasta cambios de conducta y status
social, dificultando de esta manera precisar sus límites de manera exacta.
A modo de orientación para su abordaje, la adolescencia abarca las siguientes
etapas:

• La Pubertad: entre los 9 y 11 años, comienza con una serie de cambios


fisiológicos que desembocan en plena maduración de los órganos sexuales,
y la capacidad para reproducirse y relacionarse sexualmente.

• La Adolescencia temprana: entre los 11-14 años (que coincide con la


pubertad), es la etapa donde el individuo continúa la búsqueda de
independencia comenzada en el final de la niñez pero con nuevo vigor y en
nuevas áreas. Desea más privilegios y libertades, como también, menos
supervisión adulta. Se preocupa principalmente de su estatus con sus pares
inmediatos, quiere parecerse a los otros por la sensación de encontrarse
fuera de lugar con respecto a ellos y por la búsqueda de la Identidad Adulta
(suma de las identidades sexual, vocacional, laboral, etc.), sus diferencias
individuales son más marcadas, pero su calidad de individuo único todavía
no es completamente entendida ni aceptada.

• La Adolescencia tardía: se da entre los 15-18 años; su prolongación hasta


llegar a la adultez, dependerá de factores sociales, culturales, ambientales,
así como de la adaptación personal. El adolescente mayor comparte muchas
de las preocupaciones del adolescente temprano, pero además tiene el
problema de hacerse un lugar en la sociedad adulta, siente la obligación de
encontrar una identidad propia.

En resumen, se puede afirmar que el joven adolescente se preocupa de quién y qué


es, y el adolescente mayor de qué hacer con eso. (Hamel y Cols. 2005).

María InésLaje en su texto “Jóvenes: exclusión o ciudadanía” (1996) sostiene que:

La construcción social del adolescente nos muestra un grupo social -los


adolescentes/jóvenes- como una población heterogénea, que encierra significaciones
complejas y a veces contradictorias. Esta población heterogénea, está sin embargo
unida entre sí solo por una cuestión biológica: la edad en un período dado. Esta cuestión
biológica conduce a una cuestión muchas veces explicada: los jóvenes no llegan
normalmente a tener “voz propia”, como tampoco actor colectivo que articule su
representación. Página 1

En este sentido, agrega la autora:

(…) la figura de “pasaje”, de “fase transitoria” entre la dependencia familiar y la


independencia, entre la escuela y el trabajo, constituye, como señala Margulis, un
concepto asociado a una lucha por el poder o el prestigio, que adquiere un desigual
alcance y sentido entre los diversos sectores sociales y en distintos momentos de la
historia. Por lo tanto, la condición de joven varía entre los diversos ámbitos sociales y
en distintos momentos de la historia. Página 2

Los cambios biológicos marcan el inicio de la adolescencia, pero esta no se reduce


a ellos, sino que se caracteriza además por significativas transformaciones
psicológicas y sociales.

En sociedades diferentes a la nuestra y también en la misma sociedad occidental,


en otros tiempos, la adolescencia puede, o podía, darse por terminada con el
matrimonio y la entrada en el mundo laboral.

Laje (1996) refiere al respecto:

El surgimiento de la adolescencia fue la consecuencia de nuevas condiciones


demográficas que exigían retrasar el acceso a la vida adulta, produciéndose un
desfasaje entre la maduración sexual y biológica, y la madurez social, generando un
período con responsabilidades postergadas, una moratoria respecto de la obligación de
obtener ingreso y fundar una familia.
Tal situación corresponde, para determinados sectores, a la condición de estudiante
que prolonga esta fase para permitir un largo período de aprendizaje. Sin embargo, para
amplios grupos de la población por circunstancias económicas o tradiciones culturales,
o la combinación de ambas, al ingreso prematuro a la vida laboral, se une el inicio de
su vida reproductiva a temprana edad, dificultando enormente el proceso de maduración
personal y social. (Pág. 2)

En la actualidad, y dentro del contexto occidental, la generalizada demora del


momento del matrimonio, la situación de prolongación de los estudios y, sobre todo,
el desempleo juvenil, ha hecho difícil la delimitación final de la edad adolescente; en
definitiva la sociedad occidental ha contribuido a alargar la adolescencia mucho más
de lo habitual en otras sociedades. (Bobadilla E., Florenzano R. 2011)

Continúa expresando Laje (1996): “Podemos hablar entonces de la juventud como


de un grupo social con una existencia fragmentaria, en donde las diferencias
sociales, económicas y culturales, a través de las ofertas y consumos, manifiestan
modalidades de discriminación y exclusión.” (Pag. 3)
A su vez, como sostiene la autora:

La adolescencia está en medio de dos tendencias contradictorias de nuestra sociedad:


por un lado, una juventud vulnerable y pobre, sin ingreso, sin posibilidad de acceso a
las opciones del mercado, y por el otro, un mercado que en virtud de su diversificación,
ofrece modelos de identidad e independencia vía el consumo para aquellos
adolescentes que sí disponen de ingresos, por intermedio de sus familias.
Este tipo de ciudadanía, de creciente centralidad, tiene una fuerza excluyente. Se
presenta una gran divergencia entre la inclusión en la vida cultural, en compartir los
valores y aspiraciones comunes a todos y la exclusión en los standars de vida, por la
carencia de los medios de llegar a esos valores culturalmente legitimados. La cultura
universal del consumo implica, de hecho, una estratificación por la cual todos los que
no tienen ingresos pasan a ser ciudadanos de segunda o tercera. (Pag. 3)

Y es en el espacio de la EDJA en particular que nos encontramos con estos perfiles


de adolescentes y jóvenes preminentemente; por ello la necesidad de atender a
esta conflictiva planteada por los adolescentes en general y los adolescentes pobres
en especial.

