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Para mi abuelo: Juan Iban Ibarra

Querido abuelo Pensé que serías eterno, o al menos en mi mente siempre


vivirás de esa manera. Nunca imaginé que llegaría el día en que tuviera que
decirte adiós, sin embargo partiste de este mundo una fría tarde y desde ese
momento mi universo sufrió una ruptura de la cual no puedo reponerme y
quizá nunca lo haga. Te fuiste de mi lado y nada volverá a ser como antes, pero
tengo que comprender que emprendiste un vuelo hacia un lugar lleno de paz,
un lugar en el que por fin disfrutarás del descanso después de haber vivido
tantos años.
A veces me pregunto qué habría pasado si te hubieras quedado a mi lado más
tiempo. Sé que hubo momentos en los que no aproveché tu compañía ni tus
enseñanzas, y ahora más que nunca me arrepiento de no haberlo hecho, pero
también sé que estarás a mi lado como lo hiciste durante algunos años. Para
mí siempre serás eterno.
Tal vez no puedo hablarte o tocarte, pero sé que me escuchas, donde quiera
que te encuentres. Sé que a pesar de la distancia me apoyas y te sientes muy
orgulloso de todos mis logros. Es por eso que quiero agradecerte unas cuantas
cosas.
Quiero agradecerte por cada palabra y consejo que les brindabas a mis papás,
porque así demostrabas la sabiduría que habías adquirido con los años, eso sin
duda es el mejor legado que pudiste dejarme. Gracias por transmitirles el
amor y jovialidad que sentías por la vida, porque ellos me la han trasmitido a
mí, ahora sé que puedo disfrutarla a cada momento y que debo poner una
sonrisa ante los problemas. Gracias por enseñarle a ser joven en el corazón. Te
aseguro que mis papás jamás te olvidaran cuando les compartías cada
momento de tu vida mientras bebían tranquilamente una taza de chocolate.
Fuiste, eres y serás siempre el mejor abuelo de mi mundo. El que disfrutaba
cada aventura y cada travesura sin importar el castigo. Llevo grabada tu risa
en cada poro de mi piel y es así como vivo cada uno de mis días, siendo siempre
yo mismo, divertido y aventurero, justo como tú lo eras.
Gracias a ti sé que se puede perdonar sin dañar a los demás y ese es el valor
que más tengo que agradecerte. Ahora comprendo que no puedo dañar a los
que me han dañado, porque el perdón te conduce a la felicidad y a la
tranquilidad.
A pesar de las dificultades que alguna vez tuvimos, sé que para ti siempre fui
el pequeño que te llenaba de orgullo, el niño centrado, inteligente pero al
mismo tiempo lleno de inocencia. Para mí fuiste mi compañero de diversión e
inteligencia.
Sé que te encuentras en el mejor lugar que existe, el cielo, y desde allá
continúas cuidándome a cada paso que doy. Sé que estás ahí para advertirme
cuando las cosas están mal y también estás ayudándome a alcanzar mis
sueños. Sé que continúas mostrándome la realidad y haciéndome entender
cuando las cosas simplemente no están bien. Gracias porque sé que me apoyas
y que jamás dejarás de hacerlo, aun cuando no pueda verte físicamente.
Gracias por ser el mejor abuelo del mundo. Gracias por enseñarme tantas
cosas. Gracias por enseñarme a reír de la vida. Gracias por ser el ser humano
más noble, tierno, compresivo y cariñoso que he conocido, creo que jamás
conoceré a alguien igual que tú. Gracias por darme la capacidad de sonreír al
enfrentar los problemas.
Gracias por tener esa alma de niño. Gracias por formar a mi papá a tu
semejanza y porque disfruto tantos años a tu lado. Ahora sé que las personas
que amamos nunca se alejan, que siempre son eternas en nuestro corazón si
así lo deseamos, y te prometo que honraré cada enseñanza que me trasmite
mi papá porque sé que esa enseñanza es la que tú me hubieses brindando si
estuvieras en esta tierra. Gracias por haber existido. Gracias por ser mi abuelo,
mi mejor amigo aunque estés en el cielo serás mi amigo.

Te quiero, hasta siempre.

ATENTAMENTE
José Juan

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