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CULTURA

ENTREVISTA GEORGE R. R. MARTIN ›

George R. R. Martin: “Hemos hecho progresos desde la


Edad Media. Al menos ya no se descuartiza en público”
El creador de ‘Juego de tronos’ publica ‘Fuego y sangre’, una precuela
“histórica” de su serie de novelas
JACINTO ANTÓN

Nueva York - 21 NOV 2018 - 15:06 CET

George R. R., en la ceremonia de los Emmy en septiembre. RICH POLK (GETTY)

“George is coming”. Casi espera uno oír una fanfarria tras el anuncio y ver aparecer a
George R. R. Martin (Bayonne, New Jersey, EE UU, 1948) acompañado por lanceros de
Dorne, la Guardia Real, un destacamento de Inmaculados, unos cuantos dothraki y un
puñado de broncos hermanos de la Guardia de la Noche (los dragones no hubieran
cabido en el ascensor). Pero el autor de las novelas de Canción de hielo y fuego –90
millones de ejemplares vendidos en 47 idiomas–, en las que se basa la serie Juego de
tronos (el título de la primera), llega solo y toma asiento no en el Trono de Hierro erizado
de espadas, derecho que nadie podría negarle, sino en una silla corriente.
Los ventanales de la sala arrojan vistas de la avenida Broadway y de un Nueva York en el
que sopla un viento helado que anuncia la proximidad del invierno. Martin, al que se le ve
algo agobiado por todo el lío alrededor de su exitosísima creación  —con la serie
televisiva adelantando a las novelas en que está basada, fans exigiendo que salgan las
novelas que faltan, rumores de nuevos desarrollos y proyectos y la presión de seguir en
la cima— ha reunido a un puñado de periodistas en su editorial con motivo del
lanzamiento mundial de su nuevo libro, Fuego y sangre (Penguin Random House), una
precuela de 800 páginas de Canción de hielo y fuego que transcurre 300 años antes y
narra la historia del reinado de la casa de los Targaryen (17 reyes), la dinastía criadora y
amaestradora de dragones que ha sido depuesta cuando empiezan el famoso ciclo de
novelas y la serie televisiva y a la que pertenece uno de sus personajes centrales,
Daenerys Targaryen.

Martin, vestido de negro cual Jon Nieve entrado en carnes, con su


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icónica gorra y un aspecto entre Peter Ustinov y Orson Welles, ha
pedido que no se le pregunte por la nueva temporada de la serie de
HBO, la octava y última (de seis episodios, prevista para abril), sobre
la próxima novela del célebre ciclo, la sexta y penúltima, The winds of
winter, en la que aún anda (hace seis años ya que publicó la anterior,
la quinta, Danza de dragones), y acerca de su salud, que es buena,
‘Juego de tronos’:
dice, pero que le tocan las narices y le da mal fario los rumores del
Casi llega el invierno
fandom más radical y desconsiderado, harto de esperar y que le
apremia a cerrar la serie original (la última novela prevista, la
séptima, se titulará A dream of Spring y nadie sabe cuándo llegará)
antes de que vaya y se muera. “Tengo lectores maravillosos pero
hay también esos otros menos pacientes que conforman un
territorio complejo”, medita preocupado.
“Siempre me
atrajeron las cosas
“Fuego y sangre es una creación muy diferente de Canción de hielo y
raras, desde que era
pequeño” fuego”, explica, “espero que quede claro que no es una novela, sino
un género distinto, historia imaginaria”. Martin desliga así
estilísticamente el nuevo libro —que, vamos a seguir liándola, serán
dos, el publicado llega hasta la regencia de Aegon III el Veneno del
Dragón, siete reyes (tantos como los traductores que han hecho
falta para tener la versión española a punto para el lanzamiento
mundial) y la extinción de los dragones; el segundo, hasta el final de
la dinastía, otros diez monarcas, aún lo tiene que escribir— de su
popular serie. “Utilizo el recurso de decir que el libro es obra del
archimaestro Gyldayn de Antigua y que yo solo lo he transcrito. Es
un tipo de libro que se parece a las crónicas de los reyes históricos,
como la monumental del escritor y periodista Thomas B. Costain
sobre los Plantegenet (1949), por ejemplo, con la salvedad de que
George R. R. Martin:
“Todo habría sido aquí todo es, claro, no académico sino inventado, y con dragones.
distinto si Hillary Pero es un género que permite mucho juego porque el supuesto
hubiese tenido
autor escribe años después y recoge diversas versiones de los
dragones”
hechos, algunas contradictorias. La historia real está llena de cosas
así, ¿cómo murió Eduardo II?, ¿quién mató a los principitos en la
Torre? Tenemos versiones, pero hasta que no dispongamos de una máquina del tiempo
nunca conoceremos la verdad”. Martin aprovechó para confirmar que HBO está
desarrollando varias ideas de precuelas y spin-off de Juego de tronos. Apuntó también
que su prioridad ahora es acabar el sexto tomo de Canción de hielo y fuego.

