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La evaluación educativa

En la antigüedad la evaluación era considerada como una comparación de


elementos para saber lo que estaba bien o mal. En la actualidad la evaluación es
una herramienta que constituye un abanico abierto tanto para los alumnos como
para los profesores, llevando a un desarrollo de las fortalezas y a un cambio en las
debilidades.

La evaluación educativa es una herramienta de gran importancia para el proceso


de aprendizaje. Debido a que la educación es un proceso largo y que la evaluación
como herramienta forma parte de él, nace la necesidad de ser no solo sistemática,
sino también permanente y objetiva en la información que recaba. Se evalúa
siempre para tomar decisiones, no basta con recoger información sobre los
resultados del proceso educativo y emitir únicamente un tipo de calificación, si no
se toma alguna decisión, no existe una autentica evaluación.

Tradicionalmente, la evaluación se ha venido aplicando casi con exclusividad al


rendimiento de los alumnos, a los contenidos, a los conceptos, a los hechos
adquiridos por ellos en los proceso de enseñanza. A partir de los años setenta la
evaluación se ha extendido a otros ámbitos educativos: programas educativos,
materiales curriculares, la práctica docente, los centros escolares. El sistema
educativo en su conjunto y la propia evaluación. Por lo tanto, el campo de
aplicación de la evaluación se extiende a alumnos, profesores, directivos,
instituciones, etc.

Tipos de evaluación

Según su función la evaluación puede ser formativa o sumativa.

Función formativa: la evaluación se utiliza como estrategia de mejora y para


ajustar sobre la marcha, los procesos educativos de cara a conseguir los objetivos
previstos. Es la más adecuada para la evaluación de procesos, suele identificarse
con la evaluación continua.

Función sumativa: suele aplicarse más a la evaluación de productos, es decir de


procesos terminados, la evaluación no pretende mejorar, modificar o ajustar l el
objeto de la evaluación, sino simplemente determinar su valía.

Según su extensión la evaluación puede ser:


Global: pretende abarcar todos los componentes o dimensiones del alumno, del
centro educativo, del programa, etc. Se considera el objeto de la evaluación como
una totalidad interactuante, en la que cualquier modificación de sus componentes
o dimensiones tiene consecuencia con el resto.

Parcial: pretende la valoración determinados componentes o dimensiones de un


centro educativo, de un programa, del rendimiento de los alumnos, etc.

Según los agentes evaluadores la evaluación puede ser:

Interna: llevada a cabo por los propios integrantes de un centro, de un programa


educativo, etc. La evaluación interna ofrece diversas alternativas de realización:

Autoevaluación: los evaluadores evalúan su propio trabajo (el alumno su propio


rendimiento, la institución su funcionamiento, etc.)

Heteroevaluación: evalúan una actividad, objeto o producto evaluadores distintos


a las personas evaluadas.

Coevaluación: es aquella en la que unos sujetos o grupos se evalúan mutuamente


(alumnos y profesores mutuamente, unos y otros equipos docentes, el equipo
directivo al Consejo Escolar y viceversa). Evaluadores y evaluados intercambian
su papel alternativamente.

Externa: se da cuando agentes no integrantes de una institución escolar evalúan su


funcionamiento. Estos evaluadores pueden ser los inspectores, administradores,
equipos de apoyo, etc.

Según el momento de aplicación la evaluación puede ser:

Inicial: se da al comienzo de ciclo lectivo, de la implementación de un programa


educativo, es imprescindible para decidir los objetivos que se pueden o se deben
conseguir y también para valorar si el final de un proceso los resultados son
satisfactorios o no.

Procesual: consiste en la valoración a través de la recogida continua y sistemática


de datos, del funcionamiento de un centro educativo, del proceso de aprendizaje
de los alumnos, de la eficacia del profesor, etc. Es de suma importancia ya que
permite tomar decisiones de mejora sobre la marcha.
Final: consiste en recoger y valorar los datos al finalizar un periodo de tiempo
previsto para la realización de un aprendizaje, un programa, un trabajo, un curso
escolar, etc.

La evaluación en la educación artística

Las actividades artísticas deben realizarse en un clima de apertura y libertad, ya


que el arte es expresión, es espontaneidad. Los docentes de arte se enfrentan ante
dos grandes preocupaciones, la primera, como enseñar a valorar y producir
evitando caer dentro de un esquema conductista. La segunda es cómo evaluar
numéricamente un proceso de alto contenido personal y expresivo.

Cuando se considera a la plástica una disciplina enseñable, la evaluación surge


como una necesidad ya que todo proceso de enseñanza y aprendizaje reconoce la
evaluación como uno de sus componentes.

Enseñar en plástica es dotar de instrumentos al alumno para que pueda ser capaz
de imaginar, crear imágenes, construirlas y desarrollar su potencial expresivo y
pueda hacerlo disfrutando del hacer y del mirar. Se enseña a mirar recurriendo a
procedimientos o pasos a realizar con los niños, que serán diferentes en los
distintos niveles de escolaridad. Se enseña a hacer, pintar dibujar, modelar, grabar,
primero a través de la experimentación particular o individual de cada niño, pero
también en el intercambio y la reflexión sobre lo realizado. Se enseña a trabajar
con materiales y herramientas que pueden utilizarse de diferentes maneras. Y
también se enseña a poder decidir que herramientas y materiales posibilitan hacer
lo que uno imagino.

Pero cómo se valora lo aprendido? Al evaluar a los alumnos siempre hay que
tener en cuenta que cada alumno es único. Tal vez no existe un método exacto
para evaluar en plástica, pero es preciso aplicar el más adecuado. Si se tiene en
cuenta solo la carpeta o una escultura es posible llegar a ser injustos, pues ese
trabajo, por ejemplo, quizás ha tenido la ayuda de otra persona, o que solo lo hizo
por cumplir y no aprendió nada. Pero también puede suceder lo contrario: un
trabajo de poca calidad hecho por un estudiante con mucho interés y que puso
mucho esfuerzo, alguien que dio lo mejor de si. Tampoco se puede tomar en
cuenta únicamente el trabajo del aula, porque puede ocurrir que algunos no se
sientan cómodos trabajando en estas condiciones, y no logran dar, en ese
momento, lo más posible.
¿Qué criterios usar entonces? Elliot Eisner (es reconocido como el principal teórico
de la educación artística en los Estados Unidos) propone evaluar cuatro aspectos:
el contexto, la aportación, el proceso y el producto.(C.I.P.P en inglés contex, imput,
process y product) .

El contexto: las características del estudiante, su situación familiar, la comodidad


del aula, los recursos materiales y personales.

La aportación: los aportes que cada estudiante realice con su trabajo y con su
participación en clase.

El proceso: la evolución o la involución del estudiante a lo largo del trimestre y del


año, a través de la observación del mismo mientras realiza sus trabajos.

El producto: mediante la observación de los resultados obtenidos en los trabajos de


cada alumno, teniendo en cuenta:

< Las habilidades técnicas (maneja con habilidad las características técnicas del
material con el que estuvo trabajando?, ¿ es capaz de controlar estos materiales?,
puede manejar adecuadamente el uso del color?)

< Aspectos estéticos y expresivos de la obra (la organización espacial, como se


relacionan entre si las formas.)

< La imaginación creativa ( se verá si la obra muestra ingenio, si hay un intento de


realizar el trabajo de manera personal, o si el alumno copia la imagen de otro o se
copia siempre a sí mismo. Se prestara atención a la forma en que aplica los
materiales, ¿los usa de manera innovadora?, ¿busca encontrar nuevas formas de
expresión?

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