Sobre esto Laje refiere que “El malestar de la adolescencia pobre, puede expresarse
con otros indicadores que señalan cuestiones centrales que presentan
coincidencias entre los investigadores.” (Pag. 4)

Gabriel Kessler en “Ciudania y adolescencia”, en ¿Por qué de la adolescencia?


Articulo sin publicar para Unicef Argentina, afirma que estas características son:

• La visión de la escuela secundaria como una vía muerta, una institución que
no responde eficazmente ni a sus demandas actuales ni a sus necesidades
de formación profesional.

• La preocupación creciente por el futuro laboral, un mercado de trabajo cada


vez más contraído y en donde aparecen pocas oportunidades, lo cual se
agrava por los crecientes índices de desocupación, que crecen mientras se
baja la escala social.

• Experimentan la dolorosa vivencia del estigma, por ser parte de la juventud


pobre, discriminada en los lugares de esparcimiento, de donde muchas veces
se los excluye abiertamente, o donde el temor de que esa situación se repita
ya sufrida en carne propia o en pares, los impulsa a autoexcluirse y
directamente no intentar concurrir.

• La estigmatización por parte de la policía que suele verlos como peligrosos y


de la misma sociedad que los ve además de jóvenes, pobres y peligrosos.

• La percepción compartida de exterioridad con respecto a los derechos; la


justicia vista como una serie de dispositivos que si bien pueden ser usados
contra ellos por los factores de poder, no pueden ser usados por ellos ante
necesidades o abusos de distinto orden. Tienden a no verse como sujetos de
derecho, sino como objeto de un derecho que, por lo general, se vuelve en
su contra. (pág. 21)

Laje sostine que “Las prácticas estratégicas para sobrevivir de estos jóvenes,
muchas veces no surgen sólo de una situación de crisis económica, tienen que ver
además, con una dimensión cultural en la que se construyen identidades a partir de
problemas: delincuencia, desarraigo, migración familiar; traslados, mudanzas,
desestructuración familiar y abandonos, estigmatización, discriminación y diferentes
situaciones de riesgo; drogadicción, embarazo adolescente, sida, violencia familiar,
etc. (….) El futuro es experimentado como azar, los acontecimientos se presentan
aleatoriamente con una marcada sensación de regresión, de pesimismo, de
estancamiento. Situación que se refleja en un estilo de vida, en su específica forma
de relacionarse con el mundo, lo que implica entre otras cosas, una valoración
particular de los acontecimientos en los que ellos son protagonistas.(…) Son estos
jóvenes los que develan paradigmáticamente la situación hoy”. (Pag. 4)

La finalización de la adolescencia, generalmente se enmarca, por el logro de las


siguientes adquisiciones:

• Establecimiento de una identidad sexual y posibilidades de mantener


relaciones afectivas estables.

• Capacidad de establecer compromisos profesionales y mantenerse


(independencia económica).
• Adquisición de un sistema de valores personales (moral propia).

• Relación de reciprocidad con la generación precedente (sobre todo con los


padres).

Es ante esta cuestión que María Inés Laje aporta: “No sorprende que exista un
consenso creciente acerca de que la adolescencia ha sido construída como una
categoría de personas con derechos sociales reducidos y escaso poder de
demanda.” ( pág. 5)

“Ante la pregunta ¿cómo se transforma un joven en titular de estos derechos?


existe, en general, cierto consenso que sólo con un empleo formal a tiempo
completo, puede traer independencia y el derecho a participar de la vida nacional.
En Argentina también es válido donde por razones históricas; la mayoría de los
derechos sociales se desprenden, justamente de la condición de asalariado. ( pág.
7)

“Esta realidad nos lleva a plantear la cuestión central en la actualidad, cuando el


mercado de trabajo está cambiando, y el pleno empleo no es una realidad presente,
ni razonablemente futura, cuando los que están entrando al mercado de trabajo no
encuentran ocupaciones, surge el interrogante sobre la posición de los jóvenes en
la sociedad. Si no se transforman en asalariados de tiempo completo, ¿cómo y
cuándo pueden llegar a ser ciudadanos plenos?

Además del ingreso propio y el acceso a beneficios sociales, la experiencia de


trabajo en relación con otras personas, el vínculo con instituciones que los
representaban y la posibilidad de ejercicio profesional a lo largo del tiempo, han
posibilitado históricamente la adquisición de aptitudes indispensables para
incursionar el mundo del trabajo y ha sido la base de formación de ámbitos de
autonomía e independencia, donde la ciudadanía se iba configurando como
principio de identidad y solidaridad colectiva, por un lado y por el otro, como base
legítima para la demanda por la titularidad de nuevos derechos y/o por la provisión
de aquellos derechos de los que se tiene ejercicio, pero no provisión por parte de
aquellos grupos particulares que sufren algún tipo de exclusión. (Kessler, G.)
Mientras se es niño y adolescente, se habla normalmente de posesión de
ciudadanía social por intermediación, se accede a los derechos sociales por
intermedio de los padres y luego, una vez adulto, por legítimo derecho. Dentro de
un modelo de derechos sociales vinculados al trabajo, presupone que en la familia
haya un adulto empleado en el mercado formal de trabajo.