Tengo lectores maravillosos pero hay también esos otros menos


pacientes que conforman un territorio complejo

A Martin se le califica de “Tolkien americano” y, lógicamente, se compara este Fuego y


sangre con El Silmarillion, la precuela de El Señor de los Anillos (aún por delante con 150
millones de copias vendidas). Martin, que admira a Tolkien y lo considera una de sus
principales influencias (echa balones fuera, en cambio, cuando le pregunto por los
dragoneros de Pern de Anne McCafrey, tan parecidos a los suyos, o por la relación con
Dune), marca aquí un poco de distancias. “Tolkien dejó El Silmarillion inacabado y lo
completó su hijo. No tiene detalles. Yo he tratado de que no fuera lo mismo. Fuego y
sangre está lleno de historias, de pasión y de vida, incluso hay humor”. Martin recuerda
que Tolkien y él pertenecen a mundos muy distintos y sus creaciones lo reflejan. “Era
monárquico y yo desde luego no. Su creencia en los gobernantes de una pieza no la
comparto, como se ve en mi obra. Se limita a decir que Aragorn fue un rey justo. Y yo
tiendo a pensar que sí, que Sauron está vencido, pero que quedan todos esos orcos
sueltos y me pregunto si Aragorn no habrá realizado alguna campaña genocida contra
ellos, matando incluso a los bebés orcos. No creo en la teoría de los grandes hombres.
En mi opinión, los héroes cometen también errores, al igual que los malvados tienen a
veces comportamientos nobles. La gente real es así. Hay que tratar de dar lo mejor de
nosotros sabiendo que no somos perfectos. Eso es una verdad tan grande como que
todos los seres humanos mueren, algo que también es evidente en mis libros, donde
nadie está a salvo”.

Dragón Balerion. DOUG WHEATLEY

Lo que si comparten y Martin lo reconoció enseguida al leer por primera vez El Señor de
los Anillos es una atracción melancólica por los reinos que se desvanecen. La idea triste
de la decadencia —con un punto personal: su familia había ido a menos— está presente,
como la de la redención, en toda la obra de Martin, desde su maravillosa primera gran
novela Muerte de la luz, uno de los libros más hermosos y desesperanzados que jamás
se hayan escrito (y que pudo acabar, por cierto, gracias a un préstamo de dinero que le
hizo Roger Zelazny), pasando por los vampiros y la conmovedora amistad de Sueño del
Fevre o por Una canción por Lya, hasta el mundo de Poniente.

Hoy seguimos teniendo un mundo lleno de conflictos, guerras,


racismo, sexismo

Hablar de su nueva obra invita a Martin a reflexionar sobre el desarrollo de la historia.


“Parece que la humanidad no aprenda de sus errores, hoy seguimos teniendo un mundo
lleno de conflictos, guerras, racismo, sexismo. Aunque creo que hemos hecho progresos
desde la Edad Media. Al menos ya no se descuartiza públicamente”. Sobre si sus obras
contienen alguna metáfora sobre nuestro mundo y una visión política, Martin, muy
crítico con Trump, dice que una de sus principales influencias formativas fue la lectura
de ciencia ficción de clásicos como Poul Anderson o Robert Heinlein que mostraban a la
humanidad unida para salir del planeta y conquistar las estrellas o defenderse juntos de
ataques alienígenas. “Crecí con esa idea de que no somos estadounidenses o mexicanos
o chinos, sino terrícolas todos. No creo que levantar muros sea una buena idea”, dice,
puntualizando que el suyo, para el que, como es sabido, se inspiró en el viejo Muro de
Adriano, es solo literario. “En EE UU, además, todos somos descendientes de
emigrantes”. Admite que en Canción de hielo y fuego hay ecos de las amenazas del
cambio climático. “Seguimos ignorando este y otros riesgos de nuestra civilización,
vivimos en la inmediatez. Igual que se ignoró la amenaza que suponían los nazis y pasó
lo que pasó. Tenemos que prestar atención al cambio climático ¡y otra vez a los nazis
también!”.

Fuego y sangre, que explica la génesis de muchos elementos de la obra de la que es


precuela (la fundación de Desembarco del Rey, la creación de la Guardia Real y del
puesto de Mano del Rey, la construcción de la Fortaleza Roja y del Trono de Hierro, el
devenir de las casas), mezcla material ya publicado por el autor en forma de relatos
paralelos a las novelas con creación nueva y ofrece un montón de emociones con el
característico sello de la casa Martin. La historia de los Targaryen (a destacar en esta
primera entrega la del cruel Maegor I el Cruel y Matasangre) supera con creces la de
familias como los Ptolomeos o los Borgia y en ella abundan los incestos (lo de Cersei y
Jaime Lannister luego es una broma en comparación), las conspiraciones, las guerras,
los parricidios, las torturas, las mutilaciones y los crímenes más espantosos.

