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Codigo interncional de nomenclatura

paleontológica
El Código Internacional de Nomenclatura Zoológica (conocido por sus siglas en
inglés: ICZN) tiene como propósito fundamental proporcionar la máxima
universalidad y continuidad de los nombres científicos de los animales compatibles
con la libertad de los científicos para clasificar los animales según sus
criterios taxonómicos (ICZN, 1999, Introducción). El Código reglamenta los nombres
de los taxones de animales (reino Animalia) y de otros lados de eucariotas
tradicionalmente considerados "protozoos".
El Código consta de Artículos (que son obligatorios) y Recomendaciones. Los
Artículos se diseñaron para permitir a los zoólogos llegar a los nombres de los
taxones que sean correctos en circunstancias taxonómicas concretas. El uso del
Código permite a un zoólogo determinar el nombre válido de cualquier taxón al
que pertenezca un animal en cualquier categoría de las
jerarquías especie, género y familia (incluyendo subespecie, subgénero y categorías
del nivel familia tales como subfamilia y tribu). El Código no regula enteramente los
nombres de los taxones por encima del nivel familia (orden, clase, phylum) y no
proporciona reglas para el uso por debajo de la categoría de subespecie (variedad,
aberración, natio, etc.), ya que carecen de entidad taxonómica.

Nomenclatura y taxonomía:
La parte de la Sistemática que se ocupa de la ordenación de los organismos en
diferentes grupos llamados taxones es la Taxonomía. La parte de la taxonomía en la
que se regula la adjudicación precisa e inequívoca de los nombres asignados a los
diferentes taxones es lo que denomina Nomenclatura.
La unidad básica de la clasificación es la especie. El conjunto de especies con ciertas
características comunes se agrupan en una categoría taxonómica de mayor
jerarquía denominada género. El conjunto de géneros con características similares
se agrupa en una categoría taxonómica de rango superior denominada tribu. El
conjunto de tribus semejantes se agrupan en una misma familia. A su vez, las
familias se agrupan en órdenes, éstos en clases y, a su vez, las clases en filos,
troncos o tipos de organización.
Según las necesidades de clasificación pueden intercalarse otras categorías usan los
prefijos super- (superfamilia, superclase), sub- (suborden, subespecie)
o infra- (infraclase, infraorden).
Nombres científicos:
El Código Internacional de Nomenclatura Zoológica establece normas que afectan a
los niveles especie, género y familia. El nivel especie incluye todos los taxones
nominales de las categoría especie y subespecie (Art. 45.1); el nivel género abarca
todos los taxones nominales de las categorías género y subgénero (Art. 42.1);
el nivel familia incluye todos los taxones nominales de las
categorías superfamilia, familia, tribu, subtribu, y cualquier otra categoría por
debajo de superfamilia y por encima de género que se desee (Art. 35.1).
Para los niveles superiores existen diferencias según las distintas escuelas o países.
Los niveles por debajo de subespecie no son contemplados por el Código, dado que
proporcionar nombres científicos a cualquier variación fenotípica, práctica
frecuente en algunos grupos (lepidópteros, coleópteros, etc.), se considera de nula
utilidad científica.
Las normas establecidas por el Código deben ser asumidas y respetadas por todos
los zoólogos, constituyendo algo parecido a una gramática que permita a todos
hablar un mismo idioma científico universal.
La nomenclatura zoológica requiere que a los nombres científicos,
independientemente de su origen lingüístico, se les asigne un nombre en latín, para
lo cual se usan las 26 letras del alfabeto latino (incluyendo j, k, w, y) y las normas
gramaticales de esa lengua. No pueden usarse signos
diacríticos (acentos, diéresis, tildes, etc.). Por tanto la ñ española debe
transformarse en n o en los dígrafos ni, ny o gn si se quiere conservar el sonido.

Nombres a nivel género:


Los nombres de nivel género son sustantivos singulares de dos o más letras, en
caso nominativo. Deben estar adscritos a uno de los géneros gramaticales latinos
(masculino, femenino o neutro) y deben escribirse siempre en un tipo de
letra diferente al texto normal en que se encuentran, en cursiva cuando el texto
está escrito en regular y regular cuando el texto está escrito en cursiva.
El género debe tener asociada al menos una especie, el nombre de la cual deberá
concordar en género gramatical con aquél. El género gramatical es el que den los
diccionarios usuales de latín y griego clásico. Es conveniente consultar
tales diccionarios y no fiarse de las apariencias; así, Felis es femenino (y de ahí el
nombre Felis marginata -no marginatus, que sería masculino), Lepisma es neutro
y Sitona es masculino.
Los nombres subgenéricos se escriben entre paréntesis intercalados entre el
nombre del género y el de la especie. Así, en Buprestis (Yamina)
sanguinea, Buprestis es el género, Yamina es el subgénero y sanguinea es la especie
(obsérvese que se usa letra cursiva siempre que se escribe un nombre científico).