Las carencias y desventajas que en un adolescente pueden ser temporarias, en la


adultez posiblemente se transformen en privaciones y desventajas definitivas. Por
eso la preocupación por la adolescencia vulnerable, radica en la certeza de que ello
convierte a sus miembros en firmes candidatos a ser adultos excluidos.

La exclusión puede cobrar distintas formas: hay una exclusión total, asimilable a la
imagen de la marginalidad, con toda su carga estigmatizante y perturbadora,
mientras que otra, la exclusión relativa que se inspira en Bourdieu (“la miseria del
mundo”), lo es a esferas específicas de la vida social (exclusión de los servicios de
salud, de la formación profesional, de la vida cultural, de ciertos bienes colectivos,
etc.) que sin definir la exclusión total, van conformando una degradación de las
condiciones de vida. (Margulis, M.)

La falta de derechos sociales, en términos de su acceso y de su exigibilidad,


particularmente en la adolescencia pobre, potencia los riesgos a los que ésta se
enfrenta, la torna más vulnerable. Las situaciones conflictivas casi habituales -que
en otros sectores pudieran ser resueltos por sus propios medios o los de su familia-
, aquí viabiliza la intervención del Estado en la esfera privada, debido a las
dificultades de las familias pobres para cumplir con sus roles. (Carencia de
contactos institucionales y de una red social eficaz). “ (pág. 7-8)

Agrega la autora que “Se trata de promover y calificar las demandas adolescentes
ubicándolos a ellos como los verdaderos protagonistas, activos y conscientes.”

La adolescencia constituye un momento clave en la existencia del hombre, durante


el cual se va dando forma a la identidad y al proyecto de vida. Para muchos jóvenes
y en especial para los más pobres, el proceso de ensayo y error que permite ir
modelando a la persona durante esa etapa no está acompañado, en general, por
dispositivos sociales educativos y recreativos adecuados que permitan desarrollar
esta búsqueda.” (pág. 8)

“...La exclusión destroza las posibilidades de singularización, de ser cada uno


sujeto de un proyecto genuino gestado desde el propio deseo. De ahí la necesidad
de promover demandas subjetivantes, singularizadoras, activantes y
emancipadoras”. (Efrom, R. p.17).(…)Reconocer la singularidad social y cultural de
los sujetos, y de sus posibilidades de interacción -ver a los jóvenes como sujetos- y
de construcción conjunta de la sociedad; identificar el conflicto que surge del
establecimiento de la diferencia, como explicación del movimiento social, y como
naturaleza de las relaciones entre sujetos sociales; asumir la pertinencia de
construir representaciones del conflicto adecuadas, como base del diálogo entre
sujetos sociales. Adoptar para la resolución del conflicto estrategias definidas por el
civismo, como fundamento de la democracia, pueden constituir las bases de una
nueva ética y práctica social e institucional alrededor de la cuestión de los jóvenes.”
(pág. 9)

Desde allí la importancia de la educación, del sistema educativo como generador


de espacios de oportunidad, en el sentido de re significación, de posibilidad de re
direccionar el proyecto vital, donde la educación de adolescentes y adultos tiene un
lugar de preminencia.

¿QUÉ ES LA ADULTEZ?

La adultez es la etapa vital más larga de la vida de una persona y por ello se
le suelen asociar las funciones psicosociales más importantes del ser
humano.

Existe un relativo consenso en determinar el inicio de la etapa adulta entre los 18 y


los 22 años, más o menos el que se fija para el término de la adolescencia, aunque
sabemos que ni en todos los momentos históricos, ni en todas las culturas, ni en
todas las personas se llega a la adultez de modo exclusivamente cronológico, sino
más bien como resultado de la incorporación de la persona a un modo de vida que
está tipificado en su sociedad como adulto.
Desde la incorporación de los individuos de cada sociedad a esta etapa y hasta la
salida de esta entre los 60 y 70 años que se entra en la senectud, trascurre más o
menos el 60% de toda la vida. La condición adulta no supone en ningún caso la
consecución de una meta predeterminada a la que cada persona llega para
instalarse o permanecer en ella, por el contrario, la adultez resulta ser una etapa tan
dinámica y evolutiva como cualquier otra. Desde un punto de vista psicológico, se
entiende que cada persona al llegar a la adultez, consigue una definición singular
de sí mismo que se manifiesta a través de la propia conducta y del concepto
genérico de personalidad.

Ser adulto con carácter general significa:

• Asumir el propio cuerpo y tener una imagen equilibrada de sí mismo.

• Ser consciente de la importancia que tiene la experiencia, los valores y la


cultura adquirida.

• Ser autónomo, responsable, realista y tolerante

• Ser capaz de enfrentar los cambios sociales, culturales, económicos,


políticos y laborales.

• Estar predispuesto a participar activamente en la vida de su entorno.

• Buscar la mejora y el perfeccionamiento de su propia realidad.

• Tener en cuenta los sentimientos y los intereses de los demás

LA ADULTEZ Y LA HETEROGENEIDAD DE LA ETAPA

La adultez no es una etapa homogénea, abarca un amplio espectro temporal de la


vida de las personas. Desde el punto de vista educativo, los adultos en general
representan en la práctica un conjunto amplísimo que manifiesta multitud de
diferencias determinadas por variables de tipo: psicológico, sexual, familiar,
ideológico, religioso, geográfico, laboral, cultural, económico.

