Cada año la gestión del país en cuanto al enfoque del presupuesto nacional esta
dirigida a la salud y a la educación en teoría. El Presupuesto General de la Nación
para el 2019 fue presentado el pasado 28 de septiembre ante la Asamblea Legislativa y el enfoque nuevamente es el mismo, aunque ninguno de los ciudadanos colombianos hayamos sentido ese impacto tan drásticamente. Teniendo en cuenta esto, el presupuesto nacional y a quien va dirigido objetivamente, es un tema vital para el desarrollo nacional, ya que es la herramienta con la que cuenta el Gobierno para hacer llegar financiamiento a las prioridades definidas por las autoridades del Estado. El presupuesto para el próximo año le debe dar prioridad a la educación y salud. En cuanto a la educación, es la más alta inversión que debería hacerse, ya que servirá para atender a toda la población, desde la primera infancia, pasando a la educación básica y superior, algo que antes que no se hizo de manera integral, contradictorio al tema de que el enfoque de ese presupuesto es precisamente para estos dos casos puntuales como lo son la salud y la educación. El estado colombiano lucha con el déficit del hueco fiscal anualmente. Actualmente las opiniones están divididas y se puede llegar a creer en la necesidad de una lucha frontal contra la evasión y el contrabando para que conlleve a sustentar la deuda fiscal mencionada, tomando como causas las descritas anteriormente, sin reconocer que los malos manejos del presupuesto nacional y sus principales interesados han hecho de las suyas y han desenfocado las prioridades de la nación. En la complejidad del tema del incremento del IVA a los productos básicos de la canasta familiar, el estado esta conmocionado y los ciudadanos aun no logran entender porque el déficit fiscal actual debe ser mediado con el dinero que sale de sus impuestos y no con un mejoramiento de las estructuras financieras del estado y su restructuración, como han recitado tantas y tantas campañas presidenciales, pero además de eso , reclaman un presupuesto nacional debidamente revisado y sobre todo REALMENTE enfocado a las necesidades primarias de la nación que ya todos han memorizado, salud y educación. Partiendo de la base de la definición del presupuesto general de la nación, que debe de ser un instrumento central del estado y cumplir unas funciones específicas; dentro de ellas podemos mencionar la asignacion de bienes públicos a la ciudadanía, redistribuir los ingresos y definir las prioridades de gastos; es claro que en nuestro caso estamos siendo contrarios a esta definición teórica, porque la asignacion de bienes públicos es manejada por el clientelismo en la mayoría de las ocasiones, los ingresos como el producto interno bruto no son redistribuidos y las prioridades de gasto suelen tener intereses personales. Nuestra constitución nos brinda herramientas de defensa como ciudadanos, personalmente creo que la más importante es el voto, pero además de esto, en el articulo 13 se habla del derecho que tenemos a la libre expresión, dentro de esto esta la posibilidad de protestar de manera pacifica para exigir un derecho que no esta siendo ejercido. Dado que el presupuesto general de la nación proviene de la sociedad de la que se compone el estado mismo, todos los ciudadanos pueden, deben y tienen el derecho de exigir que el dinero público se recaude y se gaste de manera transparente, esto implica dar prioridad a las necesidades más importantes de la nación. Esta claro que el estado tiene muchas obligaciones de diferente índole, pero la educación y la salud es un derecho que tenemos todos los ciudadanos y es una inversión que debe ocupar el primer lugar en la lista de esas obligaciones. En consecuencia, la interacción de la acción de gobierno debe tener en cuenta la presencia de las fuerzas políticas y sociales que operan en la realidad del momento que se vive. Múltiples propósitos se presentan a la hora de asignar los escasos recursos de los cuales se dispone, esto contradice ampliamente la riqueza de la nación. Deudas acumuladas, problemas no resueltos, necesidades cambiantes y crecientes, forman parte de un contexto donde cualquier actividad presupuestaria debe moverse. Así igualmente se encuentra la necesaria búsqueda de una estabilidad económica que logre los objetivos del pleno empleo y un nivel de precios aceptables. De la misma manera se intenta alcanzar una tasa conveniente de crecimiento productivo que vaya dirigida a una distribución equitativa de la renta nacional y el mejoramiento de la distribución del ingreso. Los fines y medios en su búsqueda de una racionalidad formal deben adecuarse a los propósitos más generales de un modelo de desarrollo que se pretende construir en el país. De allí los necesarios vínculos entre la planificación y la programación presupuestaria. Varios principios rigen la gestión fiscal: la eficiencia, la solvencia, la transparencia, la responsabilidad y el equilibrio. Comentemos algunos de sus contenidos. En cuanto a la eficiencia no hay duda de que cualquier impuesto afecta la conducta de los consumidores y los productores en la búsqueda de su maximización de beneficios, ciertamente inmediatos, menos claros la influencia a más largo plazo en sus efectos, por ejemplo, los de tipo ecológico. La supuesta ¨racionalidad¨ del mercado con sus conocidas imperfecciones, traduce la eficiencia fiscal en otra de tipo económico en cuanto a sus posibles consecuencias financieras y organizativas de la producción. La solvencia la vinculamos, en parte, a la capacidad administrativa de la gestión fiscal la cual debe ser sencilla y flexible para adaptarse a los cambios en las coyunturas.