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Es el nombre que se dio a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa

Occidental durante los siglos, XV y XVI. El nombre «renacimiento» se utilizó porque


éste retomaba los elementos de la cultura clásica. El término simboliza la reactivación
del conocimiento y el progreso tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad
dogmática establecida en la Europa de la Edad Media.
Esta nueva etapa planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, el interés
por las artes, la política y las ciencias, revisando el teocentrismo medieval y
sustituyéndolo por cierto antropocentrismo.
Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se
produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas. El
Renacimiento es fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron
una nueva concepción del hombre y del mundo.
Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento
significó una «ruptura» con la unidad estilística. De hecho, el Renacimiento rompió,
conscientemente, con la tradición artística de la Edad Media, a la que calificó como un
estilo de bárbaros, que más tarde recibirá el calificativo de gótico. Su concepto y
cronología se discutió generalmente con el término «humanismo», inspirado en la
Antigüedad clásica y en la consolidación de la importancia del hombre en las
realidades histórica y natural en los siglos XV y XVI.
El Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde los puntos de vista cronológico y
geográfico. Su ámbito se limitó a la cultura europea y a los territorios americanos
recién descubiertos.
El Renacimiento es un período cultural que, hacia el año 1400, se empieza a
desarrollar en Italia, donde se consolidad a lo largo del siglo XV ( Quiattrocento) y
alcanza su plenitud durante los primeros años del siglo XVI ( Cinquecento) , al tiempo
que empieza a difundirse por el resto de Europa.

CARACTERÍSTICAS GENERALES

Una de las características del renacimiento es la perspectiva, una


representación racional del espacio con el fin de construir la realidad
natural y se puede conseguir a través de la perspectiva lineal o
geométrica y la perspectiva aérea.

La perspectiva cónica ideada por Brunelleschi implicaba una completa revolución sin
precedentes en la historia del arte. Primero, porque significaba representar los objetos de
manera real, tal y como son percibidos por el ojo, dependiendo del lugar que ocupan en el
espacio y del que ocupa el espectador en relación a ellos. Segundo, porque el nuevo concepto
de perspectiva conllevaba una completa geometrización del espacio (planos, rectas, puntos).
Tercero, porque la importancia de la posición del espectador o de la dirección de su mirada
introducían asimismo en el cuadro un componente subjetivo y protagonista dentro de un
contexto objetivo y racional. Finalmente, porque la perspectiva podía experimentarse más allá
del plano pictórico, demostrándose que no sólo era un dispositivo generador de una ilusión,
sino una característica de lo real.
El Renacimiento se define como el inicio en el siglo XV hasta el XVII, caracterizándose por las
manifestaciones artísticas y un despertar hacia el pensamiento humano.

Esto condujo en el aspecto artístico un retorno al arte griego y romano. Durante ese tiempo, el
humanismo dio una gran importancia, aunque cabe señalar que no tuvo un momento histórico
exclusivo a este.

Pero ¿Cuál fue que la Edad Media fuera sustituida por ideas renacentistas en el aspecto
artístico? Fue por el cambio de la espiritualidad del hombre, Giotto, fue uno de los primeros
pintores en expresar ese sentimiento.

Hablaremos entonces de la perspectiva, un punto de gran interés.

En ese momento, Italia era una de las ciudades donde el renacimiento florecía a través de una
manera distinta y particular. Florencia (la cuna del Renacimiento) era una ciudad bien
organizada y anticlerical, que le permitieron que se desarrollara la inspiración (y no copia) del
arte clásico.

En esta ciudad hicieron que los arquitectos sean matemáticos, los escultores estudien el
cuerpo humano y los pintores el espacio geométrico.

Durante el Renacimiento, la perspectiva llego a jugar un papel importante, aquí el hombre uso
la perspectiva como una fuente de conocimiento y de entendimiento.

Entre ellos esta Filippo Brunelleschi uno de los importantes arquitectos renacentistas de
Florencia, y también uno de los pioneros del arte del Renacimiento. Estudió la antigüedad
clásica greco-romana, y encontró que la arquitectura clásica le ofrecía resolver problemas de
ingeniería y construcción, siendo el, uno de los primeros en formular la aplicación de la
perspectiva cónica en la arquitectura.

Filippo Brunelleschi arquitecto del siglo XV en Italia y verdadero emblema de la arquitectura


renacentista. Fue un artista muy prolífico que desarrolló su trabajo en Florencia.