Resultaría muy complicado y prácticamente inabarcable intentar establecer distintas


tipologías de “ser adulto” desde tantos y tan amplios parámetros.
CARACTERÍSTICAS DE LAS DIFERENTES ETAPAS

a) ADULTEZ JOVEN (entre 18 y 35 años)

En esta edad el joven escoge su modo de vida propio y se mueve hacia la


independencia. Tiene convicciones firmes y definidas. Esta es la etapa en que se
encuentra buscando su“norte”, refiriéndose a la importancia de tener un punto de
referencia para saber hacia dónde se mueve. Establece vínculos de mayor intimidad
y diferenciación que en la adolescencia. Al adulto joven lo caracteriza la vitalidad
ilimitada; sentimientos desarrollados al máximo, pasión por los ideales; se jacta de
los sacrificios que hace, dedica su mayor esfuerzo a ayudar al prójimo, tiene una
fuerte imaginación creadora.

En esta etapa comienza el desarrollo laboral profesional, con la búsqueda de


inserción en el mundo del trabajo y/o el completamiento de la formación profesional,
donde las trayectorias estarán marcadas por diferentes condicionantes: situación
socioeconómica familiar, posibilidades de oferta en lugar de residencia,
expectativas familiares y/o sociales, momento económico político y social del grupo
en el que está inserto, orígenes culturales, estado del mercado específico y
competencia, trayectorias laborales y educativas familiares, características
individuales, identidad vocacional, etc.

En relación con este tema María InésLaje en su texto: “Jóvenes: exclusión o


ciudadanía” sostiene que:

En nuestro país la juventud ha experimentado cambios y transformaciones muy


profundos definidos por el particular contexto económico, social y político. Este puede
ser caracterizado según dos etapas: la modernizadora (1950-1980) y la de crisis (1980-
1990). En la primera, el patrón conceptual respondía a un modelo de juventud signado
por el paradigma del progreso social, coadyuvando al desarrollo de una actitud más
crítica y más segura frente a las autoridades, reforzando una genérica postura
reivindicativa de obtención de respeto como sujetos con voluntad y opinión propia.
Luego la recesión frenó y desarticuló la modernización, pasando la juventud a ser un
grupo de edad particularmente afectado por la exclusión social.(Pag.2)

La autora continúa expresando que:


“La juventud actual crece y se desarrolla en un mundo que ha experimentado cambios
dramáticos con respecto a la generación de sus padres; se han producido
modificaciones políticas, económicas y sociales de enorme relevancia que han
desarticulado las explicaciones tradicionales sobre el mundo y la vida. Estos cambios
repercuten obviamente en la cultura y en lo que atañe a los jóvenes, influyen en las
formas de construcción de su identidad, en las modalidades de la sociabilidad y en las
creencias y proyectos. La crisis acentuó la tendencia a frenar o revertir los procesos de
movilidad ascendente y afectó especialmente a los jóvenes de sectores populares en
diferentes dimensiones: junto con la precaria y temprana incorporación al mercado de
trabajo, se difiere el proceso de incorporación al sistema de educación formal y se
acelera la constitución de parejas o familias. La distribución desigual de los ingresos
acentúa la diferencia entre sectores reducidos que viven en la riqueza, sectores medios
empobrecidos y un sector social creciente que vive en condiciones de pobreza, dando
lugar a una heterogeneidad social profunda. Podemos hablar entonces de la juventud
como de un grupo social con una existencia fragmentaria, en donde las diferencias
sociales, económicas y culturales, a través de las ofertas y consumos, manifiestan
modalidades de discriminación y exclusión.” (pág.3)

Finaliza expresando que:

“En esta perspectiva, vemos distintas adolescencias con grados muy diversos de
satisfacción de sus necesidades, espectro que tiende a una creciente polarización. Para
unos, la ausencia de derechos propios es subsanada por la acción de sus familias e
instituciones que pueden proveerles de lo necesario. Mientras que para otros se agudiza
su situación de desprotección. A su vez, la adolescencia está en medio de dos
tendencias contradictorias de nuestra sociedad: por un lado, una juventud vulnerable y
pobre, sin ingreso, sin posibilidad de acceso a las opciones del mercado, y por el otro,
un mercado que, en virtud de su diversificación, ofrece modelos de identidad e
independencia vía el consumo para aquellos adolescentes que sí disponen de ingresos,
por intermedio de sus familias” (Pag.3)

b) ADULTEZ MEDIA (entre 35 y 55 años)

El trabajo y la familia son los puntos cruciales de esta etapa, en la cual se forman
comportamientos de producción y de protección hacia la familia.

En este periodo los adultos todavía son vigorosos; con suficiente energía para
cumplir con su trabajo y estudios. Es la etapa de mayor crecimiento laboral, con
preminencia de la productividad y desarrollo del rol profesional, así como de
establecimiento del proyecto de vida familiar. En esta etapa tienen intereses
diferentes los adultos casados de los solteros. Si bien en ambos casos están en
pleno desarrollo de sus proyectos vitales laborales en los que están casados
aparece además el interés por la familia y los hijos, la preocupación por el ajuste al
matrimonio y al hogar si se ha formado recientemente, así como la crianza de los
hijos que suele ser un arduo desafío. Mientras que para los solteros es el periodo
de establecer los nuevos parámetros sociales adecuados a las necesidades de
desarrollo personal y proyecto vital. Nuevamente del contexto sociocultural y
económico en que ha logrado insertarse el adulto resultarán las conflictivas en
relación a la consolidación del proyecto vital o la revisión del mismo.