Nombres binomiales y trinomiales


Los nombres de los taxones de nivel especie son binomiales para la especie
y trinomiales para la subespecie, es decir, formados por dos y tres palabras
respectivamente.
Para los nombres de las especies, de las dos palabras citadas, la primera
corresponde al nombre del género al que pertenece y se escribe siempre con la
inicial en mayúscula; la segunda palabra es el nombre específico y debe escribirse
enteramente en minúscula y debe concordar gramaticalmente con el nombre
genérico. Así, en Mantis religiosa, Mantises el nombre genérico, religiosa el
nombre específico y el binomen Mantis religiosa es el "nombre científico",
otorgado a cierta especie de insecto del orden Mantodea.
En el nombre científico asignado a las especies, el nombre específico nunca debe ir
aislado del genérico ya que carece de identidad propia y puede coincidir en
especies diferentes. Si se ha citado previamente el nombre completo y no cabe
ninguna duda de a qué género se refiere, el nombre del género puede abreviarse a
su inicial (M. religiosa).
Si una especie presenta dos o más subespecies, se formará un trinomen. Por
ejemplo, Felis silvestris presenta numerosas subespecies, entre ellas Felis silvestris
silvestris, el gato montés europeo y Felis silvestris catus, el gato doméstico. Nótese
que si nos referimos en concreto al gato montés, debemos utilizar el trinomen Felis
silvestris silvestris, que significa Felis silvestris subespecie silvestris, por lo que
repetir la palabra silvestris no es una redundancia.
Cuando se hace referencia a un taxón del nivel especie se recomienda indicar, tras
el binomen o el trinomen, el nombre del autor (sin abreviar) que lo describió, y el
año de su publicación, separados por una coma. Por ejemplo, Sparedrus
lencinae Vázquez, 1988.
Si el descriptor de una especie la colocó en un género diferente del que se le asigna
actualmente, su nombre y la fecha deben ir entre paréntesis. Así, el nombre
científico de la tórtola común debe escribirse Streptopelia turtur (Linnaeus, 1758);
con este paréntesis se indica que la especie citada no fue originalmente descrita
dentro del género Streptopelia, en el cual actualmente se halla; en efecto, Carlos
Linneo colocó esta especie en el género Columba cuando la describió.

Homonimia:
Si dos taxones del mismo nivel tienen el mismo nombre son homónimos. En todos
los casos debe aplicarse el Principio de Prioridad que otorga validez al nombre
descrito en primer lugar respecto a los descritos posteriormente. La diferencia en
una letra es suficiente para deshacer la homonimia (calidus que significa cálido en
latín y callidus que significa hábil, no son homónimos).
Por lo que respecta el nivel género, hay que tener en cuenta que incluye las
categorías taxonómicas género y subgénero y por tanto que nombres de ambas
categorías pueden caer en homonimia.
Por ejemplo, Linneo (1758) denominó Bubo a un género de aves de la
familia Strigidae; más tarde, Rambur (1842) describió el género Bubo, género
de Insectos de la familia Ascalaphidae. Ambos nombres son del nivel género y
entran en homonimia. McLachlan (1898) detectó la homonimia y creó el
género Bubopsis —como nomen novum— para substituir el nombre más reciente
(el de Rambur); por tanto, el nombre válido para ese género de insectos
es Bubopsis McLachlan, 1898. En definitiva, no pueden existir dos nombre
genéricos iguales en todo el reino animal. Por tanto, un zoólogo que describa un
género nuevo para la ciencia debe asegurarse de que el nombre que elija no exista
ya. Es, por tanto, relativamente fácil caer en la homonimia. Una herramienta útil a
este respecto es el Nomenclator Zoologicus on line, que recoge más de 340.000
nombre de nivel género (géneros y subgéneros) del Reino Animal.
Por lo que se refiere al nivel especie, el sistema es el mismo, pero pueden darse
casos más complejos, en que se dé homonimia y sinonimia a la vez. Por ejemplo:
La mosca azul común se ha denominado durante largo tiempo Calliphora
erythrocephala (Meigen, 1826) y bajo este nombre se han publicado la mayoría de
trabajos sobre fisiologíade esta especie y especialmente algunos muy importantes
sobre su metamorfosis.
De hecho, Meigen describió su especie bajo el nombre genérico de Musca, usado
en un sentido amplio, linneano. Pero De Geer había descrito con anterioridad
(1776) una Musca erythrocephala distinta de la mosca azul común. Dos especies
diferentes tenían, pues, el mismo nombre (homónimos) y el Principio de Prioridad
obligaba a que el nombre más reciente fuese cambiado. El nombre de Meigen,
aunque hoy esté en otro género distinto de Musca debía ser por tanto rechazado.
En tales casos, o se crea un nombre nuevo o se utiliza el sinónimo más antiguo de
la especie en cuestión.
Si Calliphora erythrocephala (Meigen, 1826) no hubiese tenido sinónimos más
recientes, el primer taxónomo que hubiera constatado la homonimia habría podido
rebautizarla con un nombre escogido por él, por ejemplo, Calliphora
meigeni o Calliphora rubrocapitata. Pero Robineau-Desvoidy había descrito
en 1830 una Musca vicina que realmente era la misma especie que la de Meigen (la
mosca azul común). Por tanto, la situación era la siguiente

