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Los peligros de dejar llorar al bebé

El Dr. James McKenna Director del Laboratorio del comportamiento del sueño madre-bebé de la
Universidad de Notre Dame menciona lo siguiente: “Que el bebé duerma toda la noche es
probablemente una de las peores ideas que emergieron en los siglos 19 y 20 (Orígenes de la teoría
"dejar llorar" a los bebés). Nuestra cultura es la única que alguna vez se ha hecho esta pregunta, la
mayoría de las culturas no están preocupadas por esto”. De acuerdo el Dr. McKenna y a sus
hallazgos, el dormir toda la noche es algo que los bebés simplemente no están diseñados para
hacer, su biología no está diseñada para dormir toda la noche. "Los bebés están diseñados para
despertar, mamar y dormir, despertar, mamar y dormir". El concepto de la llamada “consolidación
del sueño” está basado en el concepto de lo que es mejor para los padres a diferencia de lo que es
mejor para los bebés.

Este experto en sueño infantil también menciona que por muchos años se ha pensado que para
maximizar las oportunidades de que un bebé se vuelva independiente y competente en la vida es
forzar a que el infante se duerma sólo y que el bebé se calme asímismo para que vuelva a dormir.
Sin embargo ningún bebé en el planeta necesita ser entrenado para dormir y esto nunca ha sido
respaldado por algún estudio científico responsable. El dejar llorar a los bebés es una ideología
cultural y es usualmente un concepto que no emergió para beneficiar a los bebés (porque no hay
evidencia que esta práctica pueda beneficiar en su desarrollo). Todos los bebés dormirán toda la
noche en algún momento, la pregunta es si lo harán en el tiempo que quieren los papás, o en el
tiempo para el que están diseñados.

¿Y qué dice la neurología al respecto?

Se han publicado diferentes estudios para evaluar el efecto del estrés en el desarrollo cerebral del
bebé. Se ha descubierto por ejemplo que durante la primera infancia (de 0 hasta los 2 a 3 años) se
empieza a desarrollar la región orbitaria frontal del cerebro, por supuesto que otras áreas se están
desarrollando también pero es ésta área en particular la que se desarrolla a mayor velocidad
durante esta etapa (Gerhardt). Esta área orbitofrontal es la encargada de varias funciones
emocionales dentro de ellas la del manejo del estrés, lo que suceda aquí entonces dejará una
marca en el desarrollo cerebral del bebé. Por supuesto que esto no explica todos los desórdenes
emocionales pues el cerebro sigue desarrollándose durante el resto de los años pero se considera
importante durante esta etapa cuidar a los bebés de situaciones estresantes (Gerhard). ¿Y qué
situaciones estresan a los bebés? Tal y como lo menciona Gerhard: “no es la ausencia de la madre
lo que aumenta el nivel de las hormonas del estrés, como el cortisol, sino la ausencia de una figura
adulta que estuviera alerta y se hiciera responsable del estado emocional del niño en cada
momento” (Blanco, 2012).

Se ha descubierto además que cuando un bebé es sometido a una gran cantidad de estrés se
crean condiciones para dañar las sinapsis entre las neuronas (Narvaez, 2011) pues se genera la
hormona llamada cortisol la cual si se libera y en exceso podría dañar las neuronas en formación
pero las consecuencias no son aparentes inmediatamente (Thomas et al. 2007). Además cuando
hay niveles altos de cortisol y de serotonina se produce el vómito involuntario. Para contrarrestar
todos estas sustancias se liberan otras (endorfinas, serotonina, opiáceos) que provocan una bajada
del estrés por lo que es normal que luego el bebé caiga rendido y se duerma, pero no porque
haya aprendido algo sino porque estas sustancias hicieron efecto (Jové R.).

La reactividad al estrés puede establecerse como patrón de vida no sólo para el cerebro con el
sistema de respuesta al estrés (Bremmer et al, 1998), pero también en el cuerpo a través del
nervio vago, un nervio que afecta el funcionamiento de múltiples sistemas como la digestión. Por
ejemplo, un estrés prolongado al estrés en etapas tempranas de la vida, sumado a una carencia en
la respuesta de los padres, puede resultar en un pobre funcionamiento del nervio vago, que está
relacionado a varios desórdenes como el síndrome de vejiga irritable (Stam et al, 1997). Un
reciente estudio de la universidad de Harvard nos muestra los efectos del estrés en los bebés.

El bebé es absolutamente dependiente de sus cuidadores para aprender cómo calmarse sólo. El
cuidado a los niños que se concentra en abordar las necesidades del bebé antes que se estrese,
sintoniza el cuerpo y el cerebro para la tranquilidad. Cuando un bebé siente miedo y tiene un
padre que lo sostiene y lo conforta, el bebé elabora herramientas para calmarse que se integran
con su propia habilidad de calmarse. Los bebés no se calman sólos cuando están aislados. Si son
dejados para llorar sólos, ellos aprenden a cerrar su rostro al estrés excesivo, dejando de sentir y
dejando de confiar (Henry & Wang, 1998).

Como Erik Erikson lo señala, los primeros años de vida son un periodo sensible para establecer un
sentido de confianza en el mundo de su cuidador y en su mundo en sí. Cuando las necesidades de
un bebé se atienden sin estrés, el niño aprende que el mundo es un lugar en el que vale la pena
confiar, que las relaciones son de apoyo. Cuando el bebé es ignorado el niño desarrolla un
sentimiento de desconfianza en las relaciones y en el mundo. El niño entonces puede pasar toda
su vida tratando de llenar ese vacío interior.

La respuesta del cuidador a las necesidades del bebé está relacionada a la mayoría si no es a todos
los resultados positivos de los niños. La actitud de respuesta que tiene el cuidador está
relacionada a la inteligencia, empatía, escasa agresión o depresión, autoregulación, y competencia
social. La importancia de la respuesta sensible del cuidador es un conocimiento común en la
psicología del desarrollo. La falta de respuesta que representa el “dejar llorar” puede resultar en
resultados opuestos a los antes mencionados. (Encyclopedia of Early Childhood Development)

Es pues con la neurociencia que podemos confirmar lo que nuestros ancestros tomaron por
sentado: que dejar que los bebés se estresen es una práctica que podría dañar a los niños y sus
capacidades relacionales en diferentes maneras a largo plazo. Ahora se sabe que dejar a los bebés
llorar es una buena manera de hacerlos menos inteligentes, más ansiosos y poco cooperativos.
(Narvaez, 2011)

Por favor, difunde esta información. Muchos padres están dejando llorar a sus bebés no por malos
sino por falta de información. Regala este texto a todo nuevo padre/madre.

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