Polly Cooper piensa que con solo saber el estado civil y profesión de un adulto ya
podemos hacernos una idea general de quién es. A veces, basados en estereotipos
de la sociedad, asumimos que un hombre casado es el sostén económico y jefe de
su hogar, que su esposa se dedica exclusivamente a su casa y que todos sus hijos
van a la escuela. Esto no siempre es así, si en el hogar la que manda es la mujer
podemos estar ante situaciones totalmente diferentes de las que imaginamos, todo
eso influye en la personalidad, el posicionamiento socioeconómico, cultural y los
estudios de quien tengamos enfrente.

En la adultez media, con la experiencia, se logra una mayor integración del


conocimiento. La eficiencia se relaciona con la experiencia. Se tiene un alto control
de sí mismo, se debe lidiar con la sociedad y el mundo. Si la integración de la
personalidad es correcta, se es menos vulnerable a las presiones externas, se
saben manejar mejor.

En el Ámbito laboral: se trata de una fase de consolidación de la carrera laboral


y/o profesional, donde se enfrenta a la revisión de los mismos, donde el adulto
medio toma conciencia de cuáles son las metas que se realizaron y cuáles no, lleva
a cabo estos planes y proyectos, y trata de reorientar creativamente la energía.

En esta etapa también se deben enfrentar cambios en diferentes ámbitos de la


personalidad, fundamentalmente hacia el final de la adultez media. Se produce una
reorganización o reestructuración de la identidad:

a) redefinición de la imagen corporal (rollos, canas, calvicie, etc.), con el


consecuente “duelo por el cuerpo joven”

b) redefinición de las relaciones con los padres, los hijos y la pareja, con la
elaboración del duelo por “los padres de la infancia” y el “síndrome del nido
vacío”, etc.
Padres: envejecimiento de ellos. Se produce un cambio de rol (los hijos toman el rol
que antes correspondía a los padres). Crisis por la toma de conciencia de la finitud
propia y su elaboración.

Hijos: relación más horizontal y simétrica. El padre debe promover la autonomía y


la independencia de los hijos. Funciones fundamentales: orientar y guiar,
respetando la autonomía. La crisis de la edad media es enfrentar la posibilidad de
ser superado por los hijos. Asusta por la “pérdida del rol”. También se sufre al saber
que ya no es fuente de identificación de los hijos; ellos reconocen defectos y critican
abiertamente. Lo más sano sería ser capaz de aceptar y sentirse gratificados por el
proceso de automatización de los hijos. Además, deben tolerar ser objeto de
evaluación.

Pareja: se requiere un reordenamiento de la vida matrimonial, por el fenómeno del


nido vacío. Ahora se pueden abordar temáticas que antes no se podía por
dedicación a los hijos. Surgen conflictos que estaban latentes a lo largo de la vida
de la pareja que no se habían resuelto por alguna razón. Pasar más tiempo juntos
produce dificultades en la relación diaria, se requiere un sistema diferente que
permita un acomodo real.

c) evaluación de los planes que se proyectaron desde la adolescencia:


reconocimiento de lo que se ha hecho y lo que queda por hacer en
prospectiva.

El logro de estabilidad laboral, social, familiar, más los cambios físicos propios de
esta etapa, generan una fase de introversión que se relaciona con el proceso de
individuación (descrito por Jung), donde se produce un mayor conocimiento de sí
mismo y se integran los nuevos aspectos a la personalidad. Este proceso desarrolla
la capacidad de aceptar el paso del tiempo, las frustraciones y genera mucha
confianza en los recursos internos (ser capaz de tolerar cosas que antes no creía
posibles). Si se logran integrar experiencias, se logra una expansión de la
personalidad y del conocimiento; se es más consistente frente al resto y con uno
mismo. Al haber dominado las presiones externas se pueden dedicar la energía al
conocimiento de sí mismo.
Se espera que el adulto medio se conozca más, que el sí mismo se vuelva más
auténtico, en el sentido de que se tiene una visión más realista de la vida. Se viven
procesos de duelo (cómo era antes, cómo soy ahora, qué me queda por vivir). Las
relaciones con el mundo externo se hacen más selectivas. Existe una mayor
tolerancia a la frustración. Valoración más alta de la paciencia. Las funciones yoicas
se vuelven más eficientes (se puede vivir estados emocionales sin desbordarse ni
perjudicar a otros).

Los cambios ponen a prueba la madurez de la personalidad, ya que Madurez


emocional o personalidad madura es ser capaz de ejercer un dominio activo sobre
el mundo.

Estos signos si bien se plantean como crisis, son elementos necesarios para el
cambio, donde se da una mejor comprensión en todos los ámbitos y favorece la
integración.