'Fuego y sangre' es más recta, más simple, vas siguiendo una


cronología, no hay una simultaneidad de acciones en diferentes
lugares

Arranca con la conquista de los Siete Reinos de Poniente (el mundo de Martin) por parte
de Aegon I el Conquistador, el primer rey de la dinastía, que para mantener su pureza de
sangre se desposa con sus dos hermanas, una vieja tradición valyria. Curiosamente,
Martin también tiene dos hermanas. Los tres Targaryen reinan y cabalgan, además de
entre ellos (hay mucho sexo en el libro), a sus dragones (el rey monta la gran y afamada
bestia llamada Balerion, el Terror Negro), con el aliento ígneo de los cuales destruyen los
ejércitos y las ciudades de sus enemigos.

Martin dice que en cuanto a sus personajes no hace distinción alguna de género. “No
pienso si son hombres o mujeres sino en ellos como individuos. Una de las grandes
cosas de mis obras es que tienen un reparto muy amplio. Tengo hasta 17 grandes
personajes en la serie que son mujeres y son todas muy diferentes entre sí. Mis
personajes son gente real, capaces de odiar, de amar, de cometer equivocaciones,
realizar acciones loables y actos terribles. En Fuego y sangre es lo mismo, hay Targaryen
nobles y villanos y algunos son a la vez las dos cosas. Creo que todos tenemos esa
dualidad”.

Fuego y sangre, que incluye 75 ilustraciones en blanco y negro del dibujante Doug
Wheatley, narra escenas sensacionales como el derribo de un dragón con una catapulta
y su caída sobre una torre, la lucha entre dos dragones montados por dos hermanos
pretendientes al trono, funerales de reyes cuyos cadáveres se incineran con el fuego de
las míticas criaturas, una boda sangrienta (!) en la que violan a la novia y castran al novio
y otra en que las novias son tres y todas viudas, y un rey que muere en el Trono de
Hierro empalado misteriosamente por las espadas que lo forman (el recopilador Gildayn
nos ofrece varias versiones de este hecho).

Sería hipócrita decir que me gustaría volver al relativo


anonimato y a recuperar la privacidad de antes

Salen un montón de dragones (una feliz proliferación como la de los jedis en la precuela
de La Guerra de las Galaxias): Balerion, Azogue, Fuegoensueño (“una dragona esbelta de
color azul claro con vetas plateadas”), Ala de Plata, Vermithor (“bronce y canela”),
Vhagar… Los dragones tienen algo de “arma total, definitiva”, reconoce Martin, que los
aproxima a metáforas de las armas nucleares. “Son fuerzas destructivas muy
poderosas. Su empleo es una opción tremenda. Gobernar es otra cosa”.

De los diferentes desarrollos de su obra y la extensión que ha cobrado, el escritor dice


que “es un reto acordarse de todo” pero que tiene el conjunto en la cabeza. Agradece la
ayuda de un equipo de seguidores que le ayudan a no cometer errores en detalles o a
corregirlos. De la relación con la serie televisiva afirma que verla, y aunque “los actores
están magníficos”, no le influye. “Yo imaginé a los personajes mucho antes y sigo
viéndolos como los creé”.

Señala que Fuego y sangre es en cierta manera más fácil de escribir que la serie Canción
de hielo y fuego, con la que siente además que se ha puesto el listón muy alto. ”Fuego y
sangre es más recta, más simple, vas siguiendo una cronología, no hay una
simultaneidad de acciones en diferentes lugares”. Recalca que escribir “es trabajo, es
duro y cuando lo acabo me produce una gran satisfacción”. En la situación actual se
siente presionado. “Acabo de publicar un libro de ochocientas páginas y hay gente que
lo que hace es preguntarme cuándo saldrá el próximo”. Pero no se queja del éxito. “Sería
hipócrita decir que me gustaría volver al relativo anonimato y a recuperar la privacidad
de antes. ¿Qué si me gusta ser rico y famoso?, no voy a mentir, soy muy feliz por cómo
han ido las cosas. Los aspectos positivos superan con mucho a los negativos”. Tras más
de una hora de charla, Martin, ese hombre complejo que describe con deleite las batallas
más tremendas pero se hizo objetor para no ir a Vietnam y que no tiene hijos pero ha
alumbrado millares de personajes, se deja fotografiar con paciencia, firma libros y se
marcha musitando un “thanks for coming” que queda flotando en el aire con todas las
incertidumbres del invierno. 

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