Brunelleschi entre 1402 y 1404, visitó Roma con el escultor florentino Donatello,
ambos fueron los primeros en practicar excavaciones para poder entender la estructura
de la arquitectura romana. Ambos, tomaron medidas de los edificios clásicos con un
método completamente moderno.

Hacia 1413, Brunelleschi desarrolló una técnica en la historia del arte: la perspectiva
cónica o lineal, es decir, graficar sobre un plano un cuerpo u objeto tridimensional desde
un punto imaginario visual (cuyo vértice coincide con el ojo del espectador) y mediante
líneas auxiliares (líneas de fuga) que emerge en un punto del horizonte (punto de fuga).

La perspectiva cónica ideada por Brunelleschi implico un cambio sin precedentes en la historia
del arte. Así es que, en 1425, Brunelleschi llevó a cabo en Florencia un experimento que
consistía en que consistía en una tabla rectangular que disponía de un pequeño orificio a
través del cual podía verse el Baptisterio real y la representación de éste dibujado en la tabla
quedaba reflejada en el espejo, pero coincidente con la figura real del Baptisterio.

Brunelleschi empleó constantemente su técnica en todos sus bocetos y diseños


arquitectónicos. Entre esos diseños arquitectónicos realizados por Brunelleschi están:

 la Capilla Barbadori y ampliación del Palacio Güelfo (1420)


 Sacristía Vieja y Basílica de San Lorenzo (1421), Capilla Pazzi (1429)
 Palacio Bardi (1430)
 Rotonda de Santa María de los Ángeles (1434)
 Basílica del Espíritu Santo (1444).

También realizó murallas, castillos, fortalezas y campamentos en varias localidades toscanas y


como escultor, para Santa María Novella, hizo el crucifijo de la Capilla Gondi (1410) y diseñó el
púlpito (1443).
Pero entre sus obras más notables están:

 Cúpula de la Catedral de Florencia o Santa María de las Flores.


 Basílica de San Lorenzo de Florencia
 Palacio Pitti
 Fachada del Hospital de los Inocentes
 Capilla Pazzi (yo)

Brunelleschi, Filippo (1377-1447). Arquitecto, ingeniero, orfebre, escultor e


inventor italiano, figura clave del Renacimiento. Nació y murió en Florencia
(Toscana). Su padre era un hombre de leyes al servicio de la próspera república,
envuelta por entonces en luchas políticas entre clanes oligárquicos y en conflictos
sociales protagonizados por los gremios. Filippo Brunelleschi recibió la educación
(letras y matemáticas) acorde para seguir la senda paterna. Sin embargo, demostró
tal vocación artística que ingresó en una de las principales corporaciones de
Florencia, el “Arte della Seta”, el gremio de sederos formado por tejedores,
comerciantes, orfebres y trabajadores de metales como el bronce, pero con menos
relevancia que otras asociaciones: banqueros y cambistas, fabricantes y
comerciantes de lana, grandes importadores textiles y tintoreros o, la principal,
formada por jueces, abogados y notarios (a la que pertenecía el padre).

En 1398, Brunelleschi ya había alcanzado el grado de maestro orfebre. Un año


después, trabajó en el Altar de San Jacobo de la Catedral de San Zeno de Pistoia. En
1401, participó en un concurso (convocado por el gremio florentino de
importadores) para diseñar en la entrada norte del Baptisterio de San Juan una nueva
colección de puertas de bronce cuyos bajorrelieves representaran dentro de un
marco tetralobulado la historia bíblica del sacrificio de Isaac. Inspirándose en la
escultura helenística El niño de la espina, Brunelleschi realizó un panel hecho de
varias piezas atornilladas a la plancha trasera, en un estilo expresionista e
imaginativo que resultó en detrimento de su candidatura. La competición fue ganada
en 1403 por Lorenzo Ghiberti (1378-1455), cuyo diseño, más clásico y próximo a
los gustos de los jueces, asimismo demostró mayor pericia en la técnica metalúrgica
al plasmar el pedido en una sola pieza. Aunque quedó finalista, la derrota sentó muy
mal a Brunelleschi, hasta el punto de abandonar durante años la escultura para
consagrase como arquitecto.