Dentro de la revisión de la crisis en busca de la integración, se revisan los roles y


funciones, en todos los ámbitos de la vida en social y en relación con el proyecto de
vida personal que muchas veces lleva a la necesidad de replantearse un cambio del
mismo que implique: retomar estudios no concluidos, completar formaciones
específicas, abordar aprendizajes en áreas nuevas, explorar en aspectos culturales
pendientes recurriendo a los diferentes ámbitos de la educación, a saber, formal, no
formal y/o informal para su realización

d) ADULTEZ MAYOR (entre los 55 y los 70)

Este periodo de la adultez está vinculado con la realización en todos los aspectos
de su proyecto vital. Se espera que el adulto en esta etapa tenga buena salud si ha
desarrollado buenos hábitos, que haya establecido su máxima diferenciación en los
rasgos de personalidad que lo definen y en la elección de la modalidad de
establecimiento de vínculos. También se espera el pleno desarrollo laboral y/o
profesional, el pasaje de junior a senior, ya que es el momento vital donde se
traspasan los estandartes de la productividad, comenzando a ceder espacios para
acompañar, formar y aconsejar a las nuevas generaciones; y se logra la estabilidad
económica.
Los adultos mayores deben afrontar un trabajo interno que permita aceptar la propia
historia, donde se comprenda más profundamente la vida e integrar los sentimientos
ambivalentes que surjan en el proceso para una mejor vivencia de la vejez.

El nuevo nivel de madurez psicológica, el grado de desarrollo de la personalidad


influye en cómo el individuo enfrenta los cambios de la vejez (declinación física,
jubilación, pérdida de status, de las relaciones sociales) y se dan los duelos de esta
etapa.

La elaboración de los cambios físicos se vincula con el deterioro progresivo de las


funciones fisiológicas en general (visual y auditiva, respuesta refleja y motora, de
memoria y procesamiento de información, el aprendizaje, los procesos cognitivos,
etc.) que impactan en el desarrollo de los diferentes roles y funciones familiares,
sociales y laborales de las personas.

Al mismo tiempo todos estos aspectos del desarrollo son afectados por procesos
psicológicos motivacionales, responden lento para evitar errores, ya no les interesa
el éxito, la fama ni la efectividad sino la posibilidad de permanecer activos.

Las pérdidas del mundo externo son menos intensas, ponen mucha más atención
a sus señales internas, están mucho más preocupados de lo que pasa en su cuerpo,
la vulnerabilidad física los deja mucho más sensibles a cambios corporales, del
entorno, etc. Pero los cambios se producen rápidamente y hay poco tiempo para
asimilarlos. Se confronta con la realidad biológica y la acepta. La aceptación
significa asumirla responsablemente, lo que implica autocuidado.

También se debe enfrentar en esta etapa el retiro y la jubilación, con lo que aparece
más tiempo libre para reorganizar, reorientar e invertir. También es una etapa donde
las pérdidas (familiares, amigos, etc.) son más frecuentes y el círculo de afectos y
relaciones se reduce. Los vínculos sociales son fundamentales en este periodo para
asegurar una red social lo más amplia posible.
Es en este momento de la vida donde la oferta educativa viene a completar
más de una función educativa, de ampliación de horizontes culturales, de
compensación y de soporte afectivo-social.

En esta etapa se evalúa el logro de una identidad integrada, más plena, que está
vinculada con el logro de la vida que se tiene como la única posible, con los aspectos
positivos y negativos de las elecciones y vivencias para aceptar que ese proyecto
vital es reflejo de quien uno es, de lo que fue eligiendo ser y disfrutar de lo logrado.

Agustin Requejo Osorio en “Didáctica y educación de personas adultas Una


propuesta para el desarrollo curricular “Ediciones Aljibe 2003, sostiene que: " La
intención es ofrecer, frente a la vigente "rigidez académica" un modelo curricular de
carácter "participativo-investigador" en el que las personas adultas puedan
incorporar sus preocupaciones, intereses y necesidades. Por esta razón se deduce
que la metodología más adecuadas aquella que se centra en el desarrollo "modular"
(núcleos temáticos) y centros de interés de tratamiento global e interdisciplinar,
según el nivel y madurez de los grupos de aprendizaje.”

INTERESES, NECESIDADES Y EXPECTATIVAS DE LA

ADULTEZ

Una de las variables más importantes es la edad ya que juega un papel


directamente relacionado con las conductas y las expectativas de las personas. Ésta
determinará una escala de necesidades diferentes de unos adultos a otros, así
como el nivel de expectativas de futuro según el momento concreto en el que nos
planteamos acceder a procesos educativos más o menos complejos, más o menos
duraderos y mejor adaptados a nuestras circunstancias vitales.

En cualquier caso, Emilio Sanchez Leon, (2013) en Formacion en Red,Curso de


Agentes de la Educacion de Personas Adultas”, nos propone relacionar de modo
sintético características generales de las personas adultas en relación con sus
necesidades, intereses y expectativas, respecto de la educación y la formación.

Entre las principales necesidades de las personas adultas destacamos las de:
• Sentirse actores de los procesos de aprendizaje

• Superar las metas y objetivos que se ponen a sí mismos

• Crecer, incorporar cambios positivos en sus vidas

• Integrar aprendizajes de los que se han sentido excluidos y marginados.

• Elevar su autoestima y su autoconcepto

• Disfrutar de la cultura y del arte y, en general, de todos los estímulos que brinda la
existencia

• Cualificarse académica y/o profesionalmente

• Satisfacer sus ansias de saber, su curiosidad y la consideración de sentirse útiles,


activos e integrados socialmente.