 1776: Musca erythrocephala De Geer (no mosca azul)


 1826: Musca erythrocephala Meigen (mosca azul)
 1830: Musca vicina Robineau-Desvoidy (mosca azul)
El nombre de Meigen debía, según el Código, ser rechazado y reemplazado por el
primer sinónimo válido, el de Robineau-Desvoidy:
 Calliphora vicina (Robineau-Desvoidy, 1830)
= Musca erythrocephala Meigen, 1826 (non De Geer, 1776).

Tipos:
Según el Código Internacional de Nomenclatura Zoológica, todo taxón de nivel
especie debe tener al menos un ejemplar del mismo que sirva como elemento de
referencia y comparación para otros zoólogos, que será el tipo o ejemplar típico de
la especie o subespecie. El conjunto de ejemplares sobre la que se basa la
descripción original del taxón se llama serie tipo o serie típica. Los tipos pueden ser
ejemplares de cualquier sexo o fase de desarrollo (huevo, larva, adulto), completos
o parciales, fósiles o no y, hasta 1930 una muestra de la obra de un animal (fósil o
no), como una agalla o un rastro (icnofósil).
El Código reconoce los siguientes tipos:
 Sintipos. Todos los ejemplares de la serie tipo.
 Holotipo. Un ejemplar único, elegido entre los sintipos y designado
explícitamente.
 Paratipos. El resto de ejemplares de la serie tipo, excluido el holotipo.
 Lectotipo. Si el autor de la descripción original no eligió un holotipo (práctica
común hasta mediados de los años 40 ó 50 del siglo XX), cualquier autor
posterior debe designar explícitamente de entre los sintipos un ejemplar
único que se convierte en el ejemplar típico de la especie, y que recibe el
nombre de Lectotipo. Equivale al holotipo cuando no hubo designación
original.
 Paralectotipos. El resto de ejemplares de la serie tipo, excluido el lectotipo.
Equivalen a los paratipos cuando no hubo designación original.
 Neotipo. Un único ejemplar, designado explícitamente que sustituye al
holotipo, al lectotipo o los sintipos perdidos. No tienen validez las
designaciones de neotipos para taxones ampliamente conocidos y sin
problemas taxonómicos que las justifiquen.
 Alotipo. Espécimen paratípico del sexo opuesto al del holotipo. Su uso está
contemplado por el Código, sin embargo no tendrá los atributos formales de
un holotipo (ver la recomendación 72A).
Todos los tipos deben rotularse adecuadamente con una etiqueta conspicua y
custodiarse de forma especial por las personas o instituciones que los amparen,
permitiendo su estudio a todos los zoólogos, ya que son patrimonio de la Zoología.
Bibliografía:
 International Commission on Zoological Nomenclature,
1999. International Code of Zoological Nomenclature. International
Trust for Zoological Nomenclature.

 Matile, L., Tassy, P. & Goujet, D., 1987. Introduction a la Systematique


Zoologique (Conceptes, Principes, Méthodes). Biosystema, 1: 1-126.

 Monserrat, V. J. & Alonso-Zarazaga, M. A., 2004. Fundamentos de la


nomenclatura zoológica. En: Barrientos, A. (ed.): Curso práctico de
Entomología. Manuals de la Universitat Autònoma de Barcelona, 41:
13-26

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