Brunelleschi se interesó por la arquitectura en los años del concurso del Baptisterio.
Entre 1402 y 1404, visitó Roma junto a su amigo, el escultor florentino Donatello
(1386-1446), para estudiar las viejas ruinas que por entonces permanecían
desapercibidas para el saber. Brunelleschi y Donatello fueron los primeros en
practicar excavaciones preocupados por entender la estructura física de la
arquitectura romana. Además, tomaron medidas de los edificios clásicos con un
método completamente moderno por su rigor matemático, empleando múltiplos de
cantidades básicas y no a través de un cordel o un palo sin segmentar como era
costumbre. Igualmente, entraron en un fructífero contacto con obras latinas
como De Architectura de Vitruvio (s. I a. C.), indispensable para el desarrollo de las
artes, técnicas y ciencias renacentistas.

Hacia 1413, Brunelleschi desarrolló una invención capital en la historia del arte: la
perspectiva cónica o lineal, es decir, representar gráficamente sobre un plano un
cuerpo tridimensional proyectado desde un imaginario cono visual (cuyo vértice
coincide con el ojo del espectador) y mediante líneas auxiliares proyectantes (líneas
de fuga) que convergen en un punto del horizonte (punto de fuga). Hasta entonces,
para dotar a las figuras con una sensación de profundidad y volumen, se empleaban
varios procedimientos: a) la perspectiva vertical, jerárquica o ideológica (propia del
arte egipcio o medieval), donde los objetos de mayor tamaño reflejaban su
importancia social o teológica; b) la perspectiva aérea o atmosférica (usada en la
pintura romana), donde el efecto de lejanía se producía mediante objetos pálidos,
azulados o borrosos; c) la perspectiva caballera (también empleada por romanos y
medievales), en la que los objetos más alejados se situaban en la parte superior del
plano y los más cercanos en la inferior (como sucede con el punto de vista de un
jinete); d) la perspectiva inversa (arte bizantino), que agrandaba los objetos cuanto
más alejados del espectador. Finalmente, Giotto di Bondone (1267-1337) había
llevado la perspectiva a sus límites más realistas posibles, encerrando las figuras en
edificios y estructuras rectangulares que formaban un ángulo con el espectador, con
una esquina avanzada y las paredes y los bordes extendiéndose desde ella hacia el
fondo, pero sin converger en ningún punto definido y sin que existiese un único
punto de vista, de tal manera que no resultaba clara la distancia existente de delante
hacia atrás entre los objetos. Asimismo, el sienés Ambrogio Lorenzetti (h. 1290-
1348) introdujo la perspectiva cónica en su Anunciación (1344), pero sólo
parcialmente (en el suelo de la escena, pero no en el fondo).

La perspectiva cónica ideada por Brunelleschi implicaba una completa revolución


sin precedentes en la historia del arte. Primero, porque significaba representar los
objetos de manera realista, tal y como son percibidos por el ojo, dependiendo del
lugar que ocupan en el espacio y del que ocupa el espectador en relación a ellos,
pudiendo valorarse la posición particular de cada forma en el espacio. Segundo,
porque el nuevo concepto de perspectiva conllevaba una completa geometrización
del espacio, reducido a sus elementos más simples y fundamentales (planos, rectas,
puntos), permitiendo así su medición racional. Tercero, porque la importancia de la
posición del espectador o de la dirección de su mirada introducían asimismo en el
cuadro un componente subjetivo y protagonista dentro de un contexto objetivo y
racional. Finalmente, porque la perspectiva podía experimentarse más allá del plano
pictórico, demostrándose que no sólo era un dispostivo generador de una ilusión
realista propia de lo ficiticio (el arte), sino una característica de lo real. Así, en 1425,
Brunelleschi llevó a cabo en Florencia un experimento que consistía en una pequeña
tabla cuadrada (unos 35 cm de lado) en la que estaba representada la imagen del
Baptisterio (de planta ortogonal) desde la perspectiva frontal situada en uno de los
pórticos de la catedral; la tabla disponía de un pequeño orificio a través del cual
podía verse el Baptisterio real; al interponer un espejo entre la tabla y el edificio, la
representación de éste dibujado en la tabla quedaba reflejada en el espejo, pero
coincidente con la figura real del Baptisterio.

Por todo ello, no resulta aventurado afirmar que la perspectiva cónica de


Brunelleschi era ya cuatro veces moderna: por realista, por matemática, por
subjetiva y por experimentable. Brunelleschi empleó constantemente su técnica
sobre todo en los bocetos y diseños arquitectónicos, pero nunca llegó a articularla
teóricamente o plasmarla en una pintura de calado. Masaccio (1401-1428) será el
primero en aplicar la perspectiva cónica a un gran formato pictórico como el
fresco La Trinidad (1426-1428) para la iglesia florentina de Santa María Novella,
mientras que el humanista genovés Leon Battista Alberti (1404-1472) formuló los
principios teóricos en su tratado De la pintura (1436).