Entre los principales intereses destacamos:

• Obtener titulaciones del sistema educativo y/o certificaciones laborales

• Insertarse del mejor modo posible en el mercado laboral

• Mantener un grado satisfactorio de integración social

• Recorrer caminos que saben van a enriquecerles

• Dominar recursos de tipo comunicativo, relacional, cultural con clara


repercusión sobre la propia vida

Entre las principales expectativas destacamos:

• Muchas personas persiguen sentirse sujetos independientes y cualificados,


a través del acceso, la adquisición y la apropiación de instrumentos, técnicas,
conocimientos y recursos que favorecen su inserción e integración social,
cultural y laboral.

• Otras personas persiguen conseguir un estado personal de seguridad,


confianza y aprecio de sí mismas, así como el reconocimiento de otros.
• También persiguen obtener reconocimiento formal de sus procesos
formativos, a través de las correspondientes certificaciones o titulaciones que
les avalan y les capacitan.

• Buscan poder compaginar un mundo real de obligaciones y


responsabilidades, con otro mundo que les ofrece oportunidades de
desarrollo personal y comunitario.

• Buscan disfrutar de la riqueza que proporciona el contacto con las


manifestaciones culturales y artísticas.

• Buscan sentirse “libres”.

• Buscan tener ocasión de validar sus experiencias y conocimientos, para


participar con libertad y plenitud en su contexto.

• Buscan tener capacidad real de incidencia sobre el medio social en el que


vive.

EL APRENDIZAJE DE LAS PERSONAS ADULTAS

Desde el modelo de educación para toda la vida que sustenta la organización de


la EDJA, se puede describir al estudiante como: sujeto de aprendizaje activo,
participante y creativo, es decir, un sujeto tendiente a la autodidaxia.

Como lo describe el Diseño curricular para la educación primaria de adultos.


Secretaría de Educación, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (1987-2016):

“Activo, en tanto no solo recibe sino que produce, no solo opera sino que busca.

Participante, en tanto protagonista y no solo espectador de decisiones que afectan


su proceso de aprendizaje. Sujeto y no solo objeto de evaluación del proceso del
que él mismo es protagonista.

Creativo, en tanto se lo supone capaz de superar estereotipos y utilizar nuevos


medios para alcanzar nuevos fines.
Todas estas características del sujeto de aprendizaje, que conforman el concepto
de autodidaxia, como la posibilidad de aprender a aprender para continuar y
producir autoeducación, son condiciones de posibilidad para la educación
permanente. “( Pag.17-18)

El aprendizaje en las personas adultas tiene las siguientes


características:

El adulto tiene que reconocer y aceptar que necesita realizar una inversión de
tiempo en aprender, lo que significa un reconocimiento contundente de que ese
aprendizaje representa una necesidad para él, en un momento preciso, por lo que
estará dispuesto a pagar un precio de esfuerzo y adaptación.

En este sentido, el Diseño Curricular para la Educación Primaria de Adultos de


la CABA (1987-2016) señala que: “”

“….En el adulto el deseo de saber, de aprender, esté siempre diferenciado y


fuertemente condicionado por su historia individual y social. Este deseo de saber-
aprender despliega, en la adultez, su rica diversidad de intereses, deja expresar el
conflicto posible entre estos intereses y busca satisfacer la urgente necesidad de
integrarlos. Así, por ejemplo, el adulto aprende porque quiere desarrollar más y mejor
su competencia operatoria-formal y técnico-instrumental, pero aprende también porque
quiere mejorar su competencia comunicativa y porque quiere mejorar su calidad de vida,
sabiendo que en el saber hay un interés emancipatorio, que puede ir liberando al
hombre tanto de la violencia que proviene de la naturaleza exterior como de la que
proviene de las relaciones sociales injustas, que traban la comunicación entre los
hombres”.(Pag. 15)

La persona adulta afronta el aprendizaje normalmente con una fuerte dosis de


motivación. El adulto antes de enfrentarse a un proceso de enseñanza-aprendizaje
ha decidido, en términos generales, que quiere hacerlo, que necesita hacerlo, y ello
le llevará a asumir un compromiso consigo mismo, y también con otros.

El adulto cuenta siempre con un bagaje experiencial que supone una fuente de
aprendizaje en sí mismo. Sabemos que los aprendizajes se convierten en
significativos cuando se establecen nexos o conexiones con otros aprendizajes
previos, tejiéndose así una cada vez más sólida relación, que no hace sino
consolidar y aumentar nuestra capacidad de aprender. En ocasiones también este
bagaje experiencial puede suponer una cierta dificultad, porque el adulto se muestra
reacio a aceptar y, por lo tanto, a integrar ciertos aprendizajes que puedan
cuestionar planteamientos que considera propios, seguros y de algún modo
inamovibles.

Siguiendo con el Diseño Curricular para la Educación Primaria de Adultos de la


CABA (1987-2016),” podríamos decir que el adulto aprende:

a) desde un bagaje de aprendizaje ya adquirido, cuya modificación no está tan


ligada al ritmo de crecimiento evolutivo como a la posibilidad de ampliar y
transformar el significado de sus conductas;

b) desplegando siempre una diferenciada gama de intereses en los campos


que lo insertan o lo marginan de la vida social;

c) como miembro activo o marginado de la sociedad que enseña, y exigiendo


entonces una participación responsable y crítica en el proceso de sus
aprendizajes”.( Pag.16)

La persona adulta aporta en términos generales una gran dosis de responsabilidad


en los procesos en los que se ve envuelto, esta es sin duda una característica muy
positiva que permite establecer compromisos que aseguren la permanencia en los
procesos y en su consecución.

