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realizado por:
Jesus Quintero
Jainer Siado
Entregado a:
Ethel garcia
Psicologia
2018-2
Usa lo que sabes. Haz intentos para aprender nuevo vocabulario siempre que sea posible,
pero cuando hables, cíñete a usar las palabras que conoces. Una de las cosas menos
elocuentes que puedes hacer es usar mal una palabra de un vocabulario extenso o combinar
muchas palabras de vocabulario extenso y dejar a tu oyente confundido.
Haz referencias útiles. Cuando corresponda, haz alusiones a cosas que ayudan a explicar un
pensamiento o idea o que de otro modo le dé al oyente una mejor idea de lo que estás
tratando de decir. Las referencias a la cultura pop, la literatura clásica, el arte y a las
personas y acontecimientos históricos son increíblemente útiles y te dan un aire adicional
de inteligencia.[2]
No uses muletillas. Nada suena menos profesional que llenar silencios y espacios entre
palabras con muletillas como “eh”, “o sea”, “este…” y “ajá”. Haz un esfuerzo consciente
para no llenar tus discursos con estas muletillas. No sientas que debes insertar palabras en
cada espacio vacío. Si es útil, piensa exactamente en lo que vas a decir antes de que lo digas
para que no caigas en el uso de las muletillas.
Enuncia cada palabra. Puedes tener el discurso más elocuente del mundo preparado, pero si
no puedes enunciar correctamente las palabras, tus oyentes terminarán confundidos y en la
oscuridad. Tómate el tiempo necesario para pronunciar correctamente cada palabra en tu
oración y minimizar un acento si es necesario. Si tienes problemas con la enunciación en
particular, contrata a maestro de dicción para que te ayude a pronunciar las palabras
correctamente.
Familiarízate con las transiciones y los adjetivos. Uno de los problemas comunes que las
personas tienen al hablar es que tratan de dar con las palabras y dejan una pausa incómoda
en su discurso, lo cual da la impresión de que no estaban preparadas. Evita esto
familiarizándote con una lista de transiciones populares y adjetivos populares. Si te olvidas
lo que ibas a decir, no te tomará mucho tiempo reemplazar una palabra si puedes hacer
referencia a esa lista mental.
Los adjetivos comunes (y elocuentes) varían dependiendo de lo que hables, pero pueden
incluir “espléndido”, “disgustado”, “absurdo”, “de buen gusto”, “relevante”, “breve”,
“agradable” y “encantador”.
Formula tu oración de antemano. Con el fin de evitar enredarte con tus pensamientos y salir
a decir el discurso, piensa en lo que vas a decir antes de decirlo. Similar a escribir una
respuesta, pensar de antemano te dará tiempo para formular exactamente lo que vas a decir
y cómo vas a decirlo. Solo ten cuidado de no preparar el discurso tanto que te haga sonar
falso o de omitir accidentalmente palabras importantes.
Supera las ansiedades sociales y de expresión oral. Será muy difícil sonar elocuente si tu
voz tiembla, hablas demasiado bajo o tartamudeas cuando empiezas a hablar. Toma las
medidas necesarias para superar estas ansiedades sociales al visitar un logopeda, terapeuta
del habla o un consejero.
Mantente relajado. Al igual que el paso anterior con respecto a superar las ansiedades, si
estás tenso, estresado o pareces nervioso, no dirás tu discurso tan elocuentemente. Haz lo
que sea necesario para relajarte, ya sea que te imagines a tu público en ropa interior o
simplemente recuerdes que lo peor que podría pasar es que el público se aburra (lo que en
realidad no es tan malo en lo absoluto). Tu discurso debe ser natural y no forzado, así que
deja que las palabras fluyan y no te preocupes demasiado por la forma en que las dices o lo
que la gente piensa de ti.
Habla con confianza. ¿Alguna vez has notado cómo las personas que actúan con confianza
automáticamente parecen más carismáticas y elocuentes? Cuando hablas con confianza,
provocas una sensación de curiosidad en tu audiencia. Incluso cuando no lo sientes, actúa
con confianza y tu discurso se verá más profesional y bien hablado. Además, a medida que
pretendas tener confianza, realmente empezarás a tener más confianza. Es una situación en
la que no hay pierde, es un hecho.
Reduce la velocidad de tu discurso. Hablar demasiado rápido hará que incluso el más
elocuente de los oradores suene ansioso y sin preparación. Cuando estás preocupado por
decir algo, es una reacción natural acelerar tus palabras pronunciadas por minuto para
terminar de hablar más rápido. Esto no suena profesional y te hace lucir estresado. Tómate
tiempo para ralentizar tu discurso; es mejor hablar muy lento que muy rápido.
Préstales atención a los oyentes. Los oradores eficaces hacen contacto visual con su
audiencia de manera regular y abordan su discurso a las personas. Esto muestra que no solo
están hablando para el aire, sino que se preocupan de que su audiencia esté escuchando y
prestando mucha atención a lo que estén diciendo. Cuando hables, incluso si es a una sola
persona, haz contacto visual con tu(s) oyente(s) con frecuencia.
Dedica más tiempo a la lectura. Leer libros no solo amplía tu vocabulario y tu comprensión
de lectura, sino que también te presenta a personajes de ficción elocuentes y con buena
dicción. Lee de forma regular y presta mucha atención a las cosas que los personajes dicen
que consideras elocuentes. Puedes imitar esos patrones de discurso y comportamientos en
tu propio discurso si así lo deseas.
Bibliografía
https://www.researchgate.net/publication/277265268_Elocuencia_el_arte_de_hablar_Potur
a_ademan_gesto_y_voz [accessed Sep 03 2018].