Como arquitecto, además, Brunelleschi supuso una ruptura completa en relación con
la arquitectura gótica. Si en la catedral gótica se pretendía que el observador alzase
la vista en busca de Dios y fuese dominado por la grandiosidad del espacio, en el
nuevo espacio renacentista diseñado por Brunelleschi la intención es justo la
contraria: el individuo es capaz de manejarse en el edificio porque todo lo relevante
sucede en la perspectiva natural de la visión humana. A la incomensurable y sublime
medida divina le ha sucedido la proporción racional y funcional del hombre.
Brunelleschi volcó sobre sus edificios la pureza y simplicidad estilística de los
cánones romanos clásicos (el arco de medio punto, la cúpula y la sobriedad
decorativa frente al arco ojival, la bóveda de crucería y la abundancia ornamental).
Igualmente, contribuyó a un cambio radical en la función del arquitecto, separando
al proyectista del constructor, al profesional solitario (dedicado al diseño y la
reflexión) del artesano gremial (a pie de obra).

En 1419, Brunelleschi recibió de su corporación florentina un primer encargo


arquitectónico: la fachada del Hospital de los Inocentes. Las novedades más
destacables que introdujo fueron el uso de columnas redondas con capiteles clásicos
de orden compuesto (mezcla de corintio, jónico y dórico), tras ellas unos arcos
circulares y cúpulas esféricas, todo realizado en “pietra serena” (piedra gris oscuro)
como sobrio elemento de contraste con la blancura de las paredes. Además, el
conjunto presentaba una impecable lógica proporcional (entre la altura de cada
columna y la distancia entre las mismas), ejemplo de equilibrio geométrico.
Brunelleschi trabajó en el edificio hasta 1427 (siendo acabado en 1444), la primera
muestra en Florencia de referencias explícitas al clasicismo.

También en 1419, Brunelleschi se tomó revancha del fracaso en el concurso de las


puertas de Baptisterio y ganó a Ghiberti la competición (convocada por el gremio
lanero) para construir una nueva cúpula para la Catedral ("Duomo") de Santa María
de las Flores sin utilizar elementos góticos tradicionales como arbotantes y arcos
ojivales (considerados poco estéticos y asociados con la rival Milán). La anterior
cúpula estaba incompleta debido a problemas constructivos derivados de su enorme
tamaño (50 metros de ancho a una altura de 55 metros) e irresolubles con la
tecnología de la época. Al concurso (con un premio de 200 florines de oro),
Brunelleschi presentó una maqueta deliberadamente inacabada para así disponer de
un control total sobre el proyecto (en una manifestación de su genuino derecho
individual de propiedad sobre la innovación). Sin embargo, el jurado estableció que
Ghiberti participase también en la construcción (iniciada en 1420). Ghiberti hizo
mofa de los planes de Brunelleschi tildándolos de imposibles, por lo que éste
abandonó el proyecto y marchó a Roma. No obstante, Ghiberti se vió imposibilitado
de ejecutar la tarea en solitario, así que Brunelleschi regresó a Florencia (1423) para
dirigir la obra según sus ideas.

Inspirándose en el Panteón de Agripa en Roma y en las catedrales bizantinas,


solventó las dificultades de una manera completamente original, realizando un
diseño de doble emparedado mediante la superposición (una dentro de otra) de dos
bóvedas esquifadas (con vértices planos o lineales para unir las aristas), descansadas
sobre un tambor pétreo de perímetro octogonal (y no semiesférico) y cuatro metros
de grosor, hechas en ladrillo (más de cuatro millones de unidades), divididas en
tramos (como gajos) y separadas pero conectadas a través de nervios ocultos y de
costillas concéntricas de piedra y hierro. Los muros fueron reforzados mediante su
anillado con abrazaderas de hierro, madera y piedra (imitando los flejes de un tonel
y anticipando los reforzamientos del hormigón). Toda esta sofisticada e innovadora
ingeniería permitía el eficiente reparto de fuerzas (imposible con la semiesfera),
construir desde la superficie sin necesidad de cimbras y reduciendo al mínimo los
andamios (peligrosos y costosos), así como proporcionar una sensación de ligereza
y de integración armónica con el contexto gótico de la catedral. Con la finalidad de
ocultar el plan completo de su obra, los ladrillos de la bóveda interior (apuntada)
estaban dispuestos de un modo único para la época (en diagonal como la espina de
un pez y usado por la antigua albañilería romana), pero diferente al de los ladrillos
vistos de la bóveda exterior (semicircular). En el mismo sentido de guardar el
secretismo, también ideó un sistema de cuerdas para calcular la posición y el ángulo
exactos donde ubicar cada ladrillo, cuyo costado era previamente marcado con un
surco para hacer creer que sería puesto longitudinalmente (como los exteriores) en
vez de lateralmente, todo ello sin emplear elementos metálicos.