En este sentido, el adulto aprende siempre desde un proyecto vital individual e


inserto en proyectos ideológicos sociales (normas y valores) más o menos
explícitos.

El adulto suele manifestar un ritmo propio ante los procesos que inicia, cada
persona necesita dar los pasos a su modo, ir desarrollando las sucesivas fases,
según sus particulares características personales, y los docentes deben contar con
ello. Esto no quiere decir que no funcione bien dentro de los grupos, y que cada
grupo imprima un carácter determinado al proceso.

Las personas adultas acceden a procesos de aprendizaje desde una perspectiva


práctica y funcional. El proceso de decisión lleva a delimitar qué es aquello que
quieren conseguir, y una vez definido no suelen admitir señuelos o caminos falsos.
Plasmado en el Diseño Curricular para la Educación Primaria de Adultos de la
CABA (1987-2016)como que:

El adulto ha ido desarrollando una serie de estrategias de aprendizaje para


resolver las situaciones problemáticas que van tejiendo su vida. Estas estrategias
configuran una compleja red de modelos de conductas, resultado de una progresiva y
activa, es decir, constructora—internalización de los diversos modelos de aprendizaje
que su medio socio-cultural le ha ido posibilitando. Esta adquisición de estrategias de
aprendizaje son el resultado o la resultante de los procesos de ubicación en la
producción, distribución y consumo del poder, la riqueza, la información y el gozo. Es
decir, laboriosamente el adulto se ha configurado –en algún grado—como sujeto de
conocimiento y como sujeto social, que son en definitiva, las dos modalidades básicas
del aprendizaje en nuestra sociedad.(Pag.15)

En cuanto al APRENDIZAJE ESCOLAR DEL ADULTO, el Diseño Curricular


para la Educación Primaria de Adultos de la CABA (1987-2016) refiere que: “El
aprendizaje del adulto necesita alternativas en los objetivos, integración en los
contenidos, significación de los problemas, estrategias de participación en la acción
educando-educador, pautas de autoevaluación permanente, inserción de la
institución educativa en el medio social.” (pag.16)

Es entonces importante destacar que cuando el adulto afronta situaciones de


aprendizaje en el ámbito escolar o institucional, este deberá poseer:

a) Intencionalidad pedagógica: que implica valorizar el aprendizaje en sentido


amplio y afianzar el aprendizaje en sentido restringido para asegurar que todo lo
enseñado se aprende.

B) especificación del papel del docente, no solo como orientador de la


experiencia pedagógica sino también como animador cultural en el sentido de
acompañar e introducir al estudiante en el abordaje de las experiencias
culturales, como .facilitador de procesos que posibilitan la innovación y el
cambio.

d) inserción institucional, dado que el centro pedagógico de adultos


funcionarán como agente socio-cultural, con normas y objetivos que cumplir
y promociones que otorgar.
DIFICULTADES EN EL APRENDIZAJE DE LOS ADULTOS

A continuación acompañamos de modo esquemático algunas consideraciones que


pueden representar dificultades en el aprendizaje por parte de las personas
adultas.

Entre estas dificultades estarían:

• Declive de facultades físicas o intelectuales como consecuencia de la edad:


visión, tiempo de reacción, audición, pérdida de memoria, etc.

• En el caso de adultos con bajo nivel de instrucción o con carencias formativas


importantes, la dificultad para realizar procesos mentales abstractos, la
ausencia de técnicas de trabajo intelectual, la dificultad de auto organización
y de graduación de tareas.

• Cansancio, tanto intelectual como físico, al tener que compaginar a lo largo


del día, muchas funciones distintas, propias de la condición adulta.

• Interferencias emocionales que dificultan su capacidad de concentración, al


tener su mente ocupada en múltiples preocupaciones de tipo laboral, familiar,
económico, etc.

• Problemas para afrontar situaciones nuevas, para modificar ciertas


conductas y comportamientos acuñados durante mucho tiempo.

• Dificultades para aceptar las observaciones y correcciones de otros.

• Ausencia de apoyo familiar (por prejuicios culturales o sociales, merma en


los recursos económicos, celos, etc.)

• Ambientes socioeconómicos adversos.

• Contexto y/o entornos socioculturales adversos (transculturación).

• Prejuicios personales o sociales.


BIBLIOGRAFIA

Agustin Requejo Osorio: Las curri culas de educación de personas adultas en el


estado de las autonomías. Cap. VI, “Didáctica y educación de personas adultas Una
propuesta para el desarrollo curricular “María Josefa Cabello Martínez
(coord.)Ediciones Aljibe 2003

Emilio Sanchez Leon, Formación en Red,Curso de Agentes de la Educación de


Personas Adultas, Modulo I: Intervención Educativa, Ministerio de Educación de
España, (2013)

Gabriel Kessler en “Ciudania y adolescencia”, en ¿Por qué de la adolescencia?


Articulo sin publicar para Unicef Argentina.

Diseño curricular para la educación primaria de adultos. Secretaría de Educación,


Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (1987-2016), Marco Teórico.

Maria Inés Laje “Jóvenes: exclusión o


ciudadanía”.http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/collect/ar/ar-
013/index/assoc/D4400.dir/sec3003e.pdf

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