Asimismo, para elevar de manera segura y económica materiales y herramientas sin


recurrir a andamiajes, Brunelleschi diseñó (basándose en Vitruvio) las grúas más
eficientes de su tiempo (vigentes aún en el siglo XVIII): a) un cabestrante de tres
velocidades cuyo complejo mecanismo (engranajes, poleas, tornillos y árboles) era
accionado por un eje central impulsado por una yunta de bueyes; fabricado por los
astilleros pisanos, el aparato pesaba 500 kilos, empleaba una maroma especial de
180 metros de largo y llevaba un innovador sistema de embrague para invertir la
dirección sin que los bueyes alteraran su movimiento; b) una grúa de 20 metros de
alto (bautizada como “Il Castello”) dotada de contrapesos y tornillos manuales con
el objeto de desplazar las cargas lateralmente en cuanto hubiesen alcanzado la
elevación adecuada; y c) dos grúas para la construcción de la linterna de la cúpula,
capaces de combinar movimientos verticales, horizontales y radiales. En la precisión
de estos aparatos, intervino la pericia de Brunelleschi como relojero, que en 1410
había inventado el primer reloj portátil gracias al mecanismo de cuerda en
sustitución de los pesos. Los planos de las grúas de Brunelleschi nos han llegado
plasmados por Leonardo da Vinci (1452-1519). También construyó maquinaria
teatral para la representación de milagros en iglesias haciendo aparecer santos y
ángeles con explosiones de luz y de fuegos artificiales.

Igualmente en relación con la construcción de la cúpula, Brunelleschi recibió en


1421 del gobierno florentino la segunda patente de la historia. Poco antes, en 1416,
un tal Francisco Petri (de la isla de Rodas) había obtenido de la República de
Venecia un monopolio por 50 años para la construcción de máquinas de majado y
abatanado de tejidos. Sin embargo, la patente de Brunelleschi es la primera de la que
tenemos constancia de su puesta en práctica. Consistía en un privilegio por tres años
a favor de una enorme barcaza (bautizada “Il Badalone”, es decir, “El Monstruo”)
para transportar bloques de mármol de Carrara a través del río Arno.

La cúpula fue terminada en 1436. Era la más grande de la Cristiandad, con un peso
de 37000 toneladas y una altura de casi 100 metros, visible desde cualquier punto de
la ciudad. Brunelleschi ganó un nuevo concurso (imponiéndose también a Ghiberti)
para coronar la cúpula con una magnífica y elegante linterna de 16 metros de alto
que sirviera de freno y refuerzo para el resto de la construcción gracias a un juego de
ventanas arqueadas y arbotantes clásicos. Sin embargo, las obras no empezaron
hasta 1446 (unos meses antes del óbito de Brunelleschi) y concluyeron en 1461. En
cualquier caso, la proeza de Brunelleschi le procuró un prestigio en vida y la fama
inmortal.

Otros diseños arquitectónicos realizados por Brunelleschi en Florencia fueron:


Capilla Barbadori y ampliación del Palacio Güelfo (1420), Sacristía Vieja y Basílica
de San Lorenzo (1421), Capilla Pazzi (1429), Palacio Bardi (1430), Rotonda de
Santa María de los Ángeles (1434), Basílica del Espíritu Santo (1444). También
realizó murallas, castillos, fortalezas y campamentos en varias localidades toscanas
(Lastra, Signa, Malmantile, Staggia Senese, Vicopisano, Castellina, Rèncine,
Lucca). Como escultor, para Santa María Novella, hizo el crucifijo de la Capilla
Gondi (1410) y diseñó el púlpito (1443).

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R&xml=Brunelleschi,%20Filippo.xml

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perspectiva-en-el.html

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